Biografía de don Cesáreo Fernández Duro

Posted By on 15 de mayo de 2010

Capitán de Navío de la Real Armada Española.

Caballero Cruz de San Fernando de 1ª clase. 23 de julio de 1850.

Historiador y Geógrafo.

Cesáreo Fernández Duro.

Cortesía del Museo Naval de Madrid.

Vino al mundo en la ciudad de Zamora el 25 de febrero de 1830, siendo sus padres, don Francisco Fernández Torneros y doña Teresa Ramona Duro y Manuela Otero.

En 1836 sus padres se trasladaron a Madrid, donde realizó sus primero estudios hasta 1843 en que regresaron a su ciudad natal.

En 1845 se presentó a examen para sentar plaza en la Armada, desplazándose hasta la ciudad de San Fernando, donde se encontraba el Colegio Naval Militar inaugurado este mismo año. Expediente N.º 4.022.

En 1848 se le otorgó el grado de guardiamarina de 1º, embarcando en prácticas en la fragata Isabel II, el navío Soberano y la corbeta Villa de Bilbao, pasando posteriormente destinado a las islas Filipinas; en 1850 estaba embarcado en el bergantín Ligero, del que trasbordó a la fragata Esperanza, participando en la campaña contra los piratas de Joló, entre 1850 y 1851, siendo tan valeroso y heroico su comportamiento en el asalto final a la fortaleza que le fue concedida la Cruz de San Fernando de 1ª clase, después de su consiguiente juicio contradictorio el 23 de julio de 1850.

En 1851 se le ascendió a guardiamarina 2º, siéndole ordenado regresar a la península, al llegar se le destinó a la Comisión Hidrográfica de las islas Canarias, para realizar el levantamiento de las cartas náutica de sus costas y accesos.

El hallazgo de la Carta Náutica de Juan de la Cosa fue dado a conocer por el barón Alexander von Humboldt en su obra: «Examen critique de l’Historie de la Géographie du Nouveau Continent» publicada en 1839. En mayo de 1853 a la muerte del barón de Walkenaer su biblioteca salió a subasta pública y entre las numerosas obras, el lote numero 2.904 se anunciaba como «El más importante bosquejo geográfico que nos ha legado la Edad Media»

Se encontraba don Cesáreo en esa época destinado como ayudante del agregado naval en la Embajada de España en París, quien inmediatamente lo puso en conocimiento del Gobierno y éste, por mediación del Ministerio de Marina envió a París a don Ramón de la Sagra (naturalista, economista, sociólogo, intelectual y político) con la orden expresa del Gobierno de impedir fuera comprado por cualquier otra persona, organismo o país, por la manifiesta importancia del documento en cuestión, quien rápidamente se puso en camino acudiendo a la subasta el día señalado.

La Biblioteca Real de Paris pujó por él, así como un coleccionista particular llegando a ofrecer 4.000 francos. Ramón de la Sagra, al ver que iba subiendo la puja se levanto y dijo: «Estoy aquí en representación de la Reina de España», dejando pocas posibilidades al resto, así se compró por 4.020 francos (finalmente se pagaron 4.321, la diferencia se supone seria comisiones de subasta), traducido a reales fueron dieciséis mil ochocientos.

La compra oficialmente la realizó el Depósito Hidrográfico cuando era su director don Jorge Lasso de la Vega, pero éste pensó que mejor estaría en el Museo Naval de Madrid para poder ser visitada por los españoles, siendo clasificada con el Núm. 553 (actualmente tiene el núm. 257) con esta descripción: «Carta de la parte correspondiente a la América, que levantó el piloto Juan de la Cosa en el segundo viaje del descubridor genovés en 1493, y en la expedición de Alonso de Ojeda en dicho año. Sustraída de España, la poseía el Barón de Walckenaer, cuyos testamentarios la vendieron en pública almoneda; y la adquirió el Depósito Hidrográfico. Su director, que fue el Sr. D. Jorge Lasso de la Vega, tuvo la condescendencia de que se depositase en este Museo, para que el público pueda ver un documento tan curioso y de mérito, con relación a la época en que se hizo.» Siendo deposita en el Museo el 14 de septiembre de 1853, siendo expuesta por vez primera en el Museo Naval de Madrid el mismo día, donde aún continúa.

En 1853 fue ascendido al grado de alférez de navío, siendo destinado a la isla de Cuba, donde permaneció hasta 1856, regresando a la península, al presentarse se le destinó como profesor del Colegio Naval. Aquí comenzó la gran obra de este marino escritor, quien dio a la imprenta la obra que le haría saltar a la fama, «Cosmografía» de Ciscar. El valor de esta obra actualizada por él se demuestra, porque permaneció como libro de texto durante más de veinticinco años, siendo varias promociones de oficiales las que lo estudiaron; viendo el éxito alcanzado se decidió a seguir escribiendo.

En 1856 publicó: «Descripción del Panteón de Marinos Ilustres» y «Colegio Naval Militar» En 1857: «Problemas náuticos», «Guerra con los Estados Unidos» y «Descripción de la nuevas cañoneras de hélice»

Fue ascendido a teniente de navío en 1859 y con él se le otorgó el mando del vapor Ferrol, transportando desde la península tropas, víveres y armas a África, donde se libraba la guerra, sirviendo de apoyo continuo al ejército allí desplegado, por su gran mérito en estas misiones se le otorgó la Cruz de la Marina, la cual en 1861 la permutó por el grado de comandante de infantería. (De alguna manera, se seguía la tradición de ser de Mar y Tierra)

A pesar de esto en 1859 se publicó su obra: «Descripción de algunos de los mecanismos inventados para tomar rizos a las gavias sin mandar la gente arriba»

Al terminar la guerra se le destino al apostadero de la Habana, por ello fue una pieza clave en la expedición del general Prim a México, por la excelente preparación del apostadero como base principal de los buques desplegados en el seno mejicano. En este 1860 publicó: «Una comida de moros»

Al finalizar la participación de España en los temas de México, en 1863 se le llamó a la península, fue nombrado oficial primero de la secretaria del Ministerio de Marina. En este año vieron la luz: «Nociones de Derecho Internacional Marítimo» y «Memoria sobre el puerto, ciudad y fortificaciones de Mogador»; y «La cuestión del Perú» y «Estudios sobre pesca»: en 1865.

Por los méritos contraídos en el apoyo a la expedición, se le nombró primer secretario de la Junta Consultiva de la Armada, más otros cargos simultáneos, siéndole reconocido al serle concedidas varias condecoraciones.

En 1866 vieron la luz: «Memoria sobre la Exposición Internacional de Artes y productos de pesca celebrada en Bergen»; «Almadrabas»; «Biografía del Excmo. Señor don Francisco Armero» y «Naufragios de la Armada Española»

Pasó la revolución de 1868 en su puesto, cuando se termino ésta y al finalizar el año se le ascendió al grado de capitán de fragata y con él, segundo comandante de la fragata acorazada Numancia.

Al concluir su mando a flote se le destino a la isla de Cuba en 1869, ocupando el puesto de Secretario del Gobierno Superior de ella, siendo su Capitán General, el general Caballero de Rodas, quien se puso al frente de la fuerzas por haberse levantado los insurreccionales, llevando a cabo el ataque sobre Camagüey, Matanzas y Cárdenas, a quien acompañó a lo largo de toda la campaña, por sus méritos demostrados de nuevo se le otorgó el grado de coronel de infantería.

Pero no abandonó la pluma, así le fueron publicados en 1867: «Tratado elemental de Cosmografía», una nueva edición de la de Ciscar, ampliada y actualizada, y «Exposiciones internacionales de Pesca» Además de ser nombrado Académico de número de la Real Academia de Historia y Socio de Mérito de la Academia de la Habana.

Prosiguió su trabajo con la pluma, y en 1869 publicó: «Cervantes Marino»; «Las armas humanitarias» en 1872.

En 1873 regresó a la península y se le envío como Comisario de España a la Exposición Universal de Viena. A su regreso publicó en el mismo año: «Treinta artículos descriptivos de la exposición Universal de Viena» y «La Carta de Juan de la Cosa»

En 1874 se le pasó a la escala de tierra, siendo designado como Consejero de Agricultura, Industria y Comercio, viendo la luz ese año: «Las Carabelas»; «Lombardas y otros tipos de pólvora»; «Decoración de naves antiguas» y «Buques coraceros antiguos españoles»

En 1875 se le ascendió sin antigüedad al grado de capitán de navío, siendo nombrado Ayudante de Órdenes del Rey, acompañando a don Alfonso XII a la campaña de la Guerra Civil del Norte contra los carlistas. Esto le supuso el verdadero empujón, para dedicarse de lleno a la pluma, recibiendo grandes honores y nombramientos, alcanzando su obra sus más altas cotas.

En 1876 se publicó el primer libro titulado: «Conformación, adorno y armamento de naves antiguas» volumen I de su obra Disquisiciones náuticas.

En 1877 le publicaron: «Veinticuatro cartas acerca del viaje de S. M. el Rey»; «El Hach Mohamed el Bagdagy»; «La mar descrita por los mareantes» volumen II de las Disquisiciones náuticas y «Cronómetro Berthoud»

En 1878 fue nombrado Presidente de la Comisión de límites de la posesión española de Santa Cruz de Mar Pequeña (Ifni), aunque en ella permaneció hasta finalizar las conclusiones y acuerdos con los marroquíes. Vieron la luz en 1878, las obras: «Exploración de una parte de la costa Noroeste de África»; «Instrumentos que se guardan en el Museo Naval»; «Venturas y desventuras»; «Navegaciones de los muertos y vanidades de los vivos» volumen III de las Disquisiciones Náuticas y el «Lago de Sanabria o de San Martín de Castañeda»

En 1879 ingresó en la Sociedad Geográfica de Madrid, y en el mismo se publicaron sus obras: «Los ojos en el Cielo» volumen IV de las Disquisiciones Náuticas, «Apuntes biográficos del almirante Marqués de Rubalcaba» y «Prólogo a la Historia de las exploraciones árticas de Novo y Colson»

En 1880 fue nombrado Académico de número de la Real Academia de la Historia y Secretario general del Congreso Internacional de Americanistas, saliendo de la imprenta el mismo año «A la Mar Madera» volumen V de las Disquisiciones Náuticas; en 1881: «Arca de Noé» volumen VI de las Disquisiciones Náuticas; «Mateo de Laya, Almirante del siglo XVII» y el prólogo al libro «Viaje de regreso de la Resolución» En 1882: «Las joyas de Isabel la Católica, las naves de Cortés y el salto de Alvarado»; «Anteproyecto de la Ley de Pesca fluvial»; «Memorias históricas de la ciudad de Zamora» y «Don Diego de Peñalosa y su descubrimiento del Reino de Quivira»

En 1883 fue nombrado Vocal de la Junta Consultiva del Instituto Geográfico y Estadístico, publicándosele: «Necrología de don Gonzalo de Murga y Mugartegui»; «Colón y Pizarro» y «Don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque»

Entre 1884 y 1888, fue comisionado para analizar y fijar los límites entre Colombia y Venezuela; y de la que se formó por la misma razón en la costa oriental de África y el golfo de Guinea; representó a la Academia de la Historia en el Congreso Arqueológico de Soissons; se le nombró socio de mérito de la Sociedad de Salvamento de Náufragos; miembro honorario de la Colombina Onubense y miembro correspondiente de la Academia de Historia y Filosofía de Ohio. En este último año pidió y se le otorgó, su pase definitivo a la reserva.

Mientras su pluma seguía trabajando, siendo publicados en 1884: «Don Pedro Enríquez de Acevedo, Conde de Fuentes»; «La Armada Invencible»; «Fraseología novísima»; «El puerto de los españoles en la isla Formosa» y «Antigüedades en América Central» En 1885: «Colón y la Historia póstuma»; «El Gran Duque de Osuna y su Marina» y «Informe acerca del arte llamado Encesa» En 1886 publicó: «La conquista de las Azores en 1583» y «Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas en Ultramar» En 1889: «Noticia breve de las cartas y planos existentes en la biblioteca particular de S. M. el Rey»

En 1890 fue nombrado Académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, leyendo su discurso de entrada sobre: «El arte es uno y unas mismas las leyes á que obedece la múltiple expresión de la forma de los objetos» Al mismo tiempo por su erudición, se le llamó para realizar los planos de la nao Santa María a construir para el cuarto centenario del descubrimiento de América. Por este trabajo, se le concedió la Gran Cruz del Mérito Naval.

Al finalizar estos trabajos, prácticamente se dedico por completo a la pluma y a sus obligaciones en las diferentes academias a las que pertenecía.

Por esta tranquilidad comenzaron a publicarse, en 1890: «Nebulosa de Colón, según observaciones hechas en ambos mundos» esta obra tiene la particularidad, de haber sido publicada con el seudónimo de F. Hardt, «De bota Dura»; «¿Es el centenario de Colón?»; «Necrología. Don Francisco Javier de Salas»; «El arte Naval»; «Colección de escritores castellanos» y «Colección bibliográfica-biográfica de noticias referentes a la provincia de Zamora o materiales para su historia»

En 1891 publicó: «Pinzón en el descubrimiento de las Indias» En 1892: «Sociedad Colombina Onubense»; «Primer viaje de Colón»; «Bosquejo histórico del almirante don Diego de Eguía y Beaumont» y «La nao Santa María, capitana de Colón en el descubrimiento de las Indias Occidentales» En 1893: «Los Cabotos y Juan Sebastián»; «Viajes regios por mar en el transcurso de quinientos años»; «La Marina del siglo XV en la Exposición histórica»; «Españoles en Camboja y Siam, corriendo el siglo XVI» y «La Marina de Castilla desde su origen y pugna con la de Inglaterra hasta la refundición en la Armada española»

En 1894 vieron la luz: «La tapicería de Bayeux, en que están diseñadas naves del siglo XVI»; «Hernán Tello Portocarrero y Manuel de Vega Cabeza de Vaca» y «Armada española desde la unión de los Reinos de Castilla y Aragón» siendo el primer tomo, dando así el primer paso de su obra más famosa. En 1895: «Relación breve de lo sucedido en el viaje que hizo Álvaro de Mendaña en la demanda de la Nueva Guinea» y «Pedro Sarmiento de Gamboa el Navegante» En 1896 los tomos II y III de la «Armada española»

En 1897, «Efectos del corso» En 1898: los tomos IV y V de la «Armada española» En 1899: «Los orígenes de la Carta o Mapa geográfico de España» En 1900: «El derecho a la ocupación de los territorios en la costa occidental de África en los años 1886 a 1891» y los tomos VI y VII de la «Armada española» En 1901: «La mujer española en Indias»

Viendo todo este trabajo y valorándolo justamente, se unieron todos sus admiradores y compañeros que eran muchos y de muy alto rango, quienes le regalaron un álbum con la firma de tres mil de ellos, estando a la cabeza la dedicatoria y firma de don Francisco Silvela, al mismo tiempo se había acuñado una medalla de bronce por el mismo motivo esculpida por Marinas, la cual también le fue entregada en una cena en su honor en 1902.

En éste mismo año se le publicaron: «Don Juan Bautista Muñoz»; «El último almirante de Castilla, don Juan Tomás Enríquez de Cabrera, Duque de Medina de Rioseco» y el tomo VIII de la «Armada española» En 1903: «Viajes del infante don Pedro de Portugal en el siglo XV» y el tomo IX y último de la «Armada española» al parecer años después se quiso actualizar la obra con el tomo X, pero nadie quiso hacerse cargo de escribirla, por considerar no estaban los autores del momento a la altura de don Cesáreo.

Para completar en parte toda su trayectoria de escritor añadir que fue redactor de las publicaciones: «La Crónica Naval de España» 1855 a 1860, «Revista de Navegación y Comercio» en 1894 entre otros diarios. Siendo colaborador del «Boletín de la Real Academia de la Historia» en 1897, «La Ilustración Española y Americana» entre 1897 y 1899, «Mundo Naval Ilustrado» entre 1898 y 1900, «Revista Contemporánea» en 1898, «La España Moderna» etc. etc. Siendo traducida al alemán parte de sus obra «Disquisiciones Náuticas»

Cuando en 1888 se le concedió el pase a la reserva definitivo, se trasladó a su Zamora natal, donde a la edad de setenta y ocho años le sobrevino el fallecimiento el 5 de junio de 1908, habiendo prestados unos inigualables servicios a España durante sesenta y tres.

Entre otras condecoraciones, estaba en posesión de: Placa de la Real y Militar Orden de San Fernando; Placa de la Cruz del Mérito Naval, con distintivo Blanco; Cruz de Caballero de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo; Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica; Gran Cruz de la Real y Militar Orden de Alfonso XII, Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III y Medalla de Académico de número de la Real Academia de la Historia.

A su fallecimiento ostentaba los cargos de Secretario Perpetuo de la Real Academia de la Historia, Presidente de la Real Sociedad Geográfica y Presidente de la Comisión técnica, como árbitro de los límites en disputa entre Perú y Ecuador, debiendo informar de ello a al rey don Alfonso XIII.

En palabras del almirante don Víctor Concas y Palau, con referencia a la labor divulgativa sobre la Armada de don Cesáreo Fernández Duro, nos dice:

«Se distinguen de otras muy leídas, como las de Mazarredo y Salazar, quienes, enfermos de anglomanía, después del vencimiento de Trafalgar y de la decadencia nacional de principios del siglo XIX, han estampado juicios que no son otra cosa que ayes de dolor vistos en especial espejismo y que extravían a la opinión, que no toma en cuenta la existencia del vapor, la electricidad, los altos explosivos, las corazas que han transformado al mundo marítimo, y que nada de lo que dicen se podría aplicar tampoco a Inglaterra, según suponen, mientras que los escritos de Fernández Duro son la verdad escueta y el estudio concreto sobre marina; así es que en todos ellos y en todas las partes, las deducciones son legítimo resultado de las causas que las produjeron. Y sucede, pues, que mientras los primeros son leídos por muchos que buscan la justificación de sus errores o de falsos argumentos, los de Fernández Duro son menos conocidos en los círculos de lucha, porque la verdad que todos encierran, no se presta al objetivo principal de agredir a la marina, para lo que únicamente se emplean aquellos escritos»

Añadir que la gran obra de Fernández Duro se ampliaba a varios conceptos y materias, quedando un poco al margen en su momento, eso a pesar de haber publicado más de cuatrocientos libros y artículos, lo que le hace estar a la altura de los mejores predecesores en la especialidad, como don Martín Fernández de Navarrete y don José de Vargas Ponce, a los que incluso en alguna de sus obras los superó, como muy bien dice al respecto de éstas últimas, don Pedro de Novo y Colson, quien las califico de «monumentos literarios dentro de la Historia»

Es de destacar que aún hoy hay algunas discrepancias, por ejemplo donde falleció, pues hay autor que lo sitúa en Madrid y quien en Zamora. Hemos escogido esta última opción, por parecernos más lógica.

Al mismo tiempo pedir disculpas por la brevedad de este trabajo, pues el biografiado se merece mucho más y porque su persona sea más conocida incluso entre sus compañeros, lo que facilita su desconocimiento por no disponer siquiera de una autentica biografía de su persona, lo que poco o nada contribuye a ensalzarlo al lugar correspondiente.

Lapida Don Cesáreo Fernández Duro. Cortesía Museo Naval. Madrid.

Como reconocimiento tardío a su trabajo, siempre defendiendo la verdad sobre la Historia Naval de España, por Decreto Ley se ordenaba el traslado de sus restos al Panteón de Marinos Ilustres, donde fueron acogidos el 14 de febrero de 1963. Solo habían transcurrido casi cincuenta y cinco años desdé su fallecimiento, para conseguir el reposo debido a los muchos méritos contraídos, mereciendo muy dignamente este último traslado a lugar tan privilegiado por no serlo menos su persona.

Siendo colocada la lápida en la tercera capilla del Este o izquierda, junto a las de don Francisco Moreno Fernández y don Andrés Reggio y Brachiforte.

Bibliografía:

Ceballos-Escalera y Gila, Alfonso de. Vizconde de Ayala, Ceballos-Escalera y Gila, Luis de, y Madueño y Galán, José María.: Los Marinos en la Orden de San Fernando. Ministerio de Defensa. Madrid, 2011.

Centro de Ayuda a la Enseñanza de la Armada. El Panteón de Marinos Ilustres. 9ª Edición 2021

Cervera Pery, José.: El Panteón de Marinos Ilustres, trayectoria histórica, reseña biográfica. Ministerio de Defensa. Madrid. 2004.

Enciclopedia General del Mar. Garriga 1957. Compilada por don Ángel Dotor.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 23, 1924. Página 808.

González-Aller Hierro, José Ignacio.: Catálogo – Guía del Museo Naval de Madrid. Mº de Defensa. Armada Española. Madrid, 1996. 3 Tomos.

González de Canales, Fernando.: Catálogo de Pinturas del Museo Naval. Tomo III. Ministerio de Defensa. Madrid, 2000.

Rey Vicente, Miguel del.: La Guerra de los 10 años (1868-1878). Ristre. Madrid, 2003.

Válgoma y Finestrat, Dalmiro de la. Barón de Válgoma.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

VV.AA.: Fernández Duro. Cuadernos Monográficos del Instituto de Historia Y Cultura Naval, nº 6, Madrid 1990.

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