Biografía de don Antonio María Fernández de Landa y López de Herrera
Posted By Todoavante on 24 de febrero de 2013
Teniente general de la Real Armada Española.
Vino al mundo en la población de Sanlúcar de Barrameda en el año de 1795, fueron sus padres, don Antonio Fernández de Landa y Toledo, capitán de navío y Maestrante de Sevilla, y de su esposa, doña María López de Herrera y Aguilar.
Su padre también marino le influyó en su decisión de seguir sus pasos, por lo que solicitó y obtuvo la Carta-Orden, sentando plaza de Guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz, el día 24 de abril del año de 1809 con dispensa de edad. Expediente. N.º 2.312.
En el año de 1810, participó en la defensa de la isla de León, cuando el mariscal de Francia Soult atacó la ciudad, ocupando su puesto en las baterías del Arsenal de la Carraca, desde donde se batió muy bravamente.
Por su anterior demostración de conocimientos y bien mandar, por Real orden del día 30 de diciembre del año de 1810, se le ascendió al primer grado de oficial, alférez de fragata, quedando destinado en el mismo Arsenal.
El día 2 de enero del año de 1811 se le dio la orden de embarcar como oficial subordinado en el navío San Pedro de Alcántara, con el que zarpó de la bahía de Cádiz con rumbo a las islas Canarias, Puerto Rico, Habana y Veracruz, donde arribó el día 17 de febrero siguiente, al llegar estaba en ebullición la rebelión en el virreinato de Nueva España, dándole la orden de desembarcar con las fuerzas de infantería de marina del buque, que se unieron a las que ya estaban al mando del brigadier don Rosendo Porlier, todos juntos se internaron en el territorio participando en varios de los combates que se dieron contra los independentistas.
De nuevo por su extraordinario comportamiento, por Real orden del día 6 de febrero del año de 1812 se le ascendió al grado de alférez de navío. Prosiguiendo en los combates que se daban, hasta el día 14 de junio del año de 1822, en que regresó a la plaza y puerto de Veracruz, único punto que quedaba en manos de los españoles.
(Hay que observar, que prácticamente estuvo en toda la guerra de independencia del Virreinato de Nueva España, que pasó a llamarse al quedar independiente con el nombre de la capital, Méjico, bautizada así por los españoles, aunque se le cambio la (j) por la (x))
Se presentó al jefe de marina de este puerto, consiguiendo un puesto embarcado en la goleta Belona, con la que se contribuía con su fuego a molestar a las posiciones insurgentes; un tiempo después fue elegido como oficial de órdenes del apostadero y más tarde, como capitán del puerto de Veracruz, donde seguía resistiendo la fortaleza de San Juan de Ulúa, los incesantes y contundentes ataques enemigos.
Como siempre y a pesar de las circunstancias que se daban en esa plaza en esos momentos, defendiendo su nombramiento de capitán del puerto, se tuvo que enfrentar al Gobernador de la fortaleza, el mariscal de campo don Francisco Lemaur, quien le formó consejo de guerra sumarísimo (los tiempos no estaban a favor de dilatar estas cuestiones), se formó, se dieron las explicaciones pertinentes y todos los oficiales estuvieron de acuerdo, en que Landa sólo había cumplido con su deber como marino y conocedor de las circunstancias, por lo que fue absuelto con todos los merecimientos que le acreditaban su experiencia.
Cuando la resistencia se hizo imposible, embarcó en el mes de enero del año de 1824 a bordo de la corbeta María Isabel, yendo de transporte y desembarcando en la Habana, al arribar se le ordenó quedarse a bordo del mismo buque como oficial, zarpando en varias ocasiones en misión de guardacostas, hasta que el día 25 de mayo del año de 1825, embarcó en un buque mercante particular y regresó a la Península, pasando a presentarse a su Departamento de Cádiz el día 19 de julio siguiente.
Se le destino como ayudante del Arsenal de la Carraca, donde permaneció procurando tener los máximos buques listos para zarpar, ante la manifiesta escasez del momento. Recibió una Real orden del día 9 de marzo del año de 1829, por la que se le ascendía al grado directamente de teniente de navío, no en balde había permanecido algo más de diecisiete años como alférez de navío.
Por Real orden del año de 1830 se le ordenó embarcar en el bergantín Realista, con el que zarpó rumbo al Mediterráneo, visitando los puertos de Palma de Mallorca, Barcelona y Valencia, mientras realizaba el corso contra las regencias norteafricanas, arribando al Arsenal de Cartagena en el año de 1832, donde se le destinó como ayudante de la Mayoría General del Departamento. Permaneció en el puesto, hasta recibir la orden del día 3 de enero del año de 1833, de pasar a su Departamento de Cádiz, donde arribó el día 14 siguiente, donde se le destinó al mismo puesto, pero de ayudante del Arsenal.
Al declararse la guerra civil (llamada Carlista) se le ordenó embarcar en la fragata Perla, con la que zarpó rumbo a Vigo, aquí quedó incorporado a la división del mando del capitán de navío don José del Río Elijio realizando varias salidas, en una de sus arribadas el buque fue destinado a cruzar entre el cabo de San Vicente y la desembocadura del río Guadiana, pasando posteriormente a la ciudad de Lisboa en comisión, de donde zarpó de nuevo con rumbo a Cádiz.
Al poco de llegar se le dio la orden de zarpar con rumbo a Vigo y a su arribada el buque fue destinado a cruzar sobre las costas de Cantabria en misión de guardacostas, para defender los derechos de doña Isabel II, contrarrestando el apoyo que otros países daban a las fuerzas del pretendiente, sobre todo buques con pabellón británico.
Quedando demostrado tal apoyo al efectuar un desembarcó por sorpresa en la población de Lequeito, con esta acertada decisión consiguió rodear y apresar a la Junta Carlista, junto a algunos de sus más importantes miembros, que defendían la causa de don Carlos, entre ellos varios del país extranjero mencionado.
Al regresar a Santander, fue elegido como oficial de órdenes interino de las fuerzas navales, misión que cumplió a la perfección, hasta el mes de diciembre del mismo año, por serle otorgado el mando del cañonero Gumersindo, con el que permaneció un año en apoyo de las fuerzas del ejército.
A principios del año de 1835, se le otorgó el mando del cañonero Clotilde, con el que estuvo apoyando al ejército en las poblaciones de Lequeito y Bermeo, donde de nuevo se puso de manifiesto su arrojo, pues estuvo en varias ocasiones tan cerca de tierra, que casi hace encallar su buque, para mejor acertar con su pobre artillería.
Posteriormente pasó a participar en el levantamiento del primer bloqueo sobre Bilbao, siendo el resultado conseguirlo por las fuerzas militares a las órdenes de la Reina.
El día 24 del mes de agosto del mismo año, los carlistas volvieron a dar el segundo sitio a la ciudad de Bilbao, se vio forzado a meterse debajo del fuego de la defensas enemigas para mejor batirlas, ya que tenía encomendada la misión de hacer pasar un convoy de catorce buques a Portugalete, siendo tan briosa su acometida que pudieron arribar todos a su destino. Manteniéndose en su apoyo en las aguas entre San Sebastián y Bilbao.
Se le cesó en el mando de su buque y pasó a Santander, puerto que se había convertido por las circunstancias en apostadero, al llegar recibió la orden de trasbordar al bergantín Jasón, con el que zarpó en varias ocasiones, en una de sus arribadas se le ordenó trasbordar a la barca Astuto de transporte, para ser llevado al puerto de Ferrol, para serle impuesta en su pecho, la Cruz de Marina de Diadema Real, en agradecimiento a todos sus buenos y arriesgados servicios prestados durante la campaña naval.
Por una Real orden del día 28 de mayo del año de 1836, se le otorgó el mando de comandante de la tropa embarcada en los diferentes buques de la Armada en la demarcación de las aguas de Cantabria, pasando inmediatamente a tomar el mando en la población de Pasajes. De nuevo en el mes de julio siguiente, desembarcó al mando de doscientos hombres y sesenta marineros, con destino a la población de Santoña, para unirse a la brigada del mando del brigadier Castañeda, manteniendo varios enfrentamientos siendo el más importante de ellos, el efectuado sobre la posición de Encartaciones.
De nuevo se volvió a encontrar en Bilbao en su tercer sitio, participando muy valerosamente en el combate de Luchana, que tuvo lugar la noche entre los días 24 y 25 de diciembre. Por lo méritos contraídos en este enfrentamiento y por notificación de sus superiores, se le ascendió por méritos de guerra a capitán de fragata, por Real orden del día 1 de febrero del año de 1837, siendo a su vez condecorado con la Cruz de Distinción de Luchana.
A continuación pasó a San Sebastián y en el mes de marzo, se le ordena tomar el mando de todas las fuerzas de Marina, por lo que se trasladó a Pasajes, una vez reunidas sus fuerzas se unió a las del ejército al mando del teniente general D’Laci Ewans, pero por el honor del cuerpo de su mando pidió su puesto en combate, pasando así a la vanguardia de las fuerzas, siendo éstas las que rompieron las defensas enemigas, prosiguiendo su avance hasta conseguir tomar las alturas de San Marcos.
Por estos hechos heroicos sus jefes, lo recomendaron para que se le entregara la Cruz de San Fernando de segunda clase, pero en el juicio contradictorio propio de la concesión de esta alta condecoración y previsto en su reglamento, se levantaron voces de que no era tan importante la acción como para ello, esto a pesar de estar de acuerdo el Tribunal Supremo y S. M. la Reina, pero por no contravenir la Ley, en el mismo juicio ya se había previsto, que la de segunda clase no, pero la de primera sí que era posible, así todo se doblegó a la decisión del tribunal y le fue concedida la Cruz de San Fernando de primera Clase. (No confundir las Cruces con las Cruces Laureadas, que éstas son otro nivel superior)
Participó de nuevo en la retoma de Fuenterrabía y forzó a viva fuerza la barra del Bidasoa, dando siempre la cara al enemigo, bajo su considerable fuego de fusilería y cañón, pero consiguió de nuevo tomar la plaza. Por cuya acción se le volvió a entregar otra Cruz de San Fernando de primera Clase.
El día 1 de octubre del año de 1837, se le nombró Gobernador militar de Oyarzún, sosteniendo varios combates, hasta que se firmó el Convenio de Oñate el día 29 de agosto del año de 1839.
Por Real orden del día 26 de noviembre del año de 1840, se le ascendió al grado de capitán de navío, por lo que cesó en el cargo del Gobernador de Oyarzun, siendo nombrado capitán del puerto de Málaga, tomando posesión del cargo el día 12 de marzo del año de 1841.
En el mes de mayo del año de 1843, se produjo el levantamiento de la guarnición contra el general Espartero, Regente del Reino a la sazón, no siendo Landa partidario de esta insubordinación y sin medios para combatirla, pues no tenía ninguna fuerza bajo su mando, optó por darse a la fuga, consiguiendo presentarse en el Departamento de Cádiz.
Sucedió a su vez un hecho que deja muy claras algunas cosas. El Comandante General del Departamento don José Morales de los Ríos, no estando de acuerdo con el Regente renunció a su alto cargo, como consecuencia de esta decisión se le entregó al siguiente en graduación y antigüedad, pero tampoco se quiso hacer cargo del Departamento, así sucesivamente nadie quiso aceptar el puesto, hasta que le llegó a Landa por el orden mencionado y éste que sí era partidario del Regente lo aceptó.
Por esta acción el Gobierno presidido por el general Espartero, le ascendió al grado de jefe de escuadra, por Real decreto del día 25 de julio del año de 1843, porque ya se le consideraba como ascendido al grado de brigadier, por una Ley que hacía poco tiempo había sido aprobada y toda la Corporación había ascendido un grado, pero todavía no había sido aplicada, siendo confirmado como Comandante del Departamento de Cádiz.
Estuvo en su destino, hasta ser expulsado de España el general Espartero, quien viajó a la bahía de Cádiz y embarcó en el navío británico Malabar, zarpando el día 30 de julio. Temiendo las seguras venganzas huyó cambiando de ropa y poniéndose en camino a la plaza de Gibraltar al zarpar el buque que se llevaba a su protector, hasta saber que las cosas se habían tranquilizado, por lo que se puso en camino de nuevo, pero esta vez a la ciudad de Cartagena donde se presentó el día 4 de septiembre siguiente.
El Gobierno Provisional, tomó la decisión de anular todos los ascensos otorgados por el Regente en el último año, por lo que Landa se quedó con el grado de capitán de navío, pero ya por su edad se le dio como retirado. Decidiendo su futuro una Real orden del día 18 de noviembre siguiente, por sus muchos méritos anteriores se le concede poder regresar al servicio activo.
Por otra Real orden del día 4 de enero del año de 1845, la Junta de dirección de la Armada, había hecho una clasificación de los miembros de la Corporación, ateniéndose a ella, S. M. le permitía ingresar en los Tercios Navales y tener la residencia en la ciudad de Sevilla.
Por Real orden del día 23 de agosto del año de 1847, se le asciende de nuevo al grado de brigadier, continuando en su servicio de los Tercios Navales, hasta recibir una Real orden en el año de 1849, por la que se le otorga el mando del Tercio Naval de Cádiz, permaneciendo en el cargo hasta el año de 1851, en que se le nombra Comandante del Tercio Naval de Barcelona, tomando posesión de éste el día 12 de marzo del mismo año.
Estando en este puerto, en el año de 1854 se produjo un alzamiento, siendo llamado a tomar el mando de la Nación el Excmo. señor don Baldomero Fernández-Espartero Álvarez del Toro; Grande España, Toisón de Oro, Laureado de San Fernando, duque de la Victoria, duque de Morella, conde de Luchana y vizconde de Banderas, así como durante un tiempo, Virrey de Navarra, más tarde el rey don Amadeo I le otorgó el título de Príncipe de Vergara (1), regresando al poder y estableciendo el bienio progresista 1954-1956, pero nada más sentarse en su despacho no se olvidó de aquel oficial tan valeroso en la guerra civil, firmando un Real decreto por el que le ascendía al grado de jefe de escuadra, pero con la antigüedad del día 25 de julio del año de 1843, quedando en primer lugar de los más antiguos y listo para ascender a la primera baja.
Como era habitual en la época, hubo una Gracia Real General, por la que se le condecoró con la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica y al mismo tiempo, se le entregó la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, ya que había cumplido el tiempo previsto por su Reglamento. Y como general más antiguo se le entregó el título de Comandante General del Departamento de Cádiz, del cual tomó posesión el día 29 siguiente.
Por Real orden del día 28 de noviembre del año de 1855, se le asciende al grado de teniente general, continuando en el mando del Departamento, hasta que por Real orden del día 22 de octubre del año de 1856, S. M. muy satisfecha de sus servicios lo cesa.
Estando en este cargo, no tuvo reparo en permitir la reparación de buques franceses, que necesitaban un carenado urgente, trabajo que se realizó en el carenero del Arsenal de la Carraca. Por haber permitido éstos, el Gobierno francés le gratificó con la concesión de la condecoración de la Legión de Honor, en su grado de comendador.
Al quedar sin destino pidió el consiguiente permiso y se le concedió, residenciándose en la ciudad de Barcelona. Pero no lo dejaron tranquilo, pues por un Real decreto del día 19 de noviembre del año de 1857 se le nombra Ministro del Tribunal Supremo de Guerra y Marina.
Permaneció en su alto puesto, hasta recibir otro Real decreto del día 14 de julio del año de 1858, por el que S. M. le nombra Consejero de Estado. Pero ya anciano y cansado, pidió a S. M. que le relevara de todos sus compromisos, lo que le fue concedido por Real orden del día 23 de junio del año de 1860.
Libre de toda responsabilidad, regresó de nuevo a la ciudad Condal, por tener allí su casa y en ella el día 13 de septiembre del año de 1861 le sobrevino el fallecimiento. Contaba con sesenta y siete años de edad, de los que cincuenta y dos permaneció de servicios continuados a su patria.
(1) Recordar, que solo dos Príncipes han habido en España, que no fueran los herederos de los diferentes reinos y luego de la ya unida España, uno es don Baldomero Espartero como Príncipe de Vergara y el anterior a él, el guardia de Corps don Manuel Godoy, con el título de Príncipe de la Paz.
Bibliografía:
Cierva, Ricardo de la.: Historia total de España. Del hombre de Altamira al rey Juan Carlos. Editorial Fénix. 13ª Edición marzo 2008.
Enciclopedia General del Mar. Garriga 1957. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.
Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 23, 1924. Páginas 789 y790.
Mariana, Padre.: Historia General de España. Imprenta y Librería de Gaspar y Roig. Madrid, 1849-1851. Miniana fue el continuador de Mariana.
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
Pírala, Antonio.: Historia de la Guerra Civil. Y de los partidos Liberal y Carlista. Turner. Madrid 1984. Reedición de la que comienza en 1833 y termina en 1871.
Válgoma y Finestrat, Dalmiro de la. Barón de Válgoma.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.
Compilada por Todoavante ©
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