Biografía de don Ramón Lorenzo Romay y Jiménez de Cisneros

Posted By on 29 de junio de 2014

Ramón Lorenzo Romay y Jiménez de Cisneros. Cortesía del Museo Naval. Madrid.

Ramón Lorenzo Romay y Jiménez de Cisneros. Cortesía del Museo Naval. Madrid.

XX Capitán General de la Real Armada.

Gran Cruz de la Muy Distinguida Orden Española de Carlos III.

Ministro de Marina.

Nació en la ciudad de la Coruña en el año 1764, siendo sus padres don José Ignacio Romay Bermúdez y doña María Jiménez de Cisneros.

Sentó plaza de guardiamarina el 25 de junio de 1780, en la Compañía del Departamento de Ferrol. Expediente N.º 2.606.

Al aprobar sus exámenes teóricos embarcó en buques destinados al corso, al regreso de uno de sus cruceros se le entregaron los galones de alférez de fragata el 21 de diciembre de 1782, participó como oficial subordinado a las expediciones contra Argel, al mando del general don Antonio Barceló, de los años 1783 y 1784, al regreso de esta última se le entregó al Real orden del 15 de noviembre del propio año, con su ascenso al grado alférez de navío por su demostrado valor.

Por Real orden del 21 de septiembre de 1789 se le ascendió al grado de teniente de fragata.

Pasó destinado a la escuadra al mando del general don Francisco de Borja, zarpando el 26 de febrero de 1793 de Cartagena, realizando toda la campaña de Cerdeña, participando en la toma de las islas de San Pedro y de San Antíoco, el apresamiento de la fragata francesa Hèléne y la quema de la Richmond, su viaje a Génova y posteriormente a Córcega, pasando a dar protección de los ejércitos napolitano y piamontés, sobre la ribera del Var, continuando hasta Niza y Villafranca, estando aquí se desató una epidemia por el mal estado de los víveres, obligando al general Borja a regresar a Cartagena, arribando entre los días 8 y 9 de agosto siguiente, donde desembarcaron a más de tres mil hombres enfermos.

Por Real orden del 22 de noviembre de 1794 se le ascendió al grado de teniente de navío.

Pasó a la escuadra del general don Juan de Lángara, participando en la defensa de Rosas y el bloqueo a la isla de Santa Margarita, permaneciendo en la mar hasta ser firmada la Paz de Basilea el 22 de julio de 1795, al finalizar las hostilidades regresó la escuadra a Cartagena.

Posteriormente trasbordo al navío Mejicano, de la escuadra del general don José de Córdova, participando en el desdichado combate del cabo de San Vicente del 14 de febrero de 1797, en el que al morir su comandante y su segundo permanecer en la enfermería, pasó a tomar el mando del navío como oficial más antiguo, logrando arribar a la bahía de Cádiz en muy mal estado el 3 de marzo siguiente.

Fue nombrado por el nuevo general don José de Mazarredo como su Ayudante, participando en los combates de las fuerzas sutiles compuestas por las famosas lanchas cañoneras y obuseras, por ser el único medio capaz de al menos molestar a los enemigos y lo consiguieron.

Se le otorgó el mando de la corbeta Infante D. Carlos, realizando varios viajes en comisión de correo a Tierra Firme, Veracruz y la Habana, en uno a éste puerto fue apresado por una fragata británica, siendo canjeado, a su regreso pasó el pertinente consejo de guerra, juzgando su conducta, saliendo del mismo con los máximos honores por las decisiones tomadas.

Entre 1798 y 1808 se mantuvo en su Departamento realizando varios cruceros por el mar Cantábrico.

Encontrándose en su destino, les llegó al noticia del alzamiento nacional del 2 de mayo de 1808 por el intento de la invasión napoleónica, salió en el mes de junio siguiente con el ejército de la izquierda, en el mes de noviembre se le otorgó el mando del segundo batallón del sexto regimiento de marina, permaneciendo a su mando hasta ser ascendido al grado de capitán de fragata en mayo de 1809, siendo nombrado comandante del tercer batallón, permaneciendo hasta el mes de marzo del año 1811, por haber sido ascendido al grado de capitán de navío.

En estos años participó en la toma de Zornoza, en el combate de Espinosa de los Monteros, en las tres de la ciudad de Lugo, el de Santa Marta de Tera, en el ataque a la Bañeza, en la que puso en fuga y desalojó a los franceses, a quienes les capturó setecientos hombres, tomándoles además muchos caballos, entonces muy importantes, armas y municiones.

Pasó a mandar un regimiento, con el que estuvo en las últimas operaciones del sitio de Astorga, así mismo participó en la toma de la villa, en la reconquista del fuerte de Tordesillas y la ciudad de Valladolid.

Continuo las operaciones hasta llegar a Torre Marcorbo, ya en el país vecino de Portugal, por ello se le ordenó regresar al Departamento de Ferrol con su regimiento, para quedar de guarnición y protección, de la ciudad de Coruña donde llegó el 29 de diciembre de 1813.

El 2 de marzo de 1814 se le ordenó acudir con su regimiento a Guipúzcoa, buscando un lugar para posicionar a su unidad, eligiendo Pasajes para su cometido.

Estando en éste puerto por orden de Wellington, nombrado generalísimo de los ejércitos españoles, le ordenó organizar una pequeña división naval, lo consiguió poniendo en servicio una goleta y un bergantín que habían sido apresados a los enemigo, más nueve lanchas de pesca que fueron armadas, cuyas dotaciones salieron de sus hombres del regimiento y puestas al mando de los oficiales de marina que él escogió de su unidad militar.

Ya organizadas, se pusieron a las órdenes del comodoro Coller, quién con sus buques le prestaba el apoyo necesario a las fuerzas sutiles españolas y con ellas participó en el bloqueo de la ciudad de San Sebastián, al ser conquistada la ciudad sus fuerzas fueron disueltas, por ello regresó a prestar el servicio pie a tierra, participando en el combate de San Marcial.

Fue de los pocos españoles y sus unidades que pasaron a Francia, participando también en el combate de Tolosa de ese país, pero al mando ya de una brigada, el 10 de noviembre de 1813 se le puso al mando de la división a la que pertenecía su brigada, por causar baja el general al mando, atacó a los napoleónicos en el río Nivel, continuando el avance hasta el 10 de abril de 1814 en que tuvo lugar el combate de Tolosa de Francia.

Por la arbitraria orden de Wellington, de prohibir a las unidades españolas avanzar más en territorio enemigo por temor a las posibles represalias, se le ordenó regresar con su unidad a su base de partida en Ferrol, donde llegó el 20 de enero de 1815.

Por el famoso Real decreto firmado en Valencia el día 4 de mayo del año 1814, quedó abolida la Constitución regresando al poder absolutista el Monarca, se produjeron levantamientos, uno en Navarra fue vencido y otro en Galicia, por ello en el mes de agosto siguiente, unido a la causa de regresar a la Constitución sacó a su regimiento furtivamente del Arsenal, llegando a Coruña, donde se unió a la sublevación constitucional encabezada por el general Porlier, llegando a conquistar la ciudad de Santiago.

Por ello y hecho prisionero el general Porlier, fue sentenciado y ajusticiado a morir en la horca, esto fue presenciado personalmente por Romay y varios de sus compañeros, situados en un lugar recóndito desde el cual pudieron ver la ejecución, pero sin ser vistos.

Después comenzó una huída esperanzadora, la cual les llevó al Reino Unido, pues al aplicar la justicia del Rey fue dado de baja en la corporación por Real decreto del 4 de diciembre de 1815, por otra Real orden del 12 de agosto de 1819, se le condenó a ser arcabuceado, pero por la espalda al ser declarado en rebeldía, más la confiscación de todos sus bienes.

Pero como los tiempos que corrían no eran nada saludables, al producirse el 1 de enero de 1820 la sublevación del general Riego en la población de Cabezas de San Juan, la cual se extendió por todo el país obligando al Monarca a jurar la Constitución el 7 de marzo siguiente, el nuevo Gobierno le ordenó regresar siendo rehabilitado por Real orden del 25 de marzo siguiente con el grado de brigadier, siendo destinado como comandante de su antiguo sexto regimiento, tomando posesión el 10 de julio el mismo de su llegada a Ferrol, donde se le tributó un recibimiento como un verdadero héroe, siendo todo un acontecimiento pues se organizó una manifestación de verdadero entusiasmo.

Por Real orden del 5 de abril de 1821, se le nombró comandante general de la provincia de Tuy, entregando el mando del 6º regimiento de Marina, por ello se desplazó hasta Vigo, en este cargo demostró su propia libertad, pues para nada intervino en peleas de sus enemigos políticos y jamás se enfrentó a ellos, dando muestras de imparcialidad a gran altura.

Por Real orden del 23 de abril de 1823 fue ascendido al grado de contralmirante, equivalente al de jefe de escuadra que fue abolido durante el Trienio Liberal.

En éste mismo año se le nombró Ministro de Marina, cargo que se negó a aceptar, pero continuó estando en el Gobierno, hasta la llegada de los ‹Cien mil hijos de San Luis›, restableciéndose el 1 de octubre de 1823 el absolutismo del “Deseado” don Fernando VII.

Viéndose obligado a salir huyendo regresando al Reino Unido, donde pudo llegar embarcando en el mismo Vigo, no resultándole tan dura como la primera vez, a pesar de la intensa búsqueda de la autoridad sobre su persona.

Permaneció en aquella isla, hasta que la benevolencia del Rey decretó la amnistía general de 1832, por ello pudo regresar a Ferrol en septiembre de 1833, por Real orden del 7 de noviembre siguiente, se le autoriza a llevar uniforme y junto a él una justificada pensión, pero por su desafección al Rey, se le impidió poder tener mando efectivo de buque o tropa, por otra Real orden del 24 de diciembre siguiente se le nombra comandante de marina de la provincia de Bilbao, donde llegó el 29 de enero de 1835 de transporte en el bergantín Guadiana, tomando posesión de su cargo el 16 de marzo siguiente.

Al fallecer el rey Fernando VII y comenzar la Regencia de la reina María Cristina de Borbón su cuarta esposa, por minoría de edad de la reina doña Isabel II, fueron sucediendo una serie de buenas intenciones por parte de la Reina Regente, encaminadas a quitar hierro a asuntos que el fallecido Rey, con sus “acertadas” disposiciones había dejado muy enconados.

Entre ellas estuvo la del perdón Real a todos aquellos que en vida de su esposo, habían defendido la constitucionalidad de las Cortes nacidas en Cádiz, un 19 de marzo de 1812, por eso recibió el nombre de la ‹Pepa›

El Gobernador de la plaza y provincia, conde de Mirasol, haciendo mención del primer sitio de esta plaza, en la primera guerra Carlista escribió al Gobierno en estos términos: «El brigadier don Ramón Romay dejando aparte sus años y los respetos a que le soy deudor, como su antiguo subalterno, ha concurrido a los parajes de más riesgo y exposición, dando pruebas de aquel valor y presencia de ánimo que tanto distinguió a nuestros antiguos marinos.»

Como consecuencia de ello por Real orden del 10 de julio de 1835 y a petición de su anterior subordinado, se le otorgó y distinguió con la Cruz del Primer Sitio, a lo que se añadió su total rehabilitación reconociéndole el empleo efectivo de jefe de escuadra, pero retroactivamente con antigüedad del 23 de abril de 1823, cuando le fue concedido durante el Trienio Liberal.

Por Real orden del 4 de enero de 1836, se le otorgó el mando del Departamento de Cádiz y por otra Real orden del 20 siguiente se le ascendió al grado de teniente general, por tener cumplidos los requisitos poco después se le otorgó la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, pasó a Cádiz de transporte en el bergantín Estatuto Real, tomando posesión de cargo el 24 de marzo.

Al ocurrir el pronunciamiento contra el Gobierno de Istúriz, a pesar del cargo que ocupaba y por él, se le eligió como presidente de la Junta Revolucionaría, constituida en la ciudad de Cádiz.

El 3 de diciembre de 1836, fue elegido y nombrado, Ministro del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, desplazándose a Madrid tomando posesión del Ministerio el 13 de febrero de 1837, permaneció en el cargo hasta el 10 de septiembre siguiente, pues había solicitado ser jubilado por encontrase enfermo y muy anciano, siéndole concedido y en agradecimiento a sus servicios S. M. le concedió la Gran Cruz de la Orden Americana de Isabel la Católica.

Por Real orden del Regente del 12 de enero de 1842, abandonó la ciudad de Madrid pues su clima no le era favorable para recuperar su salud, por ello se dirigió de nuevo a la ciudad de Cádiz, siendo declarado estar exento de todo servicio en la Armada, pero esto último no le gustó, pues consideraba que un militar nunca se llega a jubilar absolutamente, así a pesar de no encontrarse bien y ser un anciano, regresó a Madrid a pedir explicaciones de su retiro forzado.

Fue recibido por el Ministro, pero no le hizo mucho caso pues la Real orden estaba firmada, decidió quedarse en Madrid a la espera de acontecimientos, como eran tiempos variables, sucedió lo que esperaba, poco después era el Regente el que salía de España, pasando a ocupar la cartera de Ministro de Marina don Olegario de los Cuetos, compañero de antiguas andanzas, quien presentó la Real orden a la Reina quien la firmó, por ella regresaba al servicio activo, pero no se paró aquí, pues por otra Real orden con fecha del 11 de mayo de 1843, era nombrado vicepresidente del Almirantazgo y por otra del 2 de junio siguiente, se le promovía a la más alta dignidad de la Armada, como su Capitán General como supernumerario.

Por Real decreto del día 19 de agosto siguiente fue suprimida la Junta del Almirantazgo, siendo activada la Dirección General de la Armada, ordenando S. M. que por estar enfermo su propietario el Capitán  General y Director General don José Sartorio, fuera ocupada por Romay.

Por otro Real decreto del 8 de noviembre y por motivo de la mayoría de edad de doña Isabel II, se le concedió la Gran Cruz de la Muy Distinguida Orden Española de Carlos III, por fallecimiento de don José Sartorio, con fecha del 30 de diciembre se le entregó en propiedad el título de Capitán General de la Armada y su Director General.

Precisamente el 19 de noviembre de 1843 se inauguró provisionalmente el Museo Naval, en la Casa de los Consejos sita en la calle Mayor de Madrid, por la iniciativa que de él surgió de acelerar las obras y llegar a verlas concluidas, siendo su máximo valedor. Y a quién todos le debemos el poder contar hoy, con uno de los mejores Museos Navales del mundo.

En 1845 se transformo el Senado en Cámara vitalicia, por ello se le nombró Senador del Reino, y por las gracias Reales por las nupcias de la Reina doña Isabel II y su hermana, la Infanta doña María Luisa Fernanda, se le concedió a su esposa doña Dolores Urzais, la banda de Damas Nobles de la Reina María Luisa.

Permaneció en ejercicio de su alto cargo hasta el mes de septiembre de 1847, de nuevo en febrero de 1848 se le cambió el nombre a la más alta institución de la Armada, regresando a la Dirección General de la Armada, aunque se le mantuvo con el título de Director, se nombró un subdirector para que la ejerciera en su nombre.

Le sorprendió la muerte en el cumplimiento de tan alto cargo, el 23 de mayo del año 1849, en Madrid, cuando contaba con ochenta y seis años de edad, de ellos setenta de servicios a España.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

González-Aller Hierro, José Ignacio.: Catálogo – Guía del Museo Naval de Madrid. Mº de Defensa. Armada Española. Madrid, 1996. 3 Tomos.

González de Canales, Fernando. Catálogo de Pinturas del Museo Naval. Tomo II. Ministerio de Defensa. Madrid, 2000.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Válgoma y Finestrat, Dalmiro de la. Barón de Válgoma.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

VV. AA. Historia General de España y América. Ediciones Rialp. Madrid, 1985-1987. 19 tomos en 25 volúmenes.

Compilada por Todoavante ©

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