1611 Arte de fabricar, fortificar y aparejar naos de guerra

Posted By on 18 de noviembre de 2018

Entre las obras de Tomé Cano figura una muy importante con el título: «Arte de fabricar, fortificar y aparejar naos de guerra y merchantes; con las reglas de arquearlas, reducido á toda cuenta y medida, y en grande utilidad de la navegación, compuesto por Tomhé Cano, capitán ordinario por el rey nuestro señor y su consejo de guerra; natural de las islas Canarias, y vecino de Sevilla.»

Siendo dirigida a don Diego Brochero de la Paz y Anaya, pues era el mejor marino de la época y el más influyente cerca del Rey. Publicada en 1611 en Sevilla, en 4º.

La escribió en forma de comentarios entre tres marinos de diferentes edades y conocimientos, llamados Tomé, Gaspar y Leonardo.

En su página 44 figura una queja, casi es más una anécdota pues escribe: «Y que esto sea verdad no nos lo negarán los que agora 25 años conocieron y vieron en España más de mil naos de alto bordo, de particulares de ella: que en solo Vizcaya había mas de 200 naos, que navegaban á Terranova por ballena y bacalao, y también a Flándes con lanas. Y agora no hay ni una.  En Galicia, Asturias y Montañas habia más de 200 pataches que navegaban á Flándes, Francia, Inglatera y Andalucía, traginando en sus tratos y mercadurías; y agora no parece ninguno. En Portugal siempre hubo más de 400 naos de alto bordo, y mas de 1500 carabelas y carabelones: entre las cuales velas pudo el rey don Sebastian sacar y juntar, sin valerse de las otras partes, para la infeliz jornada que hizo al África 830 velas, quedando proveidas sus navegaciones de la India, San-Tomó, Brasil, Cabo-Verde, Terranova y otras diversas partes, no hallándose agora apenas una sola nao de particulares en todo aquel reino sino algunas caravelas de poca consideración. En el Andalucía teniamos más de 400 naos, que mas de las 200 navegaban á la Nueva-España y Tierra firme, Honduras é islas de Barlovento, donde en una flota iban 60 y 70 naos, y las otras 200 navegaban por Canarias á las mesmas Indias, á sus islas, y otras navegaciones cargadas de vinos y mercandurias…E ya (cosa cierto dignísima de grave sentimiento), todo se ha apurado y acabado, como si de propósito se hubieran puesto a ello.»

Concluyendo su disertación que, España estaba en constante riesgo por la falta de buques, lo que era aprovechado por los piratas de todas las naciones para intentar apoderarse de los bienes de la Hacienda del Rey, dando fin a su prólogo diciendo: «…á que aniquilamiento llegó la marina de guerra en el reinado de Carlos II, que pasaba por proverbio ‹la armada de España, dos navíos y una tartana› pues estaba en efecto reducida á Capitana, Almiranta y un galeón.» Así se la encontró el nuevo monarca don Felipe V.

El Consejo aprobó su publicación en 1609 por parecerle: «…no sólo útil y provechoso para el servicio de S. M., y bien general de los navegantes, pero necesario é importante por ser el primero que, reduciendo á cuenta y medida esta fábrica, ha salido á luz.»

Fueron también consultados los capitanes don Juan de Veas y don Lucas Guillén de Veas, quienes tenían el cargo de Maestros Mayores de las fábricas Reales de naos, quienes dictaron a su favor con estas líneas: «…es la primera forma de fabricar reducida á reglas que hasta la fecha se ha inventado y la hallamos cierta y verdadera, y como de persona de tanta experiencia en el arte de la navegación.»

Como todo libro de la época debía pasar por la censura del Santo Oficio, al respecto figura el siguiente documento: «Fray Juan de Urrutia, Consultor del Santo Oficio y lector de Teología en este convento de San Francisco, de Sevilla, digo: Que por comisión del Sr. Provisor de esta Santa Iglesia de Sevilla, he visto este libro, compuesto por el capitan Tomé Cano, y en él no hay cosa que contradiga á nuestra Santa Fe Católica ni buenas costumbres de los fieles; ántes muestra su autor en él un ánimo muy piadoso y cristiano, y un gran talento y experiencia en su arte; y así se le podrá dar licencia para que lo imprima, por ser tan importante al acierto de toda navegación. Fecho en Sevilla, á 14 de julio de 1609. — Fr. Juan de Urrutia.»

Lo curioso de esto es que a pesar de estar publicado y como se ve con el beneplácito máximo de todos los grandes responsables en esta ciencia, Cano construyó varios de sus bajeles ateniéndose a ellas para realizar sus viajes a Ultramar, dándose el caso que la Casa de Contratación los desautorizó por no reunir las condiciones que se requerían para esa navegación. (Tenga a bien el lector sacar sus conclusiones.)

Bibliografía:

Ortíz de Zúñiga, Diego.: Anales Eclesiásticos y Seculares de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Sevilla. Guadalquivir S.L. 1988. Edición Facsímil de la Imprenta Real, Madrid, 1795.

Viera y Clavijo, Joseph.: Noticias de la Historia General de las islas de Canarias. Goya Ediciones. Santa Cruz de Tenerife, 1982. Edición facsímil de la publicada en Madrid en 1776.

Fernández de Navarrete, Martín. Biblioteca Marítima Española. Obra póstuma. Madrid. Imprenta de la Viuda de Calero. 1851.

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