Biografía de don Rodrigo de Urrutia y de la Rosa

Posted By on 23 de agosto de 2012

Capitán de navío de la Real Armada Española.

Vino al mundo en la población de Quesada, actual provincia de Jaén, a lo largo del año de gracia de 1708. Fueron sus padres, don Rodrigo de Urrutia y de su esposa, doña Antonia de la Roda y Román.

Sentó plaza de guardiamarina en la compañía del Departamento de Cádiz, el día 18 de diciembre del año de 1726. Expediente n.º 47.

Durante su estancia en la Compañía destacó sobre todo en las matemáticas, a lo que se añadió su excelente comportamiento a bordo desde guardiamarina y en los grados de oficial subordinado, todo esto le proporcionó que sus superiores lo destinaran a dar clases de profesor en la misma Compañía, ya que estando embarcado siempre se le dio el puesto de Mayor (Estado mayor) de  los buques y divisiones, siendo destinado como alférez y teniente en los momentos que quedaba desembarcado, así fue transcurriendo su carrera.

En el mes de abril del año de 1741, se le otorgó el mando del navío Poder, del porte de 60 cañones, siendo un mercante armado, puesto a las órdenes del teniente general don Juan José Navarro, con el que zarparon de Cádiz con rumbo a Ferrol, para forzar el bloqueo que ejercía sobre este puerto una escuadra británica, pero al llegar ya no se encontraron, pudiendo entrar y recoger a otro navío y una fragata, zarpando de nuevo con rumbo a la bahía de Cádiz.

Estando en la bahía arribó el navío Real Felipe, del porte de 114 cañones al que pasó su insignia don Juan José Navarro unos meses más tarde recibió la orden de salir con rumbo a Barcelona donde se alistaba un convoy de tropas destinadas a Parma, enviadas en socorro del duque de Montemar, que se había encontrado con problemas, de hecho ésta era la segunda expedición con tropas en su refuerzo, pero la escuadra del almirante Haddock le iba buscando y lo encontró en la bahía de Cádiz, por ello bloqueó el puerto impidiendo la salida de la escuadra española, pero por una vez en la historia se levantó un temporal que obligó al almirante británico a buscar refugio en Gibraltar, lo que aprovechó Navarro para hacerse a la mar el día 15 de noviembre del año de 1741.

Al pasar por Gibraltar se avisó al almirante Haddock, quien reaccionó lo antes posible volviendo a alistar la escuadra y zarpar en persecución de la española, siendo el día 19 de diciembre cuando la española se encontraba cerca de Cartagena, pero la británica ya la tenían pegada a la popa, pero justo en ese instante salía del puerto la escuadra francesa al mando De Court de la Bruyère, lo que hizo mantenerse a alguna distancia a Haddock, el francés se dirigió a él y le dijo que tenía orden de su Rey de proteger a la española, esto convenció al británico de variar el rumbo a Mahón, pero dejó para vigilar a varias de sus fragatas.

La escuadra combinada prosiguió viaje a Barcelona, el día 22 siguiente un nuevo temporal sufrió esta escuadra, provocando graves daños en arboladuras y cascos, sobre todo en el insignia de don Juan José Navarro, pero no se pararon continuando viaje, arribando a Barcelona el día 4 de enero del año de 1742, las tropas comenzaron inmediatamente a subir a bordo de los cincuenta y cuatro mercantes, de forma que el día 14 zarpaba por tener un viento favorable la escuadra combinada y la flota de transporte con rumo a Toscana, como jefe de las topas iba el marqués de Castelar.

Otra vez el día 21 se desató otro fuerte temporal que obligó a todos a buscar refugio en las islas Hyères, donde permanecieron unos días dedicados por completo a reparar averías, al amainar el temporal zarparon con rumbo a Génova, puerto al que arribaron y desembarcaron las tropas.

Estando fondados en el puerto llegaron noticias de haber aumentado la escuadra británica, llegando ahora a los veintinueve navíos, que ya eran más que las dos escuadras aliadas juntas, para evitar caer en el mismo puerto, zarparon a los pocos días pero otro temporal que se levantó les obligó a volver a entrar, esperaron a que amainara y al hacerlo para no perder tiempo picaron los cables de las anclas zarpando inmediatamente, de nuevo a los pocos días se levantó otro temporal aunque de menor fuerza, pero se vieron obligados a refugiarse otra vez en las islas Hyères, en esta ocasión fueron los buques franceses los que peor lo pasaron.

Por ello después de estar unos días reparando las averías, acudió Le Court de la Bruyère al insignia de don Juan José, para decirle que se dieran prisa y arribar a Tolón lo antes posible, pues tanto los cascos como las dotaciones estaban muy cansadas de tanto temporal y necesitaban recuperarse, así como evitar un encuentro en estas condiciones con la escuadra británica que ya sabían superior en número, cuando se vió que era posible zarparon con rumbo a la base francesa donde arribaron el día 24 de enero el año de 1742.

Al arribar los buques franceses fueron poco a poco puestos en seco y reparados, no así los españoles que los hicieron con los medios de abordo y sus propios carpinteros y calafates, el tiempo iba transcurriendo y nada se decidía para salir, lo que llevó a don Juan José Navarro a dar órdenes para realizar prácticas las dotaciones y a sus jefes, de forma que no perdieran el buen punto de entrenamiento, ambas aprovechaban el tiempo ejercitando a sus dotaciones, la española en el tiro de cañón y la francesa con botes, en señales y evoluciones.

Permanecieron en Tolón dos años bloqueadas por la escuadra británica, compuesta por veintinueve navíos al mando de Haddock, poco tiempo después llegó el vicealmirante Matthews con cuatro navíos subiendo la cifra a treinta y tres, pero además tomó el mando relevando al anciano almirante Haddock.

Tan pésimas eran las condiciones, que cuando se decidió salir ya llevaban un tiempo los españoles sufriendo una epidemia, por ello faltaban hombres en todos los buques, para mejorar la situación don Juan José ordenó dejar en el puerto las fragatas Javier, Fama, Paloma, Retiro y Galga, reforzando de esta forma las dotaciones de los navíos quedando casi al completo.

El día 20 de febrero del año de 1744, se hicieron a la mar las dos escuadras divididas en tres cuerpos, formando la vanguardia y centro o batalla los franceses, dejando en la retaguardia a la española sola. Mala protección iba a dar con esta distribución, como de hecho posteriormente al combate, don Juan José comunicó al Rey, pues lo natural era haber intercalado ambas escuadras, de forma que si ataban a un español se pudiera ver afectado un francés y entonces responder.

El combate después de unas escaramuzas se entabló el día 22, siendo duro y porfiado, comenzando a las doce y cuarto, retirándose el almirante británico por sus muchas averías en sus buques principales como era su insignia, sobre las dos de la tarde a reparar averías, regresando posteriormente pasada una hora con brulotes que enviaron contra los españoles sin lograr nada con ellos, optando el almirante Matthews por ser inexpugnable la pequeña línea española, por retirarse sobre las seis y media de la tarde, dejando el mar por los españoles continuando los dos días siguientes en la zona, sin volver a aparecer la escuadra británica.

El combate particular del navío Poder, de 60 cañones, comenzó enfrentándose al Princess, de 70 cañones. Pero el fuego del español fue de tal efectividad que por dos veces el capitán británico, Pett decidió arriar la bandera, siendo disuadido de ello por su segundo. El navío británico se vio obligado a dejar su sitio a otros compañeros que siguieron atacando al Poder, siendo el Somerset, de 80, que pronto quedó desarbolado, el Bedford, de 70, el Drangon, de 60 y el Kingston, de 60. El español continuó increíblemente resistiendo, hasta que llegó el Berwick, de 70, procedente de la vanguardia, que abandonó su puesto en la línea de combate y pasó a sotavento, atacando por estribor al Poder, que incomprensiblemente se mantenía por esa banda incólume hasta este momento, mientras los anteriores le habían estado batiendo solo por la banda de babor.

Ante tan abrumadora mayoría, el Poder acabó acribillado, al cabo de cuatro horas de combate contra fuerzas muy superiores, estaba desarbolado de todos sus palos, muy maltratado todo su equipaje y con la pérdida de más de la mitad de su tripulación, no pudiendo ser socorrido lo que convenció a su comandante, don Rodrigo de Urrutia, quien convocó Consejo de Guerra de oficiales, de él salió la orden de  arriar la bandera suspendiendo el fuego al hacerlos los enemigos, rindiéndose al Berwick, lo curioso de esta acción es que pasó una dotación de presa británica para marinarlo, estando de jefe de ella el sobrino del gran almirante Vernon.

Por su parte, al ser trasladado su comandante el capitán de fragata don Rodrigo de Urrutia y de la Rosa a presencia del almirante británico Matthews, éste le ordeno ponerse la espada, diciéndole: « Usted merece llevarla, aunque prisionero » A tanto había llegado el valor demostrado de su buque, que si bien mercante, había combatido hasta con seis enemigos en algún momento.

Sobre el navío Poder apresado hay divergencia de opiniones, según los franceses fueron ellos los que lo recapturaron, capturando a la dotación británica, pero viendo su mal estado le pegaron fuego. Según el diario de don Juan José Navarro dice: « Los ingleses lo encontraron al Poder sin gente, y en la imposibilidad de llevárselo, fueron ellos quienes le incendiaron » siendo otras fuentes quienes indican que fue el navío británico Essex quien hizo el trabajo.

Por los méritos contraídos en este combate se le ascendió al grado de capitán de navío, por Real orden del día 2 de noviembre del año de 1750.

Siendo nombrado capitán de la compañía de guardiamarinas, del Departamento de Cádiz. Única existente entonces.

Le sobrevino el óbito el día 1 de septiembre del año de 1751, al parecer por causas naturales, en el cumplimiento de su destino en la ciudad de Cádiz.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

González de Canales, Fernando. Catálogo de Pinturas del Museo Naval. Tomo III. Ministerio de Defensa. Madrid, 2000.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

Vargas y Ponce, Josef de.: Vida de D. Juan Josef Navarro, primer marqués de la Victoria. Colección de Varones ilustres de la Marina Española. Imprenta Real. Madrid, 1808.

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