Biografía de don Diego Rivero

Posted By on 21 de abril de 2011

Biografía de don Diego Rivero

Cosmógrafo e inventor español del siglo XVI.

Maestro en levantar Cartas, fabricar Astrolabios y otros instrumentos y máquinas náuticas.

Su vida es casi desconocida, a no ser por la cantidad de documentos, en los que se hablan de él, por sus inventos y máquinas, que lograron poner el nivel de la industria de España, al más alto nivel del momento.

Por lo que todo lo que viene a continuación son actas, la mayoría con firma Real y autorizaciones, para llevar a la práctica sus teorías.

Por una Real cédula de fecha diez de julio del año de 1523, fechada en Valladolid, se le había hecho entrega de treinta mil maravedíes, como sueldo, al ser designado por el Rey, como cosmógrafo y maestro de instrumentos náuticos.

Por Real cédula, que esta con fecha del día nueve de noviembre del año de 1526, hecha en Granada, se sabe que se le admitió la invención que previamente había propuesto al rey Carlos I «. .para achicar agua de las naos »

El mecanismo de su invención consistía, en unas bombas de metal para achicar el agua de las naos, afirmando que conseguirían sacar diez veces más agua que con las utilizadas hasta entonces construidas en madera.

Con fecha trece de octubre del año de 1531, fueron nombrados unos peritos, para que estudiaran la viabilidad del nuevo mecanismo; su informe fue totalmente favorable a la mejora que se produciría.

Fue tan rápida la respuesta de aprobación, que con fecha cuatro de noviembre del mismo año y estando la Reina en la población de Medina del Campo, ordenó que fuesen nombrados los maestros, marineros y personas prácticas necesarias, para que se llevara a efecto una prueba en una nao, con las bombas de achique inventadas por Rivero.

El día veinticinco de mismo mes y año, re reunieron a bordo de la nao Santa María del Espinar; pero para llevar a cabo la prueba y dar Fé de que así era, se presentó un escribano, ante el cual prestaron juramento, de ser y cumplir fielmente con la misión que se les había encomendado.

Fueron probadas las bombas, la más pequeña, se movía con un tercio menos de personas, que las que hasta ese momento se utilizaban, achicaban igual cantidad de agua que dos de las grandes de madera y la mayor, lograba el efecto de cuatro de las grandes y con la mitad de los hombres, veinte en vez de cuarenta.

Además las nuevas tenían mucho menos peso y eran por ello más manejables, logrando ponerlas encubierta si se atascaban en mucho menos tiempo y esfuerzo.

Vistas las pruebas, y al terminar la demostración se encaminaron a la Casa de Contratación, y allí las discutieron, viendo sus ventajas y su comportamiento.

Su veredicto fue tan elocuente y favorable, que con fecha del día doce de enero de 1532, por una Real cédula, se le pagaron sesenta mil maravedíes, al mismo tiempo, que se le ordenaba entregar una a Ginés Carrión, que como capitán de la nao Santa María Alta, estaba preparada para hacerse a la mar, con destino a Nueva España, con la intención de que fuera probada, si llegaba el caso en situación real y no de pruebas.

Esta nao, sufrió unos temporales que le causaron graves averías, lo que le impidió llegar a su destino, por lo que viró, poniendo nuevo rumbo con destino a Sevilla.

A su llegada, la Casa de Contratación inició una investigación, por lo que había sucedido, para ello fueron interrogados y por separado, los pilotos y el maestre, los cuales después de relatar la experiencia, concluían diciendo: «. .que la nao se había podido salvar y por ello regresar al puerto de partida, por lo efectiva que había resultado la bomba de Rivero »

A pesar de todo ello y como tantas veces en nuestra historia, se sacrificaron en aras de la sana economía de las arcas reales, sin reparar en a veces un buen mecanismo podía salvar mercancías mucho más valiosa, eso sin contar con las vidas de las tripulaciones.

Por ello al ser redactadas por los jueces, las normas de tamaño para acoplar a cada nao las convenientes, se producía una desafortunada cantidad de ellos, lo que por su coste y variedad las hacía muy caras. Razón por la que se le dio el negocio a Vicente Barroso, que había mejorado las antiguas, pero seguían siendo construidas en madera y este material las convertía en mucho más económicas. Quedando postergadas las de Rivero que pasaron a ser construidas en el año de 1545, que aún seguían siendo mucho más efectivas, que sus predecesoras fabricadas en madera.

Por ello al ser redactadas por los jueces, las normas de tamaño para acoplar a cada nao las convenientes, se producía una desafortunada cantidad de ellos, lo que por su coste y variedad las hacía muy caras.

Por lo que se le dio el negocio a Vicente Barroso, que había mejorado las antiguas, pero construidas en madera y este material las convertía en mucho más económicas.

Por lo que pasaron a ser construidas éstas, hasta que en el año de 1545, se decidió el fabricar las de Rivero, que aún seguían siendo mucho más efectivas, que sus predecesoras fabricadas en madera.

Por lo que otra vez, la historia se repetía, dándose la cruel paradoja de que Rivero no pudo ver a sus bombas embarcadas, ya que la muerte se sorprendió en fecha no concreta, pero entre finales de 1532 y principios de 1533; hay quién apunta y tampoco sería la primera ni la última vez, que el fallecimiento se produjo, precisamente por haber demostrado que las suyas eran mejores y se decidió por las de otro, no tan eficaces, está decisión le dejó postrado y absorto en si mismo lo que al poco tiempo se tradujo en una pérdida de fuerzas. Pero la hacienda es la hacienda pública.

Suponemos que diagnosticar como « depresión » su muerte, en aquella época era algo desconocido totalmente, pero es una enfermedad que en algunos casos, efectivamente puede acelerarla.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Fernández de Navarrete, Martín.: Biblioteca Marítima Española. Obra póstuma. Imprenta de la Viuda de Calero. Madrid, 1851.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Museo Naval. Madrid, 1973.

Fernández Duro, Cesáreo.: Disquisiciones Náuticas. Facsímil. Madrid, 1996. 6 Tomos.

Compilada por Todoavante.

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