Biografía de don Alfonso o Alonso Jofre Tenorio

Posted By on 12 de abril de 2011

Biografía de don Alfonso o Alonso Jofre Tenorio

XVIII Almirante de Castilla.

Se desconoce su fecha de nacimiento.

En el año de 1312 derrotó a la flota musulmana de Mauritania y de Granada, compuesta de veintidós galeras, con otra a su mando formada por seis galeras, seis leños y ocho naos, pues tuvo el arte de aprovechar el viento, para que las naos desbaratasen con sus proas a las galeras musulmanas.

Entró en Sevilla con cuatro galeras enemigas a remolque, arrastrando por el agua los estandartes de estos y con trescientos musulmanes como prisioneros.

El rey Alfonso XI le dio la bienvenida, mientras las campanas de toda Sevilla eran echadas al vuelo, o sea volteadas.

Hacía el año de 1331 el rey de Mauritania puso sitio a Gibraltar y Tenorio fue enviado a defender la plaza, por la mar, con quince galeras y seis naves cargadas con provisiones y municiones de apoyo.

La socorrió varando embarcaciones con vivieres en sus cercanas playas, que los defensores en salidas tomaba, o con fustas a las que la marea acercaba a la playa.

No obstante, Gibraltar cayó en poder de los moros, pues más que el esfuerzo de Tenorio pudo la traición del alcaide Vasco Pérez de Neyra.

Tenorio se distinguió al frente de los ballesteros de la flota protegiendo la retirada de las tropas castellanas, que venidas por tierra tuvieron que retirarse al otro lado del río Palmones.

Al poco se llevo a cabo otro asedio que pusieron los cristianos, ayudando con eficacia las galeras de Tenorio, hasta que se le obligó a los moros a concertar la paz, después zarpó Tenorio con sus naves.

El ultraje que cometió el rey de Portugal con la reina doña María, a quien traicionaba con sus amores con doña Leonor de Guzmán, llevó a Castilla a declarar la guerra al país vecino; en esta ocasión Tenorio con veinte galeras, recorrió sus costas y atacó a algunos lugares, siendo entonces cuando salió una escuadra de veintidós galeras portuguesas al mando del almirante Manuel Pezano, natural de Génova, para buscar a la castellana, saliendo  desde Sagre con gran combatividad, doblado el cabo de San Vicente; se encontraron las dos escuadras no lejos de Lisboa; Pezano no dejo en entredicho su fama de valeroso soldado, pero cuando la capitana de Castilla, ayudada por otra galera rindió y apresó a la capitana de Portugal, que estaba al mando del hijo de Pezano, sus galeras se pusieron en franca huida, abandonándolo.

Los castellanos aprovecharon la desbandada y ocasionaron una gran derrota, a sus enemigos, pues consiguieron echar a pique a seis galeras, siendo apresadas otras ocho, haciendo prisionero al propio almirante Pezano y a su hijo Carlos.

Tenorio regreso a Sevilla con abundantes trofeos, entre ellos el estandarte de Portugal, que al igual que hizo con los de los moros, entró arrastrándolo por el agua. Al fin se firmaron las paces.

Más como en esa época todo no tenia un fin, al poco tiempo se presentó una nueva amenaza, esta vez procedente del norte de África, eran de nuevo los benimerines.

Otra vez Tenorio había reforzado su escuadra con diez galeras, que le mandó el rey de Aragón (posiblemente la primera vez que se unieron los dos grandes reinos peninsulares, para juntos acabar con los enemigos de siempre, los moros), pasó el estrecho en el año de 1339, bloqueando eficazmente por mar a Algeciras y a Gibraltar.

La muerte de Gilabert de Cruylles, que era el almirante de la flota aragonesa, en las playas de Algeciras, donde había provocado temerariamente a los moros, hizo que las galeras de este reino se retirasen a él, quedando Tenorio solo con sus fuerzas que eran insuficientes para garantizar la guarda del estrecho, esto sucedía en febrero de 1339.

Además sus buques se encontraban faltos de tripulación (un mal crónico en España, como se podrá ver), y sin víveres, lo que le obligó a enviar al Puerto de Santa María ocho naves gruesas, lo que aún mermo más sus posibilidades de poder hacer frente a un encuentro con los moros.

Para terminar de hacer el cuadro, se vió en la necesidad de enviar otro buque, para que pusiera en conocimiento del Rey, que la flota enemiga compuesta: por setenta galeras y otras ciento cuarenta más pequeñas, habían desembarcado en Algeciras y Gibraltar una gran cantidad de hombres y caballos.

Con lo que el almirante de Castilla se había quedado sólo con veintisiete galeras y seis leños o buques de alto bordo, más algunos de transporte.

Por lo que no pudo evitar que las fuerzas musulmanas cruzaran de Ceuta a Algeciras, además lo hicieron aprovechando la oscuridad de la noche, aunque si lo hubieran hecho de día tampoco se hubiera podido oponer; sin embargo su valor le obligó a decirle al Rey y lo habría cumplido, que se hubiera interpuesto a la travesía si ésta fuera realizada con la luz del Sol.

En Sevilla se comenzó a murmurar del honor y el valor del almirante, y el rey a la sazón Alfonso XI, que no estaba todo lo satisfecho que él entendía, se hizo eco de las habladurías.

La esposa de Tenorio, que habitaba en dicha capital, se apresuró a poner en su conocimiento, lo que de él se decía de su fama. Al saber que su honra esta comprometida, Tenorio decidió tratar de salvarla y no tenía otro modo, que el hacerse matar en un combate.

Decidido como estaba, el cuatro de abril del año 1340, lanzó su reducida escuadra contra la musulmana, éstos quedaron estupefactos por tomar esta decisión de tan alto riesgo por la notable diferencia de bajeles que con ellos les atacaba, pero también los suyos no se quedaron mucho mejor.

Los moros pronto rodearon a las galeras castellanas, cayendo apresadas o echadas a pique; algunos de los hombres de las tripulaciones castellanas se salvaron, transbordando a otras que se dirigieron a Cartagena.

Sólo cinco galeras se salvaron a fuerza de remos. La capitana de Castilla, luchó sola contra cuatro de las naves moras; por tres veces consiguieron entrar en ella, siendo rechazados las mismas veces.

La dotación, como solía ocurrir, estaba compuesta por gente escogida, siendo muchos de ellos parientes del almirante, que como es natural lucharon heroicamente y se cuenta, que cuando alguno se sentía moribundo y podía hacerlo, se arrastraba hasta situarse a los pies de don Jofre Tenorio, para besarle la mano antes de expirar. El almirante se vio pronto rodeado de muertos. Al fin en un cuarto abordaje un zenete, derribó a don Jofre Tenorio cercenándole un pie de un certero golpe.

Al irse produciendo la hemorragia de sangre, se fue debilitando su cuerpo y se sintió morir, se cogió con una mano del estandarte, al mismo tiempo blandiendo su espada con la otra, repartiendo tales golpes que expiró rodeado, esta vez de cadáveres de moros.

Sus enemigos le cortaron la cabeza y la arrojaron al mar, guardando su tronco, esperando ser recompensados por tan gran victoria y para mostrárselo al rey de Granada, quien honró muy espectacularmente y de manera que los propios no lo esperaban, los restos mortales de tan heroico como valeroso almirante.

Falleció combatiendo en la mar el día cuatro de abril del año de 1340.

Bibliografía:

Calderón Ortega, José Manuel.: El Almirantazgo de Castilla: Historia de una Institución conflictiva (1250-1560) Universidad de Alcalá de Henares. Servicio de Publicaciones, 2003.

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Ibáñez de Ibero, Carlos. Marqués de Mulhacén.: Historia de la Marina de Guerra Española. Espasa-Calpe, S. A. Madrid, 1939.

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Compilada por Todoavante.

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