Durante la guerra del Pacífico permanecieron en aguas de
Cuba, protegiendo los intereses españoles en las Antillas, ante posibles
ataques de corsarios chilenos y peruanos.
Con el objeto de acudir a cualquier punto amenazado, se encontraba en la Habana una división compuesta por las fragatas de hélice Carmen, al mando del capitán de navío don José Polo Bernabé y Lealtad, mandada por el capitán de navío don Cosme Velarde y Menéndez, los vapores Francisco de Asís, al mando del capitán de navío don Nicolás Chicarro, Vasco Núñez de Balboa, mandado por el capitán de fragata don José López de Haro, León, al mando del capitán de fragata don Lázaro Araquistáin y la goleta Ligera, mandada por el teniente de navío don Vicente Montojo y Trillo, esperándose el refuerzo del vapor Isabel la Católica, al mando del capitán de navío don Joaquín Posadillo.
En Puerto Rico se encontraban de estación el vapor Pizarro, mandado por el capitán de fragata don Pedro Aubadere y Bouyon y la goleta Huelva, al mando del teniente de navío don Manuel Sánchez y Barcáiztegui.
Bibliografía:
Estado General de la Armada para el año 1866.
Güemes, Fernando.: Navegar el siglo. La Armada y la España del contralmirante Nicolás Chicarro (1812-1889). Madrid. 1993.
En la noche del 25 de noviembre, se encontraba la fragata Triunfo fondeada en la bahía de Pisco con el resto de la escuadra, cuando un soldado fue a dejar en el pañol de pinturas varias jarras de trementina, una de ellas se le cayó y se esparció, al mismo tiempo levantó la cabeza, teniendo la mala suerte de darse con el farol que también cayó e inflamo el líquido, el fuego se propagó muy rápidamente, dedicándose toda la dotación a intentar apagarlo, pero viendo era imposible conseguirlo el comandante capitán de navío don Enrique Croquer dio la orden de desembarcar, pero estos se negaron si no lo hacía antes él y los oficiales, ante esto les amenazó con acusarles de motín, para el buen orden primero desembarcaron los Infantes de Marina, sucediendo que el oficial al mando vio a uno de sus hombres sin el fusil y le preguntó dónde estaba, le contestó que lo había dejado en la proa donde se encontraba al recibir la orden de acudir a apagar el incendio, no hizo falta más, el infante a pesar de estar la cubierta medio incendiada, salió corriendo a recuperar su arma, al tenerla regresó y desembarcó, el comandante don Enrique Croquer, ordenó formar en la parte algo más sana de la cubierta a toda la dotación, de donde fueron embarcando en los botes y transportados a los dos buques restantes de la escuadra, quedando a bordo voluntarios veinte marineros buenos nadadores, los oficiales y Croquer, quienes siguieron intentando dejar al menos un sitio libre para poder abandonar el buque, lo cual se hizo en torno a las diez de la noche.
El parte del general Pinzón al Gobierno dice: «La fragata Triunfo, que desde su incorporación a esta escuadra, ha sido modelo de buque de guerra, y que como tal era citada por los jefes de las marinas extranjeras que la visitaron, ha dado, al terminar su existencia de manera tan desastrosa, ejemplo elocuente de lo que puede la perfecta organización de un bajel de guerra. Tan en orden funcionaba todo en ella respecto al lance en que se hallaba su dotación en aquel trance, como si se tratase de la ejecución de una de las comunes faenas de un buque. A disposición de todo el mundo se hallaron sobre cubierta las maletas, que al desocupar el sollado de efectos para privar de alimento al fuego, se habían echado arriba en los primeros momentos: sin embargo, ni un solo soldado, ni un solo marinero, al salir de la Triunfo tenía un cigarro que poder fumar, sabiendo que muchos individuos tenían en ellas guardadas cantidades de consideración para un mero soldado, para un simple marinero. Para ninguno de ellos hubo tentación alguna, a pesar de convidarles la oscuridad de la noche a saciarla. Sólo hubo para todos el deseo de salvar a la Triunfo, para lo cual ni uno dejó se sobrepujarse. Y crea V.E. que si fuese posible conceder el logro de esos deseos al valor de los esfuerzos, la Triunfo figuraría aún entre nuestros buques de guerra. Los vigilantes de tropa, que por la distribución para caso de incendio, se hallaban en la batería, hubo que ordenarles individualmente que se retirasen; el humo que los iba envolviendo no era bastante para hacerles abandonar el puesto que cada uno tenía designado. Al embarcarse la guarnición, con su oficial a la cabeza, uno de los soldados no tenía su carabina porque el cumplimiento de una orden le había hecho dejarla a proa, sobre cubierta, no permitió salir del portalón hasta encontrarla. En cuanto a los títulos que el comandante de la Triunfo tenía el cariño de sus subordinados, he presenciado las lágrimas, que después del suceso, derramaban sus oficiales, contramaestres, etc., al presentarse ya a bordo de la Resolución, al jefe que los había mandado. Prueba evidentísima de los lazos, que un mando atinado y paternal, tenían estrechado a aquel jefe con sus subordinados.»
Bibliografía:
Fernández Duro, Cesáreo.: Naufragios de la Armada Española. Establecimiento tipográfico de Estrada, Díaz y López. Madrid, 1867.
Desplazamiento: 145 tn. Dimensiones: Eslora 28’35 por 6’10 de manga y 2’55 metros de calado. Máquina: a vapor de 350 C.V. con caldera de 12’5 kg. Velocidad máxima 9’5 nudos.
Era un remolcador que al producirse el alzamiento se encontraba en su puerto de construcción, siendo requisado por el gobierno de Madrid, como todos fue artillado, pero sin saber qué tipo ni calibre de artillería, se tiene el dato, de que la ser dañado el Guipuzkoa, en su encuentro con el crucero nacional Canarias, el 4 de marzo de 1937 el patrullero vasco, logró llegar a la bocana del puerto de Bilbao para refugiarse, siendo desembarcados los muertos en el combate, el Segundo oficial D. Victoriano Sainz Pérez; telegrafista, Benito Rodríguez Luque; el cabo de cañón, Faustino de Bastida; el artillero, Francisco Elordui y el marinero Gerardo Toubeau; siendo éste quien le dio remolque hasta asegurarlo en su atraque, estuvo cubriendo misiones en los puertos de Bilbao y Santander, al avanzar las tropas sublevadas, fue retrocediendo hasta llegar a Santander, de donde poco antes de entrar los nacionales, el 25 de agosto salió con rumbo a un puerto de francés, transportando refugiados donde quedó internado hasta finalizar la contienda, al ser reclamado fue devuelto y entregado a su propietario.
El 3 de agosto se crea
la Orden del Mérito Militar; han ido pasando los años y adaptándose a las
distintas épocas, siendo solo prohibida durante la guerra civil por el gobierno
popular en 1937, momento aprovechado por el general Franco para restaurarla en
la zona nacional y entregarla a sus tropas, llegando hasta hoy.
Bibliografía:
Prieto Barrio, Antonio.: Diccionario de cintas de Recompensas Españolas (desde 1700) Ministerio de Defensa. Madrid, mayo 2001.
A don Nicolás Chicarro se le entregó una Real orden del 14 de mayo, siéndole otorgado el mando del vapor de ruedas Francisco de Asís, se le tuvo que dar pasaporte con fecha del 21 de mayo, pues el buque estaba destinado en la Habana, arribó y el 23 de julio tomo el mando. Su primera misión fue secreta, pues no se sabe el día que zarpó ni puerto o zona de destino por orden expresa del Comandante General del Apostadero, al regresar se le cargó con tropas para desembarcarlas en la isla de Santo Domingo, pasando posteriormente a Puerto Príncipe en Haití, para relevar a la fragata Princesa de Asturias, quedándose en el mismo puerto donde permaneció hasta mediados de noviembre, regresando a la Habana.
Bibliografía:
Güemes, Fernando.: Navegar el siglo. La Armada y la España del contralmirante Nicolás Chicarro (1812-1889). Madrid. 1993.
Construido por Euskalduna en Bilbao. España, 1926.
Desplazamiento: 125 tn. Dimensiones: Eslora 26’52 por 5’80 de manga y 2’57 metros de calado. Máquina: a vapor de 310 C.V. con caldera de 12’5 kg. Velocidad máxima 9’5 nudos.
Era un remolcador que al producirse el alzamiento se encontraba en su puerto base de Bilbao, siendo requisado por el gobierno de Madrid, quedando de base en Santander alternando con Bilbao, el día 16 de junio de 1937 el patrullero Galerna, lo avisto a la salida de Bilbao, dando remolque al Itxas Ondo (4.312 TRB.), petrolero Gobeo (3.365 TRB.) con 3.500 tn de combustible, y al final del convoy el pesquero Itxaropena, quienes recibieron dos proyectiles de aviso, parando máquinas, por encontrase en aguas territoriales, los buques británicos no pudieron impedir fueran todos capturados, se acercó a ellos el minador Júpiter, a quien el Galerna le entregó los buques apresados, arrumbado al puerto de Pasajes, entrando al día siguiente de madrugada, donde desembarcaron los refugiados que transportaba el remolcador, al ir avanzando las tropas sublevadas por la costa cantábrica, regreso a su anterior puerto base, donde permaneció el resto de la guerra.
En la República
Dominicana, se despiertan los ciudadanos el 18 de marzo con el estampido de
ciento un cañonazos, al mismo tiempo se proclamaba a Doña Isabel II como su
Reina, desde Madrid se nombró como Capitán General de la isla al general
Santana, para ratificar la anexión libremente elegida por el pueblo.
La fragata Gerona el 19 de enero de 1864 bombardea la plaza de Monte Cristi en la isla de Santo Domingo, en el transcurso del intento de reincorporarse a la corona de España.
Bibliografía:
Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la
Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El
Correo Gallego. 1914.
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
La escuadra se trasladó al puerto de Alicante donde embarcó la Reina y su Real familia en el navío Rey don Francisco de Asís el 12 de septiembre, pasó a las islas Baleares entrando en la bahía de Palma de Mallorca, donde fue recibida con todo tipo de agasajos, pasando al puerto de Mahón, repitiéndose los parabienes.
Embarcaron el 20 de septiembre en la fragata Princesa de Asturias, saliendo del puerto de Mahón, por encontrarse con vientos contrarios, mandó el general calar los masteleros, queriendo Su Majestad presenciar la maniobra subió a cubierta, a pesar de serle recomendado lo peligroso de ciertas maniobras en los buques.
El destino quiso que se partiese uno de los cuernos de la
cruceta mayor, al caer rompió uno de los palos que sujetaban el toldo del
puente, y uno de los trozos, le golpeo en la cabeza, produciéndole tres heridas
en la región anterior izquierda de doña Isabel II, quien por el impacto cayó sobre
cubierta, cundiendo la alarma al verle toda la cabeza ensangrentada, la fortuna
quiso no fuera nada grave, dictamen que realizaron los médicos tanto de cámara,
como del buque.
Al día siguiente 21, ante el puerto de Barcelona donde
había llegado la comitiva Real, firmó en la mar el decreto de ascenso de Montojo al grado de jefe de escuadra
supernumerario.
Bibliografía:
Fernández Duro, Cesáreo.: Viajes Regios por Mar en el
transcurso de quinientos años. Sucesores de Rivadeneyra. Paseo de San Vicente,
20. Madrid. 1893.
Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la
Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El
Correo Gallego. 1914.
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
Desplazamiento: 39’70 tn. Dimensiones: Eslora 16’85 por 4’57 de manga y 2 metros de calado. Máquina: Vapor con 22 C.V., una caldera. Velocidad: máxima 8 nudos.
Era un bonitero, con base en su ciudad de construcción, al producirse el alzamiento, fue incautado por los gubernamentales, donde prestó sus servicios como lancha de vigilancia, hasta la llegada de los sublevados, quienes por su poco valor militar lo devolvieron a su propietario, no sabemos si llegó a ser armado.
El teniente de navío don Lázaro Antonio Araquistaín viajaba de transporte por el mar de China en el clíper francés Europa, cuando a la altura de la isla de Tritoni naufraga el 27 de marzo, no habiendo nadie que pudiera al menos intentarlo, se ofrece a salir solo en un bote arbolado de falúa, comenzando una derrota de ciento sesenta leguas sin más ayuda que sus conocimiento, de ellas sesenta por aguas libres y cien por enemigas, logrando arribar a Saigón, al llegar anuncia la desgracia, rápidamente se alistaron varios buques a rumbo para llegar al lugar y salvar al resto. Toda una aventura con mucho conocimiento, valor y audacia llevada a cabo por un profesional español de la mar, que salió bien.
Bibliografía:
Estado General de la Armada, año 1959. Madrid. Imprenta Nacional,
1958.
Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la
Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El
Correo Gallego. 1914.
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
Al concluir la guerra en África, donJuan Bautista Antequera tuvo que acudir con su corbeta Villa de Bilbao, y los vapores de ruedas Colón y Lepanto en apoyo del Rey de las Dos Sicilias, arribando al puerto de Nápoles para hacer presente la decisión de España, ya que en esos momentos empezaba a nacer el país llamado Italia y se encontraba en una convulsa guerra civil. Por su eficaz actuación el Rey lo condecoró con la Encomienda de la Orden de Francisco I.
Bibliografía:
Santa Pola, Conde de.: La Vuelta al Mundo en la Numancia
y el Ataque del Callao—Apuntes para una biografía del Almirante Antequera.
Editorial Naval. Madrid, 1993. 2ª Edición.
Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.
Desplazamiento: 202 tn. Dimensiones: Eslora 30, por 6’20 de manga y 3’50 metros de calado. Máquina se desconoce. Por la fecha de construcción debía ser una de vapor.
Era un remolcador comprado por la Junta de Obras del Puerto de Barcelona, al principio se le denominó Nº 2, y en 1911 se le renombró con el de este historial, quedando con base en este puerto, se desconocen sus navegaciones, sólo al entrar los nacionales en Barcelona, lo encontraron hundido en el varadero del puerto, fue puesto a flote por la Comisión de la Armada para el Salvamento de Buques, el 8 de abril de 1939.
La Familia Real debía pasar a Alicante para inaugurar el ferrocarril del Mediterráneo, como era ciudad con puerto de mar, Quesada no se lo pensó y mando formar una escuadra, compuesta por el navío Rey don Francisco de Asís; fragatas, Petronila, Perla e Isabel II, los vapores de ruedas, Isabel la Católica,Pizarro, Lepanto, Santa Isabel, Castilla, Liniers y Piles, más los faluchos Lince y Corzo a estos se unieron el vapor de ruedas británico, Curlew y la fragata francesa, Impetueuse. Todos ellos fondearon en el puerto de la ciudad de Alicante, para embarcar a la familia Real siendo transportada al puerto de Valencia. Viaje corto pero con un gran significado, pues a bordo del navío y en la mar, la reina doña Isabel II, firmó un Real decreto que dice: «Vengo en nombrar guardia marina de primera clase de la Armada á mi augusto y muy amado hijo D. Alfonso, Príncipe de Asturias. — Dado en la mar á bordo del navío Francisco de Asís, á veinte y ocho de Mayo de mil ochocientos cincuenta y ocho. — Rubricado por la Real Mano. — El Ministro de Marina, José María Quesada.»
Bibliografía:
Fernández Duro, Cesáreo.: Viajes Regios por Mar en el
transcurso de quinientos años. Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1893.
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
Tan satisfecha quedó S. M. del viaje anterior, que quiso viajar para conocer las tierras de Asturias y Galicia, para ello efectuó otro viaje, yendo la familia Real acompañada del Presidente y el Ministro de Marina, saliendo de la Villa y Corte el 21 de julio. Quesada ya había ordenado formar otra demostración de la Armada en estas costas con igual escuadra, la diferencia era que la costa cántabra se encontraba muy agitada, nada impidió a S. M., abordar en Gijón el vapor Isabel La Católica, pero por seguridad se mantuvieron cercanos a la costa, llegando a Ferrol el 1 de septiembre desembarcando la familia Real, donde la Reina fue recibida como nunca lo había sido, llegando a caerle unas lágrimas por la inmensa impresión de alegría recibida.
En este Arsenal S.M., firmó un Real decreto fechado el 15 de julio, nombrando al Ministro Quesada, Senador del Reino. La Real familia fue transportada al Arsenal, donde desde una soberbia tribuna presenciaron la botadura de la corbeta Narváez y la goleta Diana (después pasó a llamarse Rosalía) donde don Casto Méndez Núñez tuvo por primera vez la ocasión de besar la mano de la Soberana y se colocó la quilla de una fragata, invitando a doña Isabel II le pusiera nombre y por todo lo acontecido en ese día, le salió del alma el de Lealtad.
Cumplimentado este acto en días sucesivos la familia Real abordó el navío Rey don Francisco de Asís, para presenciar desde él las evoluciones y maniobras de la escuadra, formada por: las fragatas Perla y Petronila, corbeta Mazarredo, vapores Ulloa, Pizarro, María Isabel, Isabel la Católica y goleta Santa Teresa, quedando muy complacida de la instrucción de las dotaciones, pasando a almorzar con toda la oficialidad, por ser ésta quien pagaba el agasajo admitiendo la Reina el regalo.
Al concluir la comida se le invitó a conocer el buque
hasta en sus más mínimos detalles, para ello le hicieron pasear por todas sus
cubiertas, llegando al sollado, quedando gratamente sorprendida sobre todo al
ver los pañoles de pólvora y granadas. Guardándole un último detalle, no fue
otro que en el mismo lugar se le pidió descubriera una placa de bronce donde se
había grabado el nombre de la Reina y la fecha de visita. Fue tal la alegría
que se llevó que, para demostrar su aprecio permaneció a bordo dos días enteros
compartiendo con todos y conversando incluso con los marineros, los cuales
atorados solo les salía balbuceos ante la presencia de doña Isabel, pero los
oficiales intervenían y al final algo se les entendía.
Debía ser transportada la familia Real a la Coruña, para ello se designó a la fragata Petronila, de la que desembarcó S. M., visiblemente emocionada, tanto, que al poco tiempo firmó una Real orden del 3 de septiembre, por ella se emitía una medalla conmemorativa en agradecimiento Real, unas de oro y brillantes para los generales, los jefes de oro, de plata para los oficiales y para las dotaciones de bronce, haciéndose extensiva a todos los que le acompañaron en el primer viaje de Alicante a Valencia, pero estás no fueron pagadas por la Hacienda del país, si no por la propia Reina pues era un agradecimiento personal.
Con la misma fecha se redactó otra Real orden que a su
vez el Ministro remitió al Departamento de Ferrol al día siguiente y dice: «Ministerio
de Marina. — Excmo. Sr.: La Reina Nuestra Señora (Q. D. G.), al embarcar en
este momento, que es la una de la tarde, á bordo de la fragata Petronila, para
trasladarse con S. M. el Rey y Real familia al puerto de la Coruña, se ha
dignado prevenirme haga presente en su Real nombre á todas las corporaciones y
clases del Departamento lo muy satisfecha y complacida que ha quedado por las
continuadas y expresivas muestras de afecto y respeto que durante los cuatro
días de su estancia en Ferrol le han tributado cuantos dependen de la marina,
en unión de los demás vecinos de dicha villa, ordenándome al mismo tiempo dé á
todos las gracias por su buen comportamiento, digno de la cultura propia de la
capital de un Departamento marítimo, y por el entusiasmo con que se han
distinguido, patentizando de este modo una vez más el extraordinario amor y
lealtad que profesa á su Real persona y familia. Así pues, á V. E., como
primera autoridad del Departamento, hago fielmente presente los sentimientos de
S. M. la Reina, para que les sirva de satisfacción y orgullo las significaciones
de aprecio con que á todos distingue tan augusta señora, expresándolo V. E. á
las personas que, unidas con la marina, han entendido en todo lo necesario para
su régio recibimiento, y dando conocimiento también á las dotaciones de los
buques y á los cuerpos y clases de marina que están en el Departamento. De Real
órden lo digo á V. E. para su noticia y fines expresados. Dios guarde á V. E.
muchos años. A bordo de la fragata Petronila en el puerto de Ferrol á 5 de
septiembre de 1858. — Quesada. — Sr. Capitán General del Departamento de Ferrol.»
Bibliografía:
Fernández Duro, Cesáreo.: Viajes Regios por Mar en el
transcurso de quinientos años. Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1893.
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
Construido por Bremen Vulkan en Vegesack. Alemania, 1895.
Desplazamiento: 135 tn. Dimensiones: Eslora 31’65 por
6’25 de manga y 2’90 metros de calado. Maquina: de vapor con 200 C.V. y caldera
de 14 kg. Velocidad: máxima 10 nudos.
Era un pequeño patrullero alemán con el nombre de Blumenthal, al concluir la Gran Guerra fue entregado al Reino Unido, quien lo renombró HMS Floric, en 1928 fue comprado por un armador español ya convertido en pesquero, quien lo renombró con el de este historial, al producirse el alzamiento se encontraba en Santander, siendo requisado por el gobierno de Madrid, en principio ni se le armó, quedando de servicio en la vigilancia del mismo puerto base.
El 2 de agosto de 1936 fue divisado en Lastres por el crucero nacionalista Almirante Cervera, tratando de huir del peligro varó, al aprovechar la pleamar pudo salir de su varada y dos días mar tarde entraba en Santander, donde ahora sí se le armó, al parecer con los disponible, siendo dos ametralladoras, quedando en su puerto base, al estar cerca los ejércitos sublevados y pronta a caer la capital cántabra, se hizo a la mar de noche y pudo refugiarse en Rocheford, donde quedo internado como otros muchos hasta finalizar la guerra, de donde fue recuperado y devuelto a su propietario.
Grabado del vapor de ruedas León. Colección de D. José Lledó Calabuig.
Era el vapor de ruedas mejicano Guadalupe, construido en Liverpool, con casco de hierro. Costó
28.000 libras esterlinas. Comprado en 1846 en la Habana junto a los vapores Castilla,
antiguo Moztezuma, y Satélite.
Desplazaba 778 toneladas. Medía 55,72 metros de eslora,
9,10 de manga, 5,17 de puntal y 2,78 de calado. Tripulado por 125 hombres.
Tenía una máquina de 340 caballos nominales y 640
indicados, con tres calderas. Velocidad de 7 nudos.
Armado con 2 cañones de 160 m/m.
En agosto de 1847 cruzó el Atlántico rumbo a la
península. Fue el segundo vapor que lo realizó, pocos meses antes llegó a la
península el vapor Castilla desde la Habana.
En enero de 1849 comenzó á ser alistado con la escuadra del brigadier Bustillo que salió de Cádiz en la expedición de apoyo al Papa, regresando en marzo de 1850. En el verano de 1849 formada parte de la segunda sección de la División de operaciones del Mediterráneo, con base en Barcelona.
En enero de 1852 se encontraba en Cádiz al mando del
capitán de fragata don Mariano Pery.
En 1854 se incorporó al servicio de guardacostas, siendo destacado, a mediados
de 1854, al apostadero de la Habana.
En 1859 regresó a la península y se incorporó a la
escuadra de operaciones del norte de África en la guerra con Marruecos. Durante
un viaje a Fernando Poo en 1861 tuvo serias averías, entrando en el arsenal de
Ferrol para ser carenado y reparado, terminando las obras a mediados de 1863.
En octubre de 1863 zarpa con el vapor Colón para llevar a Santo Domingo y Puerto Rico al 2º Batallón de Infantería de Marina. Regresó a la península en 1867, quedando adscrito al servicio de guardacostas. En 1870, afecto al servicio de guardacostas, se destinó al puerto de Valencia.
Durante la guerra carlista, se incorporó en junio de 1874 a las Fuerzas Navales del Norte, mandado por el capitán de fragata don Melchor Bula y Vázquez. En abril de 1876 se le ordenó navegar a Francia para recoger el cadáver del contralmirante don Miguel Lobo Malagamba, al finalizar la guerra carlista, en 1876, es destinado al apostadero de la Habana.
En septiembre de 1881 quedó en segunda situación.
Dado de baja y desarmado en 1882.
Bibliografía:
Bordejé y Morencos, Fernando de.: Crónica de la Marina
española en el siglo XIX, 1800-1868. Tomo I. Ministerio de Defensa. Madrid,
1999.
Lledó Calabuig, José.: Buques de vapor de la Armada
española. Del vapor de ruedas a la fragata acorazada, 1834-1885. Aqualarga
Editores. Madrid, 1997.
El Militar español. Periódico científico y literario.
Tomo I. Año 1, nº 40. Madrid, 5 de octubre de 1846, páginas 5-6.
Paula Mellado, Francisco de.: Enciclopedia Moderna: diccionario universal de literatura, ciencias, artes, agricultura, industria y comercio. Tomo XV. Madrid, 1852.
Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.
El falucho Galgo al mando del alférez de navío don Enrique de Ponte y Trillo, se encontraba en la mar el 3 de enero
cuando de pronto se levantó un fuerte temporal que lo arrastró contra la playa,
entre la desembocadura de los ríos Mugas y Fluvia, (costa de Gerona) quedó tan
maltrecho el casco del golpe
recibido, que no se hundía por estar tumbado sobre la banda, así que no hubo
otro remedio a pesar de la resaca que, lanzarse al agua e intentar ganar la
playa, al conseguirlo los cuatro primeros se acercaron a pedir auxilio a un
poblado, viendo tardaban se fueron tirando el resto, menos cuatro que fueron
atados al palo mayor por no saber nadar, al final fueron rescatados todos
ellos, excepto un joven y el comandante quien se quedó hasta el final no
dándoles tiempo a salvarse.
Bibliografía:
Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.
Desplazamiento: 48 tn. Dimensiones: Eslora 17’20 por 5’50 de manga y 2 metros de calado. Maquina: Motor diésel de 95 C.V. Velocidad: 8 nudos.
Era un motovelero propiedad de A. Segarra, de Torrevieja, se encontraba al producirse el alzamiento en su mismo puerto de construcción, fue incautado por los gubernamentales y armado con dos ametralladoras, siendo incorporado en la flotilla de Levante, el resto de su historial se desconoce, ni siquiera donde fue encontrado o si fue hundido.
Era Ministro de Marina a la sazón el jefe de escuadra don Antonio Santa Cruz, quien presentó un proyecto de escuadra, pero tan desatinado que todo el Almirantazgo firmó un documento fechado el 15 de enero de 1856 y entregado a S. M., con la aclaración punto por punto de la mala y desafortunada dirección en la que se planteaba el mencionado proyecto.
Como reacción el señor Ministro, le dio a firmar a la Reina la Real orden del 18 seguido, con tal prepotencia que, con fecha del 3 de febrero se le envía al Departamento de Cádiz (esto a Quesada, el resto de compañeros sufrieron las mismas iras) y ordena figure en su hoja de servicios lo siguiente: «Se le signifique el alto desagrado con que la Reina (Q. D. G.) ha visto su comportamiento en estas circunstancias, amonestándole para que en los sucesivo no incurra en tamañas faltas que perjudican á la disciplina militar y ofrecen su fatal ejemplo en el Ejército y Armada»
Pero gracias a que la política (como siempre) estaba
fuera de lugar, no en sí por los políticos, si no por los que se escudan en
ello sin serlo. Así llegó el mes de julio siguiente y por la lucha por el poder
este Gobierno tuvo que dimitir, ocupando el cargo el general O’Donnell después de una corta guerra
civil comenzando el 14 y terminando el 16 seguido.
Al apaciguarse la situación, el Presidente del Gobierno
pidió la consulta del caso del Almirantazgo (disuelto el 6 de noviembre de
1856), al Supremo Tribunal de Guerra y Marina, quien por Real orden del 26 de
diciembre continuo, ordenó la inclusión en las hojas de servicio de todos los
generales del Almirantazgo lo siguiente: «Determinó S. M. quede sin efecto la nota
anterior, y que no sufra menoscabo alguno la fama y mérito de este General,
como uno de los que componían el Almirantazgo citado»
El jefe de escuadra don Ignacio Fernández Flores y Arias, por su esmerado comportamiento en los sucesos de los días 14 á 16 de julio en la Corte, S. M. ordenó se le dieran las gracias Reales. Era vocal del Almirantazgo.
Bibliografía:
Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la
Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El
Correo Gallego. 1914.
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
Juan de la Cosa portulano. Cortesía del Museo naval. Madrid.
El hallazgo de la Carta Náutica de Juan de la Cosa fue dado a conocer por el barón Alexander von Humboldt en su obra: «Examen critique de l’Historie de la Géographie du Nouveau Continent» publicada en 1839. En mayo de 1853, a la muerte del barón de Walkenaer su biblioteca salió a subasta pública y entre las numerosas obras, el lote número 2.904 se anunciaba como «El más importante bosquejo geográfico que nos ha legado la Edad Media»
Se encontraba en esa época de ayudante del agregado naval en la Embajada de España en París don Cesáreo Fernández Duro, quien inmediatamente lo puso en conocimiento del Gobierno y éste, por mediación del Ministerio de Marina envió a don Ramón de la Sagra (naturalista, economista, sociólogo, intelectual y político) con la orden del Gobierno de no dejarlo escapar, por la manifiesta importancia del documento en cuestión, quien rápidamente se puso en camino acudiendo a la subasta el día señalado.
La Biblioteca Real de Paris pujó por él, así como un
coleccionista particular que llego a ofrecer 4.000 francos. Ramón de la Sagra,
viendo que el precio iba subiendo se levantó y dijo: «estoy aquí en representación de
la Reina de España», por ello la puja se paró inmediatamente pues no
era posible competir, esta decisión que en realidad era un arma de doble filo
le permitió comprarlo por 4.020 francos (finalmente se pagaron 4.321,
comisiones de subasta, hay que suponer), traducido a reales españoles fueron
dieciséis mil ochocientos.
La compra oficialmente la realizó el Depósito Hidrográfico cuando era su director don Jorge Lasso de la Vega, pero pensó que mejor estaría en el Museo Naval de Madrid para poder ser visitada, donde se clasificó con el núm. 553 (actualmente tiene el núm. 257) con esta descripción: «Carta de la parte correspondiente a la América, que levantó el piloto Juan de la Cosa en el segundo viaje del descubridor genovés en 1493, y en la expedición de Alonso de Ojeda en dicho año. Sustraída de España, la poseía el Barón de Walckenaer, cuyos testamentarios la vendieron en pública almoneda; y la adquirió el Depósito Hidrográfico. Su director, que fue el Sr. D. Jorge Lasso de la Vega, tuvo la condescendencia de que se depositase en este Museo, para que el público pueda ver un documento tan curioso y de mérito, con relación a la época en que se hizo»
Siendo depositada en el Museo el 14 de septiembre de 1853
y expuesta por vez primera el mismo día en el Museo Naval de Madrid, donde aún
continúa.
Bibliografía:
Cervera Pery, José.: El Panteón de Marinos Ilustres,
trayectoria histórica, reseña biográfica. Ministerio de Defensa. Madrid. 2004.
Desplazamiento: 86’40 tn. Dimensiones: Eslora 23 por 5’30 de manga y 3 metros de calado. Máquina: motor diésel de 250 C.V. Velocidad: máxima 8’5 nudos.
Al producirse el alzamiento se encontraba en su puerto, no siendo hasta primeros de mayo de 1937 cuando fue incautado por el gobierno vasco, fue numerado como D-7, sólo se le utilizó al parecer para transportar personas a Rochefort, donde permaneció hasta finalizar la guerra, cuando fue reclamado y devuelto a su propietario.
Lo realizó el vapor Fernando el Católico, al mando del teniente de navío don Claudio Alvargonzález saliendo de la Habana con destino al lazareto de Vigo, realizando la travesía en tan solo quince días, por esta demostración de saber mandar fue ascendido al grado de capitán de fragata graduado, pasando ser el primero para ascender en la primera vacante en propiedad.
Bibliografía:
Alvargonzález, Ramón María.: Estudio biográfico del ilustre
Marino gijonés Claudio Alvargonzález Sánchez (1816-1896). Separata facticia del
Boletín del Instituto de Estudios Asturianos. Oviedo, 1972.
Por iniciativa del marqués de Molins, a la sazón Ministro de Marina, quien quería darle un impulso a la Armada, pues desde la vuelta al mundo de Juan Sebastián de Elcano, hasta la realizada por la corbeta Descubierta al mando del teniente de navío don Alonso de la Riva, entre el 15 de junio de 1814 y su regreso el 13 de mayo de 1816, se había dado veintiuna vueltas al mundo de descubrimientos o científicas, pero todo quedó paralizado por la nefasta situación económica de España, por esta razón presentó y se le aceptó por la Reina doña Isabel II, redactando una Real orden publicada en la Gaceta de Madrid y por su interés transcribimos entera:
«Ministerio de Marina. — Excmo. Sr.: La decadencia en que muchos años há se encuentra nuestra marina militar, ha impedido el que sus buques emprendan las largas navegaciones á que á menudo se dedicaban en la época de nuestra preponderancia naval, con notable provecho de las ciencias y de la civilización en general, y con particular ventaja de las artes marítimas y de la gloria nacional. Aún estamos hoy muy lejos de poder renovar aquellas frecuentes y gloriosas peregrinaciones, á pesar del impulso que ha recibido en los últimos años este importante ramo de la fuerza pública, merced á la solícita protección que la Reina y las Córtes le dispensaron; pero tal vez este mismo crecimiento hace más necesarias esas expediciones para formar lo que ni el estudio ni los caudales pueden procurar á la Armada, hombres de mar experimentados, oficiales que, simples subalternos hoy, puedan ser mañana Jefes peritos en las ciencias navales, de que la práctica es el mejor maestro. Desde que la corbeta Descubierta llevó alrededor del mundo lo últimos oficiales de la Armada española que ha hecho este peligroso y difícil estudio de su ciencia, hasta hoy, han ocurrido además notables cambios en la política, y ha venido á ser naciones independientes las que antes eran provincias de España en Ultramar; nuevos intereses comerciales han surgido aquí, nuevos vínculos, nuevas relaciones, para cuyo fomento contribuiría grandemente la simple vista de nuestro pabellón, ya amigos y hermanos, en las costas del Pacífico y Atlántico. Estas razones de conveniencia particular del cuerpo de la Armada y de utilidad general del comercio, son por sí solas bastante fuertes para inclinar el ánimo de la Reina Nuestra Señora, siempre solícita del bien y engrandecimiento del Estado; pero en la ocasión presente aun se allega otra que ha pesado mucho en su piadoso corazón. S. M., como Reina Católica, no ha podido menos de ver con religioso afecto la misión apostólica que prepara en nuestro suelo el reverendo Obispo de Puerto Victoria: y si bien hubiera gozado mas si los esfuerzos de los sacerdotes y de los fieles españoles se hubieran dirigido á súbditos de España, ha recordado que á su ilustre título une también la cualidad de ser nieta de aquellos Príncipes que llevaron en todos tiempos los beneficios de la fé y de la civilización á donde les era posible, sin preguntar de quién era súbdito el pueblo que los recibía. Por estas razones, que fácilmente esforzará la ilustración de V. E., la Reina se ha servido mandar que desde luego y á cargo del Jefe de la Armada que se designe, se prepare en Cádiz la salida de un buque para hacer el viaje de circunnavegación; quiere además S. M. que este buque no sólo sea capaz y útil para el objeto que se destina, sino que sea de moderna construcción española, á fin de que formen favorable idea de nuestra renaciente marina aquellos pueblos, hoy amigos y aliados, que debieron su civilización á la audacia y pericia de nuestros primeros navegantes. Es asimismo la voluntad de la Reina, que ese buque no sólo sea dotado con el número de oficiales y guardias marinas que le corresponda por reglamento, sino que lleve además los que alcance y V. E. designe, para que sirva de Escuela práctica, proponiéndose S. M. recompensar convenientemente su aplicación y mérito, y últimamente, me manda decir a V. E. que en dicho buque deberá darse alojamiento al Reverendo Obispo de Puerto Victoria y á los demás misioneros que con destino á Nueva-Holanda ha reunido el mismo en los dominios de S. M., trasportándolos á aquel país, por donde deberá principiar el buque su derrotero. Para la designación de este y demás particularidades necesarias, S. M. comunicará á V. E. las Reales órdenes que estime convenientes. De la de S. M. lo digo á V. E. para su conocimiento. Dios guarde á V. E. muchos años. Madrid 7 de julio de 1849. — El Marqués de Molins. — Sr. Director General de la Armada»
Al recibir el beneplácito a su idea, eligió la corbeta Ferrolana recientemente construida en el Arsenal de Ferrol y del porte de 32 cañones, por ello aportaba toda la técnica del momento y el buque tenía una excelentes condiciones náuticas, y como no, su comandante fue el capitán de navío don José María de Quesada. Tomó el mando en el puerto de Gaeta, zarpando con rumbo a la ciudad Condal y desde aquí al Arsenal de La Carraca donde fondeó el 23 de julio para alistar el buque para su periplo mundial. Encontrándose en el Arsenal, arribaron los restos mortales del desafortunado rey Carlos Alberto, por ello se le dio aposento en la corbeta al rey de Cerdeña quien acompañaba al féretro, allí mismo recibía las condolencias, quedando muy agradecido por la acogida y respeto por el excelente trato recibido, por ello condecoró a Quesada con el título e insignia de Oficial de la Orden de San Mauricio y San Lázaro.
Elegida la dotación, de grumete a comandante, comenzaron las prácticas en el mismo Arsenal, mientras unos cargaban el buque con todo lo necesario, otros ascendían y descendían de las jarcias, aprendiéndose cada cabo de toda ella, con la vista puesta encima siempre de los contramaestres, con todo ello el buque quedó listo para zarpar.
Mapa con la derrota de la corbeta Ferrolana en su vuelta al mundo. Autor desconocido.
Lo hizo el 5 de octubre de 1849, pasando directamente al océano y por la ruta portuguesa puso rumbo a la costa oeste del continente australiano, a la ciudad Freemantle en su puerto de Swan Rive, donde al arribar el 29 Diciembre seguido desembarcó a la misión, siendo todos recibidos con verdadero entusiasmo y agradecimiento. Las autoridades de la ciudad, junto a sus poblaciones les obligaron a permanecer un par de días más en el puerto, porque tenían previsto un grandioso baile de despedida y no habían tenido tiempo de prepararlo debidamente, por ello retrasaron su partida para complacer a sus anfitriones.
Zarpó el 10 de Enero de 1850 con rumbo a Filipinas en su puerto de Cavite, donde toco puerto el 28 de Febrero, salió el 6 de Mayo, arribando a Macao el 17 seguido, zarpó de éste el 24 siguiente con rumbo a Whampao, arribando al día siguiente, dando la vela el 6 de Junio con rumbo a Hong Kong, fondeando el 8 seguido, donde embarcó el capitán general de las islas Filipinas, dándole así un gran prestigio a España, pues lo normal era lo hicieran en buques mercantes de compañías británicas, salió el 16 seguido con rumbo a Manila, donde arribó el 27 siguiente desembarcando el alto mando, se hizo a la mar con rumbo a Zamboanga fondeando 13 de Agosto, salió el 15 seguido con destino a Batavia, arribando el 3 de Septiembre, saliendo el 15 continuo con rumbo a Singapur, llegando el 23 seguido, saliendo el 8 de Noviembre con destino a Pulo Pemang, fondeando el 16 seguido, saliendo el 20 siguiente con rumbo a Calcuta, donde atracó el 13 de Diciembre, de donde se hizo a la mar el 12 de enero de 1851, saliendo de aquí con destino a Sidney, pero no pasando por el estrecho de Baas, como se indican en otras obras, sino descendiendo hasta doblar por el Sur de Tasmania, arribando el 10 Marzo, salió de este puerto el 10 de Mayo seguido con destino al Callao, donde entró el 4 de Julio siguiente, saliendo el 7 de Agosto, con rumbo a Guayaquil el 25 seguido, al día siguiente 26 se hizo a la vela, del puerto anterior, fondeando en Valparaíso el 23 de Septiembre continuo, donde en ese momento de nuevo los españoles estaban siendo perseguidos por el recién nombrado Presidente de la república de Chile, consiguiendo con su presencia se tranquilizaran los ánimos regresando a la normalidad, cumplida esta misión diplomática, no prevista en el derrotero del buque, dio la vela el 26 de Octubre (aquí se nota el problema, pues estuvo un mes y un día en el puerto), con rumbo a Montevideo doblando el cabo de Hornos, arribando al puerto de destino el 3 de Diciembre, de donde salió el 1 de enero de 1852 con rumbo a la bahía de Cádiz, fondeando sin novedad en la bahía el 8 de marzo de 1852. Durando el viaje de circunnavegación dos años, cinco meses y seis días.
Por la pérdida de comunicación lógica en la época, a su llegada se enteró al serle entregada la Real orden del 1 de abril de 1850, con su ascenso al grado de brigadier como gracia Real, la cual entre otras cosas dice: «…para darle una prueba de lo grato que fue á S. M. sus servicios como capitán de navío más antiguo de los que concurrieron á la expedición de Italia, y singularmente para recompensar el celo que desplegó para llevar á cabo el viaje de circunnavegación…» Hay muchas más que sería prolijo enumerar, pero de ella destacar otra Real orden del 4 de septiembre de 1851, por la que: «…se aprobaban todos sus actos y la conducta digna y prudente que observó con las autoridades de las repúblicas hispano americanas.» y por último a su arribada a Cádiz, el buque fue inspeccionado por los ingenieros para comprobar su estado después de tan larga derrota, así como el estado de policía del buque, todo ello quedó reflejado por ser publicado en la Gaceta de Madrid el 26 de marzo de 1852, demostrando con ello lo satisfecho que estaba el Gobierno del estado inmejorable en el que se encontraba la Ferrolana.
Bibliografía:
Extracto de Diario de Navegación del Comandante de la Corbeta de S.M. Ferrolana Brigadier D. José M. Quesada en su viaje de Circunnavegación del año 1849 al 1852. Fechas límite: 5-X-1849/23-III-1852. AMGE, CF. Nota 19. Facilitado este documento por Tom Stephens, desde Perth, Australia.
Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la
Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El
Correo Gallego. 1914.
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
Desplazamiento: 90 tn. Dimensiones: Eslora 23’70, por 5’10 de manga y 1’80 metros de calado. Máquina: de vapor con 102 C.V. Velocidad: máxima de 9 nudos.
Al producirse el alzamiento se encontraba con base en Bilbao, siendo incautado por el gobierno de Madrid, en abril de 1937 quedo asignado a la marina vasca, el 12 de mayo siguiente se le distingue con el numeral D-10, el 1 de agosto fue transferido a las fuerzas navales del Cantábrico, y el 25 seguido se hizo a la mar, al parecer sólo para transportar refugiados, a quienes desembarco en el puerto francés de Rochefort, donde quedó internado hasta finalizar la guerra, siendo reclamado y devuelto a su propietario.