Biografía de don Andrés Dávalos o d’Avalos de Sangro
Posted By Todoavante on 24 de octubre de 2011
Príncipe de Montesarchio.
Caballero del Toisón de Oro. (Tres de mayo del año de 1702)
Capitán general de los galeones del Mar Océano.
Vino al mundo el día dieciocho de junio del año de 1618 en la ciudad de Nápoles. Siendo sus padres, Giovanni d’Avalos, Príncipe de Montesarchio y su esposa doña Andreana di Sangro.
En el año de 1648, fue el que se puso a la cabeza para defender al virrey Oñate contra el alzamiento que dirigía Masaniello, con la intención de entregar el Virreinato de Nápoles como corona independiente a don Juan José de Austria.
A mediados del año de 1659, en la ciudad de Nápoles estaba al mando de una escuadra, compuesta por doce navíos y siete galeras, en las cuales iban tropas de infantería del Sacro Imperio y del mismo virreinato, recibiendo la orden de navegar con rumbo al Océano para contribuir contra el levantamiento de los portugueses.
Entre los años de 1666 a 1671, fue general de las Flotas de la carrera de Indias. Hay un documento en la colección de Vargas Ponce, tomo XVII, número 223 que dice: « 1667 — diciembre — 20 — Sevilla. — Relación del viaje de los galeones de la Armada de Indias del cargo del general príncipe de Montesarchio que saliera de la bahía de Cádiz para las Indias el 3 de marzo de 1667 »
El día veintiocho de agosto del año de 1673, al mando de las galeras San Agustín y San Carlos con tropas, atacó el Peñón de Alhucemas conquistándolo definitivamente para la corona de España, dando fin a que sirviera como un nido de piratas y corsarios, algo que llevaba siendo una quimera varios siglos.
En el año de 1674 se encontraban todas las fuerzas navales protegiendo a Barcelona, cuando llegó la noticia del levantamiento en la isla de Sicilia, estando en ese momento al mando de la escuadra de Galeras de Sicilia, por Real Orden tuvieron que abandonar las aguas españolas y poner rumbo a las de la isla, al llegar, había que entrar en el estrecho del Faro de Messina, un lugar que de antiguo se sabe es muy peligroso por las corrientes y los escollos de Scylla y Charybdis a pesar de los esfuerzos por poder pasarlo y socorrer a Messina, los vientos y corrientes fueron contrarios, favoreciendo a la escuadra francesa al mando de Vivonne que le permitió socorrer la plaza. A pesar de que el día uno de enero del año de 1675, todas las escuadras de galeras al mando del marqués del Viso, intentaron dar remolque dos de ellas a un galeón, siéndoles imposible avanzar.
Como consecuencia de ellos y del socorro llevado por los franceses, don Andrés le escribe al Marqués y entre otras cosas le dice: « Presupongo que en estas ocasiones es menester juzgar las cosas á la vista y primeramente, si nuestra Armada hubiera tenido tiempo á propósito para llegar á dar fondo junto á Piedegruta, fueran imposible poderse socorrer la ciudad de Messina como se ha hecho, pues há dos días y medio que bordeando en el Faro no ha podido granjear la mitad del camino; con que esto se ha de atribuir absolutamente á que Dios nos ha querido castigar, permitiendo que entrase la Armada de Francia á nuestra vista sin poderlo estorbar de ningún podo »
En el mes de agosto la escuadra francesa al mando de Vivonne conquistó Agosta, por esta razón se le daban prisas a don Andrés para que zarpara de Nápoles y arribara a Sicilia, pero contaba solo con quince bajeles de todo tipo, siendo muy inferior a la escuadra francesa, compuesta por veintinueve navíos todos superiores a 50 cañones, veinticuatro galeras y doce buques de fuego, no obstante obedeció y zarpó, por el mal tiempo se refugió en las marinas de Calabria, a donde llegó Mr. de Almeras al mando de diez buques y seis de fuego, maniobrando pidiéndole combate, pero don Andrés era consciente que sus buques seguían siendo inferiores, y no era cuestión de arriesgar combate pues eran más necesarios donde le habían ordenado llegar.
Por una vez el viento roló y fue favorable a los españoles, lo que no desperdició don Andrés zarpando inmediatamente para embocar el estrecho del Faro y con rumbo a Melazo para unirse a las galeras; el jefe francés no quiso dejarlo ir y lo persiguió, pero desconocedor de las aguas que navegaba su buque varó en el Estrecho, de forma que para poderlo salvar tuvieron que tirar al mar toda su artillería y aligerarlo de peso, como siempre en Francia se divulgó la victoria, ya que quince buques del Rey de España habían huido ante la presencia de diez del Rey de Francia. Nadie mencionó que el bajel varado no volvió a navegar por no disponer de puerto para su completa reparación.
El Gobierno español decidió destituir de sus cargos a todos los generales y almirantes, así pasó a prisión en Nápoles el marqués del Viso, por ser el general en Jefe ya que era el general de la Galeras de España; don Melchor de la Cueva y su segundo don José Centeno, quedaron en Sicilia presos en el castillo de la Baya, mientras en libertad pero sin mando y desterrado a Nápoles el marqués de Bayona, siendo sustituidos por el príncipe de Montesarchio como Gobernador de la armada, siendo su segundo el almirante don Francisco Pereira Freire de la Cerda.
A finales del año de 1675 se encontraban en Melazo al mando de don Beltrán de Guevara nueve galeras, el virrey envía un correo a don Andrés para que aliste sus bajeles, éste le responde entre otras cosas: «. . .así que tenga jarcia y velas con que salir del puerto » por lo que no pudo ayudar en el combate de Stromboli.
Como consecuencia de no poder incorporarse a la escuadra se le llamó a Madrid, acusándole de las pérdidas sufridas por el temporal del Faro, y el de la deficiencia de los bajeles en sus aprestos, como si de él dependiera, por ello cuando expuso en el Consejo el estado real de la situación, nada se le pudo afear de su comportamiento y por ello se le confirmó como capitán general de la escuadra de Sicilia. Aunque durante un tiempo estuvo como interino al mando de la escuadra de Galeones del Mar Océano, por la suspensión en el cargo de don Melchor de Guevarra, entregándole el mando a don Diego de Ibarra su nuevo propietario.
En el año de 1781, se le entrega una carta del Virrey de Nápoles, quejándose de los robos que realizaban sus soldados en la ciudad, respondiéndole: « Que no se sentía con fuerza (moral) para castigarlos, porque no dándoles paga, ración ni vestidos, de algún modo se habían de sustentar »
En el año de 1685, el Maestro mayor de las Armadas del Océano y de Indias, Rodrigo Ortiz, (que lo era desde el año de 1670) presentó un proyecto «. . .para la mejor fábrica de los bajeles. Siendo aprobado por el General D. Andres Dávalos, Príncipe de Montesarco »
« El Rey. — En carta de 16 del pasado me dais cuenta de la dificultad que os envió á promover D. Pedro de Oreytia sobre la insignia que habia de poner la Capitana de flota, que teniéndose presente que la que ponia la Real era un gallardete en el palo mayor, y que habiéndole de poner la Almiranta Real en el trinquete, y el Almirante Real y Gobernador de la Armada de Flándes en la mesana, no quedaba donde ponerle la Capitana de flota, ni se le podia conceder que hiciese lo mismo que la de Flándes sin injuria désta, ni sin tropezar embarazo en los Maestres de Campo que iban sin insignia; pero que, no obstante, comunicada la materia, se determinó, por agasajar como á huésped al General de la flota, concederle que tambien pusiese su gallardete, como la Capitana de Flándes, en la mesana. Que despues, para la salva que se habia de hacer el dia del Córpus, se encontró la misma dificultad sobre el lugar que se daria al General de flotas, á quien no cederian los Maestres de Campo, los cuales, á instancia vuestra, cedieron por esta vez y sin perjuicio de su derecho, y habiendo vos dado órden al General de la Flota para que siquiera al Almirante Real en la salva, lo ejecutó al mismo tiempo, causándoos la desazon de hacerse tan á vista de franceses con este desórden. Que áun abstrayendo que la merced de General de galeones para de aquí á dos ó tres viajes que tiene el General de flota, no le da carácter para el caso presente, pues áun lo que se ha ejercido suele perderse con los nuevos empleos, como subcedió á don Diego de Ibarra con el Príncipe de Montesarcho, entendeis que, no sólo debe ser repugnantísimo á los Maestres de Campo ceder la preferencia al General de flota, pero que aunque lo fuese de galeones no vendrian en ello, siendo cierto que si el General de flota se aparta de la navegacion con un capitan de mar y guerra de la armada, no aseguraréis que le quiera éste obedecer, ni sabeis cómo habeis de convenir estas cosas, y resultará otra confusion para la concurrencia de unos y otros en los Consejos, siendo muy de mi Real servicio que, para llevar dirigido este punto, mande advertiros mi Real voluntad sobre la regulación destos puestos. Y enterado de todo lo que viene referido, he resuelto, sobre consulta de mi Consejo de Guerra, que la bandera que debe llevar la Capitana de flota, cuando se agrega á mi armada del Océano, ha de ser la que ponen las capitanas de escuadra agregadas á ella, y en esta misma conformidad la debe dar el lugar en ocasion de hacer las salvas, sin que se deba atender al grado que por otra razon tuviere el que la rige, respecto de que lo que se mira al caso presente es al que actualmente lleva. Y asi diréis al General de flota que siempre su Capitana debe ser preferida de la Capitana de Flándes, como Capitana de una armada naval, y en esta conformidad haréis se observe en las ocurrencias que hubiere, asi de salvas como otra cualquiera: y para que se tenga presente esta mi Real resolucion, daréis órden se note este despacho en los Oficios de la Armada, y me daréis cuenta de su recibo. De Madrid á 9 de Agosto de 1686. — Firmada de S. M. — Refrendada de D. Gabriel Bernardo de Quirós. — Señalada del Príncipe Montesarcho. — Al Conde Aguilar »
En el año de 1687 ya muy mayor decidió dejar la mar y regresar a su casa en la ciudad de Nápoles.
Siendo uno de los de más alcurnia de la península itálica su voz era oída por toda la aristocracia, por ello en el año de 1701 se mantuvo al lado de don Felipe V como nuevo Rey de España, convenciendo a todos sus amigos; cuando se produjo el levantamiento en favor de los austriacos, se lanzó a la calle al mando de tropas alistadas por los aristócratas y entre los días veintitrés y veinticuatro de septiembre aplastaron la sublevación.
En el año de 1707, aún se puso al frente de la milicia levantada en contra de los austriacos.
Falleció el día veinte de febrero del año de 1709, contando con noventa y un años.
Bibliografía:
Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.
Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra. Madrid 1895-1903. Facsímil Museo Naval. Madrid. 1973.
Fernández Duro, Cesáreo.: Disquisiciones Náuticas. Facsímil. Madrid, 1996. 6 Tomos.
Vargas y Ponce, Joseph de.: Catálogo de la Colección de Documentos. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1979.
Compilada por Todoavante. ©
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