1775 Expedición contra Argel

Posted By on 22 de octubre de 2016

Con el propósito de terminar con la continua amenaza ejercida por la piratería berberisca sobre las costas peninsulares Mediterráneas, en 1775 se dio al general Castejón el mando de una expedición para atacar la plaza de Argel, con la intención de que los corsarios y piratas no se vieran seguros en ningún puerto cercano a las aguas españolas. Se desplazó inmediatamente al Arsenal de Cartagena donde se alistó una escuadra compuesta por; los navíos, San Rafael, insignia, San Francisco de Paula, Oriente, San José, Diligente y Velasco, doce fragatas, diez jabeques, tres bergantines, cuatro bombardas, siete galeotas, doce lanchas cañoneras, cinco urcas y las galeras San Antonio y San Carlos, al mando de José Antonio Jordán, sumando en total 1.099 bocas de fuego, añadiéndose trescientos sesenta y un buques al mando del capitán de navío don Antonio Barceló, transportando al ejército del conde O’Relly compuesto por dieciocho mil cuatrocientos veintidós hombres, de ellos mil doscientos dieciocho a caballo, artillería, mulas, equipo y pertrechos, ingenieros y raciones para dos meses.

La expedición zarpó del puerto de Alicante a finales de junio. Pero pronto corrió la voz entre las potencias europeas y las católicas se apuntaron a ellas a forma de cruzada; la que más buques aportó fue la Orden de Malta, los cuales casi llegaron al mismo tiempo que la española, fondeando a la vista de Argel el 1 de julio.

Habiéndose enterado también los argelinos se prepararon para el ataque, para ello se procurado nuevos asentamientos de artillería y dispuestos a soportar el envite. La escuadra permaneció durante ocho días bombardeando las alturas y las fortalezas, sobre todo los fuertes del Pichón y Babazon por dar protección a la playa a desembarcar, al pensar estarían más débiles se llevó a efecto el desembarco, pero los ataque sobre todo de la caballería enemiga, llegando a ser algo más de doce mil los jinetes, impedía cualquier posicionamiento de los españoles.

De hecho Quiroga el 8 de julio, estaba fondeado al Este de las posiciones y cerca del castillo de Parach cubriendo la rada de Argel, permaneciendo desde las cuatro hasta las ocho de la mañana bombardeando sin parar las posiciones enemigas, pero sobre las nueve recibió la orden de posicionarse para cubrir al ejército desde su izquierda, tanto se acercó a tierra en el intento de estar más cerca del enemigo, que tuvo once muertos y treinta y cuatro heridos entre su dotación, pero quedó demostrada su decisión y valor por su arriesgada maniobra, por intentar aliviar lo máximo posible a las tropas que estaban sufriendo lo indecible.

Algunos de los ataques fueron parados por la misma artillería de los buques, pero a pesar de ello y no dar tiempo a construir la estacada ni desembarcar la artillería de sitio, se vieron en grave aprieto llegando la orden de reembarcar al ejército, gracias al apoyo de las lanchas cañoneras, con sus fuegos muy certeros y los menos certeros pero más fuego de los bajeles, convirtiéndose en una situación insostenible y sólo no fue un desastre total por la acción de los jabeques y lanchas cañoneras de Barceló, los cuales por su menor calado se acercaron el máximo posible para prestar su apoyo con el fuego, frenando en mucho casos a los enemigos que ya se sabían vencedores, quedando demostrada una vez más su valentía, se supo imponer a las circunstancias, salvando de esa forma a muchos que de no haber sido por su actuación hubieran perecido, a más de defender la honra de las armas españolas; se consiguió no sin esfuerzo recuperar todos los soldados incluidos los heridos. Sufriéndose unas cuatro mil ochocientas bajas, entre ellos cinco generales y doscientos dieciocho jefes y oficiales.

Al saberse la noticia del pequeño desastre, el cual no fue a más por la decidida acción de los marinos y sus buques, todo el peso de la derrota en la opinión pública y Real cayó sobre el general Conde de O’Relly. Aun así el general Castejón dejó frente a Argel una pequeña división naval, al mando del brigadier don Alonso Alburquerque, siendo incorporada la fragata Santa Bárbara a ella, sobre todo para impedir que los buques de la regencia norteafricana pudieran zarpar a dar caza a alguno de los mercantes, de esta forma quedaban bloqueados, el resto de buques puso proa a la ciudad de Alicante, donde arribó y fondeó el 10 de julio desembarcando las tropas. La división de protección permaneció otros cuarenta y cinco días en la mar, arribando de nuevo a Cartagena el 25 de agosto. La empresa por desgracia no dio el resultado esperado.

Bibliografía:

Codina Bonet, Ramón.: Don Antonio Barceló, Almirante de la Armada y Corsario del Rey. Instituto de Historia y cultura Naval. Madrid, 2010.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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