1781 30 / 4 a 1 / 5 combate del Canadá y la Santa Leocadia

Posted By on 7 de noviembre de 2016

Don Francisco de Winthuyssen arribó a Ferrol a principios de 1781, se le abasteció de todo los necesario para realizar una comisión reservada a las islas Terceras y Cartagena de Indias, para ello se le unió a sus órdenes la balandra Santa Natalia, al mando de don Baltasar Hidalgo de Cisneros, zarpando en conserva el 30 de abril, al encontrarse a unas doscientas leguas al O., de las costas peninsulares, divisó a sotavento una formación naval pudiendo contar sesenta y ocho velas de dos palos, dándoles escolta una fragata, fijándose que la escolta se daba a la huida, decidió acercarse al convoy con precaución haciendo las señales oportunas para ser reconocidos.

Se encontraba muy cerca de ellos, cuando divisó un navío que sin contestar a sus señales se les venía encima, mantuvo su firmeza durante unos instantes, pero al ir pasando el convoy descubrió otras treinta velas de una escuadra, llegando a la conclusión que se había encontrado con la escuadra británica al mando del almirante Darby, por ello no tenía otra que salir de allí lo antes posible, dio la orden de virar y ciñendo el viento se fue alejando, al mismo tiempo que a la balandra le daba la oportunidad de zafarse navegando en rumbo contrario, pues un sólo buque no podía atacar a ambos a la vez en rumbos distintos, por ello inmediatamente varió de rumbo la balandra y se alejó navegando a ocho cuartas del de la fragata, mientras fue cayendo la noche y con ella el viento, en cuyo momento viró de rumbo para cogerlo de empopada y tener la mayor cantidad de trapo desplegado para tratar de despistar al navío, pero no pudo efectuarlo por ser una noche de luna llena, por su claridad el navío le pudo seguir por saber en todo momento las maniobras realizadas.

Estaba tan calmado el viento que al amanecer del 1 de mayo el navío estaba a tiro de pistola, momento en el que izó el pabellón español, haciendo lo propio el navío británico Canadá, del porte de 74 cañones, disponiendo en la primera batería de cañones de á 32, en la segunda de á 18 y el resto de á 12, contra los 34 de á 12 siendo 17 por estar a una banda y con el agravante, de que la fragata era de 40 cañones, pero sólo llevaba 34. Siendo la española la que rompió el fuego con todo lo disponible, mientras en su batería se intentaba trasladar los tres cañones de una banda a la otra, no llegándose a poder realizarse, por recibir varios proyectiles sobre todo de á 32 enemigos, por su efecto todo se movía en la fragata y resultó imposible.

A los treinta y cinco minutos de comenzado el fuego una bala de cañón impacto de lleno en el brazo de Winthuyssen, arrancándoselo casi de cuajo siendo bajado a la enfermería, pasando el mando a su segundo don Juan Pérez Monte, pero unos minutos después éste también fue herido, entregando el mando al tercero don Joaquín Moscoso, quien se mantuvo en el cumplimiento del deber, hasta que el buque estando ya mocho como un pontón, con dos grandes agujeros a flor de agua, por los que entraba sin poder ser parada, con ochenta muertos y ciento seis heridos, más una hora y media de desesperado combate, rindió el buque después de una gallarda resistencia.

Fue abordada la fragata por fuerzas británicas y entre ellos trasbordo el capitán Mr. Collier, quien tributó el merecido homenaje a la brava resistencia de su Comandante y dotación, fue marinada después de reparar los británicos lo necesario, pero dada la gran cantidad de agua que entraba por los dos boquetes, tuvieron que transbordar más tropas y marinería británica, para poder darle mayor velocidad a las bombas de achique, consiguiendo llegar a duras penas a Cork, donde los cirujanos británicos amputaron el brazo a Winthuyssen.

Transcribimos el parte del combate, escrito por el capitán Mr. Collier entregado a su Almirantazgo: «Hallándome destacado de la escuadra de Darby para observar el horizonte, avisté una fragata y una balandra de guerra que parecían enemigas. Le dimos caza y virando ellos por la proa se pusieron al pairo para examinarnos, retirándose después, bien se que sin forzar de vela, hasta por espacio de 70 leguas, y al amanecer del día siguiente la fragata se atravesó sobre las gavias y enarboló bandera española. El tiempo estaba totalmente en calma; pero la mar muy alborotada, sin lo cual no hubiera verosímilmente durado el combate como duró bizarramente cinco cuartos de horas, que fue lo que tardo en rendirse la fragata enemiga, hallándose muy maltratada y con muchos muertos y heridos. Se llama Santa Leocadia, y está forrada con plancha de cobre, tiene para 40 cañones y solo monta 34. Había salido de Ferrol seis días antes, destinada (según creo) al mar del Sur, con pliegos que arrojó al agua. Su valiente capitán D. Francis Winthuysen, perdió el brazo derecho durante el combate, y también quedó herido el segundo capitán.»

Al ser tratado y verificar que la herida curaba con normalidad fueron todos transportados al puerto de Portsmouth, donde él dio su palabra de honor y le dejaron regresar al puerto de Cádiz. Ya en éste puerto se realizó en consabido canje oficial, posteriormente pasó también por el Consejo de Guerra consiguiente por la pérdida de la fragata y al salir absuelto, como premio a la desesperada defensa en el buque de su mando y en justa recompensa, se le ascendió al grado de capitán de navío por Real orden del 16 de septiembre de 1781.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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