Biografía de don Francisco Riquelme y Ponce de León

Posted By on 7 de noviembre de 2010

 

Brigadier de la Real Armada Española.

Vino al mundo, en la ciudad de Jerez de la Frontera, en la provincia de Cádiz, por el año de 1765?; era de familia noble y acomodada, contándose en ella con varios marinos.

Sentó plaza de guardiamarina el día catorce de enero del año de 1779, en la Compañía del Departamento de Cádiz.

En sus prácticas de navegación, realizó navegaciones por las aguas del Mediterráneo y seno mejicano. Realizando el corso en la escuadra de don Antonio de Ulloa, por las aguas de las islas Terceras y protección a las Flotas de Indias.

Al terminar sus estudios, se le otorgó el grado de alférez de fragata, el día tres de febrero del año de 1780 y pasó embarcado como oficial subordinado al navío Feníx, que pertenecía a la escuadra de don Juan de Lángara.

Con ésta se encontró en el combate naval del cabo de Santa María, el día dieciséis de enero del año de 1780 en el que se enfrentó contra a la escuadra británica al mando del almirante Rodney, en la que resultó hecho prisionero, siendo canjeado poco tiempo después.

Al reincorporarse al servicio, fue asignado a la escuadra del mando de don Luís de Córdova, en la división del general don Buenaventura Moreno, siendo ésta destinada a la expedición que conquistó la plaza de Mahón, participando muy activamente en la toma del castillo de San Felipe y con él la isla de Menorca quedó para España, dominada, se ordenó el reembarque de parte de las tropas el día veinticinco de marzo, zarpando con rumbo a Algeciras.

Regresó y se incorporó su división de nuevo a la escuadra de don Luis de Córdova, que estaba dando apoyo al gran bloqueo de Gibraltar, el día nueve de septiembre del año de 1782 se llevó a cabo el ataque con las baterías flotantes, invento del ingeniero francés D’Arçon, en la que según él estaban protegidas de los incendios por tener un sistema de circulación de agua ‹ como la sangre por el cuerpo humano ›, pero falló el sistema y el resto lo hizo las ‹ balas rojas › que disparaban los defensores, lo que provocó los incendios y se lanzaron todos a participar en el socorro de las desgraciadas dotaciones de las baterías flotantes, en la que hubo que lamentar las bajas de trescientos treinta y ocho muertos, seiscientos treinta y ocho heridos, ochenta ahogados y trescientos prisioneros con su infructuoso ataque al Peñón.

Tampoco se perdió la participación en el combate de cabo Espartel, que tuvo lugar el día veinte de octubre del año de 1782, en el que la escuadra española, se enfrentó a la británica del almirante Howe. Por esta acción fue ascendido al grado de alférez de navío, el día dos de marzo del mismo año.

Los británicos admiraron: « el modo de maniobrar de los españoles, su pronta línea de combate, la veloz colocación del navío insignia en el centro de la fuerza y la oportunidad con que forzó la vela la retaguardia acortando las distancias » El combate tuvo una duración de cinco largas horas.

Después de éste combate, realizó un viaje redondo a Puerto Rico y a la Habana, embarcado en la urca Santa Justa, del cual regresó a Cádiz embarcado en la fragata Santa Rosalía, por quedar asignada la anterior al Apostadero y estar cargada con situado la fragata.

Al regresar, se le destinó a la fragata Santa Águeda, con la que efectuó un viaje en comisión ante la regencia de Tánger. Eran tiempos de constantes arreglos con nuestros vecinos del Sur, con los que habíamos mantenido enfrentamientos, que si bien no fueron nunca importantes (en este siglo) si lo eran constantes por su típica piratería. Estos arreglos venían a fijar unas condiciones ya, que habían sido solucionados por las armas por la intervención de don Antonio Barceló, en sus dos bombardeos a Argel de los años de 1783 y 1784.

Fue ascendido el día veintiocho de abril del año de 1787 al grado de teniente de fragata.

Al ser firmada la paz con el Reino Unido, se le destinó a la escuadra al mando del general don Juan de Lángara, pasando a embarcar en el buque insignia de ella que era el navío Conde de Regla.

Fue ascendido al grado de teniente de navío el día diecisiete de enero del año de 1792.

Al declararse la guerra contra Francia, transbordó al navío Concepción de la escuadra del general don Juan de Lángara, en concepto de Ayudante de ella siendo el insignia el navío Reina Luisa, zarpando la escuadra del Arsenal de Cartagena a mediados del año de 1793 con rumbo a Tolón, uniéndose a la escuadra británica del almirante Hood y a la española del mando del general don Francisco de Borja, que por su ancianidad fue relevado del puesto por el recién llegado, quedando de Comandante en Jefe de la española, arribaron a la base francesa y el día veintisiete de agosto desembarcó la tropa y tomó el puerto, arsenal, fortalezas y plaza. De la escuadra británica entraron en él veintiún navío, de la española diecisiete y en su fondeadero se encontraban veintiuno de Francia, más los que estaban en grada construyéndose.

La plaza fue contraatacada por el ejército revolucionario francés, estando al mando del general Dugommier y entre sus jefes un joven comandante de Artillería llamado Napoleón Bonaparte, quienes atacaron con tantas unidades y fuerza, por medio de la artillería en tierra que inutilizó la de los buques, siendo tomados los fuertes de  Faraón, Malburque, Artiga y otros, lo que obligó al ejército aliado a reembarcar, siendo dirigida esta maniobra con el mayor de los aciertos por el Mayor General de la Escuadra española, el general don Ignacio María de Álava.

En el abandono de las posiciones, el capitán británico Sydney Smith, le encargó que prendiera fuego al Arsenal y los buques que estaban en sus gradas; lo logró, pero no sin grave riesgo de su vida, pasando después de efectuada la misión, a su buque en la escuadra.

Por los hechos realizados, su comportamiento y valor demostrados; por las indicaciones de su comandante general de la escuadra, fue propuesto para su ascenso por méritos de guerra, siéndole otorgado el grado de capitán de fragata el día tres de enero del año de 1794.

Con este grado se le nombró segundo comandante del navío San Agustín, con el que estuvo en los combates del sitio de Rosas.

Posteriormente con el mismo navío, continuaron la navegación asistiendo a los combates de la isla de Santa Margarita y de las islas Hyères, prestando la escuadra su apoyo por el fuego, al avance de los ejércitos napolitano y piamontés.

En el mes de marzo del año de 1795, se le otorgó el mando de la fragata Santa Lucía, con la que entró en la bahía de Cádiz para abastecerse, ya que debía continuar viaje a las islas Filipinas, (esto cada vez que lo escribimos, casi nos suena a broma, pues con poco más de seis palabras se resume un viaje de ocho meses, con todos los peligros de una larga navegación y atravesando casi tres océanos, más el cabo de buena Esperanza ¡y parece tan normal!) arribando a Manila, donde se incorporó a la escuadra de don Ignacio María de Álava, permaneciendo en aquellas aguas y realizando distintas comisiones a China y Bengala, he iniciando el regreso a España integrado en ésta escuadra, con la que llegó a la bahía de Cádiz, en el año de 1802, por su pericia y buenas dotes marineras, fue propuesto por su general para el ascenso, otorgándosele el grado de capitán de navío por Real Orden del día cinco de octubre del mismo año de 1802. (Aclarar que en este viaje como se podrá comprobar estuvo ausente de la Península casi siete años)

Vino una época de trasbordos y cambios, por la nefasta costumbre de desarmar los buques cuando se estaba en paz, por esta razón le fueron otorgados diferentes mandos de fragatas y navíos, con los que efectuó cruceros sobre las costas de la península, y en misión de corso contra las regencias norteafricanas, así como a la constante tropelías de los británicos, permaneciendo en esas comisiones hasta la declaración de guerra de nuevo a los británicos, siendo en el año de 1805 cuando se le ordenó trasbordar a otro buque.

A principios de este año se le nombró segundo comandante del navío Santa Ana, era un tres baterías y 120 cañones, en el que enarbolaba su insignia el teniente general don Ignacio María de Álava. Después de todos los avatares que tuvieron lugar en el fondeadero, el almirante francés resolvió zarpar desoyendo los avisos de tener casi encima un temporal, así se fue haciendo a la mar la escuadra el día veinte de octubre del año de 1805.

Dando pasó al ya conocido combate del día veintiuno de octubre, llamado de Trafalgar por hallarse frente a él en tan nefasta ocasión, en el combate cayeron heridos tanto el general Álava, como el comandante del buque, el brigadier don José Gardoquí, por lo que tuvo que hacerse cargo del mando del buque, en el que se comporto de manera heroica, guiado por su bravura y energía.

Era el fatídico día veintiuno de octubre, cuando el almirante británico Nelson consiguió una gran victoria sobre la escuadra combinada, aunque él también perdió la vida. En realidad pasados unos meses los tres generales al mando de las respectivas escuadras fallecieron. Por la Real Orden del día nueve de noviembre del mismo año de 1805 se le ascendió al grado de brigadier.

Sobrevino la invasión napoleónica, se había firmado la paz con el Reino Unido y pasaban de ser enemigos a amigos y Francia no tenía escuadra, lo que le llevo a decidir que no teniendo enemigos a los que combatir, se hizo a la mar con rumbo a Ferrol, donde al arribar ordenó desembarcar a todos sus hombres, pues sus buques ya estaban necesitando una carena, pero dada la escasez económica, decidió poner pie a tierra y con sus hombres se incorporaron al ejército de Galicia, que estaba al mando del general don Joaquín Blake.

Incorporado a éste ejército, en su ala izquierda se pusieron en camino, librándose el combate de Espinosa de los Monteros, el día once de noviembre del mismo año de 1808, estaba a la cabeza de una de las divisiones del ejército, en el enfrentamiento cayó mortalmente herido quedando su cuerpo sobre el mismo campo.

Fue uno más de los muchos Marinos, que al no tener buques, se convirtió en combatiente de tierra y en ella se comportó como siempre lo hicieran los famosos Tercios de Mar y Tierra como cualquier infante más, dejando muy alto el lema del Real Cuerpo de Infantería de Marina « Bravos por la Mar y por Tierra »

Por toda su trayectoria, como oficial de Marina y su denodado espíritu de combatiente nato, valor, firmeza, lealtad y honor, la Armada quiso perpetuar su memoria, en el Panteón de Marinos Ilustres, por lo que se colocó en el muro de la quinta capilla del Este, donde se encuentra el mausoleo del general Armero, una lápida recordándole, que dice así:

A la memoria

del Brigadier de la Armada

D. Joaquín Riquelme

Muerto gloriosamente en la batalla de Espinosa

de los Monteros contra el ejército francés

mandando una división del ejército

del General Blake.  11  noviembre  1808.

Francisco Riquelme

 

(Como se puede observar, en la inscripción se le cambia el nombre de Francisco, por el de Joaquín. No entendemos el porqué de este error, a no ser, que llevara los dos nombres como ocurre con otros muchos y se eligiera el más familiar)

Bibliografía:

Cervera y Jácome, Juan. El Panteón de Marinos Ilustres. Ministerio de Marina. Madrid. 1926.

Cervera Pery, José.: El Panteón de Marinos Ilustres, trayectoria histórica, reseña biográfica. Ministerio de Defensa. Madrid, 2004.

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Marliani, Manuel. Combate de Trafalgar. Vindicación de la Armada Española. Impreso de Orden Superior. Madrid, 1850.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Compilada por Todoavante.

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