Carlos III viaje a España 1759

Posted By on 27 de octubre de 2020

El 10 de agosto de 1759 murió el Rey Don Fernando VI, la Reina madre Regente del Reino, ordenó que una escuadra fuera a Nápoles para traer al nuevo rey Don Carlos III a España, se formó una expedición al mando del general don Juan José Navarro de Viana marqués de la Victoria, con una escuadra de diecisiete navíos, cuatro fragatas, seis jabeques, dos tartanas y ocho barcas. La cual estaba a su vez compuesta por tres divisiones, la del mando del general don Juan José Navarro con insignia de teniente general en el navío Fénix, de 80 cañones, buque en el que iban los tres capitanes de navío designados entre ellos don Francisco Javier Winthuyssenn como Guardia de Honor del Rey; la del mando del teniente general don Pedro Fitz-James Stuart, con insignia en el Galicia, de 70 y en la capitana de la división del jefe de escuadra don Carlos Reggio con insignia en el Triunfante, de 70.

La escuadra estaba compuesta por los navíos: Fénix, de 80 cañones. Comte. Don Gutierre de Hevia, e insignia del Gobernador don Juan José Navarro, marqués de la Victoria; Triunfante, de 70. Comte. Don Juan de Lángara e insignia del teniente general don Andrés Reggio; Princesa, de 70. Comte. Don Francisco M. Espínola e insignia del jefe de escuadra, don Alonso de la Rossa Lavassor, conde de Vegaflorida; Firme, de 70. Comte. Don José de Rojas; Conquistador, de 70. Comte. Don Juan de Soto; Dichoso, de 70. Comte. Don Manuel de Guirior; San Felipe, de 70. Comte. Don Francisco Garganta; Glorioso, de 70. Comte. Don Juan Ignacio Salaverría; Monarca, de 70. Comte. Don Joaquín Gutiérrez; Vencedor, de 70. Comte. Don Antonio Valcárcel y Guerrero, de 70. Comte. Don Bernabé Urcullu; con las fragatas: Venus, de 26. Comte. Don José de Somaglia y Palas, de 26. Comte. Don Martín Lastarria, con las tartanas: Santi Espíritus y Santa Bárbara.

Zarpó de la bahía de Cádiz el 29 de agosto, el 2 de septiembre cruzaron el Estrecho y el 10 estaban en aguas de Cartagena de donde llegó un alférez á traer un refresco de nieve y frutas, dando la noticia que el 19 de agosto había salido para Nápoles, el teniente general don Pedro Stuard con el Mayor general de la Armada don Joaquín de Aguirre con el navío Galicia, al mando de Juan Antonio de la Colina y en conserva el Terrible, al de don Juan Ignacio Ponce con el jefe de escuadra don Carlos Reggio y el 25 por la noche el capitán de navío don Isidoro del Postigo en el Soberano en unión al Atlante del mando de don Francisco Javier Tilly, pues estaban en las costas de Barcelona, para seguir á Nápoles, por ello fueron los primeros en arribar a destino.

Al estar reunida al completo comenzó el trabajo de embarcar en las ocho barcas napolitanas que a propósito se unieron a la escuadra, los baúles de la Casa Real, por último embarcó Don Carlos y la reina Doña María Amalia de Sajonia, con Sus Altezas Reales, el príncipe don Carlos y los infantes don Gabriel, doña María Josefa y doña María Luisa en el navío de don Juan José Navarro, mientras Sus Altezas Reales don Antonio y don Francisco Javier, lo hicieron en el insignia de don Andrés Reggio.

Una escuadra napolitana formada por dos navíos y dos fragatas, acompañó a la española hasta Barcelona y regresó posteriormente al puerto de Nápoles, compuesta por los navíos: San Felipe, de 64 cañones. Comte. Capitán de navío don Tomás Vicuña. Jefe de escuadra don Pascual Borrás y San Carlos, de 60 cañones. Comte. D. Domingo Pescara. Fragatas: Santa Amalia, 30 cañones. Comte. D. Esteban de San Martín y Concepción, de 30. Comte. D. Antonio Quijano Cárdenas y los jabeques: San Jenaro, de 20. Comte. D. José Martínez; San Pascual, de 20. Comte. D. Juan del Camino; San Antonio, de 20. Comte. D. Javier Farias; San Fernando, de 20. Comte. D. Cayetano Carraba; San Gabriel, de 20. Comte. D. Juan Danero y San Luis, de 20. Comte. D. Ignacio Piano.

El siguiente 7 de octubre domingo con un espléndido Sol mar en calma al igual que el viento, largaron velas saliendo del puerto, en él se quedó el navío Firme para recuperar las anclas de toda la escuadra, embarcando a su vez a los enfermos. A la salida se les unieron cuatro galeras de Malta, acompañando a la escuadra hasta las 12 del mediodía, momento en que saludaron al cañón a S. M. y prosiguieron su rumbo en comisión de corso.

Toda la escuadra navegaba en cuatro líneas, el transcurrir de la navegación fue muy placentera, como si el dios Eolo no quisiera molestar a la Real familia, durante el viaje S. M., salía a pasear por el alcázar manteniendo conversaciones con todos, incluidos los contramaestres y algunos marineros, en una de ellas lo hizo con don Francisco León y Guzmán, ésta trataba sobre los aduladores que suelen buscar refugio en la persona del Rey y por lo tanto vivir incluso en los palacios, a ello «dichole el Rey que en el suyo no tendrían cabida, pues había veintiséis años que estaba aprendiendo a reinar y no los había dado entrada.», insistió León y tanto quiso apurar la conversación profundizando en la materia, que le dijo: «que sin que S. M. lo conociese sabrían disfrazar la adulación» a ello el Rey le replicó: «Y también sabré yo ponerles la cabeza a los pies.» (Frase que significa ser ajusticiado y por si alguien algún día lo descubre, sepa que fue así por sentencia judicial y no un asesinato)

A pesar de ser un tranquilo viaje comenzó por marearse la Camarera mayor de la Reina, duquesa de Castropiñano y poco a poco el resto de damas, lo curioso del caso es que la Reina aguantó mucho más, pero cuando le acometió a ella ya no había nadie de su Real servicio para auxiliarle, por ello exclamó: «questo movimiento de la barca me face un imbroglio di ventre.», pero no quedó ahí la cosa, sino que incluso los Guardias de Corps de la escolta Real fueron cayendo todos, eso sí, bajo la mirada disimulada de los guardiamarinas pues apenas podían controlar las risas, así todos rindieron el tributo del novato al Dios Neptuno o Poseidón. Nadie pudo levantar cabeza hasta fondear en la ciudad Condal el 16 siguiente, desembarcando la familia Real el siguiente 17 y después sus enseres, cumplimentado, la escuadra se hizo a la vela regresando a Cartagena el 2 de noviembre.

En el viaje se puso en práctica el código de señales ideado por el Marqués de la Victoria, el cual en 1736 copió el vizconde de Morogues para la francesa, a pesar de ello se encontró con duras críticas, impidiéndole hasta el momento ser aprobado en la española, pese a las favorables opiniones de don Jorge Juan y don Antonio de Ulloa quienes informaron sobre el caso, don Carlos III ordenó que a partir de ese momento fuera de obligado cumplimiento, la utilización del código de señales por banderas creado por el Marqués de la Victoria, por haber comprobado personalmente el buen funcionamiento del sistema.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Fernández Duro, Cesáreo.: Viajes Regios por Mar en el transcurso de quinientos años. Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1893.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Vargas y Ponce, Josef de.: Vida de D. Juan Josef Navarro, primer marqués de la Victoria. Colección de Varones ilustres de la Marina Española. Imprenta Real. Madrid, 1808.

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