José Antonio Jordán y Maltés Biografía

Posted By on 27 de junio de 2021

Jefe de escuadra.

Vino al mundo en la población de San Felipe (1) en la actual provincia de Valencia en 1752, siendo sus padres don Pedro Jordán y Pujasons, regidor de la población y doña Rita Maltés y de Laborda. Sentó plaza de guardiamarina en la Compañía de Departamento de Cádiz el 2 de abril de 1768. Expediente N.º 1.025.

(1) El 20 de junio de 1707 don Felipe V ordenó pegar fuego a la ciudad de Játiva una vez conquistada, como castigo a su obstinada resistencia en defensa del pretendiente austriaco don Carlos III, siendo reconstruida como colonia con el nombre de San Felipe, permaneciendo con él hasta 1811 cuando las Cortes de Cádiz se lo devolvieron.

Al aprobar los exámenes teóricos se le ordenó el 28 de agosto de 1770 embarcar en el navío Santo Domingo, destinado a cruzar entre los cabos de Santa María y San Vicente en protección del tráfico marítimo proveniente de ultramar, al concluir uno de sus cruceros regresó a la bahía de Cádiz desembarcando el 7 de diciembre, regresando a la Compañía donde el 15 de enero de 1771 se le entregaron los galones de alférez de fragata. Recibió la orden de embarcar en el navío Serio, el 23 de mayo de 1771 trasbordó a la fragata Esmeralda, y sucesivamente a la galeota Concepción y los jabeques Lebrel y Gamo, con todos ellos realizó diferentes comisiones, tanto de transporte de tropas y auxilios a los presidios norteafricanos como a las islas Afortunadas, pasando sobre todo con los jabeques a combatir en corso manteniendo varios combates, en uno de ellos fue herido en la pierna izquierda por un proyectil de fusil, desembarcando el 20 de abril de 1775.

El 17 de mayo siguiente, recuperado de su herida se le ordenó embarcar en la galera San Antonio, pasando a mandar la San Carlos, formando parte de la expedición contra Argel del mismo año, al mando del general don Pedro Castejón teniendo una destacada actuación tanto en el desembarco de las tropas, como en el reembarque, por ser su buque independiente del viento y de muy poco calado. El 24 de noviembre siguiente pasó al jabeque Gamo, con él prestó auxilio a la ciudad de Melilla asediada por los moros, trasbordando al San Luis transportando tropas a los peñones, sin perder de vista su comisión de corso. Al regreso de una de sus campañas se le entregó la Real orden del 10 de marzo de 1776, con su ascenso al grado de alférez de navío, recibiendo la orden de trasbordar del 8 de diciembre seguido al Ángel con destino a Cádiz, permaneció hasta recibir la orden del 16 de febrero de 1777 de pasar al navío San Miguel, trasportando a los oficiales y nuevos aspirantes a guardiamarinas por haberse puesto en funcionamiento la Compañía de Ferrol donde desembarcaron, aquí se le confió una comisión en las islas Afortunadas, regresando a la bahía de Cádiz, de donde zarpó a cruzar por el Estrecho, al regreso de uno de sus cruceros se le entregó la Real orden del 19 de junio siguiente con su ascenso al grado de teniente de fragata.

En 1778 regresó a las navegaciones en corso sobre las regencias norteafricanas, al regreso de uno de sus cruceros se le entregó la Real orden del 14 de mayo de 1779 notificándole el ascenso al grado de teniente de navío, prosiguiendo en su cometido anterior hasta 1781 al ordenarle trasbordar al navío San Justo perteneciente a la escuadra del general don Antonio Osorno, compuesta por doce buques. Ésta se unió a la del contralmirante francés conde de Guichen, zarpando el 26 de marzo siguiente con rumbo a las islas Azores y Puerto Santo.

A su regreso se unió a la escuadra del general don Luis de Córdova, realizando la segunda campaña naval del canal de la Mancha, siendo apresados cinco buques mercantes británicos en esta nueva presencia en las mismas costas de Albión. La escuadra de don Luis de Córdova estaba destinada a dar apoyo al gran bloqueo de Gibraltar, el 13 de septiembre de 1782 se llevó a cabo el ataque con las baterías flotantes, invento del ingeniero francés D’Arçon, en la que según él estaban protegidas de los incendios por tener un sistema de circulación de agua ‹como la sangre por el cuerpo humano›, pero falló el sistema y el resto lo hizo las ‹balas rojas› disparadas por los defensores, provocando los incendios, al ver la situación tan complicada se dió orden de acudir con los botes de la toda la escuadra en su socorro, intentando rescatar al máximo posible de sus dotaciones, en las que se sufrieron las bajas de trescientos treinta y ocho muertos, seiscientos treinta y ocho heridos, ochenta ahogados y trescientos prisioneros con su infructuoso ataque al Peñón, en esta acción sufrió por efecto de la explosión de una de las baterías el impacto de un astillazo en la cabeza.

Se recuperó rápido incorporándose a su buque, cuando lord Howe se hizo de nuevo a la mar con rumbo al Atlántico, el general don Luis de Córdova le salió de nuevo al paso y se trabó el combate del 20 de octubre de 1782, en aguas frente al cabo Espartel, de quien recibe el nombre. El almirante enemigo admiró: «…el modo de maniobrar de los españoles, su pronta línea de combate, la veloz colocación del navío insignia en el centro de la fuerza y la oportunidad con que forzó la vela la retaguardia acortando las distancias»

El combate tuvo una duración de cinco largas horas. Los buques británicos por llevar forradas sus obras vivas de cobre tenían mayor andar, permitiéndoles mantenerse en todo momento la distancia de fuego conveniente, cuando el resto de la escuadra española iba llegando al combate, decidieron por su mayor número rehuirlo, viraron y cazaron el viento enseñando sus popas se fueron alejando del alcance de la artillería española. El navío insignia español Santísima Trinidad, sólo pudo hacer una descarga completa de todas sus baterías, su lentitud le impidió poder hacer más. Regresando la escuadra a la bahía de Cádiz el 28 siguiente.

Por orden trasbordó el 26 de septiembre al navío Concepción, se le entregó la Real orden del 21 de diciembre siguiente notificándole su ascenso al grado de capitán de fragata, por ello su general ordenó su trasbordo a la bombarda Santa Rosa, para ser transportado a la bahía de Cádiz donde el 10 de enero de 1783 quedó desembarcado. Por orden del 12 de abril seguido embarcó de segundo comandante en el navío Galicia, realizando un crucero sobre el cabo de San Vicente, a su regreso quedó incorporado a la escuadra del general don Antonio Osorno, pasando a Ferrol quedando desembarcado por pasar a desarme el navío. Por orden del 3 de septiembre siguiente embarcó en el navío San José, para realizar las pruebas de comparación con los San Sebastián y Santa Isabel, a su regreso quedó su buque incorporado a la escuadra del general don Antonio Barceló participando en la segunda expedición contra Argel en 1784 y los diferentes bombardeos realizados.

El 4 de enero de 1787 embarcó de transporte en la urca Rita con rumbo a su nuevo destino, la Habana, donde embarcó en el navío Conde de Regla regresando en julio siguiente a la bahía de Cádiz. Con el mismo navío en 1790 realizó la campaña del Cantábrico en previsión de la ruptura de relaciones con el Reino Unido, por la cuestión de límites en Nootka, regresó la escuadra a Cádiz el 8 de septiembre siguiente de donde pasó a Cartagena, siéndole entregada la Real orden del 17 de enero de 1792 con su ascenso al grado de capitán de navío.        

Encontrándose aquí se declaro la guerra a la república francesa, recibiendo la orden de zarpar la escuadra del general don Francisco de Borja, efectuándolo el 26 de febrero de 1793 desde Cartagena, para realizar toda la campaña de Cerdeña, en su derrota las fragatas Perla y Santa Casilda apresaron a la francesa Hèléne, incorporándose a la escuadra española con el nombre de Sirena, participando en la toma de las islas de San Pedro y San Antíoco, y la quema de la Richmond por orden de su capitán, su viaje a Génova y posteriormente a Córcega, pasando a dar protección a los ejércitos napolitano y piamontés sobre la ribera del Var, continuando hasta Niza y Villafranca, estando aquí se desató una epidemia por el mal estado de los víveres, obligando al general Borja a regresar a Cartagena, arribando entre los días 8 y 9 de agosto siguiente, donde desembarcaron más de tres mil hombres enfermos.

Por Real orden del 16 de diciembre de 1794 se le otorgó el mando del navío Montañés, perteneciente a la escuadra del general don Juan de Lángara, por ello tomó el mando inmediatamente, por orden de su general formó división para cruzar sobre el cabo de Rosas, así el 17 de enero de 1795 dió caza a la fragata francesa republicana Ifigenia, del porte de 34 cañones resultando capturada y marinada al puerto de Barcelona. Regresando a la mar, estando cerca de San Felíu de Guixols el 30 de marzo siguiente es atacado por una escuadra de ocho navíos franceses, optando por acoderarse a la fortaleza, presentando al enemigo una banda, con ella efectúa mil cien disparos y consigue no ser capturado, mientras los enemigos se vieron forzados a dejarlo por hallarse alguno en mal estado.

No hay mucha información al respecto, por ello consideramos lo mejor transcribir el parte del mismo Comandante que envío al Secretario de Estado de Marina Bailío don Antonio Valdés, diciendo: «Excmo. Sr.: Hallándome la mañana de ayer con el navío de mi mando cinco leguas al S.E. del cabo de San Sebastian, con viento al Norte, cruzando en virtud de órden del Comandante General de la escuadra del Mediterráneo, se descubrieron á sotavento á larga distancia diez buques grandes; conjeturando fuesen ingleses, arribé sobre ellos á fin de averiguar los resultados del combate que habian tenido con la escuadra de Tolon en las costas de Italia, persuadido de que pudiera ser de importancia tales noticias al Comandante General; habiéndoles hecho las señales de reconocimiento, creí habian correspondido, y acercándome á una legua de distancia con las precauciones debidas de mantenerme á barlovento y contando con el sobresaliente andar de este navío, repetí las señales á las que no satisfaciendo, conocí completamente era una escuadra enemiga de ocho navíos de línea, uno de ellos de tres puentes y dos fragatas; que al principio largaron bandera española como la que llevaba este navío, arriándola después y afirmando la republicana tricolor, que seguidamente emprendieron la caza con la mayor fuerza de vela, desde las once de aquel día hasta las nueve del siguiente, á cuya hora tomé el fondeadero de San Feliú de Guixols, donde deje caer el ancla con tiempo suficiente para acoderarme, á fin de esperar á los enemigos si intentaban atacarme, como lo verificaron por espacio de dos horas y media siete navíos, pasando sucesivamente por frente de mi costado á la distancia de medio tiro de cañon y haciendo fuego constante cobre él, a que correspondí con mis baterías disparando 1.100 cañonazos en el citado tiempo, causándoles algunas averías en sus aparejos, habiendo esperimentado este navío algunas de consideración, la muerte del condestable y dos marineros y heridos varios de esta última clase y de tropa. La escuadra francesa siguió después corriendo la costa hasta cabo Creux, perdiéndose de vista á pocas horas; yo daré la vela cuando el viento lo permita y me dirigiré a Menorca, por haber cumplido el tiempo de mi crucero. Lo participo á V. E. para noticia de S. M. — Dios guarde á V. E. muchos años. Navío Montañes al ancla en la ensenada de San Feliú de Guixols 31 de marzo de 1795. — Excmo. Sr. — José Jordán. — Excmo. Sr. Bailío Frey D. Antonio Valdés.»

Pronto al navío le salieron «novios» por sus brillantes condiciones náuticas, por ello el 3 de agosto siguiente se le otorgó el mando del San Justo, debiendo entregar el Montañés, continuando con sus cruceros hasta ser firmada la paz de Basilea el 22 de julio siguiente, arribando a la bahía de Cádiz, donde al fondear se le ordenó trasbordar al San Dámaso, incorporado a la escuadra del general don José Solano, zarpando de la bahía con rumbo a Cuba, pero a los cuatro días de navegación recibió la orden de incorporarse a la escuadra del general don Sebastián Ruiz de Apodaca, variando el rumbo a la isla de Trinidad de Barlovento, donde fondearon en el puerto de Chaguaramas.

La isla fue atacada por los británicos el 16 de febrero de 1797 por la escuadra del almirante Henry Harley compuesta por; navíos: Príncipe de Gales, de 100 cañones; Belona, Venganza, Alfredo e Invencible, de 74; Dictador y Scipion, de 68; Socrates, de 58 y Ulises, de 50. Fragatas: Aretusa, de 44, Alarma y Anna, de 40, una bombarda y las corbetas: Fhorn, Zebra, Favorita, Zefiro y Pelicano, de 20, más el bergantín Victorino, de 16. Montando un total de 1.292 cañones. El ejército al mando del general Sir Ralpf Abercombry, desembarcaron los Regimientos, 2, 3, 24, 38, 53 y 60 con 4.050 hombres. Artillería; 500 hombres y regimientos de extranjeros nombrados, Campeche, Lobastain, Cazadores de Soler, más la gente de fajina, naturales de la zona, con 2.200 hombres, sumando un total de 6.750 efectivos.

Por parte española solo podía oponer sobre unos 500 hombres y la escuadra del jefe don Sebastián Ruiz de Apodaca compuesta, por los navíos San Vicente Ferrer, de 80 cañones, San Dámaso, Arrogante y Gallardo, de 74, más la fragata Santa Cecilia, de 34, lo que deja constancia de la inferioridad tanto en la mar como en tierra. Por ello después de unos cortos combates el gobernador de la isla el brigadier de la Armada don José María Chacón, firmó la entrega el 18 seguido. La escuadra después de un Consejo de Oficiales se decidió pegarle fuego para evitar fuera capturada por los enemigos. Al restituirse a la península pasaron por el Consejo de Guerra de Generales, en él fueron absueltos, pero tres años después S. M., dictó el destierro del Gobernador y la expulsión del jefe de escuadra, con una condena de inhabilitación a sus comandantes de cuatro años.

Permaneció en Cádiz durante todo el periodo del juicio y posterior condena, hasta serle entregada la Real orden del 23 de enero de 1805 notificándole su regreso al servicio activo, siendo destinado a las órdenes de don Bruno Hezeta en el apostadero de Algeciras, donde combatió a los británicos, quienes bloquearon Cádiz después del combate de Trafalgar siendo relevado el 5 de febrero de 1806, pasando a las baterías del Arsenal de La Carraca, participando en la rendición de la escuadra francesa al mando del almirante Rosilly hecho producido entre el 9 y 14 de junio de 1808.

Al formarse las nuevas unidades de Infantería de Marina fue nombrado el 13 de diciembre coronel del primer regimiento, saliendo a campaña, estando en ella se le entregó la Real orden del 23 de febrero de 1809 comunicándole su ascenso al grado de brigadier, por ello entregó el mando de la unidad el 11 de marzo seguido regresando a la ciudad de Cádiz, donde se le entregó la Real orden de la Junta del 14 siguiente otorgándole el mando del navío San Justo, permaneciendo hasta el 20 de febrero de 1810. Continuó en la isla de León hasta finalizar la guerra, por Real orden del 22 de agosto de 1814 fue nombrado Vocal del Consejo de Generales del juicio de purificación, encargado de realizar las averiguaciones de todos los oficiales de la Armada que permanecieron en territorio ocupado por los napoleónicos.

A finales de 1818 se le otorgó el mando del navío Velasco, uno de los comprados a Rusia, el cual por su mal estado no llegó a navegar permaneciendo en La Carraca. Continúo en el Departamento hasta recibir la Real orden del perdón por quemar su navío en la isla de Trinidad de Barlovento, algo más tarde, por otra R. O. del 14 de junio de 1825 fue ascendido al grado de jefe de escuadra, un tiempo después por haber cumplido los requisitos de la orden, se le entregó la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. No volvió a dársele mando alguno, por ello subsistió en su casa del barrio del Cristo, dando frente a la nueva población de San Carlos.

Paula nos narra: «…le llevaba el santo al General y visitaba como era consiguiente su triste albergue, en el que por no haber, no tenía en invierno esteras, ni un mal felpudo, llevando el General siempre en la mano un corcho que se lo ponía a los pies cuando se sentaba…agravados sus males crónicos, sin recursos de ninguna especie, por el atraso de 124 mensualidades que sufría, y sin tener quien le fiase para su precisa subsistencia, solicitó el General Jordán su baja para el Hospital Militar, con cuya estancia que se la facilitaban adelantada, atendía a lo indispensable a la vida.»

Falleció en el asilo de los desvalidos el 8 de junio de 1835, cuando contaba con ochenta y tres años de edad, de ellos sesenta y siete de honrados servicios a España.

El Comandante General del Departamento teniente general don Tomás de Ayalde y de Ibarrola, al notificarle su fallecimiento pagó de su peculio personal todo el gasto del entierro, evitando así fuera a parar a una fosa común, acudiendo al sepelio prácticamente todos los compañeros destinados en la capital del Departamento de Cádiz.

El mismo Pavía nos describe a don José Antonio Jordán así: «Era el General Jordán de baja estatura, aunque de apuesto y firme continente, los años y las desgracias no habían hecho mella en su temperamento, que lo conservaba vigoroso, al recordar los hechos de su noble carrera militar; si en los últimos años de su vida no desempeñó cargos públicos de importancia, y como consecuencia no tuvo aduladores que encomiasen sus servicios, la imparcial historia no podrá negarle un lugar distinguido entre los Generales de Marina de su época que se señalaron por su mérito, su lealtad y su honradez.»

Bibliografía:

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Aragón Fontela, Miguel.: La Rendición de la Escuadra Francesa de Rosilly (14 de junio de 1808) Cuaderno Monográfico del Instituto de Historia y Cultura naval, N.º 55. Madrid, 2007. Págs. 67 a 90.

Barbudo Duarte, Enrique.: Apresamiento de la escuadra francesa del almirante Rosilly en la bahía de Cádiz, el 14 de junio de 1808.

Blanco Nuñéz, José María.: La Armada española en la segunda mitad del siglo XVIII. Navantia. Colección Bazán. Madrid, 2004. Edición no venal.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Mitiuckov, Nikolay W. y Anca Alamillo, Alejandro.: La escuadra Rusa adquirida por Fernando VII en 1817. Damaré Ediciones. Pontevedra, 2009.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Válgoma y Finestrat, Dalmiro de la. Barón de Válgoma.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

VV. AA.: Dos Expediciones españolas contra Argel, 1541 y 1775. Servicio Histórico Militar. Madrid, 1946.

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