Txit Ona P 31 Antares HMS John Chuech

Posted By on 5 de septiembre de 2021

Txit Ona. Autor desconocido.

Construido por Paisley en Escocia. Reino Unido, 1917.

Desplazamiento: 281 tn. Dimensiones: Eslora 36’2, por 7’1 de manga y 3’80 metros de calado. Armamento un cañón Vickers de 76’2/50 m/m y un Nordenfelt de 57/37 m/m y una ametralladora Rheinmetall de 20 m/m. La máquina se desconoce. Velocidad máxima 10 nudos.

Patrullero HMS John Chuech, al concluir la 1ª G.M. fue transformado en pesquero y renombrado Antares, al ser comprado por J. Barreras, de Vigo, (según otras fuentes fue comprado por una empresa de San Sebastián), quien le cambio el nombre por el que se le cita, al comenzar la guerra civil se encontraba en Ferrol, siendo incautado por las autoridades nacionales y armado, fue numerado como P-31, y asignado a la 1ª flotilla en Ribadeo, al mando del teniente de navío D. Manuel Seijo López, en una de sus salidas en septiembre seguido, fue atacado por tres aviones gubernamentales, saliendo muy mal parado, pero logró arribar a su base, donde su dotación pasó al Ciriza nº 4, quedando al parecer abandonado, aunque el Excmo. Señor D. Juan Cervera Valderrama, nos dice que al finalizar la guerra en el Norte, se encontraba en servicio en el Musel, es muy posible fuera reparado y rearmado. Lo bien cierto es que, al finalizar la guerra, regresó a su propietario quien lo renombro Chit-Ona, continuando en su labores de pesca, lo que casi confirma que su propietario era de San Sebastián y no de J. Barreras de Vigo.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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I Republica proclamacion y extincion 1873

Posted By on 4 de septiembre de 2021

Votada en las Cortes el 11 de febrero y derribada por el general Martínez Campos con su proclamación en Sagunto cómo nuevo Rey don Alfonso XII el 29 de diciembre. El 3 de enero de 1874 el General Pavía puso fin a la República Federal.

Como anécdota si no fuera por lo triste decir que esta 1ª República, tuvo una duración total de diez meses y nueve días, pasando cuatro Presidentes, siendo por orden don Estanislao Figueras, tres meses y veintitrés días; don Pí y Margall, un mes y nueve días (éste fue el que provoco el tema de los Cantonales, ocurriendo que cada pueblo de por sí, se proclamara un cantón, siendo el más famoso el de Cartagena, que fue largo y mortal su obligada vuelta a casa); don Nicolás Salmerón un mes y veinte días y por último, don Emilio Castelar tres meses y siete días. Como se podrá apreciar, pocas decisiones con referencia a casi nada se pudieron tomar y menos aún prever con respecto a la Armada.

A pesar del corto espacio de tiempo que estuvo al frente del Ministerio, don Jacobo Oreyro y Villavicencio (estuvo casi toda la I República, menos el periodo del 11 de junio al 18 de julio seguido) se pudo comprobar a posteriori, no fue un mal Ministro, pero en tiempo tan convulso, como otros muchos del siglo XIX, en los que España quedó prácticamente destrozada, gracias a los zorroclocos de siempre.

Bibliografía:

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo, 40, 1919, páginas 279 y 280.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

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Canonero Soldado perdida 1873

Posted By on 3 de septiembre de 2021

Salió de la Habana el cañonero Soldado al mando del teniente de navío don Isidro Posadillo y Posadillo en comisión de correo de pliegos, cuando al estar sobre Punta LLana y Cabo Corrientes la máquina se paró, cuando ya se había declarado un fuerte temporal, a pesar de todos los esfuerzos por fondear y asegurarlo, faltaron todos los cables yéndose a embarrancar contra las rocas, a pesar de ello se salvó toda la dotación, la caja de caudales y los pliegos.

Juzgado en Consejo de Guerra por la pérdida del buque, se dictaminó que no figurará en su hoja de servicios para que no le estorbara en su carrera.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Lledó Calabuig, José.: Buques de vapor de la Armada Española, del vapor de ruedas a la fragata acorazada, 1834-1885. Aqualarga. 1998.

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V-2-3-5-9-10-11

Posted By on 2 de septiembre de 2021

Fueron unas lanchas compradas por la Subsecretaria de la Marina Civil.

Sus características eran diferentes entre ellas, aunque al parecer todas se construyeron en Luarca, Asturias, la mayor parte fueron entregadas en 1935 a la mencionada Subsecretaría.

Sus desplazamientos iban desde las 11’7 a las 22 tn. Dimensiones entre los 12 y 15 metros de eslora, por 2’70 de manga y 1’1 metros de calado. Velocidad, entre 6 y 7 nudos, lo único que portaban igual todas eran una ametralladora de 7 m/m.

Su comisión asignada durante la guerra, era como guardapescas, y a veces por si podían avistar buques, para comunicarlo a su comandancia.

Todas estas por estar en puertos que, al producirse el alzamiento se encontraban en esta zona, pasaron a prestar servicio con ellos, pero sin variar su cometido, por su escaso, por no decir nulo valor militar.

Muchas de ellas, al concluir el conflicto, continuaron en sus trabajos y alguna se mantuvo en servicio hasta 1974. Hay fotos, pero no de todas y posteriores a la época que tratamos, por ello no se adjuntan.

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Filipinas rebelión 1872

Posted By on 1 de septiembre de 2021

En Cavite la capital de las islas Filipinas, el 20 de enero fuerzas indígenas de Artillería e Infantería de Marina se rebelan contra el Gobierno, tomando posiciones en el castillo de San Felipe. El teniente coronel don Horacio Sawa al mando de un batallón de indígenas, ataca el fuerte y consigue deshacer la rebelión, siendo juzgados y fusilados los cabecillas. Lo muertos en el ataque fueron, el alférez de navío don Rafael Ordoñez, en el primer asalto, el capitán de Infantería de Marina, don José Torres al frente de su compañía y el teniente don Guillermo Herce, quien se encontraba de jefe de cuartel, cuando los sublevados intentaron derribar las puertas para poder asaltarlo cuando todos dormían; murió a los pocos días por las heridas recibidas en esta acción el médico mayor, don Rómulo Valdivieso y el contador de navío señor Baleato.

Bibliografía:

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Tratado de San Idelfonso del 1.º de octubre de 1800

Posted By on 31 de agosto de 2021

«Artículos preliminares entre España y Francia, obligándose la primera á ceder la Luisiana y entregar seis navíos de línea en compensación del establecimiento territorial que ofrece la última con título de rey al infante duque de Parma.

Habiendose manifestado tiempo ha la república francesa á su Majestad el rey de España deseo de volver á entrar en posesión de la colonia de Luisiana, y habiendo por su parte manifestado siempre su Majestad católica una gran ansiedad en procurar á su Alteza real el duque de Parma un engrandecimiento que ponga sus estados de Italia en un pie mas conforme á su dignidad, los dos gobiernos se comunicaron su objeto sobre estos dos puntos de interés común; y permitiéndoles las circunstancias contraer obligaciones acerca del particular que les asegure, en cuanto de ellos penda, esta mutua satisfaccion, autorizaron el efecto, es á saber; la república francesa al ciudadano Alejandro Berthier, general en jefe y su Majestad católica a don Mariano Luis de Urquijo, caballero de la órden de Carlos III y de la de san Juan de Jerusalen, consejero de estado, embajador extraordinario y plenipotenciario nombrado cerca de la república bátava y primer secretario de estado interino; los cuales después de haber cangeado sus poderes, han convenido, salva la ratificación, en los artículos siguientes:

Articulo 1º

Se obliga la republica francesa á procurar en Italia á su Alteza real el infante duque de Parma un engrandecimiento de territorio que eleve sus estados á una población de un millón a un millón y doscientos mil habitantes con el titulo de rey y todos los derechos, prerrogativas y preeminencias anejas á dignidad real; y la republica francesa se obliga á obtener para ello la aprobación de su Majestad el emperador y rey y demás estados interesados; de modo que su Alteza el infante duque de Parma pueda sin contradicción entrar en posesión de dicho territorio á la paz que deberá hacerse entre la republica francesa y su Majestad imperial.

Articulo 2.º

El engrandecimiento que habrá de darse á su Alteza real el duque de Parma, podrá ser en la Toscana, en caso que las actuales negociaciones del gobierno francés con su Majestad imperial se lo permitan. Podrá igualmente formarse de tres legaciones romanas ó de otra cualquiera provincia continental de la Italia, siempre que quede un estado unido.

Articulo 3.º

Su Majestad católica promete y se obliga por su parte á devolver á la república francesa, seis meses después de la plena y entera ejecución de las condiciones y estipulaciones arriba mencionadas acerca de su Alteza real el duque de Parma, la colonia ó provincia de la Luisiana con la misma estension que tiene en la actualidad en poder de España, y tenia cuando la poseyó la Francia, y tal cual debe de ser en virtud de los tratados hechos después entre su Majestad católica y otros estados.

Articulo 4.º

Su majestad Católica dará las órdenes necesarias para que la Francia ocupe la Luisiana en el momento que se ponga en posesión á su Alteza real el duque de Parma de sus nuevos estados. La republica francesa podrá, según la convenga, diferir la ocupacion; y cuando deba efectuarla los estados, directa o indirectamente interesados, convendrán en la condiciones ulteriores que puedan exigir los intereses comunes, y el de los respectivos habitantes.

Articulo 5.º

Su Majestad católica se obliga á entregar á la república francesa en los puertos españoles de Europa, un mes después de la ejecución de la estipulación relativa al duque de Parma, seis navíos de guerra en buen estado, de porte se setenta y cuatro cañones, armados y arbolados y en disposición de recibir equipages y provisiones franceses.

Articulo 6.º

No teniendo objeto alguno nocivo las estipulaciones del presente tratado, y debiendo dejar intactos los derechos de cada uno, no es de presumir que causen recelos á ninguna potencia. Mas si á pesar de ello sucediere lo contrario, y fuesen atacados los dos estados á consecuencia de la ejecución de dichas estipulaciones, se obligan á hacer causa común para rechazar la agresión, como también para tomar las medidas conciliatorias propias á mantener la paz con sus vecinos.

Articulo 7.º

Los empeños contraídos por el presente tratado no derogan parte alguna de los estipulados en el tratado de alianza de San Ildefonso de 18 de agosto de 1796. Por el contrario, ligan nuevamente los intereses de ambas potencias, y aseguran la garantía pactada en el tratado de alianza para todos aquellos casos en que tengan aplicación.

Articulo 8.º

Las ratificaciones de los presentes artículos preliminares se espedirán y cangearán en el término de un mes, ó antes si fuese posible, desde el día de la fecha de dicho tratado.

En fé de lo cual, nos los infrascritos ministros plenipotenciarios de la república francesa y de su Majestad católica, en virtud de nuestros respectivos poderes firmamos los presentes artículos preliminares y los sellamos con nuestros sellos. Hecho en San Ildefonso el 9 vendimiario año 9.º de la republica francesa (1 de octubre de 1800).—mariano Luis de Irquijo—Alejandro Berthier.

En el 9 brumario del mismo año se cangearon en San Lorenzo las ratificaciones de una y otra parte.»

Por nuestra parte añadimos, porque es lo que más nos interesa, los nombres de los navíos entregados a Francia, en virtud de este tratado y concretamente en su Articulo 5.º:

A finales de junio del mismo año 1800, se encontraba en viaje de Tolón a Cádiz una división de tres navíos y una fragata franceses, al mando del contralmirante Linois, cuando el 4 de julio encontrándose a la altura de la bahía de Cádiz se avisto otra británica, mandada por el contralmirante sir James Saumurez, compuesta por seis navíos y una fragata. La escuadra francesa tenía la orden de reunirse a otra de su nacionalidad al mando del contralmirante Dumanoir, a quien se había puesto a sus órdenes los navíos españoles entregados a Francia, eran los: Conquistador, Pelayo, San Genaro, San Antonio, Intrépido y Atlante. Estos buques fueron entregados en virtud del tratado firmado en San Ildefonso el 1 de octubre de 1800, en su artículo 5º.

Bibliografía:

Blanco Núñez, José María.: La Armada española en la segunda mitad del siglo XVIII. IZAR. Construcciones Navales, S. A., 2004.

Cantillo, Alejandro del.: Tratados, Convenios y Declaraciones de Paz y de Comercio desde el año de 1700 hasta el día. Imprenta Alegría y Chalain. Madrid, 1843.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Tomos VII y VIII. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» Madrid, 1901 y 1902.

Ferrer del Río, Antonio.: Historia del reinado de Carlos III en España. Tomo III. Imprenta Matute y Compagni. Madrid, 1856.

Manera Regueyra, Enrique.: La política naval española del rey Carlos III. Revista General de Marina. Agosto 1986.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería biográfica de los Generales de Marina. Madrid, 1873.

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V-18 Lanzón

Posted By on 30 de agosto de 2021

Construido por Hijos de J. Barreras en Vigo. Galicia. España, 1936.

Desplazamiento: 116 tn. Dimensiones: Eslora 27’58 por 5’4 de manga y 3’20 metros de calado. Maquina: motor diésel de 285 C.V. Velocidad: máxima 12 nudos.

Pesquero que se encontraba trabajando en Cádiz, al producirse el alzamiento fue incautado por los sublevados y armado con un cañón Vickers de 76’2/50 m/m, quedando incorporado a la flotilla del arsenal, comenzando a salir al mar el 4 de agosto, en octubre de 1937 apresó al mercante griego Pinzón, un tiempo después se le cambio el cañón, por un Nordenfelt de 57/37 m/m, continuando en sus misiones que por estar con base en Cádiz, (esta base era la jefatura de la Flotilla del Estrecho) obligaban a vigilar toda la costa del protectorado marroquí, por ello al finalizar la guerra se encontraba en Ceuta. Continúo en la Armada asignado al Departamento de Ferrol. Este buque ha tenido su gracia, pues por su nombre no constaba, pero si como V-18, al final se han podido atar cabos y descifrar el embrollo, para que conste en este trabajo.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Almirantazgo despiste 1871

Posted By on 29 de agosto de 2021

Una curiosa Disposición del Almirantazgo del 6 de septiembre que transcribimos, dice:

«Impuesto el Almirantazgo de la comunicación del Coronel del Primer Regimiento de Infantería de Marina, de la Instancia del Cabo 1º del 2º Bón. del mismo Leoncio Solsona Vicens, en súplica de su ascenso a Sargento 2º, con antigüedad que le corresponda, el Almirantazgo, teniendo en cuenta que dicho individuo solo dejo de ascendérsele en la promoción del 16 de Febrero del año actual, que le correspondió, por creerse había fallecido, según las noticias oficiales que se tenían en la Sección de Tropas, siendo así que solo fue una equivocación producida en el Apostadero de La Habana, ha dispuesto su inmediato empleo a Sargento 2º.»

Bibliografía:

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Amadeo I llega a España 1870

Posted By on 28 de agosto de 2021

No llegando a ningún acuerdo en las Cortes Constituyentes, el 16 de noviembre se acordó llamar para nuevo Rey de España al duque de Aosta, segundo hijo del rey de Italia Víctor Manuel, para ello se preparó una escuadra en el puerto de Cartagena y transportar a los emisarios españoles, compuesto por un Presidente, el de las cortes don Manuel Ruíz Zorrilla, acompañado por veinticinco Diputados y tres Secretarios, a ellos se sumaba el Almirantazgo y al frente de él como Ministro de Marina don José María de Beránger, más otros doce generales, jefes y oficiales.   

Acudieron a Cartagena donde les esperaban los buques, siendo el insignia la fragata Villa de Madrid, a  acompañada de las acorazadas Numancia y Vitoria, zarpando el 26 de noviembre arribando a Génova el 30, trasladándose la división a la Spezzia donde se engalanó la Numancia para alojar a la familia Real, estando al mando del buque el capitán de navío Díaz Herrera.

La familia Real llegó en tren especial al puerto el 26 de diciembre, de donde zarparon dándoles escolta la fragata Príncipe Humberto y la goleta Vedetta italianas, sufriendo un fuerte temporal del O., impidiéndoles avanzar, a pesar de ello consiguieron presentarse ante el puerto de Cartagena el 30 de diciembre, donde entraron y atracaron, desembarcando la familia Real algo mareados.

De aquí nació una amistad entre don Amadeo y don José María de Beránger quien se aprovecharía de ella.

Bibliografía:

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Fernández Duro, Cesáreo.: Viajes Regios por Mar en el transcurso de quinientos años. Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1893.

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Virgen de Begoña-Iruña-Mari Begoña-Elgueta-Cigale

Posted By on 27 de agosto de 2021

Virgen de Begoña. Autor desconocido.

Construido por Chautiers de Por de Bouc (Francia) 1918.

Desplazamiento: 368 tn. Dimensiones: Eslora 39’4 por 7’70 de manga y calado de 4’30 metros. Maquina: de vapor con 150 C.V., caldera de 8’4 kg. Velocidad: máxima 8 nudos.

En principio fue encargado como patrullero de la Marina francesa, bautizado como Cigale, lo compró V. Garay de Bilbao en 1922, cambiándole el nombre por Elgueta, quien lo transformo en pesquero, pero de carga, se puso a la venta y en 1934 fue comprado por Freixas con base en Barcelona, a su vez al año siguiente lo compro Irala, regresando por ello a Bilbao, cambiando su nombre por Mari Begoña, al producirse el alzamiento, fue incautado por el gobierno vasco, quien lo rebautizo Iruña pero no se tienen noticia alguna sobre sus hechos, y ni siquiera se sabe su armamento, si es que se le armó, lo que nos lleva conjeturar que simplemente quedo como lo que era, un pesquero.

Al entrar los nacionales en Bilbao el 19 de junio de 1937, lo encontraron atracado en el puerto con algunos daños, por los bombardeos sufridos, fue reparado por no ser importantes e incorporado a la base de bous del mismo puerto, se le rebautizo con el nombre de éste historial, pasando a Ferrol para ser armado con un cañón Nordenfelt de 57/37 m/m, un Vickers de 47/50 m/m y una ametralladora Rheinmetall de 20 m/m, permaneciendo durante la guerra en su comisión como bou en el norte, siendo utilizado como un patrullero pero muy pequeño.

Por orden del 27 de marzo de 1939 se ordena su pase, para ser desarmado y devolverlo a su propietario.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Cañoneros americanos a España 1870

Posted By on 26 de agosto de 2021

En noviembre fueron entregados a España, una serie de once cañoneros comprados en los Estados Unidos, por ello al mando del capitán de fragata don Cipriano Huidobro se trasladó a recogerlos, formando parte de las dotaciones que debían llevarlos a la isla de Cuba, nombrándole como segundo comandante del llamado Telegrama, pero por la época del año los tiempos y la distancia hacía muy difícil su arribo a la Habana, todos debieron demostrar sus grandes conocimientos en el trayecto para no perder ningún buque, lograron entrar en el puerto de destino habiendo sufrido una verdadera epopeya de la que Díez salió destacado.

Bibliografía:

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Villanúa, León.: Isaac Peral. El Marino Popular. Colección Europa. Madrid, 1934.

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Real Armada intento sublevación 1868

Posted By on 25 de agosto de 2021

A finales de 1868 al brigadier don Juan Bautista Antequera y Bobadilla se le nombra Comandante en Jefe de las fuerzas Navales del Mediterráneo. Al tomar el mando, la escuadra se encontraba en muy malas condiciones, pues la marinería y suboficiales estaban por la revolución, encontrándose en muy alto grado de indisciplina, pero decidido a terminar con aquello, a principios de 1869 aprovechó un “aviso” y pistola en mano, junto a otros oficiales y algunos hombres de confianza, descubrió el lugar de encuentro de los principales amotinados a los que sorprendió y así sin armar ruido, ni derramar una gota de sangre los encarceló a todos, teniendo lugar el acto en la fragata acorazada Zaragoza, donde se encontraban los cabecillas de la Villa de Bilbao.

Al mismo tiempo, ordenó realizar prácticas primero en el puerto y después siguieron las salidas al mar, con ello a falta de cabecillas consiguió en poco tiempo poner en orden la escuadra. Esto se le comunicó solo a don Juan Bautista Topete, ministro de Marina en ese instante, quien le felicitó pero sin papeles oficiales, por temor a dar a conocer el grave incidente y de propalarse, podía convertirse en un arma de doble filo, pues la reacción a sobrevenir podría ser peor que hacerlo público, por propalarse lo sucedido de un buque a otro produciendo la sublevación en cadena del resto de la Flota.

Nota: Tan en secreto se llevó el asunto que solo después de fallecido don Juan Bautista Antequera y pasados varios años, se le hizo entrega en su nombre a su hijo del título de Conde de Santa Pola por la razonable, enérgica y silenciosa reacción.

A veces callar a tiempo es ganar una guerra sin utilizar armas.

Bibliografía:

Pola, Conde de Santa.: La Vuelta al mundo en la Numancia y el Ataque del Callao (Apuntes para una biografía del Almirante Antequera). Editorial Naval. Madrid, 1993. Segunda edición.

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Virgen de Icíar-Ondo Jan

Posted By on 24 de agosto de 2021

Construido, en la Constructora Guipuzcoana. Pasajes. España, 1936.

Desplazamiento: 144 tn. Dimensiones: Eslora 26’8, por 5’82 de manga y 3’2 de calado. Máquina: Motor diésel de 350 C.V. Velocidad: máxima 11 nudos. Armamento: dos cañones Vickers de 47/50 m/m y una ametralladora Rheinmetall de 20 m/m. Hermano del Alcázar de Toledo.

Al entrar los nacionales en Pasajes estaba en construcción, con el nombre de Ondo Jan, al ser botado pasó a Ferrol, donde fue armado en septiembre e incorporado a la 2ª flotilla en el mismo puerto de su construcción, entregándole el mando al teniente de navío don Ángel Bona Orbeta, junto al resto de unidades de la base apresaron al Galerna, en una de sus salidas se encontró con el destructor José Luis Díez, con el que mantuvo un breve combate, (esto dice mucho de la actitud de la dotación del destructor, quien a pesar del mayor armamento y velocidad, no lo hundió).

A principios de mayo de 1937 fue nombrado su comandante el alférez de navío de la Reserva Naval D. Pedro Echevarría Urrutia (la Armada por falta de oficiales, al principio fueron destinados comandantes de estas unidades, porque tampoco había muchos buques, pero como segundos llevaban a los de la Reserva Naval, de forma que una vez entrenados, estos se hicieron cargo de la mayoría de los bous)

Al concluir la guerra en el norte continuo en su cometido, hasta recibir la orden de pasar a Cádiz en noviembre de 1937, donde permaneció el resto de la guerra, quedando incorporado a la flotilla del Estrecho, pasando como era propio, por ir avanzando las tropas por tierra, hasta llegar muy cerca de las aguas de Almería, por ello a su vez en alguna ocasión cruzaba a Palma para reabastecer, de donde cruzaba a su vez a Vinaroz cuando fue tomada por los nacionales.

Donde en julio de 1938, estaba al mando del Alférez de Navío de la Reserva Naval D. Pedro Echevarría Urrutia. (Por no repetir y cansar con ello al lector, en esta época su historial está casi descrito en su compañero de siempre, el bou Alcázar de Toledo, donde se dan más detalles de su quehacer diario)

El 16 de diciembre de 1938, se da la orden de dividir los bous en dos divisiones de cinco unidades, cada una se distinguía a su vez por dos letras, la primera llevaban las “P C”, con puerto base en Castellón (suponemos que la P es por patrullero y la C por Castellón, su base) y pintar letras en los bous bien visibles, para mejor ser identificados, en éste caso quedó en la primera flotilla y con la letra “D”, junto a todos sus compañeros participó en el intento de desembarco, entre cabo Salou y cabo Término, el cual por el avance tan rápido de las tropas, fue innecesario por estar esta zona tomada, al concluir esta planeada operación regresó a su base en Vinaroz, de donde de nuevo junto a su pareja el Alcázar de Toledo, se reunió al resto de fuerzas navales en Tarragona, para entre el 3 y 5 de febrero de 1939, efectuar otro desembarco en el golfo de Rosas, con la intención de cortar la carretera de enlace entre Figueras a la frontera francesa, pero de nuevo las tropas del ejército se adelantaron, no siendo necesaria su intervención. Al ir las tropas del ejército avanzando, en sus diversos puertos se encontraban bous y otros buques, los armados quedaban de inmediato incorporados a las fuerzas vencedoras, así como al finalizar la guerra pasaron a desarme y ser devueltos a sus propietarios, porque había que recuperar la pesca en todo el Mediterráneo, en el caso de éste, paso a Ferrol donde fue desarmado y devuelto a su propietario.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Revolución 1868

Posted By on 23 de agosto de 2021

El 18 de septiembre, al mando de don Juan Bautista Topete y el general don Juan Prim Prat, a bordo del buque insignia la fragata Zaragoza y Tetuán, acorazadas, las Villa de Madrid y Lealtad, los vapores Ferrolano y Vulcano, la corbeta Santa Lucía, las goletas Edetana, Concordia y Ligera más los transportes Santa María y Tornado, en línea de fila sobre la bahía de Cádiz, realizaron las veintiuna salvas de ordenanza, diciendo a Cádiz, España y el mundo que el trono de España ya no estaba ocupado por doña Isabel II, la cual se encontraba veraneando en las costas del mar Cantábrico y unos días antes en Lequeitio había visitado la fragata Zaragoza.

A pesar de ser titulada «La Gloriosa» no dejó de ser un tiempo convulso, fue llamado a reinar don Amadeo de Saboya quien acepto, después de casi tres años decidió abdicar afirmando: «España es ingobernable» proclamándose la I República, durando escasos once meses y bajo el mando de uno de sus cuatro presidentes, el señor Pí y Margall declaro los cantones, provocando que incluso entre pueblos se declaran la guerra a los colindantes y sobre todo, el de Cartagena, por ser un Arsenal, cayeron en sus manos varios buques de guerra, fue arduo de contrarrestar con grandes pérdidas por ambos bandos.

Decir que todos sabemos que Cádiz no fue tomada por las tropas napoleónicas en su invasión de la Península, pero pocos recuerdan que Cartagena tampoco pudo ser ocupada por ellos, habiéndolo intentado en tres ocasiones, esto puede dar una idea de lo complicado, largo y costoso que resulto devolverla a España y sólo se consiguió por ser también españoles.

Bibliografía:

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Cuba guerra de los diez años 1868

Posted By on 22 de agosto de 2021

El 10 de octubre con el grito de ¡¡¡Cuba Libre!!! dado por Carlos Manuel de Céspedes y del Carrillo, quien estudio Derecho y se Doctoro en la Universidad de Barcelona, más tarde viajo por media Europa, regreso a Cuba y en 1868, funda la Logia Good Faith, y como no fue nombrado su Gran Maestro, vivía en su finca La Demajagua, al este de Manzanillo, donde dio el famoso grito de Yara, comenzando el enfrentamiento con los españoles, permaneció al mando como presidente de Cuba Libre, hasta ser depuesto el 28 de octubre de 1873, esto le obliga a refugiarse en Sierra Maestra, en la población de San Lorenzo, donde muere en un enfrentamiento con el Batallón San Quintín, al parecer fue acertado por un proyectil, a causa del impacto se despeñó, causándole la muerte, la guerra prosiguió hasta que el 10 de febrero de 1878, cuando se decretó el indulto general para los insurrectos y desertores, el siguiente 12 se firmó la Paz de Zanjón dando fin a la contienda.

Bibliografía:

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Virgen de la Cinta-Virgen de la Cinta nº 5-Jean Bart

Posted By on 21 de agosto de 2021

Construido por Voormit en Spaardam. Holanda, 1920.

Desplazamiento: 124 tn. Dimensiones: Eslora 29’40 por 6’15 de manga y 3’15 metros de calado. Máquina: motor diésel de 300 C.V. Velocidad: máxima 9’5 nudos. Armado con un cañón Nordenfelt de 57/37 m/m.

Fue un encargo de la Marina Nationale francesa, donde fue nombrado Jean Bart, en 1934 fue comprado como pesquero por un armador español, quien lo renombro Virgen de la Cinta nº 5, el 19 de febrero de 1936 sufrió una avería, por el mal estado de la mar se hundió en el cabo de San Vicente, siendo reflotado y trasladado a Huelva, aquí se encontraba al producirse el alzamiento, siendo incautado por la autoridad portuaria, pasó a Cádiz donde se le armo, ya dotado pasó de nuevo a la flotilla de Huelva, donde sólo se le cambio el nombre quitando el numeral, permaneció en ella hasta pasar a la del Estrecho, al parecer hay discrepancias en su devenir, en algunas fuentes se le da como desarmado y dado de baja en noviembre de 1937.

Por otra parte es muy posible que así fuera, porque al finalizar la guerra en el Cantábrico, los nacionales pudieron contar con muchas otras unidades, las cuales casi todas pasaron al Estrecho y algunas, conforme se iba retrayendo el ejército gubernamental, la costa a guardar era más corta, e incluso varias de las unidades de la Flotilla del Estrecho, pasaron a la de Palma, y de esta a Vinaroz, más tarde a Castellón, por ello y dado su poco tonelaje y baja velocidad, fuera devuelto a su propietario, para servir como pesquero y llevar alimento a tierra, el cual precisamente no sobraba.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Combate de cabo Passaro 11/VIII/1718

Posted By on 20 de agosto de 2021

El 19 de junio de 1718 zarpó del puerto de Barcelona al mando del general don Antonio Gaztañeta una escuadra compuesta por los navíos: San Felipe el Real, de 80, insignia de Gaztañeta, Príncipe de Asturias, de 72, insignia de Fernando Chacón, Real, de 62, insignia del Marqués de Mari, San Luis, de 60, insignia de Baltasar de Guevara, San Fernando, de 60, insignia de Jorge Cammock, Santa Rosa, de 64, Santa Isabel, San Pedro, San Carlos, San Juan Bautista, de 60, Hermione, de 52 y San Isidro, de 50, fragatas: Burlandon, de 50, Perla, Sorpresa, Galera, Águila Volante y Pingüe pintado, de 40, Águila de Nantes y Juno, de 36, San Felipe, Tolosa y Tigre, de 30, Esperanza y San Fernando el Pequeño, de 28, San Juanel Chico, de 22, León, de 20 y Flecha, de 18,  siete galeras: Capitana, Patrona, San Felipe, San Genaro, Soledad, Santa Teresa y San Fernando, los brulotes, Castilla y León, balandras: Santo Domingo y San Francisco y tres mercantes armados, dando escolta y protección al convoy formado por doscientos setenta y seis transportes y ciento veintitrés tartanas, trasportando un ejército de dieciséis mil hombres y ocho mil caballos, al mando del marqués de Lede, realizando la travesía en doce días hasta Sicilia y en ella iba como plenipotenciario Patiño; siendo el objeto de tanto despliegue, evitar que la Cuádruple Alianza se quedará con aquella isla en nombre del archiduque Carlos; desembarcaron sin resistencia, dándoles los habitantes una buena acogida. Se efectuó el desembarco a cuatro millas de Palermo, sucediéndose duros enfrentamientos sobre todo en Messina pues su guarnición piamontesa no cedía en ningún momento hasta ser vencidos en toda la línea, pero por las sucesivas victorias más el apoyo de la población facilitó la conquista de las dos ciudades, consiguieron vencer al resto quedando en poder de la corona de España la ansiada isla. Al concluir la toma una división al mando del general don Baltasar de Guevara, se envió a la isla de Malta para regresar con las galeras de la isla enviadas para evitar su pérdida.

Si todo había ido muy bien en la travesía y en la toma de la isla, el 11 de agosto siguiente las cosas se torcieron a la altura del cabo Passaro, apareció en el horizonte la escuadra británica al mando del almirante Byng, formada en línea de combate por: Barfleur, de 90 insignia de Byng; Shreufbury, de 80 vicealmirante Corwall; Dorsetshire, de 70, contralmirante Delaval, Burford, Essex, Grafton, Lenox, Breda, Orford, Kent, Royal Oack y Captain, de 70, Canterbury, Dreadnugh, Rippon, Superbe, Rupert, Dunkirk y Montague, de 60, Rochester y Argyle, de 50; creyendo en un principio venía en misión de mediador, pues en esos momentos no se estaba en guerra declarada con el Reino Unido. Desprevenida por la creencia confirmada por las cartas del cardenal Alberoni, quien tampoco inducía a sospechar se sufriera un ataque, el caso es que como no se tomaron las prevenciones oportunas, la reacción de Gaztañeta al percatarse de la hostilidad de los movimientos de la escuadra enemiga, dio órdenes para intentar formar la línea, ayudando con las galeras a los navíos más sotaventados, más ya no daba tiempo, los enemigos atacaron cortando la retaguardia al mando del marqués de Mari estando compuesta por casi la mitad de la fuerza, generalizándose el combate en diferentes contactos parciales. Al poco viendo que sus navíos no podían con la capitana española, se personó el almirante británico con su navío, el de su contralmirante Delaval, de 70 cañones, más otros cuatro de 70, con ellos el navío español se vio de pronto rodeado por siete enemigos al mismo tiempo; su defensa fue heroica por denodada, el almirante británico por la bocina instaba al general español a su rendición, amenazándole con incendiarlo con un brulote, siéndole respondió dando la orden de avivar el fuego, consiguiendo hundir al brulote que ya se le acercaba y obligando al almirante enemigo a cambiar de lugar en el combate, pues el fuego del San Felipe el Real, lo estaba colocando en mal trance; durando todo el día el combate, ya de anochecida una bala de fusil atravesó a Gaztañeta la pierna izquierda quedándosele alojada en el tobillo derecho; a su lado caía su capitán de banderas don Pedro Dexpois, también herido de un astillazo, al igual que el general Espínola.

La fragata Volante con tenacidad y mucho valor pudo interponerse entre el San Felipe el Real y una parte de sus enemigos sacrificándose heroicamente, logrando atraer el fuego de tres navíos de 70 cañones, soportando durante cuatro horas el duro castigo por la gran diferencia de buques y fuego, pero su comandante antes de darse por vencido se fue a pique con toda la dotación, salvándose unos pocos. Por haber anochecido los enemigos siguieron los fanales del navío San Felipe el Real, entrándole por la popa se le aproximaron dos navíos británicos, uno por cada banda, el primero del porte de 70 cañones le batió por la aleta de estribor, disparando una andanada a la que respondió el español, al recibirla entera el enemigo quedó muy mal parado con muchas averías, mientras el otro se acercó por babor para realizar la misma acción, contestándole el San Felipe el Real, pero éste también salió muy mal parado, ocasionándole la rotura de muchos cabos de labor quedando inútil el palo de mesana. Por lo maltratado se quedó rezagado lo que fue aprovechado por los británicos quienes le rodearon con otros seis navíos; el estado del almirante español era crítico, la hemorragia iba debilitándole, además le comunicaron que ya no quedaba casi pólvora; se apercibió que dos navíos españoles del jefe de escuadra don Baltasar de Guevara venían en su ayuda, por ello ordenó arriar la bandera, para evitar que ellos también cayeran en manos enemigas, dándoles a entender que la acción estaba perdida; en su navío tenía más de doscientos hombres fuera de combate y casi todos los oficiales.

En esta acción se encontraba don Andrés Reggio al mando del navío Santa Isabel, quedando rodeado como sus compañeros de la retaguardia por varios enemigos y al igual, fuera de la línea de combate sin posibilidad de recibir ayuda, al tener más de la mitad de su gente muerta o herida y el buque haciendo agua, decidió rendirse quedando todos prisioneros y él a su frente.

De la escuadra, los buques que no quedaron destruidos o fueron apresados, se dispersaron. Ninguno de los navíos españoles combatió, sino con dos o tres enemigos, siendo las pérdidas los navíos San Felipe el Real, de 80, insignia de Gaztañeta; Real, de 62, insignia de marqués de Mari; Príncipe de Asturias (Cumberland), de 72 insignia de Chacón y al mando de Cornejo; Santa Isabel, de 60, al mando de don Andrés Reggio; San Carlos, de 60, al del príncipe de Chalais; Triunfo, de 60, don A. González; San Isidro, de 50 don María Villavicencio y las fragatas: Sorpresa, de 40, don M. de Sada; Volante, de 40 don A. Escudero; Águila de Nantes, de 36, don L. Masnato; Juno, de 36, don P. Moyano y Esperanza, de 28, don J. Delfino.

El almirante trató de redimir con su vida, el error de la salida y acreditó en el combate su gran espíritu militar, tesón e inteligencia; fue llevado prisionero a Augusta con el resto de los españoles; como de costumbre los británicos proclamaron a los cuatro vientos que, se les había forzado a combatir «por empezar el fuego los españoles» añadiendo: «El accidente no debía considerarse motivo de ruptura entre las dos naciones»

Al respecto de los sucedido escribe don Juan José Navarro: «Y a pesar de la sorpresa de que el ilustrado y experto D. Antonio Gaztañeta fué objeto, y de la bravura de las dotaciones, sangre fría de los oficiales y esmerada construcción de los navíos, solo se echó de menos en todos ciencia naval, disciplina en las evoluciones y táctica de escuadras. Esto bastó para que, en pocas horas, quedase España sin su naciente Armada. Comprobé, pues, este melancólico día, que de nada sirven buenos navíos sin buenos oficiales, que buques se pueden logra en pocos meses, y apenas en muchos años de sólidos estudios, quien dignamente los maneje» Años más tarde escribía: «Hágase memoria de lo que sucedió en Sicilia en 1718, donde por la confianza que no había, por la inferioridad de navíos; por la poca orden, y sin necesidad precisa, se perdieron los navíos que teníamos habiendo expuesto esta pérdida a que pereciese en aquella isla todo aquel florido ejército tan victorioso contra los alemanes. Costando al rey más de doce años en volver a formar navíos que hiciesen Cuerpo de Armada, pues tantos pasaron desde el año 1718 hasta el año 1730 que empezó nuevamente a tener navíos buenos y malos.»

Hubieron reclamaciones diplomáticas por parte española, de las cuales se consiguió sacar facilidades para canjear a todos los prisioneros, pero ninguna mención de devolver algún buque, entre los prisioneros se encontraba don Antonio Gaztañeta, don José Patiño, don Andrés Reggio, Spínola y Cornejo, quienes embarcaron en la división del general don Baltasar de Guevara compuesta por los navíos San Luis, San Juan Bautista y Hermione, de 52 cañones (algunos autores lo dan como fragata) y la fragata San Felipe, para no desaprovechar ocasión, en el viaje se cruzaron con una fragata británica, la cual fue atacada y apresada, con ella tres mercantes a los que daba protección, pasando a ser marinadas arribando todos juntos a la bahía de Cádiz el 23 de noviembre seguido.

Anécdota: Don Isidro de Antayo embarcado con su compañía de infantes de marina en el insignia tuvo una gran suerte, pues los británicos trasladaron a todos ellos (uno de los nuevos Batallones) a un buque mercante que para colmo lo dejaron sin escolta, siendo descubierto al día siguiente por la división de don Baltasar de Guevara, quien atacó al buque británico y lo capturó, pasando a ser los cautivos liberados y los aprehensores prisioneros, desembarcando en la bahía de Cádiz.

Conclusión, escrita por don Cesáreo Fernández Duro: «La crítica no puede aceptar la absolución solicitada…, esa credulidad imprudente (Gaztañeta) ha de pesar siempre sobre la memoria del general de la Armada, porque si de algo sirve la Historia es el proceder de los almirantes ingleses debía tener aprendido lo que hay que fiar de protestas amistosas, y dado que no lo recordara, nada puede excusar, nada atenúa el olvido de lo más rudimentarios principios del arte de navegar, ni el imperdonable descuido de la dispersión de sus bajeles, sin regla en nada, á vista de otros ordenados de nación distinta.»

Bibliografía:

Blanco Nuñéz, José María.: La Armada española en la primera mitad del siglo XVIII. Navantia. Madrid, 2001. Edición no venal.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Vargas y Ponce, Josef de.: Vida de D. Juan Josef Navarro, primer marqués de la Victoria. Colección de Varones ilustres de la Marina Española. Imprenta Real. Madrid, 1808.

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Colegio Naval Militar cierre 1868

Posted By on 20 de agosto de 2021

El entonces Colegio Naval Militar sito en la población de San Fernando, era el lugar donde se impartían las clases para los nuevos aspirantes de la Armada. Por la revolución de septiembre de 1868, se cerró el Colegio Naval Militar ello se tradujo en que todos los aspirantes y guardiamarinas, pasaran de hecho a la fragata Asturias, la cual pasó a llamarse así por el mismo efecto de la Revolución, pues era la antigua Princesa de Asturias, estando fondeada en Ferrol pasando a ser la Escuela Naval Flotante, pero se abrió temporalmente el 10 de septiembre 1869. Comenzando oficialmente a funcionar el 1 de abril de 1871.

Bibliografía:

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Resolución regreso pesadilla 1866

Posted By on 19 de agosto de 2021

La fragata Resolución en su regreso de la campaña del Pacífico, después del bombardeo de la plaza fuerte del Callo sufrió una auténtica pesadilla, todo porque en el transcurso del bombardeo se acercó demasiado a tierra, tocó el codaste del timón con el fondo quedando desacoplado, al no poderse reparar dada la imposibilidad de disponer de un puerto amigo, la tormenta que se desató al doblar el Cabo de Hornos, lo desencajó del codaste exterior, por la mucha mar que propinaba grandes golpes al casco, no pudiendo solucionar la avería se decidió aserrar la madre del timón.

Con los materiales de abordo se construyeron cuatro espadillas, con la intención de poder lograr mantener algún rumbo, lo que resultó baldío por ir rompiéndose todas, quedando sin gobierno y a merced de los vientos, corrientes y mar, en estas condiciones pasaron cinco días, teniendo la suerte de cruzarse con el buque Peter Fordt de pabellón danés, quienes le lanzaron calabrotes de remolque, al quedar así algo más asegurado volvieron a construir otra espadilla, al ver los daneses que con ella podían dominar el rumbo, los remolcó hasta doblar el Cabo de Hornos quedando en franquicia.

Consiguieron llegar a las islas Malvinas y en su puerto, se llevó a cabo la construcción de un nuevo timón, pero a bordo, pues las autoridades británicas no fueron amigas de dejar bajar la tripulación, sólo lo hicieron los indispensables y lo indispensable para comprar algún material. (El negocio es el negocio.)

Fue tan perfecta su construcción que al llegar a Cádiz prosiguieron rumbo a Cartagena, donde había sido asignada, en su arsenal se realizó la comprobación, solo tuvieron que poner algún remache más para terminar de ajustarlo, pues del resto de medidas y pesos, era incluso más perfecto que el de construcción.

Lo mejor de los españoles siempre sale con la improvisación, aquí está la muestra, en muy poco se ha cambiado. Nuestro espíritu siempre es el de «combatir» en guerrilla.

Bibliografía:

Fery y Torres, Alejandro.: Viaje de regreso de la Resolución. Imprenta de Fontanet. Madrid, 1882.

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Virgen del Carmen 2º-Gazteiz-Santa Rosa-HMS Stalwart

Posted By on 18 de agosto de 2021

Virgen del Carmen 2º. Autor desconocido.

Construido: por Trawler Builders Cook Welton & Gemmell en Beverly. Reino Unido, 1914.

Desplazamiento: 332 tn. Dimensiones: Eslora 42, por 7’20 de manga y 3’9 de metros de calado. Máquina: Alternativa de vapor con 560 C.V. y una caldera 12’6 kg. Velocidad: máxima 9 nudos. Armamento: un cañón Vickers de 76’2/50 m/m y otro Nordenfelt de 57/37 m/m en popa.

Fue el patrullero británico con el nombre de HMS Stalwart, al concluir la 1ª Guerra Mundial, se convirtió en pesquero, siendo comprado por Marlés un armador de Barcelona en 1920, quien lo renombró Santa Rosa, pero destinado a trabajar en Muros, por ello al producirse el alzamiento, varios carabineros lo abordaron, obligándole a salir con rumbo a Bilbao, quedando en el bando gubernamental, renombrado con el nombre de Gazteiz e incorporado a la marina vasca. (Diferenciar que, si bien al principio esta marina dependía de Valencia, llegó un momento sobre finales de 1936, que el gobierno vasco la nombró como suya, porque nada recibían del gobierno de la República, por ser muy difícil llegar a ellos, además de haber proclamado su república particular) pasando a prestar sus servicios en las costas del Cantábrico.

Al ser tomada Bilbao el 19 de junio de 1937, se encontraba en dique seco, pero dio tiempo a ponerlo a flote y escapar con rumbo a Santoña, de donde no logró salir siendo apresado por los nacionales el 27 de agosto.

Al quedar en el bando contrario se le renombró con el de este historial, y en recuerdo del amotinado y pasado a las filas de los gubernamentales; en su viaje a Ferrol sufrió una avería, siendo ayudado por sus compañeros entró Santander, fue reparado en parte y se hizo a la mar entrando en Ferrol donde en octubre de 1937 se le cambio el armamento, al ser dado de alta, fue destinado a Bilbao y elegido buque insignia de la flotilla de bous, al concluir la guerra en el norte, se le destino a Palma estando al mando del alférez de navío de la Reserva Naval D. Gonzalo R. García, continuando en su misión de interceptar y capturar todo buque mercante, con destino a la zona gubernamental.

De donde al caer Vinaroz, se le destino a proveer de todo a las tropas allí estacionadas, a su vez salía a la mar en protección de la zona y como era normal en estos buques, como aviso de la flota, por si podía distinguir el paso de algún mercante, e incluso un buque militar, para comunicarlo a sus compañeros, se encontraba en su base, cuando se recibió la orden del Almirante, del 16 de diciembre de 1938, de dividir a los bous en dos divisiones de cinco unidades, cada una se distinguía a su vez por dos letras, la segunda llevaban las “P V”, siendo su base Vinaroz (suponemos que la P era como Patrullero y la V como perteneciente a su base) y pintar letras en los bous bien visibles, para mejor ser identificados, en éste caso quedó en la segunda flotilla y con la letra “R”. Al ir las tropas del ejército avanzando, en sus diversos puertos se encontraban bous y otros buques, los armados quedaban de inmediato incorporados a las fuerzas vencedoras, así como al finalizar pasaron a desarme y ser devueltos a sus propietarios, porque había que recuperar la pesca, en éste caso paso en mayo de 1939 a Ferrol donde fue desarmado y devuelto a su propietario.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Numancia viaje de Cádiz al Callao 1865

Posted By on 17 de agosto de 2021

Fragata acorazada Numancia. Colección de Don José Lledó Calabuig.

Las características de la Numancia eran: eslora en la cubierta alta, 96,08; manga en el fuerte fuera de coraza, 17,34; puntal desde la cara alta de la quilla a la cubierta de batería, 8,87; calado medio a plena carga, 7,90; desplazamiento con ese calado, 7.500 toneladas; fuerza nominal de la máquina, 1.000 C.V. siendo 3.700 los indicados; artillería, 34 cañones de á 68 libras igual a 20 centímetros de calibre, como adelantos de la época el timón llevaba servomotor, un sistema de ventilación mecánica, las bombas de achique eran también de vapor y una destiladora de agua potable.

Todo el casco era de hierro, la coraza estaba atornillaba a un almohadillado de madera de teca de cuarenta y cinco centímetros de espesor sobre el que descansaba, de ésta forma todo el casco era uniforme, por ello desde fuera no se apreciaba ninguna alteración a la vista; la coraza comprendía desde dos metros y treinta centímetros, por debajo de la línea de flotación, hasta su coronamiento en la cubierta principal, toda ella era de trece centímetros de espesor, menos la parte alta en que quedaba reducida a doce lo mismo que en los extremos de proa y popa; teniendo un peso de 1.355 toneladas. En las pruebas la máquina de 1.000 caballos, movía una hélice de 6,35 metros de diámetro, a cincuenta y cuatro revoluciones por minuto, consiguiendo en ese momento alcanzar los 3.700 C.V. efectivos, proporcionándole una velocidad de algo más de trece nudos, en la práctica y cargada al máximo se quedaba en torno a los doce.

Fragata acorazada Gloire. Colección de Don José Lledó Calabuig.

El aparejo era el de una fragata media, con una superficie de velamen de 1.846 metros cuadrados, por ello no era ni tan raquítico como el de la Gloire francesa, ni tan desmesurado como en la Warrior británica, estaba a mitad de camino entre las dos, obteniendo con él los cuatro nudos de velocidad. Para la supervivencia en combate disponía para el Comandante y los timoneles, sobre cubierta dos grandes torres de sección elíptica, construidas de fuertes macizos de madera revestidos de un blindaje de planchas de hierro de doce centímetros de espesor, estando en la de popa la rueda del timón de combate.

Fragata Acorazada HMS Warrior. Colección de Don José Lledó Calabuig.

Al mando de don Casto Méndez Núñez y su segundo don Juan Bautista Antequera, llegó al arsenal de Cartagena donde se le montó la artillería y se le terminó de dotar de hombres, el 8 de enero de 1865 salió a la mar con rumbo al arsenal de Cádiz, donde llegó el 11 por la mañana. En este puerto fue completado su alistamiento, carboneando al máximo, víveres y caudales; cargada en exceso, pues se le dotó de más pólvora y proyectiles, víveres para seis meses, mil ciento sesenta toneladas de carbón, con ello alcanzó un calado de treinta y un pies y dos pulgadas, igual a nueve metros y noventa y seis centímetro en popa y veintisiete pies con cinco pulgadas en proa, igual a ocho metros y treinta y seis centímetros, aumentando el desplazamiento a 7.700 toneladas en total.

Salió el 4 de febrero con cuatro de sus calderas encendidas a las 16:00 horas, en franquicia despidió al práctico a las 18:00, poniendo rumbo O. SO., con mar llana y viento fresquito del Noroeste para llegar a las islas de Cabo Verde el 12, ya cerca de su primer destino se desató un fuerte temporal del Noroeste, el cual por su dirección era recibido de través por el buque, el oleaje era el propio del Atlántico con largas y altas olas, por su efecto la fragata llegó a alcanzar escoras de 53º, significando que el balanceo era de regala a regala, incluso metiendo parte de la obra muerta bajo el mar, pero se demostró su buena distribución de pesos, pues sola se adrizaba como si nada hubiera pasado sobre ella.

Esto fue lo que después figuró en su libro de Bitácora y demostrando al mundo que los buques acorazados podían navegar perfectamente en mares abiertos; al amanecer del 13 de febrero, entraba en el Puerto Grande de San Vicente dejando caer las anclas, para reemplazar el carbón consumido desde la salida, para proseguir su derrota en demanda del puerto de Montevideo. La noticia llegó al Almirantazgo británico, en él que lord Ramsay dijo: «Ese viaje basta para hacer inmortal al marino español en los anales de la navegación del mundo.»

El 16 después de haber rellenado los depósitos de carbón, leva el ancla y se hace a la mar desde estas isla desoladas de Cabo Verde; como el tiempo era bonancible se largó el velamen y se apagó la máquina, en esas condiciones de viento flojo, se pudo comprobar que el buque navegaba a cuatro nudos, en la singladura del 23 al 24 cortaron la línea equinoccial por los 20º de longitud O., de San Fernando.

Cruzando el paralelo de Río de Janeiro, sucedió un hecho poco corriente; «La fragata navegaba a la vela con velocidad muy moderada, y la tropa y marinería se ejercitaban en el tiro al blanco de carabina: algunos individuos que se ocupaban en pescar desde la popa engancharon a un mismo tiempo un tiburón y un dorado; no falto quien del primero se amparase como manjar sabroso y abundante para un festín opíparo; el dorado se destinó al Comandante, y al suspenderlo de la cola vomitó el animalito 32 balas de las consumidas en el ejercicio, todos quedaron sorprendidos de la voracidad de éste pez, se decidió conservar las balas, como prueba a fortiori para desvanecer las dudas de los incrédulos.»

El 13 de marzo fondeó en las aguas del caudaloso Río de la Plata, abandonando éste puerto el 2 de abril a las 09:00 saludando con trece salvas a los buques insignias de marinas extranjeras que allí se encontraban, los cuales respondieron de igual forma, devolviendo el saludo a la Numancia, al estar en franquicia puso rumbo al estrecho de Magallanes.

En la travesía de un océano al otro lanzaron al agua el ancla en el Puerto del Hambre, donde se reunieron con el vapor Marqués de la Victoria, del cual iban recibiendo carbón, mientras le esperaban en aquel fondeadero tuvieron varios contactos con los indígenas del lugar, de ellos no salieron muy contentos, pues sólo querían alcohol para beber y su olor era insoportable, el 19 repletos otra vez los depósitos de carbón arrumbaros al océano Pacífico, continuaron su viaje por el estrecho de Magallanes, sobre las 10:00 cruzaron frente al morro de Santa Águeda, extremo meridional de la costa patagónica y final de la cordillera de los Andes, situado en la latitud de 53º y 54”. Al terminar la navegación de éste día, se dio fondo con cuarenta y cinco brazas de bitadura en la bahía de Fortescue, de pronto apareció un buque que sin bandera se acercaba, se dio la orden de zafarrancho de combate, se cargaron los cañones con bala y se esperó, al estar el vapor encima y al ver las prevenciones tomadas, arboló su bandera y se reconoció por sus colores peruanos; era la corbeta América, una de las dos que en el Reino Unido había construido para éste país, era del porte de 16 cañones rayados, pasó cerca de la proa y fondeó por el través de estribor.

A la mañana siguiente la corbeta peruana abandonó el fondeadero muy temprano, la Numancia no pudo hacerlo tan rápido, consiguiéndolo a las 07:00 por tener que aclarar el ancla, por salir encepada con vuelta a la uña; al terminar la operación, ya con las ocho calderas encendidas la fragata arrancó a toda máquina en demanda de la angostura formada por la isla de Carlos III y la costa, pasada la cual penetró en la de Crooked-Reach, siendo la sección más estrecha de todo el Magallanes.

Prosiguió después por el canal de Long Reach, fueron acompañados por multitud de lobos marinos y ballenas, más una piragua que en vano pretendía darles alcance, el tiempo se fue cerrando aunque no impedía ver las moles de tierra, sobre las 17:00 se pudo marcar el Cabo Pilares, el cual señala el fin del estrecho, era el 20 de abril; una hora después la Numancia estaba surcando las aguas del océano Pacífico, siguiendo su estela la corbeta peruana.

Después de diez días de navegación por el Estrecho y ciento diez leguas de extensión la salida al Pacífico fue eso, pacífica, pues se recibía una mar tendida del S. SO., aunque molestaba un poco por el balanceo del buque, al igual sucedió en la travesía desde las islas Canarias a Cabo Verde, pero no le iba tan bien a la corbeta peruana América, pues se vio obligada a poner proa a la mar por los continuos encapillados.

A la mañana siguiente roló el viento y ya nada perturbaba la navegación, el tiempo era bueno, la mar llana y el viento fresquito, permitiendo dar la vela para ayudar a la máquina, hasta llegar poco después de amanecer el 28 al puerto de Valparaíso, donde recalaron para verificar si en él se hallaba algún buque de nuestra escuadra, les fue confirmado se encontraba la corbeta Vencedora, poco tiempo después su comandante don Joaquín Navarro se halló a bordo, acompañado del cónsul español señor Agacio para saludar a don Casto.

En la conversación con Méndez Núñez, se le puso al corriente del arreglo con el que se había llegado con el Perú, confirmándole que la escuadra estaba en el Callao, al tener conocimiento de ello poco después se hizo de nuevo a la mar con rumbo al puerto donde se encontraba la escuadra española. Después de siete días de navegación, el 5 de mayo hizo la entrada en el Callao acompañada por la Vencedora, por salir de Valparaíso juntas, al entrar saludo al cañón a la insignia del general Pareja, a bordo de su buque la fragata de hélice de primera clase Villa de Madrid, quien respondió al saludo de la entrante con las once salvas de ordenanza, sobre las 11:00 fondeaba estando presentes el Mayor General, capitán de navío don Miguel Lobo y Malagamba, y compuesta por las fragatas Villa de Madrid, Berenguela, Resolución y Blanca, al mando respectivo de los capitanes de navío, don Claudio Alvargonzález, don Manuel de la Pezuela, don Carlos Valcárcel y don Juan Bautista Topete, más la goleta Covadonga, al mando del teniente de navío don Luis Fery.

«El día cinco de mayo fondeó en el Callao la fragata blindada Numancia, formando parte de la escuadra en el Pacífico, después de sesenta días de navegación desde Cádiz. Fue el primer buque blindado que se lanzó a resolver el problema de si era o no posible a los de su especie atravesar los mares. En aquel puerto, frecuentadísimo por buques de todas las naciones, llamó la atención el viaje de dicha fragata. Los marinos extranjeros la visitaron con interés, la prensa se ocupó de tan audaz viaje, y cundió por la América, por la Europa y por el mundo entero la feliz empresa que la blindada española había llevado a cabo. Los constructores que en Tolón la habían hecho, mostraron su modelo en la Exposición de París. El Gobierno español y la España entera, satisfecha de que un buque con su bandera y tripulado por españoles hubiera dado tal ejemplo a las Marinas todas, premió a Méndez Núñez y a sus compañeros.» Esto lo escribió el entonces alférez de navío don José Emilio Pardo de Figueroa en sus apuntes de campaña.

Se había realizado treinta días de mar y treinta de descanso en puerto, en ellos se recorrieron tres mil leguas y consumido dos mil ochocientas toneladas de carbón, habiendo perdido sólo un hombre, por un infortunado golpe de mar que lo arrojó al mar y nada se pudo hacer por recuperarlo. Este viaje despertó gran expectación en los círculos navales de todo el mundo, pues era la primera vez que, un buque acorazado realizaba un viaje tan largo y de tanto riesgo, (sólo cruzar el estrecho de Magallanes, ya es una muestra del buen hacer en la Armada Española) pues los expertos mantenían que el peso de la coraza les haría zozobrar en cualquier momento o por un golpe de mar, pero en este caso no fue así.

Hasta la fecha, incluidos los británicos, pensaban que si en un navío, la aglomeración de tanta gente producía a veces estragos en las dotaciones, un buque acorazado con mucha menos ventilación y mucho más duro de maniobrar, los resultados debían ser por fuerza desastrosos, por lo cual una vez más los españoles se impusieron y demostraron su gran experiencia en las cosas de la mar, sus habilidades y con la pericia suficiente por las dotes de mando de sus oficiales, máxime como en ésta ocasión con todos ellos escogidos de entre toda la Corporación, para lograr hacer posible el desplazamiento a largas distancias con éste tipo de buques, sin ningún tipo de referencia ni conocimiento náutico anterior, sin tener que sufrir más pérdida que la de un marinero; todo esto le valió a Méndez Núñez, su ascenso al grado de brigadier por Real orden del 20 de junio seguido.

Bibliografía:

Cebrián y Saura, José.: Páginas Gloriosas de la Marina de Guerra Española. Imprenta M. Álvarez. 1917.

Cervera Pery, José.: El Panteón de Marinos Ilustres, trayectoria histórica, reseña biográfica. Ministerio de Defensa. Madrid, 2004.

Cervera y Jácome, Juan. El Panteón de Marinos Ilustres. Ministerio de Marina. Madrid. 1926.

Fernández Duro, Cesáreo. Disquisiciones Náuticas. Madrid 1996. Volumen III.

Filgueíra Valverde, José, Día de la Hispanidad. En el centenario de Méndez Núñez. Pontevedra. 1969.

García Martínez, José Ramón. Méndez Núñez (1824-1869) y La Campaña del Pacifico (1862-1869). Xunta de Galicia, 2000. 2 tomos.

Glorias de España. Combate de El Callao, dos de mayo de 1866. Madrid. Mayo de 1898.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Iriondo, Eduardo. Impresiones del Viaje de Circunnavegación en la fragata blindada Numancia. Madrid, 1867. Pagada por el autor.

Lledó Calabuig, José. Buques de vapor de la Armada Española, del vapor de ruedas a la fragata acorazada, 1834-1885. Agualarga, 1998.

Mendívil, Manuel de. Méndez Núñez o el honor. Madrid, 1930.

Mendívil, Manuel de. Méndez Núñez, su Marina y la Marina de hoy. Ministerio de Marina. Madrid, 1924.

Novo Colson, Pedro de. Historia de la Guerra de España en el Pacífico. Madrid, 1882.

Pola, Conde de Santa. La Vuelta al Mundo en la Numancia y el Ataque del Callao (Apuntes para una biografía del Almirante Antequera). Editorial Naval. Madrid, 1993. 2.ª edición.

Scheina, Robert L.: Iberoamérica. Una Historia Naval 1810-1987. San Martín. Madrid, 1991.

VV. AA.: Documentos relativos a la campaña del Pacifico (1863 — 1867) Museo Naval. Madrid, 1966 — 1994. 3 Tomos.

VV. AA.: Méndez Núñez, El Marino y sus buques (1840-1869). Recopilación de libros (fotocopias) y artículos de la Revista General de Marina, así como de la Revista de Historia y Cultura Naval, en originales y ordenados por don José Lledó Calabuig. Encuadernados en un tomo. Obra que suponemos única sobre éste marino.

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Biografia Esteban Fradera y Bohigas

Posted By on 16 de agosto de 2021

Esteban Fradera Bohigas. Autor desconocido.

Cabo de mar.

Nació en Malgrat de Mar provincia de Barcelona el 26 de noviembre de 1837 en la calle de las Alobas número 11, (en la actualidad lleva su nombre) Fueron sus padres don Manuel Fradera, de su madre lo desconocemos. Comenzó su carrera naval muy joven, es de suponer que como marinero enrolado, pasando de un buque a otro hasta ser ascendido a cabo, continuando con sus embarques y ser destinado a la fragata Resolución.

Un poco de historia: Después de unos complicados cruces de escritos entre ministros y presidentes, se concluye con la firma aceptando mantener comunicaciones oficiales a nivel de Cónsules entre Perú y España. Perú da a conocer la idea de poder atraer a diez mil españoles, para ello se establece una empresa consiguiendo que 25 familias vascas con doscientos sesenta emigrantes viajen por su cuenta a la zona de Talambo, cerca de Pacasmayo al Norte del país, al llegar se dan cuenta que casi son unos esclavos, por ello el 3 de agosto de 1863 se reúnen para protestar ante sus jefes, un tal Salcedo los convence y al ir a retirarse, el mayordomo de la hacienda con unos pistoleros les disparan, asesinan a don Juan Miguel Ormazabal y hieren a otros cinco, dándole una paliza a Miner, el cabeza de la protesta, a quien ya en el suelo es arrastrado y colocado junto al cadáver de Ormazabal, el resto después de recibir una lluvia de balas y palos son encerrados en una choza con vigilancia durante dos días enteros, menos Micer que permanece veintitrés. Se intenta averiguar la verdad por parte de un juez, pero a fecha de hoy (2015) nada se ha podido averiguar de las razones exactas de este triste comportamiento, desatándose al saberse en España un cruce muy grave de peticiones para aclarar los hechos. Además este comportamiento ya había sucedido con alemanes, asiáticos e ingleses.

En 1862 se pone en marcha la formación de una pequeña escuadra, con la comisión científica de levantar planos de las costas del Pacífico y aprovechando la mejora de relaciones entre ambos países ver la posibilidad de conseguir un apostadero (como el existente en Montevideo) aumentando así los lazos de unión, pues España lleva muchos años sin hacer acto de presencia en el mar del Sur, a su mando se designa al jefe de escuadra don Luis Hernández Pinzón, quedando formada por la fragata Resolución, insignia y Triunfo, con la orden expresa de evitar confrontaciones, tanto que se le previene para no coincidir en los puertos los días de fiesta nacional de la independencia de los respectivos países. La escuadra sale de Cádiz el 10 de agosto de 1862 con rumbo a Río de Janeiro, donde llegan el 6 de octubre, salen  arriban en noviembre a Montevideo, donde se incorpora a la escuadra la goleta Covadonga, decidiendo Pinzón cruzar por el Magallanes, pero los viento muy fuerte causan en la Resolución un destrozo en el timón obligándoles a retroceder, fondeando en las Malvinas, aquí no había nada para solucionar el problema, decidiendo enviar a Montevideo a por materiales, al regresar se alista el buque con un retraso de dos meses, en abril salen a doblar el cabo de Hornos, sufriendo un duro temporal consiguiendo fondear en Valparaíso en mayo, donde fueron muy bien recibidos, a finales de junio salieron con rumbo al Callao donde llegan el 10 de julio de 1863. Estando fondeados el comandante de la Covadonga don Luis Fery informa a Pinzón de los hechos ocurrido en la hacienda algodonera de Talambo. Se suceden unos movimientos políticos desacertados en Madrid, con varios nombramientos de representantes para Perú y Chile, tanto que el primero no concede el plácet al presentado por ser un conocido intrigante, este desdén fue muy mal acogido por el ministro don Francisco Mata Alós en la capital de España. Mientras lo que sí hizo Pinzón fue recoger a los vascos, para ello envío a la goleta Covadonga a Pacasmayo para conducirlos al Callao. Regresa de España don Eusebio de Salazar y Mazarredo con nuevas órdenes del gobierno, con el nombramiento de Ministro en Bolivia y Comisario Extraordinario para Perú (país que anteriormente no le había aceptado), se mueve como pez en el agua por las delegaciones de Francia y Gran Bretaña, visita Lima y a su presidente. La escuadra zarpa del Callao con rumbo Norte, tocan en Guayaquil Panamá, Acapulco y San Francisco llegando el 9 de octubre de 1863, por ser muy lenta la Covadonga se le ordena regresar al Callao, una vez terminado el recorrido ordenado en Madrid para la comisión científica regresan al Callao las dos fragatas, quedando unida la escuadra, donde a su vez desde España se incorpora la corbeta Vencedora en enero de 1864.

Un dato más que dice mucho: Se recibe en la Legación Española en Washington un comunicado de un diputado a Cortes, en el cual se asegura que la escuadra de Pinzón se ha ido a pique en la Baja California. El tal diputado no es otro que el señor Salazar, quedando demostrado su interés en producir un enfrentamiento. Salazar se presenta a Pinzón, explicándole (sin mostrar los documentos pedidos por el general) que debe tomar las islas Chinchas o Lobos hasta que el problema quede resuelto (se refiere a las indemnizaciones pedidas por el Gobierno por el maltrato y asesinato de los vascos) No fiándose del todo Pinzón leva anclas y arrumba a Valparaíso a esperar órdenes directas del Gobierno, estás no llegan e instigado por el representante español, decide el 14 de abril de 1864 tomar las islas Chinchas, donde acude el señor Salazar para verificarlo in situ. Al no existir resistencia Pinzón arrumba al Callao para explicar al gobierno de Perú la acción tomada, comunicando al mismo tiempo a las delegaciones británica, francesa y norteamericana las razones de esta resolución militar. La situación se agrava por momentos y obliga a Pinzón a dar la orden de levar y fondear en las islas Chinchas. Viendo el problema el señor Salazar decide regresar a España. Mientras todos los países del cono Sur se movilizan en contra, por pensar que los españoles solo quieren volver a recuperar lo perdido tan solo cuarenta años atrás. El Gobierno al conocer la noticia reacciona mostrando por escrito su desagrado, quedando exonerado el señor Salazar y Mazarredo de su cargo político, al llegar la noticia a Pisco donde se halla la escuadra, Pinzón dimite de su cargo el 24 de noviembre, y justo al día siguiente en un embarque de repuestos en la fragata Triunfo, se produce un incendio imposible de ser sofocado perdiéndose el buque, quedando reducida la escuadra a una fragata, una corbeta y la goleta.

Al conocerse en la península el agravamiento de la situación se nombra el 22 de octubre próximo pasado al general don José Manuel Pareja y Septiem como jefe de la escuadra, quien se presenta en Pisco el 6 de diciembre, el 11 arriba la fragata Berenguela y el 20 la Villa de Madrid y Blanca, reforzando con ello el dispositivo militar de España, pero con el agravante de haber declarado el Gobierno de Perú como contrabando la venta de carbón, por ello solo llegaba algún buque desde San Francisco o Panamá con suministros. El general Pareja (limeño de nacimiento) llega con órdenes muy concretas de firmar un convenio de paz con la república, lo que hace saber al presidente de Perú general don Manuel Ignacio de Vivancos, comienzan las conversaciones y al ir alargándose sin razón Pareja pone un límite de 48 horas para ser firmado con los arreglos de última hora. Sucintamente el Tratado dice: «Se devolverán las islas Chinchas y la República de Perú indemnizara con tres millones de pesos fuertes a España en concepto de reparaciones.»

El tratado debía ser ratificado por el Congreso de la República pero al leerse las condiciones todos los congresistas se levantaron y abandonaron el lugar, ante ello Vivancos como presidente confirmó a Pareja su firma, efectuándose a bordo de la fragata Villa de Madrid el 27 de enero de 1865 y ratificado el siguiente 2 de febrero. Pero era patente el desagrado de los congresistas y parte del pueblo movido sobre todo por el partido Rojo. A pesar de la intranquilidad reinante o quizás por desconocimiento al no haber desembarcado ningún español, el general Pareja autorizó el 5 de febrero el desembarco de los libres de servicio, siendo en torno a los ciento cincuenta hombres para al menos estar unas horas en tierra. Desembarcaron sin notar alteración ninguna, esto les hizo confiarse y se desperdigaron por la ciudad, como es normal unos iban en grupos pequeños y otros simplemente solos, entre estos se encontraba el cabo de mar don Esteban Fradera de dotación en la fragata Resolución.

Cuando de pronto comenzaron a recibir insultos y gritos amenazadores, ante esto algunos se encaminaron al puerto para embarcar, sin mayores problemas la mayor parte lograron ponerse a salvo, Fradera al parecer no se enteró quizás por estar más alejado. Hay muchas versiones sobre los hechos, pues la prensa española (como todas) en estos casos cargan tintas, por ello en nuestra opinión pasamos a transcribir un relato (después de repasar varios) que quizás se aproxime a la realidad; es una mezcla del redactado por don Pedro de Novo y Colson y don José Ramón García Martínez, considerando que ambos autores no tienen ánimo de mal gastar tinta. «Sobre las 18 horas una turba excitada empieza a increpar a los marinos españoles y tras los insultos comienzan a envalentonarse debido a su mayor número (las multitudes tienen muchas cabezas, pero ningún cerebro), comenzando la persecución de los que iban solos (más de uno, para ellos ya eran demasiados), Fradera como se ha dicho era uno de estos, al verse acosado intenta llegar al muelle mientras a su alrededor cae una lluvia de piedras. No encuentra ninguna barca disponible pero ve una a poca distancia, se lanza al agua y nada hasta ella, el patrón le niega el auxilio, (si a éste lo hubiera tirado al mar, el problema se habría resuelto) viéndose obligado a regresar, al ascender al muelle un oficial del ejército y otro de la marina de Perú lo detienen, estando con ellos el gentío avanza, uno le intenta robar su cuchillo, mientras otro con un palo por la espalda le golpea, ante esto se libra de los oficiales diciendo ‹no aguanto más› empuña su arma reglamentaria y se encara a la multitud, ésta (muy valiente) retrocede y le abre camino, al dejarle espacio vuelve a recibir la lluvia de piedras, arremete contra tres que estaban más cerca y los acuchilla, esto asusta a la plebe quienes le gritan más improperios y arrojan más piedras, en ese instante un proyectil de los lanzados le impacta en un ojo saltándoselo, quedándole colgando por el nervio óptico, sin pensar lo coge y saja con su arma arrojándolo al suelo, regresando al combate, pero el asustado populacho se limitó a lapidarlo a distancia, se mantuvo en pie durante unos minutos hasta recibir varias piedras en la cabeza que le aturdieron, momento aprovechado para lanzarse sobre él y asesinarlo, solo en este momento hizo aparición la policía para rescatar su cadáver.»

Por vía diplomática se comunicó el desagrado del gobierno español al peruano, reclamando una indemnización para la familia del cabo asesinado, éste respondió pronto, primero asegurando que los culpables estaban encarcelados y segundo enviando al general Pareja en billetes el importe de seis mil pesos (1) al recibirlos envío las gracias al Gobierno de Perú. Los españoles residentes en la ciudad Cerro de Pasco recaudaron otros cuatrocientos pesos (Soles), equivalentes a 5.929’20 reales de vellón, sumados a los 2.002 que tenía Fradera de su propiedad, fueron depositados en la Caja de la escuadra, el general Pareja remitió los 7.931’20 contra una letra del Tesoro a su viuda doña Francisca Uller.

Cuatro buques de la Armada han sido bautizados con el nombre del Cabo Fradera, el primero construido en la Habana en 1870, segundo en 1895 en Cowes, Reino Unido también destinado en Cuba, vendido a los norteamericanos al terminar la guerra, el tercero en La Unión Naval de Levante, en Valencia en 1928, con destino a la guarda de la frontera con Portugal en el cauce del río Miño, donde le siguió el cuarto en 1963 construido por Bazán en La Carraca y a fecha de hoy sigue activo en el mismo cometido, con el distintivo de costado P-201, siendo por otra parte el único patrullero fluvial de España.

Entre los muchos cantos a la gesta de la campaña del Pacífico, destaca el siguiente: «El Canto del Marino» / «La Bandera española en el Pacífico.» / «Raya, bandera, en la región de gloria / que halla el valiente en la celeste esfera, / noble florón de la española historia, / ¡Raya, bandera! / A Pezuela, su prez, Madrid envía, / Canarias, al intrépido Antequera, / a Patera, y a Lobo, Andalucía; / ¡Raya, bandera! / Topete insigne, de ánimo atrevido, / del peruano el corazón lacera / Vácarcel a su lado ha combatido, / ¡Raya, bandera! / Alvargonzález a vengar injurias, / vuela con Sánchez, que en la mar impera, / este, prez de Galicia, aquel de Asturias, / ¡Raya, bandera! / Truena el cañón, valiente el peruano, / cual hijo de español, la muerte espera, / sobre el combate bárbaro, inhumano, / ¡Raya, bandera! / Por si los muertos nos abrasa el llanto, / si por la noble sangre marinera / llama el Señor a nuestro lloro, ¡santo! / ¡Raya, bandera! / Vengada está la sangre, o Cataluña, / que por su patria derramó Fradera, / de Barcelona, a Cádiz, a Coruña, / ¡Raya, bandera! / Al sucumbir la víctima, su acento / de España reclamó venganza entera; / cumplió el marino tan sagrado intento, / ¡Raya, bandera! / Honra de España, orgullo de Galicia, / ¡Méndez, la patria a su Almirante espera; / gloria inmortal tus sienes acaricia! / ¡Raya, bandera!» por don Fernando Fulgosio Carasa. La moneda peruana es el Sol, por la existencia en la época de la paridad oro, la equivalencia de un Sol era igual a veinte reales, o moneda de 25 gramos de plata de 900 milésimas, traducidos a reales de vellón los seis mil pesos (costumbre de denominar a la misma moneda de 20 reales) se convertían en 88.938.

Fernández Duro, Cesáreo.: Naufragios de la Armada Española. Establecimiento tipográfico de Estrada, Díaz y López. Madrid, 1867.

Fulgosio Carasa, Fernando.: El canto del marino. La bandera española en el Pacífico. Publicada en El Museo Universal, del 8 de julio de 1866, página 215.

García Martínez, José Ramón.: Méndez Núñez (1824-1869) y La Campaña del Pacifico (1862-1869). Xunta de Galicia, 2000. 2 Tomos.

Novo Colson, Pedro de.: Historia de la Guerra de España en el Pacífico. Madrid, 1882.

VV. AA.: Buques de la Armada Española. Historiales (1700-2014) Instituto de Historia Naval y Fundación Alvargonzález. Gijón, 2014.

VV. AA.: El Buque en la Armada Española. Sílex. Madrid, 1981.

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Cabo Fraderas indemnización a la familia 1865

Posted By on 16 de agosto de 2021

Como pago a tan amigable tratado, (Pareja-Vivancos) firmado en enero, como muestra de buena amistad desembarcaron algunos marineros de la fragata Resolución, el descontento del pueblo se manifestó en turba, de ella resulto muerto el cabo de mar don Esteban Fradera, quien al verse rodeado se defendió y con su cuchillo de mar, logró matar a tres y herir a otros siete, pero la multitud comenzó a bombardearlo a pedradas, una de ellas le salto un ojo, el cual él mismo corto para que no le estorbara, mientras otras le fueron dando en la cabeza aturdiéndolo, momento aprovechado para echársele encima causándole la muerte, este hecho ocurría el 5 de febrero de 1865.

El gobierno peruano reconoció el error y por decreto del 15 de marzo ordena pasar a la viuda, hijos y padres del cabo Fradera seis mil pesos fuertes como indemnización por su asesinato.

Bibliografía:

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Novo Colson, Pedro de.: Historia de la Guerra de España en el Pacífico. Madrid, 1882.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Biografía Diego de Egüés Beaumont y Verdugo de la Cueva

Posted By on 15 de agosto de 2021

Capitán General de la Flota de Nueva España. Gobernador y Capitán General de Nueva Granada. Caballero de la Militar Orden de Santiago.

Nació en Sevilla por 1612, fueron sus padres don Martín de Egüés Beaumont y Jiménez del Bayo, y doña Ana Verdugo de la Cueva, siendo el primogénito. Por la alcurnia de su familia fue nombrado de niño paje del Príncipe de Asturias don Felipe futuro rey IV de su nombre, al ser nombrado Rey le concedió en diciembre de 1627 el hábito de la Orden de Santiago, cuando contaba entorno a los 14 años de edad.

En abril anterior su padre fue nombrado Presidente de la Audiencia de Charcas, viajando a su nuevo destino con toda la familia, sucediendo que falleció a los catorce meses de ocupar el cargo (agosto de 1628), eral tal el estado pecuniario de la familia que el virrey conde de Chinchón, le nombró corregidor de Cochabamba con tan solo 16 años de edad, de esta forma poder ingresar algún peso y mantener a su familia. A pesar de su juventud dejó un grato sabor entre la población y su jefe.

Pasados unos años fue nombrado capitán de infantería en el Tercio del maese de Campo don Sebastián de Corcuera destinado en el puerto del Callao, pasando con el mismo grado a una compañía de arcabuceros, embarcando en la armada de la carrera de indias. Pasó a Cartagena de Indias embarcando como a tal capitán de Mar y Guerra en el galeón San Marcos, almirante don Pedro de Ursúa y Arizmendi, en la Armada de Tierra Firme al mando de don Carlos Ibarra, al terminar el embarque dio la vela con rumbo a la Habana el 7 de agosto de 1638, dando escolta a la Flota; en la Habana se sabía la presencia de los bátavos, enviando buques en aviso de su presencia, al llegar a Cartagena don Carlos llevaba varios días de ventaja, no pudiendo darle la noticia.

El 31 de agosto al doblar la altura de Pan Cabañas se avistaron las escuadras. La holandesa al mando Cornelis Joll (Pie de Palo) compuesta por diecisiete buques, la española por siete; al ser divisados los bátavos se lanzaron, Ibarra dio la orden de dejarlos llegar hasta estar abarloados para hacer la primera descarga, esto causo estragos en los buques enemigos, pues no solo fue la artillería si no los arcabuces y mosquetes, se prolongó el combate durante ocho horas, por retirarse los enemigos a un distancia de tres millas, donde celebraron consejo; se aprovechó la noche para reparar averías importantes e incluso arbolar algún bajel por ambas partes, el 3 de septiembre volvieron al ataque, solo que ahora era trece los enemigos contra cuatro españoles, manteniendo la distancia a tiro de cañón limitándose a un mutuo bombardeo, si bien hacía su daño no era tan importante como a boca de jarro, retirándose de nuevo los bátavos y Pie de Palo intentando convencer a los suyos para un tercer intento, estos habían sufrido muchas bajas y no estaban por la labor.

El 5 aparecieron unas grandes urcas holandesas, unidos ahora sumaban veinticuatro velas, al ver el aumento de los enemigos don Carlos dio la orden de poner rumbo a Veracruz, lo curioso fue que el 6 no estaban a la vista los enemigos, confirmando el dato de haber sufrido mucho daño, de no ser así lo hubieran intentado y más estando reforzados, pero nadie molestó a la Flota, pues los únicos que se cruzaron en su rumbo forzaban de vela para huir de su vista, fondeando en el puerto de destino el 24 seguido. En vista de esto, desde Veracruz zarparon buques ligeros con rumbo a la península, avisando de la situación de la Flota, así se ordenó armar ocho galeones para incorporarlos a la escuadra de don Carlos, al mismo tiempo que zarpaban estos se ponía en movimiento la Escuadra del Océano con rumbo a las islas Terceras, pero todo esto no sirvió de nada, dada la astucia de los mandos de las dos Flotas, la de Nueva España y Tierra Firme junto a la Armada de ésta, pues en época no ajustada, zarparon el 25 de enero de 1639, utilizando una derrota desconocida realizando el viaje, de hecho ni se hizo escala en la Habana por si estaba vigilada, ni se acercaron a las islas Terceras, por todas estas previsiones la Flota arribó a la bahía de Cádiz el 15 de julio de 1639.

Al llegar a la península fue incorporado con el mismo cargo en la armada del Océano, a finales del mismo año el Príncipe de Condé invadió el Rosellón rindiendo la plaza de Salses, acudiendo raudas las escuadra de galeras y del Océano, desembarcando los infantes de los cuales Egüés mandaba ya varias compañías, logrando en muy poco tiempo recuperarla. Participó en el combate naval entre la escuadra de don Jerónimo de Sandoval con ocho galeones un patache y dos galeones de la Armada de la Flota, contra la francesa al mando del marqués de Brezé con treinta buques el 21 de julio de 1640 frente a Cádiz, por la gran diferencia cada español fue atacado por varios enemigos, a ello se sumó el lanzamiento de brulotes, pese a todo los mercantes pudieron entrar sin ser molestados en la bahía, pero no quedó aquí la victoria, pues aunque huyendo consiguieron entrar siete de los galeones, si bien muy chamuscados y solo uno se perdió, fue tal el agrado con que fueron recibidos que surgió del gracejo andaluz una pequeño canto: «…si no volvían los galeones con feliz suceso, lo hacían con reputación…»

El 1 de junio de 1641 firmaron un tratado de alianza Francia y Portugal, uniéndose poco después Holanda, con la intención de acabar con la escuadra española y así conseguir capturar las Flotas de Indias. Al recuperar las islas Terceras (gracias a que en ellas seguían de gobernadores personajes portugueses) decidieron bajar al cabo de San Vicente para interceptar la Flota. Por el mismo tratado los bátavos debían regresar a sus aguas en noviembre, si la Flota se retrasaba debían abandonar, los franceses eran treinta y cinco velas, se desconocen las portuguesas y holandesas. España reunió veintitrés galeones de todas sus escuadras, al mando del duque de Ciudad Real, don Juan Alonso de Idiáquez y Robles, de quien Fernández Duro dice: «Soldado valeroso ajeno á la mar», produciéndose el encuentro el 4 de noviembre. No hay muchos datos sobre el combate, solo se sabe lo que el duque de Ciudad Real le comunica al Rey: «…se han echado al fondo a tres buques bátavos, otro quedó casi deshecho y el resto con graves averías.» Según otro historiador de la época dice: «…la escuadra holandesa no intentó entrar en ningún puerto, no dejando de navegar hasta arribar a su puerto de origen.» Egüés al mando del galeón San Juan Evangelista participó en este combate.

A primeros de agosto de 1642 reciben la orden de reunirse la escuadra de galeones y las galeras pasando a Vinaroz, quedando a las órdenes del General de la Galeras de España, don García Álvarez de Toledo Osorio y Mendoza, duque de Fernandina y marqués de Villafranca, reuniendo una escuadra de treinta buques redondos, veintinueve galeras y cuatro pataches, dando escolta a un convoy de sesenta y cinco buques, transportando tropas y todo tipo de pertrechos de boca y guerra, para auxiliar al ejército español. La escuadra francesa al mando de Brezé estaba formada por veintiséis galeones, diecinueve galeras, ocho bergantines y cuatro brulotes, esto no paró a don García quien salió para transportar los pertrechos a Tarragona, donde llegó el 20 seguido, con un truco (los galeones en línea cubrieron el fuego del francés a los mercantes) todo el convoy entró en el puerto, mientras en el combate los galos no salieron muy bien parados, algunos de sus buques sufrieron mucho y certero fuego, al estar todos dentro se dio la orden de alejarse, permaneciendo a la vista hasta el 25, por haber desaparecido los enemigos. En este combate Egüés estuvo al mando del galeón San Agustín. Al dejar las aguas libres desembarcaron pertrechos en Rosas, Colibre y Perpiñan, a su vuelta bombardearon simbólicamente Barcelona para no dañarla y después tener que reconstruir los daños aumentando el gasto. Lo curioso de este encuentro naval fue que los mandos de ambas escuadras, fueron destituidos por sus respectivos jefes, el español por el conde-duque de Olivares y el francés por el cardenal Richelieu, por pensar ambos que podían haber destruido al contrario.

Egües pasó a Cuba en una Flota, donde ocurrió algo normal entre caballeros en la época, pero en su caso se quiso enmascarar diciendo que las heridas fueron causadas en un combate sobre Cuba, pero precisamente en estos años no hubo tal, por ello casi se puede afirmar que las recibió al batirse en duelo en 1643 con don Bartolomé de Osuna gobernador de Santiago de Cuba. Regresó y fue comisionado en diferentes ocasiones por ser de importancia, pasando a Nápoles y Sicilia, ya en auxilio a las operaciones del general don Francisco Díaz Pimienta, así como transportar tropas a los mismos lugares. En 1647 al mando de los galeones Concepción y Salvador del Mundo, zarpó de la bahía de Cádiz transportando unas compañías de infantería a Nápoles. Poco después se le nombró mayordomo de don Juan José de Austria y el 5 de agosto de 1650 fue nombrado estrator de Messina.

Para ser nombrado en éste alto cargo, a costumbre de los Austrias se realizaba una relación de sus servicios, para el mejor conocimiento de S.M. en ella se relata prácticamente su vida, diciendo: «Don Felipe, por la gracia de Dios, etc. Conviniendo á mi servicio, buena cuenta y razón de mi hacienda proveer el cargo de Veedor de todas mis galeras, que ha quedado vaco, en persona de la calidad, servicios, suficiencia y confianza que se requiere, concurriendo éstas y otras muy buenas partes en la de vos, D. Diego de Egues y Beaumont, caballero de la Orden de Santiago, hallándome con satisfaccion de vuestro celo y fidelidad, y teniendo consideracion á lo mucho y bien que me habeis servido de veinte años á esta parte, empezándolo á hacer por Junio de 1624, habiendo ejecutado diez y seis años efectivos en diferentes puestos, siendo mi paje y despues corregidor y capitán á guerra en la provincia de Cocha de Cochabaurua, en el Perú; capitan de infanteria en el Callao, en la armada de la guarda de las Indias, de arcabuceros, y gobernador de una compañia; Capitán de mar y guerra, Almirante de la flota de Tierra Firme, y que os hallasteis en la campaña de Salses y executasteis otros viajes á las Indias y dos al mar Mediterráneo y otro á los Cabos en los encuentros que tuvo la dicha armada de las Indias con la de Holanda sobre la Habana, gobernando la compañia de mar y guerra de la Almiranta, y habiendo llegado á España fuisteis con el mismo puesto agregado á la del Océano á Levante, asistiendo á los encuentros que la de las Indias tuvo con la de Francia á la salida de Cádiz, en los que la del Océano ejecutó con las de Holanda y Francia en el cabo de San Vicente y sobre Barcelona; despues gobernando los galeones El Salvador del Mundo y La Concepción, en que pasasteis llevando á vuestro cargo desde Cádiz al reino de Nápoles la infanteria que se juntó en la Andalucía, y habiéndoos agregado á la dicha armada, el general Francisco Diaz Pimienta os nombró por Almirante de ella en el ínterin, y últimamente vinisteis desde Mecina á esta córte, por conveniencias de mi servicio, á dar noticia del estado en la dicha armada, y lo demas que se ofrecia para el apresto de ella, y atendiendo á que os hice merced del puesto de uno de los mayordomos de don Juan de Austria, mi hijo, y á que os nombré por estracticor de Meccina, procediendo en las ocasiones y cosas que han sido vuestro cargo con el valor y acierto que se esperó de vuestras muchas obligaciones, á imitación de vuestros pasados, y particularmente de vuestro padre D. Martin de Egues en el puerto del Callao, que lo hizo veinticuatro años en diferentes oficios de judicatura y falleció siendo presidente de Charcas, y confiando que lo continuaréis así en lo en adelante, he resuelto elegiros y nombraros, como es virtud de la presente os elijo y nombro por mi Veedor general de todas mis galeras que al presente están armadas y se armen de aquí adelante en mis reinos de España, Nápoles, Sicilia y Cerdeña, y todas las otras galeras mias y de particulares de Génova y otras partes que andan y anduvieren á mi sueldo y servicio, y por cuenta del subsidio eclesiástico que Su Santidad me tiene concedido para el sustento y entretenimiento de ellas, y de los demas navíos de alto bordo y otros bajeles que con ellas anduvieren y se juntaren para cualquier efecto que sea, y como tal mi Veedor general de las dichas galeras esteis y residais en ellas cerca de la persona de D. Juan de Austria, mi hijo, Gobernador General de todas mis armas marítimas, etc., etc. (Siguen las obligaciones y preeminencias del cargo, que ocupan cinco hojas) Dada en Madrid á 5 de Agosto de 1650 años. ― Yo el Rey.»

El 17 de abril de 1652 fue nombrado capitán general de la Flota de Nueva España, sin dejar el cargo anterior, por ello no lo tomo efectivo hasta 1656, entre estas dos fechas ocurrió que los de siempre le demandaran ante el Rey el apresto de la Flota, por ello se presentó en la Corte en octubre de 1652, donde explicó los motivos del retraso, ordenando S. M. acudiera a ocupar su anterior cargo para poner fin a la guerra en la Ciudad Condal, en enero de 1654 el procurador que llevaba la investigación en secreto del caso don José Pardo, comprobó la inocencia de las acusaciones, esto se le confirmo por nueva Real cédula en su cargo de las Flota, añadiéndose el comienzo de la guerra contra Inglaterra. Zarpó de Cádiz el 10 de marzo de 1656 con 29 buques, incluidos la capitana y almiranta. Llevaban 3.000 toneladas de mercancías y 3.531 quintales de azogue. El 15 sobre cabo Cantín sufren un temporal quedando los buques separados, menos once que pudieron mantenerse con la capitana.

El 4 de mayo fondearon en Puerto Rico la capitana y algunos buques, Egüés toco en la Habana arribando por fin a Veracruz el 9 de junio después de noventa y dos días de mar. Uno de los mercantes, separado de la flota fue capturado por los ingleses. Por las constantes noticias de ingleses en Jamaica, ordenó inmediatamente comenzar a desembarcar lo transportado, con los medios disponibles logró dejar en tierra todo, tranquilizados un tanto se volvió a embarcar y el 25 de agosto se descargaba la última recua con plata quedando embarcada y asegurada, quiso dar la vela el 28 de agosto pero se levantó un duro temporal que se lo impidió, le llegaron noticias de la presencia en Jamaica de 25 velas enemigas y órdenes de arribar a la Habana cuanto antes, a pesar de no haber amainado del todo y contra la opinión de todos sus capitanes y pilotos, el 30 siguiente zarparon ocho buques de la flota más tres que iban a la Habana y Caracas. Poco después de salir ocurrió lo contrario, el viento calmó de tal forma que en vez de los 25 días de navegación entre Veracruz y la Habana le costó el doble. Fue una bendición, pues la escuadra inglesa había estado esperándoles frente a la Habana durante dos meses, incluso intentaron entrar y fueron rechazados, fondeando en el puerto justo siete días después de haber desaparecido de la vista los enemigos.

Lo primero fue dar carena a los buques que la necesitaban, durante la espera entraron a primeros de noviembre el San Juan Evangelista y el Santo Cristo del Buen Viaje, los cuales salieron de Cádiz en 1655 con azogues con destino a Veracruz, arribando con caudales a la Habana, pasando a su vez a ser carenados quedando unidos a la Flota. A primeros de diciembre llegó un correo del Rey advirtiendo de la presencia de las escuadra inglesa en aguas de Andalucía, por ello debía ir a las islas Afortunadas, intentaron dar la vela pero de nuevo se levantó un temporal, quedando a la espera de mejorar el tiempo, el 16 estaban listos para salir pero llegó un correo real con órdenes de esperar a don Diego Medina, pero no más tarde de primeros de enero, como ya estaban con ellos dieron la vela el 24 de diciembre al mejorar el tiempo, eran: Capitana Jesús María, insignia de Egüés, capitán don José Márquez, Maestre don Pedro de Goicoechea; Almiranta Nuestra Señora de la Concepción y San Luis, Almirante don José Centeno Ordóñez, Capitán don Juan de Bobadilla, Maestre don Gerónimo de Villalobos; Nuestra Señora de los Reyes, a su bordo el conde de Bornos, gobernador del tercio de galeones, Capitán don Roque Galindo; San Juan Colorado, de Honduras, capitán don Sebastián Martínez; Santo Cristo del Buenviaje, capitán don Pedro de Arana; Campechano Grande, capitán don Pedro de Urquina; Campechano Chico, capitán don Martín de Lizondo; La Vizcaína, capitán don Cristóbal de Aguilar y Juan Quintero; Sacramento, capitanes don Francisco de Villegas y don Juan Rodríguez de Málaga; Nuestra Señora de la Soledad, capitán señor Istueta; Patache, capitán don Pedro de Orihuela y los incorporados en la Habana, San Juan Evangelista, capitán don Diego de Medinay el Santo Cristo del Buen Viaje capitán don Juan de Montano. Las trece velas que mencionan, siendo la capitana y almiranta, cuatro galeones de refuerzo, un patache y seis navíos mercantes.

Desde el comienzo de las hostilidades y sabiendo las reciente pérdida de las islas Azores, en las islas Canarias su capitán general don Alonso Dávila y Guzmán se propuso reforzar sus defensas, llegando a bordo del Madama del Brasil el medio millón rescatado en aguas de Puerto Rico, dándole escolta cincuenta hombres y con ellos el ingeniero mayor de Cartagena de Indias don Juan de Somavilla Tejeda, quien comenzó a construir dos nuevas fortalezas, pero faltas de artillería. Cruzaron el océano sin contratiempos fondeando el 18 de febrero de 1657 en La Palma, cumpliendo órdenes se encontraban en las Canarias, donde fue informado de la reciente llegada de medio millón de pesos rescatados de la Flota anterior, dio la vela arribando el 22 a Santa Cruz de Tenerife, a su vez se le dieron informes que ya conocía, dando la orden de embarcar los caudales rescatados y por la falta de defensas de las nuevas construcciones, ordeno desembarcar 24 cañones de los mercantes para ellas, a cambio Dávila metería en la capitana y la almiranta una compañía en cada uno, como sus órdenes eran arribar a Cádiz zarpó el 26 seguido, con un duro temporal y el pensamiento de no encontrarse con los ingleses por ser conocedor de su mayor número, al pasar por Gran Canaria fue alcanzado por un buque, informándole de la presencia de más de 60 velas enemigas en las costa sur de la península, por ello el capitán general de las islas don Alonso le pedía regresase, a ello se añadía el desarbolo de un palo de la capitana, por ello dio la orden de virar con rumbo a Santa Cruz de Tenerife, al calmar el temporal vino la calma retrasando su llegada fondeando en el puerto el 1 de marzo, nada más estar los buques a resguardo, ordenó desembarcar los diez millones y medio entre caudales y mercancías para ponerlos a salvo en tierra, trabajo que dadas las penurias del archipiélago duro casi dos meses.

El almirante Robert Blake, quien bloqueaba Cádiz desde la primavera de 1656 en septiembre hizo presa de la Flota de Tierra Firme, solo pudo capturar a pesar de su mayor número a dos y hundir al Nuestra Señora de las Maravillas, el resto por ser buques menores no llamaron su atención y fueron entrando en Cádiz, esto le envalentonó, por ello persistía en esperar la llegada de la Flota de Nueva España. Estando cruzando las aguas le llego la noticia por un tal William Sadlington el 23 de abril de la presencia de la Flota en Tenerife, al mismo tiempo le advertía de los tratos en los que estaba España con los bátavos para contratar a De Ruyter en su apoyo, como era apremiante y el tiempo corría en su contra, al ser conocedor de la presencia de la Flota en las islas Afortunadas lo comunicó a todos sus capitanes quienes decidieron ir a por el botín.

Por esto no lo pensó, era cuestión de adelantarse y él estaba en esa disposición, por ello dio la orden de arrumbar a Santa Cruz de Tenerife encontrándose sobre la punta de Anaga el 28 de abril. Se presentó el 30 seguido el almirante inglés Robert Blake con 38 velas, al ver la disposición de los buques; por orden de Egüés los galeones estaban en primera línea protegiendo a los mercantes, ordeno penetraran doce de sus galeones mejor armados, siendo el primero en hacerlo a las ocho de la mañana el Speaker de 64 cañones, siguiéndole los demás tardando una hora en fondear a tiro de cañón; entonces como siempre vino la bravata inglesa, pues intimó a Egüés a la rendición, éste le respondió: «Que venga acá si quiere» poco después comenzó el intenso bombardeo, dado que desde las fortalezas se ayudaba a los buques y estas estaban guarnecidas por doce mil hombres, haciendo imposible tratar de desembarcar, sobre las once todas las velas enemigas estaban en el interior de la dársena, excepto una división con el Saint George buque insignia que se mantuvo fuera (buen ejemplo), siendo el blanco preferido la capitana por enarbolar el pabellón español.

La capitana comenzó a arder, Centeno estaba herido, viendo era imposible defenderse más, a la una se dio la orden de hacer estallar la mina colocada en su casco, habiendo permanecido durante cuatro horas bajo el fuego de varios enemigos, como no, los ingleses intentaron arriar el pabellón, dirigiéndose a él pero estando cerca explotó causándoles muchas bajas, estos descontentos prosiguieron el bombardeo hasta empezar a anochecer, dándose cuenta era inútil poder hacerse con los caudales, fue el momento en que Blake decidió dar la orden de salir del puerto. El primero en entrar, el Speaker estaba en muy mal estado y otros no tanto pero casi todos con agujeros en los cascos, es así porque abandonaron dos buques apresados por necesitarse mutuamente para salvar los suyos, al estar muchos en difícil situación de hacerlo por sí solos a pesar de tener el viento favorable como a la entrada. Las  bajas fueron muy reducidas en los españoles, como siempre las inglesas desconocidas, pues ambos jefes se arrogaron la victoria. La verdad es que se perdieron los buques, pero esa no era la única intención del inglés, y la suya no pudo cumplirla en ningún aspecto, pues no desembarcó para cargarla en sus bajeles. Aun así fue felicitado por Cromwell y el Parlamento aprobó un día de acción de gracias. (Otro Vernon anticipado) Lo cierto es que en las fortalezas no hubo bajas y soportaron perfectamente el envite.

Egüés se hizo cargo como veedor que era de realizar el recuento de lo desembarcado, saliendo a la luz las prácticas de siempre, pues al final sobraba dinero y mercancía, dejando una vez más al descubierto lo realmente mal que funcionaban los registros, pero de paje a Rey, estando involucrada toda la escala de intervinientes, lo que a su vez puso en conocimiento de S. M., esto supuso un incremento para la Hacienda que supero en mucho las pérdidas. El Rey agradeció a la ciudad su defensa y recompensó a don Diego con la concesión de una encomienda de indias de 2.000 ducados de renta y a don José Centeno otra de 1.500 ducados. S. M. en su agradecimiento dice: «He estimado por digno de particular aprobación y alabanza el ejemplo de valor con que os habéis gobernado en la ocasión presente, a cuya imitación y siguiendo tan honrado ejemplar y el de vuestro almirante, hasta las naos marchantes y sus dueños se ha reconocido que hicieron la última prueba de constancia y fidelidad, y así por esto os doy particulares gracias y os ordeno que en mi nombre se las deis a los particulares que se hubieren señalado, de cualquier grado que sean, respectivamente…» En abril siguiente S. M. vuelve a darle las gracias: «En todo lo que ha subcedido en el progreso de vuestro viaje os habéis gobernado dando evidentes muestras de vuestra capacidad y inteligencia y maña, acompañada de mucha prudencia, generalmente en todo género de profesiones y negocios, y con la constancia y valor que corresponde a las obligaciones de vuestra sangre y al celo y valor con que siempre me habéis servido y servís…reconociéndose también que habéis dispuesto y logrado con vuestro ingenio, aplicación y desinterés considerables crecimientos en beneficio de mi Hacienda, por todo lo cual me doy por muy bien servido y satisfecho de Vos y de vuestras atenciones y procedimientos, y los tendré presentes para emplearlos en los puestos que fueren de mi mayor servicio»

Se embarcaron los caudales en varios buques mercantes al mando de Egüés, arribando en marzo de 1658 al puerto de Santa María, se hizo llegar a la Corte donde fue recibido por el Rey. Más tarde en agradecimiento por sus esmerados servicios don Diego fue llamado a la Corte, recibiendo como gracia Real una plaza de consejero en el Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda.

Por 1661 al llegar quejas contra el presidente y oidores de la audiencia de Santa Fe de Bogotá, extendiéndose contra algunos de los oficiales del Tribunal de Cuentas, para aclarar la situación se envío a un catedrático de Salamanca con el cargo de visitador, éste comunicó haber sido amenazado y el capitán general del virreinato don Dionisio Pérez Manrique lo despojó de sus cédulas como a tal, así como sus documentos para el Rey y con ello el destierro de sus territorios. Dado el malestar en la Corte, fue nombrado don Diego para el cargo de presidente de la audiencia de Santa Fe y gobernador, y capitán general del Nuevo Reino de Granada por Real cédula del 12 de junio de 1661, reteniendo el cargo de Consejero de Hacienda, para evitar males mayores, el cargo lo juró en la Corte, en contra de la costumbre de hacerlo en Bogotá, por ello sus documentos desautorizaban al anterior quedando destituido por el Rey y directamente ocupaba el cargo por orden Real, viajando a su destino donde tomo el mando en Santa Fe el 2 de febrero de 1662.

En marzo de 1663 llegó la noticia al Consejo de Indias por la que don Diego había restituido al visitador don Juan Cornejo. Su gobierno fue calificado: «Recto y amigo del orden, por moralidad y conciencia fundadas en la fe y en la más viva piedad…Y como era amado de todos, no queriendo disgustarle, cada uno vivía bien y evitaba el desarreglo, para que no supiese el superior. Así le llamaban, porque gobernaba el Nuevo Reino, y sobre todo su capital, como se gobierna un convento en que el superior es santo, y los inferiores, sin temores, sin disputas, sin inquietudes y sin odios de partido, se santifican con su ejemplo y viven arreglados y contentos.»

Ayudo a la fundación de misiones sobre todo de los Franciscanos, Jesuitas y Dominicos, se reconstruyeron dos puentes en la capital de mucha importancia para el buen comercio y se termino la torre y atrio de la catedral de la ciudad, mejorando constantemente las vías de comunicación internas, para facilitar el trasiego de mercancías, siendo muy alabado por los comerciantes.        

Se encontró mal y otorgó testamento el 19 de diciembre de 1664, falleciendo en Bogotá el 25 seguido.

Bibliografía:

Francis Lang, Mervyn.: Las Flotas de la Nueva España (1630-1710). Despacho, azogue, comercio. Muñoz Moya, editor. Sevilla, 1998.

Fernández Duro, Cesáreo.: Bosquejo Biográfico del Almirante D. Diego de Egüés y Beamont y Relación del Combate naval que sostuvo con ingleses en Santa Cruz de Tenerife año 1657. Sevilla, 1892.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Fernández Duro, Cesáreo.: Disquisiciones Náuticas. Facsímil. Madrid, 1996. 6 Tomos.

Viera y Clavijo, Joseph.: Noticias de la Historia General de las Islas Canarias. Goya Ediciones. Santa Cruz de Tenerife, 1982. Facsímil de la de 1776.

VV. AA.: Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana. Espasa-Calpe. 122 tomos. Completa.

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Virgen del Pilar-Pilar-V-25

Posted By on 15 de agosto de 2021

Construido en Málaga. España, 1920.

Desplazamiento: 22’80 tn. Dimensiones: Eslora 15’35, por 6’36 de manga y 3’09 metros de calado. Máquina, motor diésel de 15 C.V. Velocidad: máxima 8 nudos. Armado con una ametralladora.

Era el patrullero gubernamental V-25 Pilar, encuadrado en la Flotilla de Cartagena, pero con destino en Málaga, en una de sus salidas arribó a Ibiza el 7 de febrero de 1938, decidiendo su comandante entregar el buque a los nacionales, quedó destinado de servicio en Palma, donde arribó el 17 seguido, junto a sus compañeros Santa Urbana, Pedro I, Juan Mari y Juan Miguel, componiendo la Flotilla de Baleares, encontrándose en su base el 25 de febrero de 1939 se le entregó el mando, al alférez de navío de la Reserva Naval D. José María Ardanza Larrinaga, permaneciendo el resto de la guerra en sus aguas, al concluir recibió la orden de salir con rumbo a Cádiz, donde en Matagorda se le desarmo, siendo devuelto a su propietario el 25 de abril de 1939.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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