1563 Gibraltar y los ingleses

Posted By on 26 de diciembre de 2015

Corriendo el otoño de 1563 don Álvaro tuvo ese primer encuentro con los ingleses. Pero mejor que relatarlo, pensamos es más importante pasar a transcribir su carta a don Felipe II, en ella le cuenta lo ocurrido:

«…El savado pasado a los veinte deste, me llegó un correo del Corregidor de Gibraltar al Puerto de Santa María, donde estaba de imbernada con las Galeras de mi cargo, con aviso de cómo 8 naos Inglesas con gran desvergüenza, se avian movido dentro del puerto de aquella Ciudad a tomar una Nao Francesa que allí estaba surta y la avian tirado muchas piezas de Artilleria y abordola y como realmente la tomaran si la Nao Francesa, metiéndose debaxo del Artilleria no fuera favorecida con muchos cañonazos que del Castillo y de la Ciudad tiraron a los Ingleses y como las dichas naos le prendieron un Alguacil y se lo tuvieron preso en las dichas naos como todo lo verá V. M. por las copias del testimonio y carta que escrivio, que serán como esta, visto lo qüal y la calidad del delito que en lo susodicho cometieron y el atrevimiento con que quebrantaron aquel Puerto tan en deservicio de V. M. y de la autoridad de su Justicia y contra las pazes que V. M. tiene con los Príncipes de a quellos Reynos, yo apreste con toda prisa 5 Galeras de las de mi cargo y sali en busca de las dichas al Estrecho y oy martes 23 del presente ube vista de las dichas 8 naos que yban a la vela la buelta de Levante tres leguas del monte de Gibraltar, y dándolas caza, ellas se pusieron en huida puestas en horden y todas juntas, hechas sus cinturas al árbol para pelear; como llegue cerca de esta Galera Capitana, les hize tirar sin pelota dos piezas de Artilleria y capealles para que amaynasen; nunca lo quisieron hacer, aunque espere gran rato; gue necesario tiralles de cañonazos y a fuerza de Artilleria les hizo que lo hiziesen; tengo presa toda la gente y aquí he pedido al Corregidor la ynformacion que contra ellos tiene hecha, para juntar centenciallos y castigallos conforme a la Justicia como V. M. me lo tiene mandado por su Instrucción.

Despues desta escrita se ha hallado muchas mascaras en las naos inglesas, y dice un Muchacho que se las ponían quando tomavan algún navio y se ha hallado pan de Caçaui, que es de Santo Domingo y algunos Panes de Azucar de la dicha Isla o de las Indias y les vieron echar a la mar de las Galeras, Cochinilla y otras cosas que no se pudieron determinar, por donde se entiende ser de Corsarios; de lo que todo se hiciere será V. M. avisado…»

La actuación de don Álvaro se conoció en toda Europa, principalmente en Inglaterra, desde donde se pedían explicaciones al Rey de España, cuando éste había firmado la Paz Chateau-Cambresis con el Rey de Francia, sin obligarle a la pretensión inglesa de ser devuelta Calais. Todo porque había fallecido la esposa de don Felipe II la reina de Inglaterra doña María Tudor, y la actual reina Isabel I tenía un gran encono con su padrastro, siendo la causa de muchas de las acciones que esta Reina tomó contra el Rey de España.

Por otra parte para don Álvaro no eran santo de su devoción los ingleses, pues los conocía de su anterior estancia en las Antillas, pero como corsarios, de ahí que estuviera al día de saber con quién se media y los sinsabores que le traerían a España, por otra parte, aunque había actuado en defensa de un buque francés, a éstos no les perdonaba la acción de Muros cuando tuvo que combatir contra ellos estando a las órdenes de su padre y los consideraba unos ingratos e insolentes sin medida. Por eso en su escrito al Monarca recalca lo de las máscaras, el pan de Santo Domingo y los prejuzga como piratas, sabiendo de antemano cual sería la sentencia. (Aunque de no ser así, ¿Cómo tenían en su poder esas mercancías si solo crecían en las Antillas?)

Efectivamente la mayoría fueron pasados por las armas, unos ahorcados y otros arcabuceados, dejando solo a unos pocos para el remo, quedándose con todos los vasos, pues las Leyes dictadas por don Felipe II, al ser súbditos de reyes con los que estaba en Paz, se convertían en piratas y sus penas estaban muy claras, mientras los buques al no llevar bandera reconocible, se quedaban en poder del Monarca para sufragar por medio de su venta los gastos ocasionados por su ataque.

Cuando las penas máximas se habían cumplido por la rapidez en los juicios y por ende de las sentencias, llegaron las peticiones de Inglaterra con algo ya imposible, siendo éstas; «…le fueran entregados todos los tripulantes y sus capitanes, o que al menos lo hicieran con los enviados al remo, y por supuesto le fueran devueltos sus buques a la Reina.» (Esto de por sí aclaraba quien los había enviado, pues la mayor parte de ellos eran de esta nación y siempre han sido propiedad de la Reina, porque los pagaba de su peculio personal, por lo que se hacía un hincapié especial sobre ellos)

A todo esto no se tienen noticias de haberle hecho algún caso, pero si hay una cierta constancia, por la que don Felipe II estuvo satisfecho un tiempo por el gran triunfo conseguido, lo era casi personalmente pues él y sólo él había dictado las ejemplares Leyes al respecto de la piratería.

Bibliografía:

Altoaguirre y Duvale, Ángel de.: Don Álvaro de Bazán. Primer marqués de Santa Cruz de Mudela. Estudio Histórico-Biográfico. Tipografía de los Huérfanos. Madrid, MDCCCLXXXVIII.

Cervera Pery, José.: Don Álvaro de Bazán. El gran marino de España. Empresa Nacional Bazán. Madrid, 1988. No venal.

Cervera Pery, José.: La Estrategia Naval del Imperio. Auge, declive y ocaso de la Marina de los Austrias. San Martín. Madrid, 1982. Premio Virgen del Carmen de 1981.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Herrera Oria, S. J. Enrique.: Felipe II y el Marqués de Santa Cruz en la Empresa de Inglaterra. Según los documentos del Archivo de Simancas. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1946.

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