Biografía de don Rodrigo Manuel Manrique de Lara y Ramírez de Arellano Mendoza y Alvarado
Posted By Todoavante on 10 de febrero de 2011
Biografía de don Rodrigo Manuel Manrique de Lara y Ramírez de Arellano Mendoza y Alvarado
Capitán General de la Armada del Océano.
Grande de España.
Caballero de Calatrava.
IV Marqués de la Hinojosa.
X Conde de Aguilar de Inestrillas.
III Conde de Villamor.
II Conde de Frigiliana.
XIII Señor de los Cameros, Mayalde, La Cala y otra villa.
Vino al mundo muy posiblemente en la población de Frigiliana en la Ajarquía malagueña, donde su padre era el I Conde de ésta, que previamente el rey Felipe IV había elevado a categoría de Villa, siendo esto en el año de 1630 y hasta esta fecha ostentaba el título de V Señor de Frigiliana.
Lo que nos hace pensar, que sería el lugar de nacimiento de Rodrigo, pues su padre se preocupó mucho de aumentar la población de la Villa, construyendo un castillo e iglesia para atraer a viejos católicos, por lo que pronto comenzó a tener una vida propia, ya que sus tierras quedaron casi despobladas a causa de la expulsión de los moriscos, por esta razón pensamos que aquí vino al mundo a lo largo del año de 1638.
Nada más cumplir los cuatro años de edad, su padre que era el coronel del Regimiento de la Guardia Real, lo apuntó en él para comenzar su formación militar, muy temprano comenzó a aprender, pues no había ningún hermano y ser descendiente único le obligaba al padre a darle la mejor formación en todos los sentidos, tantos del contenido de libros, como el manejo de la espada.
Don Rodrigo Manuel fue nombrado Virrey de Valencia en el año de 1680 permaneciendo hasta el de 1683, durante este tiempo y siendo un hombre muy preocupado por la enseñanza, propició un gran impulso a las academias y Justas poéticas. Avalando con su cargo, personalidad y peculio personal la constitución de la Academia del Alcázar en la propia ciudad de Valencia.
En el año de 1681, publicó un Bando en el que se dice: « Se pone tasa a las ropas de lana, y otras que pueden usar los cabos, oficiales y soldados en la reseña general, que se dispone, porque no se altere el precio de ellas, con la ocasión del mayor consumo, en previsión en dicha milicia »
Al ser nombrado Capitán General de la Escuadra del Océano, en el año de 1685, fue el primero que tomó como base principal de ella a la bahía de Cádiz.
Los franceses se sintieron ofendidos por haber sido apresadas unas naves contrabandistas con pabellón de éste país, en aguas de las Antillas, por lo que en represalia se envió al marqués de Prulle, con una escuadra de doce naves al cabo de San Vicente, con la intención de apoderarse de la flota proveniente de las Indias, que al mando de don Francisco Navarro estaba pronta a arribar a la bahía de Cádiz.
Enterado el capitán general por unos pescadores que habían divisado la escuadra francesa, dio la orden de alistar rápidamente a igual número de sus buques, zarpando de la bahía navegando a rumbo de vuelta encontrada en busca de la flota de azogues, a la cual le dio alcance sin encontrarse con los franceses, a partir de aquí les prestó toda su fuerza como protección, en el mismo momento en que en el horizonte aparecieron unas velas, que consiguieron casi dar alcance a la escuadra y flota española, pero no se atrevieron a atacar al estar protegida por los buques de guerra, así se logró salvar a la flota y ante la misma vista de sus enemigos.
Pero continuaron navegando a la estela de los españoles, los cuales arribaron a la bahía sin ser molestados, pero se quedaron bloqueando la entrada de la bahía, lo que provocó que el gobierno español aceptara pagar una indemnización, por las presas realizadas de los contrabandistas.
Lo que nos lleva a pensar que algo más habría, pues si la escuadra al mando de don Rodrigo Manuel Manrique, había sido suficiente con su presencia para frenar que fuera atacada la flota de azogues tan rapazmente, no se logra entender, como no se hizo a la vela la misma escuadra y puso en fuga o combatió con la francesa. Pero si en cambio se aceptó pagar la indemnización por parte del Gobierno. (Incógnitas de nuestra Historia)
Como él había sufrido en propias carnes lo que significaba aprender sobre la marcha, siempre estuvo en su mente el poder facilitar a otros que pudieran antes adquirir unos buenos conocimientos, para pasar posteriormente a la práctica, por ello presentó al Rey el proyecto de crear una cátedra de Matemáticas en el Colegio de los jesuitas de la ciudad de Cádiz, lo que el Monarca aprobó por un Real Decreto fechado el día veintiséis de mayo del mismo año de 1685. Convirtiéndose así en el primer escalón para construir la que fue la primera Escuela Náutica de España.
Al año siguiente, en el de 1686, se repitió la historia, la diferencia estaba en que la escuadra francesa ahora estaba al mando del conde D’Estrées, y la flota de azogues al mando de don Gonzalo Chacón, pero volvió a salir el conde de Aguilar y desbarató los planes de los franceses.
(Vamos pegando saltos y la cronología se pierde, pues solo se saben de nuestro biografiado, los grandes actos en los que tomó parte, el resto como si se le hubiera tragado la mar mientras tanto)
En el año de 1691 al mando del conde D’Estrées, una escuadra francesa estuvo demandando a las poblaciones costeras del Mediterráneo, unas contribuciones para no ser atacadas y destruidas, para ello al arribar a las aguas frente a la costa de Alicante, se posicionó y demando el pago de entre trescientas y cuatrocientas mil libras, a lo que la ciudad se negó en pleno, rechazando así el pago, los franceses quisieron demostrar su poder y se dedicaron a bombardear la ciudad, en la cual se recibieron nada menos que más de dos mil proyectiles, que causaron daños de todo tipo.
Se enviaron correos a la ciudad de Cádiz y siendo notificado el conde de Aguilar, decidió navegar al encuentro de quienes estaban saqueando la ciudad impunemente, así dio las órdenes oportunas para el alistamiento de su escuadra y se hizo a la vela prontamente, los vientos le fueron favorables lo que le permitió conseguir llegar a tiempo de impedir que prosiguieran bombardeando la ciudad los franceses, pues nada más avistados, se pusieron en zafarrancho los buques.
Los franceses al ver a la escuadra española rehuyeron el encuentro, poniendo aguas por medio en franca huída, pues no se entretuvieron en nada, picaron los cables de las anclas y desplegando el trapo, aprovechando el mismo viento que les favoreció para rápidamente ponerse en movimiento, pero aún así los españoles que venían ya con velocidad consiguieron apresar un buque de 34 cañones, otro de 22 y uno de menor porte.
Esta media victoria, se le echó en cara al conde de Aguilar, que se podía haber aumentado si se hubiera dedicado a cazarlos, pues aunque los buques de guerra galos eran algo más rápidos que los españoles, si que podía haberse conseguido capturar a los mercantes que iban de apoyo y principalmente, las bombardas que eran de muy mala navegación y mucho más lentas.
Pero nadie lo destituyó del puesto, por ello continuó sus navegaciones por el Mediterráneo, siendo en una de ellas cuando fueron apresadas frente a Guardamar, dos galeras francesas y posteriormente, fueron igualmente apresados dos fragatas francesas, que llevaban aprestos y materiales de guerra, más doce mil pesos de oro, para los moros de Tetuán, como apoyo económico para que continuasen haciendo levantamientos y guerra contra los españoles, consiguiendo así que el desgaste español fuera más rápido y ellos tenían menos bajas.
Todo un buen ardid, que algunos practicaron en varias ocasiones para conseguir a la larga lo que tanto buscaban, que no era otra cosa que España no siguiera siendo la reina del planeta.
Un año más tarde, sorprendió su actitud, pues enfrentado al almirante francés Flacourt, prefirió retirarse a combatir, lo que le costó la perdida del navío Nuestra Señora de la Tocha del porte de 58 cañones.
Mas incomprensible fue, que en el año de 1695 se le nombrara Capitán General de la Armada del Océano, pero él no debió de sentirse con ganas o moral suficiente para este alto mando, por lo que remitió al Rey un escrito, en el que le rogaba le fuera concedido el retiro del servicio de S. M., lo que se le otorgó sin reparos dejando su alto cargo al año siguiente.
Al abandonar a petición propia su pertenencia a la Real Armada en el año de 1695, es muy probable que se retirara a su casa y condado de Frigiliana, cuando recibió la oportuna licencia Real.
A pesar de abandonar el cargo, se le nombró en el año de 1698 Presidente del Consejo de Aragón, cargo que ocupó hasta el año de 1702, retirándose de nuevo a su casa.
Aun se le volvió a llamar por la Corona, para ser uno de los representantes de España en el Congreso de Utrecht, que tuvo como fin la firma del Armisticio de Francia y España con Gran Bretaña en el mes de agosto del año de 1712, seguido de los tratados de paz entre Gran Bretaña y España en el mes de julio del año de 1713. El de España y el ducado de Saboya, en el mes de julio del año de 1713, y posteriormente con las Provincias Unidas en el mes de julio del año de 1714 y por último con el Reino de Portugal, en el mes de febrero del año de 1715. Concluyendo con extensas conversaciones con la firma de los convenios comerciales entre el Reino Unido de la Gran Bretaña y España, los cuales están fechados; en marzo y diciembre de 1714, diciembre de 1715 y mayo de 1716.
Estando en esta comisión, aun tuvo tiempo de leer y analizar para luego firmar una Propuesta de reforma del Santo Oficio, elevada a su Majestad en el año de 1714, pues eran varios los altos cargos de España que se quejaban de las intromisiones de este estamento, en cuestiones que no eran relativas a su verdadera jurisdicción, que eran estrictamente los concernientes a la Fe.
Como prueba de ello, se transcribe el siguiente principio del extenso documento:
« Los sucesos de Barcelona indujeron al examen detenido de lo que las autoridades civiles, y los ministros de la jurisdicción ordinaria en todo el reino, denunciaban como abusos de Inquisición. Mediante R.D., Carlos II dispuso que se constituyese una Junta integrada por dos miembros de cada uno de los siguientes Consejos: de Estado (Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar, II marqués de Mancera, y Rodrigo Manuel Manrique de Lara, II conde de Frigiliana); de Castilla (José Pérez de Soto y José Domingo de Ledesma y Goicoechea); de Aragón (Francisco Comes y Torro y Juan de la Torre); de Italia (Antonino Jurado y Diego Iñiguez de Abarca); de Indias (Francisco Camargo y Juan de Castro); y de Ordenes (Alonso Rico y el marqués de Castrofuerte) »
La Junta se formó en vida de don Carlos II, pero al poco tiempo falleció y con ello comenzó la guerra de Sucesión, por existir como es lógico otros intereses en España, que necesitaban más atención se fue demorando su análisis y firma, todo ello produjo un gran retraso en tan difícil decisión y se le entregó al nuevo Rey ya acaba la guerra en el año de 1714.
Al terminar con estos laboriosos trabajos, de nuevo regresó a su casa, donde le sobrevino el óbito el día trece de septiembre del año de 1717.
Siendo sus restos depositados en el Convento de los Padres Capuchinos de San Antonio del Prado.
En vida, se le dedicó un libro a él y su obra, con el título siguiente: « Ver, oir, oler, gustar, tocar; empresas, que enseñan y persuaden su buen Uso, en lo Politico, y en lo Moral; que ofrece el Hermano Lorenço Ortiz, de la Compañia de Jesus, al Excelentissimo Señor Don Rodrigo Manuel Fernandez Manrique de Lara » Siendo su autor; Lorenço Ortiz, de la Compañía de Jesús. Editado por la Emprenta de Anisson, Posuel y Rigaud, de Leon de Francia (Lyon) en el año de 1687 y sufragada ésta por don Francisco Brugieres, y Compañía.
Bibliografía:
Cantillo, Alejandro del.: Tratados, Convenios y Declaraciones de Paz y de Comercio desde el año de 1700 hasta el día. Imprenta Alegria y Chalain. Madrid, 1843.
Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.
Danvila, Alfonso.: El Congreso de Utrecht. Espasa-Calpe. Madrid 1958.
Mas i Usó, Pasqual.: Academias y justas literarias en la Valencia barroca.
Vicente del Olmo, José.: Auto General de Fe. Madrid 1680. Reedición de la impresa por Roque Rico de Miranda, año de 1680. Discoplay, junio 2001. Prologada por Eva Sánchez. Licenciada en Historia.
Compilada por Todoavante.
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