Biografía de don Juan Manuel Pérez de Alderete y de Camas

Posted By on 14 de julio de 2009

Brigadier de la Real Armada Española.

II Marqués de Casinas.

Caballero de la Militar Orden de Santiago.

El día veintiocho de diciembre del año de 1705 vino al mundo en la ciudad de Cádiz, siendo sus padres don Gabriel Pérez de Alderete, I primer marqués de Casinas y de su esposa, doña María Jerónima de Camas y Castilla.

El día treinta y uno de marzo del año de 1720, sentó plaza de guardiamarina en la compañía del Departamento de Cádiz, por la Carta orden recibida para su ingreso. No hay número de expediente, siendo el 329 de la obra de Válgoma, pero inscrito con la filiación de Juan de Alderete y de Castilla. Se casó con doña Francisca de Morales Maldonado y Gamaza, de la que al menos tuvo dos hijos; Gabriel Pérez de Alderete Morales, nacido en Cádiz en 1727 sentando plaza en la Compañía de Cádiz el día veintiocho de mayo del año de 1744. Expediente N.º 438. Y Juan Manuel Pérez de Alderete y Morales, nacido en Cádiz en 1737, sentando plaza en la misma Compañía el día tres de noviembre del año de 1750. Expediente N.º 523. Damos toda esta información, ya que teníamos dudas de quien era el II marqués de Casinas, puesto que por Pérez de Alderete no se le  encontraba, de ahí salieron los hijos, quienes nos confirman que el padre y II marqués es el biografiado.

Al aprobar los primeros exámenes le ordenaron embarcar para las prácticas de mar, asistió en 1720 al socorro de Ceuta, en el que ya demostró su valor, pasando posteriormente a realizar el corso en el Mediterráneo, hasta que en una de sus arribadas se le volvió a examinar, pasando con satisfacción el examen y por ello se le entregaron sus primeros galones de alférez de fragata el día diecinueve de septiembre del año de 1727.

En el año de 1731 embarcó en la escuadra al mando del marqués de Mari, zarpando del puerto de Barcelona el día diecisiete de octubre, arribando a Liorna donde desembarcó el ejército, terminando la campaña al conquistar a los imperiales la Toscana, Parma y Plasencia para el infante de España don Carlos, regresando a la bahía de Cádiz el día dieciocho de diciembre siguiente.

Al año siguiente de 1732 embarcó en la escuadra del general don Francisco Cornejo, en la expedición que se formó para la conquista de Orán y Mazalquivir, zarpando del puerto de Alicante el día quince de junio donde otra vez demostró su valía, desembarcando el ejército el día veinticuatro siguiente, al terminar con la victoria regresó parte de la escuadra a Cádiz el día dos de septiembre del mismo año.

Se le ordenó embarcar en la expedición al mando de don Miguel de Sada conde de Clavijo, compuesta de dieciséis navíos para dar escolta a un gran convoy cargado con veinticinco mil hombres al mando del duque de Montemar y como segundo el marqués de Santa Cruz de Marcenado, con destino a la reconquista del reino de Nápoles para el Infante don Carlos, dándose el caso que iban de oficiales subordinados, don Juan José Navarro, como guardiamarina en prácticas iba a bordo don Jorge Juan, zarpando el día cuatro de diciembre del año de 1733 del puerto de Barcelona. Al quedar dominada la situación, se quedó parte del ejército en aquel reino y parte de la escuadra regresó al puerto de salida a finales del mes de mayo del año de 1734.

Realizó dos tornaviajes a Tierra Firme, Veracruz y la Habana, transportando azogues y regresando cargado con los caudales para la Real Hacienda y los frutos de la tierra de particulares, se le ordenó desembarcar siendo destinado al mismo Departamento, donde se encontraba cuando le fue entregada la Real orden del día veinte de octubre del año de 1739, por la que se le notificaba su ascenso al grado de teniente de navío, pero no había sido nada fácil, pues en el último año embarcado realizó veintidós campañas de mar, lo que en sí es casi un record. (Obsérvese, que los grados en esa primera época de la Real Armada, se pasaba directamente de la Compañía a ostentar el de alférez de fragata, siguiéndole el de teniente de navío, de ahí que el ascenso se retrasara tanto de uno a otro, ya que estuvo doce años y un mes con el de alférez de fragata)

Se encontraba en la Habana a bordo de uno de los buques del mando del general don Rodrigo de Torres, cuando llegó al noticia de la toma por los británicos de unas posiciones al norte de La Florida en el territorio de Georgia, pidió permiso a su general quien se lo concedió, poniéndose al frente de cincuenta hombres, zarpando de la Habana el día diez de junio del año de 1742, al llegar se turnaron sus fuerzas con los granaderos, hasta conseguir tomar el puerto de Gualquími, en la colonia de San Simón, continuando su avance desalojándolos de todos los fuertes que habían levantado, a los que se le pegó fuego siendo completamente arrasados y devueltos a su territorio, en todos estos combate se distinguió notablemente.

A don Pedro Mesía de la Cerda se le otorgó el mando del navío Glorioso, que como su nombre indica sería mucho más y recordado por su gesta. Como Segundo iba el capitán de fragata don José de Rojas Recaño y los tenientes de navío don Juan Manuel Pérez de Alderete como jefe de la primera batería y don José Francisco de San Vicente como jefe de la segunda.

Zarpó con rumbo a Veracruz a donde embarcó caudales, a su regreso encontrándose en aguas de las islas Terceras al amanecer del día veinticinco de julio del año de 1747, divisaron un convoy británico al que daba escolta un navío, una fragata y un bergantín, al ver que la escolta era superior don Pedro se desentendió porque su misión principal era desembarcar a salvo el situado, el navío español era del porte de 70 cañones, los británicos eran el Warwick de 60 cañones, una fragata la Lark de 40 cañones y un bergantín de 20 cañones, los cuales al ver la inferioridad del español se pusieron a rumbo para darle caza, llegó primero la fragata sobre las nueve de la noche, al colocarse en la banda el Glorioso abrió fuego, saliendo muy mal parada al perder parte de su arboladura, lo que le obligó a abandonar el combate, continuó el navío español su rumbo forzando vela, mientras el británico hacía lo mismo, dándole alcance un tiempo después, comenzando un nuevo combate que duró hasta las tres y media de la madrugada del día veintiséis, momento en que el buque británico acortó velas dejando ir al español por haber sufrido muchas y graves averías.

De este primer combate, don Pedro en su parte lo describió así: « Los muertos que he tenido durante la función han sido tres hombres de mar y dos pasajeros llamados don Pedro Ignacio de Urquina y Juan Pérez Veas; heridos leves 1º y 2º condestables; de la brigada Infantería, han sido diez, pero solo uno de cuidado los demás leves; artilleros, marineros y grumetes veintinueve, de los que seis son graves y los demás de muy poco cuidado. Se han disparado 406 cañonazos de a 24; 420 de a 18; 180 de a 8: 4400 cartuchos de fusil »

Los españoles ya muy contentos se daban por bien llegados a Corcubión, pero se truncó la alegría al estar como a nueve leguas del puerto, con niebla cerrada que impedía ver a más de dos cables, cuando de pronto aparecieron a muy corta distancia el navío Oxford, de 50 cañones, la fragata Soreham, de 24, y el bergantín Falcon, de 20, de la escuadra del mando almirante John Bing, era el día catorce de agosto, al descubrirlo le dieron caza sucediendo lo mismo que la vez anterior, el combate duro tres horas, aumentando las bajas por parte del español y sobre todo de los británicos, pero ya libre aunque en muy mal estado arribó al puerto de destino al amanecer del día quince siguiente.

Comenzando inmediatamente a poner a salvo los caudales y al mismo tiempo, los carpinteros y calafates taponaron los agujeros más cercanos a flor de agua y se repararon las averías principales, el bauprés que había sido arrancado y varias vergas, así como reforzar ligados los tres palos, quedando listo para hacerse a la mar de nuevo el día diez de octubre con la intención de arribar a Ferrol, pero los vientos contrarios se lo impidieron dando la orden don Pedro de virar al Sur y arribar a la bahía de Cádiz.

Navegó sin grandes problemas, separándose de la costa de Portugal por ser un país en la práctica tomado por el Reino Unido, de hecho una escuadra tenía su base en Lisboa, hasta que el día diecisiete justo cuando iban a doblar el cabo de San Vicente, allí se encontró de nuevo con una fuerza de fragatas corsarias que por los nombres de sus buques se le conocía como la Royal Family, siendo las King George, Prince Frederick, Duke y Princess Amelia, al mando del comodoro George Walker, en el momento del avistamiento el viento cayó quedándose a alguna distancia pero viéndose perfectamente, aunque sin poderse moverse ninguno, sobre las cinco de la madrugada se levantó un viento de Norte, siendo la insignia británica la que atacó primero, llegando a tiro sobre las ocho de la mañana, la dejaron llegar a la King George y con tino espectacular a los primeros disparos del Glorioso el palo mayor de la fragata cayó al mar, siendo sustituida por la Prince Frederick, pero el navío español optó por separase por estar ya dañado, está actitud envalentonó a los británicos, pues poco después se incorporó la Princess Amalia, quedándose ya solo las dos últimas y justo un poco después se añadió el navío Darmouth (de la escuadra del almirante John Bing) del porte de 50 cañones, pero de pronto entre el cruce de disparos de los tres contra uno, el navío por un incendio producido por algún taco incendiado que alcanzó su santabárbara produjo la inevitable explosión, por su efecto el buque saltó materialmente por los aires con la natural sorpresa de todos los presentes.

El Glorioso acosado por las dos fragatas y un recién llegado, el navío Russell (que según fuentes lo dan como de 80 cañones y otras de 92, en todo caso era un tres baterías o puentes) que por su mayor altura arrasaba la cubierta del español causando muchas bajas, a pesar de ello el combate se alargó hasta las doce de la noche, hora en que el navío español se había quedado sin pólvora ni proyectiles, lo que convenció a don Pedro que alargar la rendición solo era tener más bajas innecesarias sin beneficio ninguno, dando la orden de arriar el pabellón español e izar la bandera blanca, siendo abordado por una dotación de presa y la española trasbordada a las fragatas King George y Prince Frederick, siendo todos transportados a Lisboa.

El navío español sufrió treinta y tres muertos y ciento treinta heridos, el número de los británicos como siempre desconocido, solo se saben los del navío Russell que hablan por sí solos de lo que habría pasado en el resto, eso a pesar de ser muy superior a los suyos y al español, teniendo ochenta heridos y muertos seguros, entre los últimos su primer teniente y el primero y segundo contramaestres. El Glorioso se había enfrentado sucesivamente y casi sin reposo contra cuatro navíos y siete fragatas, siendo el resultado: un navío y una fragata hundidos y el resto seriamente averiados, lo que en números redondos significa haberse enfrentado a una verdadera escuadra enemiga, produciendo pérdidas y daños, en proporción fuera de toda lógica nada rentables para la Marina Real británica y los armadores en corso, de ahí las consecuencias pagadas por sus mandos.

Junto a su compañeros, porque por la demostración de valor hasta el mismo limite de resistencia, el Rey los ascendió a todos un grado, por un Real despacho del día diecinueve de septiembre, que entre otras cosas dice: «. . .por la gloria y honor con que sostuvo el navío Glorioso, en que venia embarcado, el pabellon nacional en los combates expresados, viniendo de Veracruz con un riquísimo registro de caudales de la Real Hacienda y de particulares, que se aseguraron en la ria de Corcubión, una de las de la costa de Galicia. . .» En el caso de don Juan Manuel le significó obtener el grado de capitán de fragata.

Ya en el año de 1751 recibió la orden de embarcarse en el navío Dragón, de 64 cañones, al mando de don Pedro Stuard, como Segundo don Juan Ignacio de Salaverría, en conserva con el América, de 64, al mando de don Luís de Córdoba y como Segundo don Juan Manuel Pérez de Alderete, estando ambos al mando de don Pedro Stuard, el día veintiocho de noviembre encontrándose en aguas del Cabo de San Vicente divisaron dos velas, al acortar distancias se distinguió el pabellón siendo el Danzik, de 60 cañones, capitana de Argel y el Castillo Nuevo, de 54, entablando un combate que duró cuatro días, al principio, el Castillo Nuevo aprovechó que era cubierto por su capitana logrando ponerse a salvo, el combate tuvo una duración real de treinta horas a lo largo de los cuatro días, porque don Pedro era conocedor del mayor poder de la artillería montada en los buques españoles, limitándose a un constante bombardeo que los enemigos sí recibían, pero sus proyectiles no llegaban con suficiente fuerza a los suyos, al final el día uno de diciembre la capitana de Argel ya no podía responder al fuego, siendo apresado, al abordar los españoles el Danzik se dieron cuenta que se iba al fondo, pero para adelantar el proceso una vez trasbordados los prisioneros se le pego fuego. Las bajas por parte argelina, fueron ciento noventa y cuatro muertos; heridos: noventa, entre ellos el arráez y tres oficiales, más seis renegados, los prisioneros: doscientos treinta. Por parte española, entre muertos y heridos veinticinco, siendo liberados cincuenta cautivos cristianos.

Al ser notificado el Rey de esta victoria tuvo una grata consecuencia, por esta razón firmó una Real orden que dice: « He leído al Rey, y oido S. M. con mucha satisfacción, la relación que V.E. acompaña con carta de 19 del corriente, del combate que tuvo con gloria de las armas reales D. Pedro Stuard y Portugal, con dos navíos de su cargo, Dragón y América, sobre el cabo de San Vicente, con la capitana y almiranta argelina, habiendo logrado poner en fuga este ultimo bajel, bien maltratado, y perder la capitana enemiga haciendo cautiva la mayor parte de la tripulación y guarnición. Y enterado S. M. muy al por menor de todos las circunstancias de tan bizarra función y del valor y acertada conducta con que han peleado y maniobrado D. Pedro Stuard y Portugal, D. Luis de Córdoba, y a su ejemplo, los oficiales, guardias marinas, tripulaciones y guarniciones, ha resuelto S. M., que V. E. manifieste a todos su real agrado, y a D. Pedro Stuard, que S. M. le ha promovido a jefe de escuadra, y a capitán de navío al marqués de Casinas y a D. Juan Ignacio Salaverría, segundos de los expresados navíos, y ha concedido a D. Luis de Córdova la encomienda de Vetera en la orden de Calatrava. Asimismo, ha resuelto S. M., se gratifique a las tripulaciones y guarniciones de ambos bajeles (exclusos oficiales mayores y guardia marinas) con el importe de una paga de sus respectivos sueldos; que a los que han muerto en el combate o después de él, de resultas de las heridas, si eran casados, se asista a las viudas con las dos terceras partes del sueldo que gozaban los maridos, y que a los heridos que quedasen imposibilitados de servir, se les asista con sueldo de inválidos en cualquier parte que lo quieran disfrutar. Madrid 25 de Diciembre de 1751. — El Marqués de la Ensenada. — Sr. Marqués de la Victoria. »

Pasado un tiempo se le otorgaron sucesivamente varios mandos de navíos, con los que siempre o casi estuvo en la mar cumpliendo diferentes comisiones, sobre todo transportando hombres y materiales a los presidios norteafricanos, así como a las islas Baleares y Canarias, hasta que en el año de 1758 por fallecimiento de su padre heredó el título de marqués de Casinas, dándosele una licencia en señal de duelo.

Al reincorporarse se le otorgó el mando de navío Rayo, volviendo a hacer una serie de trasbordos, pues sucesivamente pasó a mandar el Europa, Reina, Diligente, Fénix, Héctor y Dragón, estando al mando de éste, sin tener el grado suficiente se le añadieron a sus órdenes, el Astuto y Glorioso con las fragatas Juno y Soledad, para dar escolta a un convoy de buques particulares y tres fletados por la Armada, para transportar un ejército al mando del teniente general don Juan de Villalva, zarpando de la bahía de Cádiz en el año de 1764 con rumbo a Veracruz, donde desembarcó la tropa y toda su impedimenta, en el mismo puerto se le cargaron caudales zarpando con rumo a la Habana, donde se le volvió a cargar con más y las especies que tanto valor tenían en Europa, regresando en el mes de agosto del año de 1765 a la bahía de Cádiz.

El mismo día que se creó el grado de brigadier en la Armada, por la misma Real orden del día veinte de diciembre del año de 1773, fue uno de los cuarenta capitanes de navío que ascendieron al grado superior, por su larga trayectoria y siempre con un excelente comportamiento, don Carlos III lo nombró vocal de la Junta de la Dirección General de la Armada. Caso casi único con el grado que él ostentaba

Falleció en la isla de León el día cinco de enero del año de 1786. A pesar de ser un gran marino no llegó muy alto en su carrera, pues años si que vivió, contaba al sobrevenirle el óbito con ochenta y uno y ocho días de edad.

Bibliografía:

Cebrián y Saura, José.: Páginas Gloriosas de la Marina de Guerra Española. Imprenta M. Álvarez. 1917.

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1895-1903.

Fits-James Stuart y Colón de Portugal, de Bourk y Ayala.: Relación de los principales acaecimientos ocurridos al Capitán de Navío Don Pedro Stuard y Portugal, Comandante de los navíos de S. Mag. el Dragón y la América con el nombrado el Dancik Capitana de Argel, el día 28 de Noviembre de 1751. Museo naval, Madrid 1952. Ejemplar numerado del 1 al 100, el nuestro es el 75.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Rodríguez González, Agustín Ramón.: Artículo de la colección de Victorias por mar de los Españoles. Revista General de Marina. Julio de 1999.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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