1513 Andrés de Morales y la «Gulf Steam»

Posted By on 2 de junio de 2016

 

Por sus profundos conocimientos sobre las corrientes marinas, realizó una interesante teoría sobre los: «torrentes de mar» como él los denominó. Puede decirse con muy poco error o falta de verdad fue el primero en estudiarlas. De hecho fue confirmada por Antonio o Antón de Alaminos en 1513 y terminó por adoptar un nombre no muy español «Gulf Steam» que tiene una gran incidencia sobre el clima en Europa en las costas a donde llega, pues recorre todo el Atlántico, saliendo de La Florida a más de 30º, disminuyendo conforme se adentra en el océano, uno de sus brazos asciende en dirección a Terranova en estas aguas aún se mantiene a 10º, cuando al mismo tiempo en las costas del Labrador la temperatura está a 0º.

La corriente es aprovechada por los cetáceos y otros peces que no podrían estar en ellas de no estar templadas. Este mismo calor al llegar a las costas del Reino Unido, es el que produce la niebla tan típica de la zona, así como en Irlanda permite que crezca y viva el mirto, mientras en la misma latitud se encuentra Labrador y en ella los hielos lo impiden.

La corriente alcanza por el norte la isla de Groenlandia, incidiendo transversalmente sobre ella, por ello le obliga a sumergirse, convirtiéndose así en una corriente submarina, donde por profundidad va perdiendo su calor, alcanzando la temperatura de la zona obligándole a desaparecer en esta zona.

Su nombre actual es dado por una confusión, pues en principio se pensaba nacía en el seno mejicano, pero no es así, siendo una corriente ecuatorial quien en realidad lo recorre, por ello se aprovecha de las aguas que desembocan del río Mississippi, dando un ramal la vuelta a todas las Antillas y otro en el sentido de las agujas del reloj recorre toda la isla de Cuba, esto es lo que hizo pensar que era una corriente solo del golfo de Méjico, pero la parte que recorre la costas de Cuba, se divide posteriormente y llega a La Florida, donde se le une la corriente ecuatorial siendo la que le introduce en el Atlántico.

Tiene normalmente una anchura de treinta millas con una profundidad de cuatrocientos metros a una velocidad oscilante entre los cinco y ocho nudos, formando así una columna de aproximadamente cuarenta millones de metros cúbicos, unas dos mil veces el caudal del propio Mississippi, si los vientos u otras mareas se le oponen se convierte en un temporal con grandes olas, el cual en alguna ocasión ha arrasado todo lo que estaba a su paso natural, incluidas islas.

A su salida al océano comienza a ensancharse al mismo tiempo que pierde profundidad, para llegar a la altura del cabo Hatteras con unas setenta millas de anchura y doscientos veinte metros de profundidad, comenzando a dividirse en varios brazos, llegando a cubrir desde Islandia a las islas Azores en anchura. Uno de sus ramales alcanza Terranova donde se encuentra con la corriente polar de Cabot y la de Labrador; las dos corrientes se rechazan mutuamente, dependiendo quien vence en esa lucha solo por la época del año, siendo la de Labrador la que por su mayor densidad, se convierte en corriente submarina, excepto una lengua que baña toda la costa Este de los Estados Unidos llegando a La Florida.

Si se está en un punto alto, es incluso fácil distinguir una corriente de la otra, pues la de Labrador tiene un tono mucho más verdoso dada por su mayor densidad que la Gull Strem, siendo ésta de un color azul claro y si se observa un poco más, se pueden ver los remolinos que ambas crean en su lucha interna, sobre todo al contemplar las algas que van influenciadas en sus movimientos por las distintas corrientes.

Por ello es muy fácil viajar incluso llevado por ella, desde las islas Canarias a las Antillas y si se deja llevar el buque o un simple tronco, éste volvería a bordear todo el seno o golfo mejicano, saliendo de nuevo por el Norte de la isla de Cuba y regresando hasta las Azores seguro, donde a su vez podría elegir dos rumbos arrastrado por ella, uno que lo llevaría hasta las cercanías de Galicia y el otro hasta el cabo de San Vicente en el Algarbe portugués.

Nada más que todo esto, es lo descubierto en principio por don Andrés Morales, pero algo nos dice que Colón también sabía al menos como ir y como volver, siendo esto último lo casi imposible, pero él no dudó en subir paralelos hasta encontrar la corriente que le llevó directo a las islas Azores. ¿Dónde lo supo? ¡Ese es el misterio!

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Fernández de Navarrete, Martín.: Biblioteca Marítima Española. Obra póstuma. Madrid. Imprenta de la Viuda de Calero. 1851.

Fernández de Navarrete, Martín.: Colección de Viajes y Descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV. Ediciones Atlas. Madrid, 1955. Tres tomos.

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