Biografía de don Juan María de Herrera Dávila y Raffaelini
Posted By Todoavante on 9 de octubre de 2013
Jefe de escuadra de la Real Armada Española.
Vino al mundo en la ciudad de Jerez de la Frontera en el año 1746, siendo sus padres, don Diego de Herrera Dávila y López de Soto, Alcalde de Hijosdalgo, y doña Juana Raffaelini Dávila.
El día 2 de abril del año 1760 sentó plaza de guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz. Expediente N.º 900.
Al aprobar los exámenes finales, se le entregaron los galones de alférez de fragata el día 9 de octubre del año 1767, siendo destinado al corso durante un tiempo.
Pasando destinado a embarcar en el chambequín Andaluz, zarpando con rumbo a Montevideo, participando en la expedición al estrecho de Magallanes, a su regreso se le entregó la Real orden del día 15 de junio del año 1769, comunicándole su ascenso al grado de alférez de navío, siendo su buque uno de los que participó en la expedición de expulsión de los británicos de las islas Malvinas, que como siempre probaban fortuna en cualquiera de nuestras posesiones.
Al pasar los tres años de destino obligado regresó a la península, siendo destinado al Departamento de Ferrol de donde zarpó pasados unos meses con rumbo a Tierra Firme, con la comisión especial de levantar planos y mapas con sondas de aquellas aguas, más sus puertos, incluidos algunos levantamiento de tierras adentro, trabajos que le llevaron dos años, regresando a su Departamento, donde se le nombró Ayudante del Subinspector del Arsenal.
Estando en el destino anterior se le entregó la Real orden del día 11 de enero del año 1773, con su ascenso al grado de teniente de fragata, confirmándole en el mismo destino, hasta serle entregada la Real orden del día 28 de abril del año 1774, con su ascenso al grado de teniente de navío, recibiendo la orden superior de ser destinado a la Habana.
Se casó en la Habana, Cuba, el día 17 de abril del año 1775, con doña Juana María de Albear y Hernández.
Continuó en la Habana, donde permaneció en la isla y aguas del seno mejicano al mando de diferentes buques, siempre en comisión de guardacostas, encontrándose en su destino le fue entregada la Real orden del día 20 de mayo del año de 1780, comunicándole su ascenso al grado de capitán de fragata.
Poco tiempo después en el mismo año se le otorgó el mando de la barca San Pelegrin, del porte de 18 cañones, siéndole entregada la responsabilidad de dar escolta a un convoy de veintinueve velas, transportando tropas y pertrechos de guerra con destino a la conquista del Mobile, al llegar se le dio la orden de sondar el acceso, para ello trasbordó a su propio bote logrando a pesar del fuego enemigo marcar un canal posible de acceso, siendo conocedores del posible paso entraron los buques de menor calado siendo los menos, pero suficientes para conquistar la plaza, pasando a la conquista de Penzacola, donde realizó el mismo cometido.
Regresó a la península al mando de un convoy de cuarenta velas, arribando sin problemas de mención a la bahía de Cádiz en el año 1783.
A su regreso se le destinó como Segundo comandante de varios navíos y posteriormente se le otorgó el mando de una fragata, siempre destinado a realizar el corso sobre las costas norteafricanas, con la intención de mantener estas aguas lo más transitables posible por los insistentes ataques de los corsarios y piratas que en ellas habitaban.
Por Real orden del día 21 de septiembre del año 1789 se le asciende al grado de capitán de navío.
En el año 1790 al ser sitiada la ciudad de Ceuta, se le destinó al Apostadero de Algeciras desde donde zarpaba diariamente en comisión de transporte de víveres y pertrechos de guerra, gracias a ellos las tropas allí acantonadas pudieron resistir el envite de los moros, hasta convencerse de la imposibilidad de tomarla, decidieron levantar el sitio, por no poder cortar el constante aporte de suministros.
En el otoño del año 1791 en uno de sus cruceros de vigilancia del Estrecho al mando de su división de buques ligeros, interceptaron tres buques moros que navegaban en compañía de otros seis británicos, entre estos una balandra del porte de 12 cañones corsaria, los cuales se defendieron bien, a pesar de ello los españoles los apresaron a todos. Esta es una confirmación más, del constante apoyo del Reino Unido a los enemigos de España, quedando demostrado fehacientemente que nunca se estaba en paz con ellos, por muchos tratados de ella que firmaran los plenipotenciarios.
En el mes de diciembre del año 1791, se le nombró capitán del consejo del General de Algeciras y el mando de la fragata Perla, el cual mantuvo hasta el año 1792, por serle entregado a su vez el mando de todas las fuerzas navales del Apostadero.
En el año 1793 se le otorgó el mando del navío San Juan Bautista, pasando de Algeciras a la bahía de Cádiz, de donde zarpó con rumbo a la Habana, permaneciendo varios años en comisión de apoyo y control del tráfico marítimo, zarpó cargado con situado arribando a Ferrol en el año 1798.
En este Departamento se le otorgó el mando del navío Argonauta, zarpando en comisión secreta, regresando a los pocos meses.
Al hacerlo fue incorporado a la escuadra del general don Juan Joaquín Moreno con base en el mismo Arsenal, encontrándose en él, cuando el día 25 de agosto del año 1800 fue señalado el enemigo por el vigía de Monte Ventoso, la flota británica estaba compuesta por cinco navíos, uno de ellos de tres puentes más cinco fragatas, siendo los London, de 112, cañones; Fame, Impetuous, Bizarre y Captain, de 74, al mando en Jefe del contralmirante Warren y al mando del capitán de navío Pellew, el convoy de ochenta y siete velas, yendo entre ellos varios navíos de la India, los cuales fueron confundidos a larga distancia por Moreno como navíos de guerra, por ello al principio dio una fuerza de 10 unidades, transportando un ejército de doce mil hombres al mando del teniente general Pullney.
Desembarcaron en la playa de Domiños con la intención de doblar la línea española, visto esto personalmente por el general en jefe don Juan Joaquín Moreno, dió la orden de desembarcar la marinería y las tropas de sus buques, dándole el mando a Topete, siendo los primeros en llegar al combate con los enemigos, en las alturas de la Graña y de Brión, sostuvo tenaces y reñidos combates con los enemigos, esta tenaz resistencia les hizo ver lo difícil de su avance e intentar envolver para terminar su intención de pegar fuego a la escuadra allí fondeada, acudiendo poco tiempo después las tropas del ejército al mando del conde de Donadío, jefe de los campos volantes, al unirse los británicos pensaron se enfrentaban a un ejército completo, (cuando la realidad era que había un español por cada cuatro británicos), ellos contaban con noventa y cuatro velas y diez mil hombres de desembarco, los españoles, reuniendo todas las tropas disponibles, no llegaban a superar los dos mil quinientos, pero fue tan feroz la resistencia que los enemigos decidieron dar media vuelta y avanzar, en dirección a sus buques en los que reembarcaron dejando para mejor ocasión su arrogancia, abandonando toda la artillería en la playa, desembarcaron el 25 y el 27 de madrugada abandonaron las aguas de Ferrol.
En el año 1801, acudió al socorro de la escuadra francesa del almirante Linois, por estar siendo atacada en el apostadero de Algeciras por otra de la Marina Real británica, consiguiendo capturar los franceses al navío Hannibal. Linois se había empeñado en llevarse su presa, por ello iba a remolque de la fragata francesa L’Indienne, pero su lento avance, obligaba al resto de la escuadra a navegar con poco trapo, obligando a varias la formación.
Quedando por su mal estado los navíos de la división francesa los tres en vanguardia, Desaix, de 74, Indomptable, de 80 cañones, y el Formidable, de 80, en una segunda línea por la popa del Formidable pero abierto a estribor un cable el bergantín Vautour, de 14; en una tercera línea la Sabina a popa del Indomptable en el centro de la formación y a estribor a proa del San Agustín la fragata francesa Muirón y en cuarta línea, los españoles, San Fernando, el francés Sant-Antoine, al mando de Mr. Le Roy, Real Carlos, al mando de capitán de navío don J. Ezquerra, San Hermenegildo al mando del capitán de navío don J. Emparan, Argonauta y San Agustín.
La noche del día 12 de julio fue cerrada, con muy poca visibilidad, siendo aprovechado el navío británico Superb al que le acompañó la suerte en forma de una racha de viento de Levante, consiguiendo acercarse todo lo posible al Real Carlos, sobre el que descargó casi simultáneamente toda su artillería por la aleta de popa estribor del navío español, pero algunos de los proyectiles fueron a impactar por la cercanía a la que se encontraba en el San Hermenegildo, el cual al recibirlos pensó que algún enemigo estaba a su altura aprovechando la oscuridad casi completa, viéndose atacado ordenó abrir fuego, pero éste fue a dar de lleno en el Real Carlos, éste a su vez al ser atacado pensó lo mismo que su compañero, por ello los dos arribaron sobre el contrario, llegándose a lanzar granadas de mano y frascos de fuego, provocando un gran incendio en el Real Carlos, el cual alumbró la escena y nadie se podía creer lo que veían sus ojos, dos navíos de tres baterías españoles se habían atacado hasta aniquilarse mutuamente, pues el fuego en el San Hermenegildo era incontrolable. Perdiéndose dos tres baterías y lo peor, algo más de dos mil hombres instruidos, solo hay que ver el resultado del combate.
Al ser firmada la paz, se le dieron los pliegos para comunicarlo a los diferentes virreyes, zarpando con rumbo a Puerto Rico, Habana, Veracruz, Puerto Cabello, Cartagena de Indias y la Guaira, de donde regresó a la bahía de Cádiz.
Viajó de nuevo a la Habana, donde desembarcó de su navío el día 23 de diciembre del año 1801, por habérsele entregado la Comandancia de las Matrículas de la isla.
Se encontraba en la isla cuando le llegó la Real orden del día 5 de octubre del año de 1802, notificándole su ascenso al grado de brigadier.
Al ser declarada la guerra al Reino Unido, por el infame ataque a las cuatro fragatas españolas al mando de Bustamante el día 5 de octubre del año 1804 en las cercanías del cabo de Santa María, cuando ambos países oficialmente estaban en paz; Herrera tomó el mando de las lanchas cañoneras y obuseras, más otros buques menores pertenecientes a las fuerzas sutiles de la isla, en prevención de un ataque de los enemigos al puerto de la Habana, estando en este mando hasta llegar la noticia de haberse firmado la paz el día 27 de mayo del año 1809, cuando ya se había producido el alzamiento nacional por la invasión napoleónica de la península.
Por Real orden del año 1809, se le entregó interinamente el mando del Apostadero de la Habana, permaneciendo hasta la llegada de su propietario el teniente general don Ignacio María de Álava el día 15 de junio del año 1810.
Por Real orden del día 20 de junio del año 1810, se le notifica su ascenso al grado de jefe de escuadra, siendo nombrado Segundo jefe de la Escuadra y del Apostadero, izando su insignia en el navío San Lorenzo.
Estando en este destino y mando, le sobrevino el fallecimiento el día 9 de abril del año 1811, de muerte natural, contaba con cincuenta y siete años de edad, de ellos cuarenta y uno de excelentes servicios a España.
Bibliografía:
Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.
Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.
Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
Válgoma y Finestrat, Dalmiro de la. Barón de Válgoma.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.
Más datos facilitados por don Manuel A. Tellechea, su séptimo nieto. Muchas gracias.
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