Biografía de doña Isabel de Barreto
Posted By Todoavante on 10 de julio de 2015
Adelantada de las islas Salomón.
En mayo de 1586 contrajo matrimonio don Álvaro de Mendaña con doña Isabel de Barreto, dama perteneciente a una de las más nobles familias de Lima, de la cual tuvo el total apoyo para poder armar la expedición para su segundo intento de colonizar las islas Salomón. Por ello embarcaron familias enteras para asentarse en ellas, formando así un núcleo que posteriormente se podía ir ampliando siendo un lugar muy aceptable, como escala de viaje a las Filipinas. La composición de la flota era de cuatro buques, la Capitana: San Jerónimo; Almiranta: Santa Isabel; galeota: San Felipe y la fragata; Santa Catalina. Como capitán general de ellas iba Mendaña, a quién acompañaba su esposa doña Isabel de Barreto, seguida de tres de sus hermanos, de piloto mayor de la flota Fernández de Quirós y capitán de la Capitana, como maestro de campo Pedro Merino Manrique, transportando en total trescientas setenta y ocho personas, de ellas doscientos ochenta eran soldados, la mayoría de los nuevos pobladores lo eran de Lima y el Callao pero de vagos y maleantes, siendo las mujeres las que voluntariamente se quisieron prestar a esta aventura, añadiendo un peligro más a la expedición.
Zarparon aprovechando un buen viento el 9 de abril de 1595; como la flota no estaba al completo de sus necesidades, fueron barajando la costa para ir terminando de abastecerse, una vez las naves al completo de sus provisiones, pusieron rumbo a la isla visitada de San Cristóbal. Según los datos de Mendaña del anterior viaje, la isla debía de estar situada entre los paralelos 12º a 7º de latitud Sur, pero sabemos que en esta época los datos podían variar mucho de quien los realizaba, porque después de navegar mil leguas, el 21 de julio divisaron una isla, pero no era de las visitadas en el primer viaje, por ello la bautizaron Magdalena, su nombre nativo era la Fatuiva, encontrándose en el paralelo 10º S., y según apreciación debía tener como unas diez leguas de bojeo. De todas formas desembarcaron, pero casi nada más hacerlo fueron atacados por lo naturales, al verlos Mendaña dio por sentado no pertenecía al archipiélago de las Salomón, pues su habitantes eran distintos. Aún así se enfrentaron a los indígenas quienes como era normal al hablar los arcabuces, se vieron superados falleciendo diez de ellos, sumando los heridos muchos más, siendo convencidos que lo mejor era firmar la paz ofrecida por los españoles y así se hizo. Terminadas todas las conversaciones y el protocolo de la firmar, Mendaña dio orden de embarcar e ir en busca de las islas visitadas por él en su primer viaje, continuaron descubriendo nuevas islas siendo bautizadas, como las de San Pedro, Dominica, Santa Cristina y Madre de Dios, más otras que no figuran sus nombres, pero Mendaña bautizó a este nuevo archipiélago como las Marquesas de Mendoza, en honor a la esposa del Gobernador del Perú, tomando posesión de ellas en nombre del Rey de España el 28 de julio de 1595.
En estas islas estuvo posteriormente el explorado británico Cook en 1774, devolviéndole el nombre de Nukahiva por ser el nativo de la más grande de todas ellas.
Viraron rumbo a poniente, después de recorrer otras cuatrocientas leguas sufriendo graves temporales, en uno de ellos por ir la nave en lastre al haberse acabado toda el agua potable, no pudo soportar el mal estado de la mar, yéndose a pique la nao Almiranta Santa Isabel, al mando de don Lope de Vega desapareció para siempre, desconociéndose el lugar exacto, pues cada buque corrió como pudo la adversidad del océano. Al calmar los grandes temporales se encontraron en las cercanías de una isla, en cuyo centro se alzaba un gran volcán que precisamente estaba en erupción, por su causa provocaba terremotos marinos dadas las sacudidas de la misma isla, viéndose obligados a gobernar para alejarse de ella, llevándoles a avistar la isla de Vanikoro, (esta isla se hizo después famosa, por fallecer en ella La Pérouse) pero solo se acercaron con un bote para averiguar su nombre, al conocerlo prosiguieron viaje descubriendo otra nueva isla bautizándola Santa Cruz, pero el nativo era Nitendi. A ésta isla arribaron en septiembre, estando situada al Este del archipiélago de las Salomón, Mendaña la eligió para crear la nueva población, bautizándola Graciosa, estando situada en su parte norte, por ello rápidamente se intento levantar un fuerte y bajo su protección ir creando la ciudad.
Poco se pudo hacer, pues los nativos comenzaron a atacar y al mismo tiempo viéndose desamparados los que debían ser los nuevos habitantes, comenzaron las peleas internas, todos estos problemas fueron minando la salud de Mendaña. Uno de los peores actos fue el intento de asesinar a los hermanos de doña Isabel de Barreto, don Lorenzo, don Diego y don Luis, por parte del maestre de campo don Merino Manrique, asociado a su vez con otros dos soldados para así poder hacerse cargo de los buques y regresar al Perú, pero descubierto a tiempo, se les juzgó y fueron condenados a muerte, cumpliéndose la sentencia al día siguiente siendo ahorcados. Se cometió una grave falta de tacto, pues en vez de intentar atraerse a los nativos y acabar con los combates, los españoles ante la pasividad de Mendaña, quizás por estar muy enfermo, se enfrentaban con todas sus fuerzas agravando la situación, dado que los indígenas se veían reforzados por otros de islas cercanas, llegando al punto de inflexión que lo mejor era abandonarla. Tantos contratiempos y viendo que su proyecto no podía seguir, llamó a su presencia a todos los jefes de la expedición y estando reunidos incluida su esposa, a ella la nombró Capitán General y Adelantado de las islas Salomón, en esto todos estuvieron de acuerdo, falleciendo su marido el 18 de octubre de 1595 y unas horas después su hermano don Diego, siendo enterrado en la misma isla con todos los honores de Capitán General y Adelantado de las islas Salomón, y a don Diego con los correspondientes a capitán de un buque.
Doña Isabel, quien era una dama, pero no exenta en absoluto de un esclarecido talento y no menos enérgico carácter, supo inmediatamente controlar la situación, pues a los indígenas no les tenía ningún miedo, pero si algo a sus propios compañeros de viaje, por ello lo primero que hizo fue reunir a los mandos y entregar la responsabilidad de la navegación al piloto mayor don Fernández de Quirós, reservándose ella todos los demás poderes. Esto dice mucho de su fuerza moral, pues había perdido a su marido por enfermedad y a dos de sus hermanos en los enfrentamientos con los indígenas, pero a todo se sobrepuso y dejó muy claro quién era la que estaba al mando, advirtiendo a todos que en nada se iba a parar, si algunos intentaban dominar la situación contra su voluntad. Todo aclarado zarparon el 14 de noviembre de Santa Cruz con rumbo a la isla de San Cristóbal, al arribar a ella fueron ojeando para saber si se podía encontrar algo de la nao pérdida por los elementos, pero costeando toda la isla no hallaron restos ni posibles náufragos, por ello decidieron poner rumbo a las islas Filipinas, fue fijada su posición en 10º y subiendo a 11º por la 4ª de S.O. Zarparon de la isla con rumbo directo a las Filipinas, se tuvo la mala suerte que las dos naves más pequeñas se quedaran separadas de la capitana, sabiéndose tiempo después que la galeota San Felipe, había logrado arribar a la isla de Mindanao. El viaje con el buque maltratado y la dotación en mal estado por falta de comida y agua, se vivieron momentos difíciles, en una ocasión no faltándole a ella nada Quirós le pidió repartiera algo de su despensa, a lo que accedió sin muchas ganas, de todas formas al llegar aún quedaban vivos dos cerdos que se guardó, lo que dice mucho del carácter de la adelantada.
Arribó y fondeo la capitana en las cercanías de Manila el 11 de febrero de 1596, donde se recibió a doña Isabel de Barreto con todos los honores y agasajos pertinentes a su grado, pues las tropas formaron para su revista, se le hicieron las salvas de ordenanza siendo invitada a todas las corporaciones oficiales. Pero todo esto no evitó que el capitán general de la islas Filipinas, formara un consejo de guerra para aclarar todos los pormenores de la expedición, teniendo lugar el 16 de mayo de 1596, donde declararon por separado, doña Isabel de Barreto, el piloto mayor don Fernández de Quirós y los pocos oficiales que quedaron, pero ante las coincidencias de las declaraciones y los motivos aportados en el tribunal, salieron todos absueltos y en plena libertad.
Aquí prácticamente se acabó la expedición, pues aunque la intención era llegar a estas islas y abastecerse para regresar, la capitana había sufrido graves desperfectos muy complicados de reparar, solo la pericia del piloto mayor don Fernández de Quirós les permitió hacerlo al archipiélago Filipino; pero además en Manila no había suficientes buques para entregarle alguno más, por ello decidió quedarse en el puerto de la ciudad para aumentar su número, pues también estaban necesitados de manos y soldados. Doña Isabel fue alojada en una gran casa como correspondía a su cargo y guardo como era norma en la época el año de tocas, por respeto a su fallecido marido, pero dado su carácter no perdió el tiempo, pues poco después contrajo nuevo matrimonio con el capitán de galeones don Fernández de Castro. Cuando era la época de salida abordó los galeones de su marido, quien debía transportar a Nueva España las especias, siendo acompañada por su inseparable amigo el piloto mayor Quirós, arribando a Acapulco el 11 de diciembre de 1596, continuando viaje a ciudad de Méjico en el virreinato de Nueva España.
Su intención era proseguir amparándose en su titulo la colonización de las islas, para ello decidieron regresar a la península y hablar con el Rey en 1609. Mientras Quirós consiguió del virrey del Perú una nueva cédula en 1603, dando comienzo a su expedición en 1605. Al enterarse el matrimonio pusieron pleito a Quirós, pero al tener el permiso Real de nada les sirvió, al parecer durante el tiempo de espera a ser recibidos o bien después falleció don Fernando de Castro, al recibir doña Isabel la negativa de la sentencia decidió regresar a su tierra natal en Galicia, donde debió fallecer sin saberse fecha ni lugar.
Bibliografía:
Bosch Barrett, Manuel. Doña Isabel Barreto. Adelantada de las Islas Salomón. Ed. Juventud. Barcelona, 1943.
Pumar Martínez, Carmen. Españolas en Indias. Mujeres-soldado, adelantadas y gobernadoras. Ed. Anaya S.A. Madrid 1988.
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