Biografía de don Pascual de Iriarte
Posted By Todoavante on 30 de octubre de 2011
Capitán de Mar y Guerra.
Vino al mundo en el Valle de Oyarzun, en la provincia de Guipúzcoa, pero se desconoce la fecha.
El virrey del Perú, don Baltasar de la Cueva Henriquez, Briaz, Saavedra, Pardo, Tavera y Ulloa, Conde de Castelar, Marqués de Malagón, etc., había recibido noticias alarmantes de los gobernadores de Chile y Buenos Aires, que le comunicaban la presencia de ingleses en el estrecho de Magallanes, con la intención de bloquear el paso de todo buque español.
Por esta razón convocó Junta de Guerra, en la que se decidió todo lo que se debía de hacer, así se le otorgó a Vea el título de Gobernador General de Mar y Tierra, se determinó alistar un nuevo navío por nombre Nuestra Señora del Rosario y Ánimas del Purgatorio, siendo nombrando capitán del bajel a don Pascual de Yriarte.
El navío se terminó de alistar en el Callao, llevaba en la cubierta por cuarteles dos barcos longos (1) y un bote, para permitir sondear las zonas desconocidas y saber si el navío podía pasar por ellas, se dotó con ciento ochenta hombres de mar y guerra, cuatro pilotos y dos ayudantes, se embarcaron mosquetes, arcabuces, carabinas, chuzos, alcancias (2) y las municiones y armas blancas para las tropas, el navío fue armado con ocho cañones pequeños y dos para ser embarcados en los barcos longos y como Piloto Mayor el capitán Guillermo Bautista de Chavarría.
Recibió las órdenes del Virrey quien le indica que la ruta a seguir es:
« Rumbo a Chiloé, al llegar se lanzarían al agua los barcos longos y junto a varias piraguas de indios penetrarían en el intrincado archipiélago y proseguirán viaje barajando la costa hasta el estrecho de Magallanes, al mismo tiempo el navío saldría de Chiloé, para navegar alejado de la costa y comprobar en las islas de fuera que no había establecimientos ingleses »
Ya todo repasado y alistado se hizo a la vela desde el puerto del Callao, el día veintiuno de septiembre del año de 1675, el navío se dirige a la isla de Juan Fernández, donde arriba el día tres de octubre, conversa con indígenas y no habían visto a nadie, descansan unos días y zarpan con rumbo a Valdivia, al intentar entrar en el puerto de Chacao dio un fuerte golpe contra una roca, como consecuencia sufrió graves daños en los fondos, se mantuvieron sobre ella hasta sobrevenir la pleamar, momento que izaron todas las velas y pudo zafarse, pero el agua entraba tan rápida que no hubo más remedio que varar en la playa para no perder el navío.
Comenzó el duro trabajo de aligerar el buque, comenzando por poner en el agua a los barcos longos, luego se fue trasladando todo el material de repuestos que llevaban, alimentos y aguada por último la artillería, una vez conseguido que fuera menos pesado se lanzaron cables y todos desde tierra a través de ellos tirando del navío se consiguió ponerlo casi sin tocar el agua y a la banda, para que fuera fácil el trabajo de carpinteros y calafates, sobre todo en la bajamar.
Decidió Vea salir con los barcos longos, para ello ordenó a don Pascual de Yriarte, que si se podía reparar el navío que se esperara a ello, de lo contrario que se hiciera llegar a Chiloé y embargar un navío adecuado para proseguir viaje al Magallanes, si lo conseguía que regresase a Chacao y allí se encontrarían.
Mientras sucedía todo esto, Yriarte comprobando que no se podía reparar el primer navío, se acercó a Chiloé a treinta leguas de distancia y obedeciendo las órdenes de Vea embargó un buque, de lo poco que pudo elegir puesto que solo habían dos posibles, de ellos eligió el llamado La Concepción, recibiendo el beneplácito del Capitán General, se decidió cambiarle el nombre por Santísima Trinidad y se hizo a la vela desde Chacao el día catorce de enero con rumbo al Estrecho de Magallanes.
Dejando a un capitán un mensaje para Vea que le esperase en Chacao hasta el día seis de marzo, que suponía estaría de vuelta para continuar juntos hasta el puerto de salida del Callao.
Yriarte puso rumbo al Sur alcanzando los 52º 39′ de latitud, el día seis de febrero estando a la vista las islas de los Evangelistas a una distancia de doce leguas, se mantuvieron alejados de la costa durante toda la noche, poniendo un rumbo para acercarse a tierra, el día siete al amanecer, hizo consulta con los capitanes y estos decidieron arriar el chinchorro rápidamente por el mal estado de la mar, para llegar a tierra y clavar la placa, como prevención por si alguien la arrancaba se llevaron una caja de metal, dentro de ella la misma inscripción, para meterla a su vez en una botija embreada para ser enterrada, y una cruz grande de madera construida a bordo, para clavarla también quedando a la vista desde la mar como señal de aviso de ser territorio del Rey de España.
Abordaron el chinchorro dieciséis hombres y un indio de los Chonos como intérprete, entre otros embarcó el capitán don Juan Bautista de Echavarria y Urquizu, sargento mayor don Pedro de Villegas, capitán don Antonio Ruíz como piloto, el contramaestre don Francisco de Escorza y como Cabo de todos ellos don Antonio de Yriarte, su hijo y alférez de la compañía de Mar y Guerra del bajel. En el momento de separarse se tomó la altura encontrándose a 52º 45′ y como a dos leguas de distancia de tierra, un poco más tarde el tiempo empeoró y por la altura de las olas los perdieron de vista.
La placa en conmemoración de la expedición y como advertencia de ser territorio de España. La cual le había sido entregada por el Virrey al capitán Yriarte y dice así:
Reinando Carlos 2.º el Justo, el Grande
el Prudente, el Temeroso de Dios, y devoti-
simo de su Preciosa Madre la Virgen San-
tisima concebida sin mancha de pecado ori-
ginal en el primer instante de su ser natu-
ral. En continuacion de la antigua, y nunca
disputada posesion de estos Mares, Dominios,
Señorios, y Reinos del Perú. Gobernando-
los en paz y justicia y tranquilidad, y siendo
Virrey Lugarteniente, Capitan General de-
llos el Excmo. Señor Don Baltasar de la
Cueva Heriquez, Conde de Castellar, Marques
de Malagon, Gentilhombre de su Camara, del Con-
sejo de Camara y Junta de Guerra de Indias,
de orden y mandato de S. E. se puso y fijo
esta inscripcion en el viaje que hizo desde
el puerto del Callao, á la boca del Estrecho
de Magallanes en el reconocimiento y fon-
deo de todos los puertos, caletas, ensenadas y
demas abrigos deste Mar del Sur, el navio
de Nuestra Señora del Rosario y Animas
del Purgatorio, en el Año de mil y seiscien-
tos setenta y cinco años, día sábado veinte
y uno de septiembre, para honra y gloria
de Dios Todopoderoso, Trino y uno. Lima
fho ut supra.
Y la fije yo el Capitan Pascual de-
Yriarte, natural del Valle de Oyar-
zun, en la muy Noble y muy
Leal provincia de Guipúzcoa: en
los cincuenta y dos grados y cua-
renta minutos, a la vista del
Estrecho de Magallanes en siete
de febrero de mil y seiscientos
y setenta y seis años obedeciendo
el mandato é instrucción de S. E.
A partir de aquí empieza una autentica odisea, el tiempo daba pocos descansos y la mar era muy alta, a ello se sumo la pertinaz lluvia, que se convirtió en granizo, por la fuerza del viento se rifaron velas por rolar con la misma rapidez que velocidad traía, la cebadera por poner rumbo a la mar recibió un encapillado que la partió y la lanzó sobre la cubierta perdiéndose con ella la cebadera, la verga mayor se partió a pesar de llevarla con dos rizos, para terminar de arreglarlo se fueron partiendo los árboles, iban siempre donde el viento les dejaba, por ello se estuvieron moviendo sucesivamente entre la latitud indicada y la que alcanzaron el día trece siguiente, de 55º 10′. En tres ocasiones pudieron acercarse al mismo punto donde dejaron al chinchorro, pero en ninguno de ellos a pesar de hacer salvas por si les podían contestar, no se recibió ninguna, lo continuado del gran esfuerzo y la falta de alimentos, causada en su mayor parte por las distintas inundaciones de la bodega por la mala mar, la gente ya no se tenía en pie, así el día quince se formó Consejo y todos coincidieron que no era posible que estuvieran vivos, ya que habrían contestado por llevar armas, Yriarte se mantuvo aún hasta el día dieciocho, encontrándose en 52º 30′ haciendo las últimas salvas que no fueron contestadas esperando dos horas con una mar ya imposible de soportar la nave, pues ya se le caía parte de la tablazón de proa por los constantes golpes de mar, siendo los carpinteros los que la reparaban para que siguiera aguantando, pero le comunicaron que era ya casi un milagro que se mantuviese sobre la mar, por ello y después de esperar once largos días, tuvo que tomar la decisión de haber perdido a su hijo y sus amigos.
Vea efectivamente se esperó a que regresase Yriarte, al verlo llegar se dio cuenta que lo hacía casi de milagro, pues el buque estaba en malas condiciones, pero dio la orden de repararlo para poder regresar, lo que se hizo con cierta facilidad cambiando tablazón y bien calafateado, zarpando el día veintitrés siguiente entrando en Valparaíso el día veintinueve.
Desde aquí envió correos a los dos virreyes, el del Perú y el Capitán General de Chile, al primero para informarle de estar en Valparaíso y al segundo para darle las gracias por toda su ayuda y confirmarle se había cumplido la misión gracias a su apoyo.
Terminaron de revisar el navío Santísima Trinidad y se repararon algunas averías, al mismo tiempo que comieron frutos frescos y carne, para recuperarse de todo lo pasado.
Zarparon el día quince de abril con rumbo al Callao, donde arribaron el día diecinueve siguiente, nada más desembarcar Vea envió una carta al Virrey para pedirle audiencia y contarle todo lo pasado y conseguido.
Aquí se le pierde la pista y nada más podemos aportar.
Todo se sabe gracias a una: « Relación diaria del viaje que se ha hecho a las costas de el Estrecho de Magallanes, en el recelo de enemigos de Europa, por don Antonio de Vea. Al excelentísimo Señor Don Pedro Portocarrero, Conde de Medellín, Gentil-hombre de Cámara de Su Majestad y Presidente del Consejo Supremo de las Indias. Ofrece y dedica al Excelentísimo Señor Don Baltasar de la Cueva Henriquez, Briaz, Saavedra, Pardo, Tavera y Ulloa, Conde de Castellar, Marqués de Malagón, Conde de Villa-Alonso, Señor de las Villas del Viso y Paracuellos, Fuente del Fresno, Fernan Caballero, la Porcuna, San Miguel; Alfaqueque Mayor y Mariscal de Castilla; Gentil-hombre de Cámara de Su Majestad, de su Consejo y Junta de Guerra y Cámara de Indias. Virrey, Gobernador y Capitán General de estos Reinos y Provincias del Perú, Tierra Firme y Chile, etc. — Manuscrito en 4.º en la biblioteca del conde del Águila, en Sevilla; y copia en el Depósito Hidrográfico. Tomo 20 de su colección »
La Relación está impresa, en el primer tomo de Colecciones de Diarios y Relaciones. etc. en 4.º mayor, comienza en la página 49 y termina en la 97, más el Diario del capitán don Pascual de Yriarte del galeón Nuestra Señora del Rosario y Ánimas del Purgatorio, ya que en algún momento de la expedición se separaron completando así el viaje, que comienza en la página 99 y termina en la 123. Si algún día podemos lo transcribiremos, para el buen conocimiento de los sucesos.
(1) Estos buques se habían construido los primeros en Cádiz en el año de 1635, eran una especie de galeras pequeñas, nos las definen así: « Invención muy importante, así para que no tengan efecto el quemarnos el enemigo las naos, como para socorrer cualquiera de ellas que lo haya menester y remolcarlas en tiempo de calma » llevaban cuarenta remeros y vela latina, sacándose la dotación del mismo buque que las remolcaba por su popa. (En este caso iban en la cubierta trincados)
(2) Alcancía: Olla de barro llena de alquitrán y otras materias inflamables que, encendida, se arrojaba a los enemigos.
Bibliografía:
Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.
Fernández de Navarrete, Martín.: Biblioteca Marítima Española. Obra póstuma. Imprenta de la Viuda de Calero. Madrid, 1851.
VV. AA.: Colección de Diarios y Relaciones para la Historia de los viajes y Descubrimientos. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1943 a 1975. 7 Tomos.
Compilada por Todoavante. ©
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