1708 Combate naval de Barú

Posted By on 21 de diciembre de 2011

Desde la entrada en servicio de los galeones San José y San Joaquín se suspendieron todas las salidas de las Flotas de Tierra Firme por varias causas, siendo la principal la guerra de Sucesión. Después de una espera de siete años, la Flota de Galeones de Tierra Firme zarpa de Cádiz el 10 de marzo de 1706. Estaba compuesta por 10 mercantes con la escolta del San José (capitana), insignia del general don José Fernández de Santillán, conde de Casa Alegre, el San Joaquín (almiranta), que estaba a cargo del almirante don Miguel Agustín de Villanueva, el patache Santa Cruz (gobierno), navío mercante armado con 44 cañones, tripulado por 300 hombres y puesto al mando de don Nicolás de la Rosa, conde de Vega Florida, la urca Concepción y el patache Nuestra Señora del Carmen.

La travesía del Atlántico se hizo en conserva de la Flota de Nueva España de 13 mercantes y tres de guerra a cargo de don Diego Fernández de Santillán, sobrino del conde de Casa Alegre, que izaba su insignia en la capitana, navío Nuestra Señora de Guadalupe, de la Armada de Barlovento. Llegaron sin contratiempos a Cartagena de Indias el 27 de abril. La Flota de Casa Alegre permaneció en Cartagena de Indias esperando que el virrey de Perú organizara la Feria de Portobelo, como siempre se hacía a la llegada de la Flota de Tierra Firme. A causa del contrabando, sobre todo francés, los comerciantes del virreinato no estaban entusiasmados con la llegada de unos géneros mucho más caros. Todavía no había comenzado a llegar el Navío de permiso inglés que agravaría la situación a partir de 1713. Era muy necesaria la venta de las mercancías para la Corona, sobre todo para propiciar el regreso de la flota con los caudales que tanto necesitaba, aparte de evitar los gastos que ocasionaba el mantenimiento de los buques y tripulaciones.

Por las presiones del Rey, se logra que zarpen de El Callao el 19 de diciembre de 1707 los comerciantes limeños rumbo a Panamá, mientras la flota de Casa Alegre zarpa de Cartagena de Indias el 2 de febrero de 1708 y llega a Portobelo el día 10 para organizar la feria, que no termina de arrancar por una serie de contratiempos y desavenencias entre los comerciantes y el general. Entraba en juego la picaresca para defraudar a la Hacienda Real, algo tan común que se había convertido en norma.

La feria concluye en abril-mayo de 1708 y Casa Alegre se dispone a zarpar de Portobelo a Cartagena, donde debía reparar las naves antes de dirigirse a la Habana. Llevaban embarcados 22 millones de monedas de a ocho escudos; el San José se cree que iba cargado con entre 7 a 11 millones de monedas de ocho escudos en oro y plata, valorados en 105 millones de reales de la época, entre 2.000 y 5.000 millones de dólares actuales. Aparte de esta carga llevaban otras mercancías y unos 600 pasajeros y tripulantes, que los hacían poco aptos para el combate naval si debían enfrentarse a navíos de guerra ingleses, como así sucedió más adelante.

Con base en Jamaica se encontraba la escuadra del comodoro Charles Wager que conocía la presencia de la flota de Casa Alegre. Desde el 6 de abril de 1708 estaba patrullando esta escuadra entre las islas del Rosario y los bajos de Salmedina para asaltar a los buques españoles y hacerse con el tesoro. Esta escuadra estaba compuesta por las siguientes unidades:

Navío Expedition. 74 cañones. Comodoro Charles Wager. Capitán Henry Long.

Navío Kingston. 60 cañones. Capitán Simon Bridges. Timothy Bridges.

Navío Portland. 50 cañones. Capitán Edward Windson.

Fragata Severn. 48 cañones. Capitán Humphrey Pudner.

Brulote Vulture. 8 cañones. Capitán B. Crooke. Caesar Brooke.

En abril de 1708, la escuadra de Wager fondea en la isla de Pequeña Barú, hoy isla El Rosario. Impunemente mandan a tierra botes para reponer agua y alimentos, conociendo esta situación don José de Zúñiga, gobernador de Cartagena, que incluso manda embarcaciones a Portobelo para informar al general de la flota española sobre la situación y movimientos de la escuadra inglesa. El comodoro Wager desconocía la derrota que tomaría la Flota de Santillán, y creyó que la intención del español era dirigirse a la Habana sin pasar por Cartagena. Por ello destacó a la fragata de dos puentes Severn a patrullar la costa para tener informado a su comandante.

Varios factores hicieron zarpar a José Fernández de Santillán de Portobelo el 28 de mayo de 1708 con rumbo a Cartagena, a pesar de conocer las intenciones inglesas desde que Santillán fuese informado el 7 de mayo por el gobernador don José de Zúñiga. Se acercaba el tiempo de los huracanes en el Caribe y debía precipitar su salida hacia Cartagena y después la Habana para regresar a España. Desde la Habana estaba previsto que la escuadra francesa de Jean Ducasse les daría escolta y era posible que si se retrasara esta escuadra partiría sin él. La Flota española estaba compuesta por once mercantes, algunos artillados, y una escolta reforzada por dos fragatas francesas llegadas a Portobelo desde Cartagena, contando con las siguientes unidades:

Navío San José. 64 cañones. General José Fernández Santillán.

Navío San Joaquín. 64 cañones. Almirante Miguel Agustín de Villanueva. Capitán Pedro García de Asarte.

Navío Santa Cruz. 44 cañones. Capitán de navío Nicolás de la Rosa.

Urca Nuestra Señora de la Concepción. 22-40 cañones. Capitán José Francisco Nieto

Patache Nuestra Señora del Carmen. 24 cañones. Capitán Araoz.

Fragata Le Mieta / Genovesa (francesa). 34 cañones.

Fragata Saint Sprit (corsaria francesa). 32 cañones. Capitán Claude Raoul.

Con estas fuerzas, a las que hay que añadir el aviso vizcaíno San José y Nuestra Señora de las Mercedes, estaba confiado en derrotar a los ingleses, a pesar de contar los buques españoles con cañones de menor calibre y alcance y estar abarrotados de mercancías y pasajeros, sin olvidar que debía dar escolta a los 11 mercantes de la Flota. Esa era una gran ventaja para el enemigo, sus buques no llevaban carga alguna y podían maniobrar con ligereza.

Un plan que hubiera sido factible para los españoles era invernar bajo la protección de Portobelo, estando los ingleses obligados a hacer lo mismo en aguas infestadas de mosquitos, mientras las enfermedades, fiebre amarilla, paludismo, diezmarían sus tripulaciones, haciendo entonces posible un ataque exitoso de los españoles. Otra opción hubiera sido navegar directamente hasta la Habana, aunque el San José necesitaba reparaciones urgentes pues hacía bastante agua, y entraba en lo posible su naufragio antes de llegar al puerto cubano.

Casa Alegre optó por zarpar con rumbo a Cartagena de Indias. El 7 de junio, después de una navegación tranquila con vientos contrarios, avistaron a estribor la isla de San Bernardo y cambió el viento a favorable, navegando en un grupo compacto excepto dos buques rezagados. A pesar de haber luna llena, el general ordenó anclar la flota ante el peligro de encallar en los bajos de la isla del Rosario (actual isla de Barú). Al amanecer del día siguiente reanuda la travesía, estando al mediodía a la altura de la isla del Rosario, a la vista de la bahía de Cartagena, a unas veinte leguas.

La escuadra enemiga estaba ya a la vista y Wager, que estaba continuamente informado de los movimientos de la escuadra española, comienza a moverse hacia el enemigo. Había una ligera lluvia y un viento suave, que de pronto desaparece, haciendo casi imposible navegar. Como en tantas otras ocasiones, la suerte favorece al inglés, haciendo imposible que los españoles entrasen en Cartagena sin ser antes interceptados. A las tres de la tarde comenzó una suave brisa que coloca a cada buque en su puesto de combate.

El San José estaba en el centro de la formación, con la fragata francesa Saint Esprit y la urca Concepción a su proa. A popa del galeón de Casa Alegre estaban situados el patache Carmen, el aviso vizcaíno y la otra fragata francesa, cerrando la formación a retaguardia el San Joaquín. Los mercantes se colocaron a sotavento de la escuadra, mientras el Santa Cruz de don Nicolás de la Rosa, conde de Vega Florida, se sitúa en vanguardia.

El comodoro inglés supone que el tesoro va embarcado en los tres buques más grandes y hacia ellos dirige el ataque con sus tres navíos. El primero en abrir fuego fue el Kingston contra el San Joaquín alrededor de las cinco de la tarde, rompiendo la verga del palo mayor, y así se fueron abriendo camino los ingleses, mientras el San Joaquín fue perdiendo velocidad, pero pudo salir airoso con la ayuda de la urca Concepción.

El navío Expedition fue directo en busca del San José, abriéndose paso a cañonazos hasta encontrarse a unos trescientos metros de distancia que le lanza la primera andanada, a los que responde el San José por su costado de estribor. Con intenciones claras de abordaje, el inglés dispara al velamen y timón mientras se acerca. Casa Alegre ordena virar para zafarse del castigo pero no lo consigue. Con muy poca puntería por parte del San José, los dos navíos se acercan hasta los 60 metros y el Expedition se prepara para el abordaje, cuando a las siete y media de la tarde, ya de noche, el San José estalla en mil pedazos, dañando también al Expedition y a su asombrada tripulación, que veían cómo se esfumada un lujoso botín.

Su hundimiento fue muy rápido, salvándose sólo once marineros y pasajeros de las 600 personas embarcadas, cinco señala Fernández Duro, que son recogidos por un bote inglés. Justo Zaragoza da la cifra de 578 personas ahogadas. Perdido el tesoro de la capitana, Wager fue en busca de otra presa. A las dos de la madrugada se enfrentó a otro buque que creía que era el San Joaquín, pero se trataba del Santa Cruz, que pidió cuartel a las cuatro, cuando llegaron al combate los otros dos navíos ingleses una hora antes, y entre los tres buques lo dejaron a punto de hundirse. El capitán Long y algunos marineros se hicieron cargo de la presa en el que no encontraron ningún fabuloso tesoro, si acaso el dinero de los 300 particulares y tripulantes que viajaban a bordo. En la captura del buque español los ingleses manifestaron haber perdido 14 hombres y 90 el Santa Cruz.

Después de primer encuentro del galeón San Joaquín, se retiró a reparar los daños sufridos en jarcia y velas. A las tres de la madrugada navegó en dirección al combate anterior, hallándose sólo al amanecer del 9 de junio. Lo localizan los navíos Kingston y Portland. El Expedition no puede iniciar su persecución al encontrarse muy dañado en la arboladura, ordenando Wager a los dos navíos capturar al San Joaquín, algo que no lograron, a pesar de conseguir cañonearle sobre las dos de la tarde del día 10 de junio a la entrada de Cartagena, en los bajos de Salmedina.

Villanueva responde a la amenaza desarbolando parcialmente a uno de los navíos y consigue ponerse a salvo a la altura del fuerte de Bocachica, donde los ingleses no se atreven a seguirle. Los mercantes se salvaron de la destrucción, entrando en Cartagena ante la indiferencia de los ingleses. El resto de los buques fueron entrando en Cartagena. La fragata francesa Saint Sprit, que se encontrada a estribor por la proa del San José, descargó sus baterías contra el Expedition al principio del combate, asistida por la urca Concepción. Sabiendo que poco puede hacer contra los navíos enemigos se retira a Cartagena, seguida por la fragata Le Mieta y algunos mercantes.

Después de la explosión de la capitana, la urca Concepción y el patache Carmen navegaron al suroeste y después al este para refugiarse en aguas poco profundas. Al día siguiente, 9 de junio, el patache del capitán Araoz navega hacia Cartagena por el canal de Barú, lo que no puede hacer la urca por su mayor calado, que lo intenta al día siguiente por la isla El Rosario sin mucho éxito por la falta de viento, obligando al capitán José Francis a refugiarse en las costas de Barú. La tripulación encalla la nave ante la presencia de los navíos ingleses que acudieron por el aviso dado por un mercante de bandera sueca. A la vista de los ingleses, la tripulación incendia la urca.

El 19 de junio Charles Wager se retira a Jamaica con la única presa conseguida, dejando a los dos navíos y al brulote Vulture en las inmediaciones de Cartagena para evitar que los españoles escaparan. Para los ingleses fue un fracaso, ya que su verdadero objetivo no se había cumplido. Los capitanes Bridge y Windson fueron expulsados de la Marina inglesa por su pobre comportamiento en la persecución del San Joaquín. En contrapartida, Charles Wager es ascendido a contralmirante el 2 de diciembre de 1708.

En el bando español, el almirante Villanueva arremetió contra varios capitanes de la Flota, lo que le obligó a refugiarse en un convento ante el temor de ser asesinado. Los consejeros franceses del rey español Felipe V aprovecharon para convencerle que sólo en los buques franceses se podía confiar para traer los caudales salvados por Villanueva, teniendo que esperar hasta tres años hasta que llegaron los buques de guerra del jefe de escuadra Jean Ducasse a finales de mayo de 1711. El 3 de agosto de 1711 zarpa de Cartagena de Indias la Flota del tesoro para su regreso a España, contando con las siguientes unidades de escolta:

Navío San Joaquín. 64 cañones. Almirante Miguel Agustín Villanueva

Navío Saint-Michel. 70 cañones. Jefe de escuadra Jean Ducasse.

Navío Hercule. 60 cañones. Capitán Proglie.

Fragata Griffon. 44 cañones. Capitán Turroble.

Ducasse había dejado a la fragata Gallarde de Nantes en Cartagena de Indias para su defensa. Al día siguiente de la partida un fuerte temporal dispersa la flota. El comandante francés, con sus navíos y la mayor parte de la flota regresa a Cartagena de Indias, sin dar aviso al almirante Villanueva de sus intenciones. El día 7 de agosto el galeón San Joaquín, se encuentra con la única compañía de un patache, avista una escuadra, que cree son los buques de la escuadra francesa. En realidad se trataba de la escuadra del comodoro inglés Littleton, que había zarpado de Port Royal, Jamaica, el 26 de julio, con las unidades siguientes:

Navío Salisbury. 50 cañones. Capitán Francis Hosier.

Navío Salisbury Prize (ex francés Heureux). 50 cañones. Capitán Robert Harland.

Navío Jersey. 60 cañones. Capitán Edward Vernon.

Navío Newcastle. 50 cañones. Capitán Sampson Bourne.

Navío Weymouth. 50 cañones. Capitán Richard Lestock.

Navío Anglesey. 50 cañones. Capitán Thomas Legge.

Fragata Fowey. 40 cañones. Capitán Robert Cahdwick.

Cuando Villanueva se da cuenta del error es demasiado tarde y decide enfrentarse a los británicos. El San Joaquín se rindió ante enemigo tan abrumador, pero antes tuvo que morir Villanueva por una bala de mosquete. Los británicos tuvieron un muerto y seis heridos. El patache que acompañaba al navío sería capturado por el comandante Vernon con el Jersey. Tal y como se desarrollaron los hechos, y aunque no hay pruebas de ello, parece evidente que el San Joaquín fue un señuelo preparado para salvar el tesoro. Antes de la partida, y por orden del rey Felipe V, el tesoro es trasladado del galeón de Villanueva a los buques franceses, un duro golpe para el orgulloso almirante español. A los tres días de lo ocurrido, Ducasse parte de Cartagena y divide sus fuerzas hacia Port du Paix y a Martinica, para llegar finalmente a España, siendo por ello colmado de honores.

Bibliografía:

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Zaragoza, Justo.: Piraterías y agresiones de los ingleses en la América española. Edición de José María Sánchez Molledo. Editorial Renacimiento, 2005.

Compilada por Santiago Gómez.

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