Biografía de don Miguel de Oquendo y Domínguez de Segura

Posted By on 16 de septiembre de 2011

Miguel de Oquendo y Domínguez de Segura

Almirante General del Océano.

Padre de don Antonio de Oquendo.

Vino al mundo en la ciudad de San Sebastián a lo largo del año de 1534.

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Navío Héctor

Posted By on 15 de septiembre de 2011

Navío de 68 cañones construido en el astillero de Esteiro, Ferrol, en 1755. Pertenecía a la segunda serie de la clase conocida como Apostolado, sistema inglés de Jorge Juan. Puesta su quilla el 10 de noviembre de 1752 y botado el 22 de septiembre de 1755. Su nombre del santoral era San Bernardo. Sus medidas y artillado eran los mismos que las del navío Eolo.

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Navío Halcón

Posted By on 15 de septiembre de 2011

Fue uno de los navíos mercantes comprados a particulares en 1740 y armados al año siguiente ante la necesidad de buques de guerra durante la guerra de Asiento con los británicos.

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Navío Guipúzcoa

Posted By on 15 de septiembre de 2011

Navío de 64 cañones construido por el asentista don Pedro Antonio de Berruela (Berroeta) en el astillero de Pasajes por el sistema de construcción de Gaztañeta.

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Biografía de don Cristóbal Mosquera de Figueroa

Posted By on 14 de septiembre de 2011

Biografía de don Cristóbal Mosquera de Figueroa

Audito general de las Armadas al mando de don Álvaro de Bazán y Guzmán, I marqués de Santa Cruz.

Poeta y escritor.

Vino al mundo en la ciudad de Sevilla a lo largo del año de 1547.

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Navío Guerrero

Posted By on 14 de septiembre de 2011

Navío de 70 cañones, realizado en los astilleros de Esteiro por el sistema de construcción de Jorge Juan. Las obras fueron ejecutadas por el ingeniero Richard Rooth. De la serie Los doce Apóstoles ó apostolado. Se le colocó la quilla el 6 de septiembre de 1752 y fue botado el 27 de marzo de 1755. Su nombre religioso era San Raimundo.

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Navío Gran Princesa de los Cielos

Posted By on 13 de septiembre de 2011

Tras el desastre de la batalla del cabo Passaro, y ante la necesidad de buques de guerra, se adquirió este navío, construido en astilleros genoveses en 1719, con 1.050 toneladas de porte y armado con 64 cañones.

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Navío Glorioso 1755

Posted By on 12 de septiembre de 2011

Navío de 70 cañones construido en los astilleros de Esteiro, Ferrol, en 1755. Sistema de construcción inglés o de Jorge Juan, perteneciente a la serie de navíos conocidos como del Apostolado. Su nombre religioso era San Francisco Javier.

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Navío Glorioso 1740

Posted By on 12 de septiembre de 2011

El marqués de la Ensenada ordenó en enero de 1738 la fabricación en la Habana de dos navíos de 70 cañones y una fragata de 50, se trataba de los navíos Glorioso e Invencible y la fragata de dos puentes Santa Catalina, alias Bizarra. El constructor don Pedro Acosta comenzó su construcción en 1738. A primeros de 1740 todavía no habían concluido las obras debido al aumento de la actividad naval británica por la guerra, siendo los dos navíos terminados en el otoño de 1740. Se puso bajo la advocación de Nuestra Señora de Belén.

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Biografía de don Juan Martínez de Recalde

Posted By on 12 de septiembre de 2011

Biografía de don Juan Martínez de Recalde

Juan Martínez de Recalde. Por Álvaro Alcalá Galiano. 1923. Diputación Foral de Vizcaya.

Almirante de la escuadra del Estrecho.

Caballero de la Real y Militar Orden de Santiago.

Vino al mundo en la ciudad de Bilbao, en año desconocido.

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Biografía de don Ramón Luis Auñón y Villalón

Posted By on 11 de septiembre de 2011

Biografía de don Ramón Luis Auñón y Villalón

Don Ramón Luis Auñón y Villalón

Ministro de Marina.

Contralmirante de la Real Armada Española.

Caballero de la Orden Militar de Santiago.

VII Marqués de Pilares.

Gentil hombre de Cámara de Su Majestad.

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Navío Gallo Indiano

Posted By on 11 de septiembre de 2011

Navío construido en los astilleros de Tlacotalpan para una compañía mercantil. Varias fuentes citan su construcción en la Habana, otros en Guarnizo. En lo que todos coinciden es que era un buque mercante, adquirido en Santander en 1723 al asentista español don Juan Antonio Berroa.

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Biografía de don José Bermúdez de Castro y Taboada

Posted By on 10 de septiembre de 2011

Teniente general de la Real Armada Española.

Caballero de Justicia de la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta. Año de 1749. Ocupando el alto puesto de Decano en el año de 1810.

Proveniente de una noble familia, vino al mundo en la villa de Betanzos el día cuatro de diciembre del año de 1736, siendo sus padres don Diego Bermúdez de Castro Gondar y Andrade, señor de la casa y fortaleza de Gondar, Torre Solar de Silan y Casa de Misericordia, y de su esposa doña María Taboada Mariño Proaño y Rojas, dueña de la jurisdicción de Lamas de Rañestres.

A costumbre de la época, se alistó a correr caravanas en la Orden de San Juan de Jerusalén, adquiriendo una buena formación y alcanzando el grado de Caballero de Justicia.

Su inclinación a la mar era notable y por ello después de formase en la Orden, decidió elevar la petición que le fue concedida de hidalguía, recibiendo la Carta Orden de ingreso en la Corporación, sentando plaza el día veintitrés de diciembre del año de 1751, en la Compañía de Guardiamarinas del Departamento de Cádiz, única existente entonces. Expediente N.º 568

Al aprobar sus exámenes teóricos se le ordenó embarcar, pasando de un buque a otro, haciendo navegaciones por todos los mares que bañan la Península y un par de ellos, en rápidos tornaviajes a la Habana, siendo ascendido al finalizar sus prácticas el día quince de junio del año de 1754, al grado de alférez de fragata, continuando en las mismas navegaciones pero ya como oficial subordinado.

Permaneció en este grado algo menos de seis años, demostrando en más de un encuentro sobre todo en la misión de corso contra las regencias norteafricanas, un gran valor y decisión, estando en el Arsenal de Cádiz le llegó la Real Orden del día doce de abril del año de 1760, con la notificación de su ascenso al grado de alférez de navío y con ella la orden de embarcar en la escuadra del marqués del Real Transporte.

Con esta escuadra se encontraba en la Habana en el año de 1762, cuando los británicos atacaron la isla y sobre todo su empecinamiento en la conquista del castillo del Morro, en la que prestó los mejores servicios que se le encomendaron, pero es bien sabido que fue conquistado a pesar de los esfuerzos que se realizaron para su defensa, cayendo prisionero como el resto de los supervivientes y al firmase la Paz con el Reino Unido devuelto a la Península, ya entrado el año de 1763.

Fue uno de los que regresó al ser devuelta la isla de Cuba a España, estando en ella recibió la Real Orden del día diez de diciembre del año de 1765, con su ascenso al grado de teniente de fragata, siéndole ordenado regresar a la Península, pasando a ocupar distintos puestos en los diferentes servicios del Arsenal y Departamento de Cádiz.

Encontrándose en él recibió la Real Orden del día treinta de septiembre del año de 1767, por la que se le ascendía al grado de teniente de navío, continuando en su destino, hasta que por otra Real Orden se le otorga el mando del jabeque Vigilante, con el que participa tanto en solitario como formando división, en la lucha contra el contrabando de las regencias norteafricanas, permaneciendo tanto en la mar como en destinos en tierra como descanso.

Hasta que le llegó la Real Orden del día diecinueve de octubre del año de 1772, por la que se le asciende al grado de capitán de fragata, siendo en principio destinado como segundo comandante de un navío, recibiendo la Real Orden del año de 1774 por la que se le nombra Comandante del Arsenal de Cavite, por lo que tuvo que hacer el viaje al archipiélago por la ruta portuguesa, al arribar se hizo cargo de la fuerzas navales para combatir sobre todo la piratería joloana. En este cargo permaneció durante cinco años, mucho más tiempo del establecido, pero se dio la circunstancia, que demostró tal eficacia que sus superiores ninguno quería perderlo, continuando en el desempeño de su misión.

Al fin fue sustituido y regresó a la Península, pero al poco tiempo y en agradecimiento Real, se le ascendió por Real Orden el día veinte de mayo del año de 1780, al grado de capitán de navío, pasando al poco tiempo a serle otorgado el mando del navío San Pedro, que pertenecía a la escuadra del general don Luís de Córdova, con la que participó en todos los acontecimientos y combates, que esta escuadra mantuvo a las órdenes de este insigne general.

En una salida que hizo la escuadra participó el día nueve de agosto del mismo año de 1780 sobre el cabo de Santa María, en el apresamiento del gran convoy británico de más de cincuenta y cinco velas, escoltado por tres fragatas de guerra que pasaron a la Real Armada Española con los nombres de Colón, Santa Balbina y Santa Paula.

En esta captura se hicieron tres mil prisioneros de las dotaciones, más mil ochocientos soldados de las compañías reales de las Indias Orientales y Occidentales, evaluándose el botín capturado de mercancías y municiones, en un millón de duros (moneda de ocho reales de plata).

Continuo al mando del mismo navío, con el que se quedó formando una división en la protección de la bahía de Cádiz, realizando los consiguientes cruceros sobre los cabos de Santa María y San Vicente, en protección del tráfico marítimo proveniente de Tierra Firme y la Habana. Y al mismo tiempo como fuerza para apoyar al gran bloqueo de Gibraltar, hasta que llegó el día trece de septiembre del año de 1782.

Éste día tuvo lugar el desastroso ataque de la baterías flotantes invento del francés D’Arçon, pero al mando del general don Ventura Moreno quien apoyaba con sus navíos a éstas, teniendo que volcarse en su auxilio cuando comenzaron a arder por efecto de las ‹balas rojas› que les disparaban los defensores, envió sus embarcaciones menores a apagar los fuegos e intentar salvar a las dotaciones, mientras en primera línea se encontraban las lanchas cañoneras, inventadas por don Antonio Barceló y él a su mando intentando que el desastre no fuera a más.

En los incendios y voladuras de estas pesadas baterías en teoría insumergibles e incombustibles, con circulación de agua ‹como la sangre por el cuerpo humano›, hubieron trescientos treinta y ocho muertos, seiscientos treinta y ocho heridos, ochenta ahogados y trescientos prisioneros; pero los efectos fueron superados en mucho por el bombardeo de las lanchas cañoneras inventadas por Barceló, que lo hacían seguro y mucho más efectivo. En Gibraltar se defendía valerosamente el general británico Elliot. La plaza llegó a estar en gran necesidad y le fue enviado un convoy con aprovisionamientos, escoltado por una escuadra británica de treinta navíos mandada por el almirante Howe.

Le salió al encuentro el general don Luis de Córdova con sus fuerzas, pero las enemigas con su convoy aprovecharon un fuerte temporal de Poniente cuyos vientos les favorecían, consiguiendo arribar al Peñón descargando los tan esperados auxilios. Perdiéndose el navío español San Miguel, arrojado por la tempestad bajo los mismos muros de Gibraltar.

Cuando lord Howe zarpó para regresar a su isla con rumbo al océano Atlántico, Córdova le salió de nuevo al paso y se trabó el combate del día veinte de octubre del año de 1782, en aguas frente al cabo Espartel, de quien recibe el nombre.

Los británicos admiraron: «el modo de maniobrar de los españoles, su pronta línea de combate, la veloz colocación del navío insignia en el centro de la fuerza y la oportunidad con que forzó la vela la retaguardia acortando las distancias» El combate tuvo una duración de cinco largas horas.

Los buques enemigos por ir ya forrados sus obras vivas de cobre tenían más andar, lo que les permitió mantenerse en todo momento a la distancia que les convenía y cuando ya el resto de la escuadra española iba llegando al combate, decidieron por el mayor número de navíos españoles rehuirlo, por lo que enseñando sus popas se fueron alejando del alcance de la artillería española. El coloso español, el navío Santísima Trinidad, del porte de 130 cañones sólo pudo hacer una descarga completa de todas sus baterías, su lentitud le impidió poder hacer más. Regresando la escuadra a la bahía de Cádiz en día veintiocho siguiente.

Por su comportamiento en todos estos sucesos que lo fueron continuos, recibió la Real Orden del día quince de octubre del año de 1784, por la que era ascendido al grado de brigadier y habiéndose firmado la paz con el Reino Unido, las escuadras casi todas fueron a desarme, una formar muy anómala de mantener una Armada, pero en la época era lo normal cuando no se estaba en guerra, consecuencia de ello, la poca o nula formación sobre todo de la marinería y artilleros.

Al ser declarada la guerra a la República Francesa, se le ordenó pasar al Arsenal de Cartagena, poniéndose a la órdenes del general don Juan de Lángara, de donde zarparon con la escuadra a mediados del año de 1793 con rumbo a Tolón, uniéndose a la escuadra británica del almirante Hood y a la española del mando del general don Francisco de Borja, que por su ancianidad fue relevado del puesto por el recién llegado, quedando de Comandante en Jefe de la española; arribaron a la base francesa y el día veintisiete de agosto desembarcó la tropa y tomó el puerto, arsenal, fortalezas y plaza. De la escuadra británica entraron en él veintiún navío, de la española diecisiete y en su fondeadero se encontraban veintiuno de Francia, más los que estaban en grada construyéndose.

Se continuó reforzando la plaza con nuevas unidades, entre ellos cuatro navíos napolitanos, formando al final más de dieciséis mil hombre el ejército desembarcado, el cual había ido tomando posiciones en los fuertes que daban protección a la base. El almirante Hood dividió el mando de las fuerzas ya que como jefe inicial de todas ellas se había designado a don Federico Gravina, pero se le dio solo el mando de las españolas y el resto al general O’Hara, británico.

Encontrándose en el puerto, el general Lángara fue relevado del mando por haber sido nombrado capitán general del Departamento de Cádiz que entonces llevaba anexo el de Capitán General de la Real Armada, por lo que embarcó en el navío Pelayo y lo transportó a su alto destino, acompañándole Bermúdez de Castro, por haber recibido la Real Orden del día treinta de septiembre del año de 1794, por la que se le ascendía al grado de jefe de escuadra, quedando al frente de la escuadra española el teniente general don Federico Gravina y Nápoli, el cual ordenó zarpar el día veintisiete de julio.

A su arribada quedó disponible en el Departamento de Cádiz, situación en la permaneció hasta la llegada de una Real Orden del día once de junio del año de 1797, por la que se le nombraba interinamente Comandante General de las Compañías de Guardiamarinas, donde estuvo hasta mediados del año de 1801, en que por serle concedida una Real Licencia se desplazó a solucionar problemas personales, al concluir el tiempo de su permiso se reincorporó a su destino donde continuó.

Al sobrevenir la invasión napoleónica, pasó a ponerse al frente de los Guardiamarinas, haciéndose cargo de las baterías de artillería del Arsenal de la Carraca, las cuales fueron dispuestas para participar en el ataque a la escuadra francesa, que permanecía en la bahía de Cádiz desde el desastroso combate de Trafalgar, participando así en los combates que se dieron.

Las unidades francesas eran los navíos: insignia Le Herós, de 84 cañones, Neptune, de 92; Algeciras, de 86; Plutón y Argonaute, de 74 y la fragata Cornelia, de 42. Todos los buques en perfecto estado de mantenimiento y abastecidos para una campaña de cinco meses, todo a costa de las arcas españolas, que si calculamos que eran los restos de la escuadra francesa de Trafalgar, hay que pensar que llevaban poco menos de tres años manteniéndose, cuando para los nuestros no llegaba nunca.

A parte de las baterías instaladas en tierra, que también contribuyeron a la victoria final, se contaba con los navío Príncipe de Asturias, del porte de 118 cañones; Montañés, de 80; Terrible, de 76; San Leandro, de 74; San Fulgencio, de 68 y la fragata Flora, de 40, encontrándose en esos momentos en navío Santa Ana en el arsenal de la Carraca en gran carena, y a esta fuerza se unieron las sutiles; falucho 114 y Colombo, cañonero 27, bote nº 2, balandra nº 2 y los faluchos Regla y 106, que pertenecían al navío Príncipe de Asturias; lancha nº 1, cañonero 9 y 28 y bote nº 3, al Terrible; lancha nº 3, nº 5 y Luisa, más el bote nº 1, al Montañés; bote nº 4, cañonero 10, gabarra nº 5 y lancha Golondrina, al San Fulgencio; faluchos 108 y 110 al San Leandro y a la fragata Flora con la que se formaban la división de exploración y protección de la bahía junto a los faluchos 107, 111, 112 y 113, pertenecientes al propio Departamento.

Pero a diferencia de los buques franceses, los españoles estaban en pésimas condiciones, llevaban mucho tiempo fondeados lo que provocó averías y con ellas inundaciones, ya que en el Arsenal no había ni pinturas ni alquitrán, faltaban hasta víveres, el último sueldo cobrado era el del mes de agosto del año anterior de 1807 y para dotar a los buques, como era costumbre los abordaron personal del ejército y artilleros del cuerpo de la Infantería de Marina.

El único navío español que estaba listo para el combate era el San Justo, del porte de 74 cañones con víveres y aguada para cuatro meses, todo porque el almirante francés había pedido se le agregara un buque a su escuadra para poder formar dos líneas de tres unidades.

Ya con fecha del día veintiuno de febrero del año de 1808, el emperador que no olvidaba a su escuadra, ordenó se avisará al almirante de lo que se encargó su ministro de la guerra Mr. Decrés, quien escribió entre otras cosas: «Procurad no manifestar inquietud, pero preparaos para cualquier evento sin afectación y tan sólo como obedeciendo órdenes que habéis recibido para partir. Colocad en medio al navío español bajo tiro de los franceses»

Se mantuvo el combate, a pesar de las dilaciones del almirante francés, porque el general don Juan Ruíz de Apodaca, no quiso esperar más por darse cuenta que las tropas francesas iban acortando la distancia, dando la orden de atacar comenzando el fuego el día nueve, durando hasta el día catorce, en que la situación ya era insostenible por parte francesa.

Por lo que al rendirse el botín de guerra fue cuantioso; prisioneros, tres mil seiscientos setenta y seis, 442 cañones de a 24 y 36, mil seiscientos cincuenta y un quintales de pólvora, mil cuatrocientos veintinueve fusiles, mil sesenta y nueve bayonetas, ochenta esmeriles, cincuenta carabinas, quinientas cinco pistolas, mil noventa y seis sables, cuatrocientos veinticinco chuzos, ciento una mil quinientas sesenta y ocho balas de fusil, más toda la carga de munición de la artillería de los buques y sobre todo, fueron los víveres los que calmaron al menos el hambre de los españoles.

Convirtiéndose así en la primera victoria española sobre las armas del Emperador francés. Por este hecho de armas que tanto había levantado la moral de las tropas, para darle mayor importancia se concedió un ascenso generalizado para todos aquellos que habían participado por parte de la Junta Central, por esta razón un tiempo después recibió al Real Orden del día catorce de marzo del año de 1809, por la que se le comunicaba su ascenso a teniente general.

Después de catorce años al frente de las Compañías, alguien se debió de acordar que su comandante General estaba en situación de interino, por lo que en el año de 1811 se le otorgó el puesto en propiedad.

La época no era muy apropiada para casi nada que no fuera combatir al invasor, por esta razón todos los que algo podían aportar al buen fin de terminarla cuanto antes iban siendo llamados y curiosamente, Bermúdez de Castro, no estuvo nada más que un año al frente de las Compañías de Guardiamarinas como propietario, ya que en el año de 1812 fue nombrado Ministro del Tribunal Especial de Guerra y Marina, por su probada fidelidad a la causa, pero no se encontraba muy bien de salud y renunció a él.

Por lo que quedó disponible en el mismo Departamento y donde el día dieciocho de marzo del año de 1814, le sobrevino el óbito en su casa de la ciudad de Cádiz. Siendo depositados sus restos en el cementerio de San José, como era normal en la época a extramuros de la ciudad de Cádiz.

No era escusa baldía lo de no encontrarse bien para ocupar tan alto cargo y de tanta responsabilidad en esos momentos, por el tema de distinguir a los afrancesados de los que no lo fueron, prefiriendo con honradez hasta el final de su vida, que otros con mejores capacidades se ocuparan para mejor juzgar tan ardua causa.

Nota aclaratoria:

Transcurridos los años, por un tema de actualización, en esta biografía tanto don Francisco de Paula Pavía, como la Espasa, (quien a buen seguro copio del anterior) cometen un error, no siendo otro que le daban como trasladado al mando del navío San Andrés.

Pues bien, resulta que precisamente este Santo no ha sido escrito en las popa de ninguno navío, por lo tanto no ha existido, y después de 89 días cruzando datos de todos posibles, se ha llegado a la conclusión de ser el mismo que ya mandaba, el San Pedro Apostol, por ello se ha rectificado en su biografía para evitar más errores.

Hay «cosas» pequeñas que tiran por tierra un dato histórico y si uno se da cuenta, lo importante es conseguir atrapar la verdad, cueste lo que cueste.

Bibliografía:

Barbudo Duarte, Enrique.: Apresamiento de la escuadra francesa del almirante Rosilly en la bahía de Cádiz, el 14 de junio de 1808. Colección Fragata. Cádiz, 1987.

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1968. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 8. 1910, página, 314.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Museo Naval. Madrid, 1973.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

Compilada por Todoavante.

Navío Gallardo

Posted By on 10 de septiembre de 2011

Navío de 70 cañones realizado en los astilleros de Esteiro en 1754 por el constructor británico Ricardo Rooth con el sistema de construcción de Jorge Juan, siendo el encargado de la obras el constructor don José Nicolás de Aizpurua. Se le puso la quilla el 18 de agosto de 1752 y fue botado el 18 de octubre de 1754. Pertenecía a la serie de los navíos conocidos como Los doce apóstoles, siendo su nombre del santoral San Juan de Sahagún. Tenía las mismas dimensiones que el navío Brillante.

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Navío Galicia 1750

Posted By on 9 de septiembre de 2011

Construido en la Habana por don Pedro Torres según el sistema de Gaztañeta, siendo encargada su construcción junto a los navíos Infante y Princesa. Se le colocó la quilla el 11 de abril de 1749, botado el 3 de agosto de 1750 y entregado a la Real Armada el 15 de agosto de 1751. Estaba bajo la advocación de Santiago el Mayor.

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Navío Galicia 1730

Posted By on 9 de septiembre de 2011

Navío de 70 cañones construido por don Lorenzo de Arzueta en el astillero de la Graña, Ferrol, en 1729. Botado el 28 de julio de 1729 y entregado a la Real Armada 26 de abril de 1730. Fue el primer navío salido de los astilleros gallegos.

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Biografía de don Miguel de Vidazábal

Posted By on 8 de septiembre de 2011

Biografía de don Miguel de Vidazábal

General de Mar y Tierra.

Capitán general de la Armada del Mar Océano.

Consejero de Estado, para los asuntos de los Estados de Flandes.

Vino al mundo el día tres de octubre del año de 1558, en la población de Motrico actual provincia de Guipúzcoa. Descendiente de la casa de Ibarra en el valle de Leniz.

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Navío San Francisco de Asís 1769

Posted By on 8 de septiembre de 2011

Segundo navío con este nombre en la armada y tercer navío de 70 cañones botado en Guarnizo en febrero 1767 con el sistema de Gautier, de la serie del San Juan Nepomuceno.

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Navío Galga

Posted By on 7 de septiembre de 2011

Otro de los pequeños navíos españoles clasificados como fragatas. Disponía de dos baterías de cañones, pero el corto número de éstos y, sobre todo, su pequeño calibre, les hacía poco aptos para el combate entre escuadras, siendo sus misiones más aptas para la escolta de convoyes y la lucha contra el tráfico enemigo. Construido en Puntales por don Juan de Casanova en 1731 y concluido en La Carraca, siendo la tercera embarcación construida en los astilleros gaditanos.

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Navío Fuerte

Posted By on 7 de septiembre de 2011

Construido en la Habana en 1726. Tenía una quilla de 65 codos y costó 66.975 pesos. Armado con 54 a 60 cañones. Su primera tripulación perteneció al navío Rubí, que al mando del capitán don Rocher de la Peña se perdió en enero de 1727 al varar en la isla de los Pinos, al suroeste de Cuba, desde donde la tripulación llega al arsenal de la Habana. Su nombre oficial era Nuestra Señora de Guadalupe.

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Navío Firme

Posted By on 6 de septiembre de 2011

Navío de 74 cañones construido por el sistema inglés o de Jorge Juan. Se ordenó poner su quilla en el arsenal de La Carraca el 2 de mayo de 1752 junto al navío Aquiles, iniciándose los trabajos el 16 de mayo por el ingeniero constructor Mateo Mullan. Botado el 22 de junio de 1755. Era de 1.800 toneladas. Estaba bajo la advocación de San Zenón.

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Navío Fernando VII

Posted By on 5 de septiembre de 2011

Se le colocó la quilla en el arsenal de San Petesburgo el 3 de enero de 1813. Construido por el maestro constructor Razumov y botado el 18 de junio de 1813. Medía 54, 17 metros eslora, 14,48 de manga y 6,90 de puntal. Desplaza 2.897 toneladas y estaba armado con 74 cañones. Su nombre en la Armada rusa era Neptuno.

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Navío Ferme

Posted By on 4 de septiembre de 2011

Navío francés construido por Jacques-Noel Sané y botado en Brest el 16 de septiembre de 1785 con el nombre de Le Ferme, siendo rebautizado por la Convención Nacional con el nombre de Phocion en octubre de 1792.

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Navío Fama Volante

Posted By on 3 de septiembre de 2011

Comprada en Génova en 1730. Entregado a la Real Armada el 12 de julio de 1730. Puede ser clasificado como una fragata de dos puentes. Desplaza 651 toneladas y mide 63,12 codos de eslora, 52,12 de quilla, 16,9 de manga y 9,10 de puntal. Tripulado por 350 hombres y armado con 52 cañones del calibre de 18, 12 y 4 libras.

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Biografía de don Sebastián Vizcaíno

Posted By on 3 de septiembre de 2011

Navegante, descubridor y embajador que vivió a caballo de los siglos XVI y XVII.

Sebastián Vizcaíno. Wikipedia.

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