Balandra Trucha 1780

Posted By on 11 de julio de 2012

Balandra construida en Ferrol en 1780.

Armada con 10 a 12 cañones.

El 7 de agosto de 1780 entró en el puerto de Cádiz con la fragata mercante británica Trident, armada con 8 cañones montados y portas para 16, 13 hombres de tripulación y 5 pasajeros, entre ellos dos oficiales de infantería. Había salido de Gibraltar la noche del 30 de julio y al día siguiente fue apresada por el navío Terrible.

El 28 de febrero de 1781 zarpó de Cádiz la balandra de guerra Trucha, al mando del teniente de navío don Luis Arguedas en una comisión de carácter científico. Estaba previsto que el 23 de abril de 1781 hubiera un eclipse de sol y el mejor lugar para observar el fenómeno era la isla de Santo Domingo. Era tan importante este eclipse para la comunidad científica internacional que incluso la Corte de Londres expidió por dos veces un pasaporte que garantizaba la inmunidad a la balandra española y a su tripulación, ya que el acontecimiento era «motivo de tanto interés para todas las naciones cultas». Con este pasaporte hubiera podido realizar Arguedas su viaje sin problemas de ser capturado por corsarios o buques de guerra británicos. No hay que olvidar que España y Gran Bretaña se encontraban en guerra desde junio de 1779 en la llamada guerra por la independencia de las Trece Colonias.

Los asiduos a la historia naval española y británica conocen bien cómo se las gastan los segundos cuando se trata de no respetar tratados, convenciones o el más elemental trato civilizado entre personas. Buena parte de los llamados corsarios británicos pueden ser clasificados sin error a equivocarse como auténticos piratas. El 9 de marzo a la altura de las Islas Canarias la balandra fue detenida por la fragata corsaria británica Matilde cuya tripulación descerrajó baúles, robando gran parte de su contenido, muchos víveres y casi todas las armas portátiles que llevaban de común consentimiento con el gobierno de Londres, para el caso de dar en una costa brava u otro accidente imprevisto. A pesar de ser una balandra de guerra no llevaba cañones ya que las condiciones del pasaporte así lo estipulaban. Por esta razón no pudo oponer resistencia a la detención de los corsarios. Los corsarios maltrataron con palabras y golpes al contador y otros individuos de la dotación. Su único propósito era robar todo el dinero que pudieran. La balandra española siguió su navegación.

El 11 de abril se encontraron, a la altura de la Isla de San Martín, con otros dos bergantines corsarios británicos que le dieron caza en seguida. Uno de los bergantines detuvo a la balandra y tras leer el pasaporte de su gobierno, el capitán les dejó libres, comportándose como un verdadero corsario que que actúa al servicio de su gobierno. Antes de marcharse advirtió a Arguedas que el capitán del otro bergantín, que se estaba acercando, era un hombre de malísima intención y que para evitar ser testigo de las tropelías, que seguro iba a cometer, se largaba cuanto antes para no verse mezclado en el asunto. Efectivamente, el otro buque corsario, llamado Venus, les abordó y pudieron comprobar que su capitán era un auténtico «hijo de la Gran Bretaña». Su capitán se llamaba William Barton, quien envió un bote a las 6 de la tarde, obligando a pasar a su bordo a varios oficiales españoles. Estos le enseñaron los documentos con los sellos de su gobierno, pero Barton pasó de dichos papeles y declaró buena presa la balandra. Al día siguiente avistaron dos embarcaciones e hicieron bajar a la bodega a los oficiales, clavando las escotillas y despreciando con mofa las reconvenciones que se le hacían. Entretanto pasó el bote varias veces a la balandra para robar cuanto les dio la gana.

En el mismo mes de abril entró la supuesta presa con bandera de tal en la isla británica de la Tórtola para ser vendida, mientras el corsario británico esperaba fuera del puerto. Y habiéndose presentado Arguedas al gobernador de la isla con los pocos papeles que había podido conservar, pues los corsarios habían echado a la mar varios documentos para que los españoles no pudieran justificarse, fue declarada la libertad de la Trucha y su dotación. Arguedas vio el terrible saqueo que habían realizado en su balandra, ya que incluso el propio Barton se había disfrazado de marinero para asistir en persona a robar todo cuanto pudo. Así desaparecieron instrumentos, provisiones, utensilios,…dejando incluso a la tripulación sin ropa para poder bajar a tierra. El gobernador británico tomó nota de este atentado a instancias del comandante español, pero el corsario Venus hacía tiempo que había escapado. La balandra regresó a la península en 1783.

En enero de 1789 se encontraba en la Habana.

En 1793 se encontraba armado en el departamento de Cádiz.

Dada de baja en 1797.

Bibliografía:

Gaceta de Madrid, nº 66. Cádiz 7 de agosto de 1780. Publicado en Madrid el 18 de agosto de 1780, página 605.

Gaceta de Madrid, nº 85. Cádiz, 12 de octubre de 1781. Publicado en Madrid el 23 de octubre de 1781, páginas 838-840.

Estado General de la Real Armada, Imprenta Real, Madrid, 1793, página 149.

Martínez de Padín, Leopoldo.: Historia política, religiosa y descriptiva de Galicia. Tomo I. Madrid, 1849.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería biográfica de los Generales de Marina. Madrid, 1873.

VV.AA.: El Buque en la Armada española. Editorial Sílex. Madrid, 1999.

Compilada por Santiago Gómez.

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