Bizerta regreso flota 1939

Posted By on 24 de abril de 2022

Antecedentes:

Al producirse el combate del Ebro y repasarlo los nacionales, se dividió la zona gubernamental, al proseguir su imparable avance hasta la frontera francesa, sólo quedaba una franja muy pequeña de litoral, así como prácticamente un frente, si bien muy alargado, pero con facilidad para moverse, ocasionando en la zona centro, una bajada de moral de los mandos y sus tropas, a esto se sumó el saberse que el mismo presidente de la República, Don Manuel Azaña Díaz, había salido de España y refugiado en Francia, negándose en redondo a regresar a Madrid u otra ciudad de España.

El ascendido a general don Vicente Rojo Lluch, jefe del Estado Mayor del Ejército, comunica el 8 de febrero al Presidente de la República ya en Francia y a los altos miliares, la imposibilidad de continuar la guerra, proponiendo como única solución para salvar vidas la rendición, pero a todo ello el jefe de gobierno D. Juan Negrín López, quien tenía otras intenciones, se negó totalmente, de hecho voló en la línea de Air France entre Toulouse y Alicante, junto a su ministro de Estado D. Julio Álvarez del Vayo, dando las órdenes oportunas de resistencia a todo trance, regresó a Valencia el 11 de febrero, entrevistándose con los generales D. José Miaja Menant y D. Manuel Matallana Gómez, ratificando personalmente sus órdenes, a su vez y por teléfono, se puso en contacto con el capitán de corbeta D. Miguel Buiza y Fernández Palacios, el 12 estaba en Madrid reuniéndose con el coronel Segismundo Casado López, Jefe del Ejército del Centro, quien le comunico el lamentable estado de las tropas y su desmoralización, por pensar se les dejaba en la estacada, por no tener casi por donde poder escapar.

Mientras parte de estas cosas se sabían en la zona alzada, el Almirante salió de Palma el 17 de febrero con rumbo a Barcelona, donde amarro el 18 a las 00:50, por recibir la orden del Ministro de Defensa, general de división Excmo. Sr. D. Fidel Dávila y Arrondo Gil y Arija, por saber noticias sobre la flota gubernamental, desembarco y hablaron en la población de Gavá, el 20 llegó el Generalísimo, junto al Jefe del Estado Mayor de la Marina, para tratar de establecer unas líneas de actuación, por tener que hablar Franco con el delegado francés, para evitar que los gubernamentales hundieran la flota, por ser conocedores de la desmoralización general en ella, llegando a la conclusión que emano del delegado francés, dado que sus jefes no pensaban que fueran capaces de efectuar semejante barbaridad, así quedo el asunto a la espera de noticias.

El jefe de gobierno Negrín continuó con sus contactos, ahora personales de mandos militares, y en todos los casos los responsables le daban parecida respuesta y para cerrar esta parte, se reunieron el 16 todos ellos, en la ahora vivienda del Jefe de Gobierno, sita en una finca de Elda (Alicante), la cual contaba con aeropuerto, facilitando así la llegada de todos; al concluir la reunión el general D. Manuel Matallana Gómez, termino diciendo: «Desde la caída de la región catalana, el pueblo y el Ejército tienen moral de derrota. Viven en un régimen de hambre y desean que la guerra termine rápidamente. A consecuencia de la pérdida de Cataluña, se ha mermado ostensiblemente, la producción de nuestra industria de guerra y es evidente que somos incapaces de producir lo indispensable para seguir luchando.

Y por si esto pareciera poco, carecemos de materias primas, así como de vestuario y equipos para las tropas, falta que contribuye de manera notoria a su desmoralización. Nos encontramos en tan desventajosas condiciones en el momento en que se aproxima el tener que librar unas batallas con escasas reservas, poca y desgastada artillería, reducida la cantidad de armas automáticas y con ausencia de morteros. Prácticamente nula la eficacia de la aviación y carros blindados, así como material antitanque y antiaéreo. Tenemos además el pavoroso problema de los transportes y carecemos de accesorios y repuestos.

Frente a esta triste realidad, un enemigo poderoso y con moral de victoria. Terminada la ocupación de Cataluña, ha procedido a la concentración de fuerzas en otros frentes, llevando la masa principal a la región sur de Madrid. En esta zona de han identificado seis Cuerpos de Ejército, bien dotados de artillería, tanques y aviación. En tales condiciones, nuestras débiles y mal dotadas fuerzas serán incapaces de contener el ataque y, si nos cortan las comunicaciones con Levante, el Ejército del Centro tendrá que rendirse y la caída de Madrid, donde tenemos concentrada la totalidad de nuestra industria de guerra, significará automáticamente la rendición de los otros Ejércitos.»

No hacemos esto más largo, porque lo es, pero con estas pinceladas, idas y venidas de unos y otros, queda muy clara la situación, sobre todo por la negativa en redondo de «Terminus» para hablar y llegar a un acuerdo, por ser conocedor de la situación en el bando contrario y él saberse ya o en muy poco tiempo dueño de la situación.

En la misma reunión el Jefe de la Flota D. Miguel Buiza y Fernández Palacios dijo: «Presidente: La Flota estaba decidida a abandonar las aguas jurisdiccionales españolas si rápidamente no se hacía la paz. Me ha visitado una comisión de las tripulaciones y me ha hecho presente que, convencidos de la pérdida de la guerra, no estaban dispuestos a seguir padeciendo los intensos bombardeos que a diario efectúa la aviación enemiga, impotentes para evitarlos por carecer de defensas antiaéreas.»

Negrín le interrumpió, para decirle que: «…no debía haber permitido semejante actitud de las tripulaciones; cuando éstas amenazaron con abandonar el cumplimiento del deber, debió proceder inmediatamente al fusilamientos de los promotores de este acto sedicioso.»

D. Miguel Buiza le respondió: «No los había sancionado porque, honradamente, consideraba que tenían razón, no podía tolerarse que, día tras día, estuvieran las tripulaciones en la Flota a merced de la aviación enemiga, sin posibilidades de defensa, sin benéfico para la guerra y con bajas; La guerra estaba irremisiblemente perdida y procedía negociar la paz con la máxima urgencia.» Añadiendo: «Si para el 4 de marzo el Gobierno no había iniciado gestiones para la paz, la Flota se hará a la mar para invitarle a entregar los poderes a una junta militar encargada de negociarla.»

Negrín insistió en la defensa a ultranza, de nuevo D. Miguel Buiza, le trato de explicar que, «si los parlamentarios, todos militares de alta graduación, se presentaban en zona enemiga, era muy probable que Franco como militar, cuando menos los atendiera». Esto cayó como un jarro de agua fría entre todos, el mismo jefe de Gobierno se lo perdonó, por saber que unos días antes, su esposa se había suicidado. (1)

(1) Unos meses antes D. Miguel Buiza y Fernández Palacios, recibió la orden del Gobierno, de pasar a Barcelona para verificar el estado de la Marina, como Jefe del Estado Mayor de ella, por ello embarco junto a su esposa, para desplazarse a la ciudad, aunque todos sabían que la orden del jefe de gobierno Negrín, era la de hundir todo buque que encontrara en su puerto; el 25 de enero de 1939 se enteró que las tropas sublevadas estaban cerca del casco urbano, así al día siguiente 26 salió de su casa, pero su mujer estaba en un estado de nerviosismo absoluto, por temer que fuera fusilada por los que entraban en la ciudad, intento calmarla diciéndole que preparar las maletas, que él en pocas horas regresaría a por ella y la pondría a salvo, él salió a verificar que se cumplían las ordenes (como destrozar el casco del C-1, con cargas explosivas por encontrarse en dique) y ella se quedó a concluir con lo que le había dicho, pero de pronto comenzó a oír gritos y alboroto en la calle, se asomó al balcón y vio la entrada de las banderas con sus soldados, y los vivas a España, y a Franco, ante esto se encerró en casa a esperar, pero fueron pasando las horas y su marido no aparecía, aumentando su nerviosismo, pensando que había sido apresado y ante el temor de correr su misma suerte, saco una pistola guardada por el marido y se disparó en la sien.

Comenzaron casi a discutir entre ellos lo que se debía hacerse, por ejemplo el coronel D. Antonio Camacho Benítez, Jefe de la fuerza aérea de la Zona Centro, afirmó que sólo disponía de cinco escuadrillas y algunos aviones de caza, con eso era imposible parar los ataques enemigos, el general de Ingenieros D. Carlos Bernal García, Jefe de la Base de Cartagena, expuso la necesidad de alcanzar una paz y evitar el enfrentamiento con la población civil, el último en hablar fue el general D. José Miaja Menant, quien dejó de lado a todos diciendo, era partidario de seguir la resistencia a ultranza, pero sin dar más razones, lo que aprovecho Negrín, para sentenciar: «Cuando el enemigo no quiere pactar, la única solución es resistir».

Como queda expuesto esta amenaza se cumplió totalmente. Al final salió el oficial de Marina (D. Miguel Buiza) que tanto intento lograr la rendición, pero la amenaza de Negrín, era la de un simple político de tres al cuarto, al que nada ni nadie le importaba el pueblo, ni el ejército, ni la aviación y menos aún la Marina, y sus tripulaciones.

Tanto es así que al salir el jefe de gobierno, tanto Casado, como Matallana y Buiza, acordaron tratar de llegar a un acuerdo con Franco, desoyendo la orden de su jefe de gobierno, lo que en sí era un alzamiento, dejando a Casado como representante de ellos, que eran precisamente los no comunistas, estos no iban a parar hasta ser aniquilados, o en su mayor parte huyendo a zonas o buques que les prestaron la posibilidad de salirse de rositas, pero dejando en la estacada al resto de seguidores.

No entramos en las cuestiones políticas que fueron sucediendo, por no ser este el tema de lo que se trata, sólo se han dado unas pinceladas, para situar al lector, porque el problema llego al enfrentamiento personal de Negrín y Casado, siendo éste apoyado por la diplomacia británica, quienes como siempre se metían donde no debían en el caso de España. De hecho hubo un cambio de Gobierno, pasando a ocupar carteras varios de los seguidores de Negrín, y al mismo tiempo se nombró a D. Miguel Buiza y Fernández Palacios, Jefe de la Flota.

Pero mientras esto sucedía en Cartagena, comenzó a moverse la quinta columna, y con ello el malestar empezó a surgir entre los dos bandos en la retaguardia, lo que aumentó al ser incorporada a los sublevados la isla de Menorca, y lo fácil que resulto esta maniobra.

Narración de sucesos en la salida de la Flota:

Para ir situando al lector, decir que las defensas artilleras de Cartagena, eran: dos baterías de dos piezas cada una del calibre 381/45 mm en los montes de Castillejos y Las Cenizas; dos baterías de dos piezas de 305/50 mm, en Santa Ana y Tricabotija; una batería con dos piezas de 280 mm en Podaderas, muy cercana a la de Santa Ana; una batería de 240 mm con cuatro piezas en Loma Larga; cuatro baterías de 152/50 mm, cada una con cuatro piezas en El Jorel (cabo Tiñoso), La Parajola, Aguilones y la Chapa; una batería de 150 mm con seis piezas en Santa Ana; una batería de 105/45 mm de cuatro piezas en Negrete, en total 40 piezas. Y cinco baterías de cuatro piezas DCA (Defensa Contra Aeronaves) de 105/45 mm, situadas en Atalayón, Roldán, El Conejo, Los Dolores y Sierra Gorda, con 20 piezas. Sumando en total 60 bocas de fuego.

A esto se fueron incorporando en apoyo de las ya existentes, durante la guerra: una batería sobre el malecón para cubrir la bocana de entrada al puerto; una batería en Escombreras, más cadenas y talanqueras para cerrar el puerto, que lógicamente se abrían para dejar paso libre a sus buques; una batería en el Cuartel de Instrucción, para la defensa del Arsenal; tres baterías DCA en el Arsenal: una en la explanada al fondo del recinto, conocido por “Marruecos”, una en la dársena del dique seco y una en la zona alta del Cuartel de Infantería de Marina y varios montajes de tubos lanzatorpedos en el malecón, para tener amplio campo de disparo, el cual se efectuaba desde el muelle de La Curra, cubriendo así toda posibilidad de forzar la entrada.

Como historia, todos los que algo conocemos la de la Armada, decir que al entrar los napoleónicos, lograron casi dominar toda España, pero no pudieron hacerlo con Cádiz, olvidando que Cartagena tampoco pudo ser doblegada, ni siquiera al mando del mismo Napoleón, todo porque los españoles, al no existir peligro ninguno de ser atacada por la mar, toda la artillería dispuesta para su defensa apuntando a ella, se movió a los montes y zonas con frente a tierra, sumando cerca de cuatrocientas piezas, ante esto Bonaparte se estrelló de lleno. Un artillero vencido en su mismo campo y especialidad. Uno nunca sabe lo suficiente.

Por todo lo escrito hasta ahora, y la sabida decisión de D. Miguel Buiza y Fernández Palacios, quien pudo regresar de Barcelona, aunque desconocemos el medio, pero es muy posible fuera precisamente en algún buque, y hay quien apunta al patrullero Tramontana, el cual también acudió a Bizerta, donde se reunió la Flota, y al parecer no por casualidad.

El 4 de marzo de 1939, los buques que podían salir eran, los dos cruceros, Libertad , Miguel de Cervantes y Méndez Núñez, los destructores Ulloa, Escaño, Gravina, Antequera, Miranda, Valdés, Lepanto y Jorge Juan, con los sumergibles C-2 y C-4, pero no pudieron hacerlo los destructores Alcalá Galiano y Sánchez Barcáiztegui, por estar en seco, y los Churruca y Lazaga, por encontrarse en reparación de máquinas y no estar listos.

El mismo Jefe de la Flota se entrevistó de nuevo con Negrín, para planificar el embarque de personas que debían salir, por su seguridad éstas debían ser elegidas por el jefe de Gobierno, pero siempre le quedó a D. Miguel Buiza, la duda de las palabras del Jefe de Gobierno, por ello al final decidió salir con la Flota y olvidarse de su jefe, porque a buen seguro no recibiría noticias de efectuar lo acordado, de hecho no era sólo Buiza quien estaba en contra, porque a él se unió ni más ni menos que el Comisario Político de la Escuadra, Bruno Alonso, y todas las dotaciones le seguían ciegamente, así todos unidos estaban en contra de la política y órdenes de Negrín, lo que significó en sí, convertirse en un “golpe de Estado incruento”.

En la base y ciudad cada cual iba a la suya y sin fiarse nadie de nadie, porque se sabía que los efectivos de la quinta columna y los de los comités, igual se cruzaban en sus calles, por ser lógico que cada cual fuera a la suya, y sobre todo a saber lo máximo posible del contrario, para a su vez poder atacar por el mejor lugar y ganar al enemigo, enterado de todo ello Negrín ordenó que, «El Comisario General de Defensa, Bibiano Fernández Ossorio, se presentase en la Base de Cartagena, para tratar de controlar la situación e informarle sobre la actitud de los mandos. Convocar, por teléfono a una reunión a los generales Casado, Miaja y Mantallana para las 11:00 del 4. Ordenar la publicación inmediata en el Diario Oficial de los nombramientos de los nuevos mandos comunistas que incluían el de Galán como Jefe de la Base de Cartagena. Y (a última hora del 3) la movilización de las Brigadas de la 10ª División, acantonada en Archenay de ellas la 206, al mando del joven mayor de Milicias Artemio Precioso, quien debería inmediatamente presentarse en Cartagena».

Ésta última precisamente fue la que logró reconquistar, toda la zona incluidas las baterías de artillería de costa, y por ello el trágico fin del Castillo de Olite. Todo por considerar Negrín, que la Flota debía dedicarse exclusivamente, para sacar de Cartagena a todos los jefes involucrados y así salvar sus vidas, pero para nada salvar a los que defendían sus ideas de a pie, toda una demostración de los intereses humanos del señor Jefe de Gobierno, dejando nunca mejor dicho en la estacada a sus miles aún, de personas que empuñaban las armas para detener el avance de los sublevados. Todo lo que sucedió fue muy largo de narrar, además de constar en varias obras de la bibliografía, por ello remitimos al lector a ellas, porque no es nuestro cometido. Lo que sí es real es que, la intervención de la mencionada brigada comunista, consiguió restablecer el orden según demandaba el jefe de Gobierno.

Los sublevados en el interior de la Base, lograron hacerse con la estación radio de la Flota, situada en el barrio de Los Dolores, a unos 4 kilómetros de Cartagena a las 23:00 del 4, desde aquí se lanzan al éter los partes del general Barrionuevo, uno de los primeros llegado a «Terminus» dice: «En Cartagena se ha levantado la guarnición a las órdenes del general honorario de Infantería de Marina Barrionuevo. Las tropas han ocupado la población, fuertes y baterías, conminando a la Escuadra Roja a hacerse a la mar o hundirla. La Escuadra Roja sobre medio día se hizo a la mar, viéndose sobre las 05:00 horas en dirección a Argel. El general Barrionuevo pide la presencia de nuestra Escuadra y se le anuncia que se encuentra en camino así como el envío de refuerzos. Al insistir el general Barrionuevo la conveniencia de la llegada urgente de la Escuadra se le contesta que está en camino y se le pide objetivos para la aviación.

Dan los siguientes: El cuartel de Infantería de Marina, el aeródromo de la Aparecida y otros objetivos a varios kilómetros de Cartagena. Poco después pide que se bombardee ya el casco urbano de Cartagena, dice ser suyas las baterías antiaéreas; se le pregunta si los barcos pueden entrar directamente en Cartagena. Dijo que sí, parece deducirse que ocupa el Arsenal, el Parque de Artillería, los fuertes y las baterías de costa.

Hoy 6 a las 4 de la mañana se le pedirá que dé noticias concretas de lo que ocupa. Antes no se hace por no ilustrar al enemigo.

Según las radios rojas a las 20:00 horas del día 5, las fuerzas rojas en la zona de Levante están frente a los insurrectos de Cartagena; lo hacen al lado del comunista Dr. Negrín pues a las 12 de la noche en Madrid había una Junta Provisional presidida por Miaja contra Negrín llamando traidor al bovino de Negrín.»

(Como queda demostrado en éste parte, ambos lados tenían los mismos medios de comunicación, por ello se abstiene el general de Infantería de Marina retirado Excmo. Sr. D. Rafael Barrionuevo Reyes, concretar datos y lugares, pero es seguro que sus noticias, si bien halagüeñas no eran del todo ciertas, precisamente por agrandar lo conseguido y desmoralizar al enemigo, (quien le estaría oyendo) lo que se volvió en contra de los embarcados y por ende de la realidad, pues de haberse sabido a ciencia cierta, «Terminus» no hubiera ordenado este movimiento de tropas y buques, a su vez y ya comentado, cometió el error de no comunicar al Almirante los acontecimientos, como si éste fuera un enemigo.)

Por ello, estos mensajes eran oídos en todos los buques de la Flota y en especial en el insignia de ella, el crucero Miguel de Cervantes, pero al mismo tiempo también en «Terminus», y en el Estado Mayor de las Fuerzas del Bloqueo, por esta razón D. Rafael Barrionuevo Reyes, emitía cortos avisos de la situación, hasta que fue cortada ésta por la presencia en el lugar de efectivos de la brigada comunista 206.

A las 10:30 del 5, cinco aviones Savoia dejan caer varias bombas, tanto sobre Cartagena, como el Arsenal, en éste averiaron aún más a los destructores Alcalá Galiano y Sánchez Barcáiztegui, ambos en dique, y menos efectivas sobre el Gravina y Lazaga, acertando también en el taller de torpedos y en los depósitos de combustible, el bombardeo fue considerado como uno más de los realizados, pero en cambio en las dotaciones de los buques resulto casi funesto, bajando aún más si cabe la moral, momento que aprovechó el general Barrionuevo, para trasmitir a los gubernamentales que, o salían de Cartagena o destruía los buques con las baterías de costa en su poder, al ser oída esta amenaza, el primero en reaccionar fue el Comisario Político de la Flota, Bruno Alonso.

Quien nos deja en su obra lo siguiente: «Los voluntarios han sido reclutados ya en casi todos los barcos y se va a disponer que bajen al muelle. Todo estaba listo para emprender la marcha y nos disponíamos a llevarla a cabo, cuando el almirante y jefe de Estado Mayor nos informa que, desde la Base les comunican la imposibilidad de seguir ni un solo instante más, pues los rebeldes son dueños de todo y van a hundir la flota. Galán vuelve a repetir que ha recibido instrucciones por teletipo de Negrín, para que no se derrame sangre y encomendado al señor Ruiz que lo arregle todo. En estas condiciones, queda sin efecto la recluta de los voluntarios y el almirante ordena que inmediatamente se pongan en movimiento los barcos.»

Pero mientras esto ocurre (se solapan órdenes y contraórdenes) D. Miguel Buiza se pone en contacto con el general Barrionuevo, y con el actual jefe de la Base, el teniente de navío D. Antonio Ruiz; la conversación del general con el jefe de la Flota nos la da el mismo Barrionuevo diciendo: «Al exigir con energía que la Escuadra saliese en un plazo de un cuarto de hora, el titulado Subsecretario Ruiz pidió que yo personalmente me pusiera al aparato y me pregunto: “¿Me garantiza Vd. Que la escuadra puede salir sin ser hostilizada por las baterías?”». A lo que contestó que, «…no se le dispararía si en un plazo de quince minutos salían, y que tenía el reloj en la mano para no permitir ni un minuto de retraso.»

La brigada 206, para entrar en Cartagena debía obligatoriamente pasar por el barrio de Los Dolores, comenzando su avance a las 10:00 del domingo 5 de marzo de 1939, por ello al estar cerca de la estación radio de la Flota, (sabedor de ello Barrionuevo se había trasladado al sumergible C-2, para poder seguir transmitiendo sus noticias,) la tomaron fácilmente por falta de fuerzas que se le opusieran, emitiendo a las 11:35 el mensaje siguiente: «Ejército español republicano ha recuperado la emisora FR1, prosiguiendo avance. Viva España. Viva la República.», esta vez el mensaje emitido a las 12:23 decía: «FR1 transmitiendo al servicio de la República. Esta emisora ha sido recuperada por nuestras tropas que siguen avanzando hacia los focos rebeldes. Viva España. Viva la República.» pero esta vez como la anterior en español, pero añadiendo el francés.

Pero aquí debió pasar algo, porque la emisora estuvo sin emitir tan importante noticia, durante cuarenta y ocho minutos, las dudas al respecto dan para mucho, porque precisamente en ese lapso de tiempo, el general Barrionuevo estaba avisando del hundimiento de la Flota; el jefe de la Base el teniente de navío D. Antonio Ruiz, a su vez desde el centro de mando del crucero Miguel de Cervantes, nada consta de esto, lo que lleva a pensar a algún autor que: Ni Buiza ni Bruno Alonso (éste era el Comisario Político de la Flota) se fiaban del mando y efectivos de esa brigada por ser comunista, y menos aún de las posible consecuencias, tanto para ellos, como para la mayor parte de sus tripulaciones, por ser ya sabido que la guerra tocaba a su fin; por ello, sin duda ninguna decidieron abandonar la ratonera, en la que se había convertido la base naval de Cartagena.

D. Miguel Buiza dio la orden de preparase para zarpar, pero se acercaron unas quinientas personas, entre hombres, mujeres, niños, civiles y militares, la mayor parte de estos heridos, quienes pidieron ser embarcados, a lo que el Jefe de la Flota autorizó abordaran en los diferentes buques, sobre el medio día del 5, ya casi soltando amarras, se presentaron en la escala del Miguel de Cervantes, Morell, Ruiz, Ramírez, Semitiel y el teniente coronel Galán, (quien con su presencia por el nombramiento de Negrín como jefe de la Base, fue lo que desato la sublevación en ella), al verlo D. Miguel Buiza le grito desde el coronamiento: «¡Oiga, Galán, si quiere subir, suba!», como es lógico no dudo y comenzó a ascender por la plancha, al pisar la cubierta saludo a la bandera y cuando iba a saludar a Buiza, se interpuso el teniente de navío D. José Núñez Rodríguez quien, con firmeza le advirtió que a bordo era un pasajero; para evitar males mayores, Buiza le acompaño directamente a su cámara, donde estuvo encerrado durante todo el viaje; ahora ya no era nadie ni siquiera entre los suyos.

Sonaron los timbres ordenando «Babor y Estribor de Guardia», todos corrieron a sus puestos, se soltaron amarras, estando en esto la plancha no se había retirado, lo que fue aprovechado por otros varios para subir a bordo, demostrando que todos los que pudieron, intentaron ponerse a salvo, mientras los destructores comenzaban a desfilar, saliendo entre el muelle de La Curra y la Navidad, por el orden siguiente, Lepanto, Antequera, Gravina, Jorge Juan, Valdés, Miranda, Escaño y Ulloa, quedando en el Arsenal los Alsedo, Lazaga, Churruca, Galiano y Sánchez Barcáiztegui, y entre los salidos navegaba el sumergible C-4;el crucero Méndez Núñez a las 12:30 (11:30 sublevados) emboca la salida, pero el viento fresquito del SW, le dificulta la maniobra, por ello lanza un ancla, sobre ella revira, leva y sale avante, le sigue de cerca el Libertad, por último el Miguel de Cervantes, al mando del alférez de navío D. Diego Marón Jordán, quien tiene algo más claro el problema del viento, comenzando a avantear, mientras en el muelle eran despedidos por gran cantidad de gente, quienes saludaban con sus pañuelos.

El total de buques que salieron fue de tres cruceros, ocho destructores y un sumergible, la Flota navegaba con el insignia en el Miguel de Cervantes en cabeza, seguidos en línea los dos restantes cruceros, a sus bandas cuatro destructores, mientras el sumergible a popa a su máxima velocidad, pero como se dio la orden de navegar a 16 nudos, se fue quedando por la popa. La distancia entre Cartagena y Orán es de 108 millas, de haber podido entrar en este puerto, a las 20:00 horas hubieran arribado.

Este relato aparte, debe ser resaltado porque; cuando el Miguel de Cervantes comienza a avanzar, se aproxima por estribor una motora, llena de mujeres y algunos carabineros, desde la toldilla se les lanzan cabos, para ser izados a bordo, pero el crucero iba aumentando la velocidad, por ello muchos saltaron para agarrarse a ellos, pero de todos menos un carabinero pudo asirse firmemente, y fue izado a bordo, el resto se fue descolgando al resbalar las manos y de pronto se advirtió, como el agua cambiaba de su color a rojizo, al ser los cuerpos troceados por las hélices.

Mientras la brigada 206, fue avanzando y reconquistando las baterías, dejando para el final el Arsenal, donde se encontraba el sumergible C-2, desde donde el general Barrionuevo, seguía transmitiendo a «Terminus» tener en su poder toda la ciudad y Arsenal, pero no estaba al corriente de la situación de las baterías de costa, incluso pidió que entrara el crucero nacionalista Canarias, pero a esto el Almirante se negó en redondo, porque ya se comenta en otros historiales, que intentó acercarse con su insignia en el Mar Cantábrico y recibió fuego de ellas, lo que no confirmaba los optimistas comunicados de Barrionuevo que «Terminus» estaba recibiendo, cuando ya eran entre las 01:40 y 05:03 del día 6 de marzo.

La Flota se acercó a Orán, pero se le impidió entrar, por ello se barajaba por D. Miguel Buiza y Bruno Alonso, arrumbar a Bizerta, y aquí incluimos lo que nos cuenta éste último: «Antes de adoptar ninguna decisión definitiva, estimo que debe intentarse un esfuerzo supremo, y, si es posible, volver a Cartagena. Así se lo comunicó al almirante (Buiza), exponiéndole que, a juicio mío, hay que pensar todas las posibilidades que puedan existir para regresar. El almirante comparte mis inquietudes y deseos. Piensa como yo en la conveniencia del retorno y, a tal efecto, reúne al Estado Mayor para examinar de nuevo la situación. Son muy pocas las razones que, al parecer, existen para que mis deseos sean viables. La principal es de orden político y sentimental arriesgarnos a perder la flota para salvar a parte de los compañeros que han quedado en España. Misión de orden militar no parece haber, ya que, perdida toda Cataluña y Mahón, la situación del país, a raíz de este desastre, era caótica desde todos los puntos de vista, y la sublevación de Cartagena, seguida de la marcha del gobierno, daban la impresión de que el desastre era definitivo.

No se sabía todavía si la flota podría entrar en Cartagena, ya que oficialmente los informes recibidos parecían asegurar que el enemigo dominaba las baterías de costa. Pese a que la moral de las dotaciones no se había quebrantado hasta aquellos momentos, podíamos lógicamente temer que la presencia en los barcos de mezcla de 800 refugiados, mujeres y niños, afectara al sublime heroísmo que era preciso para que los barcos, al regresar, pusieran proa a la muerte. Todas estas consideraciones no dominaron mi ánimo, y a pesar de todo, insistí cerca del almirante y del Estado Mayor en que en definitiva eran quienes debían resolver, juzgaban aventuradísima la propuesta, que equivalía a arriesgar estérilmente la flota, y a los que en ella iban.

Sin embargo, en un esfuerzo último, se decidían a volver si las reservas de petrolero permitían hacerlo. El almirante ordenó revisar los tanques y calcular las existencias. Si Cartagena seguía en poder del enemigo y no se podía entrar en puerto, la flota quedaría a la deriva, sin petróleo, y, por lo tanto, imposibilitada de navegar y a merced de lo que ocurriese. En estas condiciones, el almirante y el Estado Mayor asumieron la responsabilidad íntegra de ordenar que se pusiera rumbo a Bizerta. La decisión era gravísima, pero juzgué que era inútil oponerse a ella.

A las siete de la mañana (hora de la República del día 6) la flota ponía rumbo a Bizerta. Las órdenes del Mando fueron acogidas sin reparos y con satisfacción por todos, los cuales, momentos antes, parecían aterrorizados por mis requerimientos de regresar a Cartagena. El propio Galán expresaba su satisfacción, acaso porque la creación del Consejo Nacional de Defensa le hacía suponer que su regreso a España no le proporcionaría nada grato.»

Aquí lo dejamos y que cada lector saque sus conclusiones, porque pueden ser tan variadas como cada cual las interprete, pero en el fondo da la sensación de que, todos estaban a favor del grito “sálvese quien pueda”.

Al serle negada su entrada en Argel, D. Miguel Buiza aceptó la recomendación de las autoridades francesas, de arrumbar a Bizerta, donde sí le permitían entrar, por no ser un puerto comercial, por ello regreso y dio orden de arrumbar al mencionado.

A las 06:00 del 6 de marzo el almirante de la Flota en el crucero Miguel de Cervantes, recibía un radiograma del nuevo Presidente del Consejo, coronel Casado, dando orden a la Flota de aguantarse en la mar, pero no intentar regresar a Cartagena, porque la situación no estaba del todo resuelta, pero hubo uno que quiso desobedecer, no fue otro que el Comandante del destructor Almirante Antequera, capitán de la mercante, D. Marcos Vidal, quien intento dejar la formación y regresar a su Base de salida, pero D. Miguel Buiza almirante de la Flota, le obligo a regresar al amenazarle con hundirlo.

A las 11:50 del mismo 6, el Almirante Jefe de las Fuerzas de Bloqueo informaba al Generalísimo, del duelo mantenido entre las dos baterías de Cartagena, las de Levante y Poniente, lo que manifestaba por ser obvio que estas, no todas estaban en poder de los sublevados.

Al ir avanzando y una vez tomadas las baterías por la brigada 206, al llegar al Almacén General, en cuyo muelle se encontraba atracado el sumergible C-2, del cual se servía el general Barrionuevo para continuar emitiendo sus mensajes, el teniente coronel Pallarés, dio la orden de embarcar todos los que pudieran, en total lograron abordarlo 63 personas, pero su dotación era la inicial, por haber sido sorprendidos por los sublevados, pero para nada se opusieron por cambiar de bando, para poder salir del puerto y ponerse a salvo, siendo su Comandante el contramaestre Oficial 3º naval, D. Ramón Pardo Fernández, al verlo desatracar recibió fuego desde el Club de Regatas y malecones próximo, comenzando a navegar con los motores eléctricos, pero justo se averió el timón, lo que fue reparado con muchas prisas, porque la situación no era como para perder tiempo, trazando la derrota el coronel Monreal, por proceder del Cuerpo General, y algo sabía del tema, al pasar entre el muelle de La Curra y La Navidad, volvió a recibir fuego y al mismo tiempo desde la batería de la Parajola se les efectuó varios disparos, dando la orden de sumergirse lo antes posible, lo que llevo a cabo, pero en realidad la situación ahora era diferente, por estar fuera del ángulo de tiro de las baterías de costa.

Lo curioso de todo esto, es que los buques de los alzados por estar alejados, no se pudieron apercibir de lo que ocurría, pero el hecho en sí, era mejor que muchos otros filmados y publicados en películas de aventuras; los evadidos eran el teniente coronel de Artillería D. Lorenzo Pallarés Cachá, quien era el jefe del Arsenal, al comenzar la sublevación el 4 anterior, el ingeniero Naval de la Marina D. Antonio Galvache, los capitanes de Artillería de la Marina D. Bernardo Lobregat, D. Joaquín Esteban Ciriquian, seis capitanes de Máquinas, entre ellos D. Celso Pérez Fuentes, un teniente coronel de Infantería de Marina, un comandante de Intendencia, un interventor, catorce auxiliares, entre ellos el de Artillería D. José Bernal Martínez, un buzo, un operario, dos marineros, ocho fogoneros y doce civiles, y como prisionero el coronel de Artillería D. Luis Monreal Pilón.

Ya en mar abierto, desde el sumergible se avisó a las fuerzas navales sublevadas, ponía rumbo a Mallorca, al llegarle la noticia al Almirante, éste dio la orden desde su insignia en el Mar Cantábrico, al capitán de navío en su despacho en Palma, de la noticia recibida del C-2, a quien debía facilitarle práctico para entrar, pero en cuanto atracara la dotación al completo debía abandonar el casco y sustituirla por otra, quedando los anteriores todos internados hasta nueva orden. (Como curiosidad este fue el sumergible de su serie que, más años permaneció en servicio, siendo dado de baja en la LOBA en 1949)

Como fin a este intento de ganar para los sublevados la Flota y la importantísima base naval de Cartagena, el general Barrionuevo y comandante Lombardero, fueron capturados al amanecer del 7, cuando estaban en el Parque de Artillería, tuvieron la suerte de ser respetadas sus vidas y pasaron a ser encarcelados, pero otros muchos de ambos lados no llegaron a ver el final del drama.

Pero eso sí, en el fondo fue un triunfo con sabor amargo, por una parte se había obligado a salir la Flota, la cual sólo regresaría hasta finalizado el enfrentamiento, por otra sucedió la tragedia del Castillo Olite, pero lo que realmente se consiguió fue que, ahora la mar estaba por completo o casi, en poder de los alzados, esto daba mucha libertad de acción y de ahí el muy próximo fin de la trágica guerra.

Avisados en la madrugada del 6 de marzo, de la salida de la Flota, los italianos montaron un dispositivo con toda prisa, por si la Flota gubernamental intentaba pasar con rumbo a puertos de la URSS, de forma que el 7 de madrugada, al mando del almirante Iachino a bordo del crucero Giovanni delle Bande Nere el destructor N. Da Recco, y dieciséis torpederos, los Airone, Alcione, Altair, Aldebarán, Andrómeda, Antares, Aretusa, Ariel, Castore, Centauro, Cigno, Climene, Libra, Lince, Lira y Lupo, exploraron el canal Este de Sicilia y entre Malta y Trípoli, con la orden expresa de sólo avisar y no entablar bajo ningún concepto combate en caso de ser avistada, al mismo tiempo se alertaron las lanchas torpederas con base en Trípoli y Rodas, en Sicilia con presión en calderas, la primera división de cruceros, de la primera escuadra, los Zara, Fiume, Pola y Gorizia, al mando del vicealmirante Sporttiello, con la novena escuadrilla de destructores, los Alfieri, Carduci, Giobertí y Oriani, y la división de acorazados, con los Conde di Cavour y Giulio Cesare, todos ellos al mando en jefe del almirante Picardi, la suerte fue que el almirante gubernamental, eligió dirigirse al norte de África, porque de encontrarse con esta escuadra, a pesar de no tener orden de disparar nadie sabe, (porque no sucedió y las conjeturas sobran) que podría haber ocurrido.

Como era sabida la zona posible de estancia de la Flota, (porque según «Terminus» avisó a su Almirante, de la posibilidad de que navegara con rumbo a Valencia, lo que en sí era una locura que, obviamente no se cumplió) desde Palma salió un hidro, el Cant Z 506 72-2, quien voló para vigilar la costa norteafricana, y a las 10:30 del 7, notificó al Estado Mayor la presencia, al parecer de estar fondeados en Bizerta, tres cruceros y ocho destructores, lo que era cierto porque ya el almirante republicano, había llegado al acuerdo, de ahí el estar presentes un crucero y dos destructores franceses, quienes les esperaban fuera del canal, para conducirlos al puerto exterior de Sidi-Abdallad, al llegar y fondear, embarcaron dos jefes de la Marina francesa, quienes le presentaron unas condiciones que debía aceptar, de no hacerlo debería dar la orden de regresar a mar abierto.

Estas eran:

1.- Ningún sabotaje será preparado o ejecutado. Los buques serán mantenidos en su estado actual de conservación.

2.- Durante el tiempo que se esté fondeado en la rada de espera de Sid-Salem y que precederá a la concesión de autorización para el acceso a Bizerta, los buques procederán a las operaciones siguiente.

A.- Reunión sobre la cubierta en un punto dado de todas las armas portátiles individuales o colectivas (ametralladoras, fusiles, morteros, pistolas, etc.) que pertenezcan al buque o a las personas embarcadas. Se hará una lista duplicada de este material.

B.- Se colocarán en pañoles todas las municiones sin excepción. Los pañoles serán cerrados con llave y las llaves serán recogidas junto con las armas portátiles. Se hará una relación duplicada de los pañoles y municiones que contienen.

C.- Se desmontarán todos los mecanismos de fuego de las piezas de artillería y de los tubos lanzatorpedos.

D.- Se vaciarán por completo todos los depósitos de aire de los torpedos.

E.- Se cerrarán las estaciones de T.S.H. Las llaves serán reunidas con las de los pañoles de municiones.

3.- Desembarco de las armas portátiles y las municiones. Las armas y las municiones serán desembarcadas cuando la Autoridad Marítima francesa de orden para ello. La faena de embarque de estos efectos sobre chalanas o embarcaciones similares será por cuenta de los buques.

4.- Desembarque del personal. El Estado Mayor, la tripulación y los pasajeros desembarcaran por fracciones bajo las órdenes de la Autoridad Marítima francesa. Los buques tomarán todas las disposiciones necesarias para facilitar la tarea de las autoridades francesas. Establecimiento de listas de personas embarcadas con estado civil detallado, equipajes personales para desembarcar con exclusión de todo otro material etc…

5.- Antes de la entrada en Bizerta, una guardia de marineros franceses acompañada de técnicos irá a bordo de cada buque; les serán dadas todo género de facilidades para comprobación de la ejecución de las medidas previstas anteriormente. Esta guardia será tratada con todas las consideraciones y las decisiones de su Jefe serán prontamente ejecutadas.

6.- Cuando la autorización para la entrada en Bizerta sea concedida, los buques entrarán uno a uno en Bizerta escoltados por un remolcador. Los comandantes ejecutarán las maniobras que les sean indicadas por el Oficial que manda la guardia.

7.- En el momento de fondear en el lago, todas las embarcaciones serán arriadas y enviadas al buque francés de guardia. Un bote a remos quedará en cada buque para sus comunicaciones con el barco francés de guardia.

8.- Queda prohibida toda comunicación con tierra desde los buques de los miembros de su estado mayor, tripulaciones y pasajeros a partir del momento en que los buques fondeen en Sidi-Salem. Durante su permanencia en el lago de Bizerta, un pequeño equipo de guardia será dejado a bordo; su composición, proporcional al tonelaje, será máximo para un buque grande 2 oficiales, de los cuales 1 de ellos será de Máquinas, 6 suboficiales y 12 hombres. El personal de este equipo de guardia no podrá comunicar con nadie a excepción del buque de guardia francés.

9.- De una manera general, el personal que se quede a bordo y el desembarcado estará atento a facilitar la tarea de las autoridades francesas y se prestará de buen grado a todas las formalidades que le sean impuestas.

A parte de esto y ya como orden transmitida al almirante D. Miguel Buiza, por el mando naval francés, todos los comisarios políticos, pasaban a tener el mismo trato que un miembro cualquiera de la tripulación, esto al serle comunicado a Bruno Alonso, lo transmitió al resto de compañeros, quienes en el fondo pensaban que serían respetados, porque ya eran conocidos por sus homólogos franceses, pero a pesar de ello, éstos no cometieron el mismo error, cuando los dos gobiernos estaban aliados en un Frente Popular, pero el francés diferenció el tema político del puramente militar, el cual a veces dista tanto en sus objetivos, como intentar visitar uno toda nuestra galaxia. Cosas y diferencias de unos y otros, y el resultado es patente con lo que ocurrió en España, comparado con lo que sucedió en Francia.

A todo esto siguió el desembarco con las condiciones ya mencionadas y aceptadas por el almirante, siendo trasladados como prisioneros al campo de concentración de Meheri-Zebbeus, situado a unos 8 kilómetros al norte de la población de Maknassy (Túnez), y a 800 de Bizerta, (casi en pleno desierto del Sahara), en total fueron allí transportados en tren dos mil miembros de las dotaciones, más muchos otros refugiados, sucediendo esto entre el 10 y 12 de marzo, el 15 se emite la orden francesa, de apagar las calderas de los buques y mantenerlos en su estado de conservación, el 16 por otra orden se arría la bandera de la República, y otras sucesivas para el buen orden a bordo.

Todo esto era causado por ser conocido por todos que, la escuadra española no estaba a las órdenes de sus mandos, sino que eran los comisarios políticos quienes emitían las órdenes, la falta de oficiales en ellos, los convertía en una Marina Revolucionaria, y esto provocaba todas estas medidas de precaución, y casi desprecio por los franceses, asimismo la cantidad de mujeres y niños a bordo, manifestaba la intención de no regresar a España, de hecho en el traslado al campo de concentración, que fue muy lento y largo, los jefes fueron en vagones de 1ª clase, los oficiales en 2ª, auxiliares y marinería en 3ª, pero los comisarios políticos, en el furgón de cola y de pie, y al llegar fueron todos encerrados en un barracón separados del resto. Esto por sí sólo no necesita explicación de la seriedad del comportamiento francés, con estos personajes. Ocho días más tarde llegó Miguel Buiza y todos los comandantes, quedando los buques sólo vigilados por las autoridades francesas y una docena de españoles en cada unidad.

Con anterioridad el día 27 de febrero de 1939, tanto el Reino Unido como Francia, reconocían el Gobierno de Francisco Franco, lo que se puso en conocimiento del almirante, éste de acuerdo con las autoridades francesas, pidió pedir opinión a todas sus dotaciones, para que quien quisiera regresara a España, lo hiciera sin miedo, para ello a su vez ordenó que cada comandante, fuera preguntando a toda su tripulación con un simple “Sí” o “No”, y el comandante no se lo comentaría a nadie, para evitar represalias, guardando por orden el mayor de los secretos, y bajo la responsabilidad de los franceses, los que respondieran “Si” serian separados, garantizando su regreso a buen resguardo.

El Estado Mayor de la Armada sublevada dictó las «Instrucciones para el traslado a España de la Escuadra roja ante la eventualidad de que se presente ocasión de su rescate total o parcial en puerto extranjero».

  1. Al Almirante de El Ferrol, enviar a Cádiz, a bordo del Ciudad de Alicante, a las órdenes del capitán de Navío don Luis de Vierna, todos los electricistas, maquinistas, operarios de máquinas y fogoneros de que pueda disponer sin perjuicio para el servicio.
  2. Al Almirante de San Fernando, organizar el depósito de marinería a bordo delMallorca, bajo la base del núcleo de 300 que envió El Ferrol para superdotar la Flota.
  3. Al mismo Almirante, constituir un gran depósito de víveres para 1.500 hombres, durante diez días, a bordo del Mallorca, y embarcar en él todo personal viático.
  4. Enviar a Málaga el petrolero Campas y rellenar a disposición del Estado Mayor de la Armada.
  5. Orden a la Flota para complementar dotaciones con los hombres imprescindibles. Se necesitan 11 Comandantes, 36 oficiales, 90 maquinistas, 30 auxiliares, 200 fogoneros y más de 1.000 marineros. Para medio cubrir el cupo de oficiales, ordené que dispusieran de la promoción de Alférez de Fragata que había en la Escuela Naval. Se preveía dotación para el submarino y C-4.
  6. Los tres cruceros deberían ir a El Ferrol y entrar inmediatamente en carena. Los destructores, distribuidos entre Málaga y los astilleros de la bahía gaditana, se aprovecharían según los encontráramos. Los barcos pequeños y auxiliares se concentraran en Ceuta.

Estas órdenes previsoras, como queda expuesto para nada incluían a los cruceros y destructores nacionales, por considerar no era propio presentarse allí, con toda la fuerza naval de España.

Así mismo el buque insignia del contralmirante 2º Jefe de Estado Mayor de la Armada, Excmo. Sr. D. Salvador Moreno Fernández sería el destructor Ciscar, a quien acompañaba un represente diplomático, el señor Vizconde de Mamblas, quien ya había ejercido de Agregado en la Embajada de Londres en 1924, dotado con plenos poderes sería quien trataría el tema con las autoridades francesas en Bizerta, después de unas penosas decisiones francesas, fue el mismo Franco quien lo llamó a su presencia al nuevo embajador de Francia en España, no siendo otro que su amigo de muchos años, (ambos ya se conocían desde poco antes del desembarco español en Alhucemas) el ahora Mariscal Philippe Petain, quien zanjo el problema, quedando casi la mar libre de políticos que a forma de mar gruesa se oponían, a veces incluso a llegar a un acuerdo, como si quisieran quedarse con la escuadra española.

Por ser el destructor Ciscar donde enarbolaría su insignia, el cual tuvo un acontecer previo, hasta poder llegar a presidir esta expedición, decir que fue encontrado semihundido en el puerto de Gijón, en la primera quincena de marzo de 1938 se le refloto, siendo remolcado a Avilés, para acondicionarlo algo, y al concluir los trabajos, de nuevo a remolque arribo a Ferrol, el 17 de abril fue nombrado su comandante de quilla al capitán de fragata D. Guillermo Díaz del Río y Pita da Veiga, el 24 de mayo ya al menos taponadas todas sus averías de casco, a remolque del vapor Cádiz, dándole escolta el patrullero Álava, y bous, Virgen del Carmen y Virgen de Begoña, junto al remolcador Argos, entrando en Ferrol en la madrugada del 26 seguido, pasando a dique unas horas más tarde, dando comienzo la gran carena necesaria dado su estado, la cual se alargó por intentar realizar cambios que, le proporcionaran mejoras en todo él, pero por desgracia no pudieron llevarse a efecto, para realizar estas, en junio se nombró a su Segundo el capitán de corbeta D. Aquiles Vial y Leste, y en septiembre se nombró a su director de tiro, teniente de navío D. Mario Romero Abella, procedente del crucero Canarias, pasando a 3ª situación el 30 de noviembre de 1938, día que embarco la dotación del buque.

Comenzó la instrucción de la dotación y listos, el 28 de febrero de 1939 comenzó sus pruebas de mar, ese día por el viento del NW, la mar estaba alterada, tan mal, que ni siquiera se podía leer la corredera por falta de visibilidad, pero si se comprobó las escoras excesivas y metidas de caña, como la lentitud del periodo de balance, para postre la radio no pudo funcionar, siendo uno de los fallos que le durarían durante todo el resto de singladuras, en estas condiciones se recibió el 5 de marzo a las 14:00, la orden del Jefe del Estado Mayor de la Marina, de salir en apoyo de la conocida sublevación de Cartagena, zarpando con rumbo a Cádiz, donde le seria embarcada la munición y permanecería a la espera de órdenes.

Al recibir la orden de zapar de Ferrol, al salir de puntas se recibía el viento del NW, igual que en las pruebas, pero se fue notando una mejora conforme bajaba paralelos, así como el viento era de menor fuerza, al doblar el Cabo de San Vicente aun mejoro más el estado de la mar, esto le permitió llegar a alcanzar los 35 nudos, mantenidos prácticamente hasta su llegada a la vista de Cádiz, entrando el 6 seguido a las 18:00, comenzando a embarcar la munición. Pero la dotación no pudo efectuar fuego, ni calibrar las piezas, porque toda la instrucción de ella, se realizó amarrado hasta salir a sus pruebas de mar y después el desplazamiento hasta Cádiz, siendo en sí una duda su verdadero estado para poder entrar en combate.

Las prisas ya comentadas en otros historiales de «Terminus», se le comunicó al Almirante Jefe del Bloqueo, que en corto espacio de tiempo se le uniría el destructor, pero esto no fue conocido por su persona, pero sí por su Estado Mayor en Palma (nadie puede explicarse esta omisión, a no ser fuera por orden superior, pues de ser lo contrario sería traición, por estar el Almirante frente a Cartagena en su crucero auxiliar insignia el Mar Cantábrico, el cual disponía de los medios suficiente para recibirlo), pero dadas la premuras, resultaba que en Cádiz no había suficiente combustible, por ello el Ciscar salió con rumbo a Ceuta, donde se rellenó de él.

Al salir la tarde del 8 de marzo, se había dado la orden el anterior 7, de abandonar el tema del desembarco en Cartagena, pero a su vez la mar de nuevo estaba arbolada, obligándole a reducir velocidad, por esta razón no pudo estar ni ser visto tan siquiera por el Almirante, ni tampoco por el jefe de la División de Cruceros, éste en la noche del mismo día, le pidió situación, rumbo y velocidad, y a su vez si tenía radioseñalero, no fue hasta la madruga del 9 cuando el destructor transmitió los datos demandados, pero añadiendo que a bordo no tenía a ningún radioseñalero, conocida su situación por el Almirante dio orden directa al destructor de arrumbar a Barcelona, entrando en el puerto el 10 a las 08:45, donde sería abordado por el contralmirante Excmo. Sr. D. Salvador Moreno Fernández, 2º Jefe del Estado Mayor, quien estaría al mando de la comisión sobre la recuperación de la Flota internada en Bizerta, permaneciendo en la Ciudad Condal hasta su salida el 14 seguido.

El Jefe del Estado Mayor de la Marina, poco después de ser conocida la salida de la Flota de Cartagena, basándose en sus propias «Instrucciones» ya descritas, comenzó a emitir órdenes, para acudir en cuanto las circunstancias permitieran recuperarla, el primero en ser utilizado para ello fue, el mercante armado Ciudad de Alicante, porque al estar en Ferrol, facilitó el embarque rápido de 6 oficiales de Máquinas, 5 auxiliares de diferentes especialidades, 27 operarios de Máquinas, 13 cabos especialistas, 18 fogoneros, 350 marineros voluntarios y un marinero de 2ª, más 19 alférez de fragata del último curso de la Escuela Naval, todos ellos al mando del capitán de navío D. Luis de Vierna Belando, al estar listo salió el 3 de marzo con rumbo a Cádiz, donde entró el 5 embarcando a mas tripulantes, saliendo y arribando a Palma, donde entraba el 11 seguido.

Al arribar desembarcaron todos los transportados desde Ferrol, y Cádiz por ser el puerto de concentración ordenado por el Almirante, el 13 dio la orden el Almirante de salir rumbo a Castellón, pero el mal tiempo reinante le obligo a regresar, al mejorar algo el temporal, se hizo a la mar el 15 seguido, el mismo día entraba en Castellón, embarcando al Batallón expedicionario de Infantería de Marina, al mando del comandante D. Gerardo Barros Pravia (esta unidad militar era la que iba embarcada, en el Castillo Peñafiel cuando el intento de desembarco en Cartagena), por orden del Almirante, el Ciudad de Alicante salió el 19 seguido, entro en Cádiz donde desembarco parte del Batallón de Infantería de Marina y para recargar combustible, también desembarcaron 100 miembros de su tripulación, volvió a salir a la mar, entrando en Ferrol el 23 siguiente, donde desembarco a la 1ª Compañía del Batallón expedicionario de Infantería de Marina, siendo prácticamente su última misión en la guerra.

Al tener ya las noticias de la entrega de la Flota, el Almirante Jefe de Estado Mayor, transmitió el 16 de marzo a las 15:20 al Almirante de las Fuerzas de Bloqueo, la orden de concentración de las fuerzas en Palma, de los buques que deberían transportar las dotaciones, para dotar los buques en Bizerta, dejando a sus órdenes los tres componentes de la misma, hasta que en el destructor llegara el 2º Jefe de Estado Mayor, el contralmirante Excmo. Sr. D. Salvador Moreno Fernández, quien sería el designado como Jefe de la toda la Flota recuperada, así mismo le daba la orden de desembarcar a todos los posibles de los buques de su mando para completar las dotaciones; al mismo tiempo trasmitía el Almirante Jefe de Estado Mayor, al Comandante General del Departamento Marítimo de Cádiz, embarcar urgentemente en el Mallorca (comandante capitán de corbeta D. Patricio de Antonio y Morales), y al capitán de navío D. Manuel Garcés de los Fayos, por ser nombrado jefe de todas las dotaciones y a su vez al recuperar los buques, Jefe de la Flotilla de destructores.

Como ya indica en sus «Instrucciones» fueron designados para esta comisión el destructor Ciscar, insignia y los mercantes Mallorca y Marqués de Comillas, salió el primer mercante de Tarragona, el 28 de febrero de 1939 se encontraba en Cádiz, saliendo a las 22:15 del 16 de marzo por recibir la orden de entrar en Palma y embarcar las dotaciones de los buques de la Flota, esto había sido ordenado por el Almirante Jefe del Bloqueo, desde Burgos donde se encontraba, para que acudieran a Palma el minador Júpiter, destructor Velasco-Melilla, el crucero auxiliar Mar Negro y el sumergible General Mola.

Al mismo tiempo el Marqués de Comillas, salía de Cádiz el 16 de marzo a las 17:00, transportando a todo el personal asignado, como parte de las dotaciones de la escuadra en Bizerta, con la orden de arrumbar a Málaga, donde al entrar embarcó parte de las dotaciones, de los cañoneros Cánovas del Castillo, Eduardo Dato y Canalejas, siendo un oficial, 5 auxiliares y 28 marineros, al estar todos a bordo salió con rumbo a Palma, donde fondeaba el 19, embarcando 100 t., de carbón para las cocinas de los buques internados.

A causa del mal tiempo y la bahía de Palma abierta, el temporal que se levantó el 23 seguido, era tan duro que el Marqués de Comillas perdió el ancla, por ello se alistaron todos los medios para abandonar el casco, pero su comandante decidió salir y sortear la mar en abierto, a su vez se produjo un fallo de máquinas, se pusieron a trabajar y por fin transcurrida una hora, pudo dar avante, sorteando el temporal costeando, el 25 ya algo calmado el viento y mar entró, se buscó con ganchos la zona y el 27 recupero el ancla, cercano a él se encontraba listo para acompañar a la pequeña división, el petrolero Campas, quien había rellenado sus depósitos y estaba listo para dar soporte a la expedición.

Con todo este trasiego de buques y sobre todo por la falta de dotaciones, el Almirante Jefe del Bloqueo, al estar prácticamente todos los pequeños sin suficiente dotación, dio la orden de anular toda orden a estos de zarpar de Palma. Aclarar que el Almirante Jefe del Estado Mayor de la Marina, califica de «superdotados» los buques a su mando, pero esto no era cierto, porque desde siempre cuando se entra en guerra, las dotaciones se aumentan entre un 10 y un 20%, (dependiendo del tipo de buque) porque hay muchas cosas que hacer, se suelen tener todo tipo de bajas y el cuerpo humano siempre tiene un límite, no siendo igual ni se le parece, navegar en tiempos de paz que en guerra, lo que viniendo de todo un vicealmirante nos lleva a pensar en otras cuestiones, porque él bien lo sabía cómo buen profesional que era.

Conocida ya la llegada del acuerdo de entrega, el Ciscar salió de Barcelona el 14 de Marzo a las 14:00, enarbolando la insignia del contralmirante D. Salvador Moreno Fernández, entrando en Palma el mismo día a las 19:45, comenzando por ser rellenado de combustible y embarcar 100 cartuchos y 50 kg de pólvora, para el cañón de saludo, pero al mismo tiempo se había compuesto una clave especial para trasmitir y recibir mensajes por radio, al estar todo en su lugar y afirmado, el mismo día a las 22:30 salía de Palma rumbo a Bizerta.

De nuevo la mar no estaba por ayudar, porque nada más salir del socaires de la bahía, la marejada del N., que ya era dura, comenzó a aumentar, hasta llegar a muy gruesa; a las 04:10 del 15, se recibió un fuerte golpe de mar, sabiéndose que algunos hombres podían haber sido lanzados al agua, dándose la orden de a pesar del mal tiempo, y dependiendo de la situación del viento, el agua en otras ocasiones barría la cubierta con dureza, pero D. Salvador ordenó dar primero una vuelta entorno al primer lugar, y nada se pudo ver (la noche era cerrada), por ello se dio otra virada, pero tampoco sirvió de nada por la mínima visibilidad, no conforme con ello ordeno a sus oficiales pasar lista, de esta se supo faltaban dos marineros (uno era de 2ª D. Manuel Dourado Pailo de Corme y el voluntario D. Ceferino García López de Guiño, éste de Coruña), viendo la imposibilidad de navegar, se disminuyó la velocidad y arrumbo a Mahón, donde entraba el mismo 15, a las 17:00, atracando en el muelle de la Base Naval, donde nada más estar amarrado se largaron las manguera, procediendo a rellenar combustible.

A pesar de que todo parecía estar ya resuelto, el Almirante Jefe de Estado Mayor, el 16 a las 23:30, comunicaba por radio tanto al Almirante Jefe de las Fuerzas de Bloqueo, como al contralmirante a bordo del Ciscar que: «Subsecretario Asunto Exteriores comunica que surgieron escrúpulos para entrega de buques debido a comité de No Intervención y únicamente autorizaron de momento izar bandera y mantener reducido personal para conservación. Mallorca y Marqués de Comillas van a Palma donde debe ir V.E. antes de salir para Bizerta objeto concretar con Bloqueo núcleo de dotaciones inmediata y posibilidad nuevo envío si diplomacia logra conseguir entrega barcos sin restricciones.»

Cómo se puede apreciar, si el problema era con Francia y éste estaba resuelto, ahora intervienen los de la “No Intervención”, demostrando una vez más en nuestra Historia Naval que, en cuanto aquí se flojea, intenta sin intervenir, hacernos la vida imposible y si hubieran podido vender los buques españoles a cualquier otro país, bien por separado bien en conjunto, lo hubieran efectuado, pero ya estamos acostumbrados, porque siempre han actuado igual, defender sus intereses, caiga quien caiga, y si es España para robarle, mucho mejor.

Pero como los dos mercantes, Mallorca y Marqués de Comillas, no entraban en Palma hasta el 18 y 19 respectivamente, el mensaje llegó con suficiente tiempo, para evitar la reunión de los tres buques frente a Bizerta, a pesar de ello, D. Salvador emitió el 17 desde su insignia en la mar, a las 13:40 un mensaje a ambos mercantes, para que acudieran a Palma y se mantuvieran a la espera de noticias.

Mientras el Ciscar permaneció en Mahón hasta que amainó el tiempo, saliendo el 17 a las 14:00, con rumbo a Bizerta, solo dos horas más tarde, el Jefe del Estado Mayor, emitía una orden a su Segundo, para que regresara con su buque a Palma, por saber que los franceses no estaban muy de acuerdo en devolver la Flota, este mensaje lo tuvo que repetir el Estado Mayor de la Flota en Palma, por las dificultades del aparato montado en el destructor, al recibirlo viró con rumbo a puerto, donde entraba en Palma el mismo 17 a las 22:40, pero al entrar lo primero que hizo D. Salvador, fue poner de manifiesto las irregularidades del equipo de comunicaciones de su buque, diciendo: «Acabo fondear Palma sin novedad. Estación radio desde las 16:00 imposible comunicar que, a dicha hora, en mi poder radio V.E.3463 arrumbé a este puerto donde quedo en espera de órdenes. Por error de claves al cifrar en esa e inexperiencia personal radio este buque comunicaciones son muy lentas, desordenadas y confusas. Entiendo, además, que me falta radiogramas importantes V.E. Corregiré defectos con ayuda Estado Mayor Bloqueo».

Por fin el 24 el Mariscal Philippe Petain presento sus cartas credenciales, sin saberlo casi nadie, fue quien soluciono todos los problemas, por ello ya todo en su sitio, el 25 el Almirante Jefe de Estado Mayor de la Marina, envía orden al Ciscar, para que se zarpe rumbo a Bizerta, «…como avanzada, por si encontraba propicias a las autoridades…» el 26 a las 08:00 salía el Ciscar, con tiempo achubascado y marejadilla, el 27 a las 10:25 fondeaba frente a Bizerta, parando máquinas, al mismo tiempo saludaba a la plaza al cañón con 21 salvas, siendo respondido de igual forma por las baterías de costa, una vez autorizado a entrar y práctico a bordo, entro y atracó en el muelle de la bahía de Sebra.

Como se puede apreciar la llegada del Mariscal francés, allano todas las cordilleras levantadas, por unos y otros, dando al traste con sus demoledoras intenciones, lo que ahora venía era el acuerdo sobre el terreno, por ello desembarcaron el Jefe de la expedición, el representante diplomático y el comandante del destructor, para entrevistarse con el almirante francés M. Blery, quien era el Prefecto Marítimo de Bizerta, quien curiosamente no puso ningún impedimento, otorgando las máximas facilidades.

Las condiciones de D. Salvador eran muy sencillas, llegando al acuerdo para que todas las dotaciones españolas a bordo de los diferentes buques, pasaran al Miguel de Cervantes, quedando sólo en ellas una guardia de franceses, quienes harían entrega del buque a sus respectivos Comandantes por él nombrados.

Los miembros de la escuadra gubernamental que quisieran regresar, serían embarcados en el Marqués de Comillas, pero no en número superior a 2.000, por ser su máxima carga, si hubieran más, ya se pondrían de acuerdo ambas partes para solucionar el problema, por ello al regresar a su destructor el D. Salvador Moreno, envió un mensaje al Almirante de las Fuerzas de Bloqueo, para que inmediatamente y de forma urgente, saliera el Mallorca y el petrolero Campas con rumbo a Bizerta, el primero por llevar todas las dotaciones de los buques, y el segundo por si era necesario recargar combustible en los buques internados, en cumplimiento de esto, los dos zarparon de Palma sobre las 17:00 del 27, presentándose frente a Bizerta el 29, donde entraron y atracaron.

Por la noche las dotaciones gubernamentales, fueron sustituidas por los guardias franceses, al mismo tiempo que los tres jefes españoles, estuvieron cenando en la Residencia del General francés, terminando de concretar detalles; todo había cambiado, como de la noche a la mañana, y es que es la de siempre, entre militares sólo está presente la defensa de su país, de ahí que logren entenderse con facilidad, los unos a los otros, no así con los demás a quienes siempre les mueven otros intereses, como ha quedado más que demostrado a lo largo de la Historia.

El mando había designado a los comandantes de los buques, siendo los siguiente: El capitán de navío D. Luis de Vierna y Belando, crucero Miguel de Cervantes; capitán de fragata D. Arturo Génova Torruella, crucero Galicia (ex Libertad – ex Príncipe Alfonso y ya rebautizado con el nuevo nombre); capitán de corbeta D. Juan Cano Manuel y Aubarede, crucero Méndez Núñez; y los destructores capitán de corbeta D. Patricio de Antonio Morales, Lepanto; capitán de corbeta D. Ramón de Carranza y Gómez, Almirante Antequera; capitán de corbeta D. Pedro Pérez de Guzmán, Gravina; capitán de corbeta, D. José María Ragel y García, Jorge Juan; capitán de corbeta D. Pedro Fernández Martín, Almirante Valdés; capitán de corbeta D. Manuel Aldereguía Amor, Almirante Miranda; capitán de corbeta D. Pablo Suanzes y Piñeiro, Escaño; capitán de corbeta D. Ginés Sanz García de Paredes, Ulloa y el teniente de navío D. Juan García-Frías García, sumergible C-4. Y al mando de la Flotilla de destructores, se nombró su Jefe al capitán de navío D. Manuel Garcés de los Fayos, quien enarbolo su insignia en el Lepanto.

Las autoridades francesas en la mañana del 30, fueron entregando uno a uno los buques a sus Comandantes, en el momento de tomar el mando, eran bendecidos por el capellán de la Armada, eran casi las 12:00, momento en que el Contralmirante al mando de la Flota embarcado en el mercante auxiliar Mallorca, donde enarbolaba ahora su insignia, las dotaciones en cubierta y formadas, se dio la orden de izar lenta y solemnemente la bandera de España, en el transcurso de este tiempo, (un minuto) se rindió homenaje a la memoria de los muertos durante la guerra, sin distinción de bandos.

Al concluir toda esta ceremonia, se pasó a revisar el estado de los cascos, de quilla a perilla, fue cuando se apercibieron de que, el estado en que se encontraban era calamitoso, entre otras muchas cosas, habían arrojado al mar los cierres de los cañones, y los tubos de comunicación desde el puente y las diferentes dependencias, estaban obstruidos con sobras o no de alientos, aparte de necesitar un buen recorrido en todos ellos, por fuera y por dentro, y revisar máquinas, todo esto a pesar de la vigilancia francesa, o bien lo hicieron poco antes de entrar en el puerto, cuando estaban a la espera de noticias.

Mientras en la noche del 30, al saber D. Salvador Moreno el cambio de actitud de las autoridades francesas, transmitió al Almirante Jefe del Bloqueo, saliera el Marqués de Comillas, con el resto de dotaciones para hacerse cargo de la Flota, embarcando 37 oficiales, 42 auxiliares y 747 marineros, saliendo de Palma a las 01:00 del 30, por ello al arribar ya se había embarcado sus comandantes y parte de la marinería, en sus respectivos buques, al amanecer del 31 estaba en la entrada del puerto, salió el práctico y atraco cerca del Mallorca, comenzando el desembarco y embarcando por saberlo cada cual a su buque, donde a su vez el comandante conforme iba abordando su dotación, les saludaba e indicaba el puesto a ocupar, al concluir todo esto, fueron a su vez terminando de revisar el casco, ratificándose lo ya indicado, pasando al poco tiempo y según orden del Contralmirante fueron abarloándose al Campas, para rellenar combustible, al embarcar en el Miguel de Cervantes, estaban a bordo todos los gubernamentales, quienes fueron trasbordados al Marqués de Comillas.

Al ser conocida la llegada del contralmirante D. Salvador Moreno, en el campo de concentración de Meheri-Zebbeus, muchos pensaron que podrían regresar, pero sin sufrir daño alguno, visto y sabido por el almirante francés, lo puso en su conocimiento para que pudiera recibir una representación, a lo que lógicamente accedió; fueron recibidos los oficiales, quienes por ser pocos se autorizó a todos, así el capitán de corbeta D. Luis de Abarzuza Pacheco y los tenientes de navío D. José García Barreiro, D. Manuel Núñez Rodríguez y D. Eugenio Calderón Martínez.

Al estar todos el primero en hablar fue D. Salvador Moreno, quien de entrada les reprocho duramente su servicio, en una marina que había fusilado a cientos de sus compañeros y ellos no habían seguido el ejemplo de los que dieron su vida por su patria, todo esto lo aguantaron con entereza, dando permiso para hablar y en representación de ellos, lo hizo D. José García Barreiro, quien sólo pregunto: «Que les sucedería si decidieran volver a España» D. Salvador les respondió: «Como es de obligado cumplimiento, cada uno será juzgado según sus responsabilidades» dejando muy claro que él no iba a intervenir ni a tomarse la justicia por su mano, porque sólo lo habían hecho los revolucionarios y él no estaba por la labor, ni a favor ni en contra de su porvenir, pero dadas las circunstancias y todo lo sucedido, les aconsejó se quedaran y quizás pasados unos años podrían regresar, pero dudaba muy mucho volvieran a vestir el botón de ancla.

Hubo un caso aparte, con el Capitán de Corbeta D. Luis de Abarzuza Pacheco, a quien personalmente el Contralmirante, le amonesto muy severamente, por haberse pasado del bando nacional al gubernamental, pero más tarde su jefe, el vicealmirante D. Juan Cervera Valderrama, le explico lo ocurrido con este oficial (2) y otros varios largos de relacionar, desde intentar pasarse si se le concedía el mando con el buque a zona sublevada, pero fue descubierto y detenido, continuo prestando otros servicios y obteniendo otros mandos de diversas armas, pero en tierra.

  • (2) Este oficial estaba en la reserva en Cádiz al producirse el alzamiento, ocupando el cargo en la Marina Civil en la Delegación Marítima de la capital, se adhirió al alzamiento, paso a prestar servicios en pesqueros armados, hasta ser destinado a la Intervención de marina en Larache, encontrándose aquí pensó que podía prestar un buen servicio a la causa, si lograba llegar a la zona gubernamental y al entregarle el mando de un buque, pasarse de nuevo a los alzados, lo comunicó al teniente de navío D. Miguel Ángel García Agulló-Aguado, quien lo puso en conocimiento del Jefe de las Fuerzas navales del Norte de África, capitán de fragata D. Manuel Garcés de los Fayos, quien le desautorizó, pero no hizo caso y logró con tretas pasar a Tánger, de donde se trasladó a Marsella, pasando y presentándose en Barcelona, donde a su vez sufrió detenciones y malos tratos, pero comprobando era fiel a la República, en marzo de 1938 se le autorizó a embarcar, desempeñando cargos de Jefe de Material en el E.M., Jefe de Operaciones interino de la Flotilla de destructores y comandante del Jorge Juan, donde concluyó sus servicios y quien lo llevo a internarse en Bizerta. Obviamente no logró su propósito inicial, por estar rodeado de enemigos constantemente, de hecho salió en dos ocasiones con su buque pero no logró ningún buen resultado, según él esperaba. Embarcó de regreso, donde fue juzgado en Consejo de Guerra, siendo la sentencia, su separación del servicio, aunque en libertad de movimientos por toda España.

Regreso el almirante francés a tratar de que todos regresaran, esto era una argucia sin límites del Gobierno francés y sin respeto ninguno por la vida de los refugiados, porque lo que realmente le molestaba era mantener a tantos, pero D. Salvador escribió una nota, para que fuera leída en el campo, diciendo entre otras razones: «que nada tenían que temer aquellos cuyas “manos estuviesen limpias de sangre”», entre las varias acusaciones al Contralmirante Moreno, por los oficiales que acudieron a la entrevista, hay una que casi causa risa, porque dice: «El Contraalmirante Moreno no nos ha explicado las nuevas leyes vigentes en la España nacional, concretamente en la Marina, para hacerse cargo de la situación.»

Porque lo bien cierto es que, las Leyes que se aplicaban eran las mismas que las de la República, de hecho ni siquiera se ascendió a nadie a Almirante o Teniente General, conservando el grado máximo en General de División (esto se puede confirmar con fotos, en las que el mismo Franco, general de división, durante toda la guerra seguía llevando la estrella de cuatro puntas dorada, y el de brigada plateada, por ello en ellas en tonos de gris, es prácticamente imposible saber el grado de cada uno de ellos) o Vicealmirante, lo que indica hasta donde llegaba el odio de muchos, confundiendo a los de abajo, sólo a mediados de 1939, se regresó por Ley a la anterior escala de grados, mientras que las Leyes no comenzaron a cambiarse prácticamente hasta terminar la II Guerra Mundial, Franco y sus ministros durante este tiempo, tenían otros dolores de cabeza, pero esto no se cuenta y de ahí ciertos errores que llegan a fecha de hoy. Sólo en las fotos cuando la toma de Vinaroz, Franco sí lleva los galones de Capitán General, pero no he visto ninguna otra, siendo la excepción.

Casos aparte, fue como era natural, el de Bruno Alonso, porque estuvo muy poco tiempo, por la intervención de Rodolfo Llopis, consiguiendo ser embarcado a escondidas y regresar a Francia, así como el coronel Galán y otros comisarios políticos, el que marcó la diferencia, casi obligado fue D. Miguel Buiza y Fernández Palacios porque si se hubiera ido con estos, no le habrían perdonado, y si se reintegraba a España, la cosa iría por el mismo rumbo, pero su actitud fue tan digna con sí mismo y sus ideas, pidió ingresar en la Legión Extrajera, ante ello el almirante francés se lo concedió, pero con el grado de capitán, fue un honor excepcional, porque hasta ese momento sólo se había concedido tal, a un miembro de la familia real italiana, cuando a su vez fue derrocada.

Quedando en el campo de concentración unos 1.500, (no se puede saber la cifra exacta, porque los franceses quienes si la sabían, no las dieron en ningún momento) lo bien cierto es que hubo de todo, algunos lograron pasar a Francia, donde se incorporaron al ejército, otros con esa excusa, pasaron a la URSS y como es sabido, muchos se quedaron en la Francia Libre y al suceder la invasión alemana, comenzó a funcionar el “maquis”, encabezado por este personal, el cual causó graves daños a los invasores nazis, de hecho gracias a ellos se logró recuperar a varios cientos de pilotos, tanto franceses, británicos y norteamericanos, por la misma razón los aliados estaban informados al minuto.

Cuando se llevó a buen término el desembarco de Normandía, previa preparación en la retaguardia en Francia, basadas sobre todo en estos exiliados, esta fue precisamente la razón por la que el general francés, Philippe Leclerc de Hautecloque, nacido como Philippe François Marie, Conde de Hauteclocque, (al parecer lo del título no le convenía, pero si lo llevó como apellido), quien estaba al mando de la resistencia francesa, fue quien se impuso al general Charles André Joseph Marie de Gaulle y al mismísimo General en Jefe de los aliados general de cinco estrellas norteamericano Dwight David Eisenhower «Ike», para que los primeros en entrar en París, fueran precisamente los españoles, era un alto honor, al que nadie quería renunciar, de hecho todos los semiorugas norteamericanos con los que desfilaron, lo hicieron con nombres de combates y personas de decidida acción, entre ellos uno con el nombre de Amiral Buiza, pero la realidad era que sin ellos, las cosas no hubieran sido tan fáciles, esto a aparte de que el general «Ike» unos años antes del desembarco de Normandía, se pusiera en contacto con el Jefe de Estado español, para que le cediera la máxima información posible, sobre nuestro exitoso desembarco en Alhucemas de 1925.

El 1 de abril se le entregó el mando del Marqués de Comillas al teniente de navío D. José Sáenz de Cenzano, donde embarcaron 2.316 repatriados, (por ello excediendo en su capacidad por las órdenes recibidas, pero fuera por el bien de algunos) siendo trasladados desde tierra con un remolcador, en pequeñas cantidades, eran de todos los grados de suboficiales y clases de tropa.

La escuadra al mando del contralmirante Excmo. Sr. D. Salvador Moreno Fernández, compuesta por la división de cruceros, Miguel de Cervantes, insignia, Galicia y Méndez Núñez, la 1ª Flotilla de destructores Lepanto, insignia, Almirante Antequera, Gravina y Jorge Juan; la 2ª Almirante Valdés, Escaño, Almirante Miranda y Ulloa, el Ciscar quedo a las órdenes directas del contralmirante, quien ordeno estar listos para salir a las 17:00 del 2 de abril, mientras llegaba esta hora, las dotaciones no pararon un ápice en la preparación de los buques, además se daba el caso peregrino, por el que al no disponer en la Marina nacional, de este tipo de barcos, todo era nuevo para los miembros de las dotaciones, e incluso casi para sus mandos, comprobándose en esta revista general la cantidad de desafueros cometidos, por las anteriores dotaciones, lo que provocó grandes trabajos sólo para que pudieran salir a la mar y arribar como era debido a sus puertos de destino.

Una hora antes de salir la Flota, lo hizo el sumergible C-4, junto al mercante armado Mallorca, ambos con destino a Barcelona, al mismo tiempo salía el petrolero Campas, pero éste directo a Palma, al estar en el paralelo de Palma, el comandante del C-4, ordenó al mercante arrumbar a ésta, donde se reunieron los tres.

Poco antes de la salida de la Flota, los Comandante recibieron la orden, para que las dotaciones cubrieran candeleros, por ello cada uno dio la orden de «babor y estribor de guardia», yendo todos lo mejor vestidos que se podía, y para dejar muy claro la formación de estos, toda maniobra se ejecutase con rapidez y precisión, lo que lógicamente costaba algo, por la falta de practica en estos buques.

Comenzaron a desatracar y aproar a la salida, los primeros fueron la 1ª escuadrilla de destructores, los segundo, la 2ª, seguidos por los cruceros, y a la cabeza el insignia, quedando al final el Ciscar y el Marqués de Comillas.

Al pasar los primeros, en los muelles del puerto se había concentrado un gran número de personas, quienes comenzaron a silbar, abuchear a las dotaciones españolas y levantando el brazo con el puño cerrado, eran los seguidores del Frente Popular francés, visto esto por el contralmirante al mando, ordeno zafarrancho de combate, a su vez lo vio el general francés, dando orden de acabar con este desafío en la lejanía que, para nada era agradable, por ello muy poco después comenzaron a atracar buques de la marina francesa, desembarcando varios tripulantes, quienes inmediatamente pusieron orden en los muelles; al ir saliendo de puntas, la 1ª escuadrilla de destructores bajo velocidad y cayó a babor, la 2ª igualmente pero a estribor, y en el centro se colocaron los cruceros, con el insignia en cabeza, todos en línea de fila, cerrando la formación el Ciscar dando escolta al Marqués de Comillas.

La formación se veía alterada de vez en cuando, porque alguno de su componentes sufría algún tipo de avería, la cual solucionada regresaba a su puesto, pero el conjunto se vio obligado a bajar la velocidad, el Ciscar que iba y venía dando a la voz (porque como se ha comentado sus medios de comunicación no funcionaban a bordo) las órdenes recibidas por el contralmirante, a los diferentes comandantes, y de estos regresaba al insignia, para trasmitir igualmente la respuesta, así navegaban pero muy lentamente, hasta que el 4 seguido a las 09:00 se reunieron los cruceros Canarias y Navarra acompañados por los destructores Huesca y Teruel, todos salidos de Cartagena.

Al estar casi todos, D. Salvador dio la orden de arrumbar a un punto, a 70 millas al 086 de cabo de Palos, donde había sido hundido el crucero Baleares, llegaron al lugar a las 13:40, dándose la orden de parar máquinas, se izaron banderas y gallardetes a media asta, las dotaciones todos de blanco cubrieron candeleros, rezaron un responso, cantaron himnos de rigor y se dieron las voces utilizadas en estos actos, así como gritar el nombre del Baleares y desde el crucero Miguel de Cervantes, se lanzó al agua una corona de laurel con una bandera de España, al terminar el acto que fue muy breve, los buques se separaron; la escuadra completa salida de Bizerta arrumbo a Cádiz, el resto a Cartagena, pero en el Galicia se sufrió una avería, viéndose obligados todos a fondear en Algeciras, pero el Méndez Núñez, fue el que peor estaba, acusando su mal estado un retraso importante en toda la escuadra, a su vez el tiempo empeoró, obligando a todos a permanecer hasta el 8, por mejorar el tiempo en pocas horas lograban entrar en Cádiz.

El Marqués de Comillas y el patrullero Tramontana por transportar a los refugiados, se les dio orden de abandonar la escuadra, para arrumbar en solitario a Cádiz, donde entraron el 6 siguiente, desembarcando todos ellos, (en el Tramontana se quedó su pequeña dotación, para devolverlo a sus dueños), pero trasladados a Rota, donde a su vez fueron separados para clasificarlos mejor; sucediendo un acto que para nada iba contra ellos, pues no fue otra la razón que estar en Semana Santa, regresando las cofradías a hacer sonar las cornetas y tambores que, se oían perfectamente en toda la isla de León, pero sí les causó sensación volver a sentir aquellos pasos, tan olvidados por casi todos.

A los ya en posesión de la Armada, se incorporó el que faltaba, no era otro que el José Luis Díez, internado en Gibraltar desde diciembre de 1938, siendo entregado el 25 de marzo de 1939, tomando el mando el capitán de corbeta D. Alejandro Molins Soto, quien lo traslado a Algeciras, siendo algo reparado con los medios disponibles, saliendo y entrando en Cádiz el 4 de abril con la escolta del Calvo Sotelo, donde fue reparado por completo el destructor.

Decir que los tres cruceros de Bizerta, al concluir la guerra, fueron trasladados a Ferrol, para ser revisados en su totalidad, no regresando al servicio activo hasta 1944, lo que indica la falta de casi todo, por estar el mundo en guerra, y por ello piezas que eran precisas, no pudieron reponerse por carecer España de una empresa que pudiera repararlos por completo, de ellos el que más reformas sufrió fue el Méndez Núñez, por la necesidad demostrada en la misma guerra mundial de buques con defensa contra aeronaves, convirtiéndolo a esta nueva modalidad montándole ocho cañones de 120/45 mm, diez de 37 mm y ocho de 20 mm, pero a falta de equipos electrónicos, por ello se le montaron electro-hidráulico.

Bibliografia: Para leer clicar sobre ella.

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