Trienio Liberal 1820 — 1823

Posted By on 26 de junio de 2020

Por el levantamiento del general Rafael del Riego en Cabezas de San Juan el 1 de enero de 1820, dio lugar a la implantación de la Constitución, obligando por ello al Rey a jurarla el 7 de marzo, periodo llamado Trienio Liberal pues duró hasta la entrada en la península de los llamados «Cien mil hijos de San Luis» al mando del duque de Angulema, quien fue avanzando hasta amenazar Madrid, obligando a abandonar la ciudad a S. M. don Fernando VII, el Gobierno y las Cortes con destino a la ciudad de Sevilla.

Formaba el Gobierno los señores don Dionisio Capaz y Rendón (Marina), don Evaristo San Miguel, don José Manuel Valdillo, don Felipe Benicio Navarro, don Francisco Gasco, don Mariano Egea y don Miguel López Baños quien ocupaban el resto de Secretarías. Este Gobierno tuvo un gran éxito, pues en poco tiempo y por sus formas, los Gobiernos de Austria, Francia, Prusia y Rusia rompieron sus relaciones diplomáticas con España, el mismo Rey los llegó a llamar ‹Los siete niños de Ecija› una banda de bandoleros de esta población de igual número de miembros y que tenía a Sevilla en ascuas, en cuanto se alejaban un poco de la protección de la misma ciudad.

Al entrar el ejército francés por el Bidasoa el 7 de abril de 1823, se dio la orden de trasladar las Cortes y el Gobierno a Sevilla, pues el invasor no encontraba resistencia presentándose en Madrid a los pocos días, encontrándose en la del Guadalquivir el Rey se negó a continuar viaje hasta Cádiz, considerando se encontraba en estado de enajenación mental, fue el diputado Galiano quien decidió su inmediato relevo (previsto en la Constitución), pero solo mientras durase el traslado, siendo sustituido por una Regencia, compuesta por los generales de Marina don Cayetano Valdés y don Gabriel Ciscar y el del Ejército don Gaspar Vigodet, saliendo el 11 de junio siguiente, al llegar el 15 continuo a Cádiz donde le fueron devueltos sus poderes.

Pero como el ejército español no se enfrentaba al invasor éste avanzaba bastante rápido, por lo que al llegar al antiguo bastión que no pudo conquistar Napoleón, pero esta vez sirvió de poco. Aunque la resistencia fue más eficaz, comenzando los combates el 16 de julio, cuando todas las lanchas disponibles atacaron al ejército francés, estando situadas en el Caño del Trocadero con sus fuegos protegieron el avance del ejército, así como al ser rechazados, continuaron con sus fuegos en su retirada, prolongándose los combates hasta septiembre.

Comenzado el sitio por los franceses, Valdés fue nombrado general en jefe de las fuerzas de tierra y mar, desempeñó su cometido con tanta responsabilidad como inteligencia y valor, cuando recibió la carta del Mayor General Guilleminot, a la que Valdés en su respuesta le puso los puntos sobre las íes.

«Puerto de Santa María 24 de setiembre de 1823 —        Sr. Gobernador: S. A. R. el Príncipe Generalísimo, me ha ordenado intimar á V. E. que le hace responsable de la vida del Rey, de las de todas las personas de la familia Real, igualmente que de las tentativas que podrian hacerse para sacarle. En su consecuencia, si tal atentado se cometiese, los Diputados á Cortes, los Ministros, los Consejeros de Estado, los Generales y todos los empleados del Gobierno cogidos en Cádiz, serán pasados á cuchillo. Ruego á V. E. me avise el recibo de esta carta.— Soy, Sr. Gobernador, de V. E. muy humilde y muy obediente servidor. — Firmado. — El Mayor General, Guilleminot.»

Don Cayetano Valdés le responde: «Cádiz 26 de setiembre á las 12 menos cuarto de la mañana. Señor General: Con fecha de 24 recibo hoy una intimacion que V. E. me hace de órden del Sermo. Sr. Duque de Angulema, en que constituye responsables á todas las autoridades de Cádiz de la vida de S. M. y su Real familia, amenazando pasar á cuchillo á todo viviente si aquella peligrase. Señor General: la seguridad de la Real familia no depende del miedo de la espada del Sr. Duque, ni de ninguno de su ejército; pende de la lealtad acendrada de los españoles, que habrá visto S. A. el Sr. Duque comprobada. Cuando V.E. escribia la intimacion era el día 24, despues que las armas francesas y las españolas que estaban unidas á ellas, hacian fuego sobre la Real mansion, mientras los que V. E. amenaza de órden del Sr. Duque sólo se ocupaban en su conservacion y profundo respeto. Puede V. E., Sr. General, hacer presente que las armas que mandan le autoricen tal vez para vencernos, mas no para insultarnos: las autoridades de Cádiz no han dado lugar jamas á una amenaza semejante, y menos en la época en que se les hace, pues cuando V. E. la escribió acababan de dar pruebas bien positivas de que tienen á sus Reyes y Real familia más amor y respeto que los que se llaman sus libertadores: ¿ó quiere S. A. que  el mundo diga que la conducta ordenada y honrosa que tuvo  este pueblo cuando  las  armas francesas le atacaron era, debida á un sobrado miedo, hijo de una intimación que V. E.  hace de órden de S. A.?, ¿Y a quién?.  Dirigiéndola al pueblo más digno de la tierra y aun militar que nunca hará nada por miedo. — Soy de V. E. atento servidor. — Firmado. — Cayetano Valdés.»

Hasta que el 1 de octubre ya sin posibilidad de resistencia, el Rey se trasladó al cuartel general del duque de Angulema, por encontrarse asentado en la población del Puerto de Santa María, donde se le ratificaron sus poderes absolutos y por Real decreto de éste mismo día de 1823 todo regresaba a la situación del 7 de marzo de 1820, cuando el Rey fue obligado a jurar la Constitución, la cual como consecuencia de este R. D. quedó abolida.


Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Compilada por Todoavante ©

Susto anécdota 1938.

Posted By on 19 de junio de 2020

Esta fue llevada a buen término por el ahora capitán de corbeta D. Félix de Ozámiz Rodríguez, quien al comenzar la guerra era teniente de navío, brillando por su audacia y casi temeridad al mando del bou Tritonia, durante la guerra en el Cantábrico, donde se las tuvo que ver y tragar con los barquitos de la Royal Navy, y estaba como algo harto de ellos, sobre todo por su demostrada prepotencia.

Se le entregó el mando del recién llegado destructor Huesca, entró en Palma el 6 de abril de 1938, para ello debía sortear la defensa contra sumergibles que, protegía el fondeadero de los cruceros. Fuera de esta estaban bien atracados bien fondeados, varios buques de guerra de diferentes países, entre ellos su “amado” HMS Hood, siendo uno de los causantes del malestar de toda la corporación, por su forma de proceder en alguno casos sin razón alguna, aunque en estos siempre tenían la razón, amparada por el poder de este tipo de buques, contra simples pesqueros armados, lo cual deja en muy mal lugar esta marina, lo que pronto se sabría, sobre todo al finalizar la II G.M., quedando demostrado que los acorazados, sólo servían para lo que se les utilizó contra España, simples baterías flotantes.

Pero no contentos con esto, ahora, al saludar a un buque nacional, lo hacían levantando el brazo izquierdo con el puño cerrado (ironías de la vida que está bien recordarlas), lo que lógicamente molestaba incluso al Almirante Jefe de las Fuerzas de Bloqueo, pero en el día de hoy al mando del citado comandante, dio orden de enfilar por su proa al HMS Hood, manteniendo el rumbo a alta velocidad hacia su centro, viendo como las órdenes a bordo del crucero acorazado británico se sucedían, pues alguna de ellas era a base de silbatos y sirenas, incluso los distintos jefes atónitos, no daban crédito a lo que se le venía encima, pero el destructor no variaba el rumbo, hasta que el Comandante al estar a muy poca distancia, dio orden de meter timón a una banda 15º, pasando a muy pocos metros de distancia del británico, al terminar de pasar, el Comandante se giró a los presentes en el puente, quienes igualmente atónitos presenciaron la maniobra, diciéndoles: «Menudo susto les hemos hecho pasar».

Quien notificó estos hechos a los autores, D. Fernando y D. Salvador Moreno de Alborán y de Reyna, fue de primera mano, siendo D. Daniel Macpherson Vidal, marinero voluntario y timonel en este acto, quien ejecutó la maniobra a las órdenes de su comandante.

Bibliografía:

Moreno de Alborán y de Reyna, Fernando y Salvador. La guerra Silenciosa y Silenciada. Historia de la campaña naval durante la guerra de 1936-39. Gráficas Lormo, S. A. Madrid, 1998. Tomo IV, página 2.264.

Compilado por Todoavante ©

Fundación de la Real Academia de la Historia 1735

Posted By on 6 de junio de 2020

Se funda la Real Academia de la Historia, en una reunión de sabios que tenía lugar en casa de don Juan Hermosilla, abogado de los Reales Consejos, para tratar temas históricos, al ser conocido por S. M. se le dio la aprobación por Real cédula del 17 de junio siguiente firmada por don Felipe V, para fundar un lugar de reunión apropiado.

Por ello por Real cédula dice: «se estudiará la antigua y moderna, política, civil, eclesiástica, militar, de las ciencias, letras y artes, o sea, de los diversos ramos de la vida, civilización y cultura de los pueblos españoles» aclarando: «la importante verdad de los sucesos, desterrando las fábulas introducidas por la ignorancia o por la malicia, conduciendo al conocimiento de muchas cosas que oscureció la antigüedad o tiene sepultado el descuido»

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina.

Imprenta J. López. Madrid, 1873. Compilada por Todoavante ©

Dotación del navío Real Felipe el 14-IX-1740

Posted By on 29 de mayo de 2020

En un Estado de “dotación de baxeles”, figuraba en Cádiz, el navío Real Felipe, con dieciséis sargentos, cinco tambores, tres pífanos, treinta y dos cabos y doscientos cincuenta y siete soldados de Infantería de Marina. Ciento cincuenta y tres artilleros, cuatrocientos dieciséis marineros, doscientos veinticuatro grumetes y cincuenta y seis pajes. En total mil ciento cincuenta y dos plazas. A falta del comandante y oficiales.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Compilada por Todoavante ©

Incendio del Palacio Real de los Austrias 1734

Posted By on 9 de mayo de 2020

El 25 de diciembre de 1734 se produjo un gran desastre, no fue otro que el incendio del anterior palacio Real de Madrid y como consecuencia quedaron destruidos los archivos de la corona que contenían una muy valiosa información, entre ella todo los referente a hecho navales, más una importante cantidad de obras de arte que colgaban de sus paredes, tapices, porcelanas, cuberterías de plata y oro e incluso estandartes ganados a los enemigos, ya que era el palacio de la anterior dinastía de los Austrias, pero el problema consistió en que era totalmente de madera, propiciando que prácticamente nada fuera salvado de su contenido, sólo por la rápida reacción del personal de palacio, se pudieron salvar algunos cuadros (entre ellos las Meninas) y otros enseres por estar cerca de la puerta de entrada, convirtiéndose en una gran pérdida en todos los sentidos y esto es lo que, según don José Patiño debió de haberse previsto. Pero ya era tarde. La dejadez a veces de los responsables, suelen llevar a este triste fin, causando la pérdida de recuerdos irreparables en nuestra larga Historia.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Compilada por Todoavante ©

Departamentos Navales creación 1734

Posted By on 15 de abril de 2020

Por orden del Intendente General de la Armada D. José Patiño y de Rosales, se concluyó el reglamento del uso de banderas por procedencia de departamentos, por haber dividido la Armada en tres escuadras para despertar el estímulo de los marinos, fijando a cada una su pertenencia a uno de ellos con su arsenal, creados por él, pues Ferrol se comenzó por Real orden de diciembre de 1726, el del Puntal en Cádiz, donde acudieron los Reyes a ver caer al agua el navío Hércules en 1729, siendo posterior a su fallecimiento el de Cartagena comenzado en 1749, pero todo lo tenía dispuesto y el de la Habana que aún se retrasó más, hasta 1752.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Muerte en la miseria 1/XI/1816

Posted By on 21 de marzo de 2020

Don Pedro Núñez. Capitán de Navío de la Real Armada. El capitán general del Departamento da conocimiento del óbito a S. M. y le dice:

«Excmo. Sr.: Ha fallecido ayer de miseria y de vejez, el capitán de navío D. Pedro Núñez, a cuya viuda se le ha mandado librar la paga mortuoria, que por regla general y medida precisa tiene acordada la Junta para todos los difuntos del Departamento, por no quedarles que vender después de su postrera enfermedad, ni humano recurso para su entierro y funerales y con infinidad de acreedores, dimanando del enorme atraso de pagas, tan notorio y representado tantas veces a S. M., como ha sido desatendido»

Al final del escrito el capitán general da las razones, pero esto sucedió con demasiada frecuencia, entre los miembros de la Corporación en esta época, no en balde hay datos de que algunos no habían percibido haberes, en los últimos 8 años. Sin palabras.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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1937 Combate del cabo Machichaco

Posted By on 22 de febrero de 2020

En este encuentro naval entre los dos contendientes en la guerra civil española de 1936-39, hay que advertir la gran importancia que tuvo el no reconocimiento de las aguas territoriales de España, pues Gran Bretaña sólo reconocía 3 millas, mientras que España en la última conferencia internacional de 1930, (no se llegó a ningún acuerdo), pero tanto Italia, Portugal, Yugoslavia, Turquía y varios países hispanoamericanos, más España daban por buena la de 6 millas. Pero esto iba en contra del interés británico, de ahí los constantes enfrentamientos sobre todo en el Cantábrico que tuvieron lugar, entre las fuerzas navales de estos y las nuestras, además de imponer su poder al resto del mundo y según su conveniencia, daba por buena una u otra distancia de aguas territoriales.

En el caso concreto de Bilbao, al disponer de artillería de costa que superaba el alcance de las 3 millas, proporcionando un campo muy estrecho de actuación a los sublevados, por estar bajo el fuego de estos cañones, facilitando con ello, a pesar de no ser beligerante, que los bajeles con pabellón británico pudieran entrar tranquilamente en la capital Vizcaína, para seguir manteniendo su comercio abierto, como el caso de importar a su isla mineral de hierro y como pago, entraban víveres, carbón y otros productos, muy necesarios por la precaria situación de Bilbao, a ello se sumaba que el Reino Unido no reconocía la guerra civil en la península ibérica. (1)

Por esta razón el tráfico marítimo de la costa Este de Francia, de donde se abastecía la zona aún en manos de la República en todo el Mediterráneo español, se ejercía por dentro de esas 3 millas, de forma que la zona entregada para el control a Italia y Alemania, que cubría la primera desde la frontera con Francia hasta Castellón y de aquí al Cabo de Gata en Almería por la segunda, impedía a estas naciones ejercer su misión de prohibir, como no beligerante, el mencionado ir y venir de buques mercantes, a una de las zonas en guerra, una forma muy sutil del Reino Unido de mantenerse al margen, pero siempre ejerciendo su interés al resto del mundo, de hecho G. B., sólo se quedó con la zona del Cantábrico, entre la frontera con Francia, hasta unos 100 kilómetros al Oeste de Gijón, donde comenzaba la zona francesa y esta proseguía en la desembocadura del Guadiana, hasta el Cabo de Gata en Almería.

La presencia del crucero sublevado Canarias en Ferrol fue fortuita, y no como otros autores quieren dejar constancia de su presencia en este combate, como signo del poder de la España sublevada, esto nos lleva indicar que el crucero llegó a Ferrol el 27 de febrero, al mando del recién ascendido al grado de capitán de navío don Salvador Moreno, por haber sufrido una abordaje en el Estrecho con un mercante, con bandera griega nombrado Mariopi el cual le doblo una pala de la hélice de estribor, y abriéndole una brecha de siete metros quedando el ancla (del mercante) incrustada en el costado, obligando a ponerlo en seco para su cambio por otra nueva, e instalarle alguna pieza de 120 m/m de la DCA, porque cuando salió con prisas al Estrecho, no llevaba ninguna de ellas.

Al concluir la reparación, y enterado el Almirante de la Flota, don Francisco Moreno, comunicó a Salamanca la necesidad imperiosa de su presencia en el Mediterráneo, por ello salió de Ferrol el 3 de marzo, con rumbo al Estrecho, pero encontrándose en el paralelo de Vigo, se recibió a bordo la orden de regresar a Ferrol, quedando incorporado momentáneamente a las fuerzas navales del Norte, por saberse que en pocos días el vapor Mar Cantábrico estaría en aquellas aguas, el cual previamente había atracado en Nueva York, de donde se hizo a la mar muy rápido por saber la decisión del Gobierno, contraria a su presencia, cruzó toda Norteamérica y entro en Tampico y Veracruz en Méjico donde al completar su carga, el 19 de febrero zarpó con rumbo a Bilbao.

Mientras esto sucedía, el Almirante de la Flota volvía a enviar un comunicado a Salamanca en estos términos: «La ausencia del Canarias del Mediterráneo disminuye en más de la mitad el valor de la Flota…Espero que, resuelto lo del Mar Cantábrico, se incorporará Canarias inmediatamente y solicito, además, la confirmación de mis deseos»

Así el 4 de marzo a las 22:00 zarpaba el Canarias de Ferrol, con la intención de apresar al mercante, pero estando a rumbo se le comunico la presencia de la moto-nave Galdames, quien procedente de Bayona navegaba con rumbo a Bilbao con material sanitario y pasajeros, dándole escolta varios bacaladeros vascos armados, de la empresa PYSBE y muy posiblemente se les uniría el destructor José Luis Díez, por ello vario de rumbo a interceptar este convoy, por todo ello al comandante del Canarias desde Ferrol se le dio libertad de acción.

Sobre las 10:20 del 5 de marzo el crucero se encontraba al nordeste del cabo Machichaco, cuando avistó al mercante estoniano Yorkbrook con rumbo a Santander, éste buque estaba en la lista de sospechosos, no en balde pertenecía a una naviera de Londres, la cual estaba al mando de un judío alemán y operaba con todos sus buques, para favorecer al gobierno de Valencia, arbolando a su voluntad bandera de uno u otro país, amparando en su legítima defensa su pertenencia al Reino Unido. No obstante el comandante del crucero comunicó con el del Velasco, la posición del mercante al ser divisado, a pesar del mal tiempo, para que se hiciera cargo de él. Pero los medios de la época a veces fallaban por ello el destructor no supo nada de la orden emitida por el crucero.

La mar estaba muy alborotada, chubascos y fuerte marejada, por ello el mismo crucero daba bandazo de más de 20º a estribor y babor, lo que obviamente dificultaba poder hacer fuego con la artillería de 120 m/m, por no tener dirección de tiro, y ser apuntado a ojo, como si fuese un navío del siglo XVIII, dificultando ampliamente poder hacer blanco en buques tan pequeños, a no ser que se acercara mucho a ellos.

A las 12:30 el crucero se encontraba a unas 18 millas al Norte de punta Gadea, de forma que estaba, sin saberlo, metiéndose entre los dos grupos, en que se habían dividido los bacaladeros escoltas del mercante Galdames, al norte los Nabarra y Donostia, y algo más al sur el Bizkaya y Gipuzkoa, estos dos muy cerca de tierra.

A las 12:55 el Canarias avistó al Gipuzkoa a unas 20 millas al norte de Bilbao, y a unas 10 del crucero y tierra, y como a 6 por la proa del Bizkaya, por navegar ambos en paralelo a la costa, al poco se dio la alarma en el crucero, pasando a ocupar la dotación sus puestos, aunque precisamente les había pillado comiendo, pues la noche anterior no habían cenado por la mala mar y su permanencia de guardia.

El Bizkaya comunicó a las 13:30 el avistamiento del crucero, a unas 20 millas al NW de cabo Machichaco. Por ello puso proa a tierra para acercarse lo máximo posible con la intención, de que si era alcanzado varar en la playa de Baquio, por ello el crucero no llegó a avistarlo.

El comandante del Gipuzkoa en principio al saber la presencia del enemigo, puso rumbo a Bilbao, pero se encontraba a 10 millas de Castro Urdiales, poniendo rumbo de inmediato para acercarse a tierra, tratando de protegerse en los campos minados, ante ello el crucero aumento la velocidad a 30 nudos, para evitar que lo lograra, a las 13:35 las distancia se había reducido a unos 7 kilómetros, dando la orden abrir fuego con la artillería de 120 m/m, pero por la ya mencionado de carecer de dirección de tiro para estas piezas y el mal tiempo reinante, fue la consecuencia de no poder hacer blanco, a pesar de ello, el bacaladero al encontrarse a 6 kilómetros, abrió fuego sobre el crucero muy valientemente con su pieza de 101’6 m/m, procedentes de la visita anterior del acorazado Jaime I, viendo el comandante del crucero la nula eficacia de su fuego, dio orden de efectuarlo con las piezas de 203 m/m, lo que se tradujo inmediatamente en hacer blanco en el bacaladero en su cañón de popa, puente, chimenea y superestructura; para aligerar peso y ganar velocidad lanzó las cargas de profundidad y comenzó a zigzaguear, para acercarse lo más posible a tierra, pero ya iba con fuego a bordo, al ver la humareda el comandante del Canarias, y comprobar arrumbaba para varar en la playa de Sopelana, lo dio por hundido, por ello vario rumbo. Pero el bacaladero logro entrar remolcado por el Alteu-Mendi a las 15:00 en el puerto de Bilbao, en el combate sufrió cinco muertos y doce heridos.

Mientras esto sucedía desde punta Galea, su torrero había dado la voz de alarma en toda la costa, pero sin saber exactamente quién era el atacante, pues al crucero sublevado se le situaba en el Mediterráneo, por ello la comandancia de Bilbao no dio la orden al Nabarra y Donostia, quienes daban escolta al Galdames, pusieran rumbo de alejamiento con el buque enemigo, craso error que pagarían muy caro.

Sin saberlo a ciencia cierta, la artillería de costa de punta Lucero, con tres piezas Vickers de 152’4 m/m, abrió fuego muy centrado y rápido sobre el crucero desde 18.000 metros, pero no lograron acertarle, continuo acercándose y al llegar a los campos minados decido virar y alejarse del peligro de las piezas de costa. Un impacto de este calibre en el buque podía hacerle mucho daño e incluso hundirlo, y los sublevados no iban a poner en tal riesgo, al único buque que podía combatir con la escuadra enemiga.

Por aquello de confiar en las comunicaciones, retomamos al mercante Yorkbrook, a quien el Canarias había obligado a dirigirse a Pasajes, el cual en su huida tocando casi tierra, el Bizkaya regresaba a Bilbao, porque al Velasco no le había llegado la orden de dar escolta a puerto amigo, siendo encontrado por el bacaladero, quien le obligó a seguirle, logrando entrar ambos en Bermeo a las 15:35. Azares de la guerra que unas veces salen bien y otras, todo lo contrario.

A las 14:00 el Canarias viró rumbo a Norte, siendo las 14:40 avistó a mucha distancia un mercante, escoltado por dos patrulleros armados y otros dos de menor tamaño, por ello se aumentó la velocidad a 25 nudos, transcurridos unos minutos, por la telemetría se reconoció era uno de los bacaladeros, el Nabarra, quien algo más a su popa y estribor le acompañaba el Donostia y algo más retrasado el Galdames, yendo a su estela la pareja de pesqueros, el Pantsezka y Josefa Mikel, estos en realidad sólo les seguían por seguridad, pues venían de pescar en Gran Sol y pretendían entrar en su puerto de partida, Bilbao. Cómo es natural el crucero no sabía que hacían allí estos buques tan pequeños, pues tan sólo desplazaban 103 tn. cómo curiosidad del funcionamiento de los bacaladeros, se sabe que el Donostia al llegarle la noticia pidió información al Nabarra, quien le respondió por señales de banderas de la cercanía del crucero sublevado, pero no pudo saber que le decían, pues se había dejado en tierra el libro señales, por ello tuvieron que navegar a rumbo de colisión, para que a viva voz fuera informado, regresando cada uno a su anterior puesto. Mientras desde la comandancia se pedía ayuda al José Luis Díez e incluso se reclamó el apoyo de la aviación.

El Canarias arrumbo al más grande, el mercante Galdames, al que se le hicieron señales para parar máquinas, pero no hizo caso, ante ellos se le disparó por dos veces con los cañones de 120 m/m, dando un proyectil en el puente bajo y el otro en la carbonera central, no le quedó más remedio que izar bandera de rendición y al mismo tiempo parar máquinas, por ello el crucero se le acercó y le indico arrumbara a Pasajes, donde debía entrar para su seguridad. Más tarde se pudo saber que el fuego del crucero, había causado la muerte a nueve hombres de la dotación y seis heridos. Los pesqueros asustados, comenzaron a virar cada uno a una banda, al mismo tiempo que hacían sonar sus sirenas, el crucero se acercó a 300 metros de ellos, advirtieron no llevar armas a bordo, por lo que el comandante del crucero estimo no eran peligrosos.

Entre tanto los dos bacaladeros se habían alejado un tanto, aproando a ellos, a las 15:07 abrió fuego sobre el Nabarra, a una distancia de 7.000 metros, pero con los cañones de 120 m/m, dado el estado de la mar con marejada gruesa del Oeste, dificultó más si cabe el tiro, lo que fue aprovechado por el bacaladero para responder con su artillería 101’6 m/m, siendo muy rápido y certero, de todo lo que se cruzaron ambos buques, uno de los de éste acertó por un rebote en la mar, en dar entre las cuadernas 23 y 24 del crucero, siendo el pañol del contramaestre, abollando el forro de babor, a su vez uno del crucero dio en la proa, destrozando el molinete, estopores y ambas anclas arrojadas a la mar, y otros dos impactos, causaron un incendio a bordo, uno a proa y el segundo en mitad de la cubierta, pero no se rendía, por lo que el Comandante volvió a dar la orden de utilizar las piezas de 203 m/m. esto se tradujo en que a las pocas salvas el Nabarra fue acertado rindiendo su palo, que junto con la chimenea, cayeron estrepitosamente por la banda de estribor, ante esto se decidió de nuevo a utilizar la de 120 m/m, volviendo esta vez a acertar con varios proyectiles, uno dio en el puente y otro en el cañón de proa, quedando fuera de combate; pero para conseguir esto, se empleó más de una hora de fuego que, por no desgastar en demasía las piezas el crucero viraba de borda y se efectuó el fuego por ambas bandas. (2)

El comandante del crucero dio por perdido al buque, por ello puso proa al Donostia (ex Virgen del Carmen), y maniobró para colocarse en posición de hacer fuego con los cañones de 120 m/m de estribor, poco más tarde se observó haber acertado con algunos proyectiles, pero en ese momento el Nabarra izó señal, que fue repetida inmediatamente por el Donostia, virando ambos para reunirse, lo que fue interpretado por don Salvador Moreno símbolo de rendición.

Sucedió que en esos momentos, en el Nabarra, tres supervivientes del cañón de proa intentaron abandonar el buque, para ello lanzaron un chinchorro al agua, pero su comandante cortó el conato de deserción inmediatamente,(3) se había trabajado en el cañón de popa y ahora estaba listo para seguir lanzando fuego por su boca, dada la cercanía del Canarias, pues se estaba acercando para recoger a los heridos que hubieran, al comenzar a recibir el fuego del bacaladero, viro rápidamente y se alejó, la sorpresa fue en contra de su enemigo, pues de nuevo el crucero abrió fuego con la artillería secundaria, dada la poca distancia muy pronto hizo blanco, pues de nuevo fue acallado el cañón y otro proyectil penetró en la cámara de calderas, quedando ya sin posibilidades de defenderse, ante este revés, el Comandante del bacaladero dio orden de abandonar el buque, a las 16:00 se arriaron los botes sanos, en el primero iban los heridos, en el segundo el resto acoderándose al Canarias, mientras el Nabarra se quedaba con una parte de la dotación. En el crucero sólo fueron embarcados 18 (4) personas, entre heridos y algo más sanos, de los 49 miembros de la dotación.

Mientras esto sucedía, en el Nabarra el jefe de máquinas ordeno abrir las válvulas de fondo, y poco más tarde se produjo una explosión, comenzando a hundirse inmediatamente de popa a las 17:30, desapareciendo por completo de la superficie a las 18:00, con él murió su Comandante y varios subordinados que, llevaron al último extremo su lealtad. Aprovechando esta circunstancia el Donostia que, había quedado muy mal parado, todavía pudo ponerse a navegar, pero el comandante del Canarias lo dio por destruido, por ello lo dejo ir, pues apresado tampoco le serviría a la marina sublevada. Más tarde se supo que, el humo de un supuesto incendio era ficticio, por ello pudo dar la máquina y huir aprovechando la confusión del momento. La picaresca española llevada a sus últimos extremos.

El Donostia aprovechando la noche, puso rumbo al Norte, para más tarde y de acuerdo todos los tripulantes, arrumbó a Arcachon, donde al atracar las autoridades francesas, le dieron de tiempo esa misma noche de descanso, para que a las 07:00 del día siguiente saliera del puerto. Pero informado el cónsul español, urdió una estratagema, se hizo a la mar a la hora indicada, pero aproo sin salir de las aguas francesas a Le Verdon, pero al llegar de noche, varó en un banco de arena a las 00:00 del 9 de marzo, quedo tumbado sobre estribor, se realizaron todos los esfuerzos posibles pero no se ponía a flote, hasta que la pleamar de la madrugada, logro dejarle salir de su varada, no sin causarle un avería en la sentina, a pesar de ello pudo abarloarse al Aloña-Mendi, quien le presto todos los auxilios y reparando la avería causada, de acuerdo con las autoridades francesas al estar en condiciones de navegar, salió del puerto, permaneciendo siempre en aguas francesas, pasando al socaire de la isla d’Oleron, y entrar por fin en La Pallece, atracando en la Rochelle para una estancia de 24 horas, pero se llegó a un acuerdo con los franceses, por ello quedo amarrado en su lugar, la dotación desembarcada y desmontada toda la artillería, donde permaneció hasta finalizar la guerra, cuando fue devuelto a las autoridades españolas, quienes le cambiaron el nombre por el primitivo de Guimerá, prestando sus servicios en España hasta su desguace en 1964.

Mientras tanto el Canarias, regresó a su primera comisión, no siendo otra que formar parte de los buques que estaban esperando la llegada del Mar Cantábrico.

Para finalizar este relato, copiamos fidedignamente lo escrito en la obra de los hermanos Moreno, en su tomo 2º página 1.058, dicen: «Al cabo de los años, se van alterando intencionadamente los hechos sin el menor respeto a la realidad histórica. Una cosa es que algunos patrulleros, concretamente el Nabarra y Gipuzkoa, combatiesen con bizarría, en especial el primero, como así los reconoce el Comandante del Canarias (Parte de la campaña del crucero Canarias), y otra muy distinta que alcanzaran el éxito. El Donostia no tuvo una actitud tan gallarda y mucho menos el Bizkaya que se quitó de en medio enseguida»

  • (1) En la obra de los hermanos Moreno una llamada nos dice: «No debemos olvidar que desde hacía más de un siglo, el Reino Unido –constituido por Gran Bretaña y el Norte de Irlanda- era el corazón del Imperio Británico sostenido por la Flota más poderosa del mundo. En aras del comercio –factor primordial del bienestar del Reino Unido y, por ende, de la libertad de los mares por donde se desarrollaba-, el interés británico consistía en disponer de la mayor superficie libre de aguas internacionales donde pudiesen ejercer su influencia, su control y su dominio, según los casos, sus poderosas flotas desplegadas y apoyadas en bases dispersas en toda la geografía mundial. Por supuesto que el Reino Unido reconocía y defendía para su propio Imperio la extensión de las aguas jurisdiccionales hasta sólo las 3 millas. ¿Qué más le daba si él resto también podía disponer de él en cuanto quisiese?
  • (2) En aquella época las ánimas de la artillería sólo soportaban algo más de 200 disparos, a partir de ahí el fuego era errático, como se demostró cuando el crucero Almirante Cervera bajo al Estrecho junto al Canarias, y mientras éste toco de muerte la primera vez al destructor Almirante Ferrándiz a más de 19.000 metros, su compañero no pudo acertar al destructor Gravina a pesar de llegar a estar a menos de 6.000 metros, por tener la artillería desgastada por el apoyo al cuartel de Simancas, lo que le permitió entrar en Casablanca. Hay algún listo por ahí que en la Red atribuye el fracaso a la mala puntería de la dotación. En fin.
  • (3) Pero hay algo más duro en el tema, relacionado en el diario del crucero, pues se dice textualmente: «Inmediatamente suspendí el fuego y maniobre para recoger a los náufragos, varios de los que se tiraron al agua fueron muertos a tiros disparados desde su propio barco, otros debieron ahogarse rápidamente pues solo pude encontrar y tomar a mi bordo a los que se salvaron en los botes…»
  • (4) Los dieciocho apresados, fueron juzgados en consejo de guerra en julio seguido, siendo declarados culpables y por ello condenados a muerte. Pero a veces el destino está en otras manos, dado que D. Salvador Moreno, entregó el mando del crucero, por ser nombrado 2º Jefe del Estado Mayor de la Marina, por ello cerca del «Terminus», fue quien intercedió para que fueran respetadas sus vidas, dado que todos eran marineros, pero sin vínculos políticos, y sólo habían realizado su trabajo bajo órdenes superiores, consiguiendo por ello que Franco, quien desde un principio quería restañar las heridas de la guerra, por Real Decreto del noviembre de 1938, no sólo les perdonaba la vida, sino que fueron puestos en libertad.

Bibliografía:

Fuentes, Álvaro.: El Crucero Canarias Proa a la Victoria. Espasa-Calpe. S. A. Madrid, 1940.

Gretton, Peter.: El Factor Olvidado. La Marina Británica y la Guerra Civil Española. Editorial San Martín. Madrid, 1984.

Moreno de Alborán y de Reyna, Fernando y Salvador.: La Guerra Silenciosa y Silenciada. Historia de la campaña naval durante la guerra de 1936-39. Impreso en Gráficas Lormo. S. A. 1998. Reconocida por la Real Academia de la Historia en 2004, como la mejor y más imparcial obra publicada hasta la fecha con referencia a la Campaña Naval de la Guerra Civil 1936-1939.

Mortera Pérez, Artemio.: Los Bacaladeros de PYSBE en la guerra Civil Española. Quirón Ediciones. 2002.

Valles Collantes, Francisco.: Páginas de gloria de la Marina nacional. Cádiz, 1938. Compilada por Todoavante ©

1816 — 1820 Juan José Ruíz de Apodaca Virrey de Nueva España

Posted By on 22 de diciembre de 2019

Las acciones de guerra en los tres primero años de su mando, las resume así un biógrafo: «Acciones de guerra y fuertes conquistados, 309; en las que tuvieron los insurgentes 10.000 muertos y 6.216 prisioneros; la artillería tomada ascendió a 255 cañones, 27 obuses de todos los calibres, 10.453 armas de fuego y 5.108 blancas; los caballos tomados fueron 5.678 ensillados y 11.780 en pelo; las cédulas expedidas de indulto por el general Apodaca en todo el tiempo de su virreinato, fueron de 55.000 a 60.000, cuyas cifras expresan por sí solas su política»

Al tomar posesión del Virreinato éste estaba endeudado en 740 millones de reales y al regresar a la península, se trajo y desembarcaron 100 millones, era la cantidad existente en la caja. Datos que constan en la Gaceta de Madrid del 30 de mayo de 1820.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Compilada por Todoavante ©

1813—Temporal en Ferrol

Posted By on 3 de diciembre de 2019

Fue tan importante este hecho que se hizo eco la Gaceta de Madrid del 1 de enero de 1814 en la que se puede leer:

«Coruña 6 de diciembre de 1813. — El jueves último ancló en la entrada de la bahía de este puerto, cerca de las Peñas de las Ánimas, la fragata Efigenia de la Armada nacional. Un terrible temporal que sobrevino y la falta de cables, obligó al Comandante á picar los palos: á la mañana siguiente, á medio día, tenia perdidos todos los cables menos dos, y estaba muy próxima al lado opuesto de la bahía. Se juzgaba cierto el naufragio, cuando la hemos visto con asombro á las dos de la tarde entrar con bandolas en bahía, por una de aquellas maniobras tan difíciles como peligrosas. El Comandante de marina de esta provincia no halló en ninguna parte enseres para el socorro; pero el Sr. Larragoyti, que tenía cables y lanchas á propósito, por un acto de humanidad se embarcó acompañado del ayudante, y rodeados del mayor peligro, lograron entregarle el cable del ancla que llevaban, asegurándose de este modo la fragata, que sólo estaba afianzadas por un anclote. Si es de admirar el celo que han mostrado los que han prestado el socorro, no es menos digna de elogio la inteligencia y serenidad que en tan grande peligro han mostrado el Comandante D. Alejo Gutierrez de Rubalcaba, y la oficialidad del buque. Todo estaba dispuesto con un orden admirable; nadie ha perecido al tiempo del desarbolo, y sólo un marinero se ha lastimado. Esta conducta hace mucho honor al cuerpo de la Armada. El gremio de mareantes se presentó gustoso á este acto de humanidad»

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Transcrito por Todoavante ©

1733 Naufragio de una Flota y Escuadra en el canal de Bahamas

Posted By on 24 de noviembre de 2019

Iba al mando del general don Rodrigo Torres la escuadra formada por el navío Rubí, de 60 cañones, capitana, Gallo Indiano, de 64, almiranta, Infante y África, de 60, más la Flota compuesta por los mercantes, San Pedro, San Francisco, San Ignacio, El Sueco, Aviso, San José, Tres Puentes, San Felipe, Rosario, Poder, Carmen, Belén, Pingue, Angustias, San Fernando, la fragata Floridana y una balandra, cuando estando en el canal de Bahamas se desató un huracán el 15 de julio causando la pérdida de los buques: Gallo Indiano, San Francisco, Poder, El Sueco, San Fernando, San Felipe y Angustias, embarrancados en el cayo Víboras donde se deshicieron; Infante y San José en cayo Largo deshaciéndose; Tres Puentes y Carmen, en cayo Matacumbe, sin dejar casi rastro; San Pedro y Rosario, en el cayuelo de Matanzas, sin poderse recuperar; San Ignacio en cayo Vacas, muy mal parado; Aviso y Pingue, en los Mártires; Floridana se fue al fondo.

Conocido en la Habana el desastre se enviaron auxilios, con los primeros se recuperó a casi toda la gente y el resto con los buzos, se fue recuperando parte de los encallados y no idos al fondo. Por ello sólo se salvaron, los navíos Rubí y África, y el mercante Belén, los buques cuyos cascos quedaron a la vista una vez recuperado todo lo posible, tanto los caudales como artillería se les dio fuego para no dejar rastro del naufragio.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Compilada por Todoavante ©

1732 Naufragio en Veracruz

Posted By on 17 de noviembre de 2019

El 7 de enero naufraga la fragata Concepción, al mando del teniente de navío don Lázaro Veroni y Serrano, cuando entraba de noche con viento Norte duro en el puerto de Veracruz, se abordó en la entrada con la Paloma, resultando que para evitar irse contra las rocas, lanzó el ancla, pero la uña de ésta se partió, yéndose sin poderlo evitar nadie contra ellas donde se deshizo, salvándose sólo un oficial mayor, dos de mar y alguna marinería.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Compilada por Todoavante ©

1732 Lezo y el Banco de San Jorge en Génova

Posted By on 24 de octubre de 2019

A principios de 1732 recibió don Blas de Lezo la orden de arribar a Génova, para serle devueltos al Rey de España los dos millones de pesos allí depositados, por estar en garantía de cobro por el asiento de las galeras de esta República, para ello se trasladó con seis navíos, nada más arribar y penetrar en el puerto se quejó y exigió le fueran hechas las salvas de ordenanza al pabellón de España, y por no haberlo hecho que fueran redoblados, al mismo tiempo que enviaba al Banco de San Jorge mensaje para entregarle el dinero, esto se comunicó al Senado quien quiso dilatar la entrega enviando excusas fuera de lugar, al darse cuenta Lezo de la maniobra y habiéndose hecho llegar unos diputados a su navío, les enseñó el reloj y les marcó unas horas, si a ellas no se le había entregado el dinero, bombardearía la ciudad hasta dejarla plana, los diputados se dieron cuenta que no era una chanza, cumpliéndose a satisfacción de don Blas todo lo demandado, al tenerlo todo a bordo levó anclas y largo velas inmediatamente, por orden de S. M. dejó medio millón en Nápoles al infante don Carlos y el resto lo desembarcó en la ciudad de Alicante para ayuda de la expedición que se estaba formando para tomar Orán.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Compilada por Todoavante ©

1732 Ferrol su primer capitán general don Francisco Cornejo

Posted By on 13 de octubre de 2019

Ya de palabra el Rey nombró a Cornejo Comandante General del Departamento del Ferrol, siendo el primero en ocupar este cargo, por lo que se puso en camino a Cádiz, embarcó en el navío San Isidro, quien junto al Santiago y el paquebote San Diego, zarparon con rumbo a su nuevo destino, arribando al nuevo Arsenal el 28 de octubre de 1732.

Permaneció por espacio de cinco años al mando del Arsenal, en ese tiempo se preocupo mucho de que las obras continuaran a buen ritmo, se mantuvo alerta en los territorios costeros para verificar la construcción de fortalezas, para lo que se entrevistó en varias ocasiones con el capitán general de Galicia el conde de Itre; en 1733 alistó una división de cinco navíos que envío a Cádiz, así mismo comisionó a la fragata Hermione con rumbo al Río de la Plata, por haberse declarado la guerra contra Portugal, mientras se había construido en el Arsenal los navíos León y Galicia del porte de 70 cañones y la fragata mencionada Hermione (2ª de su nombre) del porte de 36 cañones, añadiendo dos viejos cascos convertidos en maquinas, uno para arbolar los navíos y el otro para darles la banda sin riesgo de pérdida, por lo que no dejó pasar nada y a todo atendía.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina.

Imprenta J. López. Madrid, 1873. Compilada por Todoavante ©

1730 – Escuadra en el Mediterráneo

Posted By on 28 de septiembre de 2019

Al llegarle la noticia a don Felipe V que la escuadra del Mediterráneo ya está compuesta por veintidós buques, le entregó el mando a Cornejo, por lo que tuvo que viajar por tierra a Cartagena, al llegar repasó los buques y el armamento, convencido de estar en condiciones zarpó con rumbo a la ciudad Condal, porque en ella se estaba organizando una expedición la cual al final y por falta de numerario no se llevó a cabo, decidiendo Cornejo zarpar con rumbo a la bahía de Cádiz donde sus servicios podían ser más necesarios, arribando a finales de octubre.

Al llegar, se le notificó que en su ausencia el Rey le había ascendido a teniente general, teniendo fecha el documento del nuevo grado el 4 de septiembre próximo anterior.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Compilada por Todoavante ©

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1812 — Estado del Arsenal de Cartagena

Posted By on 3 de septiembre de 2019

Viendo que nada se avanzaba en aquella guerra en el estado de la Armada don Nicolás de Estrada presentó su dimisión del cargo en 1812, aduciendo; que le era imposible mantener la disciplina, estando en la mayor desobediencia el personal, por la falta de todo y que si no se cumplía lo pedido por él, su persona no podía ser responsable de lo que pudiera ocurrir.

Su escrito dice: «Mi ciega obediencia y respeto al decreto de S. A. el Consejo de Regencia, que V. S. me comunica en su órden de 16 de Enero próximo pasado, me hará entregarme del mando interino de este Departamento desde luego que este Capitán General guste resignarlo; pero esta misma obediencia y mis deseos en cumplir los deberes de cuanto se me ordena, no me permiten prescindir del comprometimiento en que me ponen las obligaciones y responsabilidad que constituye en sí este mando, con respecto al total aniquilamiento y desorganización en que se hallan todos los ramos que dependen de él, y no representar por el conducto de V. S. con la más sumisa veneración; pero al mismo tiempo, con la energía de que es capaz mi corto talento para convencer y hacer conocer las verdades de cuanto expongo, sobre los inconvenientes que obstruyen mis desempeño en este mando, para que V. S. lo eleve al conocimiento de S. A.

En primer lugar, es el olvido en que hasta el presente se ha tenido á este Departamento, por dejarle 21 meses sin pagarle, motivo por qué todos los de la jurisdicción de marina mendigan para buscar el alimento para ellos y sus afligidas familias, de las que me consta que hay muchas que á veces pasan 24 y más horas sin tomar el menor alimento; el estremo de miseria á que están reducidos es tal, que ya reclama los derechos de la hospitalidad; es necesario la vista material para concebir una idea de la espantosa imágen que representan estos desgraciados vasallos, abandonados á sí mismos y á los horrores de sus desdichas; su triste situación, la apatía en que se ha estado y el sistema que se ha seguido de desentenderse desde los principios de los abusos á que dieron márgen la falta de pagas y las necesidades, lo han paralizado todo, ha trastornado el órden económico establecido en los trabajos y demás ramos del arsenal; ha introducido el desórden que experimenta, hecho desaparecer la subordinación y el respeto hasta la más inferior clase, y originado más frecuentes robos del arsenal, aumentando las dificultades de atajarlos, así como la de descubrir los delincuentes, porque mútuamente se encubren unos a otros, y todos contribuyen al robo; la Maestranza no cumple en sus trabajos y devenga indebidamente sus jornales, ni su despido es justo sin pagarla sus atrasos; en una palabra, sólo prevalecen los prejuicios contra los intereses del Estado, porque donde todo falta, hasta la justicia pierde su poder.

Esta es la realidad del estado en que se halla este Departamento: yo confieso, con la ingenuidad que me es característica, que no me considero con la suficiencia necesaria para desterrar tamaños males, reorganizarle y enmendar los pecaminosos abusos que la falta de pagos, la tolerancia y el tiempo has dejado tomar demasiadas raices y connaturalizarse en el corazón de todos, fáciles á acortar en sus principios y ya imposible sin el castigo; este le prohiben la leyes cuando no se cumplen los contratos estipulados con que entraron en el servicio.

Las consecuencias de este mando, con respecto á las circunstancias insinuadas que en él concurren, demuestran con la mayor evidencia que sólo proporciona responsabilidad, que inquietan la conciencia y comprometen el honor del que le tiene, á la crítica general de un público que no conoce el origen de las causas y sólo sabe acriminar á las autoridades como causa primaria de los males que padece. No se crea que es el temor quien me hace hablar de este modo, como lo tengo acreditado en 47 años que sirvo á S. M.; sólo son mis deseos por el mejor servicio del Rey y por no hacerme delincuente con el silencio para que con V. A. y la nacion en unos asuntos de tanto interés y gravedad, que llaman sériamente la atención del Gobierno.

En esta inteligencia, y á las ventajas que resultan al Estado de la renuncia que hago de este mando, espero de la justificación y la bondad de S. A. la reciba bien de un vasallo que, libre de ambición é intereses, sólo desea ser empleado en el destino de su profesión, que S. A. tenga por conveniente. Pero no en este mando, en el que la falta de todo, sólo envuelve un caos de confusión y perplejidades invencibles al hombre de los mayores conocimientos y experiencia.

En vista de las sólidas razones que dejo expuestas y que espero merezcan la aprobación de S. A., no dudo convencerá su recto proceder para concederme la gracia que sumisamente suplico.

Dios guarde á V. S. muchos años. Cartagena 2 de Marzo de 1812. — Nicolás de Estrada. — Sr. D. José Vazquez de Figueroa.»

El Gobierno no quiso admitir la dimisión hasta no encontrar a un sustituto y mientras, se le intentaría dar todo lo demandado para volver al orden el Arsenal.

Recibiendo como contestación lo siguiente: «Excmo. Sr. — He dado cuenta á la Regencia del reino de la carta de V. E. de 2 del actual, en que manifestando sencillamente la miserable situación, no sólo de los individuos sino de todos los ramos de ese Departamento, hace V. E. presente que no se halla capaz de desempeñar el mando que interinamente se le ha confiado; pero este modo franco é ingénuo de producirse V. E., ha estimulado más á S. A. á no admitirle la dimisión que hace; muy al contrario, fia del celo de V. E., de su nervio y entereza, no menos que de su patriotismo y prudencia, que procurará reorganizar todos los ramos del Departamento, haciendo cumplan con sus deberes aquellos individuos que, olvidados de ellos momentáneamente los hayan abandonado, bajo el seguro concepto de que su S. A. ofrece á V. E. socorrer á ese Departamento de Real Órden para su gobierno y cumplimiento. Dios guarde á V. E. muchos años. Cádiz 22 de marzo de 1812. — José Vazquez de Figueroa. — Señor D. Nicolás de Estada.»

Como ejemplo de la grave situación a la que se llegó, se vio obligado para dar de comer a su familia a vender el puño de oro de su bastón de mando, único objeto de valor que poseía.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873. Compilada por Todoavante ©

1797 – Pérdida de la isla de Trinidad de Barlovento y quema de la escuadra de don Sebastián Ruíz de Apodaca.

Posted By on 6 de agosto de 2019

El 16 de febrero comenzó el ataque y el 18 seguido la isla fue entregada ante la ínfima cantidad de hombres para defenderla y la gran amada desplegada por los británicos. Ante estas fuerzas solo podía oponer sobre unos 500 hombres y la escuadra al mando del jefe de don Sebastián Ruiz de Apodaca compuesta, por los navíos San Vicente Ferrer, de 80 cañones, San Dámaso, Arrogante y Gallardo, de 74, más la fragata Santa Cecilia, de 34, lo que deja constancia de la inferioridad en todos los campos, tanto en la mar como en tierra.

El Estado de Fuerzas de Mar y Tierra británico, recogido por don José María Chacón fue repartido entre los miembros del tribunal, estando al mando del Almirante Henry Harley los; navíos: Príncipe de Gales, de 100 cañones; Belona, Venganza, Alfredo e Invencible, de 74; Dictador y Scipion, de 68; Socrates, de 58 y Ulises, de 50. Fragatas: Aretusa, de 44 más Alarma y Anna, de 40, una bombarda. Corbetas: Fhorn, Zebra, Favorita, Zefiro y Pelicano, de 20, más el bergantín Victorino, de 16. Montando un total de 1.292 cañones. El ejército al mando del general Sir Ralpf Abercombry, desembarcaron los Regimientos, 2, 3, 24, 38, 53 y 60 con 4.050 hombres. Artillería; 500 hombres y regimientos de extranjeros nombrados, Campeche, Lobastain, Cazadores de Soler, más la gente de fajina, naturales de la zona, con 2.200 hombres, sumando un total de 6.750 efectivos.

        Para que el lector juzgue con claridad, pensamos que lo mejor es dar a conocer los documentos del momento, los cuales explican con más claridad que lo podamos hacer nosotros las causas: «Excmo. Sr. — A pesar de mi eficaz deseo de economizar el tiempo que V. E. necesita para los demás vastos asuntos de que está dignamente encargado, he creído indispensable hacerle presente con toda proligidad la siguiente relación de las últimas extraordinarias ocurrencias en esta isla, así por las graves consecuencias que podrán producir, como por la urgencia con que la alarmante situación actual de esta colonia implora del Soberano el más pronto remedio.

El crucero de este golfo que participé á V. E. en 29 de febrero de este año habian empezado á hacer los ingleses, lo continúan con la mayor constancia, y en cierto modo es útil aun á la isla, porque el comercio con aquella nación se ha hecho sin riesgo de corsarios, y las cosechas de este año se van exportando con seguridad y á precios tan ventajosos como no se podia esperar de la concurrencia de compradores; pero como esta protección no es sino extranjera, nos envuelve en dificultades y nos acarrea consecuencias tan desagradables como perniciosas. Los buques franceses que han intentado venir á esta isla, ó á cruzar sobre sus costas, viéndose perseguidos de los ingleses, han tirado á vararse en las playas y escapar la gente en tierra á favor de la espesura del bosque. De estos casos ha habido varios, y por consecuencia son muchos los republicanos que se presentan pidiendo protección del Gobierno de una nacion amiga; y no pudiendo salir abiertamente porque los buques ingleses se lo estorban, permanecen aquí esperando ocasiones en que poder evadirse secretamente. En cualquier otro establecimiento serian indiferentes estas ocurrencias; pero aquí son el orígen de infinitos males que predije desde el 27 de octubre último, y lo he repetido constantemente desde entonces. La escasa fuerza de tropa, la ninguna fortificación, la carencia de obras de cal y canto, me tienen sin una cárcel, cuartel, sala de armas, almacen; y en una palabra, entregado á la buena fé de un público compuesto de indivíduos de otras naciones, y el más pequeño número de la nuestra. Por consecuencia desunidas por naturaleza, discordes por diferencia de hábitos, rivales por constitución y enemigos muchos de ellos entre sí, por espíritu de nacion y fermentacion de las actuales circunstancias. Debia yo recelar y predecir que los frecuentes encuentros en tierra de ingleses con franceses envolverian la más considerable parte de este público, y que las consecuencias serian ruinosas al todo. Desgraciadamente eran muy ciertas mis premisas y no ha podido dejar de verificarse la consecuencia. Además de infinitas alteraciones y pendencias parciales, el 21 de Marzo último á las nueve de la noche se trabó una entre varios marineros ingleses y franceses, que puso á todo el pueblo en movimiento, y resultaron dos muertos y seis heridos de gravedad. Otra escena más séria se representó el domingo 8 del corriente, que ha sido el orígen de los desastres en que queda esta colonia y que clama al Soberano con apresuración por auxilios, para poner un pronto remedio á su total ruina. A las siete de la noche del citado día, se agarraron á golpes un marinero inglés y otro francés, sin otras armas que sus manos; el capitán de la fragata de guerra inglesa Alarma, D. George Vanghan, fué advertido de este incidente; y en vez de avisar al Alcalde ú otro Majistrado, se fué con dos oficiales al paraje, y viendo multitud de gente sacó su espada, y con ella se abrió camino, seguido de sus dos oficiales que á su ejemplo hicieron lo mismo. Al primero á quien pasaron con la espada era un francés; gritó antes de espirar, y oido por sus paisanos dieron la voz de á las armas, y en un momento cargaron sobre los ingleses que se refugiaron en una casa, cerrando las puertas. Los franceses las cercaron, y siendo de tablas, iban ya deshaciendolas; el capitan Vanghan, para alejarlos empezó á hace fuego con pistola, á cuyo ruido llegaron á mí la noticia, dí providencia de enviar patrullas y partidas sueltas de tropa para cerrar las avenidas y estorbar el tumulto de gente que ya era formidable, y se hacia fuego de parte á parte. Mi principal cuidado fué el de poner en seguridad al capitan Vanghan y al nombrado Gaudetat, que hace funciones de agente de los republicanos, para que libre los dos cabezas ó Jefes de los partidos, pudieran ellos mismos ayudarme á apaciguar el furor del pueblo. El francés Gaudetat que estaba gravemente herido, pudo sacarlo mi teniente gobernador, auditor de guerra, sostenido por las partidas de tropa y oficiales que destiné al efecto, pero al capitan Vanghan no era fácil sacarle del peligro por estar su casa enteramente rodeada de franceses, todos en el más alfo grado de fermentación y entusiasmo. A las diez de la noche, que ya iba ganándose alguna cosa en retirarlos y aplacarlos, llegaron dos botes al muelle con gente armada de la fragata inglesa, que venian á defender á su capitán; pero en virtud de la órdenes que yo habia anticipado, fueron detenidos é ignorada su llegada por los franceses, que á haberlo sabido, hubiera aumentado sus esfuerzos y hecho más difícil la empresa. Al fin, á fuerza de mil astucias pude libertar al capitán Vanghan á las once de la noche y conducirlo á bordo de su bote con una salva-guardia, sin que el pueblo lo viera, así por la oscuridad de la noche, como haberle sacado por las espaldas y corral de la casa en que estaba, llevándolo de una en otra hasta salir á una calle retirada del paraje conde existia el foco del movimiento. Luego que el pueblo se satisfizo de que no estaba en su casa el capitan Vanghan y que habia retirádose á bordo de su fragata, se empezaron á sosegar, y á las doce de la noche quedó todo tranquilo; algunos fueron conducidos a prision, y dos patrullas por las calles bastaron para hacernos pasar la noche en sosiego. El siguiente día 9 del corriente á las nueve de la mañana, me avisaron que le capitán Vanghan habia desembarcado sobre el muelle con mas de 100 hombres armados, y que formados en columna venian marcando con bandera inglesa desplegada y tambores batientes y todo el aparato de un ataque. No me detendré á expresar el cúmulo de ideas que se ocuparon en aquel momento: cualquiera podrá inferir la incertidumbre y dudosa agitación con que debia providenciar, atendiendo á que el último correo que he recibido de España es el de Noviembre del años pasado, desde cuya época pueden haber ocurrido tantas alteraciones en el plan y relaciones políticas de la Europa y de tan varia combinación, que todo puede representarse como posible.

Mi objeto primero fué el de asegurarme del verdadero estado de esta agresión; y al efecto, envié inmediatamente órden al Teniente Coronel D. Matias de Letamendi, segundo Jefe Accidental de esta plaza, para que esplorase al capitan inglés y aun le hiciese venir á hablarme, bajo palabra de no molestarle; al mismo que el Teniente Coronel D. Miguel Herrera estaba ocupado en contener á los franceses republicanos, que ya se habían formado en frente de los ingleses, para que por motivo alguno hiciese el menor movimiento hasta que yo llegase. El pueblo alborotado y en la mayor confusion, corrió tumultuariamente á la sala de armas, que como de tablas forzaron y entraron á proveerse de fusiles, sin que la poca tropa reglada pudiese bastar á contener su ímpetu. Acudí allí inmediatamente, les persuadí á que entrasen en el patio del cuartel y teniéndolos en algo más seguro y en disposicion de poderlos ordenar, me fuí á hablar con el capitan Vanghan, que ya venia con el Teniente Coronel Letamendi y el capitan ingeniero ordinario D. Andrés Gonzalez, armado con pistolas y sable. Preguntado por mí de la significación de aquel procedimiento, me respondió que venía armado para su propia seguridad. Despues de haberle hecho sentir con varias reconvenciones y razonamientos la impropiedad y violencia de su atentado, respecto de que no teniamos declarada la guerra, le dejé la elección entre dos partidos, á saber: ó que se desarmase y retirase en columna, en el supuesto de que le dejaria ir sin molestia, ó que se pusiese á la cabeza de su tropa, y empezase á obrar hostilmente cuando gustase, pues yo le contestaria, una vez que él confirmase con un tiro la agresion é insulto que habia comenzado á hacer.

Convencido al parecer, se decidió por lo primero, quitándose las pistolas y mandando retirar su columna hasta embarcase á vista mia y de todo el pueblo que observó en aquel momento la mayor circunspección y silencio, subordinados todos á mi voluntad y órdenes, de modo que no se notó el menor movimiento descompuesto. Inmediatamente traté de recoger las armas que en la confusión del primer arrebato habia sacado el tropel de la jente, é hice componer las puertas y demas parajes de la casa de armas que habian sido forzados, quedando todo asegurado aunque provisionalmente. A las nueve y media de la mañana, viniendo hácia tierra otros botes de la misma fragata Alarma, se alborotó el pueblo segunda vez, pero de un modo más violento que en la primera; el número de jente era mayor, porque se habia aumentado con los del campo de las inmediaciones: el resentimiento era general, y en unos el arrojo, en otros el recelo y la desconfianza, los movian con la misma direccion aunque por distinto modo; y el concurso de jente como un aluvion inundó las calles y la plaza del muelle, despues de haber por segunda vez forzado las puertas y ventanas de la casa de armas. Ya estaba dada mi órden para no dejar aproximarse al muelle ningun bote de la fragata, como en efecto se hizo retirar el que venia; pero esto no pudo impedir que el pueblo en la confusión y desórden al instante tirara una descarga como de cincuenta fusiles, en que sólo resultó una desgracia en la muerte de un negro carpintero que por accidente se hallaba hácia la playa. Todos los oficiales de esta guarnición los empleé en distintos parajes para contener al pueblo y obligarlos á dejar las armas, como se consiguió antes de medio día, recogiéndose el mayor número de ellas.

El órden y la disciplina de la tropa reglada llega á hacer el milagro de poner al General en el caso de armar 100.000 hombres en pocos momentos y desarmarlos en otros tantos; pero no sucede así con un pueblo desordenado y sobrecojido: una vez armado, es difícil volverlo á su antiguo pacífico ejercicio, y cuando tenia á la vista el objeto de su encono, este público insultado, era tanto más resistente á la persuasion, cuanto se creia con algun fundamento en vísperas de otra agresion. Los barcos que en la bahía se hallaban fondeados entre la fragata inglesa y la batería del muelle, empezaron á expiarse hácia fuera, y este movimiento resucitó en el público otra nueva desconfianza y recelo de que la fragata iba á batir el pueblo aquella noche. En vano hice decir en público la imposibilidad de un tal proyecto, así por la distancia del fondeadero de la fragata, como por la diferencia del calibre de nuestra artillería de á 24, sobre la de la fragata que es de á 12, con algunos de 16. El recelo y temor no les dejaba concebir la fuerza de este razonamiento, y se pasó la noche en una extraordinaria vigilancia, pero sin ocurrencia particular.

El siguiente dia 10 sólo hubo varios oficios de parte del capitan inglés, quejándose de que se le prohibiese enviar á tierra los botes de S. M. B., haciendo asunto nacional mi providencia, que era sólo personal á él y particular á su fragata, como expresamente se lo dije en contestacion.(1) Los negros esclavos de las haciendas inmediatas habian venido al pueblo en el momento del alboroto, y á la retirada de algunos de ellos hicieron la relacion de lo que habian visto, atribuyéndolo á mil diferente causas que realmente no existian en el principio, pero que podrian producir las más fatales consecuencias.

La cucarda tricolor, que ellos miran como el símbolo de su libertad, fué la que se pusieron varios de los mismos esclavos, é insistian en persuadir á los otros, sus camaradas, para que siguiesen su ejemplo. Esto me puso en la necesidad de destacar varias partidas al campo para atajar en el principio este desórden, el más temible en colonias, donde la esclavitud es la fuerza agricultora. Felizmente, con el ejemplo de tres negros que se aprehendieron, y fueron azotados al momento, se cortó esta infección por el pronto; y empezado á restablecer el órden, tuve el gusto de publicar á las cinco de la tarde del 11 un bando militar, anunciando á las familias que por miedo se habian refugiado á los barcos del puerto, que ya podian volver á sus hogares, como lo verificaron sin disturbio. Desde entonces hasta ahora se mantiene todo en órden y tranquilidad; pero reina un desaliento general en los habitantes honrados, que no puedo hacerles recobrar por mi solo. El motivo es realmente bien fundado, porque la tranquilidad del momento conoce que puede ser interrumpida mientras el Gobierno se encuentre tan débil de fuerzas como se halla en la actualidad. El trato que ha tenido nuestra gente de color y negros esclavos con los franceses republicanos, les ha hecho pensar en libertad é igualdad, y á la primera chispa que se incendie quedará inflamada toda la colonia. Los ingleses están atacando las islas francesas, y cuantos republicanos pueden escaparse vienen á las costas de Trinidad, sin que haya quien se lo estorbe; la mayor parte son mulatos y negros, que aumenta por consiguiente el número de los nuestros y les infunden las mismas ideas y deseos, de modo que el riesgo es más inminente cada día, y esta consideración tiene á toda la parte sana de esta población en un terror pánico y una desconfianza tan general, que sólo piensan en irse, aun abandonando ricos establecimientos que formaban y constituyen la felicidad de esta colonia. Yo les aliento en la confianza de que el Rey no dejará de darles aquella protección que necesitan y que tengo pedida; muchos se consuelan y animan por el pronto, pero en saliendo de mi vista, que oyen la menor especie en contra, caen otra vez en su primer desaliento. La rapidez con que ha empezado á poblarse y florecer esta colonia es tal, que necesita de 4 á 5.000 negros por año; que dentro de dos ó tres necesitará muchos más. Sus cosechas son abundantes y exquisitas, la campiña es la más risueña, así por sus producciones naturales como por los edificios en casas de campo para vivienda de los propietarios, molinos, almacenes y toda especie de obra necesaria á la cosecha y manufactura rural y mixta.

Todo esto promete un orígen de riqueza, no sólo bastante para los gastos de la isla, sino para otras atenciones del Estado, que igualmente sacará las ventajas de un comercio activo, consumo de nuestra metrópoli, más accion en su industria, fomento de marina mercante y todas las demás favorables consecuencias que se enuncian por sí mismas. La protección de tropas y buques de guerra que tengo pedida, á lo menos mientras dura la neutralidad ó no se hace la paz general, aseguran esta colonia, que de otro modo queda expuesta á los desastres más horribles que pueden afligir la humanidad. Todo mi artificio de ocultar la debilidad de las fuerzas del Gobierno, ha podido conservarme hasta ahora alguna opinion, pero ya es demasiado notorio este déficit de recursos; y si en esa confianza llegan á medir las fuerzas con el Gobierno, todo es perdido. Los demás establecimientos del Rey en estos dominios se han formado con lentitud: sus necesidades se han anunciado poco á poco, y el Ministerio ha tenido tiempo para pulsar con sosiego las dificultades, informándose, comparando y escogiendo los medios más adaptables. En esta colonia es todo al contrario; se trató de poblarla y cultivarla, y en pocos años se halla produciendo infinitamente más que otros establecimientos de dos siglos. Esta prosperidad es la misma que exige providencias más aceleradas; las necesidades se encuentran aquí de un modo ejecutivo; no puede procederse con aquella meditación y lentitud que en otras partes conviene: yo toco esta diferencia, esta necesidad, esta urgencia; y deseoso de llenar mis obligaciones, imploro en nombre de esta comunidad la protección del Soberano, para que con la mayor prontitud posible se digne S. M. enviar una división de dos navíos, dos fragatas y dos buques menores de la clase de bergantines, goletas ó balandras con 800 ó 1.000 de tropa que permanezcan aquí mientras dure la guerra de las naciones vecinas, para que conserven la tranquilidad de estos colonos, á quienes consuelo y animo á que sufran las inquietudes y alarmas del momento en la confianza del término próximo de estos males, con los auxilios que deben esperar de la Real benignidad de S. M. En el dia quedo ocupado en una contínua vigilancia con los pocos medios que tengo, para inquirir y atajar por la inmensa estensión de la isla cualquier principio de movimiento de esclavos, que segun repetidos partes y avisos, parecen estar en cierta agitación. Los oficiales y la tropa sufre una fatiga la más penosa y extraordinaria; la parte sana del pueblo se presta á la misma tarea, y me lisonjeo de poder mantener el órden hasta que me lleguen los recursos que debo esperar. Igual relación presento á S. M. por los Ministerios de Guerra y Marina, con el fin de facilitar las respectivas providencias, dirigiéndome á V. E. por el todo, con aquella confianza que inspira á la nación el acierto y celo infatigable con que V. E. promueve la felicidad general del Estado y el decoro de las ramas del Rey.

Dios guarde á V. E. muchos años. Puerto España de la isla de Trinidad de Barlovento 16 de Mayo de 1796. — Excmo. Sr. — José María Chacon. — Excmo. Sr. Príncipe de la Paz.»

        Pasamos al parte de la composición de la escuadra británica y el ejército transportado en ella, sacada de los respectivos Mayores Generales para sus providencias. «Fuerzas de mar. Al mando del Almirante Henry Harley. Navíos: Prince of Wales, de 100 cañones; Belhena, Revenge, Invincible y Alfred, de 74; Dictator y Scipion, de 68; Surate, de 58 y Ulises, de 50. Fragatas: Aretusa, de 44 y las Alarm y Anna, de 40. Corbetas: Jhora, Zebra, Favourite y Zephyr, de 20. Bergantín: Victorino, de 18. 8 fragatas de transporte y 30 goletas. Una bombarda con dos morteros. Dos bergantines de transporte sin cañones. Con un total de 1.292 cañones y dos bombardas. Fuerzas del Ejército. Al mando del general Sir Ralpf Abercombry. Regimiento nº 2, con 700 hombres; nº 3, con 650; nº 24, con 650; nº 38, con 730; nº 53, con 680; nº 60, con 640; de Hamspeche, con 1.000; de Lobartain, con 500; de Cazadores de Soler, con 200; Gente de color para fagina, 500; Artillería con 500, sumando un total de 6.750 hombres.» Ante estas fuerzas, solo podía oponer unos 500 hombres y la escuadra al mando del jefe de escuadra don Sebastián Ruiz de Apodaca compuesta, por los navíos San Vicente, San Dámaso, Arrogante y Gallardo, más la fragata Galgo (según otras fuentes fue la Santa Cecilia), dejando constancia de la inferioridad en todos los campos, tanto en la mar como en tierra.

        Para comprender mejor lo ocurrido, transcribimos el parte de los hechos escrito por el brigadier Chacón al señor don Miguel José de Azansa. «Excmo. Sr.: La série de contratiempos que ha afligido esta colonia desde el año pasado, segun tengo representado á V. E., ha seguido sin interrupcion agravando nuestros males hasta el último estremo. El 16 del presente mes á las tres de la tarde, se presentó en este golfo la escuadra y expedición inglesa, que se relaciona en el copiado estado. Para oponer á estas fuerzas, se hallaba esta isla indefensa, por no haberse aun concluido ninguna de las obras de fortificación empezadas. La combinacion de tantos y tan desgraciados accidentes, habian frustrado las acertadas providencias del Ministerio, y toda la actividad y vigilancia que fué posible por nuestra parte. El retardo inevitable de los situados y la presa del que conducia el bergantín El Galgo, nos tenian en la aflictiva situacion de no tener con qué asistir á la subsistencia de la tropa, que se mantenia á ración por un asentista que la daba á crédito en los mismos términos que las hospitalidades. Los indios y peones que el Capitán General de Caracas y el Gobernador de Cumaná aprontaron para enviarme á ayudar á los trabajas de fortificacion, no pudieron venir por estar bloqueadas aquellas costas con buques enemigos, y por consecuencia las obras se hacian con una lentitud tan perjudicial como inevitable.

La tropas que llegaron de España en septiembre último y los equipajes de los navíos que las condujeran, tuvieron la desgracia que ordinariamente acontece á los recien llegados de Europa en la estación de lluvias. Un tercio pereció y los demás se hallaban enfermos ó convalecientes. Trescientos y dos hombres de infantería del batallon provincial, era toda la fuerza con que me hallaba en este puerto, y de ellos estaban de servicio 157 sin incluir los de patrulla y ronda, y en la isla de Gaspar Grande, que forma el puerto de Chaguaramas tres leguas de distancia directa de este pueblo, sólo habia 132 hombres con tres oficiales del citado batallon. El contraste que visiblemente formaba la fuerza enemiga con nuestra debilidad, esparció de tal modo el terror en la milicia y paisanaje, que 200 hombres nombrados para ir al puerto de Chaguaramas á reforzar los navíos, desaparecieron y se retiraron al bosque con las mismas armas que habian recibido, y á su ejemplo empezaron á hacer lo mismo las compañias de milicia, cuyos oficiales se presentaron solos, sin poder reunir los soldados. El enemigo siguió á apoderarse de las bocas del puerto de Chaguaramas, fondeando los navíos de guerra en las inmediaciones de ella al anochecer, y dejando de este modo cortada la comunicacion por la mar con el puerto; las fragatas y demás buques de guerra cruzaban sobre nuestras costas, y así se mantuvieron durante la noche, sin que por nuestra parte hubiese otra fuerza que dos lanchas armadas, y el pequeño corsario francés nombrado el Patriota, su capitán el ciudadano Ferret, que espiaban á los enemigos en las inmediaciones á la playa de este pueblo de Puerto España. A la una y media de la madrugada descubrimos las llamas del incendio, que creimos por las explosiones ser de los navíos, sin saber el modo ni las circunstancias, hasta las nueve de la mañana que el General de la escuadra D. Sebastian Ruiz de Apodaca entró en el pueblo, y me informó, que atacada por los enemigos la isla de Gaspar donde no había agua, é indefensas las alturas que dominan el puerto de Chaguaramas, le habia sido imposible dar la vela, sin una casi certeza de que los enemigos apresasen los navíos, y habia tomado la resolución de quemarlos, segun acordó con los comandantes en junta que celebró al efecto, avisando al Comandante de la citada isla de Gaspar Grande el capitán ingeniero ordinario D. Andrés Gonzalez, quien se retiro dejando clavada la artillería. Lo largo y fragoso del camino, su estrechura por varios parages, el bosque inmediato y estado de enfermos y convalecientes en que se hallaba el mayor número, dieron ocasion á los equipajes de detener su marcha y dispersarse á pesar de haberlos formado en órden su General, de modo que no llegaron unidos sino algunos soldados de marina y artilleros de brigadas. Todos los buques enemigos se pusieron á la vela para atracar nuestra costa, amenazando el desembarco en tres puntos de ella, media legua distante entre sí y una legua al mas cerca de este pueblo; en todos tres puntos desembarcaron gente á las doce y media del dia, sosteniéndolos con artillería desde las embarcaciones pequeñas apostadas sobre la costa, y consiguiendo de este modo cortar el camino á los equipajes de la escuadra, que como llevo espuesto se habian dispersado. Al mismo tiempo se acercaron á este pueblo de Puerto España varias fragatas y buques menores con artillería gruesa, y empezaron á hacernos fuego; pero como nuestra batería del muelle está más avanzada y tenia cañones de gran calibre, pudimos contener los buques enemigos, manteniéndolos á una distancia tal que no llegaron sus tiros á la poblacion, aun cuando los nuestros pasaban más allá de sus embarcaciones. No teníamos igual resistencia por parte de tierra, y sólo contábamos con el cortísimo número de veteranos que dejo citado, y algunos que llegaron de los que estaban destacados en Chaguaramas, 200 de marina pertenecientes á la escuadra al mando del capitan de navío D. Bernardo Escalante, y 34 del batallon que salieron aquella misma tarde del hospital á pedimento suyo, y sin embargo de estar realmente enfermos tomaron las armas. Entre estos y algunos que saqué de los puntos precisos, pudieron formarse como 600 hombres, los más enfermos ó convalecientes. De ellos envié un destacamento de 150 hombres al mando del teniente de fragata D. Juan Tormo, para esplorar los movimientos del enemigo, con órden de retirarse en caso de ser superiores, y á las tres de la tarde habiendo encontrado la vanguardia enemiga y habiendo reconocido ser infinitamente más fuerte, avisó aquel oficial al Teniente Coronel Comandante del batallo don Francisco Casabaño, y este, dándome parte, salió á sostener el destacamento de Tornos, que había empezado el fuego y no podia resistir el de los enemigos, cuyo número aumentaba por momentos y aspiraba á cortarnos, en cuyas circunstancias hice retirar la tropa y lo verificó en el mejor órden posible, hasta ponerse bajo los fuegos del reducto avanzado de la plaza como á las cinco y media de la tarde. Mientras la columna enemiga obligó á retirarse á la nuestra, se dirigieron otras dos con cazadores, infantería y artillería, por caminos más al N., y se posesionaron de las alturas que dominan por la espalda el citado reducto, cuyo puesto se cubrió con parte de la tropa de marina que se acababa de retirar, y algunos indios de flecha; y quedé con solo 340 hombres del batallon en el campo de la Ventilla á espalda de la línea de defensa formada por el citado reducto y apostadero; pero los enemigos, dueños de las alturas en una superioridad incomparable, nos tenia cercados á todos con artillería, y tan decidida ventaja que no dejaba la menor esperanza de salir del empeño. Nuestra comunicación estaba cortada con la batería del muelle, que sin embargo de esta circunstancia y no tener agua que beber, continuaba su comandante el capitan de artillería D. José Miller haciendo fuego á los buques que se acercaban. Lo interior de la isla no me prestaba el menor recurso para retirarme, falto de víveres, de municiones y de gente, y el pueblo pidiéndome los libertase con una capitulación del estrago horroroso que les amenazaba en un momento de dilación. A pesar de tan apuradas circunstancias, mantenia mi resolucion la esperanza aunque remota de poder hacer parecer alguna de la gente de armas y marinería, para llamar al enemigo la atención por los cerros de la espalda, y aspirar á variar de posicion; pero por mas diligencias y emisarios que despaché por todas partes nada pude conseguir; y aunque fuí á buscarlos al mismo puesto citado para cuartel general, me hayé allí solo con el general de marina, sin que se me presentase un alma. Tal era nuestra situación á las ocho de la noche, cuando el General Abercombry dió la órden para suspender las hostilidades por su parte, y me envió un oficial pidiendo hiciese yo lo mismo por la mia, convidándome á una conferencia. Este recado hace tanto honor á la generosidad de aquel General que creo de mi deber copiarlo tal como lo recibí.»

«Diga V. al Gobernador, que veo con dolor el sacrificio que hace de sus tropas, sin la menor esperanza de conseguir sus deseos; que las superioridad incontestable de mis fuerzas, me ha hecho dueño del pueblo, y los tengo cercados por las alturas, y cortada toda comunicación de recursos como es notorio; que á unas fuerzas tan desiguales no hay resistencia, y que antes de dar lugar á una considerable efusion de sangre sin la menor probabilidad de poder resistir, le pido me cite lugar donde hablemos, y que le ofrezco una capitulación la mas honrosa que se debe á esos buenos y fieles soldados, que de otro modo son sacrificados inútilmente» «Este mensaje me puso en la necesidad de consultar á los oficiales principales; á saber, el segundo Jefe de la isla y los comandantes de los cuerpos de la guarnición; mi resistencia á pedir capitulación me pareció que pasaria á ser temeridad, si propuesta en los términos precitados persistiera en rehusarla, y siendo todos de la opinion de admitirla por necesidad é imposibilidad de sacar otro partido, dadas las órdenes de suspender las hostilidades, me fuí á ver con el General Abercombry, y convenidos en tratar de capitulacion, se avisó al Almirante Harwey para que á las ocho de la mañana del siguiente dia 18 nos convocásemos en mi casa, como se verificó, y se acordó la referida capitulacion en los términos propuestos. En medio del dolor que debe causarme esta desgracia, tengo la satisfacción de que los oficiales han hecho su deber, y que la tropa se prestó con la mejor disposición y deliberada voluntad, sin embargo de la desigualdad tan considerable y notoria en el número y estado débil de salud, el espíritu sustituia en muchos de ellos la falta de fuerzas para llevar las armas, y el General enemigo no se gloría de haber reducido un puñado de gente; aunque se debe de justicia la gloria y título de generoso á un Jefe que en lugar de proseguir haciendo uso de la decidida ventaja de sus fuerzas, abraza de preferencia el partido de atender al hombre, respetándolo aun en medio de la desgracia y de los inevitables infortunios de la suerte de la guerra. No puedo asegurar el número que ha habido de muertos por nuestra parte; pero debe ser muy corto, y sólo he sabido de unos seis de bala de fusil y el subteniente práctico de la brigada de artillería de esta plaza D. Mateo Martinez; hay muchos más heridos y contusos. Ignoro igualmente la de los enemigos, y únicamente tengo noticia de que perdieron al Mayor del regimiento aleman de Hamspeche. El General de Marina sale de aquí á bordo del navío de 74 cañones Alfred, y los oficiales, tropa y marinería van en diferentes buques de transporte, todos á la Martinica, desde donde se les ha de facilitar embarcaciones parlamentarias que los lleven á Cádiz. Varios oficiales de esta guarnición pasan á dejar sus familias en la Costa Firme y entregarán la caja militar en la Capitanía General de Caracas, y yo quedo haciendo diligencias de buque que con bandera parlamentaria ó neutra, me lleve directamente á Cádiz con el resto de los oficiales, algunos de los empleados y los enfermos que pueda haber en estado de seguirme. Díos guarde á V. E. muchos años. Isla de Trinidad 27 de febrero de 1797. — Excmo. Sr. — José María Chacon. — Excmo. Señor D. Miguel José de Azansa.»

        Se tardó en preparar el Consejo de Guerra quince meses, pero Chacón se pasó casi trece encarcelado en el castillo de Santa Catalina de Cádiz. Pasamos a su sentencia: «Habiéndose formado por los Sres. D. José Serrano Valdenebro, Brigadier de la Real Armada, y D. Francisco Latorre, comandante del regimiento de infantería de órdenes militares, el proceso que procede contra el Brigadier D. José Maria Chacon, Gobernador que fué de la isla de Trinidad de Barlovento, por su entrega y rendición á los ingleses, y contra el Jefe de escuadra D. Sebastian Ruiz de Apodaca, por el incendio de la que mandaba en el puerto de Chaguaramas; en consecuencia de la Real órden inserta por cabeza de él, que les comunicó el Excmo. Sr. Conde de Cumbre Hermosa, Teniente General de los Reales ejércitos y Gobernador de esta plaza, y héchose por dichos señores relación de todo lo actuado al Consejo de Guerra de Oficiales Generales celebrado en este dia en casa de dicho Excmo. Sr. Conde de Cumbre Hermosa, que le presidió de Real órden, siendo Jueces de él los Excmo. Sres. Marqués de Arellano y D. Basco Morales, Tenientes Generales de la Real Armada, y D. Ildefonso Arias de Saavedra, Teniente General de los Reales ejércitos; y los señores D. Pedro Autran, Jefe de escuadra de la Real Armada, y Don Francisco Solano y D. Jacinto Taboada, Mariscales de Campo de los Reales ejércitos, y Asesor D. Juan de Mora y Morales, que lo es del Juzgado de Guerra de esta plaza por S. M.: oidos los descargos de los acusados, con las defensas de sus procuradores y todo bien examinado: Ha deliberado el Consejo unánimemente que los dos están plenamente justificados y que se ponga en libertad inmediatamente, que merecen que S. M. tenga á bien mandar se publique su inocencia en todos sus Reales dominios de Europa y América, con especialidad en la provincia de Caracas é islas, en prueba del celo por su Real servicio como han procedido, y al esfuerzo con que se han socorrido mútuamente; asimismo de que S. M. tenga á bien concederles la gracia á que se halle más inclinado su Real beneficencia, así para acreditar que han sido de su Real agrado sus servicios, como para borrar las erradas impresiones que de su buena conducta y acrisolada circunstancias puede haber formado el público, en vista de la dilatada, penosa y dura prision que han sufrido, con los cual se evita tambien el equivocado concepto de que la libertad que se les concede en la única recompensa de sus citadas penalidades. Que tambien están justificados plenamente los Comandantes del navío San Dámaso y bergantin Galgo, pues el no haberse incendiado el primero y el haberse apresado por los ingleses el segundo, han sido puros efectos de la desgracia é inevitable casualidad de accidentes, y de ningun modo culpa de dichos Comandantes. Ultimamente, que los comandantes que dieron parecer para el incendio de la escuadra, están exonerados de todo cargo y del mismo modo plenamente justificados. Cadiz 26 de Mayo de 1798. — El Conde de Cumbre Hermosa. — El Marqués de Arellano. — Basco Morales y Souza. — Ildefonso Arias Saavedra. — Pedro Autran.— Francisco María Solano. — Jacinto de Taboada.»

        Por la misma se puso en libertad a Chacón, Apodaca y el resto de compañeros de aquella desagradable situación, lo que no se les pudo devolver fue el tiempo de permanencia en prisión y el mal nombre reputado, como muy bien se refleja en el acta de la sentencia. Cambiando todo esto por la justa sentencia de unos profesionales y competentes jueces, pues es muy difícil juzgar estos complicados asuntos sin ser un gran conocedor de la profesión. Pero treinta y cuatro meses después cuando casi nadie se acordaba o al menos no lo demostraban, llegó una Real orden para el Excmo. Sr. Director General de la Real Armada, por haberse dignado S. M., a revisar el caso, diciendo: «Excmo. Sr.: — Al Comandante General del ejército de Andalucía con esta digo de Real orden lo siguiente. — Excelentísimo Sr. — La entrega de la isla de Trinidad de Barlovento, que hizo á las fuerzas británicas el Brigadier de la Real Armada don José María Chacon, Gobernador de ella, y el incendio que dispuso el Jefe de escuadra D. Sebastián Ruiz de Apodaca de los cuatro navíos y una fragata que se hallaban en el puerto de Chaguaramas de la misma isla, con dos sucesos en que las armas del Rey no han quedado en el lugar correspondiente por culpa de unos Jefes que, olvidados de su honor, no cumplieron con sus deberes en ocasión tan interesante al real servicio: los repetidos acaecimientos de esta naturaleza han convencido á S. M. ser necesario, aunque se violente su real é innata piedad, no permitir el menor disimulo de unas faltas tan punibles y vergonzosas para el verdadero militar que no sabe otro camino de llegar á la cumbre de la gloria que la exactitud y puntualidad en el servicio, y el valor firme é intrépido que haga respetar los derechos del Rey y sus reales armas. Aunque S. M. dispuso fuese juzgada esta causa por los términos de ordenanza, se vió obligado á mandarla formar de nuevo á la vista de las muchas nulidades que, salva la defensa de los reos, contenia contra la justicia y vindicta pública de sus excesos, y de lo que se prescindió en la sentencia absolutoria que se ha publicado; pero habiendo oido el dictámen de Ministros de su confianza, ha hallado sobrados motivos en lo que de sí arrojó el proceso para proceder, sin necesidad de que tenga efecto su expresada previdencia, á un castigo, que sin embargo de no ser todo el que correspondia á sus delitos, sirva de ejemplo á los que se hallan en iguales casos para cumplir con lo que exije el honor y la obligación del servicio: en su consecuencia, se ha servido S. M. declarar que el D. José María Chacon no defendió como pudo la isla de Trinidad, y que D. Sebastian Ruiz de Apodaca se determinó prematuramente al incendio de los buques de su mando, y sin observar el órden gradual prevenido para estos casos en la ordenanza; y por lo tanto ha condenado á uno y otro á privación de sus respectivos empleos, cuyos despachos se le recogerán, y además al primero á destierro de todos sus dominios perpetuamente; y en atención á que segun declaran los Comandantes de los buques incendiados, el Brigadier D. Gerónimo González de Mendoza y los capitanes de navío D. José Jordan, D. Gabriel Sorondo, D. Rafael Bennazar y D. Manuel Urtezabel, fueron de dictámen en la última junta que celebró Apodaca de que se procediese al incendio en los términos que se hizo, los suspende Su Majestad de sus respectivos empleos por cuatro años, apercibidos de que en lo sucesivo arreglen sus votos á lo literal de la ordenanza; sin que á ninguno de estos reos, ni a Chacon ni á Apodaca se les admita recurso alguno, á cuyo fin les impone S. M. perpétuo silencio. Lo que aviso á V. E. de Real órden para su puntual cumplimiento, y que con remisión de los despachos de Chacon y Apodaca, me dé cuenta de haberse ejecutado para ponerlo en la Real noticia. — De la misma Real órden lo traslado á V. E. para que obre los efectos prevenidos en la ordenanza general del ejército, y ruego á Dios guarde su vida muchos años. — Aranjuez 20 de marzo de 1801. — José Antonio Caballero. — Señor Director General de la Real Armada.»

(1) De este hecho se notificó por vía diplomática al Gobierno británico, el cual desaprobó la conducta de su oficial por ello fue llamado a la metrópoli, nada más arribar y desembarcar se le exonero del mando de su buque siendo encarcelado en una fortaleza; al parecer se sintió despechado y se suicidó.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Compilada por Todoavante ©

1808 — Encargo para levantar planos en el Callao a Isasbiribil

Posted By on 2 de agosto de 2019

Regresó a la península un tiempo antes de producirse el alzamiento nacional del 2 de mayo de 1808, estando ya el nuevo rey José I y su ministro de Marina el general don José de Mazarredo nombrado por la junta de Bayona, le ordenó regresar al mar del Sur a terminar su trabajo, pero nada más se supo de él.

Siendo ministro de Marina don José Vázquez de Figueroa, escribe una exposición de hechos para conocimiento de la Regencia del Reino firmada el 12 de junio de 1812 diciendo:

«Señor. — El teniente de navío D. Mariano de Isasbiribil salió de Bayona en junio de 1808 mandando una corbeta de aquel puerto, con pliegos para Buenos Aires, y fue apresada el día 9 de julio inmediato por la fragata inglesa la Chiffeme, que le condujo a Calcuta, de donde me dio noticia del suceso, y de que en noviembre del mismo año partiria para Inglaterra, a fin de restituirse a España; de lo que dí cuenta a V. M. en octubre de 1809. El no haber tenido después noticia alguna de Isasbiribil me tenia en sumo cuidado; y con fecha del 21 de mayo último me entera el Comandante de Bilbao de que, por diligencias practicadas por sus parientes en Londres se ha tenido una carta del Comandante de la fragata Chiffeme apresadora de la corbeta española, que atesta este hecho y dice que hará cosa de quince meses le contaron en Manila que Isasbiribil habia muerto en el viaje en la fragata Terpsichore, en que habia sido embarcado para Inglaterra, cuya noticia le fué muy sensible, por cuanto se interesaba en la suerte de D. Mariano, cuyos conocimientos generales y costumbres urbanas le granjearon el respeto y estimacion de todos los oficiales de la fragata Chiffeme, como igualmente suya; y concluye con que, recurriendo a la Compañía de las Indias Orientales en Londres, en la lista de los pasajeros en los años 1808 y 1809, y al Comandante del buque, se pueden conseguir los particulares auténticos de la muerte; y practicadas estas diligencias, aparece un certificado del libro de registro de S. M. B., nombrada Terpsichore, que llevaba el grado de capitán, fué recibido de la cárcel de Calcuta a bordo de dicho buque para conducirlo a Inglaterra el 16 de enero de 1809, y murió el 3 de mayo siguiente, habiéndose ahorcado mientras estuvo en tierra en la isla de Santa Elena. No puede atribuirse este fracaso a acto de desesperación, y sí más bien a una melancolía profunda originada de su laboriosidad y estudio contínuo; pero es una desgracia que se debe llorar, por la pérdida de un oficial de tanto mérito: noticia que doy a V. M., con profundo sentimiento.»

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Transcrito por Todoavante ©

1730 Botadura de una fragata construida en 24 horas

Posted By on 8 de julio de 2019

Encontrándose de visita los Reyes en Cádiz, tuvo lugar un hecho memorable, pues asistió la Reina a la botadura de una fragata el 18 de agosto de 1730, construida en el Puntal en tan sólo veinticuatro horas, dejando así constancia de la buena formación, organización y maestría de todos los trabajadores, y jefes que con gran costo se había ido formando en las nuevas construcciones, pero era palpable el buen grado de destreza y compenetración alcanzado.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina.
Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Compilada por Todoavante ©

Reyes de España

Posted By on 16 de junio de 2019

Casa de Trastámara

1504 – 1555…Juana I “La Loca” Hija de Isabel I de Castilla y de don Fernando II de Aragón, nació el 6 de noviembre de 1479, fue casada con Felipe “El Hermoso” en 1496, siendo Archiduque de Austria, duque de Borgoña y Brabante y conde de Flandes. Por muerte de sus hermanos Juan e Isabel y su sobrino Miguel de la Paz, fue la heredera de doña Isabel como reina de Castilla y al conquistar Navarra pasó a ser su reina en 1512. En el testamento su madre la nombraba heredera del reino, por estar ausente nombró regente hasta que ella regresase al cardenal Jiménez de Cisneros. En 1505 las Cortes de Castilla reunidas en la población de Toro, aceptaron la elección de doña Juana y don Felipe como a tales reyes, pero hubo discrepancias por las calumnias de su supuesta locura, por ello se encargó al regente Cardenal Cisneros y al Almirante Mayor de Castilla don Fadrique Enríquez de Cabrera y Velasco, se reunieran con doña Juana, para cuando llegara a tomar posesión de su reino, lo que ocurrió en 1506, ambos regresaron y confirmaron que durante ocho horas mantuvieron una conversación con ella, de la cual afirmaban a las Cortes que no estaba “Loca”, pues en ese tiempo tan sólo bebieron y en la conversación en ningún momento notaron desvarío alguno en su persona, llegando a decir el Almirante «…ya estuviese loca o cuerda». Al morir su padre don Fernando en 1516, éste en su testamento le cedía el reino de Navarra, conquistado por el II duque de Alba don Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez, con tropas de Castilla y la nombró heredera de Aragón, siendo por ello la primera reina de España sin paliativos. En 1506 vinieron doña Juana y don Felipe para hacerse cargo del reino de Castilla, reunidos don Felipe y don Fernando, por exigencias del primero firmaron la concordia de Villafáfila el 27 de junio de 1506. Donde se concretó que don Felipe sería Rey de Castilla, mientras don Fernando lo era de Aragón. Don Felipe murió unos meses más tarde, por ello don Fernando se hizo cargo de la regencia del reino de Castilla, junto al Cardenal Jiménez de Cisneros. Por el tan traído tema de que doña Juana quería enterrar en Granada a su marido, donde ya se encontraba su madre, y donde quería ir don Fernando, pero sin el consentimiento de su padre, pues no quiso que fuera antes su yerno a lugar tan destacado, don Fernando decidió encerrarla en Tordesillas donde a su vez se dio sepultura a don Felipe, de esta forma quedo sentenciada en su encierro hasta su muerte el 12 de abril de 1555. Fue visitada por su hijo don Carlos en varias ocasiones y en otras dos por el futuro don Felipe II. Carlos se benefició de la supuesta incapacidad de doña Juana para proclamarse rey. Preguntada en una ocasión por Cisneros, doña Juana ratifico que: «Su hijo podía reinar en su nombre». Dado que las Cortes de Castilla mientras ella vivió nunca la declararon incapaz de hacerlo, y en todos los documentos referentes a Castilla, don Carlos siempre firmó mientras vivió su madre como: «La Reina y Yo», esto confirma nuestra aseveración de ser la primera reina de España, pues su hijo algo más tarde fue Emperador del Sacro Imperio y a pesar de tan alto cargo, no dejó de cumplir las órdenes de las Cortes de Castilla.

Casa Austria

1516 – 1556…Carlos I. Hijo de Juana I y su esposo don Felipe “El Hermoso” quien era Archiduque de Austria, duque de Borgoña y Brabante y conde de Flandes. Por herencia de su padre fue elegido al fallecer su abuelo Maximiliano, como Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, en Aquisgran el 23 de octubre de 1520, siendo reconocido como a tal por el Papa Clemente VII en Bolonia, donde fue coronado el 24 de febrero de 1530. En 1526 contrajo matrimonio con su prima doña Isabel de Portugal. Reunidos los Estados Generales en Bruselas, el 25 de octubre de 1555 abdicó del Sacro Imperio Romano Germánico en su hermano Francisco I, quien fue coronado el 14 de marzo de 1558 y en el mismo acto entregaba a don Felipe, Flandes, el 16 de enero de 1556 abdicó en su hijo don Felipe, los reinos de Castilla, León, Aragón, Navarra, Valencia, Nápoles, Cerdeña y Sicilia, más el ducado de Milán y las Indias. Como queda demostrado por las fechas, sólo abdico cuando su madre había fallecido, para no dejar el problema de doña Juana a su hijo don Felipe. Viajó a España, desembarcando en la marinera ciudad de Laredo, el 28 de septiembre de 1556, de donde se trasladó hasta el monasterio de Yuste (provincia de Cáceres) llegando el 3 de febrero de 1557, donde falleció en la madrugada del 21 de septiembre de 1558. Durante su retiro, nunca dejó de estar bien informado de los acontecimientos en ambos estados.

1556 – 1598… Felipe II. El Prudente. Hijo del anterior. Proclamado en Valladolid el 8 de marzo de 1556

1598 – 1621… Felipe III. El Piadoso. Hijo del anterior.

1621 – 1665… Felipe IV. El Grande o Rey Planeta. Hijo del anterior.

1665 – 1700… Carlos II. El Hechizado. Hijo del anterior. Murió sin descendencia.

Casa Borbón

1700 – 1746… Felipe V. El Animoso. Era hijo de Luis de Borbón y María Ana de Baviera, llamados a reinar cuando falleciera su padre Luis XIV, quien se casó con María Teresa de Austria, por ello a Felipe se le entregó el Ducado de Anjou y vino al mundo en Versalles. A su vez era bisnieto de don Felipe IV de España, por ello fue elegido para reinar, por don Carlos II.

1724………Luis I. El Liberal. Hijo del anterior. Pero murió a los nueve meses de su nombramiento, por ello de nuevo tomó la corona su padre.

1746 – 1759… Fernando VI. El Prudente. Hijo de Felipe V.

1759 – 1788… Carlos III. Hermano del anterior, fue Rey de Nápoles como Carlos VII entre 1731 y 1735, y de Sicilia como Carlos V entre 1734 y 1759.

1788 – 1808… Carlos IV. Era hijo del anterior. Abdico en su hijo Fernando VII, con una jugada de Napoleón, para evitar siguiera al mando uno y otro.

Casa Bonaparte

1808 – 1813… José I. Pepe Botella, mal llamado así por el pueblo, a pesar de ser abstemio. Salió de España al finalizar la guerra de la Independencia contra su hermano Napoleón Bonaparte.

Casa Borbón (restauración)

1808 – 1833… Fernando VII. El Deseado. Hijo de Carlos IV.

1833 – 1868… Isabel II. Hija del anterior. Abandono España por la Revolución de 1868, llamada La Gloriosa.

Casa de Saboya

1870 – 1873… Amadeo I. El Rey Caballero. Llamado a reinar, por ser hijo del rey de Italia. Abdico diciendo: Los españoles son ingobernables.

I República.

1873… En esta I República, fue un total desacuerdo de las fuerzas políticas, lo confirma que, durante los once meses que estuvo vigente, fueron cuatro los presidentes, terminando con una guerra civil por autorizarse los Cantones, de todos ellos el más duradero fue el de Cartagena, de la que incluso se acuño moneda.

Casa Borbón (restauración)

1874 – 1885… Alfonso XII. El Pacificador. Hijo de Isabel III.

1886 – 1931… Alfonso XIII. El Africano. Hijo póstumo del anterior. Salió de España por proclamarse la II República, fijando su residencia en el Gran Hotel de Roma, donde falleció el 28 de febrero de 1941.

II República.

1931 – 1939… La pérdida de poder de los elegidos por el pueblo, por la presencia masiva de agentes comunistas, enviados por el dictador de la URSS Stalin, quien pretendía anexionar España a la URSS, esto fue lo que de verdad provocó el Alzamiento Nacional, por ello estalló una más de nuestras guerras civiles, el 18 de julio de 1936.

Dictadura.

1936 – 1975… Francisco Franco. Jefe del Estado nombrado el 1 de octubre de 1936, al terminar la guerra civil el 1 de abril de 1939, continúo ejerciendo sus poderes, hasta su fallecimiento el 20 de noviembre de 1975.

Casa Borbón (Instauración)

1975 – 2014… Juan Carlos I. Por designación del anterior Jefe del Estado y ratificado por referéndum. Era hijo de don Juan, Conde de Barcelona, a su vez hijo de don Alfonso XIII.

2014 –……… Felipe VI. Hijo del anterior. Actual.

Bibliografía:

Sobre todo la Espasa, más muchas obras.

Juan Domingo de Echeverri y Rober

Posted By on 7 de mayo de 2019

General de la Flota de Nueva España de 1666. III Marqués de

Villarrubia de Langre. II Conde de Villalcázar de Sirga. [1]

            Nació en San Sebastián, desconociéndose el año, debiendo ser por 1614? Fueron sus padres don Domingo Echeverri y Celandaia, y doña Mariana de Rober y Salina, Condesa de Villarcázar de Sirga, y marquesa de Villarubia de Langre. Su padre fue Secretario de los reyes Felipe III y IV. Fue bautizado en la parroquia de Santa María de la ciudad. Hermano de Juan y Jacinto Antonio. Desde muy joven comenzó su carrera de marino, incorporándose como soldado en los buques siguiendo así la estela de sus ancestros y parientes, hombre decidido, organizador y sagaz, a quien no le importaba coger la pluma ó la espada. Hay una relación jurada dada por Juan Domingo en 1639, como capitán de mar y guerra al mando del galeón Nuestra Señora de Roncesvalles, dando cuenta de la pólvora gastada al saludar al Rey a su entrada en Pasajes. Otra del 12 de octubre de 1642 desde Alicante anunciando haber salido de Rosas donde desembarco dos mil infantes y su intento de alcanzar Cádiz antes de llegar los malos tiempos. Otra carta sobre el buque anterior y el gasto en armamento y sueldos, así como su pertenencia a la escuadra del Océano en 1650. Escribe una carta a su madre fechada del 26 de marzo de 1651, comunicándole el fallecimiento de su hermano José en Portobelo, y tener un nuevo nieto del fallecido bautizado con el nombre de Vicente Domingo, escrita en Cádiz a su regreso con la Flota. Con el mismo aviso hay una carta de Juan Echeverri a su madre, con fecha del 14 de enero de 1651 en la capitana en Tierra Firme. Por ello podemos situar algo más el fallecimiento de su hermano y lo que tardó aproximadamente en regresar la Flota. Por carta del 13 de noviembre de 1653 en Sevilla, se le comunica el fallo de la sentencia como juicio de residencia por haber dejado en Indias a sesenta personas de mar y guerra.

            Por carta del 10 de marzo de 1655 en Madrid, de don Manuel de Rubio Bustamante al capitán y sargento mayor don Juan Domingo, dándole a conocer que la armada inglesa navega con rumbo a Indias y todos se preguntan sus intenciones; le añade la noticia por la que los franceses quieren entrar en España. Carta del 2 de febrero de 1656 en Madrid, de don Juan Antonio de Rubio Bustamante a Juan Domingo, sobre el memorial que dio a la Junta de Armadas ofreciéndose a hacer asiento de una escuadra de seis navíos para la Armada del Mar Océano y sobre la escuadra del marqués de Falces, quien cuenta con la colaboración de don Jacinto Antonio Echeverri por la que tiene que fabricar un galeón. El siguiente 18 de marzo su hermano Juan, le comunica la pérdida de la almiranta y del galeón de Hoyos de la Armada de Indias, sobre cómo se han tomado en Madrid sus excusas para no asistir a la Corte y la provisión del cargo de coronel de la provincia de Guipúzcoa. Por carta del 5 de marzo de 1658 de don Luis Méndez de Haro, le comunica se le ha hecho merced de la compañía de la almiranta de galeones y debe disponerse a partir con rapidez. Por otra del 9 seguido de don Juan Antonio Hurtado de Mendoza, le da la enhorabuena por habérsele entregado la capitanía de la almiranta de galeones y que acuda a la Corte. Embarcando en el galeón Nuestra Señora del Buen Suceso, propiedad de don José de Alzamora. Zarpó don Juan Echeverri en 1658 con la Flota de Tierra Firme el 5 de junio del mismo año, acompañándole sus dos hermanos Jacinto Antonio y Juan Domingo, ambos como capitanes de mar y guerra, la expedición estaba compuesta por la escuadra de Galeones del Océano, con doce de ellos, dando escolta a diecisiete buques mercantes, lo cuales como siempre en el viaje de ida iban cargados de azogue, arribando a Cartagena de Indias el 18 de julio siguiente, después de tan solo cuarenta y tres días de navegación. Aquí comenzaba el trasiego de descargar y embarcar los caudales, más mercancías de particulares apreciadas en la península, zarpando con rumbo a Veracruz y posteriormente a la Habana, de donde zarpó transportando veinte millones de plata amonedara, más las mercancías preciosas que a veces eran más rentables que el oro o plata. A los pocos días de navegación se avistaron velas, estas se acercaron a la formación del convoy, mientras los galeones de la escuadra ocuparon su puesto de combate, como era costumbre a barlovento de la Flota, al llegar a la vista se trataba de una escuadra corsaria inglesa, formada por treinta y una velas al mando de Doyley, pero al ver la fortaleza de los galeones españoles, prefirió dejarlo para mejor ocasión. Por ello cruzaron el océano sin mayores molestias ni avistamientos, al arribar a las islas Terceras pensó que si estaban avisados los enemigos de su presencia, estarían esperándole en el cabo de San Vicente, por esta razón optó por arribar al Cantábrico alejado de la vista del cabo de Finisterre, así consiguió fondear con veinticinco de sus buques, de los treinta y uno iníciales, al parecer se sufrió un temporal y como siempre cada capitán procuraba mantenerse en el convoy, pero otros por las dificultades marineras de sus buques les resultaba imposible hacerlo. Posteriormente se supo que dos arribaron directamente a la bahía de Cádiz y los cuatro restantes debieron de ser tragados por la mar.

            Carta del 15 de junio de 1660 en Pasajes, con las medidas del galeón Nuestra Señora de Roncesvalles, construido a las órdenes de don Pascual de Atocha en Usurbil con las dadas por don Juan Domingo Echeverri. En agosto de 1660 arribó a la bahía de Cádiz formando parte su galeón de la escuadra que había zarpado de Nápoles con tropas del Sacro Imperio y valonas. Por carta del 26 de septiembre de 1661 en San Sebastián, don Santiago de Salazar le da la bienvenida y comunica la concesión del título de Conde y a Jacinto capitán del patache que ha de ir a la isla Margarita. Partió en la Flota de Nueva España de 1662 en el galeón Nuestra Señora de Roncesvalles, dando la vela veinticuatro buques el 6 de noviembre, al mando de su hermano Juan desde la bahía de Cádiz, quien falleció el 12 seguido como a cien leguas de la salida, fue tan sentida su muerte que la Flota estuvo al pairo tres días hasta decidir el almirante su hermano don Jacinto Antonio sepultarlo en la mar, arribaron a Veracruz y la Habana zarpando con caudales rumbo a la península el 17 de agosto de 1663 fondeando en la bahía de Cádiz en octubre seguido. Carta del 15 de mayo de 1664 en Cádiz, de Juan Domingo, agradeciéndole a la marquesa de Villarrubia haberle concedido por esposa a su hija y sobrina II condesa de Villalcázar de Sirga doña Mariana Vicenta Echeverri de la Vega. Por otra del 22 de agosto don Martín Pérez de Gabaria lo felicita por la boda y el nombramiento de general de la Flota. Recibe la Real cédula del 19 de agosto seguido nombrándole general de los galeones de Nueva España de 1664.

            Carta del 24 de enero de 1665 en Madrid, de don Ambrosio Lomelín a don Juan Domingo de Echeverri, alegrándose por la botadura del galeón Nuestra Señora del Rosario y Santo Domingo. El 1 de febrero seguido el mismo le escribe dándole cuenta y memoria del galeón botado y espera que le haya llegado el dinero que le remitió. Por otra del 13 de febrero en San Sebastián de don Ambrosio, le da explicaciones sobre los galeones en construcción. Con fecha del 1 de abril de 1665 en Madrid de don Ambrosio le comunica la botadura de los galeones y la dispensa de Roma para su matrimonio. El 11 de abril el mismo le comunica la botadura de otro galeón. Fechada el 9 de agosto continúo escrita por don Francisco Badillo Vendrell, le comunica la captura del galeón al mando de don Fernando de Montellano por los turcos y de la feliz llegada a Sanlúcar del resto de los galeones de la Flota de Tierra Firme. Su hermano Jacinto Antonio le felicita por su boda por carta del 7 de octubre seguido en Madrid. General de la Flota de Nueva España de 1666, en realidad fue una media flota pues solo salió la Capitana y Almiranta, zarpando el 15 de julio arribando a Veracruz el 17 de septiembre, al ser cargados los caudales salió el 16 de mayo de 1667, arribando a la bahía de Cádiz en septiembre seguido. Por carta del 29 de septiembre de 1667 en Cádiz, se le notifica el agradecimiento del adelantado de La Florida por el envió de chocolate. Fechado el 5 de octubre seguido en Cádiz, existe un recibo de don Agustín de Urbaneja de los aparejos, jarcia y velamen del galeón Nuestra Señora de la Concepción, capitana de la Flota que vino de Nueva España el mismo año, por habérselos entregado. Recibe un documento del 20 de diciembre siguiente del Ayuntamiento de Ezquioga nombrándole su alcalde y en el cargo de la Flota se nombra a don Domingo de Aramburu.     

            Fernández Duro, en su V tomo de las Disquisiciones, entre las páginas 120 y 141 trascribe todo un tratado sobre construcción naval, firmado por don Jacinto, pero escrito entre los tres hermanos enviado a S. M., en él se recalca diferenciar de una vez los buques mercantes de los de guerra, para que estos sean más rápidos y mejor armados, como al parecer ya lo eran los de otros países, todo porque nadie en el reino estaba dispuesto a arriesgar dinero variando medidas hasta dar con las adecuadas y no hacer caso los constructores a los sabios en la materia, de ahí que los buques salgan muy pesados pero poco veleros, lo que no quita ni resta lo uno a lo otro si los trazados son los correspondientes. La obra: «Para que con el favor de Dios Nuestro Señor, este presente viaje se proceda con todo acierto, y el principal de su santo servicio se consiga, y en el de S. M. los efectos que se desean, guardaran el Señor Francisco Martínez de Granada, almirante de esta flota, capitanes y cabos de ella, las ordenes siguientes: Contiene cuarenta y cinco artículos.» Siendo publicada póstumamente en 1666, pero el manuscrito del que hay varias copias, fue el que se repartió entre los capitanes de los galeones de la flota. Otra obra escrita titulada: «Relación del dinero empleado en Tierra Nueva.»

           Carta del 21 de julio de 1675, en Cádiz de don Tomás del Cerro Garay a doña Antonia María de la Vega Otáñez, expresando sus sentimientos por el fallecimiento de don Juan Domingo Echeverri. Por ésta nos indica debió fallecer finales de junio, primeros de julio.


[1] Ambos títulos como consorte por boda con su sobrina. Al morir su hermano mayor Juan en 1662 los heredó su hija Mariana Vicenta, con ella contrajo matrimonio Juan Domingo y al ser denominado por el título, se encuentran mezcladas las biografías de don Juan y don Juan Domingo.

Bibliografía:

Alonso del Val, José María.: Juan Echeverri y Rober (1609-1662), Capitán General y Almirante de las reales Flotas de Indias. Centro de Estudios Montañeses. Santander.

Fernández Duro, Cesáreo.: Disquisiciones Náuticas. Facsímil. Madrid, 1996. 6 Tomos.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Vargas y Ponce, Joseph de.: Catálogo de la Colección de Documentos. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1979.

Compilada por Todoavante ©

Jacinto Antonio de Echeverri y Rober

Posted By on 7 de mayo de 2019


Almirante de una Flota de Azogue.

Nació en San Sebastián en 1625. Fueron sus padres don Domingo Echeverri y Celandaia y doña Mariana de Rober y Salina, Condesa de Villarcázar de Sirga, y marquesa de Villarubia de Langre. Su padre fue Secretario de los reyes Felipe III y IV. Fue bautizado en la parroquia de Santa María de la ciudad. Hermano de Juan y Juan Domingo.

Una carta de don Pedro Guerrero de Andía a doña Mariana de Rober y Salinas, del 8 de abril de 1625 en la Coruña, dándole la enhorabuena por el nacimiento de su hijo. Suponemos corresponde a Jacinto Antonio, dando por sentado que como poco vino al mundo en marzo. Desde muy joven comenzó su carrera de marino, incorporándose como soldado en los buques siguiendo así la estela de sus ancestros y parientes, hombre decidido, organizador y sagaz, a quien no le importaba coger la pluma ó la espada, alcanzando el grado de almirante en una flota de azogues. Por carta del 3 de julio de 1649 en Messina, se cuenta que estaba enfermo y desahuciado, es seguro se recupero.

Al mando de un galeón a su regreso de la Habana con caudales por los vientos entró en Cádiz, por no hacerlo en Sanlúcar quedaba fuera del control de la Casa de Contratación, ésta envió a un alto funcionario de ella para hacerse cargo y responsable de ser transportado por tierra a Sevilla, para llevar bien los números, a su vez fue encarcelado, este abuso lo denunció escribiendo al Rey un memorial, el cual a su vez lo publicó para conocimiento de sus amigos, esto provocó que unos meses más tarde se le diera la libertad. Por carta del 4 de agosto de 1673 en Sevilla, del fiscal de la Casa de Contratación comunica en relación al galeón Nuestra Señora de la Purificación de la Armada de Indias de 1651, quedan libres los herederos. Carta del 2 de febrero de 1656 en Madrid, de don Juan Antonio de Rubio Bustamante a Juan Domingo, sobre el memorial que dio a la Junta de Armadas ofreciéndose a hacer asiento de una escuadra de seis navíos para la Armada del Mar Océano y sobre la escuadra del marqués de Falces, quien cuenta con la colaboración de don Jacinto Antonio Echeverri por la que tiene que fabricar un galeón. Por otra del 4 seguido en Santullán, del marqués de Villarrubia diciéndole que ha llamado de Madrid el conde de Peñaranda, que el marqués de Flaces ha ofrecido a don Jacinto Antonio la almiranta de la escuadra que ha formado.

Zarpó don Juan Echeverri en 1658 con la Flota de Tierra Firme el 5 de junio del mismo año, acompañándole sus dos hermanos Jacinto Antonio y Juan Domingo, ambos como capitanes de mar y guerra, la expedición estaba compuesta por la escuadra de Galeones del Océano, con doce de ellos, dando escolta a diecisiete buques mercantes, lo cuales como siempre en el viaje de ida iban cargados de azogue, arribando a Cartagena de Indias el 18 de julio siguiente, después de tan solo cuarenta y tres días de navegación.

Aquí comenzaba el trasiego de descargar y cargar los caudales, más mercancías de particulares apreciadas en la península, zarpando con rumbo a Veracruz y posteriormente a la Habana, de donde zarpó transportando veinte millones de plata amonedara, más las mercancías preciosas que a veces eran más rentables que el oro o plata. A los pocos días de navegación se avistaron velas, estas se acercaron a la formación del convoy, mientras los galeones de la escuadra ocuparon su puesto de combate, como era costumbre a barlovento de la Flota, al llegar a la vista se trataba de una escuadra corsaria inglesa, formada por treinta y una velas al mando de Doyley, pero al ver la fortaleza de los galeones españoles, prefirió dejarlo para mejor ocasión.

Por ello cruzaron el océano sin mayores molestias ni avistamientos, al arribar a las islas Terceras pensó que si estaban avisados los enemigos de su presencia, estarían esperándole en el cabo de San Vicente, por esta razón optó por arribar al Cantábrico alejado de la vista del cabo de Finisterre, así consiguió fondear con veinticinco de sus buques, de los treinta y uno iníciales, al parecer se sufrió un temporal y como siempre cada capitán procuraba mantenerse en el convoy, pero otros por las dificultades marineras de sus buques les resultaba imposible hacerlo. Posteriormente se supo que dos arribaron directamente a la bahía de Cádiz y los cuatro restantes debieron de ser tragados por la mar.

En septiembre de 1661 se le otorga el mando del patache que ha de ir a la isla Margarita. Escritura fechada el 22 de agosto de 1662 por los capitanes don Jacinto Antonio de Echeverri y Miguel de Aristeguieta, dueños del navío El Buen Jesús y San Ignacio, se repartirán a partes iguales los beneficios y gastos en el viaje que hará a las Indias al mando del primero. A fines de año de nuevo S. M., le entregó el mando a don Juan Echeverri de la Flota de Tierra Firme, con la promesa de que a su regreso le otorgaría la Grandeza de España, zarpó de nuevo el 6 de noviembre de 1662 de la bahía de Cádiz rumbo a Tierra Firme, pero al estar como a unas cien leguas de la salida le sobrevino la muerte el 12 seguido, fue tan sentida por todos que la Flota quedó al pairo por tres días, mientras se decidía si regresaban para darle cristiana sepultura, pero por su enfermedad la descomposición del cuerpo era muy rápida, por esta razón su hermano don Jacinto Antonio, a la sazón Almirante de la Flota ordenó fuera sepultado en la mar, efectuándose con todos los honores correspondientes en medio de verdaderas muestras de dolor. Hay una carta firmada por el Rey que dice:«Por la carta de la Marquesa de Villarrubia, vuestra madre, he entendido del fallecimiento del conde de Villalcázar de Sirga, vuestro padre, de que me he desplacido por haber fallecido un tan buen vasallo, y he holgado de que vos hayan subcedido en su lugar, teniendo por cierto que me serviréis con el afecto y celo que él lo hizo y sus antecesores.»

Don Juan de Viedma y Carvajal, dio la noticia de su fallecimiento a su hermano don Jacinto Echeverri, la cual concluye con un soneto en honor a su hermano: «Cháveri ilustre, si el amigo es cierto, / que vive adonde estima, bien se advierte, / que en vuestra vida no cabiendo muerte, / yo sólo vengo á ser en vos el muerto./ Obsequias á mi vida le concierto, / pues sin vos, en tristeza se convierte / y elogios claros en dichosa suerte / cantaré, si de vos la gloria acierto. / No, acaso no, que Thetis, envidiosa / de esos astros que os gozan luminosos, / quiso entrar á la parte en tanta gloria: / Deuda á vuestra amistad era forzosa / que eternicen sus hechos tan gloriosos / esos cielos, la mar y mi memoria.»

Por carta del 25 marzo de 1664 de don Pedro de Mendrano, en Madrid, se le ordena active el apresto de su galeón, el Buen Jesús y San Ignacio, para dar la vela lo antes posible cargado con azogues, se le pide transportar a Nueva Vizcaya a su nuevo gobernador don Antonio de Oca y Sarmiento. Zarpó en conserva del galeón Nuestra Señora de la O, más un patache y un mercante el 5 de mayo seguido, cargados con azogue al mando del general don Francisco Martínez de Granada, con rumbo a Veracruz donde fondearon el 30 de julio, desembarcaron el material y embarcaron mercancías y caudales, dando la vela el 9 de septiembre arribando en vez de a Sanlúcar de Barrameda, a la bahía de Cádiz el 8 de enero de 1665. Al desobedecer la orden (era la segunda vez) del lugar de arribada tuvieron problemas con la Casa de Contratación, sabiéndose que con fecha del 26 de septiembre de 1665 en Madrid, se le comunica estar libre de prisión.

Por carta de Jacinto a su hermano Juan Domingo del 20 de junio de 1666 en Madrid, le comunica el suceso con un buque de Francia con la Armada de Barlovento, compuesta por cinco galeones a su mando, por haber izado un cabo la bandera a tope. Por carta del 17 de abril de 1667 en Cádiz, de don Fernando de Acevedo, le comunica el estado de la carena de los buques de la Armada de Barlovento y la compra de una fragatilla bretona, como patache de la escuadra. Por otra del 2 de junio seguido en Madrid, de don Juan del Solar, participándole la orden de la Reina regente para el viaje con su buque. Por otra del mismo del 14 de junio siguiente le comunica el estado de la capitana de la Flota de Nueva España.

Por carta de 1672, se excusa no poder comparecer a la demanda en San Sebastián, por encontrarse en Portugalete a punto de dar la vela con la capitana de la Flota de Nueva España, para entregarla en la bahía de Cádiz. Fernández Duro, en su V tomo de las Disquisiciones, entre las páginas 120 y 141 trascribe todo un tratado sobre construcción naval, firmado por don Jacinto, pero escrito entre los tres hermanos enviado a S. M., en él se recalca diferenciar de una vez los buques mercantes de los de guerra, para que estos sean más rápidos y mejor armados, como al parecer ya lo eran los de otros países, todo porque nadie en el reino estaba dispuesto a arriesgar dinero variando medidas hasta dar con las adecuadas y no hacer caso los constructores a los sabios en la materia, de ahí que los buques salgan muy pesados pero poco veleros, lo que no quita ni resta lo uno a lo otro si los trazados son los correspondientes. La obra: «Discurso sobre construcción naval comparada, segun las várias ordenanzas, por el general don Jacinto Antonio Echeverri en 1673.» Estaba reuniendo hasta cinco discursos por observaciones de sus allegados, se encontraba en este trabajo cuando le sobrevino el fallecimiento en 1673, en su ciudad natal.

Bibliografía:

Alonso del Val, José María.: Juan Echeverri y Rober (1609-1662), Capitán General y Almirante de las reales Flotas de Indias. Centro de Estudios Montañeses. Santander.

Fernández Duro, Cesáreo.: Disquisiciones Náuticas. Facsímil. Madrid, 1996. 6 Tomos.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Vargas y Ponce, Joseph de.: Catálogo de la Colección de Documentos. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1979.

Compilada por Todoavante ©

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Reyes de Navarra

Posted By on 29 de abril de 2019

Dinastía Arista-Íñiga

824 – 851……Iñigo Arista

851 – 882……García Íñiguez

882 – 905……Fortún Garcés

Dinastía Jimena

905 – 925……Sancho I Garcés

925 – 970……García I Sánchez

970 – 994……Sancho II Garcés

994 – 1000……García II Sánchez

1004 – 1035…Sancho III Garcés

1035 – 1054…García III Sánchez

1054 – 1076…Sancho IV Garcés

1076 – 1094…Sancho V Ramírez

1094 – 1104…Pedro I

1104 – 1134…Alfonso I

1134 – 1150…García V Ramírez

1150 – 1162…Sancho VI

Reyes de Navarra

Dinastía Jimena

1162 – 1194…Sancho VI

1194 – 1234…Sancho VII

Reyes de Champaña

1234 – 1253…Teobaldo I

1253 – 1270…Teobaldo II

1271 – 1274…Enrique I

1274 – 1305…Juana I Junto a su marido Felipe I, comenzando la dinastía Capeta.

Dinastía Capeta

1284 – 1305…Felipe I

1305 – 1316…Luis I

1316……Juan I

1316 – 1322…Felipe II

1322 – 1328…Carlos I

1328 – 1349…Juana II, con su marido Felipe III, comienza la dinastía Évreux

Dinastía Évereux

1328 – 1343…Felipe III

1349 – 1387…Carlos II

1387 – 1425…Carlos III

1425 – 1441…Blanca I, con su marido Juan II, comienza la dinastía bastarda de los Trastámara.

Dinastía Trastámara

1425 – 1479…Juan II “El Grande”, quien al morir su hermano Alfonso V de Aragón, heredó el reino, quedando unidos de nuevo Navarra y Aragón.

1441 – 1461…Carlos IV

1461 – 1464…Blanca II

1479……Leonor I

Dinastía Foix

1479 – 1483…Francisco I

1483 – 1517…Catalina I, con su marido Juan III comienza la Casa de Albret

Casa de Albret

1484 – 1516…Juan III. Durante su reinado llegaron noticias a don Fernando II de Aragón, del intento de incorporación a Francia, por ello sin tardanza ordena al II duque de Alba, don Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez, la conquista de Navarra pero no fue agregada a Aragón, si no a la Corona de Castilla. Navarra mantuvo un cierto grado de independencia pero quedó incorporada a España. Entrando en Pamplona las tropas castellanas el 25 de julio de 1512, verdadera fecha de la unión de España, llegando a nuestros días. A su vez explicar que desde 1512 en que fue conquistada y 1516, la verdadera reina de Navarra fue doña Juana I “La Loca”, siendo el regente su padre por haberla encerrado en Tordesillas.

Bibliografía:

Variada de distintas fuentes.

1936 El Almirante Ferrándiz hundido por el Canarias

Posted By on 27 de abril de 2019

A las 06:20 horas del 29 de septiembre, ya acabado de rebasar el meridiano de Punta Europa, desde el puesto «A» del telémetro, situado a veinticinco metros sobre el nivel del mar el serviola don Ramón de la Rocha y Mille, señaló en marcación 10º estribor la silueta de un destructor sospechoso, dando el telémetro la distancia de treinta mil metros que fue medida por el servidor de éste, el telemetrista cabo 1º Ricardo Vázquez, quien tuvo mucho protagonismo en la jornada al dar con una magnifica exactitud las distancias.

En el puente del crucero todos los prismáticos apuntaban la demora marcada, y don Francisco dio la orden de izar la bandera de España en la driza del palo de popa, transmitiendo al capitán de corbeta don Faustino Ruiz, la orden de cargar las piezas de 203 m/m, apuntando en la demora marcada.

Mientras tanto se seguía observando las maniobras del destructor, que en un principio iba de vuelta encontrada, pero al descubrir éste por fin la silueta del crucero invirtió el rumbo. La sorpresa era total, ya que al Canarias se le daba por hundido por el ataque aéreo sufrido en Ferrol, y por lo tanto su aparición en escena era inimaginable. También se supo posteriormente por un marinero enfermo rescatado del destructor, don Mariano Ramón Box, que después pasó a formar parte de la dotación del crucero, que se había recibido un aviso de que el destructor Gravina era atacado por el crucero faccioso Almirante Cervera, por lo que el Comité de a bordo había dado la orden de arrumbar hacía él para prestarle apoyo. Por esta razón iba a rumbo de ataque sobre el crucero hasta que se encontró la silueta del Canarias.

Al ver la inversión de rumbo del destructor don Francisco ordenó aumentar la velocidad a 28 nudos, manteniendo el rumbo. A las 06:40 el Almirante, sin pasar a mayores averiguaciones, dio la orden de abrir fuego, como explica en sus memorias: «a pesar de las dudas expuestas por algunos jefes y oficiales que se encontraban en el puente por estar convencido de que era rojo» Un oficial le planteó la posibilidad de que fuera inglés; a lo que le contestó: «He dado orden de hacer fuego y no me vuelvo atrás»

Esta primera salva con el grupo blanco (proa), fue disparada a 21.000 metros quedando corta, según testimonio del entonces guardiamarina don Jaime Gómez-Pablo Duarte, que posteriormente alcanzaría el grado de vicealmirante. En su autorizada opinión se trató de que el buque fuera intimidado y se rindiera, y conocida la escasez de medios de los sublevados no era desacertada tal acción.

Se dio de nuevo orden de «¡Fuego!» y después de la espera del vuelo de los proyectiles, el telemetrista del puesto «A» cabo 1º Ricardo Vázquez, volvió a medir la distancia y comunico «1.200 metros larga»

El director de tiro del crucero, el capitán de corbeta don Faustino Ruiz, se encontró con la disyuntiva de seguir las indicaciones de las tablas de Tiro de la Artillería Naval, realizadas en su día por el capitán de corbeta don Jaime Janer Robinson y que se fueron perfeccionando con el tiempo, y las normas habituales de tiro que establecían el fuego escalonado de cuatrocientos en cuatrocientos metros, pero ante las presiones de don Francisco, no se lo pensó mucho y confió en la distancia dada por el telemetrista y ordenó al grupo blanco, variar el azimut directamente a los 1.200 metros dichos.

Hay que decir que los especialistas en fuego naval apreciaron la aplicación que el capitán de corbeta don Faustino Ruiz había efectuado, entre ellos don Francisco que no en balde había sido director de la Escuela de Guerra Naval donde era obligado el curso de Tiro Naval.

Las tablas de tiro naval eran, como es lógico, un secreto, tanto que el manual de cada buque estaba encuadernado en cubiertas de acero y provisto de una cadena para que el Director de Tiro, cuando sonara el zafarrancho se las colgara al cuello, corriendo así las tablas la misma suerte que su portador pero nunca caer en poder del enemigo. Por cierto tales tablas fue lo primero que los “asesores” soviéticos se llevaron de Cartagena.

En el instante de recibir el primer impacto en la tercera salva, la distancia entre los dos buques era de 19.000 metros, ya que las tablas de variación de la distancia entre ambos, marcaba una aproximación del crucero al destructor de doscientos metros minuto.

Con los prismáticos pudieron apreciar como un proyectil había hecho blanco en la cubierta principal de popa mientras los demás levantaban unos grandes piques a su alrededor, penetrando por la misma base de la cubierta de donde sale el panel que soportaba la segunda pieza elevada del destructor y por detrás de la primera, efecto conseguido al ser el tiro por elevación, dada la distancia.

Al atravesar el proyectil la plancha provocó la explosión de las jarras dispuestas para su uso inmediato llenas de pólvora, que eran de acero y cerradas herméticamente, lo que a su vez produjo un gran incendio y la muerte de todos los sirvientes de las dos piezas.

En ese trance el destructor, cuya identidad concreta era aún ignorada por sus atacantes, intento cubrirse con una columna de humo y metió la caña a babor, con la intención de poder hacer uso de sus torpedos y responder con la artillería de proa, de paso que el rumbo le acercaba a tierra. Vista la maniobra por don Francisco, ordenó a su vez meter la caña a babor para que pudieran entrar en línea de fuego la batería Negra (popa), acción que permitió volverle a disparar sobre los 16.000 metros y a los 15.000 otra nueva salva, dos proyectiles hicieron de nuevo blanco, uno de ellos entre el puente y la primera chimenea, y entonces claramente distinguieron las letras «AF», lo que ya aseguraba que era el Almirante Ferrándiz. Desde éste se estaban emitiendo insistentes mensajes de auxilio, que eran interceptados por la radio del crucero, en uno de ellos se decía; «Destructor republicano Almirante Ferrándiz atacado frente a Estepona por un crucero faccioso S.O.S., S.O.S. »

Poco después dejó definitivamente de emitir, porque una nueva salva del crucero le desmantelo todo el sistema de antenas e inutilizó la radio.

El combate fue seguido con mucho interés por los británicos, que desde el Peñón fueron unos espectadores privilegiados, quedando asombrados de la efectividad de la artillería del crucero, pues era la primera vez en la historia que a 19.000 metros se conseguía hacer un blanco. Es curioso que, “gracias a ellos” resultara tan efectiva la dirección de tiro, que había sido prestada por el ejército, proveniente de una batería de costa de Ferrol de cañones de 152 m/m, ya que los británicos se habían negado en redondo a entregar a la Marina las correspondientes a los cruceros a pesar de estar pagadas.

Una nueva salva de las torres Blancas, hizo blanco en la proa del buque, sufriendo una gran explosión y un incendio que lo dio por definitivamente sentenciado. Don Francisco ordenó el alto el fuego y se fue aproximando bajando progresivamente las revoluciones, hasta situarse a unos doscientos metros del destructor, quedando cruzado en el Estrecho, para con su superestructura facilitar el arriado de bote y hombres, ya que los dejaba a sotavento, pero al mismo tiempo sufrieron el riesgo de quedar a botafuego, sin que esto les importara, consiguiendo así por un tiempo convertirse en un gran dique flotante.

En esos momentos algunos hombres de la dotación del destructor habían lanzado sus balsas y se arrumbaban al trasatlántico francés Koutubia, que pasaba por allí y se había dirigido a prestar auxilio, recogiendo a 25 náufragos, mientras desde el crucero don Francisco ordenó arriar un bote que al mando del teniente de navío don Alfredo Lostáu, intentaba recoger a los náufragos aunque algunos se negaron. Ante esta orden algunos oficiales hicieron saber el peligro que corría el bote y la dotación, a lo que don Francisco contestó: «La caballerosidad siempre fue norma de la Marina española»

Tras ello el crucero maniobró para facilitar que su bote pudiera atracar a su costado, y ser izado a bordo, ya que venía con 32 náufragos del destructor, que llenaban por completo la embarcación. Estos últimos, al llegar a la cubierta fueron ayudados a bajar del bote y cubiertos con mantas pasaron directamente a la enfermería para su reconocimiento y asistencia.

A las 09:20, por haberse detectado desde hacía ya un tiempo el periscopio de un sumergible, se dio la orden de ponerse en movimiento. A los pocos minutos, el destructor fue envuelto por una espesa nube blanca, posiblemente producida por la detonación de las cabezas de los torpedos, provocadas a su vez por el incendio, y cuando se desvaneció la nube el buque ya había sido tragado por la mar. El lugar del hundimiento se situó a 18 millas exactas al Sur de Calaburras en el Mar de Alborán.

Mientras tanto el Almirante Cervera, estaba persiguiendo al destructor Gravina, pero por tener muy desgastada su artillería y a pesar de estar casi encima de él, no consiguió hacer ningún blanco, no pudiendo evitar que se internará en Casablanca, donde ya nada podían hacer, y así puso rumbo para encontrase con el Canarias.

La realidad mostraba entonces que con este ataque inesperado había quedado libre y franco el paso de las tropas de África, algo absolutamente indispensable para el buen fin de los sublevados.

Además, la decisión de bajar al Estrecho de don Francisco y su ataque sorpresa tuvo efectos demoledores sobre la moral de los revolucionarios y un recíproco aumento inesperado de la misma en el bando alzado, logrando quizá un punto de inflexión. Su contribución al esfuerzo de la guerra fue por lo tanto claramente muy activa y positiva.

Los datos muestran que con la llegada de los dos cruceros y aprovechando todos los medios de transporte existentes en Ceuta y Algeciras, en setenta y dos horas, pasaron el estrecho 12.000 efectivos más todos sus materiales y munición, lo que indudablemente supuso un notable refuerzo de la situación en la Península. Si tenemos en cuenta que el publicitado y moralmente efectivo “Convoy de la Victoria” sólo había logrado transportar unos 1.600 hombres, es claramente patente la efectividad alcanzada con la presencia de los dos cruceros.

Durante el resto de la guerra el almirante Moreno continuó utilizado la sorpresa y la concentración, imponiendo su forma de combatir. Nunca en toda ella el bando revolucionario tomó la ofensiva, mientras que el bando sublevado nunca la abandonó. Esto condujo a los buques sublevados a ser temidos, mostrando una clara pérdida de confianza en las propias fuerzas de sus contrarios, algo que difícilmente lleva a otra situación que no sea la derrota final.

Bibliografía:

Martínez y Guanter, Antonio Luis José. Un Almirante relegado al olvido. Francisco Moreno Fernández. Impreso por Encuadernaciones Aguilar. Valencia, 2012. Editor, autor.

Reyes de Aragón

Posted By on 10 de abril de 2019

Condes de la Marca Hispana.

802 – 809…Aurelio (Aureolo) Era el jefe militar carolingio al frente de los actuales territorios de Ansó, Hecho y Canfranc, con capital en Siresa, al morir es invadido su territorio por los musulmanes a la cabeza del emir de Zaragoza y Huesca.


812 – 820…Aznar I Galindez (Aznard o Achinard) Era descendiente de una dinastía natural de la zona. Se levanta, con la ayuda de los francos reconquista sus territorios, prosigue sus conquistas añadiendo Cerdaña y Urgel. En 820 es destronado por su yerno García I Galindez, se refugia en Aquisgrán donde muere por 832.

Condes de Aragón.


820 – 833…García I Galindez “El Malo” hijo de Galindo Belascotones. Casó con Matrona Aznares, hija del anterior conde, segundas nupcias con Nunila, hija del rey de Pamplona. Manda asesinar a su cuñado y repudia a Matrona, con la ayuda de su segundo suegro destrona al primero, declarándose libre de vasallaje de los francos en 828, siendo por ello el primer conde de Aragón.


833 – 844…Galindo Garcés hijo de García I Galindez y de Matrona Aznárez. Murió sin descendencia, fue el fundador del Monasterio de San Pedro de Siresa.


844 – 867…Galindo I Aznárez. Hijo de Aznar I Galindez. Antes de ser conde de Aragón, era conde de Cerdaña hasta 835, de Urgel hasta 838; I de Pallars y Ribagorza entre 833 y 844, en este último año por fallecimiento del conde de Aragón lo hereda, ampliando su condado.


867 – 893…Aznar II Galindez hijo del anterior, casado con Oneca Garcés hija del rey García Iñiguez de Pamplona.

893 – 922…Galindo II Aznarez, hijo del anterior, casado con Acibella hija de García Sánchez conde de Gascuña. Murió sin descendencia de varones, pero sí de hijas.

922 – 943…Andregoto Galindez hija de Galindo II Aznarez y Sancha Garcés. Casó en 938 con el rey García Sánchez I de Pamplona, naciendo su hijo García Sánchez, fue repudiada en 943, por esta razón el condado de Aragón quedó incorporado al reino de Pamplona, su madre se retiró a sus tierras, dándose el caso que al morir más tarde el rey de Pamplona, ascendió al trono de este reino su hijo. De esta forma entre 943 y 1035 el condado de Aragón permaneció en el reino de Pamplona, donde reinaron siendo condes de Aragón, García Sánchez I entre 943 y 994; García Sánchez II, entre 994 y 1000, y Sancho III el Mayor entre 1000 y 1035, al morir dividió el reino, entregando a Ramiro, Aragón.


 Reyes de Aragón

1035 – 1063…Ramiro I. Hijo bastardo de Sancho III el Mayor. Al morir su hermano Gonzalo se apropia de los condados de Sobrarbe y Ribagorza, quedando unidos a Aragón.

1063 – 1094…Sancho I Ramírez. En 1068 reconoció vasallaje al papa Alejandro II, en 1071 renovó el rito romano por el musulmán. El 4 de junio de 1076 el rey de Pamplona Sancho IV Garcés, fue asesinado por su hermano Ramón, los nobles pamploneses en contra de que reinara un asesino le ofrecieron la corona del reino, así se convirtió en Rey de Pamplona hasta su muerte. En 1077 fijo capital de su reino en Jaca, ordenando construir su catedral, instaurando el Fuero de Jaca. Murió el combate al tratar de conquistar Huesca. Fue el primero en nombrarse Rey de Aragón, incluso añadió a este “Rey por la Gracia de Dios”. Su padre a pesar de ser ya Rey de Aragón nunca utilizo el nombre en sus escritos.

1094 – 1104…Pedro I. A pesar de contraer matrimonio en dos ocasiones no tuvo descendencia. Continuó siendo Rey de Pamplona. Añadió en noviembre de 1096 a sus reinos Huesca, al ser conquistada a los musulmanes apoyados por reinos cristianos.

1104 – 1134…Alfonso I El Batallador. Era hermanastro del anterior Rey, continuando como Rey de Pamplona. Como príncipe de Aragón, fue criado en el Monasterio de San Pedro de Siresa. El 19 de diciembre de 1118 conquistó a los musulmanes Zaragoza y al año siguiente la nombró capital del reino, todo su reinado permaneció en combate contra el invasor musulmán, de ahí su sobre nombre, venciendo a los almorávides en Cutanda, donde quedaron frenados por completo. En 1134 en el combate de Fraga fue herido, a causa de ello murió, por no tener sucesor entregó a las órdenes militares sus reinos. Esto la nobleza no lo vio bien, decidiendo que su hermano Ramiro siguiera como Rey de Aragón y a García Ramírez se le entregó el de Pamplona.

1134 – 1137…Ramiro II El Monje. Se le atribuye la historia de la campana de Huesca por Zurita, al parecer tenía miedo de ser asesinado, para ello convoco a los nobles con la excusa de enseñarles una campana que se oiría en todo el reino, los hizo pasar uno a uno a un salón donde los 12 primeros fueron decapitados, de esta forma se deshizo de los más rebeldes. Contrajo matrimonio en 1135 con Inés de Poitiers, al nacer su hija Petronila y concertar matrimonio con el conde de Barcelona cuando aún no había cumplido su primer año de vida, regresó al monasterio de San Pedro el Viejo de Huesca; su esposa regresó a Poitiers.

1137 – 1164…Petronila, por su minoría de edad se hizo cargo del reino su esposo Ramón Berenguer IV “El Santo” conde de Barcelona, entre 1137 y 1162 por fallecimiento, quien respeto el acuerdo con el anterior rey y padre de Petronila nacida en 29 de junio de 1136, casándose en agosto de 1150 al ser dada como mayor de edad, de ellos vino al mundo su hijo Ramón en 1157, al que le cambio el nombre por Alfonso por ser más aragonés. Durante su regencia Ramón Berenguer IV en 1148 conquisto Tolosa y en 1149 Lérida. Petronila abdicó en su hijo el reino en 1164, retirándose a Barcelona donde falleció. Desde este matrimonio quedó el condado de Barcelona unido al reino de Aragón.

1164 – 1196…Alfonso II. Durante su reinado en 1179 firmó con Castilla el tratado de Cazorla, por el cual se ponían límites a las conquista de los dos grandes reinos de la península, pero este fue sustituido por su incumplimiento en 1244 por el tratado de Almizra.

1196 – 1213…Pedro II “El Católico”. Fundó al Orden Militar de San Jorge de Alfama en 1201, en 1210 conquistó el Rincón de Ademúz, participó en el combate de Las Navas de Tolosa en 1212, en el combate de Muret fue herido en 1213 falleciendo.

1213 – 1276…Jaime I “El Conquistador”. Quizás el Rey que más territorios añadió a su reino de ahí su apodo, nació en Montpellier (actualmente en Francia, pero entonces perteneciente a Aragón) en 1229 conquistó a los musulmanes la isla de Mallorca, dándole fueros de reino dependiente de Aragón pero con leyes propias. En 1238 alcanzó Valencia (capital) y la proclamo cabeza y casa como reino también independiente pero dentro de Aragón. Murió en la población de Alzira perteneciente al reino de Valencia.

1276 – 1285…Pedro III “El Grande”. Nació en Valencia, hijo del anterior. Conquisto Sicilia y como Reino quedó incorporado al de Aragón.

1285 – 1291…Alfonso III “El Liberal” Nació en Valencia, hijo del anterior. Contrajo matrimonio por poderes con Leonor de Inglaterra en la abadía de Westminster, el matrimonio no se llegó a consumar por fallecer el Rey antes de la llegada de su esposa, por ello falleció sin descendencia.

1291 – 1327…Jaime II “El Justo”. Hermano del anterior, nacido en Valencia. Fundó la Orden Militar de Montesa y San Jorge de Alfama en 1317, en sustitución de la Orden del Temple de la que recibió todos sus bienes, se le nombró de Montesa por regalar el Rey la fortificación que, en esta población existía por ser frontera con los musulmanes.

1327 – 1336…Alfonso IV “El Benigno”

1336 – 1387…Pedro IV “El Ceremonioso” o “El del Punyalet”. Hijo del anterior, contrajo matrimonio con cuatro esposas, María de Navarra, Leonor de Portugal, Leonor de Sicilia y Sibila de Fortia.

1387 – 1396…Juan I “El Cazador”. Hijo del anterior y de su tercera esposa, contrajo matrimonio con Marta de Armañac y más tarde con Violante de Bar. Los hijos que tuvo fallecieron todos antes que él.

1396 – 1410…Martín I “El Humano”. Hermano del anterior, incluso de madre. Casado en dos ocasiones sus hijos fueron por unas u otras razones falleciendo antes que él, por lo que no hubo descendiente legítimo al trono, incluso había uno extramatrimonial, pero la nobleza impidió su acceso a la corona.

1410 – 1412…Interregno. Hubieron combates entre los defensores de uno y otro pretendiente, por fin se celebró el compromiso de Caspe, comenzando el 22 de abril de 1412, concluyendo por el acuerdo de todos el 25 de junio siguiente, para elegir entre los 6 candidatos, se reunieron los representantes de los dos reinos y otros tres por el condado de Barcelona, el más representativo fue el dominico valenciano Vicente Ferrer, más tarde Santo de la iglesia Católica. Recayendo la elección en don Fernando de Antequera, hijo de Juan I de Castilla y Leonor de Aragón, ésta hija de Pedro IV y su esposa Leonor de Sicilia, por lo tanto nieto de Pedro IV de Aragón; era desde el principio el más probable. De esta forma la casa reinante de Castilla, los Trastámara, pasó también a reinar en Aragón. Siendo ratificado el acuerdo por el papa Benedicto XIII, el Papa Luna. Esta decisión fue la causante unos años más tarde por el problema de consanguinidad y consiguiente permiso del Papa para contraer matrimonio a don Fernando II de Aragón con doña Isabel I de Castilla, los reyes Católicos, quienes lo solventaron a su acostumbrada forma.

1412 – 1416…Fernando I “De Antequera” Era hijo de Juan I de Castilla y Leonor de Aragón. En 1410 con el ejército castellano conquistó Antequera, de ahí el sobrenombre por el pasó a la historia al reinar en Aragón. De nuevo fue nombrado Rey de Sicilia, este reino paso de manos pero siempre vinculado a Aragón desde su conquista por Pedro III.

1416 – 1458…Alfonso V “El Magnánimo”. Contrajo matrimonio con María de Castilla en la catedral de Valencia, consagrado por el papa Benedicto XIII, el papa Luna. Mantuvo relación con una napolitana, doña Giraldona de Castro de ella nacieron tres hijos, de ellos uno varón que reinaría en Nápoles como Fernando I.

1458 – 1479…Juan II “El Grande”. Hermano del anterior, por bodas y conquistas (de ahí su apodo) incorporó Sicilia entre 1458 y 1468, así como Navarra por boda con su reina Blanca I, entre 1425 y 1479. 1479 – 1516…Fernando II “El Católico” Hijo del anterior con su esposa Juana Enríquez. En 1468 recupero Sicilia como rey. Contrajo matrimonio con Isabel I de Castilla el 19 de octubre de 1469 en la ciudad de Valladolid, en su palacio de los Viveros, al llegar su esposa a ser Reina de Castilla en 1474, aunque cada uno regia su reino, consiguieron poner fin a la reconquista al entrar en Granada, último reino de Taifas en la península, el 1 de enero de 1492. En 1504 fue nombrado Rey de Nápoles, por conquista de su pariente don Gonzalo Fernández de Córdoba, más conocido por “El Gran Capitán”, por ello sólo quedaba Navarra como reino peninsular independiente; reinando Juan III, don Fernando fue informado de la pretensión de incorporar el reino a Francia, por ello ordenó al II Duque de Alba, don Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez su conquista, quien sin mucha resistencia se presentó en Pamplona el 25 de julio de 1512, pero incorporando el reino a Castilla. Dejó heredera de sus reinos a su hija doña Juana I de España, aunque en prevención de alguna locura, entrego la Regencia al Cardenal Jiménez de Cisneros, quien ya lo era desde 1504 del reino de Castilla, por fallecer doña Isabel I, quien a su vez dejó de heredera también a su hija Juana I, a pesar de ser conocida por “La Loca” (lo que era falso), por ello quedó confirmada la unión de España.

Bibliografía

Diferentes obras.