Filipinas Balanguingue 1848

Posted By on 21 de julio de 2021

Sale el 5 de enero de Manila la escuadra con las tropas al mando del brigadier don José Ruíz de Apodaca, con la escuadra compuesta por los vapores de ruedas Reina de Castilla, insignia y transportando al capitán general del archipiélago, Clavería, Magallanes y Elcano (los tres primeros que hubieron en la zona), tres bergantines, dos pataches y una división de falúas y lanchas cañoneras, con rumbo a Balanguingue centro de la piratería.

La expedición se presenta frente a Balanguingue al día siguiente, comenzando a desembarca la tropa para tomar posiciones. El 19 de febrero la escuadra preparo el terreno bombardeando durante cuatro horas la zona facilitando el avance, pasando al ataque tomando al asalto el fuerte de Sipac, aun así se sufrieron sensibles pérdidas, siendo doscientos treinta y siete, entre muertos, heridos y contusos ocasionando a los enemigos trescientos cuarenta muertos, capturándose setenta y nueve piezas de artillería casi todas de bronce, pero de calibres pequeños, ciento cincuenta moros prisioneros, en su mayor parte mujeres y niños, por ser abandonados por los «guerreros», devolviendo la libertad a trescientos cristianos prisioneros.

El 24 de febrero concluye la toma del fuerte de Bucotum, las tropas al mando del general Clavería consiguen entrar, era el tercero de los apresados, solo que este por ser uno de los principales servía de almacén de las rapiñas de los piratas joloanos, se obtuvo un muy rico botín con todo tipo de alhajas, joyas, armas y municiones, viniendo a paliar la escasez de nuestras tropas.

Bibliografía:

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Montevideo desatino del gobierno 1847

Posted By on 20 de julio de 2021

El capitán de navío don José María de Quesada, al mando de la fragata Cortés zarpó de la bahía de Cádiz el 22 de noviembre, arribó a Río de Janeiro donde la dotación saltó a tierra, para volver a embarcar y arribar el 4 de febrero de 1848 a Montevideo. Al fondear relevó a las fuerzas allí existentes, quedando asignados su fragata y el bergantín Volador.

Pero al poco de estar allí, se reunieron los plenipotenciarios del Reino Unido y Francia, con el general Orive (enemigo de Rozas), la reunión no tuvo éxito y éste amenazó con volver a empezar otra guerra.

Los oficiales y dotaciones españolas se habían ganado la fama de correctos y firmes entre los españoles que vivían en aquel peligro, pero el Gobierno no estaba dispuesto a mantener una guerra y ordenó el regreso de las dos unidades navales, con la excusa de no poder enviarles más recursos y mantener dignamente el pabellón español.

Los residentes le entregaron varias cartas para ser entregadas al Gobierno español, en ellas prácticamente en todas solo se pedía una cosa, ¡que no les abandonaran! Pero……España y sus gobernantes son así.

Bibliografía:

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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D-15 Eduardito

Posted By on 19 de julio de 2021

Sólo sabemos fue construido en 1928.

Desplazamiento: 78’30 tn. Dimensiones: Eslora 21’35 por 4’85 de manga y 2’70 metros de calado. Máquina: de vapor con 120 C.V. y caldera de 12 kg. Velocidad 8’5 nudos.

Al producirse el alzamiento se encontraba en Bilbao, siendo requisado por el gobierno de Madrid, en abril de 1937 pasó a depender de la marina vasca el 12 de mayo, se le numeró en el costado como D-15, sucediendo que el 13 de junio el puerto fue bombardeado por la aviación nacionalista, y como consecuencia de ello resulto hundido, siendo pérdida total, por ello desguazado en su misma tumba.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Golpe de Estado en Portugal 1846-1847

Posted By on 18 de julio de 2021

El 29 de mayo de 1846 recibió el capitán de navío don José María de la Cruz la orden de arribar al puerto de Vigo, donde por otra Real orden del 12 de agosto seguido, se le confería el mando de una división de Prácticas compuesta en esas fechas y comisión por la fragata Isabel II, buque insignia, corbetas Villa de Bilbao y Colón, el paquebote Bidasoa y los vapores Blasco de Garay y Vulcano, para realizar ejercicios de todo tipo y entrenar las dotaciones a maniobrar en escuadra, además de realizar este trabajo sobre las costas de Galicia y del vecino país de Portugal, al terminar los ejercicios arribó a Ferrol el 4 de octubre siguiente.

Con fecha del 31 continuo por Real orden se le notifica el ascenso al grado de brigadier, al parecer los ejercicios anteriores tenían un motivo, pues el 13 de abril de 1847 se le ordenar tomar el mando saliendo la división con rumbo a Lisboa, a su paso la orden de patrullar la costa portuguesa, a consecuencia de una rebelión del conde de Antás, quien pretendía derrocar a la reina María II. La división que actuó entre Setúbal y la frontera con el río Miño, se formó con los vapores Lepanto y Blasco de Garay y los bergantines, Ligero y Volador.

Se reunieron en Lisboa con otras escuadras de Francia y Reino Unido, las tres juntas realizaron ejercicios así como una espectacular arribada y desembarco en el puerto de Setúbal el 14 de junio de 1847, permanecieron un tiempo hasta calmarse la situación.

De todo ello fue informada la Reina, quien agradecida por lo alto que había dejado el pabellón de España y su Real Armada, le concedió la Cruz y Placa de tercera clase de la Real y Militar Orden de San Fernando (¡cuidado, no Laureada!), recibiendo al mismo tiempo los parabienes del Rey de Portugal y con ellos la Encomienda de la Muy Noble Orden de la Torre y Espada, la más alta condecoración del país.

Al terminar las demostraciones puso rumbo a la bahía de Cádiz, donde arribó el 17 de septiembre, entregándosele la Real orden del 18 seguido quedando desactivaba la división, eso sí, recibiendo al mismo tiempo la Real gracia por sus inmejorables servicios y otra Real orden del 1 de octubre siguiente destinándole Comandante General del Arsenal de La Carraca.

Bibliografía:

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Rebelión en la península 1846

Posted By on 17 de julio de 2021

El 2 de abril se produjo un alzamiento en Galicia, parte de las fuerzas del ejército al mando del jefe de Estado Mayor señor Solís, al grito de ¡Viva la Reina libre! ¡Viva la Constitución! ¡Abajo el dictador Narváez!, siguiéndole la ciudad de Santiago de Compostela, comenzando a correr por casi toda Galicia, (excepto Coruña, Ferrol y Orense) para a los pocos días estar toda ella en armas contra el Gobierno, la rápida reacción de las fuerzas realistas aplastó la revolución, sufriendo los alzados las derrotas en Cacherías y el mismo Santiago, siguiendo el fusilamiento de todos los cabecillas.

Mientras esto sucedía don Luis Jorganes al mando del bergantín Nervión, la barca Astuto y lugre Bidasoa, fueron enviados a bloquear la ría de Vigo, pero en vez de cumplir la orden al arribar el Nervión y Astuto se pasaron a los alzados, por contra el comandante del Bidasoa teniente de navío don Francisco García de Quesada no atendió las órdenes de su jefe y viró para separase de su división, arribando a Ferrol donde dio el parte del suceso.

Tal acto fue inmediatamente puesto en conocimiento del Gobierno, quien dicto una Real orden, para que el brigadier don José Fermín Pavía tomara el mando de todos los buques disponibles entre ellos los vapores de ruedas Isabel II y Vulcano, la corbeta Villa de Bilbao y otros menores para perseguir y apresar los buques sublevados, quedando autorizado para hacer cumplir la Ley del mar sobre los amotinados, para ello salió por postas a Ferrol, al llegar embarcó en el primer vapor de ruedas saliendo a la mar, realizando escalas en Vigo y Lisboa, aquí trasbordo al segundo prosiguiendo la búsqueda, al no encontrarlos regresó al puerto de partida, donde había regresado la barca Astuto.

Don Luis Jorganes con el bergantín Nervión al ver lo poco que iba a durar la intentona se hizo a la mar, virando con rumbo a Gibraltar donde arribó (curiosamente en toda su derrota no se cruzó con ningún buque de la Real Armada, ni siquiera al pasar frente a Cádiz) siendo acogido el comandante por las autoridades del Peñón, entregando el mando a su segundo, quien zarpó fondeando en el apostadero de Algeciras.

El 19 de septiembre siguiente se reunió el Consejo de Guerra de Generales, emitiendo la sentencia de ser pasado por las armas el teniente de navío don Luis Jorganes. No se llegó a cumplir.

Bibliografía:

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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D-16 Anthon Mari

Posted By on 16 de julio de 2021

Sólo sabemos fue construido en 1928.

Desplazamiento: 92 tn. Dimensiones: Eslora 21’37 por 4’85 de manga y 2’65metros de calado. Máquina de vapor con 120 C.V. y caldera de 12 kg. Velocidad: máxima 8 nudos.

Al producirse el alzamiento, se encontraba en Bilbao, razón por la que fue incautado por el gobierno vasco, pero no fue militarizado hasta mayo de 1937, denominándolo como D-16 y sólo como el D-7 Alque, se utilizó para sacar refugiados de la capital, pues navegó en varias ocasiones al mismo puerto francés, hasta quedar internado en Rochefort, hasta finalizar la guerra, al ser reclamado las autoridades francesas lo entregaron a los nacionales, y estos se lo devolvieron a su propietario.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Rebelión en la Habana 1846

Posted By on 15 de julio de 2021

Desde el 6 de junio el capitán de fragata don Nicolás Chicarro estaba al mando de la goleta Isabel II, con destino en la Habana cuando en ésta se produjo una rebelión de la dotación, por la persistente deuda del erario con las dotaciones de la Armada, ante esto no olvidando que primero está el deber, consiguió apaciguar a la dotación y para que no volvieran a pensar en el grave problema comenzó a dar órdenes, cómo salir a la mar y realizar constantes maniobras con las velas, logrando a los pocos días que las energías se dirigieran a su destino, regresando todos a la obediencia debida; por este acto de auténtica energía, valor, diligencia y sobre todo prudencia con mucho tacto, se le ascendió a capitán de fragata, además de recibir las gracias por Real orden.

Pero las dotaciones seguían sin cobrar.

Bibliografía:

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Problemas de boda de doña Isabel II 1845-1846

Posted By on 14 de julio de 2021

Por los desagradables movimientos para casar a la joven Reina, hubo varios alzamientos en España, pues había varios pretendientes a la boda, desde la casa de Austria, pasando por la francesa e incluso la británica, llegando al final al acuerdo de casarla con un español para evitar injerencias extranjeras.

Por esta razón uno de los alzamientos se produjo en abril de 1846 en Galicia capitaneado por el coronel Solís, pero el jefe de escuadra don José Baldasano y Ros Comandante general del arsenal de Ferrol mantuvo el orden en su jurisdicción y nada ocurrió dentro de él. Por esta demostrada lealtad la Reina le otorgó como premio la; Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica.

Bibliografía:

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Germinal Bou

Posted By on 13 de julio de 2021

Construido en Torrevieja. España, 1936.

Desplazamiento: 81 tn. Dimensiones: Eslora 24’85 por 5’65 de manga y 2’35 metros de calado. Máquina: Motor diésel de 250 C.V. Velocidad: máxima 10 nudos.

Se encontraba en construcción al producirse el alzamiento, por la situación del puerto, en la costa de la provincia de Alicante, fue incautado por los gubernamentales, siendo armado y destinado a la flotilla de Levante. Nada más se sabe de él.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Joaquín Bocalan y Vázquez

Posted By on 12 de julio de 2021

Teniente general.

Vino al mundo en Valladolid en 1783, siendo sus padres don Manuel Bocalan Manrique de Lara, Regidor de la villa de Aranda y doña María Vázquez Téllez Enríquez de Guzmán.

Solicitó y otorgó carta orden de ingreso en la Compañía de guardiamarinas del Departamento de Ferrol, sentando plaza el 18 de julio de 1800. Expediente. N.º 3.096, folio 687.

No necesitó moverse para recibir su bautismo de fuego, porque el 25 de agosto seguido el vigía de Monte Ventoso, avisó de la presencia de una escuadra británica compuesta por cinco navíos, uno de ellos de tres puentes y cinco fragatas, al mando del contralmirante Warren y del capitán de navío Pellew, con un convoy de ochenta y siete velas, transportando un ejército de doce mil hombres al mando del teniente general Pullney.

El enemigo desembarcó en Domiños, inmediatamente se movilizaron todas las fuerzas del ejército disponibles, desembarcando parte de las dotaciones y junto a ellos los guardiamarinas para reforzar las tropas del ejército, quienes les presentaron combate tan inesperado y oportunamente que obligaron a retroceder la vanguardia enemiga. El 26 con más tropas en tierra una columna británica de unos cuatro mil hombres se dirigió a atacar el castillo de San Felipe, haciéndolo por la gola, con la intención de conquistarlo y dejar el paso franco a sus buques de guerra, pero los defensores no cedieron dando tiempo a armar los botes de varios navíos y otros del mismo arsenal en lanchas cañoneras, a ellos se unieron otras procedente de la ría de Ares, todo este fuego certero les impidió tomarlo.

Al siguiente 27 amaneció con todas las alturas despejadas de enemigos, tan frustrado debía estar el mando británico viendo la tenacidad de la defensa en el castillo de San Felipe y sus líneas de abastecimiento en la playa estaban en peligro, decidieron abandonar reembarcando sus tropas durante la noche anterior, para ir más rápidos abandonaron toda la artillería de sitio en la misma playa.

Al volver a la normalidad continuaron las clases, permaneciendo hasta enero de 1804, recibiendo la orden de pasar a embarcarse en la urca Presentación, navegando a Coruña, Pasajes y la bahía de Cádiz, al regreso, sobre el cabo de Santa María les sobrevino un fuerte temporal quedando desarbolado el buque, obligando a su comandante a dar la orden de regresar a la bahía, trasbordaron al navío Castilla, zarpando primero con rumbo a Málaga y tras cumplir esta comisión, surcó las mismas aguas con rumbo a Ferrol.

Al arribar se le ordenó trasbordar al bergantín Descubridor, zarpando de Coruña con rumbo a Puerto Rico, la Habana y Cartagena de Indias en comisión de correo, del último puerto zarpó de nuevo con rumbo a Ferrol. El 9 de junio de 1804 recibió los galones de alférez de fragata, embarcando en el bergantín Cartagenero volvió a realizar el anterior viaje con el mismo cometido, con la diferencia que al quedar afecto el bergantín al apostadero de la Habana, desde Cartagena de Indias regresó a la Ferrol de transporte en el Pitt, poco tiempo después volvió zarpar con la misma comisión, realizándola por tres veces consecutivas, regresando del último en enero de 1805.

Este mismo mes fue destinado al navío San Agustín, incorporado a la escuadra del general don Federico Gravina, a las órdenes del almirante francés Villeneuve, zarpando de Ferrol el 11 de agosto y arribando el 20 siguiente a la bahía de Cádiz. Zarpó de la bahía de Cádiz el 20 de octubre de 1805, participando así en el innecesario combate naval del cabo de Trafalgar. El San Agustín al mando del brigadier don Felipe Jado Cajigal, fue el primero en abrir fuego este aciago día, al arribar la columna del almirante Nelson fue rodeado por varios navíos hasta alcanzar el número de cuatro, se rechazaron cuatro intentos de abordaje y después de una más que honrosa resistencia, se rindió a los británicos, nada pudieron hacer por salvar el buque, pues tenía varios impactos a flor de agua y la que entraba no se podía volver a expulsar, por no funcionar bien las bombas.

Fue hecho prisionero de guerra, al poco fue puesto en libertad y enterado el rey don Carlos IV del valor derrochado en el combate por los españoles a todos recompensó, recibiendo el 9 de noviembre siguiente una Real orden con su ascenso al grado de alférez de navío, siendo una promoción general para todos los miembros de la Armada, como agradecimiento de don Carlos IV, regresando poco después a su arsenal de destino de Ferrol, nada más hacerlo se le entregó el mando del falucho Vencejo, permaneciendo en él hasta el 22 de diciembre, entregándolo por serle concedida licencia por enfermo viajando a Arévalo, se le concedió una prorroga, incorporándose de nuevo el 26 de febrero de 1807.

El 24 de enero de 1808 se le volvió a conceder una licencia de cuatro meses para viajar a Valdestilla, en esta población le llegó la noticia del alzamiento del pueblo español contra el invasor napoleónico, razón por la que se presentó al mando más cercano siendo el ejército del Excmo. Sr. don Gregorio de la Cuesta, quedando incorporado a un batallón de los tiradores de Castilla, prestando servicio hasta el 29 de septiembre por pasar a presentarse en el Arsenal de Ferrol. En enero de 1809 se encontraba al mando del bergantín Volador en el mismo Ferrol, cuando fue atacada por los napoleónicos, ordenó desembarcar a sus hombres y formar una pequeña columna, pero cayó prisionero por la abrumadora superioridad numérica del enemigo.

Con escolta fueron trasladados prisioneros, en su lento caminar se fue fijando en lugares por donde poder darse a la fuga, en la primera ocasión presentada en unión del jefe de escuadra don Juan José García, abandonaron al grupo consiguiendo cruzar las líneas enemigas incorporándose al ejército al mando del marqués de la Romana, de esta fuerza se le dió el mando de una división al general don Juan José García, quien lo escogió como su ayudante personal, participando en varios combates hasta conquistar Villafranca del Bierzo.

Su división se destino a tierras de Asturias y al alcanzar la población de Gijón embarcó en el bergantín Palomo, cumpliendo la comisión de transportar unos pliegos a la Junta de Cádiz, donde arribó el 15 de junio. Aquí se le ordenó trasbordar a la goleta Carolina, zarpando con rumbo a Tánger, Gibraltar y otros puertos del Mediterráneo español, arribando de su viaje a Cartagena el 16 de agosto, donde se le dió la orden de embarcar en la goleta Fénix, pasando a Cádiz y al llegar se le ordenó trasbordar al navío América, permaneciendo hasta enero de 1810, por recibir la orden de trasbordar al navío Montañés. Éste navío naufragó el 10 de marzo a causa del más duro temporal de la época, estando fondeado en la bahía de Cádiz, siendo rescatado por ello, al llegar a tierra se le ordenó pasar el mismo día a la fragata Atocha, con cuyo bote armado en lancha cañonera estuvo participando en el ataque al castillo de Matagorda, recibiendo la orden de abordar el navío Príncipe de Asturias, pero al no estar en perfectas condiciones, al poco tiempo se le ordeno pasar al Santa Ana, zarpando el 6 de septiembre con rumbo a la Habana, donde quedó destinado y se le entregó el mando del bergantín Lince, realizando un crucero por el seno mejicano arribando a Veracruz, aquí se le ordenó trasbordar al del mismo tipo Saeta, permaneciendo en la sonda de Campeche donde desembarcó tropas y marinería para reforzar el castillo de San Juan de Ulúa.

Le fue ordenado pasar al navío Miño con destino a la Habana y desde aquí casi sin desembarcar, zarpó el buque con rumbo a la bahía de Cádiz arribando el 11 de septiembre de 1811, encontrándose con el Real decreto del 24 de mayo próximo pasado con el ascenso al grado de teniente de fragata y destinado como segundo jefe de la decimosegunda brigada de artillería. Estuvo poco tiempo pues en diciembre seguido fue destinado a la corbeta Sebastiana, permaneciendo en la protección del tráfico marítimo con arribada a la bahía de Cádiz por espacio de un año, abandonó esta comisión por ser destinado en enero de 1813 a Montevideo al ser allí enviado su buque y al mes siguiente tuvo que hacer frente al levantamiento producido en este apostadero, tomando el mando de las fuerzas navales que transportaron a las tropas para la conquista del castillo del Cerro.

Al terminar aquí con este cometido se le destinó al Callao, zarpando con su buque doblando el cabo de Hornos y arribando al puerto de destino. En éste cargó tropas y las transportó al puerto de Arauco, pasó a continuación a combatir a las lanchas insurgentes y bombardear las fortalezas de Talcahuano, estando al mando a su vez de las lanchas españolas en aquellas aguas, participando directamente con su corbeta en el bombardeo final de la plaza, al comprobar la disminución del fuego ordenó desembarcar su tropa y tomar al asalto la posición, consiguiendo desalojar a los enemigos tomándoles siete cañones de á 24 libras. El general en Jefe del ejército por su demostrado valor le nombró Gobernador de la plaza y fortalezas, estuvo en ella mientras el ejército enemigo permaneció a la vista, no queriendo abandonar la posición para evitar pudiera ser tomada, al alejarse los insurgente de sus posiciones y libre de peligro pidió al Gobierno se le relevara, pues su puesto estaba más en la mar que en tierra, no se le hizo caso y volvió a presentar el suplicatorio, siéndole concedido por el virrey con sus gracias personales por todo lo realizado, aparte de enviar una nota de recomendación al Gobierno del Rey.

Regresó a Lima a principios de 1814 embarcando en el navío Asía, zarpando de nuevo de regreso a la bahía de Cádiz, arribando el 30 de mayo de 1815, recibiendo una Real orden del 5 de junio con su ascenso al grado de teniente de navío. Se le ordenó embarcar en la fragata Soledad y al poco trasbordar a la Prueba, pero tuvo que desembarcar por recibir la orden del 30 de julio seguido de regresar al Callao. Se le ordenó embarcar en la fragata Venganza, zarpando de la bahía de Cádiz el 10 de mayo de 1816 (como se podrá apreciar, transcurrieron diez meses entre recibir la orden y hacerse a la mar), arrumbaron al cabo de Hornos doblándolo y arribando al Callao, desde aquí se hicieron cruceros sobre las islas Galápagos, Chiloé, Arauca, Chile, Valparaíso, islas de Juan Fernández, Valdivia y Concepción, nada quedó por explorar y poco se estaba fondeado, sólo lo justo para aprovisionarse y proseguir las navegaciones.

Al mando de la fuerzas navales del mar del Sur estaba el capitán de navío don Tomás Blanco Cabrera, quien le nombró su oficial de órdenes, pero solo lo desempeñó tres meses, pues recibió la Real orden del 26 de octubre seguido con el ascenso al grado de capitán de fragata graduado. Entrado 1817 se le nombró segundo comandante de la fragata Venganza, pero anexo Comandante de todas las fuerzas sutiles asignadas en las aguas de Talcahuano, por dos veces en este tiempo no se perdió la plaza gracias a su apoyo tanto de fuerzas desembarcadas como por el terrible y sobre todo certero fuego de las unidades menores. Tanto sobresalía su valor que el mismo comandante en jefe del ejército, le encomendó una misión a realizar con las tropas de tierra a su mando, consistiendo en llevar refuerzos al castillo de Penco Viejo, con su habitual maestría consiguió atravesar las líneas enemigas y penetrar en la fortaleza, dejar los hombres y socorros para volver a salir sin que el enemigo se enterara, sólo cayó en la cuenta al atacar al día siguiente la posición y encontrarse con mayor resistencia que el anterior, quedando a salvo por el momento la fortaleza. El Jefe del ejército le felicito personalmente.

Se incorporó a su destino y se le otorgó el mando del bergantín Justiniano, su primera salida fue para llevar víveres a la fortaleza de Talcahuano, al cruzar sobre las aguas de Arauco, tuvo que proteger con sus fuegos la retirada del propio Gobernador, quien salía de la ciudad con las tropas y la población civil, pues los enemigos se habían apoderado de la plaza. Pudo encontrar un punto para poder embarcar a todos los civiles y el Gobierno, para trasportarlos a Talcahuano, esto sin dejar de hacer fuego con su artillería sobre los enemigos, (esta arriesgada acción por la recomendación del Virrey años después le supondría la entrega de la Cruz de Marina de Diadema Real), consiguió arribar y trasbordar a la fragata Venganza, realizando el viaje de regreso al Callao.

En enero de 1818 se le otorgó el mando de la fragata mercante armada en guerra Presidenta, realizando un viaje con tropas a Talcahuano, al arribar al Callao quedó desembarcado por desarme de la fragata. El 11 de noviembre siguiente se le entregó el mando del cañonero número 5 y una división de lanchas, permaneciendo en el puerto del Callao, contribuyendo con su particular resistencia a convencer al almirante Cochrane de no ser posible su idea, por ello levantó el bloqueo en espera de mejor ocasión. A principios de 1819 se le otorgó el mando de la fragata Resolución, llevando instalado el sistema de hornillo para las balas rojas y a su bordo resistió el primer bloqueo de la escuadra insurrecta. Pasó a tomar el mando de la corbeta Sebastiana, zarpando en ausencia de bloqueadores realizando cruceros por las costas y dando protección a algún convoy de tropas con socorros. Poco después pasó como segundo de la fragata Prueba, realizando viajes a Guayaquil, costa del Choco, Arica y Pisco, sosteniendo un duro combate con la fragata enemiga Rosa de los Andes, del porte de 36 cañones, viéndose obligado su capitán a varar en la costa del Choco por estar hundiéndose, no pudiendo apresarla por el mayor calado de la realista impidiéndole llegar a ella.

Se le dio el mando provisional de la segunda división de lanchas cañoneras del bloqueo del Callao. Más tarde fue destinado como oficial del detall a la fragata Esmeralda, poco tiempo después fue nombrado fiscal en el Consejo de Guerra celebrado contra el comandante de la fragata Reina María Isabel por haber sido apresada en Talcahuano. Recibiendo la Real orden del 20 de octubre de 1820 de su ascenso efectivo a capitán de fragata. En 1820 se le entregó el mando de la primera división de lanchas cañoneras, permaneciendo unos meses, pues el 27 de octubre se le dio pasaporte para regresar a la bahía de Cádiz, arribando el 9 de julio de 1821, quedando un tiempo destinado en el Arsenal, hasta recibir la orden del 1 de febrero de 1822 de pasar de segundo comandante al navío San Pablo, zarpando con destino a Argel en comisión secreta, continuando viaje a otras ciudades del Mediterráneo.

Por Real orden del 22 de agosto siguiente se le otorga el mando del navío Guerrero, para tomar el mando se desplazó a Cartagena, al embarcar zarpó realizando el viaje de nuevo a Cádiz, permaneció al mando hasta recibir una Real orden, por la cual se le entregaba el de la fragata Casilda, para ello nuevamente tuvo que desplazarse hasta Cartagena donde se hallaba el buque, con ella realizó varios cruceros en misión de corso por el Mediterráneo, hasta el 8 de noviembre de 1823 por cumplir el plazo de mando quedando cesado, siéndole entregado pasaporte para incorporarse al Arsenal de Cádiz. Estuvo en éste Arsenal con destino en tierra hasta recibir la orden del 25 de junio de 1824, pasando al Arsenal de Ferrol, para ello embarcó de transporte en la fragata Casilda desembarcando para presentarse a sus superiores, quienes en la misma visita le otorgaron el mando de la Lealtad, quedando incorporado a la división del capitán de navío don Melitón Pérez del Camino, zarpando el 26 con rumbo a la Habana. A su arribada a éste puerto quedó incorporado a la división del brigadier Laborde, quien le dio la orden de zarpar en corso para evitar los ataques de los insurgentes a la isla. Mantuvo varios combates y por un tiempo dejó libres las aguas de enemigos. Al terminar uno de ellos arribó al puerto de Santiago de Cuba, donde se le ordenó trasbordar como segundo a la fragata Casilda, para ello arribó a la Habana en abril de 1826, el 23 de mayo seguido se le otorgó el mando de la misma.

Recibiendo la orden de mantenerse en aguas del seno mejicano, regresó a la Habana y en septiembre se hizo a la mar con la división de don Ángel Laborde, al alcanzar la salida del canal se separó por tener órdenes de viajar al Sur de la isla, este cambio de rumbo le evitó sufrir el temporal padecido por la división que dio al traste con todos los buques por quedar desarbolados. Siendo inmediatamente quien acudió al bloqueo de Cayo Hueso, donde se encontraba escondida la división insurgente del comodoro Poters, al ir reparándose los buques y estos acudir a reforzarlo, el bloqueado viendo la persistencia no tuvo más remedio que vender sus buques y salir como un civil más del puerto en el que él solito se había metido.

Siguió con su buque vigilando los accesos Norte y Sur de la isla, hasta el 2 de abril de 1828, por serle otorgado el mando de la fragata Iberia, regresando a la misma comisión. El 1 de julio siguiente abordo su fragata el brigadier Laborde, para zarpar inmediatamente a cubrir la llegada de la Restauración proveniente de la bahía de Cádiz, por venir dando escolta a un convoy cargado con tropas, estableciendo la zona de contacto entre los cabos de Corrientes y San Antonio, al avistar el convoy se sumó a la escolta arribando a la Habana sin novedad el 13 de agosto. A su vez se le encomendó dar protección a un convoy de buques cargados de mercancías con rumbo a Cádiz, zarpando del puerto de la Habana el 1 de noviembre, arribando a la bahía el 1 de diciembre seguido. Se le dio un merecido descanso de embarque, pero no dejó de prestar sus servicios en tierra, hasta el 25 de julio de 1829 por serle otorgado el mando de la fragata Perla, para realizar comisiones por varios puertos del Mediterráneo, entre ellos los de Barcelona y Mallorca.

Se le entregó la Real orden del 6 de noviembre consecutivo siendo ascendido al grado de capitán de navío. Es de hacer notar la desidia que sufrió la Armada, pues don Joaquín Bocalan había permanecido entre graduado y efectivo algo más de trece años como capitán de fragata, y se puede ver por su trabajo se merecía algo más, pues prácticamente no descansó en tierra solo lo necesario y los buenos servicios prestados, siempre con inmejorables resultados.

El 24 de enero de 1830 arribó a la bahía de Cádiz con su fragata, recibiendo orden de desembarcar y pasar a la Corte. Permaneció un corto periodo de tiempo en ella, pasando a Cádiz para embarcar por haber sido destinado el 28 de junio al apostadero de la Habana, allí las cosas estaban más tranquilas siendo algo más relajado el trabajo, permaneció en su destino hasta recibir la Real orden del 27 de julio de 1833 de regresar a la Península.

Se le entregó la Real orden del 28 de noviembre siguiente, otorgándole el mando de la fragata Lealtad, pero no pudo cumplirla porque en esas fechas el buque se perdió por naufragio en la entrada del puerto de Santander. Por Real orden del 23 de enero de 1834 se le otorga el mando del navío Soberano, tomando posesión en el Arsenal de Ferrol, zarpando con rumbo a Cádiz y esperar a ser rearmado para quedar alistado, al terminar el trabajo se dió a la vela dando escolta a un convoy con rumbo a la Habana, donde arribó el 1 de junio seguido. Como era el más antiguo de sus compañeros, cuando alguno de grado superior tenía que abandonar la isla, siempre era nombrado interino en el mando, así no le faltaba trabajo.

Realizó una sola navegación a Santiago de Cuba en comisión reservada, regresando a la Habana. Recibió pasado el tiempo la Real orden de trasladarse con su buque a Ferrol, arribando el 2 de abril de 1838, quedando destinado en el Arsenal por desarme del navío. Recibió una Real orden del 21 de noviembre seguido notificándole su asenso al grado de brigadier. Con la misma se le destinaba al arsenal de Cádiz, pero no hizo nada más que llegar y ya tenía la licencia para viajar a la Villa y Corte, donde se le entregó la Real orden de octubre de 1840 nombrándole vocal de la Junta del Almirantazgo.

Eran tiempos revueltos en política y siempre pagaban los mismos, por ello se le entregó la Real orden del 2 de abril de 1841, destinándole como segundo Comandante del apostadero en las islas Filipinas, se trasladó a Cádiz y embarcó de transporte en la fragata mercante Vascongada, arribando a la bahía de Manila el 18 de marzo de 1842. Ni buques de guerra había para reforzar aquellas islas. El 15 de enero de 1843 zarpó a bordo de la cañonera Isabel II, para pasar una revista de todos los apostaderos y puntos de encuentro de las fuerzas navales destinadas en las islas, regresando a Manila el 23 de agosto.

Hubo una reforma de la organización militar de las islas Filipinas, recibiendo la Real orden del 13 de noviembre siguiente nombrándoles Comandante del apostadero de Manila. El 25 de abril de 1844 se presentaron en la costa de Zambales unos piratas moros, ordenando preparar inmediatamente las falúas y zarpar tras ellos, no pudieron darles alcance a causa de un efecto meteorológico inexplicable, pues estaban muy cerca de ellos a punto de darles caza, cuando de pronto se levantó una tempestad que afecto solo a los españoles, en la cual casi perecen todos, salvándose por la pericia marinera de Bocalan, pues siguieron al pie de la letra sus instrucciones, el resto de oficiales y dotaciones pudieron desembarcar en una playa cercana cuando las falúas ya no resistían más el envite de las olas; pero todo esto en nada afecto a los moros a pesar de estar muy cerca.

Recibió la Real orden del 8 de diciembre debiendo regresar a la bahía de Cádiz, en cuanto se lo permitieron las circunstancias embarcó de trasporte arribando el 26 de julio de 1845. Por quedar vacante la Comandancia General del Arsenal de La Carraca, por Real orden del 22 de septiembre de 1846 se le nombro interinamente su Comandante, encontrándose en este destino recibió la Real orden del 4 de diciembre seguido, comunicándole su ascenso al grado de jefe de escuadra y entregándole en propiedad la Comandancia anterior.

Al siguiente año por Real orden del 20 de septiembre, fue nombrado segundo jefe del Departamento marítimo de Cádiz y un tiempo después, se le añadió la Comandancia de los Tercios Navales de Poniente. La Serenísima Infanta doña Luisa Fernanda se encontraba de visita en la ciudad de Sevilla, para ello se desplazó a presentar los respetos de la capitanía marítima, estando presente en el levantamiento en la ciudad del 13 de mayo de 1848, los cuales cortó de raíz al tomar el mando de las fuerzas de la ciudad, no pasando a mayores el problema por ello fue felicitado por S. M., doña Isabel II. Falleció el Capitán General del Departamento el teniente general don José María Chacón, entregándole el mando interinamente hasta la llegada del nombrado en propiedad, recayendo en el del mismo grado don José Primo de Rivera.

Los años y los pocos descansos comenzaban a pasar factura, sintiéndose mal pidió una licencia y su retirada del servicio, S. M. a pesar de sentir separase de una persona tan digna, decidida y valiente, con fecha del 14 de agosto de 1849 le concedió el retiro. Pero hay circunstancias que no le permiten a un militar tomarse licencia, por ello al ser nombrado en enero de 1851 Ministro del ramo el general don José María Bustillo, quien se encontraba de Comandante del Departamento, se le encomendó hacerse cargo interinamente a Bocalan por ser el más antiguo, permaneciendo en él hasta la llegada del general don Casimiro Vigodet, quien lo nombró su segundo Jefe.

De esta forma tan sencilla volvía a estar en activo, como agradecimiento la Reina por esa vuelta al servicio, por Real orden del 30 de diciembre de 1852, lo nombró capitán general del Departamento Marítimo de Cartagena. Por Real orden del 13 de octubre de 1853 quedó relevado de su cargo y destino, porque doña Isabel II quería tenerlo por su experiencia más cerca, así firmó la Real orden del 10 de enero de 1854 nombrándolo Vocal de la Junta Consultiva de la Armada.

Pero la valía impide a veces la comodidad, así por Real orden del 3 de enero de 1855 se le nombra de nuevo capitán general del Departamento Marítimo de Cartagena, permaneciendo en él hasta sufrir un nuevo achaque, cesando el 9 de mayo de 1856, poniéndose en camino a Cádiz, donde permaneció un corto tiempo, pasando poco después a Ferrol donde fijó su residencia. Por Real orden del 24 de noviembre de 1858 se le notificó su ascenso al grado de teniente general. Y por otra del 29 de diciembre se le considera exento de todo servicio. Continuó en la ciudad de Ferrol hasta producirse su fallecimiento el 17 de mayo de 1866, cuando contaba con ochenta y tres años de edad, de ellos casi sesenta y seis de inolvidables servicios a España.        

Entre otras condecoraciones y la ya mencionada Diadema Real de Marina, estaba en posesión de la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel La Católica y en 1863, se le concedió la pensión de la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1968. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 8, 1910, página 1.238.

Fernández Duro, Cesáreo.: Naufragios de la Armada Española. Establecimiento tipográfico de Estrada, Díaz y López. Madrid, 1867.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid 1873.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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Filipinas dios Eolo 1844

Posted By on 12 de julio de 2021

El 25 de abril se presentaron en la costa de Zambales unos piratas moros, se ordenó preparar inmediatamente las falúas y zarpar tras ellos, no pudieron darles alcance a causa de un efecto meteorológico inexplicable, pues estaban muy cerca de ellos a punto de darles caza, cuando se levantó una tempestad que, afecto solo a los españoles a pesar de la proximidad, en la cual casi perecen todos, salvándose por la pericia marinera de Bocalan, pues siguieron al pie de la letra sus instrucciones, el resto de oficiales y dotaciones pudieron desembarcar en una playa cercana cuando las falúas ya no resistían más el envite de las olas; pero de todo esto sufrido por los españoles, en nada afecto a los enemigos, a pesar de estar a pocos metros de distancia de ellos.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: Naufragios de la Armada Española. Establecimiento tipográfico de Estrada, Díaz y López. Madrid, 1867.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid 1873.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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Nicolás Chicarro y Leguinechea

Posted By on 11 de julio de 2021

Nicolas Chicarro y Leguinechea. Grabado de prensa.

Contralmirante.

Caballero Cruz de San Fernando de 1ª clase. 24 de enero de 1837.

Caballero Cruz de San Fernando de 1ª clase. 24 de febrero de 1837.

Vino al mundo en la población de Vivero, provincia de Lugo el 6 de julio de 1812, fueron sus padres don Joaquín Chicarro de Bega, teniente de navío y doña Margarita Leguinechea y Fernández. En 1824 se refundieron las tres compañías de Guardiamarinas en un Colegio, el cual debía de establecerse en la población de Puerto Real, pero se decidió trasladarlo a La Carraca, a pesar de ser un establecimiento de la Armada no se pudo poner en marcha.

En 1828 se suprimió el Colegio y se dio libertad de enseñanza aplicando la Constitución de 1812, por ello ya no era necesario pasar las pruebas de limpieza de sangre, al estar preparado se pasaba un examen presidido por una Junta de Jefes de la Armada, quienes al dar el Vº Bº se producía el ingreso en la Corporación. No era fácil superarlo, porque en los exámenes las exigencias eran las justas y conformes a los requerimientos de la profesión, fue una época muy dura pues dada la libertad de estudio los jueces de las pruebas eran implacables en su aplicación, no perdonando ningún error por nimio que fuera. Pasando de esta forma veintiún años en los cuales no hubo academia, ni colegio, ni compañía de guardiamarinas, siendo libre la preparación de todos los aspirantes, viviendo en «casas de confianza» e ingresando al aprobar el examen, llegando a 1845 cuando por fin se abrió la Escuela Naval Militar en San Carlos. Por esta razón no hay expedientes de estos años.

Era tal la dejadez sufrida por la Armada que de un presupuesto en 1833 de cincuenta y seis millones de reales, solo seis se destinaron a la construcción de buques, de forma que no daba ni para mantener lo poco existente, como solución, en 1834 se integró el Ministerio de Marina en el de Comercio y Gobernación de Ultramar, de esta forma pasaban a hacer los marinos sus trabajos de mar en los buques mercantes, situación que permaneció hasta 1847 cuando volvieron a separarse.

Realizó el examen preliminar y elemental para realizar sus estudios de guardiamarina el 6 de septiembre de 1830. Como los estudios teóricos no lo eran todo y no se tenía un control sobre la persona, prácticamente al aprobar el examen de acceso eran destinados a realizar las práctica de mar, razón por la que se le ordena embarcar el 10 siguiente para pequeños cruceros, siendo su primer buque el navío Guerrero, del porte de 74 cañones, con unas cuantas salidas siempre con el mismo buque, fue adquiriendo la maestría del arte de navegar, pasando a la goleta Roncalesa el 4 de noviembre, trasbordando siempre por orden a la Barca N.º 8 el 26 siguiente, permaneciendo hasta el 7 de marzo de 1831, trasbordando por orden al bergantín Manzanares, realizando diferentes transportes de materiales a las plazas de Ceuta y Algeciras.

Como solía ocurrir en estas primeras navegaciones el cuerpo no soportaba a pesar de la juventud, los grandes esfuerzos realizados, por ello tuvo que ingresar en el hospital de Algeciras el 9 de septiembre siguiente, permaneciendo en él hasta el 10 de octubre seguido, pero no debía de estar muy bien, pues solo diez días después, el 20 de octubre tuvo que volver a ingresar y estuvo en él hasta el 20 de diciembre continuo. Presentándose a sus superiores, quienes le ordenaron embarcar de nuevo en su bergantín, regresando de la misión el 11 de enero de 1832, pero al parecer recayó y el 17 siguiente volvió a ingresar en el hospital, permaneciendo varios meses en él hasta que realmente se restableció.

Volvemos a saber de él por la orden de trasbordar de nuevo al bergantín Manzanares, el 31 de agosto seguido, zarpando el 17 de octubre con rumbo al Mediterráneo, arribando de nuevo a la bahía el 2 de noviembre siguiente, éste mismo día trasbordo al navío Guerrero, zarpando el 2 de enero de 1833 con rumbo a Vigo, estando en esta base se le ordenó trasbordar al navío Soberano el 30 de junio. El 31 siguiente se le ordenó trasbordar al bergantín Manzanares y el 18 de octubre se le ordena hacerlo al Guadiana, zarpando el 25 para hostilizar con su artillería a los grupos levantados en los puertos de Pasajes, San Sebastián y Guetaria, siendo su bautismo de fuego. Permaneció a bordo hasta recibir la orden del 15 de octubre de 1834 de trasbordar a la fragata Perla, realizando la misma comisión de batir toda la costa Cantábrica, arribando el 30 de marzo de 1835 a Ferrol, desembarcando el 2 de abril.

El 3 de julio se le dio orden de incorporarse a la División Naval con base en Santander, donde llegó el 28 siguiente trasbordando al bergantín Guadalete, no llegando a salir al mar, por serle entregada la orden de su nuevo destino el 13 de octubre, pasando al depósito instalado en el casco de la fragata San Juan donde solo estuvo unos días, pues por orden del 30 consecutivo se le ordena trasbordar al Guadiana, estando en él se le habilitó de oficial el 7 de noviembre continuo, posteriormente recibió la Real orden del 16 siguiente confirmándole su interino ascenso.

El 17 de enero de 1836 se le entregó interinamente el mando del cañonero Clotilde, saliendo a realizar cruceros para interceptar los apoyos externos a la causa carlista, al regresar de uno de ellos se le comunico por Real orden del 1 de febrero su ascenso a alférez de navío pero sin antigüedad, por otra Real orden recibida unos días después, se le notificaba la fecha de su ascenso en propiedad el 10 de septiembre anterior permaneció a bordo hasta abril siguiente. El 31 de mayo seguido se le entregó el mando del cañonero Veloz, un día vio como forzaba el bloqueo un mercante con auxilios para los carlistas en la bahía de Somorrostro, no se lo pensó, puso rumbo al buque, penetro en la bahía recibiendo un fuerte tiroteo pero no cejó en su empeño hasta afirmar unos cables y sacar al mercante de las manos de los enemigos.

Tomó parte muy activa en la conquista de Irún, las acciones sobre las riberas del Bidasoa y en los combates de los días 11 y 12 de julio, dando por resultado la toma de Fuenterrabía. Por estas acciones primero recibió las gracias Reales y poco después una Real orden del 20 de marzo, siéndole concedida la Cruz de la Toma de Irún y por Real orden del 24 de enero de 1837, por su valor demostrado en la toma de Fuenterrabía se le concedió la primera Cruz de San Fernando de 1ª clase. Desembarcando para formar parte de las Compañías Provinciales, con las que participó en varios combates, hasta septiembre siguiente por ser disueltas estas unidades, pasó a otras y en noviembre participó en la acción sobre Gáldacano encuadrado en la división del general San Miguel, pasando a las líneas más en vanguardia del Puerto de Pasajes en lucha constante con los carlistas.

El 27 siguiente se dio el asalto al convento de San Agustín, tras dura lucha fue tomado por los isabelinos. Recibiendo la orden con nuevo destino al pontón de la fragata San Juan. A los pocos días se le destinó a la ría de Bilbao, dentro de ella a las baterías de Portugalete, era la época del tercer sitio de la ciudad y participó en los combates de los días 2, 3 y 4 de noviembre, permaneciendo en su destino durante el asedio. El 22 de noviembre se encontraba en la goleta Isabel II fondeada frente a Pasajes, juntó al cañonero San José, cubriendo ambos buques el avance de las tropas isabelinas, desmontando y destruyendo la artillería carlista, pero no se pudo evitar un certero disparo desde las posiciones carlistas que arrancó el trinquete de la goleta. Por estas acciones reconociendo el autentico valor, por Real orden del 27 de noviembre se le concedió la Cruz de la Marina.

Informado el jefe de las fuerzas navales del Norte del intento de los carlistas de tomar Luchana, ordenó a su oficial de órdenes don Francisco de Paula Pavía, tomar el mando de los cañoneros para proteger el puente, el 24 de diciembre comenzó un fuerte bombardeo por parte de los carlistas, se encontraba allí parte de la división del Norte, con sus cañoneros Leopoldino, Clotilde, Eduardo y Veloz, los cuales devolvieron el fuego con tanta efectividad que inutilizaron las artillería enemiga, pero en ese momento saltó de las trincheras una formación de carlistas que descendiendo desde el monte de las Cabras, consiguieron controlar el puente y después volarlo. Estuvo al mando de su cañonero Clotilde, en la acción sobre Luchana y el levantamiento del tercer sitio de Bilbao, por su valor se le concedió el 24 de febrero de 1837 la Cruz de San Fernando de 1ª clase, la segunda ganada en dos meses.

Estaba al mando del ejército isabelino el general Espartero, viendo no era posible recuperar el puente entero, en la noche del 23 al 24 con lluvia y nieve, consiguió mover a sus unidades para trasladarse a la margen derecha de la ría. Al amanecer las baterías rompieron el fuego, siendo muy intenso en la línea de Cabra, pero con el grave inconveniente de no ver donde se disparaba por la lluvia y el gran esfuerzo a realizar para mover las piezas, por estar todo el terreno embarrado. A pesar de todo y guiándose los artilleros por el fuego de los disparos enemigos, consiguieron desmontar toda la artillería enemiga. Momento aprovechado por Espartero para dar la orden de asaltar la otra orilla, en muy poco tiempo ocho compañías de cazadores se embarcaron en todo tipo de buques, protegidos por los de la Armada y comenzaron a cruzar.

Al mismo tiempo Espartero dio la orden de pasar al ataque su reserva, yendo en primera línea el primer regimiento de la Guardia Real, embarcando en otros buques cruzaron también, pero nadie sabe cómo, fueron los primeros en llegar y con gran arrojo a la bayoneta desarticularon al enemigo rompiendo sus líneas. Al tener tomada la otra orilla, Espartero consideraba que el puente era vital para poder seguir, no pudiendo perder tiempo, ordenó que entre todos los buques existentes sin mirar tipo se abarloaran y sobre ellos poner una tablazón, a forma de un puente de pontones, realizándose todo el trabajo en la noche del 28 de diciembre, la distancia a cubrir por los buques era de seiscientos ochenta pies, teniendo en cuenta que continuaba el temporal de agua y nieve, fue en su momento una gran obra de ingeniería por la diversidad de buques y tamaños que servían de apoyo. Consiguiendo con ello el 30 cruzar por él todo el ejército isabelino.

El 14 de enero de 1837, por unanimidad del Congreso Nacional le otorgó por sus demostradas acciones la medalla y el título de Benemérito de la Patria. Por orden entregó el mando del cañonero el 20 siguiente. Quedando desembarcado y sin mando, en este ínterin el 15 de febrero de 1838 se le impuso en el pecho la preciada recompensa ya concedida, la Cruz de San Fernando de 1ª clase. Se le entregó la Real orden del 12 de marzo siguiente, nombrándole Ayudante de la Mayoría. Dando sus últimos coletazos la guerra, paso a depender del comandante del Apostadero del Nervión, éste envió refuerzos al Gobernador de Portugalete por la presencia de nuevo de tropas carlistas a principios de 1839, dando entre todos un buen golpe de mano, pues desembarcaron tropas en las Arenas y batieron por la retaguardia a las tropas carlistas, consiguiendo crear un ambiente de inseguridad facilitando su posterior toma siendo desplazados hasta Algorta.

Continuó la guerra con altibajos para ambos bandos, hasta que las tropas carlitas se encontraron arrinconadas, esto lo vio Espartero y Maroto el general en jefe carlista, quien por mediación del general Latorre, consiguió se firmara el Convenio de Oñate el 29 de agosto de 1839 y el 31 de agosto siguiente se produjo el conocido y famoso «Abrazo de Vergara» dando oficialmente fin a la guerra. Que otra vez y por intrigas, primero no debió de estallar y lo peor es que continuó. Entregó el mando del cañonero el 1 de noviembre, pasando a tomar el mismo día el de la balandra Atalaya, permaneciendo al mando hasta el 15 de abril de 1842, en cuyo tiempo estuvo realizando navegaciones como buque de apoyo, transportando todo lo necesario para la protección de nuestras posesiones norteafricanas y entre los distintos Departamentos, incluidos los dos archipiélagos.

El 25 de julio siguiente se le ordena embarcar en el bergantín Nervión, incorporándose a su buque en el puerto de Pasajes el 11 de agosto seguido, de donde zarpó con rumbo a Ferrol fondeando en la base el 16 de octubre, permaneciendo en el puerto algo más de dos meses, pues el 18 salió de Ferrol con rumbo a Annobom y Fernando Póo, para permanecer un tiempo en apoyo de aquella tierra, cumplida su misión zarpó con rumbo a la península, donde lanzó las anclas en la bahía de Cádiz el 15 de mayo de 1843, por ausencia de su comandante se le entregó el mando del buque interinamente, dando la vela el 2 de junio para realizar un crucero regresando el 13 de julio continuo.

Recibió la orden de salir con rumbo a la Ciudad Condal, donde se había producido una rebelión, zarpando de la bahía de Cádiz el 9 de agosto, en aquellas aguas capturó varios buques piratas o corsarios (que de todo había) por apoyar a los revolucionarios barceloneses, por ello al terminar la rebelión y por Real orden del 20 de marzo de 1844 se le condecoró con la Cruz de la Marina, por el valor demostrado en las capturas, pues algunas eran más poderosas que su buque. Recibió la orden de reincorporarse a su base, zarpando del puerto de Barcelona el 27 de mayo con rumbo a Cádiz, pero al hacer escala en Algeciras le esperaba una orden para permanecer con base en éste apostadero.

El 7 de septiembre siguiente arribó a la bahía de Cádiz, donde le fue entregada la Real orden del 20 seguido, con el ascenso al grado de capitán de fragata, pero sin antigüedad; el 2 de octubre volvió a salir para arribar a Cartagena el 7, de donde volvió a zarpar con rumbo a Alicante y otros puertos de su capitanía para ir embarcando a los nuevo aprendices a marineros correspondientes al distrito de Benidorm, regresando el 26 al puerto de Cartagena, donde se le dio la orden de zarpar a cruzar las aguas norteafricanas, saliendo a la mar el 28 de septiembre, para regresar sin incidentes de mención el 12 de noviembre consecutivo a su base. Al arribar desembarcó y dejó interinamente el mando de su buque, por encontrase enfermo, pero S. M., tuvo a bien concederle el permiso sin pérdida del mando, en cuanto se recuperara regresaría a tomarlo, por ello el 7 de diciembre siguiente se presentó a sus jefes, estos le ordenaron viajar a los Alfaques, pues el buque se encontraba en aquellas aguas, viajó al puerto y el 9 de enero de 1845 tomo el mando, zarpando y entrando en el puerto de Barcelona el 15, permaneciendo en el puerto de descanso de la dotación hasta el 6 de mayo, salió con rumbo a Cartagena donde arribó el 9 seguido, estuvo de nuevo un tiempo de descanso, hasta serle ordenado incorporarse a la bahía de Cádiz, zarpando el 9 de junio y arribando el 12, dando la vela de nuevo el 24 siguiente, con destino al puerto de Vigo, donde fondeó el 8 de julio, de donde salió fondeando en Ferrol el 19 siguiente. El 3 de agosto se le dio la orden de zarpar comisionado con rumbo a San Sebastián, de donde regresó con la misión cumplida a Ferrol el 5 de octubre.

Encontrándose en la base, recibió la Real orden otorgándole el mando de la goleta Isabel II, pero no fue hasta el 1 de febrero de 1846, cuando pudo hacerlo por las comunicaciones de la época y llegar su relevo del bergantín, posteriormente se le entregó pasaporte con destino a la Habana, pues la goleta se encontraba destinada en éste Apostadero, zarpó el 9 y arribó a la isla el 11 de abril siguiente, por ausencia del buque de su mando, interinamente se le entregó el pailebote Teresita el 15 seguido, zarpando el 11 de mayo a reconocer las aguas cercanas, regresando a la Habana el 6 de junio, siendo este día cuando pasó a tomar el mando de su goleta.

El 8 de agosto seguido fue comisionado por el Comandante General del Apostadero para transportar unos pliegos a Costa Firme al puerto de La Guaira, por haberse levantado contra su Gobierno, arribando el 9 de septiembre haciendo acto de presencia, pasando a tierra con un pequeño destacamento a dar protección a los súbditos españoles y de otros países, al aplacarse los ánimos zarpó en noviembre, con rumbo a la Habana para proseguir en su comisión de guardacostas. Permaneció en esta hasta abril de 1847, siendo comisionado a La Guaira, pues el Cónsul General de España en ésta población debía de enviar unos documentos, siéndole entregados por él con las pertinentes órdenes, en su cumplimiento zarpó con rumbo a Puerto Cabello, donde las entregó, saliendo a la mar de nuevo y arribando a la Habana en junio seguido.

Por orden del Comandante General el 24 de enero de 1848, se le entregó el mando de la Estación Naval y el 2 de marzo siguiente entregó la goleta, quedando de dotación en ella por estar a la espera de poder ser transportado a la península, pero mientras no se quedó parado, pues el 4 de abril se le dio la orden de trasbordar al pailebote Teresita, el 1 de mayo entregó el mando de la Estación Naval y por fin el 4 de junio, trasbordó al bergantín mercante español Aquiles, zarpando el mismo día con rumbo a la Coruña. Arribó el 11 de agosto, presentándose a sus jefes en Ferrol, pero al verlo le dieron licencia para recuperarse por estar enfermo, no estuvo mucho tiempo pues el 14 de septiembre siguiente se le destinó como subinspector de pertrechos del Arsenal, donde realizó un buen trabajo reclasificando muchos materiales, siendo cesado el 19 de marzo de 1849, por ser destinado como comandante de quilla del bergantín Pelayo, estando a las órdenes directas de la Dirección General de la Armada.

Se encontraba en esta comisión, cuando recibió la Real orden del 21 de mayo por ella era nombrado segundo de la fragata Reina María Cristina, no pudo tomarlo por el momento, pues primero debía hacer entrega del Pelayo, siendo el 13 de junio cuando lo pudo realizar, pero además la fragata se encontraba asignada al departamento de Cádiz, viéndose obligado a esperar hasta recibir el consiguiente pasaporte, arribando a la bahía el 17 de julio siguiente, a su llegada tenía el pasaporte para pasar a Barcelona, donde se presentó el 11 de agosto embarcando de transporte en el vapor Lepanto, saliendo el mismo día con rumbo a Gaeta, donde desembarcó el 15 y al siguiente abordo la fragata como su segundo, zarpando en comisión, al regresar el 27 de octubre se le dio la orden de trasbordar al transporte de vapor León, pero el 30 siguiente se le ordenó hacerse cargo del mando interinamente del vapor de ruedas Isabel II, cesando el 1 de diciembre por llegar su comandante, otorgándosele el mando del vapor Castilla, solo estuvo diez días, pues el 10 siguiente se le ordenó embarcar en la fragata Reina María Cristina, entregándole el mando del Detall del buque.

Todo este movimiento fue creado por la participación de España, en su expedición a los Estados Pontificios y preservar los poderes terrenales del Papa Pío IX, quien le entregó la Cruz de Comendador de San Silvestre (como a todos los oficiales de todos los países que participaron en su defensa), para poderla llevar en España necesitaba una Real orden, recibiéndola con fecha del 20 de marzo de 1851. Fondearon en Barcelona el 21 seguido con el resto de la expedición por haberse terminado el problema, siendo reconocido por el nuevo estado de Italia la existencia en su territorio de los Estados Pontificios, dándose por disuelta la escuadra regresando cada unidad de nuevo a su Departamento, por ello zarpó la fragata el 25 siguiente arribando a la bahía de Cádiz el 5 de abril, donde se le confirmó en su puesto.

El 25 continuo por ausencia de su comandante se le entregó el mando interinamente. Recibió la Real orden del 25 de mayo siendo nombrado Comandante de la Séptima División de Guardacostas, por ello entregó el mando de la fragata el 6 de junio y de nuevo de transporte en la corbeta mercante Luisa Fernanda zarpó el 12, pues su buque se encontraba con base en Ferrol, donde llegó el 1 de julio, tomando posesión el 4 seguido. Ésta unidad pasó después a denominarse la quinta, en vez de la séptima División. Encontrándose al mando de la división recibió la Real orden del 14 de noviembre, notificándole la propiedad y antigüedad de su grado. Recibió otra Real orden del 2 de marzo de 1852, otorgándole el mando del bergantín Habanero, entregando el mando de la división el 1 de abril cuando se presentó el capitán de navío don José Alvar González, se le dió pasaporte para viajar a la Habana, donde al llegar tomó el mando del bergantín, pues se encontraba adscrito al Apostadero de ésta ciudad.

Como siempre estos buques se dedicaban a misiones de guardacostas, durante sus cruceros mantuvo varios encuentros con los típicos contrabandistas sobre todo yanquis. Por orden cruzó el océano arribando a Ferrol al mando del bergantín el 21 de junio de 1853. Pero no le dejaron ni descansar, pues por otra Real orden del 11 de julio siguiente, se le nombró Comandante de las fuerzas sutiles de las islas Visayas, estas situadas en las islas Filipinas, cesando en el mando del Habanero el 18 siguiente, pero algo debió de pensarse en las alturas, pues de nuevo recibió una nueva Real orden del 19 de septiembre, por la que le era devuelto el mando del bergantín, haciéndolo efectivo el 26 siguiente. Continuó a su mando hasta recibir la Real orden del 16 de abril de 1855, siendo nombrado Capitán del puerto de San Juan de Puerto Rico, para ello con su bergantín cruzó el océano y arribo a la Habana el 18, donde entregó el buque quedando afecto al apostadero, con el mismo buque fue trasladado a tomar el mando de su nuevo destino.

Después de cumplir la permanencia obligatoria de mando en ultramar fijada por ley en tres años, embarcó en la Habana en el vapor Pizarro, arribando el 14 de septiembre de 1857 al puerto de Vigo, ingresando en su lazareto pasando la cuarentena de rigor en la época. Una muestra fehaciente del mareo que se llevaba en la Villa y Corte, (a pesar de estar en tierra muy firme) se demuestra al recibir una Real orden del 4 de enero de 1858, otorgándole el mando del bergantín Patriota, pero el 5 de marzo siguiente se embarca por orden en el lugre Pájaro, buque insignia de los Guardacostas de Norte, por otra Real orden del 3 de marzo (anterior a la anterior recibida) se le comunica continúe en el Departamento al mando de los guardacostas, pues por otra Real orden del 1 (o sea, anterior a la anterior) se le indica que el bergantín Patriota ha pasado a desarme, razón por la que quedaba sin efecto la Real orden del 4 de enero, por otra del 24 seguido es confirmado como comandante del trozo de los Guardacostas de Norte. (Y alguien dice que las tormentas y huracanes en la mar son peligrosos. ¡Estar en tierra no lo son menos!)

Estando al mando de los guardacostas el 16 de septiembre embarcó en el lugre Pájaro, permaneciendo unos días a su bordo de patrulla, al llegar a puerto trasbordó al Cisne de su misma clase, pasando a participar en sus cruceros y comprobar personalmente que el trabajo se realizaba correctamente. Permanecía en el mando, cuando le llegó la Real orden del 31 de diciembre de 1858, comunicándole su ascenso al grado de capitán de navío. Por otra Real orden del 24 de mayo de 1859 se le otorga el mando de la fragata Bailen, entregó el mando el 1 de junio de la División, recibiendo el pasaporte para viajar a la Habana, pues la fragata se encontraba en éste Apostadero.

Arribó a la Habana el 1 de septiembre seguido pasando a tomar el mando de su buque el mismo día, permaneciendo hasta el 16 de febrero de 1860 zarpando con rumbo a la bahía de Cádiz, fondeando el 28 de marzo, recibiendo la Real orden de incorporarse a las fuerzas navales del norte de África, pasando destinado al apostadero de Algeciras, base principal de apoyo para todos los buques integrantes en la defensa de las costas, participó en algunos bombardeos de la escuadra, permaneciendo en ello hasta mayo que fondeó en Algeciras, recibiendo la orden de pasar a la bahía de Cádiz, donde le dieron otra de zarpar con rumbo a Ferrol, saliendo el 1 de junio y arribando el 14, donde al llegar le dieron la orden de desembarcar por pasar su buque a desarme, aunque permaneció a su mando hasta el 15 de julio siguiente.

Quedó en situación de disponible durante diez meses, hasta llegarle la Real orden del 14 de mayo de 1861, entregándole el mando del vapor de ruedas Rey don Francisco de Asís, se le tuvo que dar pasaporte con fecha del 21 de mayo, pues el buque estaba destinado en la Habana, arribó y el 23 de julio tomo el mando. Su primera misión fue secreta, pues no se sabe el día que zarpó por orden expresa del Comandante General del Apostadero, al regresar se le cargó con tropas para desembarcarlas en la isla de Santo Domingo, pasando posteriormente a Puerto Príncipe en Haití, para relevar a la fragata Princesa de Asturias, quedándose en el mismo puerto, donde permaneció hasta mediados de noviembre regresando a la Habana. Al poco de estar aquí se le ordeno incorporarse a las unidades de la expedición a México, se hizo a la mar el 4 de diciembre, en su buque iba embarcado el General en Jefe de la División Expedicionaria, teniendo el mando de la tercera división de ella, con la responsabilidad de dar resguardo a los vapores que iban de transporte con las tropas del ejército. El 10 de diciembre fondearon en Anton Lisardo, participó en todos los combates que se dieron en apoyo de las tropas, entrando en el puerto de Veracruz el 17 siguiente, de donde zarpó el 25 con pliegos reservados para el Capitán General de Cuba, don Joaquín Gutiérrez de Rubalcava arribando el 31 de diciembre.

El 8 de enero de 1862 abordaron su buque el teniente general don Juan Prim Prat con todo su Estado Mayor, zarpando el mismo día uniéndose a la escuadra francesa y británica, quienes transportaban a sus respectivas divisiones a México, arribando al puerto de Veracruz el 14 siguiente, entre éste puerto y el de Sacrificios estuvo cruzando hasta febrero, en una de las entradas en el puerto le fueron embarcados ciento sesenta enfermos de nuestras tropas, con la orden de trasportarlos al hospital de la Habana, al arribar se le había concedido pasaporte por enfermo para regresar a la península, cesando en el mando de su vapor y pasando de transporte a la fragata Princesa de Asturias, saliendo el 20 de febrero y entrando en Ferrol justo un mes después el 20 de marzo, pasando a tierra al día siguiente.

Esta vez le costó recuperarse un poco más, pues se reincorporó el 1 de agosto de 1863, pasando destinado interinamente de comandante del Arsenal por estar el propietario con licencia, regresó el 8 de septiembre siguiente y le entregó el mando, pasando a disponible, pero el 24 continuo por baja del jefe de la Mayoría General del Departamento, se le nombró interinamente para esta jefatura, cesando el 18 de noviembre, pasando de nuevo a situación de disponible, permaneciendo hasta el 11 de mayo de 1864, al serle entregado en esta fecha el mando del vapor Francisco de Asís, por haber pasado éste a segunda situación, zarpando con él el 11 de octubre con rumbo a la bahía de Cádiz, permaneciendo a su mando hasta el 30 de septiembre de 1866, embarcando de transporte el 21 de octubre en el vapor Antonio López, fondeando en Ferrol el 30 siguiente.

Se encontraba en su Departamento de destino cuando le llegó una Real orden, nombrándole capitán del puerto de Sevilla, para ello se le dio pasaporte y tomó el mando el 1 de diciembre de 1866, permaneciendo en su puesto hasta el 1 de enero de 1868, por ser nombrado Comandante de Marina de la Provincia, sin pérdida de su anterior cargo. Estuvo diez meses en este destino, pues por Decreto se le nombra Comandante General del Departamento de Cartagena, cesando en el anterior el 1 de octubre de 1868, tomando el nuevo cargo el 6 siguiente, encontrándose en este nuevo destino le fue entregado un Decreto del Gobierno Provisional (había ya sucedido el levantamiento de Prim y Topete, expulsando de España a doña Isabel II y promulgada la nueva Constitución llamada La Gloriosa) del 11 siguiente con la resolución de su ascenso al grado de brigadier, permaneció en su puesto hasta recibir otro Decreto del 10 de enero de 1869, siendo cesado de su cargo en el Departamento de Cartagena por ser nombrado para el mismo puesto en el Departamento de Ferrol, dejando a su segundo al mando el 26 seguido en Cartagena y viajando en postas llegó el 1 de febrero a Ferrol donde tomó el mando al día siguiente.

Seguía en el mando cuando recibió el Decreto del 14 de septiembre continuo, con su ascenso al grado de contralmirante. Recibió un nuevo Decreto del 27 de enero de 1870, comunicándole la concesión de la Gran Cruz de San Hermenegildo, por haber cumplido los requisitos con fecha del 20 de septiembre de 1869. Volvió a recibir un nuevo Decreto del 19 de marzo de 1870, concediéndole la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel La Católica, como atención a sus muy esmerados servicios durante toda su vida de marino. Por Real decreto (ya ocupaba el trono de España don Amadeo I de Saboya) del 14 de enero de 1871 se le cesa en su destino, con las Gracias Reales por estar muy satisfecho del buen desarrollo de su trabajo. En el mismo se le entrega la Comandancia General del Apostadero de la Habana, por ello cesa en Ferrol el 11 de febrero, el 15 siguiente se le entregó el pasaporte para viajar a su nuevo destino, donde llegó tomando el mando el 18 de marzo consecutivo, permaneciendo casi justo el mismo tiempo que estuvo de Rey de España don Amadeo I, pues fue cesado el 17 de marzo de 1873, arribando a Ferrol el 2 de mayo siguiente y por Orden del Gobierno de la República del 10 siguiente, para restablecerse de su salud le conceden cuatro meses de licencia, pero sin abandonar la jurisdicción del Departamento del Ferrol. (Obsérvese que a él en particular las estancias en las Antillas, siempre lo devolvían maltrecho de salud a pesar de su larga duración y las diferentes ocasiones; algunas naturalezas nunca se llegaban a aclimatar a aquellas tierras)

Durante este tiempo se le ofreció la cartera del ramo pero se negó por dos veces a ocupar el Ministerio de Marina, respondiendo que: «…ese trabajo correspondía a un político no a un militar» afirmando sentir hacer bien un trabajo cuando por naturaleza son incompatibles las dos cosas, por esta razón nunca quiso comprometerse en política y su trayectoria siempre fue aplaudida, a pesar de todos los cambios sufridos a lo largo del siglo XIX, él no cayó en la trampa de participar en ningún asunto que no fuera estrictamente el cumplimiento de su deber.

Al cumplirse el plazo de su licencia a pesar de no estar totalmente restablecido se presentó en el Departamento el 11 de septiembre, recibiendo poco después un Decreto Ley de la República del 29 de septiembre, nombrándole Vocal de la Junta Superior Consultiva de la Armada, (con todo este largo nombre había entrado en vigor el 24 de julio de 1873, por haber sido disuelto el Almirantazgo, al que ya pertenecía don Nicolás, por ello no le regalaban nada, más bien solo lo ratificaban en el puesto) para poder ocupar su puesto debía presentarse en Madrid, razón por la que se le dio pasaporte el 3 de octubre, pero prácticamente no había llegado, cuando por otro Decreto del Gobierno del 18 siguiente, es nombrado Comandante General de las Fuerzas del Mediterráneo, en sustitución del almirante Lobo, donde llegó para tomar posesión de su mando el 8 de febrero de 1874.

El 26 de marzo seguido el Ministro de Marina le envió pasaporte para presentarse en Madrid, porque el Presidente del Gobierno con la misma fecha le había nombrado Vocal de la Junta Consultiva de Marina (ya le habían vuelto a cambiar el nombre; al parecer por lo aprendido hay algunos que le dan mayor importancia al nombre de cualquier organismo que, realmente saber y pensar si ejecuta y cumple su cometido como a tal). Pero no llegó ni a tomar posesión del cargo, pues con fecha del 8 de mayo por otro Decreto se le relevaba de él y se le nombraba Capitán General del Departamento de Ferrol, a donde después de dar varias vueltas por la sucesión de Decretos recibidos desdiciéndose el posterior al anterior, al final por el último del 26 de mayo paso a Ferrol, tomando posesión de su alto cargo al día siguiente. Al llegar al trono de nuevo la dinastía de los Borbón en la persona de don Alfonso XII, se le envió un Real decreto del 30 de marzo de 1875, dándole las Reales gracias por el buen trabajo desempeñado, así el 20 de abril al llegar su sustituto dejó el mando del Departamento.

Permaneció sin destino en su querida casa de Ferrol, hasta llegarle otro Real decreto del 4 de noviembre de 1876, siendo nombrado Segundo Jefe del Departamento de Cádiz y Comandante General del Arsenal de La Carraca, partiendo de nuevo con pasaporte para su destino, siendo efectivo el 1 de diciembre seguido.

Pasamos a transcribir su propio diario, pues pensamos nadie mejor que él puede explicarnos sus sentimientos por tener que pedir la baja del servicio por su enfermedad: «De todos estos papeles, este folio es el único que no es de mi agrado. Tampoco tengo porque cambiarlo, pero bien hubiera deseado continuar en el servicio activo. Si mi salud me lo hubiera permitido. ‹Por solicitud propia y en atención al quebrantado estado de su salud, se le autorizó para que entregando el destino que desempeñaba pudiera trasladarse a Ferrol a expectativa de su exención del servicio que tiene solicitada. Madrid, 1 de mayo de 1877› En los años siguientes he vivido en la tranquilidad de El Ferrol, como Comandante en la Reserva, desde aquí, desde esta mesa de mi escritorio, veo pasar los últimos años de esta década, la de los ochenta, en la que María Cristina de Habsburgo Lorena, asistida por un gobierno de leales, rige los destinos de la Nación. Miro hacia atrás y contemplo la estela de mi larga vida en la mar. Los recuerdos de mis años de guardiamarina son tan nítidos ahora como nunca antes lo habían sido. A mis ojos cerrados se revelan con claridad paisajes de los más apartados rincones del mundo, Manila, Puerto Rico, Cuba…, escenarios que fueron de mi trabajo y ventura. Desde las sombras me hablan rostros conocidos, y me sorprendo a mí mismo musitando frases de conversaciones ya olvidadas, Y entonces…vuelvo al servicio, al único que me está permitido, el de repasar una y otra vez este diario, buscando entre sus páginas quién sabe qué marchitos deseos. Debería haber sido, luego fue. Razonamientos de anciano, supongo. Porque eso soy, o en eso me he convertido paulatinamente, en un anciano. La edad que dentro de mí pulsa y alienta se ha mantenido agazapada, oculta por la inquietud de los trabajos y los días, por las muchas y pequeñas obligaciones que me he impuesto para no sentir su llegada, las cartas que llegan y salen de mis manos, todavía firmes; las visitas que recibo casi a diario de familiares y amigos interesados por mi salud…, y el mucho cuidado que me impone esta pierna, que ha comenzado a morir antes que yo, que está herida por dentro y presiento que muy mal herida, aunque mi médico se empeñe en ocultármelo, como yo oculto su visión a los nietos que juegan a mi alrededor. No quiero que la vean. Ni quiero que sepan de mi dolor, al que muchas veces quisiera tapar con la misma manta, y que se ha convertido ya en inseparable compañero de mis noches. El día es una tregua cada vez más corta. El de hoy es un bendito descanso. El sol espejea sobre la ría. Cuando baje la marea levantará esa niebla que me impide ver los barcos. La otra niebla, la que se cierne sobre mi patria, espera, sin duda, mejores tiempos.»

Con estos pensamientos pasó el tiempo en su casa de la calle Magdalena, en su número, 181 siempre a la vista de la ría de Ferrol, iban pasando los años, hasta llegar el 7 de julio de 1889, en el que al atardecer le sobrevino el óbito de muerte natural. Contaba con setenta y siete años de edad, de ellos cincuenta de arduos pero esmerados servicio a su patria.

Bibliografía:

Ceballos-Escalera y Gila, Alfonso de. Vizconde de Ayala, Ceballos-Escalera y Gila, Luis de, y Madueño y Galán, José María.: Los Marinos en la Orden de San Fernando. Ministerio de Defensa. Madrid, 2011.

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1968. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Estado General de la Armada para el año de 1848.

Estado General de la Armada para el año de 1859.

Estado General de la Armada para el año de 1870.

Estado General de la Armada para el año de 1871.

Estado General de la Armada para el año de 1873.

Estado General de la Armada para el año de 1874.

Estado General de la Armada para el año de 1875.

Estado General de la Armada para el año de 1876.

Estado General de la Armada para el año de 1877.

Güemes, Fernando.: Navegar el siglo. La Armada y la España del contralmirante Nicolás Chicarro (1812-1889). Madrid. 1993.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Lledó Calabuig, José.: Buques de vapor de la Armada Española. Del vapor de ruedas a la fragata acorazada, 1834-1885. Aqualarga. 1998.

Mariana, Padre.: Historia General de España. Imprenta y Librería de Gaspar y Roig. Madrid, 1849-1851. Miniana fue el continuador de Mariana.

Pirala, Antonio.: Historia de la Guerra Civil. Y de los partidos Liberal y Carlista. Turner. Madrid 1984. Reedición de la que comienza en 1833 y termina en 1871.

Rodríguez de Campomanes, Pedro. Conde de Campomanes.: Itinerario de las carreras de postas. Facsímil de la edición príncipe de 1761. Ministerio de Fomento. Madrid, 2002.

VV. AA.: Historia General de España y América. Ediciones Rialp. Madrid, 1985-1987. 19 tomos en 25 volúmenes.

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Sublevación en Cartagena y Alicante 1844

Posted By on 11 de julio de 2021

Encontrándose listo el brigadier don José Fermín Pavía para zarpar al mando de la fragata Reina María Cristina, para transportar al duque de Rivas a Nápoles, por pasar a ser el embajador de España en el reino de las Dos Sicilias, siendo el primer representante diplomático, al haberse roto las relaciones al advenimiento de doña Isabel II al trono de España, cuando todo estaba listo, recibió la orden de hacerlo pero a bloquear los puertos de Alicante y Cartagena, por haberse declarado una sublevación contra el Gobierno, lo que realizo inmediatamente, quedando incorporados a sus órdenes, el vapor Isabel II, al mando de don Luis Hernández Pinzón, los bergantín Manzanares, a las de don José Butrón; Nervión, al de don Nicolás Chicarro, e Isabel I, a las de don José Izquierdo; las goletas,Cartagenera, por don Manuel Sivila y Bidasoa, por don Francisco García de Quesada; los faluchos, Rayo, por 4don Federico Santiago, Plutón, por don Carlos Chacón y Lince, por don Juan Bautista Antequera más dos escampavías, por don Florencio Montojo y don Miguel Manjón, con ellos estrecho tanto el bloqueo que, la plaza de Alicante fue conquistada por las tropas del ejército al mando del general don Federico Roncaly.

Al concluir se arrumbó a Cartagena, donde se había formado una Junta revolucionaria, era su presidente el coronel de Artillería de Marina don Antonio Santa Cruz; el Comandante del Departamento, el jefe de escuadra don Alonso de la Riva Valdés, por falta de apoyo no pudo controlar la situación, quedando aislado del resto de la península, llegando a sus oídos la censura que otros denunciaban por su comportamiento, llevado por su honor decidió suicidarse; al llegar don José Fermín bombardeó los días 22 y 23 de marzo las baterías de la plaza, lo que distrajo fuerzas del frente de tierra, siendo aprovechado por el ejército para romper las líneas y penetrar en la ciudad.

El embajador señor Duque tuvo que esperar hasta finalizar el problema, por no disponerse de más buques en condiciones para tan alto representante.

Bibliografía:

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Goizeco-Izarra

Posted By on 10 de julio de 2021

Construido por Constructora Metálica en Zumaya. España, 1933.

Desplazamiento: 215 Tn. Dimensiones: Eslora 25’30 por 5’78 de manga y 3’65 metros de calado. Maquina: Motor diésel de 360 C.V. Velocidad: máxima de 10 nudos. No es seguro, pero según fuentes fue armado con un cañón Vickers de 57/50 m/m. Hermano del Iparreko-Izarra.

Al producirse el alzamiento se encontraba en Pasajes, siendo incautado por el gobierno de Madrid, el 13 de septiembre entraba en Bilbao donde se le armó, en diciembre por orden del gobierno vasco queda encuadrado en la Marina Auxiliar de Euskadi, éste buque llegó a molestar a los alzados, dado que salía y daba protección al trasatlántico Habana, lo que realizó en varias ocasiones durante los meses de mayo y junio de 1937, pero esto lo pudo hacer, porque a pesar de entrar en aguas territoriales españolas, siempre era acompañado por destructores británicos, (quedando constancia viva, de las acciones de la otrora poderosa Royal Navy, sobre todo en su imparcialidad, esto a pesar de pertenecer al Comité de NO Intervención, al actuar según siempre sus intereses, en este caso concreto era el mineral de hierro, necesario para sus construcciones y armamentos navales), más tarde le fue instalada una rastra para despejar de minas los accesos a los puertos, pero la falta de instrucción en la marinería y quizás del propio capitán, cumpliendo esta comisión frente Castro Urdiales, se fue a pique por tocar una de ellas.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Regalo a Carlos III de un elefante 1773

Posted By on 9 de julio de 2021

Elefante regalado a Don Carlos III. Se encuentra en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Madrid.

La fragata Venus al mando de don Juan de Lángara y Huarte, zarpó el 23 de enero de 1773 de Manila con un elefante, regalo del Gobernador don Simón de Anda y Salazar al Rey don Carlos III, arribando el 22 de julio de 1773 a la isla de León, se puso en camino a Córdoba, Valdepeñas, Ocaña, Aranjuez, Carabanchel y Aravaca, llegando a La Granja de San Ildefonso, el 26 de septiembre después de cuarenta y dos días de viaje.

Por desgracia el paquidermo enfermo, por todo el duro viaje, tanto por mar como por tierra, como consecuencia de ello murió el 17 de noviembre de 1777, don Carlos quiso honrar al animal y ordenó fuera conservado, el conde de Floridablanca encargo el trabajo al reputado taxidermista valenciano don Juan Bautista Bru, a su vez fue cubierto por una escultura de madera realizada en la Academia de Bellas Artes, por su director el escultor don Roberto Michel, hoy se puede admirar en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, convirtiéndose en una joya a admirad de la taxidermia del siglo XVIII, de la que existen muy pocos ejemplares en el mundo y a su vez única de un elefante asiático.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Tomo VII. Museo Naval. Madrid, 1895.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería biográfica de los Generales de Marina. Madrid, 1873.

Todoavante © Excepto la foto que pertenece al citado Museo Nacional de Ciencias Naturales. Gracias.

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Real decreto por el que la bandera de la Armada es de España

Posted By on 8 de julio de 2021

Firmado por la reina doña Isabel II el 13 de octubre 1843, pero no se generalizó hasta la promulgación del Real decreto del 26 de enero de 1908, ordenando ondeara en todos los edificios públicos en los días de fiesta nacional.

El escudo es variable por estar dispuesto por una Ley orgánica, lo que permite cambiarlo a gusto del «consumidor», tantas veces como le apetezca al gobernante de turno.

Bibliografía:

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Hermanos Llorca

Posted By on 7 de julio de 2021

Construido en Alicante. España, 1933.

Desplazamiento: 40 tn. Dimensiones: Eslora 16’50, por 4’52 de manga y 2’10 metros de calado. Máquina: Motor diésel de 150 C.V. Velocidad: máxima 10 nudos.

Era un motovelero propiedad de A. Segarra de Torrevieja, se encontraba en su amarre de la ciudad, al producirse el alzamiento fue incautado por los gubernamentales, quedando destinado como lancha de vigilancia en el mismo puerto, permaneciendo en ella, hasta finalizar la guerra, al entrar los vencedores fue desarmado y devuelto a su propietario.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Barcelona revolución 1842.

Posted By on 6 de julio de 2021

«Barcelona tiene que ser bombardeada cada cincuenta años» es la frase más célebre del militar Don Baldomero Espartero. Vamos a aclarar las causas de esta declaración de amor a la capital catalana.

En el año 1842 el general Baldomero Espartero era la máxima autoridad del estado español, debido a que fue nombrado regente en 1840 por la minoría de edad de la reina Isabel. El general Espartero, conocido también como el duque de la Victoria, que era su título nobiliario, gobernó hasta 1843, cuando la reina Isabel fue mayor de edad (aunque la reina sólo tenía 13 años!).

Espartero, como buen militar, tenía un método poco democrático o liberal para resolver las cuestiones políticas o sociales. De este modo, cualquier disensión política debía ser inmediatamente sofocada y reprimida.

El 13 de noviembre de 1842 estalló en Barcelona una insurrección a la que se sumó la milicia y en pocas horas la ciudad se llenó de barricadas. La chispa inicial fue por un tumulto que se produjo en la “Porta del Angel” en relación con los consumos.

El incidente comenzó cuando un grupo de obreros que regresaba de comer intentó pasar al interior de la ciudad una pequeña cantidad de vino sin pagar los «derechos de puertas». La respuesta de la autoridad militar fue ocupar el Ayuntamiento y detener a varios periodistas de «El Republicano» presentes en los hechos, cuyo periódico acababa de publicar un llamado que decía: «Cuando el pueblo quiera conquistar sus derechos, debe empuñar las armas en masa al grito de ¡Viva la República».

Comenzó entonces una guerra de barricadas protagonizada por la milicia, apoyada por paisanos armados, contra el ejército al que acusaban de que los soldados habían saqueado tiendas y robado a los transeúntes. Otros vecinos apoyaban a los milicianos lanzando piedras y muebles desde las ventanas y las azoteas. Entonces, el capitán general Antonio Van Halen ordenó a sus hombres que abandonaran la ciudad y que se replegaran hacia el Castillo de Montjuich.

El repliegue de las tropas gubernamentales fue considerado un triunfo por los sublevados cuyo grupo tenía su origen en la Junta de Vigilancia que se había formado en Barcelona el año anterior y que estaba integrada por fabricantes y trabajadores. En un manifiesto hecho público el 17 de noviembre la Junta pedía la «Independencia de Cataluña con respecto a la Corte».

El regente Espartero decidió dirigir personalmente la represión de la insurrección y el 22 de noviembre llegó a Barcelona. Ese mismo día el general Antonio Van Halen, por orden de Espartero, comunicó que Barcelona seria bombardeada desde el castillo de Montjuich si antes de cuarenta y ocho horas no se rendían los insurrectos. Entonces cundió el desconcierto en la ciudad y la Junta fue sustituida por otra más moderada dispuesta a negociar con Espartero, pero éste se negó a recibirles a pesar de que en ella participaba el propio obispo, por lo que se formó una tercera Junta, esta vez dominada por los republicanos y dispuesta a resistir.

Finalmente, el 3 de diciembre de 1842 comenzó el bombardeo y al día siguiente la ciudad se rendía y entraba de nuevo el ejército. Se dispararon 1.014 proyectiles desde los cañones de Montjuich que dañaron 462 casas, además del hospital sobre el que cayeron cinco bombas, y el salón de Ciento del Ayuntamiento que quedó casi completamente destruido. Hubo veinte víctimas mortales entre los habitantes de la ciudad. El bombardeo provocó incendios por toda ella.

La operación se inició antes del mediodía y concluyó en su primera etapa antes de las dos de la tarde. Se reanudó dos horas después. A las seis de la tarde salieron dos comisiones de ciudadanos, una de la ciudad y otra de la Barceloneta. Se dirigieron al cuartel general para pedir que se suspendieran las hostilidades y ofreciendo la sumisión de la ciudad. A la media noche, los negociadores habían alcanzado un acuerdo con Antonio Van Halen y se dio por concluido el bombardeo.

La represión ordenada por Espartero fue muy dura. Se desarmó a la milicia y varios centenares de personas fueron detenidas. Además se castigó colectivamente a la ciudad con el pago de una contribución extraordinaria de doce millones de reales, para sufragar la reconstrucción de la Ciudadela. Asimismo, disolvió la Asociación de Tejedores de Barcelona y cerró todos los periódicos salvo el conservador «Diario de Barcelona». Espartero había conseguido acabar con la revuelta, pero con el bombardeo y la dura represión posterior perdió el inmenso apoyo social y político que había tenido tradicionalmente en Barcelona, lo que también actuó sobre Madrid. La vuelta de Espartero fue acogida con una frialdad que contrastaba con el pomposo alborozo.

Un año después, en 1843, el general Prim, se sublevo contra Espartero. Y curiosamente las crónicas de medios catalanes, minimizan la decisión del general de Reus (donde hoy hay una estatua en su honor), volvió a utilizar la artillería contra Barcelona. Nombrado gobernador, tuvo que hacer frente a la rebelión de “la Jamancia”. De aquellos sucesos procede la frase de Prim «o faixa o caixa», referente a la disyuntiva que se le presentaba: o el fajín de general o el ataúd. Para someter a los insurrectos.

De 81 días que permaneció Barcelona en pie contra el Gobierno. Además de las barricadas hubo un famoso y frustrado intento de asalto a la fortalece de la Ciudadela en octubre. Acto seguido Prim bombardeo, como hiciera un año antes Espartero, la ciudad hasta su capitulación en noviembre.

Se ponía así fin a este levantamiento que marcó la estela de los próximos, en los que cada vez de manera más clara los otrora burgueses revolucionarios liberales fueron los garantes del orden y los encargados de acabar con todo motín o protesta obrera y popular. Prim puso asedio a la ciudad durante dos meses hasta pacificarla, dejando una tercera parte de los edificios destruidos. El militar reusense recibió entonces el fajín de general.

Bibliografía:

Diferentes obras incluidas diarios, algunas publicadas en la época en Barcelona, de todas ellas se han sacado extractos, para no convertir este corto relato en un libro, porque da para ello.

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Espartero pronunciamiento y derrocamiento 1840

Posted By on 5 de julio de 2021

Entrada de D. Fernando VII en Valencia. Autor Fernando Brambila.

El general Baldomero Fernández-Espartero pidió al gobierno el ascenso a mariscal de campo de Linaje, a ello Montes de Oca se opuso, esto provocó un nuevo enfrentamiento obligando a convocar una reunión de urgencia del gabinete presidio por la Reina Gobernadora, Montes de Oca en pocas palabras expresó el error de mantener en tan poderoso lugar al Duque una persona que solo defendía otras cuestiones, y si se consentía el ascenso demandado sería una muestra de fragilidad del gobierno, terminando con estas palabras: «Acceder á las ambiciosas exigencias del Duque de la Victoria, valdría tanto como arrancar la corona de las augustas sienes de la Reina para ponerla en la cabeza de Espartero: mi deber es advertir á S. M. el precipicio en que se quiere hundir á la Monarquía, y antes que autorizar tal despojo, ni autorizarlo con mi presencia, dejaré un puesto que no pudiera conservar sin el sacrifico de mi honor.»

Pero ni la Reina pudo evitar se complacieran los deseos del Duque, por ello los ministros de Marina, Guerra y Gobernación dimitieron, Montes de Oca se retiró a su escaño dando por hecho los grandes nubarrones que se cernían sobre la monarquía española, sobre todo se lo confirmó la salida de SS. MM. en viaje a Barcelona. Estando en la ciudad Condal estalló un motín inspirado claramente por Espartero; el 29 de septiembre de 1840 Espartero como jefe del ejército; al ordenar al capitán general de Cataluña don Antonio Van Halen bombardear la ciudad de Barcelona el 3 de diciembre, le dijo: «A Barcelona hay que bombardearla al menos una vez cada 50 años.», comenzando con esta orden su Regencia.

La Reina Gobernadora salió de Barcelona con destino a Valencia, donde el 12 de octubre firmó su renuncia en el palacio de los condes de Cervellón, embarcando en el Grao de Valencia en el vapor Mercurio el 17 seguido para transportarla a Marsella. Los presagios de Montes de Oca se confirmaron por el alzamiento del Duque y expulsión de la Reina Gobernadora doña María Cristina de Borbón Dos Sicilias.

El 8 de marzo de 1841 fue nombrado Regente de España, el Excmo. Señor don Baldomero Fernández-Espartero Álvarez del Toro; Grande España, Toisón de Oro, Laureado de San Fernando, Duque de la Victoria y de Morella, conde de Luchana, vizconde de Banderas y Teniente General del Ejército.

Por sus desmanes al frente de la nación sobrevino el levantamiento contra el Regente, el Excmo. Señor don Baldomero Fernández-Espartero Álvarez del Toro; se enfrentó a ello pero fue vencido en Torrejón de Ardoz por el general Seoane, obligándole a tomar postas y dirigirse a la bahía de Cádiz, donde embarcó en el vapor de bandera británica Malabar saliendo así de España con rumbo al Reino Unido, cesando por ello todo el Gobierno el 23 de julio de 1843.

Bibliografía:

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Virgen de la Cabeza-V-12-Adela-Santa Adela-Terra Nova- Saint Germain- Golden City

Posted By on 4 de julio de 2021

Virgen de la Cabeza – V-12. Autor desconocido.

Construido por Macki & Thompson, en Glasgow. Escocia. Reino Unido, 1907.

Desplazamiento: 299 tn. Dimensiones: Eslora, 42’60, por 7’20 de manga y 4’88  metros de calado. Máquina: de vapor con 87 C.V., una caldera de 14 kg. Velocidad: máxima 9 nudos. Armamento: un cañón Krupp de 105/35 m/m y otro Vickers de 47/50 m/m.

Era un pesquero británico con el nombre de Golden City, siendo comprado más tarde por un empresario francés, quien lo renombró Saint Germain, más tarde fue comprado por un empresario portugués, quien lo rebautizo Terra Nova, de éste fue comprado por el armador Marles de Barcelona en 1929, volviendo a recibir un nuevo Santa Adela, al encontrarse en el último puerto al producirse el alzamiento militar, fue incautado y armado por el gobierno de Madrid, quedando en incorporado a su marina con el nombre de Adela (lógicamente se le borro lo de Santa) y con el numeral indicado en este historial, se encontraba en la mar dando escolta al petrolero Campero, cuando el 4 de junio de 1937, divisó y avisó a su aviación de la presencia del sumergible General Sanjurjo, éste fue atacado por la aviación gubernamental, obligándole a sumergirse salvando así a su protegido.

Saltamos por no existir más datos sobre su permanencia en el bando gubernamental, hasta el 29 de enero de 1939, cuando fue divisado por crucero nacional Canarias, quien con sólo un disparo de aviso lo capturó, entregándolo en Sóller, al ser declarado buena presa, quedó incorporado a la marina sublevada, con el nombre de Virgen de la Cabeza, con base en Vinaroz, de donde participó en varias acciones ya relatas en otros historiales, por pasar a pertenecer a la segunda flotilla de bous. Al ir las tropas del ejército avanzando, en sus diversos puertos se encontraban bous y otros buques, los armados quedaban de inmediato incorporados a las fuerzas vencedoras, así como al finalizar la guerra pasaron a desarme y ser devueltos a sus propietarios, porque había que recuperar la pesca en todo el Mediterráneo, en el caso de éste, paso a Cádiz donde fue desarmado y devuelto a su armador.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Salvamento y reparación navío francés Suffren 1838

Posted By on 3 de julio de 2021

Por Real orden del 20 de mayo se le hace saber a don José del Río y Eligio que el Gobierno francés le había concedido la Cruz de oficial de la Real Orden de la Legión de Honor, por la esmerada contribución al salvamento del navío Suffren de esta nacionalidad y su posterior reparación en el dique del Arsenal.

Bibliografía:

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Proyecto del canal de Panamá 1837

Posted By on 2 de julio de 2021

Uno de los trabajos de don José Vicente Vázquez de Figueroa y Vidal que sigue inédito, (como todos los suyos) es un proyecto para comunicar el seno Mejicano con el océano Pacífico, uniendo así los dos océanos y en él se explica que: «Uniendo los ríos Guazacoales y Chimalapa; para formalizar y estudiar la posibilidad del proyecto, debían realizar el estudio el brigadier don Francisco Ciscar y el capitán de navío don Manuel del Castillo, tomando con sus buques los datos geométricos y geológicos pertinente.»

Los disturbios políticos y las guerras civiles, frustraron estos trabajos, estando dirigidos a una obra que unos años después se pudo comprobar era de gran beneficio para la navegación y las comunicaciones mundiales, no siendo otra que el actual canal de Panamá.

Que el lector opine con estas pocas líneas, si las constantes guerras fratricidas en España sólo han sido eso o por contra nos han robado algo más que vidas, dinero y prestigio.

Bibliografía:

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Islas Bou

Posted By on 1 de julio de 2021

Construido en Cádiz. España, 1932.

Desplazamiento: 58 tn. Dimensiones: Eslora 26, por 5’50 de manga y 2’80 metros de calado. Máquina: Motor diésel de 175 C.V. Velocidad: máxima 9 nudos.

Un pesquero que, al producirse el alzamiento fue incautado por los gubernamentales, quedando incorporado a la Flotilla de Valencia y su puerto, donde permaneció hasta la entrada de los nacionales en la ciudad, por su poco valor militar, fue desarmado y devuelto a su propietario.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Jacinto Antonio de Echeverri y Rober

Posted By on 30 de junio de 2021


Almirante de una Flota de Azogue.

           Nació en San Sebastián en 1625. Fueron sus padres don Domingo Echeverri y Zelandaia y doña Mariana de Rober y Salina, Condesa de Villarcázar de Sirga, y marquesa de Villarubia de Langre. Su padre fue Secretario de los reyes Felipe III y IV. Fue bautizado en la parroquia de Santa María de la ciudad. Hermano de Juan y Juan Domingo. Una carta de don Pedro Guerrero de Andía a doña Mariana de Rober y Salinas, del 8 de abril de 1625 en la Coruña, dándole la enhorabuena por el nacimiento de su hijo. Suponemos corresponde a Jacinto Antonio, dando por sentado que como poco vino al mundo en marzo. Desde muy joven comenzó su carrera de marino, incorporándose como soldado en los buques siguiendo así la estela de sus ancestros y parientes, hombre decidido, organizador y sagaz, a quien no le importaba coger la pluma ó la espada, alcanzando el grado de almirante en una flota de azogues. Por carta del 3 de julio de 1649 en Messina, se cuenta que estaba enfermo y desahuciado, es seguro se recupero.

            Al mando de un galeón a su regreso de la Habana con caudales por los vientos entró en Cádiz, por no hacerlo en Sanlúcar quedaba fuera del control de la Casa de Contratación, ésta envió a un alto funcionario de ella para hacerse cargo y responsable de ser transportado por tierra a Sevilla, para llevar bien los números, a su vez fue encarcelado, este abuso lo denunció escribiendo al Rey un memorial, el cual a su vez lo publicó para conocimiento de sus amigos, esto provocó que unos meses más tarde se le diera la libertad. Por carta del 4 de agosto de 1673 en Sevilla, del fiscal de la Casa de Contratación comunica en relación al galeón Nuestra Señora de la Purificación de la Armada de Indias de 1651, quedan libres los herederos. Carta del 2 de febrero de 1656 en Madrid, de don Juan Antonio de Rubio Bustamante a Juan Domingo, sobre el memorial que dio a la Junta de Armadas ofreciéndose a hacer asiento de una escuadra de seis navíos para la Armada del Mar Océano y sobre la escuadra del marqués de Falces, quien cuenta con la colaboración de don Jacinto Antonio Echeverri por la que tiene que fabricar un galeón. Por otra del 4 seguido en Santullán, del marqués de Villarrubia diciéndole que ha llamado de Madrid el conde de Peñaranda, que el marqués de Flaces ha ofrecido a don Jacinto Antonio la almiranta de la escuadra que ha formado.

            Zarpó don Juan Echeverri en 1658 con la Flota de Tierra Firme el 5 de junio del mismo año, acompañándole sus dos hermanos Jacinto Antonio y Juan Domingo, ambos como capitanes de mar y guerra, la expedición estaba compuesta por la escuadra de Galeones del Océano, con doce de ellos, dando escolta a diecisiete buques mercantes, lo cuales como siempre en el viaje de ida iban cargados de azogue, arribando a Cartagena de Indias el 18 de julio siguiente, después de tan solo cuarenta y tres días de navegación. Aquí comenzaba el trasiego de descargar y cargar los caudales, más mercancías de particulares apreciadas en la península, zarpando con rumbo a Veracruz y posteriormente a la Habana, de donde zarpó transportando veinte millones de plata amonedara, más las mercancías preciosas que a veces eran más rentables que el oro o plata. A los pocos días de navegación se avistaron velas, estas se acercaron a la formación del convoy, mientras los galeones de la escuadra ocuparon su puesto de combate, como era costumbre a barlovento de la Flota, al llegar a la vista se trataba de una escuadra corsaria inglesa, formada por treinta y una velas al mando de Doyley, pero al ver la fortaleza de los galeones españoles, prefirió dejarlo para mejor ocasión. Por ello cruzaron el océano sin mayores molestias ni avistamientos, al arribar a las islas Terceras pensó que si estaban avisados los enemigos de su presencia, estarían esperándole en el cabo de San Vicente, por esta razón optó por arribar al Cantábrico alejado de la vista del cabo de Finisterre, así consiguió fondear con veinticinco de sus buques, de los treinta y uno iníciales, al parecer se sufrió un temporal y como siempre cada capitán procuraba mantenerse en el convoy, pero otros por las dificultades marineras de sus buques les resultaba imposible hacerlo. Posteriormente se supo que dos arribaron directamente a la bahía de Cádiz y los cuatro restantes debieron de ser tragados por la mar.

            En septiembre de 1661 se le otorga el mando del patache que ha de ir a la isla Margarita. Escritura fechada el 22 de agosto de 1662 por los capitanes don Jacinto Antonio de Echeverri y Miguel de Aristeguieta, dueños del navío El Buen Jesús y San Ignacio, se repartirán a partes iguales los beneficios y gastos en el viaje que hará a las Indias al mando del primero. A fines de año de nuevo S. M., le entregó el mando a don Juan Echeverri de la Flota de Tierra Firme, con la promesa de que a su regreso le otorgaría la Grandeza de España, zarpó de nuevo el 6 de noviembre de 1662 de la bahía de Cádiz rumbo a Tierra Firme, pero al estar como a unas cien leguas de la salida le sobrevino la muerte el 12 seguido, fue tan sentida por todos que la Flota quedó al pairo por tres días, mientras se decidía si regresaban para darle cristiana sepultura, pero por su enfermedad la descomposición del cuerpo era muy rápida, por esta razón su hermano don Jacinto Antonio, a la sazón Almirante de la Flota ordenó fuera sepultado en la mar, efectuándose con todos los honores correspondientes en medio de verdaderas muestras de dolor. Hay una carta firmada por el Rey que dice:«Por la carta de la Marquesa de Villarrubia, vuestra madre, he entendido del fallecimiento del conde de Villalcázar de Sirga, vuestro padre, de que me he desplacido por haber fallecido un tan buen vasallo, y he holgado de que vos hayan subcedido en su lugar, teniendo por cierto que me serviréis con el afecto y celo que él lo hizo y sus antecesores.»

            Don Juan de Viedma y Carvajal, dio la noticia de su fallecimiento a su hermano don Jacinto Echeverri, la cual concluye con un soneto en honor a su hermano: «Cháveri ilustre, si el amigo es cierto, / que vive adonde estima, bien se advierte, / que en vuestra vida no cabiendo muerte, / yo sólo vengo á ser en vos el muerto./ Obsequias á mi vida le concierto, / pues sin vos, en tristeza se convierte / y elogios claros en dichosa suerte / cantaré, si de vos la gloria acierto. / No, acaso no, que Thetis, envidiosa / de esos astros que os gozan luminosos, / quiso entrar á la parte en tanta gloria: / Deuda á vuestra amistad era forzosa / que eternicen sus hechos tan gloriosos / esos cielos, la mar y mi memoria.»

            Por carta del 25 marzo de 1664 de don Pedro de Mendrano, en Madrid, se le ordena active el apresto de su galeón, el Buen Jesús y San Ignacio, para dar la vela lo antes posible cargado con azogues, se le pide transportar a Nueva Vizcaya a su nuevo gobernador don Antonio de Oca y Sarmiento. Zarpó en conserva del galeón Nuestra Señora de la O, más un patache y un mercante el 5 de mayo seguido, cargados con azogue al mando del general don Francisco Martínez de Granada, con rumbo a Veracruz donde fondearon el 30 de julio, desembarcaron el material y embarcaron mercancías y caudales, dando la vela el 9 de septiembre arribando en vez de a Sanlúcar de Barrameda, a la bahía de Cádiz el 8 de enero de 1665. Al desobedecer la orden (era la segunda vez) del lugar de arribada tuvieron problemas con la Casa de Contratación, sabiéndose que con fecha del 26 de septiembre de 1665 en Madrid, se le comunica estar libre de prisión. Por carta de Jacinto a su hermano Juan Domingo del 20 de junio de 1666 en Madrid, le comunica el suceso con un buque de Francia con la Armada de Barlovento, compuesta por cinco galeones a su mando, por haber izado un cabo la bandera a tope. Por carta del 17 de abril de 1667 en Cádiz, de don Fernando de Acevedo, le comunica el estado de la carena de los buques de la Armada de Barlovento y la compra de una fragatilla bretona, como patache de la escuadra. Por otra del 2 de junio seguido en Madrid, de don Juan del Solar, participándole la orden de la Reina regente para el viaje con su buque. Por otra del mismo del 14 de junio siguiente le comunica el estado de la capitana de la Flota de Nueva España.

            Por carta de 1672, se excusa no poder comparecer a la demanda en San Sebastián, por encontrarse en Portugalete a punto de dar la vela con la capitana de la Flota de Nueva España, para entregarla en la bahía de Cádiz. Fernández Duro, en su V tomo de las Disquisiciones, entre las páginas 120 y 141 trascribe todo un tratado sobre construcción naval, firmado por don Jacinto, pero escrito entre los tres hermanos enviado a S. M., en él se recalca diferenciar de una vez los buques mercantes de los de guerra, para que estos sean más rápidos y mejor armados, como al parecer ya lo eran los de otros países, todo porque nadie en el reino estaba dispuesto a arriesgar dinero variando medidas hasta dar con las adecuadas y no hacer caso los constructores a los sabios en la materia, de ahí que los buques salgan muy pesados pero poco veleros, lo que no quita ni resta lo uno a lo otro si los trazados son los correspondientes. La obra: «Discurso sobre construcción naval comparada, segun las várias ordenanzas, por el general don Jacinto Antonio Echeverri en 1673.»         Estaba reuniendo hasta cinco discursos por observaciones de sus allegados, se encontraba en este trabajo cuando le sobrevino el fallecimiento en 1673, en su ciudad natal.

Bibliografía:

Alonso del Val, José María.: Juan Echeverri y Rober (1609-1662), Capitán General y Almirante de las reales Flotas de Indias. Centro de Estudios Montañeses. Santander.

Fernández Duro, Cesáreo.: Disquisiciones Náuticas. Facsímil. Madrid, 1996. 6 Tomos.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Vargas y Ponce, Joseph de.: Catálogo de la Colección de Documentos. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1979.

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Juan de Austria

Posted By on 30 de junio de 2021

Juan de Austria. Cortesía del Museo Naval. Madrid

Infante de España.

Generalísimo de la Santa Liga contra el Turco.

Gobernador general de los Países Bajos.

El 24 de febrero de 1545 vino al mundo en Ratisbona. Era hijo natural del rey Carlos I y de Bárbara de Blomberg, engendrado en estado de viudez del Rey, por ello siempre bien recibido por su hermanastro. (Aclaración para los mal pensados.) En algunas fuentes, se pretende hacer dudar de ello, diciendo que su verdadera madre «era también una Austria», comprando a Blomberg, para realizar el papel de madre ocultando así a la verdadera.

        A don Juan se le nombro como ayo a don Luis Méndez de Quijada, mayordomo del Rey, a quién se le entrego en el más estricto secreto. Don Luis lo llevó a una casa de labradores situada en Leganés, perteneciente a una de sus haciendas, aquí es donde para esconder su verdadero nombre, se le presento como Jeromín. En 1554 don Luis Méndez de Quijada lo traslado a su señorío en Villagarcía de Campos y allí su esposa, doña Magdalena de Ulloa, se convirtió en una verdadera madre para él. Don Luis Quijada, le envió a su esposa una nota en ella decía: «Es el hijo de un gran amigo mío cuyo nombre no puedo revelar.» A pesar de su corta edad se mostraba muy diestro con las armas, tanto como jinete, siendo enseñado en estas lides por el viejo escudero, de don Luis en sus campañas de Flandes, Galarza, quien al ver sus progresos influyo, en la decisión ya tomada de internarlo en un convento, logrando desviarla para seguir en el camino de los caballeros de armas, pues mostraba gran destreza y conocimiento de todas ellas, además de ser desde muy joven un gran líder, consiguiendo que amigos de juegos le siguieran como si en realidad se estuviera en una guerra. Como era un infante de España, además de enseñarle el manejo de las armas, también se le enseñaba historia, gramática e idiomas.

        Fue llamado por el Rey don Carlos I, su padre, cuando se encontraba en su retiro del monasterio de Yuste, presentado a su padre el niño al principio estuvo callado y correcto, pero al poco se soltó demostrando sus conocimientos y su gallardía, propios de un autentico príncipe, por ello don Carlos I, se quedó prendado de él al ver que era de su sangre y lo demostraba. Prosiguió viviendo con los Quijada, pero muy cerca de su anciano padre, a quien veía en algunas ocasiones, hasta que el 21 de septiembre de 1558 fallecía el rey don Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. En el monasterio hay una inscripción colocada debajo del escudo real diciendo: «Su Magº. El Emperº. D. Carlos Quinto uno, señor en este lugar estava alentado. Quando le dio el mal a los trenta y uno de agosto a las quatro de la tarde. Fallecio a los veintiuno de setiembre a las dos y media de la mañana. Año del S. de 1558.»

        Fue informado el rey don Felipe II de la existencia de un hermanastro por el Gobernador, por ello le reconoció públicamente como hermano en el mismo año del fallecimiento de su padre; por orden del Monarca se le instaló en la Corte, le añadió su apellido siendo a partir de ese momento don Juan de Austria, se le dio una casa, bienes propios y tratamiento de Excelencia. Pero todo esto no le evitó, perfeccionarse en sus estudios con otros superiores y ser enviado a la Universidad de Alcalá en compañía de Alejandro Farnesio, donde los dos consiguieron alcanzar una gran cultura. Pero su cultura de las armas no las dejó de lado, a tanto llegaba su interés que en 1565, se fugó de la Corte sin permiso del Rey, con la sana intención de embarcar en la ciudad de Barcelona, en una galera de las que se estaba armando, para acudir al socorro de los Caballeros de Malta, quienes en esos momentos estaban siendo sitiados por sus eternos enemigos, los turcos. Estando en Fresno, un pueblo a unas seis leguas de la ciudad de Zaragoza, cayó enfermo de terciarias, por ello sus acompañantes le convencieron para regresar a la Corte consintiendo en ello; cuando estuvo recuperado, lo intento de nuevo, pero la escuadra había salido. Enterado de todo lo sucedido el rey don Felipe, no quiso intervenir en las decisiones de su hermano ni contrariarle, por ello le nombró Capitán General de los mares Mediterráneo y Adriático, aprovechando que el mando naval quedaba vacante al pasar a su casa por anciano don García Álvarez de Toledo, a quien sucedió, ostentándolo durante ocho meses.

        Dejó el mando naval porque el Rey le hizo volver, pasando a ocuparse del mando del ejército, para reprimir en 1569 la llamada rebelión de los moriscos de las Alpujarras encabezada por Abén Humeya; llevó a cabo su misión, aunque con algún revés, pero demostrando un gran talento militar, el cual sale precisamente y se demuestra cuando las cosas no salen del todo bien.

        En 1570 los Estados Pontificios, Venecia y España, firmaron la Santa Liga contra el turco, saliendo elegido para su mando como generalísimo don Juan de Austria. Más bien lo impuso don Felipe, por unas desavenencias ocurridas el año anterior con los venecianos y que volverían a suceder. Su nombramiento fue muy bien acogido, sobre todo por los españoles, pues por él sentían un gran entusiasmo, no sólo el pueblo, sino además las casas nobles de España. Indiscutiblemente era la cabeza mejor dotada tanto por conocimientos, como por su nobleza, para que nadie pudiera discutir su alto rango siendo más fácil que los demás príncipes le siguieran ciegamente, además contaba con la juventud que siempre da más arrojo y menos miedos, demostrado todo ello en la reciente guerra de las Alpujarras. Por ello el enfrentamiento entre Andrea Doria y Colonna quedaba zanjado, pues Andrea Doria no admitía recibir órdenes de segundos, quien no era otra cosa el general de las galeras pontificias y nombrado segundo de don Juan de Austria, pero al ser el segundo de un primero indiscutible ya no hubo más enfrentamientos. Los venecianos siempre tan suyos, tampoco admitían ser mandados por los dos anteriores, además de haber reunido casi la mayor parte de la flota de galeras, pues fueron ciento cincuenta en la jornada de Lepanto.

        En la primavera de 1570 el sultán de Turquía, Selím II, había preparado una gran flota de acometida contra occidente, comenzando por atacar la isla de Chipre, la cual en aquellos días pertenecía a la república de Venecia. La expedición cristiana se realizó en Otranto, pero el retraso de Doria en hacer aparición provocado por las disensiones anteriores, dieron el resultado de que Nicosia capital de la isla de Chipre, cayera en manos de los turcos el 4 de septiembre de 1570, siendo sus habitantes los que sufrieron el ensañamiento de los musulmanes con sus consabidas crueldades.

        La Santa Liga se había jurado el 27 de mayo, para a partir de él todos los firmantes participarían juntos en los enfrentamientos, para intentar neutralizar la expansión turca en el Mediterráneo. Cuando hubo recibido de manos del cardenal Granvela, legado del pontífice, el estandarte de la Santa Liga e izado en su galera, en el puerto de Nápoles, se hizo a la vela en dirección a Messina, donde se reunió la escuadra saliendo el 15 de septiembre. Su primer destino fue Corfú, por noticias de haber sido saqueado por los turcos el 28 de septiembre; la escuadra turca al mando de Alí Bajá de encontraba en aguas de Preversa. Mandó don Juan a la escuadra de don Gil de Andrade en misión de exploración, comunicando a su regreso la presencia de la turca en el golfo de Lepanto.

        El 7 de octubre de 1571 mando don Juan levar anclas a las dos de la madrugada poniendo proa al golfo de Lepanto. Al amanecer levaron anclas los turcos a sus doscientas veinte galeras, treinta y cuatro galeotas y veinte fustas colocándose en formación de media luna y en esta posición atacaron a la cristiana. Su distribución era; cuerno derecho cincuenta y cuatro galeras y dos galeotas, al mando de Mehemet Chuluk, quien entre los cristianos le llamaban “Siroco” bey de Alejandría; en el cuerpo de batalla, el más numeroso formaban noventa y dos galeras y cinco galeotas, al mando en su Sultana, el kapudan Alí Pachá; en su cuerno izquierdo; sesenta y seis galeras y veintisiete galeotas, al mando de Uluch Alí, bey de Argel y la escuadra de socorro con ocho galeras, dos galeotas y veinte fustas, al mando de Murad Dragut. Los cristianos iban en una división de descubierta, tres cuerpos y una reserva:  la división de vanguardia con ocho galeras al mando de don Juan de Cardona; el cuerpo derecho, cincuenta y dos galeras, al mando de Juan Andrea Doria y marcadas con grímpolas sinoples; el cuerpo de batalla o central con sesenta y cuatro galeras, al mando de don Juan de Austria y marcadas con las grímpolas azures, el cuerpo de la izquierda, con cincuenta y dos galeras, al mando de Agostino Barbarigo con grímpolas doradas y la reserva con treinta galeras, marcadas con las grímpolas blancas al mando de don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, más las cuatro galeazas que la división de vanguardia coloco delante de la flota.

        Sobre el mediodía, comenzó la terrible batalla, que dicho por don Miguel de Cervantes «la más alta ocasión que vieron los siglos», participó en ella a bordo de la galera Marquesa, perteneciendo a uno de los tercios de Tierra y Mar. Don Juan recorrió el ala derecha de la línea, para dar ánimos tratando de evitar decayeran, pues era el enfrentamiento entre dos culturas y formas de ver la vida, mientras el ala izquierda, fue recorrida por don Luis Requesens, contribuyendo y dictando órdenes. En esto detuvo su marcha don Juan ante la galera de Veniero, por ello perdonaba su abuso de autoridad al haber ordenado ahorcar, por una reyerta a unos arcabuceros de los tercios españoles, diciéndole: «Hoy es día de vengar afrentas, en las manos tenéis el remedio de vuestros males, manejando con brío y cólera las espadas.» y dirigiéndose a los españoles les dijo: «Hijos, a morir hemos venido; a vencer si el Cielo así lo dispone. No dejéis ocasión a que con arrogancia impía os pregunte el enemigo ¿dónde está vuestro Dios? ¡Pelead en su santo nombre!, que muertos o victoriosos gozareis de la inmortalidad.» A continuación ocupó su puesto en el centro, realizando auténticos prodigios y muestras de valor, cuando tuvo que batirse su Real contra la Sultana otomana. Hubo un momento en que los turcos llegaron al palo mayor de la Real, en cuyo momento don Álvaro de Bazán, quien había previsto el tremendo choque que se produciría en el centro, había ordenado se colocaran a la popa de la Real seis de sus mejores galeras, para que de proa a popa fueran abordando a la Real, reforzando a ésta, en ese mismo instante fue cuando don Juan, espada en mano se lanzó, con brioso y bizarro valor a defender su nave, con tal impulso de acometividad, llegaron al palo mayor de la Sultana, en el instante en que un arcabuzazo le diera de lleno en la cabeza a Alí Pacha, al caer muerto se izó una bandera con la cruz en el palo mayor de la Sultana. En la excitada atmósfera que se respiraba, alguien corto la cabeza del jefe muerto, a cuya acción don Juan reprendió duramente tan inútil crueldad.

        La intervención de don Álvaro de Bazán, tanto en el ala izquierda donde dejó parte de sus hombres de guerra, como su acción en el centro y estando aquí, viendo el gran hueco dejado en la línea por Juanetin Doria, pasó a cubrirlo y con otras de sus galeras apoyó el ala derecha, fue proverbial para el buen fin de la batalla, pues Uluch Alí, se separo de su centro tratando de envolver por la retaguardia a la escuadra, lo que en primer lugar fue a duras penas impedido por Doria, pero la llegada del Marqués de Santa Cruz y después la del propio don Juan, obligó al turco a emprender una franca huída a fuerza de remo. Conocedores de la rivalidad entre los capitanes de la flota cristiana, los venecianos reconocieron que, tanto la actitud del centro de la flota como la ayuda tan oportuna de la reserva al mando de don Álvaro, había contribuido al final feliz de tan encarnizado combate.

        Los turcos perdieron en el combate doscientas veinticuatro naves; ciento treinta fueron apresadas por los cristianos, el resto se fue a pique. Murieron veinticinco mil turcos y cayendo prisioneros tres mil quinientos, dando la libertad a su vez a doce mil cristianos, forzados al remo en las galeras otomanas. Los cristianos perdieron quince naves y ocho mil hombres, de ellos dos mil españoles. El 31 de octubre llegaron al puerto de Messina, los cristianos al mando de don Juan fondeando el mismo día. Todo lo que tenía de valor y arrojo en el combate, también era generoso con el vencido; fueron hechos prisioneros dos de los hijos de Alí Pacha, ordenó se les vistiera «a la turquesa manera» y fueran tratados como sus invitados, se les alojó en la mejor de las cámaras de la galera en la que iba ahora don Juan. Al poco murió uno por enfermedad, pidió que el pontífice intercediera por el otro sobre Venecia que le reclamaba, consiguiendo su propósito; facilitando fuera devuelto a su hermana Fátima, quien con gran humildad se lo pedía «por el ánima de Jesu Cristo» Una vez devuelto Fátima le envió unos ricos presentes, los rechazo, diciéndole: «El presente que me envió dexé de recibir y lo hubo el mismo Mahamut (que era el hermano cautivo), no por no apreciarlo como venido de su mano, sino porque la grandeza de mis antecesores no acostumbra a recibir dones de los necesitados de favor, sino darlos y hacerles gracias.»

        Quiso don Juan de Austria explotar el éxito obtenido en el combate de Lepanto y llevar la guerra hasta la Sublime Puerta o sea Constantinopla, para intentar liberar a los cristianos de Albania y Macedonia, pues estaban muy esperanzados de verse libres de la opresión de los mahometanos. Pero Venecia no estaba por la labor, arguyendo que los turcos podían haberse rehecho, pero más bien se negaban, para continuar los negocios con ellos evitando se vieran turbados por tanta hostilidad, pues podía perder un gran cliente. Un año más tarde efectivamente los turcos estuvieron en disposición otra vez de hacer frente a un nuevo ataque, todo por no seguir los Venecianos el parecer de don Juan, no obstante él prosiguió con su intento en solitario de acabar con el poder turco, por ello hubo otro encuentro, esta vez en Modón, pero no se llego a trabar combate, sólo se realizaron escaramuzas entre divisiones, pero en una de ellas y una vez más, don Álvaro de Bazán se cubrió de gloria, pues apreso a la galera de Mahomet Bey, hijo del dey de Argel, realizando la acción a la vista de toda la flota otomana, sin que éstos reaccionaran para defender a su jefe.

        Vistos los resultados Venecia se retiró de la Santa Liga, demostrando que los intereses comerciales primaban sobre los de la religión, por ello firmó por separado una paz con Turquía, provocando la indignación de don Juan, a tanto llegó que si el Rey no lo para hubiera acabado con la traidora República. El papado veía con ilusión se fundara un estado cristiano en el norte de África, esto llevó a don Juan a pedir a su hermano el rey don Felipe II, el proyecto de atacar Túnez y conquistarla, el “Prudente” Rey, se lo pensó un tiempo, pero ante la insistencia de don Juan, al fin consintió en ello. El 5 de octubre de 1573 fondeaba la escuadra española frente a la Goleta, don Juan llevaba ciento cuatro galeras, un centenar de transportes y en ellos a veintiún mil hombres de desembarco. De nuevo don Álvaro de Bazán fue el primero en desembarcar con los tercios, ocupó la Goleta y poco después Túnez, la cual se rindió sin haber disparado un tiro, por ello se cobró un rico botín, entre las muchas cosas había algo especial, pues se encontraba un cachorro de león, al que don Juan le puso de nombre «Austria» siendo tan dócil como un perro, pues le seguía a todas partes sin abandonarle nunca.

        A los seis días de haber tomado la plaza de Túnez, se presentaron unos emisarios con la entrega de un documento, por el cual la ciudad de Bizerta admitía su sumisión al monarca español. Regresó la expedición a España, habiendo previamente construido o reforzado, castillos y plazas fuertes, completamente guarnecidas con tropas españolas. Pero los rehechos turcos en 1574 volvieron a conquistar la Goleta, esta vez al mando de Uluch Alí, la resistencia fue tenaz y heroica, pues hasta no caer el último español, no pudieron entrar en la plaza. Don Juan de nuevo pidió a su hermano, le permitiera recuperarla pero el Rey ésta vez se negó, pues las envidias de los cortesanos, le habían hecho creer que lo pretendido por don Juan, era ser nombrado Rey de aquellos territorios, fundando así el país cristiano del norte de África separándose de España. Algo sencillamente impensable de poderse llevar a efecto por un solo hombre y encima hermano del Rey y en contra de España, cuando se estaba batiendo contra imperios mucho más poderosos, y lo mejor siendo derrotados todos sus grandes enemigos.

        En 1576 las cosas comenzaban a empeorar en los territorios de Flandes, por ello el secretario del Rey, Antonio Pérez, propuso fuera nombrado don Juan, accediendo por ello firmó la Real cédula de nombramiento el 13 de mayo, como Gobernador de los países Bajos. Su ausencia como general de la flota sólo iba a ser temporal y se nombró para su puesto al mando de ella al duque de Sesa. Aún así don Juan, quien a la sazón estaba en Nápoles no se dirigió a Flandes, sino a la Corte, vino a España y se entrevistó con su hermano, tratando de explicarle y hacerle comprender que su vocación eran las armas, no la política, pero el Rey no quiso escucharle, pues sus intereses estaban en alejarlo del Mediterráneo, para evitar que los rumores se hicieran realidad, por ello don Juan siempre obediente a su Rey, se puso en camino a los Países Bajos. Al poco de llegar le fueron presentadas, las proposiciones inspiradas por Guillermo de Orange, en los Estados Generales para los Países Bajos, éstas eran en grado sumo ofensivas a la soberanía ejercida por España, ello se tradujo en un estado de guerra general en todo el territorio. Don Juan llevaba a su gran amigo Alejandro Farnesio como segundo del ejército, se enfrentaron a los sublevados, siendo derrotados en la plaza de Namur, la rotunda derrota produjo un decaimiento en los enemigos, causando que las victorias se sucedieran. Pero la falta de higiene y la insalubridad de aquellos terrenos, en su mayoría pantanosos provocó una epidemia de peste entre sus tropas, viéndose obligado a paralizar las operaciones militares.

        El 16 de septiembre de 1578 estando en la plaza de Namur, sitiándola con sus fuerzas se sintió gravemente enfermo. Esto le indujo a disponer sus últimas voluntades, siendo mucho sentido común y por ello nada escandalosas; pues concedía una pensión a sus servidores y le pedía al Rey guardase de doña Bárbara de Blomberg; añadiendo muy humildemente, rogándole a su Rey y hermano que sus restos fueran depositados en El Escorial, lo más cerca posible de los de su padre el Rey don Carlos I, si el monarca no disponía otro lugar o inconveniencia. El 1 de octubre mes de la gran victoria del combate de Lepanto y estando en los brazos de su viejo y querido amigo don Alejandro Farnesio, después de haber sido preparado para el tránsito final, tan católica y devotamente como lo había hecho en vida, entregó su alma a Dios, en un mísero palomar de la población de Bouges muy cerca de Namur.

        Su cadáver fue paseado a hombros por sus fieles maestros de campo, por delante de todo el ejército, quienes arrastraban las picas y las negras banderas. Dejó dos hijas naturales; doña Juana de Austria y doña Ana de Austria, siendo la primera hija de doña Diana de Falanga, señora de Sorrento y la segunda, de doña María de Mendoza, siendo ésta quien se retiró a la vida monacal en las Huelgas de Burgos, monasterio en el que falleció siendo abadesa.

        Han corrido ríos de tinta sobre su persona, pues de los grandes Señores, siempre hay grandes leyendas y casi por entero mal sanas. Se ha escrito que su ambición era tan grande que pretendió crearse un reino el Albania, fundar un estado cristiano en Túnez, intentar casarse con la reina de Escocia, María Stuard, incluso el proponérselo a la mismísima reina Isabel I de Inglaterra y que soñó con hacerse príncipe de los Países Bajos, a consecuencia de todo esto, tampoco lo dejaron tranquilo después de muerto, pues se difundió el haber sido envenenado, por todas sus pretensiones señalando al Rey como inductor de ello, otros dicen fue el secretario del Monarca don Antonio López, pero nada hay demostrado, ni de las causas y de los efectos del veneno. Por no existir pruebas fehacientes, hay que deducir que habiendo sufrido de terciarias ya de joven, su salud no estaba preparada  para soportar la insalubridad de Flandes, no habiendo más que considerar su muerte por causas naturales, mientras alguna prueba científica no demuestre lo contrario. Vander Hammen, historiador de Flandes, describe a don Juan de Austria: «Inclinado a lo justo, de agudo ingenio, agradable, cortés y gran honrador de las letras.», en cuanto al físico: «Era de temperamento sanguíneo, señoril presencia y algo más que de mediana estatura…tan fuerte, que armado andaba como si nada llevase sobre sí. Excelente hombre a caballo. A su faz asomaba la nobleza de su alma; frente amplia, clara, espaciosa, los ojos grandes, despiertos y garzos y con mirar grave y amoroso; hermoso rostro y poca barba, lindo talle y airoso.» Algunos dicen; seguro llevados por la envidia que su carácter era altivo, pero se trocó por orgulloso y caprichoso. Si no hablasen las malas lenguas y así hubiera sido, tendría una gran disculpa, pues su principio fue de aldeano en Leganés, pasó a ser acogido en una gran casa de nobles en Villagarcía de Campos y de pronto se sabe hijo del Rey más poderoso de su época, ¿no es para cambiar la vida de cualquiera? Pero en contra de esta afirmación demostró ser tan prudente en el consejo, como valiente en el combate: siendo tan prudente que a los generales puestos bajo su mando, quienes todos tenían canas y callos en las manos de empuñar las armas, los dejó asombrados con las órdenes dadas, por su propiedad, corrección y justicia.

        La inscripción en el mausoleo de don Juan de Austria en el monasterio de El Escorial, en el panteón de Infantes de España, son las palabras dichas por el Papa Pío V, (Luego Santo) al repetir las palabras de San Juan Evangelista.

«Fuit homo missus a Deo, cui nomen erat Joannes.»

«Hubo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan.»