Tiburón Nelli Crawford HMS William Lambki

Posted By on 7 de octubre de 2021

Construido por J. Duthie en Aberdeen. Escocia. Reino Unido, 1919.

Desplazamiento: 278 t. Dimensiones: Eslora 38’2 por 7’20 de manga y 3’85 metros de calado. Maquina: Alternativa con 480 C.V. y calderas a carbón de 12’6 kg. Velocidad: máxima 9 nudos. Armamento: una cañón Vickers de 76’2/50 m/m y otro Vickers 47/50 m/m a popa.

Era el patrullero HMS William Lambki, al concluir la 1ª G. M. ya no era necesario, en 1922 lo compro la empresa Nelli Crawford, quien lo convirtió en pesquero con el mismo nombre, en 1933 fue comprado por un empresario D. José López Merallo de La Coruña, quien le cambio el nombre por el de este historial, encontrándose con base en Ferrol, como todos sus compañeros fue incautado y armado, entregando el mando al teniente de navío D. Patricio Montojo Núñez, al visitar su buque aprecio y por ello comunicó al Jefe del Estado Mayor, capitán de navío D. Manuel Vierna y Belando, avisando que la caldera no estaba en buenas condiciones, a su vez ordenó embarcar por seguridad siete soldados de artillería del Ejército, saliendo de su puerto base el 13 de agosto de 1936, incorporándose al Juan Ignacio y Denis.

El comandante de la flotilla teniente de navío D. Manuel Aldereguía Amor le ordeno arrumbar a Santander, estando frente a Gijón para vigilar la entrada del puerto, por saberse la presencia de un petrolero que, al parecer había recalado en este puerto, pero si comunicó que su andar era de tan sólo 7 nudos, aunque de momento no había sufrido avería alguna, ni intención de sabotaje por parte de la marinería, a las 06:00 del 16 de agosto seguido, se encontraba próximo al cabo Mayor, continuo navegando y a las 10:30, cuando arrumbaba a la ría de Santander, el maquinista le pidió a su comandante descendiera a la sala de máquinas, para observar la poca cantidad de agua disponible, comprobando que sólo tenía suficiente para unas horas, rogándole pusiera rumbo a su base, pero no vario su parecer, por considerar que Lobeiras (el maquinista) tenía miedo a quedarse sin máquina, por ello se mantuvo en su rumbo.

Recorriendo la costa frente al Sardinero, pasó entre las islas de Mouro y Magdalena, se acercó al puerto y con los prismáticos acertó a divisar al mercante Campoamor, (el nombre lo supo al preguntar a unos pescadores que en su bote salían, confundiendo al bou nacionalista, por uno gubernamental) atracado en el muelle de Maliaño, sucedió que al estar dejando a Mouro por babor, se oyó como un cañonazo, al oírlo el primer maquinista D. Juan Lobeiras Moreda, comentó en alta voz se trataba de una mala señal, el comandante le grito diciéndole que no era cierto, regresando a la radio y dando cuenta del avistamiento del mercante, pero se apercibió que el buque había aumentado su velocidad, continuando a su rumbo dejando por popa Santander, ordenando al maquinista a forzar aún más la velocidad, en ese momento aprecio en su cara una resistencia a cumplir la orden, por ello a viva voz lo amonesto.

Al mismo tiempo que sonó por la radio una potente emisión proveniente de Santander, para oírla mejor descendió del puente y al hacerlo se cayó en la cuenta, viendo se acercaba un avión con la intención de bombardear el buque, volaba a unos 1.500 metros de altitud, produciéndose en la dotación un pánico que se olía, pues casi toda la ella pedía se izara bandera de rendición, las bombas cayeron explosionando al tocar el agua, porque ninguna dio en el barco por estar ya zigzagueando, evitando con ellos descentrar el posible blanco, al mismo tiempo que subía al puente, se dio cuenta que su pistola había desaparecido y el bou había disminuido notablemente la velocidad, su segundo el auxiliar D. Manuel Gen, ya había dado la orden a los siete artilleros de empuñar las armas, volvió a dirigirse a Lobeiras, dándole la orden de subir al puente, donde ambos se enfrentaron verbalmente, seguido el comandante D. Patricio Montojo Núñez, viendo que a gritos no se iba a solucionar nada, bajo el tono de voz e intentó calmar a todos, mientras el avión había desaparecido, reino la paz de momento hasta que unos quince minutos más tarde regresó, al verlo el pánico cundió entre la dotación, de hecho el 3º de a bordo, el auxiliar D. Manuel Gen Canosa, obedeciendo órdenes de Lobeiras, dio la orden de lanzar al agua el bote y que todos se pusieran los salvavidas.

Los siete artilleros armados estaban a la espera de órdenes, pero sin saberse la razón el comandante bajo a su camarote, mientras comenzó a circular la orden de no abrir fuego, esta vez el avión volaba mucho más bajo, arrojando cuatro bombas, pero como el timonel sin órdenes concretas comenzó de nuevo el zigzag, las bombas volvieron a caer al mar, mientras la dotación de nuevo repetía izar bandera de rendición y a correr por la cubierta, subió de nuevo el comandante al puente y se dio cuenta, se había variado el rumbo a Santander, comenzó una pelea personal entre ambos, viendo D. Patricio Montojo Núñez que no le era posible variar de nuevo el rumbo, bajó de nuevo a su camarote donde se preparó para la inminente entrada en Santander, curiosamente durante el forcejeo se dio cuenta de que alguien había atado una toalla blanca en el palo de proa, la cual y curiosamente nadie supo quién lo había realizado, mientras que otros levantaron el puño cerrado a indicaciones del maquinista.

Mientras el comandante permanecía en su camarote, bajó el maquinista, quien le afirmo que no temiera por su vida, pues nada le ocurriría, al divisar el avión la señal del palo, hizo señales con las alas (alabeando) para que continuara su rumbo de arribada a Santander, al confirmar que lo seguía sin titubeos se alejó, al poco se le aproximaron dos gasolineras y el bou Alcaudón, quien se encontraba a buen resguardo oculto tras la isla de Mouro, al entrar en puerto fondeó. Al desembarcar la muchedumbre quiso lincharlos, pero fueron protegidos por un oficial de los Guardias de Asalto, por apellido Puig, la dotación paso un tiempo en diferentes prisiones, mientras se formaba el tribunal popular, siendo nombrado el juez instructor, el capitán de corbeta D. Lorenzo Sanfeliú, quien efectuó una maniobra legal, para impedir se pidiera la pena de muerte para nadie, llegando incluso a hablar con el jurado y advertir a los testigos que debían declarar.

De las buenas formas que uso el comandante evitando toda muerte, así mismo los pilotos del avión defendieron, igualmente al teniente de navío D. Patricio Montojo Núñez, a su vez el fiscal comandante auditor de la Armada D. Ramón de Vicente y García Cerviño, quien fue enviado ex profeso desde Madrid, también era partidario de evitar la pena de muerte. Como sentencia Montojo (1) fue condenado a perpetuidad y obligado a trabajar en la construcción de trincheras en el frente, durante el juicio se le echó la culpa y toda la responsabilidad, no diciendo en ningún momento nada en contra del Alzamiento; los artilleros a 30 años, de estos se salvaron dos que se presentaron en Ferrol a finales de 1937, el resto fue asesinado en la huida de la capital, en la playa de la Franca y parte de la dotación quedó en el buque prisión Alfonso Pérez, más tarde algunos en el penal del Dueso, estos nunca hablaron mal de nadie, sólo se quejaban de su mala suerte, pero nunca recriminaron a su comandante.

El bou se incorporó a la zona gubernamental, curiosamente sostuvo un combate el 23 de septiembre seguido, con su ex compañero Tritonia, se mantuvo en sus comisiones hasta que fue destinado a Bilbao, donde al entrar los nacionales lo recuperaron, pero estos lo desarmaron y devolvieron a su propietario.

Como curiosidad: Éste buque parecía no tener suerte, pues ya en manos de su propietario, habiendo salido a la mar a faenar, en la noche del 10 de agosto de 1938, fue asaltado por diez hombres, quienes habían embarcado sin ser vistos, saliendo a cubierta dominaron a la tripulación, arribando al puerto francés de Saint Nazaire, como buque gubernamental y a disposición del gobierno de Valencia, pero el armador presento denuncia por ser un barco civil, se juzgó y la sentencia obligaba a ser devuelto a sus armadores, por ello el 20 de diciembre de 1938 zarpaba con rumbo a Pasajes y Vigo, donde por fin arribo sin más contratiempos, quedando en manos de su propietario.

(1) D. Patricio Montojo Núñez, estando en el frente cumpliendo su sentencia, cayó herido por un proyectil de artillería, fue evacuado al Hospital Militar de Vallecilla, al entrar los nacionales en Santander pudo salvarse, al presentarse a la Comandancia de Marina, pero no terminaron aquí su desdichas, pues el 16 de diciembre de 1937 fue de nuevo juzgado, ahora por los nacionales en consejo de guerra celebrado en Ferrol, siendo sentenciado a reclusión perpetua, por ser responsable de debilidad militar en acto de servicio; permaneció un tiempo en las dependencia navales y pasado unos años fue indultado, pero fue expulsado de la corporación.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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