Biografía de don José Solano y Bote Moreno

Posted By on 17 de abril de 2013

Retrato de don José Solano y Moreno. IX Capitán General de la Real Armada Española. I Marqués del Socorro. Cortesía del Museo Naval. Madrid.

Retrato de don José Solano y Moreno. IX Capitán General de la Real Armada Española. I Marqués del Socorro. Cortesía del Museo Naval. Madrid.

IX Capitán General de la Real Armada Española.

I Marqués del Socorro.

Caballero profeso de la Militar Orden de Santiago. 1726. Sig. 7.802.

Consejero de Estado.

Era hijo de don Agustín Solano y Toril, y de su esposa, doña María Bote Moreno y Escobar, vino al mundo el día 11 de marzo del año de 1726, en la población de Zurita, actual provincia de Cáceres.

Elevó petición de la Carta-orden, siéndole concedida, sentando plaza de guardiamarina en la Compañía de Guardiamarinas del Departamento de  Cádiz, única existente entonces, el día 30 de abril del año de 1742. Expediente N.º 403.

Al aprobar sus estudios teóricos, se le ordenó embarcar en el navío Soberbio, de la escuadra de don Juan José Navarro, tomando parte en el célebre combate de cabo Sicié el día 22 de febrero del año de 1744.

Por su comportamiento en este combate, fue ascendido a alférez de fragata, pues había participado como Guardiamarina, obteniendo tan buen crédito de sus superiores, que aparte de ser ya ascendido al primer grado de oficial, fue uno de los elegidos para acompañar a don Jorge Juan, en su viaje de estudios por el Reino Unido, Francia, Holanda y Rusia.

Como premio y recomendación de don Jorge Juan, fue ascendido sucesivamente al grado de alférez de navío, teniente de fragata y teniente de navío, posteriormente al de capitán de fragata en el año de 1754, siendo nombrado además comisario por S. M. para establecer los límites entre las posesiones de los reinos de Portugal y España, al norte del río Marañón, en la América meridional.

Esta comisión duró siete años y en ella hubo que vencer grandes dificultades; una de las principales era, que los mismos nativos estaban siempre en guerra entre ellos, de forma que no respetaban ni a portugueses ni españoles impidiéndoles trabajar con seguridad, y Solano consiguió poco a poco pacificarlas convenciéndolas que con ellos no había guerra, por todo esto S. M. valorando en su justa medida el valor de esta acción más diplomática que científica, pero que dejaba hacer a la segunda, por ello se le ascendió al grado de capitán de navío. Por esta razón y con tan solo diecinueve años de carrera, ya ostentaba el grado de capitán de navío.

El día 2 de enero el año de 1762 el Reino Unido declaró la guerra a España, y al regresar Solano a la península se le dio el mando del navío Rayo; lo corto de las hostilidades no le permitió tener la ocasión de batirse.

Al firmarse la paz el día 10 de febrero del año de 1763 en Paris, se le nombró Gobernador y Capitán General de las provincias de Venezuela, que atravesaban circunstancias difíciles pues el intenso contrabando extranjero en sus costas disminuía cada vez más las rentas de la Corona.

Su actuación enérgica pronto dio beneficiosos frutos: en pocos meses los guardacostas españoles apresaron ciento tres embarcaciones contrabandistas y se desalojó a los británicos de la costa de Caracas donde se habían asentado. Al terminar su mandato en el año de 1770, Solano había duplicado los ingresos de la Real Hacienda.

El 13 de septiembre del mismo año, Solano fue nombrado para el Gobierno de Santo Domingo, gobierno que llevaba consigo la capitanía general de la isla y la presidencia de la Real Audiencia. Intensificó, igual que en Venezuela, el servicio de los guardacostas, obteniendo grandes frutos para la Hacienda. También se ocupó de la designación de los límites con la parte francesa, evitando así problemas mayores, que ya se venían sufriendo.

Por una de esas acostumbradas ironías de nuestra historia resultaba, que en el ejército existía desde el año de 1717 el grado brigadier, pero no así en la Armada, por lo que los ascensos en ésta eran más rápidos que en el ejército, ese agravio comparativo no tenía razón de ser y esto provocó la queja muy firme del conde de O’Relly a S. M., con la petición de que fuera suprimido en el Ejército, pero don Carlos III en vez de hacer caso al Conde, lo que firmó el día 20 de diciembre del año de 1773 fue una Real orden por la que se adoptaba dicho grado en la Armada, por ello fueron ascendidos al mismo tiempo a este nuevo grado los capitanes de navío: Marqués de Casinas, don Antonio Rodríguez Valcárcel, don Joaquín Gutiérrez Baron, don Francisco María Spínola, don José Solano y Moreno, don Francisco de Medina, don José Díaz de San Vicente, don Adrián Caudrón de Cantín, don Miguel Gastón, don Alejo Gutiérrez de Rubalcava, don Antonio de Arce y don Felipe Ruíz Puente.

Solicitó y obtuvo continuar sus servicios en la Real Armada, por ello de nuevo fue ascendido a jefe de escuadra por Real orden del día 27 de abril del año de 1779, poco antes de estallar de nuevo la guerra con el Reino Unido, siendo destinado como general subordinado a la escuadra del general don Antonio de Arce, que se alistaba en Ferrol y que se agregó a la combinada del general don Luis de Córdova y del conde de D’Orvilliers.

Penetraron por el canal de la Mancha, apresando al navío británico Arden,  de 74 cañones y obligando a la escuadra del Canal británica al mando del almirante Hardy, tuviera que buscar refugio en sus propios puertos, al no encontrar con quien combatir la escuadra regresó a la bahía de Cádiz.

En día 22 de febrero de 1780 tomó Solano el mando de una escuadra compuesta por once navíos, dos fragatas, una balandra, un chambequín y un paquebote, destinada a proteger un gran convoy compuesto por los transportes: un navío, un pingüe, diecinueve fragatas, seis polacras, trece bergantines, catorce paquebotes y ocho saetías, treinta y ocho embarcaciones de registro y siete  armadas en corso, cargados con pertrechos más un total de tropas de doce mil ciento cuarenta y seis hombres destinados a socorrer Tierra Firme y las Antillas.

Por un estadillo, hay que hace notar que la escuadra que estaba fondeada en Cádiz, antes de zarpar la de Solano, estaba compuesta por: 40 navíos, 14 fragatas, 6 urcas y 9 buques menores todos de guerra. Los navíos que formaban la escuadra de Solano, eran: San Luis, de 94, insignia, San Vicente Ferrer, de 80 cañones, San Nicolás, de 80, Gallardo, de 70, San Agustín, de 74, Arrogante, de 74, San Francisco de Asís, de 74, Guerrero, de 70, Velasco, de 72, San Ramón, de 68 y Dragón, de 64. Las fragatas, Santa Cecilia, de 40 y Santa Rosalía, de 36, la balandra Duque de Cornwalis, chambequín Andaluz y paquebote San Gil.

Trataban de interceptar a tales fuerzas numerosos efectivos navales británicos mandados por el almirante Rodney, pero Solano supo burlarlos, cambiando a su entender sin tener órdenes para ello de rutas acostumbradas, pero así consiguió desembarcar las tropas a salvo en el puerto de destino.

El 8 de julio Solano se unió a De Guichen cerca de la Dominica, constituyéndose así una poderosa escuadra fuerte de treinta y cinco navíos, contra la que ya nada igual podían oponer los británicos.

El general Gálvez, gobernador de la Luisiana, no hubiese podido llevar a cabo sus operaciones en La Florida y tomar Pensacola a los británicos, sin el concurso de Solano y de sus navíos.

Para esta expedición salieron las fuerzas de la Habana, el 16 de octubre, las navales a las órdenes de Solano, compuestas de siete navíos y cinco fragatas, escoltando a un convoy de cuarenta y nueve velas con tres mil hombres de desembarco, mandados por el general don Bernardo Gálvez.

Un huracán dispersó a los buques, pero la expedición se rehízo nuevamente en la Habana, con menos tropa y buques se hizo a la mar de nuevo el día 28 de febrero de 1781.

Desembarcó Gálvez en la isla de Santa Rosa con mil trescientos quince infantes, después de ahuyentar a dos fragatas británicas que defendían el paso.

Hubo que aligerar a los buques españoles para que pudieran pasar los cayos, pero aún así varó el San Ramón, que taponó momentáneamente el paso.

Al fin Gálvez recibió refuerzos de Nueva Orleáns y de Mobile, llegó el general Solano con once navíos, tan oportunamente que ya se habían avistado ocho británicos, desde cabo San Antonio con la intención de socorrer la plaza, al ver estos a los españoles cazaron el viento y se alejaron abandonando a los suyos a su suerte.

El día 11 de mayo la ocupó Gálvez, tomándose 143 cañones y haciendo mil ciento trece prisioneros y otros tantos negros, además del general Campbell y del almirante Chester, capitán general británico en aquel territorio.

En el año de 1782 Solano transportó a las tropas de Gálvez al Garico, parte francesa de la isla de Santo Domingo.

Existía el proyecto de unirse Solano a la escuadra francesa del conde de De Grasse, para caer sobre Jamaica en gran fuerza; contaba con unos cuarenta mil hombres, pero un descuido de De Grasse permitió a George Rodney batirlo y hacerlo su prisionero, haciendo fracasar el proyecto.

El combate entre De Grasse y Rodney tuvo lugar entre los días 9 a 12 de abril del año de 1782, llamado De los Santos, donde por causa de las calmas y por primera vez en la época moderna, Rodney supo aprovechar un hueco y doblar la línea de De Grasse, lo que provocó la casi total destrucción de la escuadra francesa. El autentico héroe de esta maniobra fue el comodoro Douglas, que como jefe del Estado Mayor de la escuadra británica, vio con claridad la posibilidad de efectuar la maniobra, que les dio el éxito, pero los laureles como siempre se los llevó el jefe.

En este mismo año fue ascendido don José Solano al grado de teniente general y pasó a mandar la escuadra, y su vez el apostadero de la Habana.

El día 25 de julio del año de 1784, le fue conferido el título de Castilla de marqués del Socorro y nombrado Consejero de Estado.

En el año de 1790 se le dio a Solano el mando de una escuadra, fuerte de veintiséis navíos, doce fragatas, dos bergantines y una balandra, armados en Ferrol, Cartagena y Cádiz, para tomar el mando se desplazó de Madrid a Cádiz, al llegar escogió el navío Salvador del Mundo, donde enarboló su insignia, zarpando a los pocos días con rumbo a Ferrol, doblando el cabo de Finisterre realizando cruceros con la totalidad de la escuadra, lo que llevó al Reino Unido a firmar la paz unos meses más tarde.

Al regresar cada escuadra a su Departamento y Solano con la de Cádiz a ésta bahía, comenzó a ser desarmada al verificar la orden recibida, desembarcó poniéndose de nuevo en camino a la Villa y Corte, continuando en sus funciones de Consejero de Estado.

Se le concedió la Gran Cruz de Carlos III y poco después la llave de gentilhombre.

En 1796 tomó el mando de una escuadra compuesta de siete navíos y cuatro fragatas, a la que debían de agregarse las divisiones de Aristizábal y de Apodaca, que se encontraban en aguas de las Antillas y seno mejicano.

En el mes de agosto salió y destruyó los abastecimientos británicos en las ensenadas de Bull y Chateaux, arrasó las islas de San Pedro y Miguelón, echando a pique más de cien mercantes británicos, privando así de suministros a la escuadra británica en aquellas aguas, viéndose obligados a refugiarse en la isla de Jamaica.

Regresó a la península con sólo cuatro navíos, quedando el resto como refuerzo de los ya existentes en la Habana, como la vez anterior utilizó rutas desconocidas, burlando de nuevo a las fuerzas navales británicas, fondeando en la ría de Vigo para pasar en su lazareto la cuarentena evitando así posibles contagios en la península.

Por Real orden se le entregó el mando de una escuadra, regresando a la ciudad de Cádiz a tomar su mando, enarbolando su insignia en el navío Príncipe de Asturias, el día 1 de agosto zarpó la escuadra rumbo a Nápoles para embarcar y transportar a la futura Princesa de Asturias y al Príncipe heredero del Reino de las Dos Sicilias, arribando a la ciudad Condal donde desembarcaron los egregios viajeros, en la misma ciudad contrajeron matrimonio el Príncipe de las Dos Sicilias, con la Infanta doña María Isabel de Borbón, verificado el ceremonial de la boda, como el nuevo matrimonio debía regresar a sus estados embarcaron de nuevo y el día 9 de octubre siguiente se hicieron a la mar, arribando al puerto de Nápoles donde desembarcaron; como agradecimiento del Rey de las Dos Sicilias, condecoró a don José Solano con la Gran Cruz de San Genero, poco después zarpó la escuadra fondeando en el puerto de Cartagena el día 4 de diciembre del mismo año de 1802.

En la promoción que tuvo lugar en el mismo de 1802 por la doble boda, se le ascendió a la más alta dignidad de la Corporación, Capitán General de la Real Armada.

Por su ascenso tuvo que abandonar la ciudad de Cartagena y hacerse llegar a la Villa y Corte, al terminar el ceremonial de su alto cargo-cargo, tuvo que volver al Arsenal de Cartagena para verificar el desarme de la escuadra, al concluir esta comisión regresó de nuevo a la Villa y Corte para continuar desempeñando su cargo de Consejo de Estado.

Estaba domiciliado en Madrid y en el desempeño de sus altas responsabilidades hasta que falleció el día 24 de abril del año de 1806, contando con ochenta años de edad de ellos sesenta y cuatro de muy buenos servicios a España.

Coincidió que al fallecer el Rey se encontraba en la Villa y Corte, esto impedía por Ley que se pudiera celebrar el funeral, puesto en conocimiento de don Carlos IV, firmó una Cédula para que se pudieran efectuar en esta ocasión, por ello se le pudieron rendir los honores que le correspondían como a tal Capitán General por parte de la guarnición de Madrid.

Bibliografía:

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