Biografía de don Miguel Lobo Malagamba
Posted By Todoavante on 8 de febrero de 2015
Contralmirante de la Real Armada Española.
Caballero Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando de 1ª clase.
Nació en la población de San Fernando, en Cádiz, el 26 de noviembre de 1821, siendo sus padres don Manuel Lobo y Campo, Caballero de Alcántara y capitán de navío, y doña Juana Malagamba Guarderas.
En 1824 se refundieron las tres compañías de Guardiamarinas en un Colegio, el cual debía de establecerse en la población de Puerto Real, pero se decidió trasladarlo a La Carraca, a pesar de ser un establecimiento de la Armada no se pudo poner en marcha. En 1828 se suprimió el Colegio y se dio libertad de enseñanza aplicando la Constitución de 1812, por ello ya no era necesario ser hijodalgo ni pasar las pruebas de limpieza de sangre, al estar preparado se pasaba un examen presidido por una Junta de Jefes de la Armada, quienes al dar el Vº Bº se producía el ingreso en la Corporación. No era fácil superarlo, porque en los exámenes las exigencias eran las justas y conformes a los requerimientos de la profesión, fue una época muy dura pues ante la libertad de estudio los jueces de las pruebas eran implacables en su aplicación, no perdonando ningún error por nimio que fuera.
Pasando de esta forma veintiún años en los cuales no hubo academia, ni colegio, ni compañía de guardiamarinas, siendo libre la preparación de todos los aspirantes, viviendo en «casas de confianza» e ingresando al aprobar el examen de la Junta de Jefes, hasta llegar a 1845 cuando por fin se abrió la Escuela Naval Militar en San Carlos. Por esta razón no hay expedientes de estos años.
Al pasar los exámenes ingresó en la Corporación el 26 de mayo de 1835.
Embarcando en el bergantín Jasón incorporado a las fuerzas navales del Norte, participó en las acciones del puerto de Pasajes, ría de Bilbao, transportando tropas de San Sebastián a Santander y cruceros para impedir la llegada de apoyos a los carlistas, el tercer sitio de Bilbao, la toma de Hernani, Irún y Fuenterrabía en 1837, su buque pasó a Cádiz, de donde zarpó a primeros de 1838 con rumbo a la Habana, al llegar transbordó al navío Soberano regresando a Ferrol el 2 de abril siguiente.
Se le ordenó embarcar en el vapor Isabel II, incorporándose al Cantábrico participando en las acciones de Ondarroa y Motrico, hasta ser firmado el convenio de Oñate el 29 de agosto de 1839, regresando a Cádiz a finales del mismo año por ser desactivadas las fuerzas navales del Norte.
Fue destinado al Apostadero de la Habana, donde pasó el examen final con muy buenas notas, siendo ascendido el 26 de mayo de 1841 a alférez de navío.
Navegó destinado en la fragata Isabel II, bergantines Maite y Laborde, permaneciendo más tiempo en la goleta Clarita, con todos ellos sus cruceros fueron por las costas circundante de la isla, se le entregó la Real orden del 20 de febrero de 1845, notificándole su ascenso al grado de teniente de navío, permaneciendo en su destino hasta principios de 1846 regresando a la península.
Se le ordenó embarcar de nuevo en la fragata Isabel II, siendo incorporado el buque a la división del brigadier don José María de la Cruz y Moya, formada por la fragata y las corbetas Colón y Villa de Bilbao, por producirse el golpe de estado en el vecino país de Portugal, con la comisión de proteger vidas y haciendas de los españoles residentes, al calmarse las aguas y regresar a la normalidad, zarparon de sus aguas fondeando en la bahía de Cádiz en septiembre de 1846.
En 1847 se le destina a las islas Filipinas, donde se le otorga el mando del vapor de ruedas Magallanes, participando en el asalto con el que se logró la toma de la fortaleza de la isla de Balanguingui, principal punto de reunión de los piratas del archipiélago, por su valor se le concedió al Cruz de Marina de la Diadema Real, permaneció en aquellas aguas al mando de su vapor, hasta cesar en el mando de su buque y regresar a la península mediado 1849.
En abril de 1850 fue destinado de nuevo a la Habana, recibiendo la orden de embarcarse en la fragata Cortés, realizando cruceros en comisión de guardacostas, a finales del mismo año embarcó en el navío Soberano restituyéndose a la península.
Pocos meses después se le otorgó el mando del bergantín Patriota, permaneciendo casi todo 1851 con base en el puerto de Lisboa.
El 13 de mayo de 1852 fue nombrado por el brigadier don Joaquín Gutiérrez de Rubalcava su oficial de órdenes de la división de su mando, visitando los puertos de Nápoles, Messina, Ancona y Tolón, permaneciendo en este destino hasta ser disuelta.
Por Real orden del 12 de mayo de 1854 se le otorga el mando de la corbeta Mazarredo, pasando al Mediterráneo para cruzar sobre las costas de las regencias norteafricanas, siendo de nuevo destinado con su buque a Lisboa, poco después regresó a las costas de Barcelona, permaneciendo hasta recibir la Real orden del 13 de diciembre de 1856, siendo nombrado Ayudante de la Mayoría General de la Armada, entregó el mando de su buque y se trasladó a Madrid a tomar posesión de su destino.
Por Real orden del 4 de marzo de 1857 fue ascendido al grado de capitán de fragata, poco después fue comisionado a Francia para comprar las dragas para limpiar los caños del arsenal de La Carraca, por Real orden del 28 de enero de 1859 se le comisionó a Londres, donde se instaló la comisión de Marina que debía comprar buques de hélice.
A su regreso se le entregó la Real orden del 28 de noviembre siguiente siéndole entregado el mando de las fuerzas sutiles pertenecientes a la división de operaciones en la guerra de África, participó en varios transportes de tropas y pertrechos de guerra, bombardeos de costa y desembarcos, teniendo una acción de valor el 1 de enero de 1860, en el combate de Castillejos, siéndole concedida el 3 siguiente la Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando de 1ª clase, a su vez por sus muchos méritos se le otorga el grado de coronel de infantería del Ejército.
Asistió a las pruebas oficiales del sumergible Ictíneo, invento de don Narciso Monturiol, efectuándose las mismas en el puerto de Alicante el 7 de marzo de 1861.
Por Real orden del 28 de agosto de 1863 se le ascendió al grado de capitán de navío, poco después se produjo el enfrentamiento con las repúblicas de Chile y Perú, siendo nombrado por Real orden del 27 de junio de 1864 Mayor general de la escuadra del Pacífico, pasando a tomar su destino en la bahía de Pisco, en las islas Chincha el 7 de septiembre siguiente, embarcando en la fragata Villa de Madrid insignia del jefe de escuadra don José Manuel Pareja.
Participó en todos los aconteceres de aquellas aguas, como la firma del tratado Vivancos-Pareja, el apresamiento de la goleta Covadonga por la corbeta chilena Esmeralda, el asesinato del cabo Fradera y la decisión del general Pareja de suicidarse, por ello tomó el mando de la escuadra don Casto Méndez Núñez.
Participó en el bombardeo de Valparaíso efectuado el 31 de marzo de 1866, pasando posteriormente al del 2 de mayo siguiente, contra la plaza del Callao, donde a bordo de la fragata acorazada Numancia, cayó herido su jefe el brigadier don Casto Méndez Núñez, siendo él junto al comandante de la fragata, Antequera quienes lo recogieron en sus brazos, dejándolo en los de otros compañeros para bajarlo a la enfermería, antes de separarse les dijo: ‹Continúe el combate›, lo que fue cumplido como si nada importante hubiera ocurrido, por ello mantuvo la orden no cesando el bombardeo hasta hacer callar a los enemigos, al cual sólo le quedaron cuatro bocas de fuego, de las noventa y cuatro disponibles en los fuertes de la plaza al comenzar, cuando ya no había respuesta enemiga ordenó el repliegue de la escuadra a la isla de San Lorenzo.
Al quedar como Jefe interino de la escuadra escribió un parte a don Casto Méndez Núñez, en él entre otras cosas le dice: «Me es imposible detallar a V. E. los hechos individuales de las dotaciones dignos de especial mención. Esto toca a los jefes de los buques, que sabrán hacerlo con la justicia debida. A mí solo me corresponde manifestar a V. E. que, si no me ha cabido, como a V. E., la honra de derramar mi sangre, para dejar bien alta la de la patria, creo, sin temor de injusticia, haber llenado mi deber en cuanto mi deseo y patriotismo me exigían, sin que al expresarme así trate de encomiar lo que es pura y simplemente el más sagrado de los de un militar.»
La escuadra fue dividida el 10 de mayo en dos agrupaciones, una con la insignia de don Casto Méndez Núñez enarbolada en la fragata Villa de Madrid, acompañada por la Resolución, Almansa y Blanca, con rumbo a doblar el cabo de Hornos y destino Montevideo; la otra a las órdenes de don Manuel de la Pezuela, con insignia en la Numancia, junto a la Berenguela, transporte Marqués de la Victoria, corbeta Vencedora y dos buques mercantes, los Uncle-Sam y Matauro con rumbo a Filipinas, para evitar que la acorazada se viera obligada a doblar el temible cabo de Hornos.
El viaje de regreso por el cabo de Hornos fue duro, sobre todo por lo ocurrido a la Resolución, como bien indica su nombre logró no sin esfuerzo, pero con la resolución de su dotación arribar algo más tarde al apostadero de destino. El Mayor general Lobo se encontraba como le correspondía a bordo de la fragata Villa de Madrid.
Por Real orden del 20 de junio de 1866 fue ascendido al grado de brigadier por méritos de guerra, a su vez se le concedió la Cruz de segunda clase del Mérito Naval y la Medalla conmemorativa del combate del Callao.
Zarparon de Montevideo con rumbo a Río de Janeiro, de aquí en 1867 pasó a Cuba, realizando varias salidas en protección del tráfico marítimo, al ser llamado a la península don Casto en noviembre de 1868 quedó al mando de la escuadra y con insignia de preferencia.
Por Real orden del 14 de septiembre de 1869 se le ascendió al grado de contralmirante, siendo nombrado por Real orden del 2 de noviembre de 1870 jefe de la escuadra del Sur de América, por sus méritos en este mismo año se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica.
Entregó el mando de la escuadra por Real orden del 27 de agosto de 1871, con la orden de regresar a la península, por Real orden del 14 de diciembre siguiente se le confirió el destino de Comandante General del Departamento de Ferrol, demostrando una vez más su firmeza de carácter, realizó las oportunas disposiciones y tomó las medidas disuasorias suficientes para abortar un alzamiento republicano en 1872.
Por Real orden del 21 de mayo siguiente se le entregó la Gran Cruz al Mérito Naval con distintivo Blanco. En julio seguido se le exoneró de su mando, a la llegada de su sucesor se lo entregó y el 11 de noviembre seguido se produjo el alzamiento republicano que, si bien fue reducido causo la pérdida de demasiadas vidas, más grandes destrozos en el Arsenal.
El 19 de julio de 1873, cuando la sublevación de los cantonales de la población y arsenal de Cartagena, se encontraba en la población de Chiclana, sin mando y en uso de una licencia para tomar las aguas de la población.
Pero al sentir a su patria en peligro no dudo, se desplazó al apostadero de Algeciras, arboló su insignia en el vapor Alerta que allí se encontraba, sin más medios que su prestigió personal y su gran entereza de carácter, fue entrevistándose con mandos de unidades a los que llamó al orden, los cuales inmediatamente se pusieron a sus órdenes, así reunió cuantos buques pudo poner bajo su mando, dominando en algunos de ellos la indisciplina reinante, cuando ya los tenía a casi todos controlados, se ofreció al Gobierno junto con todas sus fuerzas que le eran leales y estaban bien organizada, con ellos se dirigió al puerto y Departamento de Cádiz, impidiendo con su llegada la salida de la ya casi sublevada flota surta en él, compuesta por tres fragatas acorazadas y un gran vapor.
La flota que llegó a reunir consistía en cuatro fragatas y cuatro vapores, el Gobierno le reconoció públicamente su valor y su arrojo, sin tachaduras ni enmiendas, además de su lealtad y disciplina, nombrándole general en jefe de la escuadra del Mediterráneo.
on su flota se dirigió al arsenal de Cartagena para bloquearlo, impidiendo con ello que los buques surtos en él pudieran hacerse a la mar y expandir la revolución cantonalista, cuando estos intentaron hacer una salida, los batió, pero tratando de no infligir daños importantes, pues no se trataba de un enemigo cualquiera, eran buques españoles, si eran maltratados después se tendrían que reparar y volver al servicio honroso de la misma, por ello dentro de sus posibilidades intento no inutilizarlos definitivamente.
El Gobierno declaró a los buques sublevados “piratas” lo que fue aprovechado por nuestros amigos de siempre, pues en un ligero combate con una escuadra al mando del almirante Yelverton, fueron apresadas la fragata acorazada Vitoria y la de primera clase Almansa, el almirante Lobo, una vez acabada la sublevación, actuó de intermediario para que los británicos devolvieran los buques, llevó las deliberaciones con sumo tacto y como siempre con su energía de carácter, pues estos exigían al Gobierno constituido; «…seguridad en las dotaciones, para no volver a caer en poder del enemigo y otras condiciones no muy fáciles de cumplir en aquellos aciagos días.» consiguiendo al fin fueran devueltas.
Incrementada su escuadra zarpó de Gibraltar el 10 de octubre, compuesta por la fragata acorzada Vitoria, las de hélice Almansa, Naval de Tolosa y Carmen, con los vapores Cádiz y Colón, y las goletas Diana y Prosperidad, presentándose ante Cartagena el 11, de donde salió la escuadra cantonal compuesta por las fragatas acorazadas Numancia, Tetuán y Méndez Núñez con el vapor Fernando el Católico, si bien eran menor número su poder de fuego era muy superior.
Se encontraban frente a la ensenada de Portmán, cuando la Numancia, con insignia de Almirante abrió fuego sobre la Vitoria, pero no era efectivo por errar demasiados proyectiles, lo que no ocurrió con la del mando de Lobo, tanto que en poco tiempo la cantonal se vió obligada a retirarse, viendo su huida centró el fuego sobre la Méndez Núñez, ésta realizó un par de maniobras que hizo pensar pudieran intentar el abordaje, ordenando a la dotación de la Vitoria se preparara para contrarrestarlo, pero pronto se dieron cuenta que su maniobra era para alejarle y poder huir, no se pudo escapar de ser alcanzada pero solo se descargó una andanada y mucho fuego de fusilería, no obteniendo casi respuesta, por ello puso rumbo a la Tetuán, la cual se acercó tanto a tierra que Lobo pensó que si continuaba presionarla se perdería contra la costa y no dejaba de ser un buque enarbolando la misma bandera, y cuando aquello acabara sería muy necesaria para España, decidiendo variar rumbo y dejarla pasar a su puerto de Cartagena.
Lobo dio la orden de regresar a Gibraltar donde fondeó el 16, el gobierno alarmado por su proceder, lo relevó del mando de la escuadra el 15 anterior, nombrando en su puesto al contralmirante don Nicolás Chicarro, le entregó el mando el 18 seguido y se trasladó a Madrid a dar las explicaciones directamente al Gobierno, oídas por el Presidente a la sazón don Emilio Castelar, no tuvo más remedio que aprobar la conducta de don Miguel Lobo, de hecho para demostrar el aprecio del Gobierno permaneció en Madrid.
Al capitular Cartagena por el golpe de estado del 3 de enero de 1874, por decreto del 15 siguiente fue nombrado capitán general del Departamento de Cartagena, al llegar vió con tristeza el lamentable estado en que había quedado el vapor Fernando el Católico, pues había sido hundido sobre el cabo La Higuera, la fragata acorzada Tetuán se había incendiado y era pérdida total, del resto nada estaba en su sitio y destrozado casi todo el mobiliario, pero otra vez asomo su energía de carácter, comenzó a dar las órdenes oportunas que como siempre dieron su fruto, poniendo en pocos meses el Arsenal en las condiciones óptimas para seguir prestando los servicios propios.
Era un hombre de fácil pluma y erudición, conocedor de varios idiomas, supo emplearla al igual que su espada al servicio de la Armada y de la nación, pues tradujo varias e importantes obras, más otras de su propio tintero.
En el último tercio de 1875 elevo petición para ser relevado del mando por encontrase enfermo, al parecer se le había despertado un cáncer hepático, al llegar el sustituto viajó a Madrid donde fue examinado por varios médicos, éstos le recomendaron viajar a Paris, donde sufrió una dura operación a pesar de ello falleció el 5 de abril de 1876.
Legó a su ciudad natal San Fernando su extraordinaria biblioteca compuesta por 3.289 volúmenes, entregada al Ayuntamiento para que éste la pusiera al alcance de la mano de sus paisanos, con la única condición de que llevara por nombre su apellido y fuera la base de una gran biblioteca, acto que cumplió su viuda y la Corporación, aprovechando la visita de S. M., don Alfonso XII a la ciudad la inauguró el 29 de octubre de 1879, siéndole explicada la razón el Rey, ordenó aportar algunas obras de su biblioteca personal, a ello se fueron uniendo más vecinos ampliando las donaciones.
Al conocer el Gobierno el fatal desenlace dispuso que inmediatamente sus restos regresaran a España, para ello se envió al vapor León al puerto de Marsella, donde los embarcó y transportó directamente al Arsenal de Cádiz donde fueron desembarcados el 2 de mayo.
Fue sepultado el 4 en el cementerio de San Fernando, en espera del cumplimiento del plazo sanitario, para su posterior inhumación en el Panteón de Marinos Ilustres.
La viuda de su peculio particular mandó construir un mausoleo en el Panteón, al quedar terminado se instalado en 1886, el 14 de noviembre del mismo fueron trasladados los restos mortales del almirante recibiendo todos los honores de ordenanza.
Lobo fue hombre de raras y brillantísimas dotes que ilustraron su vida, no sólo como marino y militar, sino como publicista e historiador, ocupando sin duda alguna, su nombre uno de los lugares más preclaros entre los varones ilustres de la época contemporánea.
Su tumba ocupa la segunda capilla de la derecha u Oeste, tiene las inscripciones siguientes:
Aquí yacen los restos mortales del Contralmirante
Don Miguel Lobo Malagamba
Mayor General de la Escuadra del Pacífico en 1866
Capitán General del Departamento de Cartagena y su
reorganizador en 1874. Militar bizarro, publicista
distinguido, marino eminente, consagró a la Patria
espada y pluma en honrosa vida que terminó en París
a 5 de abril del año 1876 a los 54 años de edad.
Bibliografía:
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