Biografía de don Honorato de Bouyon y Serze

Posted By on 29 de octubre de 2009

Jefe de escuadra de la Real Armada Española.

Cortesía del Museo Naval de Madrid.

Vino al mundo por el año de 1753 en la población de Vence, en la Provenza francesa. Fue su padre don Bartolomé Bouyon y su madre doña María Serze.

Comenzó su carrera militar el día nueve de septiembre del año de 1770, como cadete de las Guardias Walonas, pero encontrándose en estos servicios y viendo sus conocimientos sus paisanos, Bonet, Briant y Gautier entre otros le guiaron a realizar los estudios de ingeniero naval.

Como a tal se encontró con la orden de embarque en uno de los navíos de la escuadra del general don Luis de Córdova en el año de 1779, con la que realizó la segunda campaña del Canal de la Mancha, esto fue lo que realmente le despertó su verdadera profesión.

En el mes de noviembre del mismo año, embarcado en el navío San Justo, que estaba a las órdenes del general don Juan de Lángara, realizó un crucero sobre el cabo de San Vicente, quedando así separado del cuerpo fuerte de la escuadra, lo que le evitó participar en el combate naval del cabo de Santa María de enero del año de 1780 contra la escuadra del almirante británico Rodney.

Regresaron a la bahía de Cádiz, de donde volvieron a hacerse a la vela, y sobre el mismo cabo apresaron al gran convoy británico compuesto por cincuenta y cinco velas, siendo entre ellas las tres fragatas que le daban protección y que pasaron a la Real Armada española con los nombres de Colón, Santa Balbina y Santa Paula, teniendo lugar el desigual combate el día nueve de agosto del año del año de 1780.

Al arribar a la bahía de nuevo con el gran convoy, se le destinó a preparar el gran asedio a Gibraltar, en cuya acción tuvo varios combates con buques británicos, donde comenzó a destacar como bravo soldado, siendo ascendido por Real Orden del día veintitrés de junio del año de 1781 al grado de alférez de fragata y obteniendo su ingreso en el cuerpo de Ingenieros Navales.

Por orden superior pasó embarcado al navío San Pascual con fecha del día dos de julio siguiente, estando al frente de la expedición el general don Ventura Moreno, que con su escuadra dio protección al convoy que transportaba a las tropas del mando del duque de Crillon, para recuperar la isla de Menorca y el bastión principal del puerto de Mahón.

Estando ya en la isla se le ordenó hacerse cargo de las defensas del ejército, por lo que comenzó levantando planos de la costa y de sus radas, para mejor realizar el desembarco de las tropas.

Se vieron a seis embarcaciones resguardadas y protegidas por el fuego de los cañones del castillo de San Felipe, así que fue comisionado junto a otros oficiales para sacarlas de allí, pero no se dieron cuenta del gran riesgo que corrieron hasta llegar a ellas, pues estaban cargadas de víveres, municiones y pólvora, pero se consiguieron tomar siendo Bouyon uno de los más destacados por su pericia en ejecutar las órdenes.

Pasó al puerto de Fornells el día cinco de septiembre, con al misión de que al estar allí parte de la escuadra y el convoy con las tropas, se abrieran posiciones fuertes para instalar artillería e impedir así que una salida de los enemigos pudiera malograr el desembarco, por lo que con los brazos de las tripulaciones consiguió construir una zona suficiente para poder situar en ellas dos baterías de dieciséis piezas cada una, las cuales cerraban por completo los campos de tiro consiguiendo hacer casi imposible el ser hostigados por los británicos.

Viendo la rapidez con que conseguía que se movieran los hombre y lo rápido que avanzaban las obras, se le ordenó construir una pequeña fortaleza para instalar en ella tres piezas de a 24 libras, pero solo a un tiro de fusil del castillo de San Felipe lo que se consiguió construyendo previamente otras que les daban protección y así lograr llegar al punto marcado por los superiores.

Los británicos les dejaron trabajar, pero en la noche del día once de octubre realizaron una salida en la que dio muerte a la mayoría de los que se encontraban trabajando, lo que llevó a decidir al jefe del ejército que se construyera una barrera con cables y maderos, que impidiera el paso a los bloqueados, pero se encontraba tan cerca de la mar, que entre ésta y el fuego de los enemigos se tenía que estar todos los días reparando. Pero su trabajo dio su fruto ya que a los pocos días fue tomada la fortaleza y con ella toda la isla.

A los pocos días de este éxito se embarcó y regresó a la bahía de Cádiz, donde le llegó una Real Orden con fecha del día dieciséis de septiembre del mismo año de 1781, en la que en agradecimiento Real a los inmejorables servicios prestados en la conquista de la isla de Menorca, el Rey tenía a bien otorgarle el ascenso por méritos de guerra al grado de alférez de navío.

En el mes de noviembre fue llamado por el general don Ventura Moreno, para nombrarle su ayudante de órdenes y embarcado en el jabeque San Bruno, con el que estuvo realizando cruceros sobre las aguas norteafricanas, por haberse detectado más movimiento del normal, lo que contribuyó a restablecer la normalidad.

Al mes siguiente se le destinó al apostadero de Algeciras, en el cual dirigió las carenas de varios buques, así como de las lanchas cañoneras y obuseras que se disponían para el gran asedio al Peñón. Y el día trece de enero, sin dejar su destino anterior se le ordena la construcción de las posiciones de las baterías de artillería, para el mismo cometido.

El día uno de marzo se le ordena embarcar en el bergantín Finkastle como segundo, siendo su comandante don Santiago de Liniers, realizando un tornaviaje entre Algeciras y Mahón para restituir a unos prisioneros británicos al mismo Peñón. Al arribar quedó asignado a las fuerzas del bloqueo.

Estando en Algeciras recibió la Real Orden con fecha del día dos de marzo del mismo año de 1782, por la que es ascendido al grado de teniente de fragata.

En el mes de septiembre acompañando a su general don Ventura Moreno abordó la batería flotante La Pastora de su mando, encontrándose el día trece del mismo mes en la fatídica situación de tener que abandonar la batería por haberse pegado fuego por la acción de las balas rojas empleadas por los británicos, soportando al lado de su general hasta que fue abandonada por el último tripulante, momento en que se lanzaron al agua instantes antes de hacer explosión.

El día quince del mismo mes volvió a embarcarse en el bergantín de su destino, el cual realizó la misión de aviso de la escuadra del general don Luis de Córdova, que zarpó del apostadero de Algeciras en persecución de la británica del almirante Howe, que corriendo un temporal deshecho se adentró en el Mediterráneo.

En uno de los días de la espera de la escuadra británica, al amanecer divisaron al bergantín británico Minerva con rumbo al Peñón que iba protegido por un navío, pero el comandante del español no se lo pensó y pudo poner rumbo al enemigo, al cual apresó a pesar del fuego del navío, al abordarlo pudieron comprobar que transportaba tropas y víveres para la sitiada plaza.

Lo marinaron a Algeciras y volvió a zarpar encontrándose en el instante en que lord Howe volvía al Atlántico, Córdova le salió de nuevo al paso y se trabó el combate del día veinte de octubre del año de 1782, en aguas frente al cabo Espartel.

Los británicos admiraron: < el modo de maniobrar de los españoles, su pronta línea de combate, la veloz colocación del navío insignia en el centro de la fuerza y la oportunidad con que forzó la vela la retaguardia acortando las distancias >

El combate tuvo una duración de cinco largas horas.

Regresaron a la bahía de Cádiz, al poco tiempo recibió una Real Orden con fecha del día veintiuno de diciembre del mismo año de 1782, por el que S. M. en agradecimiento a los ejemplares servicios prestados en la pasada campaña, tenía a bien ascenderle por mérito de guerra al grado teniente de navío.

Cuando se firmó la Paz, recibió la orden de trasladarse al Arsenal de Cartagena a donde llegó el día veinte de mayo del año de 1783, siendo destinado a las órdenes directas de Comandante de ingenieros. Le hizo unas pruebas su Jefe y vio su capacidad, así que lo puso primero en el detall, luego en delineación, después en la sala de Gálibos y al terminar aquí su buen trabajo se le encomendó la dirección de la construcción de la fragata Florentina, después la de los navíos San Antonio y San Fulgencio, siendo tan satisfactorio el comportamientos de estos buques, que recibió una Real Orden de fecha del día veinticuatro de enero de 1784, por la que se le graduaba de Ingeniero Ordinario.

Pasando a recibir una Real Orden con fecha del día uno de mayo del año de 1788, por la que se le ascendía al grado de capitán de fragata é ingeniero de segunda. Todo este paréntesis en su vida lo utilizó en la construcción de los buques mencionados y en sus mejoras, a parte de dirigir varios carenados de otros.

Con fecha del día seis de junio del año de 1788, recibe la orden de hacerse cargo como Comandante del arsenal de Mahón. Al llegar aún quedaba algo de lo que habían dejado los británicos pero no era suficiente para sus proyectos, así que se puso a mejorar las instalaciones, una vez terminadas comenzó la construcción de una serie de fragatas, siendo la primera en caer al agua la Mahonesa, le siguió la Esmeralda, Diana y Venganza, así como el bergantín Corzo y como unas sesenta lanchas, entre cañoneras, obuseras y bombarderas que fueron tan acertadas, que recibieron el beneplácito de cuantos generales las probaron con diferentes mares y épocas del año, esto llevó a S. M. quien tiene a bien por su demostrado celo y acierto a redactar una Real Orden con fecha del día veintiuno de abril del año de 1792, por la que se le asciende al grado de capitán de navío.

Esto provocó, que por Real Orden de fecha del día veintiséis de mayo del mismo año se le otorgara la Comandancia de Ingenieros del arsenal de la Habana, a donde se presentó para tomar su cargo en el mes de febrero del año de 1793.

En este arsenal se construyó bajo su dirección el navío de tres baterías Príncipe de Asturias, del porte de 112 cañones al ser activado, luego sufrió mejoras que le aumentaron estas bocas, así como la fragata Anfitrite del porte de 44 cañones, a parte de varias carenas, se construyó una grada que recibe el nombre de < cajón > y se construyó una normal nueva, así como llevar a buen término la construcción de varias lanchas cañoneras, para ser utilizadas en la defensa de la escuadra del Aristizabal y del propio puerto de la Habana.

Ya allí pidió permiso al Rey para visitar las riveras del Mississipí, para verificar la dureza de los árboles que allí crecían y ver si eran aprovechables para aplicarlos a la construcción naval, se le concedió el permiso y navegó por él hasta Natches, lugar en el que encontró al chipres que es una excelente madera para arboladuras.

No dejó un metro cuadrado de la isla de Cuba por verificar y comprobar que tipos de árboles crecían, así como ver la forma de poder transportar las maderas más fácilmente a la Habana ó a otros puntos de la costa donde fuera más practicable su embarque. El punto culminante de su carrera lo alcanzó, al conseguir salvar y carenar de nuevo al navío de pabellón francés Guerrero, que llegó procedente de Guarico haciendo cincuenta pulgadas de agua por hora, todo porque se había dejado la quilla o un buen trozo de ella en un bajío. A finales del año de 1802 regresó a España.

Por Real orden del día catorce de mayo del año de 1803, se le otorgó la Comandancia de Ingenieros del Departamento de Cádiz, aquí le pilló todo la preparación de la escuadra al declarare la guerra al Reino Unido, se carenaron diferentes buques en seco, otros se recorrieron a flote, se trabajó en la habilitación de otros, así como el poner en servicio una gran cantidad de lanchas cañoneras y obuseras, al mismo tiempo que construyeron las goletas Verdad y Firme, destinadas a buques correo con Tierra Firme, Antillas y la Península.

Estando en estos trabajos que se necesitaban realizar rápidamente, con su acostumbrada forma consiguió tenerlos a punto, por esta razón y una vez más en su carrera, por Real Orden del día dieciocho de septiembre del año de 1804, por Gracia de S. M. se le asciende a Ingeniero Director.

Recibió una Real orden de fecha del día catorce de junio del año de 1806, por la que el Rey reclamaba su presencia en la Corte para tratar de temas de su incumbencia, debió de ser muy acertado en ello, ya que por otra con fecha del día veintiuno de octubre se le asciende al grado de brigadier, al mismo tiempo se le comunica su nuevo destino como Ingeniero Director del Arsenal de la Habana.

Elevó petición y S. M. se la concedió, por Real Orden del día dieciséis de diciembre siguiente, para poder trasladar a toda su familia a la isla, dando el Rey orden expresa de que fueran embarcados en el primer buque que zarpara para la isla, y al mismo tiempo, pasaporte con la misma orden para cruzar tantas veces como le fuera necesario el océano y siempre en el primer buque de preferencia.

Zarpó rumbo a la Habana el día uno de mayo de 1808, estando aquí recibe una Real Orden con fecha del día veinticinco de mayo del año de 1809, por la que se le ordena hacerse llegar al Arsenal de Cartagena, como el primer buque que iba a cruzar el océano era el navío San Leandro, se embarcó en él de trasporte ya que venía a la Península con caudales y semillas de nuevos frutos muy necesarios, zarpando de la Habana el día catorce de octubre siguiente.

Al encontrase en la posición: 236º 16’ de longitud de Cádiz y en 37º 6’ de latitud Norte, se desató una tormenta lo que produjo el quebranto de parte del casco del navío, con ello unas vías de agua que le hacían embarcar unas quince pulgadas por hora, ya que las bombas de achique también había sufrido un deterioro grave, por lo que no les daba tiempo a desalojar el líquido elemento que le sobraba al casco, amenazando con ello gravemente a que el buque permaneciera sobre la superficie.

Se percató Bouyon de los movimientos de personal y al fin se lo comunicaron, se puso a trabajar con las bombas y en parte las reparó, logrando que al menos desalojaran más agua de la que entraba, así se consiguió arribar a San Juan de Puerto Rico. Al fondear recorrió el casco y se dio cuenta que en esas condiciones era imposible proseguir viaje a la Península. Por estar en plena guerra contra el invasor napoleónico, los británicos eran aliados y viendo a dos fragatas con su pabellón se entró en conversaciones con ellos, llegando al acuerdo de transbordar la carga y que ellas lo condujeran a la bahía de Cádiz.

Acordado esto que era lo más importante, ordenó darle un gran pendol (pasar los pesos de una banda a la otra para ponerlo dado a la banda, o sea una de ellas al aire completamente), por lo que se pudo reparar algo y con ello reducir las vías de agua, las cuales ya solo daban unas tres pulgadas por hora, decidiendo dadas las condiciones zarpar con rumbo a la Habana, a donde arribaron sin problemas, pero puesto en seco se repasó y el buque de dio por inútil, siendo dado de baja en la Real Armada.

Todo este trabajo y su buen fin, fue visto en persona por el teniente general don Juan María de Villavicencio, que también viajaba a la Península y como es lógico por el comandante de navío, el brigadier don Tomás de Ayalde, quienes al llegar posteriormente a la Península lo pusieron en conocimiento de S. M., el esforzado trabajo y el buen resultado de todo él.

De nuevo en la Habana como no había buque de la Armada previsto con viaje a la península se embarcó en uno mercante, arribando a la bahía de Cádiz el día diecisiete de julio del año de 1811, (aquí se puede apreciar claramente, que en esos momentos no estaba muy bien comunicada la isla con la Península, ya que zarpa con el San Leandro el día veinticinco de mayo del año de 1809 y consigue arribar en un buque particular, nada menos que dos años y un mes después)

Estando en el Arsenal de Cádiz, recibe una Real orden de fecha del día nueve de febrero del año de 1812, para establecerse en la Habana ó en cualquier otra ciudad que tuviera puerto y gradas, siempre que estuviera dedicado a la construcción y para poder vivir se le concede medio sueldo del correspondiente a su grado y en otra Real Orden del día doce siguiente, se le concede una licencia de cuatro años para desarrollar su trabajo en la isla de Cuba.

Por una Real Orden de fecha del día uno de agosto del año de 1815, se le pasa al escalafón del Cuerpo General, para que pueda seguir ascendiendo.

En el año de 1816 se le terminaba su licencia, por lo que viajó a la Península y se le entregó la orden de dirigir la construcción en el extranjero de dos corbetas del porte de 26 cañones, así se botaron las María Isabel y María Francisca, que fueron destinadas a la isla de Cuba y con base en su apostadero de la Habana.

La escasez de medios era palpable en esa época en la Real Armada, así que para poder acudir a levantamiento del virreinato de Buenos Aires, se le encargó pasar a Burdeos para dirigir la construcción de las después conocidas como; fragata Aretusa del porte de 40 cañones; los bergantines Aquiles y Hércules del porte de 20 y los bergantines-goletas Mágica, Sorpresa, Diligente y Encantadora, del porte de 10, al terminar su construcción él mismo se hizo cargo de trasladarlos a la bahía de Cádiz donde arribaron en el último tercio del año de 1819.

Un tiempo después, se le nombró comandante de Ingenieros del apostadero de la Habana, por lo que embarcó en la fragata Sabina de transporte, permaneciendo en el cargo hasta el año de 1825 en que se dio por terminado el trabajo de adecuar el apostadero de su destino.

Por Real Orden del día veintinueve de octubre del año de 1827, se le cesa en el destino y se le clasifica como, servicio pasivo de la Real Armada y por otra fechada el día uno de diciembre del año de 1828, se le concede licencia indefinida para residir en la Habana y con sueldo integro de brigadier, pero pagado en reales de vellón. (Contra la opinión de muchos, el vellón era las monedas de cobre, por lo tanto de menos valor, así se evitaba sacar plata ú oro de la Península)

Continuó su permanencia en la isla, hasta que le llegó una Real Orden con fecha del día cinco de julio de 1834, por la que se le ascendía al grado de jefe de escuadra, pero con el sueldo de brigadier, llegando esta noticia cuando ya llevaba veintiocho años en el grado de brigadier.

Por la misma Real Orden, se le concede por tener el tiempo más que suficiente, la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Con anterioridad se le había entregado la Placa de la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, por sus muchos méritos contraídos para el bien de la Patria y así mismo tenía la de San Luis de Francia, que le había sido entregada por el rey Luis XVI.

Continuó en la Habana y ya muy mayor en el año de 1840, pidió permiso para poder ir a la Corte, con este argumento:

< En la larga vida que Dios se ha servido concederme, deseo tener el gusto de besar la mano de la Reina Doña Isabel II, como tuve la honra de hacerlo con su padre, abuelo y visa-abuelo; y así ruego á V. E. me expida pasaporte para la Península >

Arribó a la bahía de Cádiz en el buque correo nº 4 el día ocho de junio del año de 1840, al llegar se presentó al general del Departamento y se puso en camino, estando de posta en la ciudad de Sevilla, se produjo el levantamiento y los de la Junta revolucionaria al saber que persona tan mayor y relevante se encontraba allí, fueron a pedirle que se uniera a ellos, pero les dijo que al día siguiente les daría una respuesta, viendo el problema en el que se le quería poner, aprovecho la noche para viajar de nuevo a Cádiz, decidido a regresar a la Habana para lo que pudo embarcarse en un buque particular que zarpó en el mes de octubre.

Regresó a su casa y allí permaneció hasta que le sobrevino el óbito en el año de 1849 (no se dice día exacto), cuando ya contaba con noventa y seis años de edad.

Existe un documento en forma de informe, que fue presentado al Rey por el entonces brigadier don Juan Ruiz de Apodaca, con el siguiente título:

< Relación de varias maderas que se producen en distintas islas y costas de América septentrional, dada por el ingeniero-director don Honorato Bouyon, en 1º de junio de 1806. Isla de León, 1806 >

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1968. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 9. 1910, página 454 y 455.

González de Canales, Fernando.: Catálogo de Pinturas del Museo Naval. Tomo III. Ministerio de Defensa. Madrid, 2000.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid 1873.

Compilada por Todoavante.

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