1938 – Cuerno de Vinaroz

Posted By on 8 de junio de 2014

Arenga del Generalísimo a las dotaciones de los buques de la Armada atracados y fondeados en el puerto de esta ciudad recién conquistada al ejército rojo.

«¡Marinos de guerra! ¡Marinos de España!

Sois el último hijo de una familia quebrantada por el dolor que con el heroísmo de sus otros hijos, con el heroísmo de sus marineros, se ha salvado. Vosotros sois el hijo de esa Marina gloriosa. Vosotros representáis el honor de un cuerpo. Vosotros sois los guerreros del mar y seréis mañana los maestros de la nueva generación, los maestros de los nuevos marineros; maestros y conductores de las nuevas naves; marinos del Imperio español, que diciendo Imperio hay que decir Marina y cuando la Marina desaparece, cuando los buques no surcan los mares, cuando la bandera de España no pasea por el mundo, ya no hay imperio y ya no hay España. Vosotros sois el último hijo y, por consiguiente, el hijo que se cuida con mimo, el hijo que no se puede lanzar al azar porque en él está todo el honor de la Marina, todo el espíritu de un pueblo.

La consigna para los jefes es hacerse querer y respetar, porque si esto hubiera pasado siempre, si hubiera habido cariño constante, hubiéramos tenido más Marina y en estos momentos la bandera de España pasearía todavía con más triunfo y no digo con más gloria, porque ello no es humanamente posible.

Hacerse querer y respetar en el superior, hacerse querer y desear en el inferior, lealtad sin límites, solicitud en la obediencia: ésa es la regla de los caballeros, ésa es la regla de los guerreros, ésa es la norma de España y el honor de la Marina.

No creáis que eran distintos de vosotros los que conquistaron mundos; y es que entonces, en los peligros del mar, agarrados al timón y a las cabrias, apretados bajo las velas, marchaban hermanados el capitán y el grumete, los jefes con los marineros. Era la hermandad de la muerte, era la hora de la verdad, la hora en que se pagan los tributos más fuertes; y entonces, aquel jefe que había corrido junto con los marineros los peligros y se había hecho querer y respetar, en el momento de la batalla, en los momentos duros, en los momentos graves, se mantenía segura aquella hermandad, esa hermandad sin límites que produce el fuego y la pelea, esa hermandad sin límites en que se está fundiendo hoy la Marina española, esa hermandad sin límites que cundió cuando las hélices del Baleares se alzaban a los cielos, cuando los cañones saltaban a pedazos y cuando los pedazos de hombres gritaban juntos, como nosotros ahora: ¡Viva España! ¡Arriba España! ¡Viva la Marina Española!

Bibliografía:

En diferentes obras.

Transcrita por Todoavante

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