1403 – 1404 Pero Niño en el Mediterráneo

Posted By on 18 de marzo de 2016

 

En 1403 contando con veinticinco años de edad se le encomendó el mando de la escuadra de Castilla, llevando de patrón al genovés Nicolás Bonel y el cómitre Juan Bueno de la ciudad de Sevilla, se hicieron a la vela desde este puerto, realizando cruceros en busca de corsarios berberiscos y moros, a los que fueron cazando por el mar Mediterráneo.

Uno de los primeros en caer fue Juan Castrillo, uno de los corsarios que tenía el encargo de buscar (de éste corsario se trata en la «Crónica de Enrique III, año de 1392, capítulo III»), pues navegaba por la costa de la Provenza, en conserva de otro apodado Amaymar, y por ser más prácticos se les fueron de las manos en derrota de Cerdeña, al llegar vio encalladas tres naos de otro corsario del mar, Diego de Barrasa por sentirse acorralado había escapado con la gente a tierra.

Al año siguiente los corsarios no faltaban en aquellas islas inmediatas a los puertos de la península itálica, siendo proclamado entre los de más fama un tal Nicolás Jiménez, natural de Cádiz y protegido de los aragoneses como si compañero de fortuna se trataran. A pesar de ello rescató por la fuerza de las armas una nao castellana que tenían apresada en el puerto de Oristán.

Puso rumbo a Túnez y atacó resueltamente una galera, cuya aprehensión no es tanto de notar como la respuesta que dio a las observaciones del cómitre, por ser como el sello de su carácter e indicación de la rapidez con que adoptó durante toda su vida las resoluciones: «Señor, (decía el patrón), si aferramos con ella, por ventura vendrán otras galeras sobre nos, e querremos desaferrar e non podremos.» a lo que repuso: «…agora non vemos sino esta; aferrad con ella, que cuando las otras vinieren, si a Dios pluguiere ternemos nos ya esta.»

Así ocurrió: la galera berberisca fue rendida antes que la alarma cundiera, de hecho su gente se animó queriendo abordar la galeaza del Sultán, por encontrarse más a dentro en el puerto, esto no fue impedimento y se decidió entrar.

El buque de Pero Niño embistió a la galeaza, él fue el primero en saltar, pero de pronto se encontró sólo, pues por el encontronazo su buque se había separado y no pudieron los suyos apoyarle, aunque parezca prodigio, se pasó la noche dando y recibiendo golpes, «…cosa muy dura de creer, salvo aquellos que lo vieron.», pero «…llamó a Sancta María que le ayudase, e fizo alli voto solemne; e fue a ellos como va el león a la presa, firiendo e matando en ellos, llevándolos por la galera adelante, horrada ya toda fasta la proa. Allí fue ferido Pero Niño de grandes feridas.»

No pudiendo conservar las presas, ordenó trasladar a sus buques todo lo que pudiera servir, entre ellos como trofeo los dos pendones de oro y seda, dándolas al fuego inmediatamente.

La nao de Laredo tomó en tanto un Cárabo con cargamento «…de paños de oro y seda, y muchos alquiceres, y dátiles y tinajas de manteca, y trigo, y cebada y muchas cosas.», al fondear en la bahía de Cartagena de lo aprehendido fue separada la parte del Rey en cautivos y efectos, el resto lo distribuyó entre su gente.

Bibliografía:

Díez de Games, Gutierre.: Crónica de don Pedro Niño. Conde de Buelna. Impt. Antonio de Sancha. Madrid 1782.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Marina de Castilla. Desde su Origen y Pugna con la de Inglaterra, hasta la Refundición en la Armada Española. Madrid, 1893.

Rodríguez Dos Santos, José. El Códice 632. Roca editorial. 2006.

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