1774 – Avance científico en la náutica

Posted By on 30 de junio de 2017

Por ésta época había una gran pugna científica entre las naciones del Reino Unido, sobre todo y Francia, quienes enviaban a sus mejores matemáticos y cosmógrafos a realizar experiencias en la mar, para una vez confirmadas darlas a conocer a sus respectivas Armadas, mejorando con ello el nivel de conocimientos de sus oficiales.

Viendo el Rey que España también contaba con marinos de valía, le envió una Real orden a don Juan de Lángara, por la que se le otorgaba el mando de la fragata Rosalía en 1774, para formar una expedición con rumbo al Atlántico entre el septentrión y la meridional, para ello escogió a un grupo de marinos que le ayudaran en su trabajo y que llegaron a su vez muy alto, pues le acompañaron en el viaje Mazarredo, Apodaca, Varela y Diego Alvear.

Permanecieron por espacio de seis meses, en este tiempo experimentaron todos los procedimientos de navegación conocidos hasta la fecha, especialmente los de calcular la longitud. Situaron con toda exactitud la isla de la Trinidad de los mares del Brasil y reconocieron la isla de Asunción, al Oeste de aquella a unas cien leguas en dirección a la costa, de la cual hasta ese momento sólo se sabía que existía sin más indicaciones ni datos, tomando todas las demarcaciones posible en su navegación, consiguiendo componer una carta náutica que fue en la práctica catalogada por excelente, tanto, que mejoró ampliamente las existentes en el resto de Europa, pues no sólo se limitaba a las demarcaciones si no que se añadió cuales eran las mejores derrotas para cruzar el océano en cualquier dirección.

Al regresar en julio seguido se compararon con las existentes, comprobando la existencia de algunos errores importantes, por ello el S. M. ordenó se actualizaran por una comisión todas las cartas, para evitar se cayera en algún grave error, disminuyendo además el tiempo de permanencia en la mar para acudir más rápidamente a cualquier punto de los virreinatos. Pues de todo su trabajo lo que resultó casi más importante, era el punto que se había marcado en ellas para cambiar de rumbo, evitando así las peligrosas calmas de algunas zonas, causa de muerte otrora de muchos marinos, al contraer la enfermedad del escorbuto por permanecer mucho más tiempo en la mar.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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