1816 — 1822 Perú combates

Posted By on 30 de marzo de 2017

A don Joaquín Bocalan se le ordenó embarcar en la fragata Venganza, zarpando de la bahía de Cádiz el 10 de mayo de 1816 (transcurrieron diez meses entre recibir la orden y hacerse a la mar), arrumbaron al cabo de Hornos lo doblaron y arribaron al Callao, desde aquí se hicieron cruceros sobre las islas Galápagos, Chiloé, Arauca, Chile, Valparaíso, islas de Juan Fernández, Valdivia y Concepción, nada quedó por explorar y poco se estaba fondeado, sólo lo justo para aprovisionarse y proseguir las navegaciones.

La Esmeralda al mando de Coig zarpó el 6 de mayo de 1817 de la bahía de Cádiz con rumbo al Callao, puso su buque a rumbo y doblando el cabo de Hornos arribó a destino, quedando incorporado a la división del mando del capitán de navío don Tomás Blanco Cabrera, quien enarbolaba su insignia de jefe de división en la fragata Venganza, junto a su Segundo y oficial de órdenes don Joaquín Bocalan, la recién llegada Esmeralda y el bergantín Pezuela, era toda la fuerza naval existente en esos momentos en aquellas aguas.

Zarpó la conserva a bloquear el puerto de Valparaíso, pero por necesidades del servicio, el jefe de la división tuvo que dejar sola a la Esmeralda ante el puerto bloqueado.

Bocalan fue ascendido por Real orden del 26 de octubre seguido, al grado de capitán de fragata graduado y nombrado además del cargo que ya ocupaba en la escuadra, como anexo Comandante de todas las fuerzas sutiles, asignadas en las aguas de Talcahuano, por dos veces en este tiempo no se perdió la plaza gracias a su apoyo tanto de fuerzas desembarcadas como por el terrible y sobre todo certero fuego de las unidades menores.

Tanto sobresalía su valor que el mismo comandante en jefe del ejército, le encomendó una misión a realizar con las tropas de tierra a su mando, consistiendo en llevar refuerzos al castillo de Penco Viejo, con su habitual maestría consiguió atravesar las líneas enemigas y penetrar en la fortaleza, dejar los hombres y socorros para volver a salir sin que el enemigo se enterara, sólo lo hizo al atacar al día siguiente la posición y encontrase con mayor resistencia que el anterior, quedando a salvo por el momento la fortaleza. El Jefe del ejército le felicito personalmente.

Se incorporó a su destino y se le otorgó el mando del bergantín Justiniano, siendo su primera salida para llevar víveres a la fortaleza de Talcahuano, al cruzar sobre las aguas de Arauco, tuvo que proteger con sus fuegos la retirada del propio Gobernador, quien salía de la ciudad con las tropas y la población civil, pues los enemigos se habían apoderado de la plaza.

Pudo encontrar un punto para poder embarcar a todos los civiles y el Gobierno, siendo trasportados hasta Talcahuano, esto sin dejar de hacer fuego con su artillería sobre los enemigos, (esta arriesgada acción por recomendación del Virrey años después le supondría la concesión de la Cruz de Marina de Diadema Real), consiguió arribar y trasbordar a la fragata Venganza, con la que realizó el viaje de regreso al Callao.

En enero de 1818 se le otorgó el mando de la fragata mercante armada en guerra Presidenta, realizando un viaje con tropas a Talcahuano, al arribar al Callao quedó desembarcado Bocalan por desarme de la fragata.

Al amanecer del 27 de abril de 1818 divisaron una vela y se pusieron en alerta, pero al ir acercándose distinguieron enarbolaba pabellón británico, por ello no dejaron las armas pero sí se relajaron, cuando el recién llegado en vez de escoger un rumbo de paso, se fue de proa contra la fragata española, la cual se vio obligada a maniobrar para no ser destruida en el abordaje, pero al quedar casi abarloadas la enemiga lanzó múltiples garfios de abordaje, pasando en muy poco tiempo a ocupar los enemigos la cubierta de la española.

Coig estaba en la batería y al oír el ruido de sables, ordenó a todos sus hombres coger estos y subir a la cubierta, donde se la encontraron casi dominada, pues parte de la maniobra había ya sido picada y de ahí la pérdida de velocidad, pero lo que no se esperaban los enemigos era la fuerza con la que llegaban, consiguiendo rechazar ese primer abordaje dejando la cubierta llena de muertos y heridos que no pudieron regresar a su buque, al ver esto el capitán enemigo ordenó un segundo abordaje, pero este ya no tuvo la misma fuerza y les volvieron a causar muchos muertos y heridos, de tal forma que el vencido capitán decidió poner aguas por medio. Entre los dos abordajes quedaron tendidos en la cubierta más de un centenar de muertos y heridos graves enemigos.

Al ir a recoger a los heridos, se dieron cuenta eran chilenos y el buque enemigo al presentar la popa, se pudo leer su nombre, La Lautaro. Una vez más en la Historia se utilizaba un pabellón neutral para poder acercarse sin problemas al buque a atacar. El problema de La Lautaro, es que hay quien lo da como navío y otros como fragata, lo que sí está demostrado es que portaba 52 cañones, por ello o era un navío pequeño o una fragata muy grande, ya que su dotación la formaban quinientos hombres, mientras en la Esmeralda, era de 36 y doscientos cincuenta hombres. (1)

Coig ordenó reponer la labor de la fragata, pero al terminar La Lautaro había ganado barlovento y se perdía por momentos de vista, decidiendo arribar al puerto de Talcahuano. Conocida la hazaña por el comandante general del apostadero de Lima don Antonio Vacaro, lo puso en conocimiento del Secretario de Marina, quien a su vez lo comunicó a S. M, quien no tuvo objeción y por ello firmó la Real orden del 13 de enero de 1819, por la que se le ascendía por méritos de guerra al grado de capitán de navío.

Volvió a zarpar en julio en conserva de la fragata Venganza, pero está vez a su mando las dos, transportando tropas para ir desembarcándolas en diferentes puertos entre el Callao y Arica, al arribar a éste se le notificó que la escuadra chilena compuesta de tres buques grandes y cuatro más pequeños, al mando del vicealmirante Cochrane se encontraba cruzando por estas aguas, decidió salir, para evitar encontrase con ellos se alejó de la costa, pues las últimas noticias eran que la intención del almirante era bloquear el puerto del Callao, consiguió llegar a la vista del puerto y la flota chilena ejerciendo su bloqueo, pero decidió entrar, se esperó a tener un viento favorable y a toda fuerza de vela atravesó la línea chilena, en el transcurso de la atrevida acción recibió y contestó a sus fuegos, a pesar de su buena reacción de los insurgentes no consiguieron impedir lanzaran las anclas en su interior los dos buques de su mando.

El 11 de noviembre siguiente se le entregó a Bocalan el mando del cañonero número 5 y una división de lanchas, permaneciendo en el puerto del Callao, contribuyendo con su particular resistencia a convencer al almirante Cochrane para levantar el bloqueo y dejar para otro momento la conquista del puerto.

A principios de 1819 se le otorgó el mando de la fragata Resolución, llevando instalado el sistema de hornillo para las balas rojas y a su bordo resistió el primer bloqueo de la escuadra insurrecta.

Pasó a tomar el mando de la corbeta Sebastiana, zarpando en ausencia de bloqueadores realizaron cruceros por las costas y dio protección a algún convoy de tropas o socorros. Poco después se le otorgó el mando de segundo de la fragata Prueba, realizando viajes a Guayaquil, costa del Choco, Arica y Pisco, sosteniendo un duro combate con la fragata enemiga Rosa de los Andes, del porte de 36 cañones, obligándole a varar en la costa del Choco por estar hundiéndose, no pudiendo apresarla porque el mayor calado de la realista le impedía llegar a ella.

El capitán de navío don Antonio Vacaro decidió organizar las fuerzas sutiles, para ello fue incorporando todos los botes, lanchas y místicos que le parecieron apropiados, armándolos con cañones de á 18 y 24 libras.

El 3 de febrero de 1819 se presentó en el Callao el vicealmirante Lord Cochrane con un navío de 60 cañones, dos fragatas una de 50 y otra de 40, dos corbetas de 26 y 20, más tres bergantines de 16 á 20, dando comienzo los combates navales el mismo día, los españoles desviaron y destruyeron todos los brulotes que les lanzaron, efectuando ataques nocturnos y en calma logrando dejar a los enemigos muy mal parados, pero enterado que su punto de partida y fondeo era la isla de San Lorenzo, les atacó de noche, para poder librase de las cañoneras tuvieron que picar los cables de las anclas y ponerse en movimiento, pero al faltarles conque fondear no pudieron parar hasta alcanzar de nuevo el puerto de Valparaíso el 26 de marzo siguiente.

El 29 de septiembre siguiente se presentó de nuevo el almirante Cochrane, esta vez con más fuerzas navales y medios, repitiendo el intento de bombardear la plaza y la escuadra, en los combates de la noche del 2 de octubre, el apostadero fue bombardeado por dos bergantines, uno con planchas donde montaban los cohetes a la congreve, mientras el otro utilizaba un obús de nueve pulgadas, cuyos proyectiles llegaban muy cerca del fondeadero de los buques, por ello en la noche del 15 siguiente lanzó una fragata convertida en brulote siendo desviada, explosionando como a dos cables de distancia de los buques fondeados, sufriendo un nuevo fracaso el enemigo.

Don Luis de Coig durante el resto de 1819 y principios de 1820, se mantuvo al mando de la Esmeralda, realizando salidas para intentar romper el bloqueo, siempre aprovechando los vientos favorables para él, manteniendo diversos encuentros en los que al menos demostraba no se rendía y obligaba a los bloqueadores a estar siempre alerta, significando una gran tensión para ellos, pues nunca sabían cuando haría una de sus salidas. Por estas acciones y enterado S. M. le concedió la Cruz de Comendador de la Real Orden Americana de Isabel la Católica.

A don Joaquín Bocalan se le dio el mando provisional de la segunda división de las lanchas cañoneras del bloqueo del Callao. Poco después fue destinado como oficial del detall a la fragata Esmeralda, permaneciendo poco tiempo por ser nombrado fiscal en el Consejo de Guerra celebrado contra el comandante de la fragata Reina María Isabel por haber sido apresada en Talcahuano. Poco después recibió la Real orden del 20 de octubre de 1820 con su ascenso efectivo a capitán de fragata, se le entregó el mando de la primera división de lanchas cañoneras, permaneciendo unos meses, pues con fecha del 27 de octubre seguido se le dio pasaporte para regresar a la Península.

El 5 de noviembre de 1820 hubo un parlamento con los enemigos a bordo de la Esmeralda, por ello el buque tuvo que abandonar su seguridad y salir del puerto para fondear en aguas abiertas, en las conversaciones no se llegó a ningún acuerdo (era lo propio, las intenciones eran otras), por ello ambas partes quedaron para continuar al día siguiente, pues la noche se les echaba encima.

De nuevo tuvo lugar una traición, de madrugada y con el pensamiento de no mover el buque para tener que salir al día siguiente, se quedó en el mismo lugar fondeado considerando se estaba de parlamento y supuestamente no cabía ofensa, pero sabedores de donde se encontraba fue atacada por todos los botes de la escuadra chilena cargados al máximo de sus posibilidades, permitiéndoles poder abordarla por múltiples lugares, impidiendo a Coig formar una línea de defensa eficaz, aparte los atacantes eran casi el triple de la dotación de la fragata española.

Al mando de los chilenos iba el vicealmirante Cochrane, pero abordó de los últimos la fragata. Coig y todos sus hombres se defendieron hasta caer heridos o muertos, como el caso concreto del comandante quien recibió dos golpes de sable en la cabeza, como consecuencia de ellos perdió el conocimiento, una vez dominada la situación por los chilenos, picaron el cable del ancla y a remolque de los múltiples botes, consiguieron remolcar el buque.

Rápidamente se entablaron conversaciones para recuperar toda la dotación, por ello que se pagó un alto rescate y todos fueron restituidos al Callo, Coig aún estaba convaleciente, pero demandó ser juzgado por la pérdida de la fragata. Así se comunicó a la península y se le ordenó regresase, le fue concedió pasaporte y arribó a la bahía de Cádiz el 10 de mayo de 1822. Se formó el Consejo de Guerra de Generales, del juicio salió con todos sus privilegios, honores y sueldos intactos, pues quedó demostrada que ante una traición es muy difícil sobreponerse y bastante había hecho la dotación que prácticamente todos salieron heridos o muertos. Al ser informado de la sentencia don José María de Villavicencio capitán general de la Real Armada y su Director General, no sólo estuvo de acuerdo con ella sino que ordenó sobreseer el caso, como si nada hubiera acontecido con respecto a la persona de don Luis Coig.

Don Antonio Vacaro jede de escuadra y Comandante del Apostadero del Callao, zarpa con la fragata Prueba y el bergantín Maipú, con rumbo a Guayaquil transportando tropas para reforzar su defensa, cuando el 19 de abril de 1821 encontrándose a la altura de la isla de Ancumano avistó la fragata insurgente Rosa de los Andes, del porte de 30 cañones, se enfrentó a ésta pero al estar cerca de tierra logró mal tratada entrar en el río Isguande, de hecho no volvió a navegar.

A pesar de estar bloqueado el puerto del Callao por una corbeta y un bergantín enemigos, el teniente de navío don Francisco de Paula de Sevilla al mando del bergantín Maipú, zarpa sin ser visto el 29 de mayo con rumbo al cabo de Hornos, como siempre los temporales duros del lugar dejaron al buque en mal estado, obligándole a buscar víveres y repuestos en Río de Janeiro, al estar cercano a él fue atacado por la fragata insurrecta La Heroina del porte de 34 cañones, él sólo contaba con 14 y reducida la dotación a ochenta hombres, por ir en misión de correo, presentó combate pero ya media dotación fuera de combate y el buque desarbolado tuvo que rendirlo, fueron transportados a Río de Janeiro y desde aquí en la fragata portuguesa San Antonio hasta Todos los Santos, donde trasbordaron al navío de la India Gran Careta desembarcando en Lisboa, de donde pasó a Cádiz donde se presentó el 9 de octubre seguido.

El 5 de abril de 1821 el virrey nombró a don José Ignacio de Colmenares vocal de la Junta de Pacificación, hasta enterarse el virrey que las intenciones del general San Martín no eran las mencionadas, si no ganar tiempo para levantar más zonas y reunir más fuerzas, por ello el virrey disolvió la Junta ordenando la salida del ejército al mando del brigadier don José de Caterac, quien con cuatro mil hombres se puso en camino al Valle de Jaupa el 25 de junio.

Al mismo tiempo el virrey abandonó Lima el 6 de julio, recibiendo la orden Colmenares de pasar al Callao para incorporarse a las fuerzas del gobernador, el general La Mar, la escasez de medios era patética, pues llegaban a faltar los víveres, traduciéndose en una epidemia de peste, faltos de todos los medios posibles de resistencia se firmó la rendición a las veinte horas del 19 de septiembre de 1821.

Al entrar los enemigos al menos respetaron las capitulaciones, por ello en calidad de prisionero embarcó en la corbeta Especulación con el comandante del apostadero don Antonio Vacaro, zarpando el 29 de noviembre siguiente con rumbo a la bahía de Cádiz, donde fondeó el 14 de marzo de 1822.

Conocedor que la causa española en América estaba perdida, Villegas ordenó a sus fragatas levar anclas el 13 de noviembre de 1821 y salir en busca de la escuadra chilena para entregarse o unirse a ella, pues se le había dejado abandonado. Los capitanes españoles José de Villegas y Joaquín de Soroa firmaron un tratado de paz con el coronel José de Fabrega el 4 de enero de 1822 entre la monarquía española y los patriotas donde acuerdan la no agresión a los territorios del istmo y la retirada de las tropas con todos los barcos de la corona española.

En Guayaquil comenzaron las negociaciones para entregar las fragatas. Por aquellos días el coronel Rojas fue nombrado secretario del general Francisco Salazar y Baquíjano, ministro plenipotenciario del Perú en Guayaquil. En el desempeño de esta función, el coronel Rojas intervino en el ajuste del tratado concluido y ratificado el 16 de febrero de 1822, con el jefe de la escuadra española capitán de navío José Villegas. Según las cláusulas del tratado, fueron entregadas al gobierno del Perú las fragatas Prueba y Venganza más la corbeta Alejandra, devolviéndose a sus dueños los buques mercantes españoles apresados. El coronel Rojas firmó el tratado como representante del Perú.

La fragata Prueba dejó Guayaquil el 25 de febrero y finalmente pasó al puerto del Callao para ponerse a las órdenes del gobierno del Perú el 31 de marzo de 1822 tras la caída de dicha plaza en manos independentistas. La fragata rebautizada Protector fue el primer buque de la marina de guerra peruana, pasando a ser su primer comandante el almirante Blanco Encalada.

(1) Por esta acción, a don Luis de Coig y Sansón, por Real orden del 18 de julio de 1827, le fue concedida la Cruz Laureada de segunda clase de la Real y Militar Orden de San Fernando, la destinada a los oficiales, y junto a él se les concedió en la misma fecha, al teniente de navío don Pascual María del Cañizo y Pareja, segundo comandante y al alférez de fragata don Antonio González Madroño.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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