Orden prohibiendo Capitanes de Navío ir de Segundos en los tres baterías 1789

Posted By on 25 de febrero de 2021

Por otra Real orden del 24 de agosto se destina al capitán de navío don Salvador María Chacón al navío San Hermenegildo como su segundo comandante, realizando un viaje de Cádiz a Ferrol, permaneciendo hasta recibir la orden del 12 de noviembre de 1789 de desembarcar, por haberse prohibido que los capitanes de navío fuera segundos de los brigadieres al mando de buques de tres baterías.

Una de esas órdenes que no se entiende muy bien, porque era propio que el Segundo al estar al mando un Brigadier, correspondiera a un Capitán de Navío, por el contrario hubieron casos, de ellos el más conocido fue el de D. Cosme Damián Churruca, quien siendo Brigadier en el combate de Trafalgar estaba al mando de un dos baterías, eso sí muy especial, porque al parecer sin contar carronadas, montaba 92 piezas de artillería, cuando el buque estaba clasificado de 74, pero D. Federico Gravina nada le negaba a D. Cosme, e incluso le permitió dejar el mando del tres baterías Príncipe de Asturias, en el que arbolaba su insignia y pasar al San Juan Nepomuceno, siendo el único que salió dos veces de Cádiz, para instruir su dotación, a pesar de estar casi a la vista la escuadra británica de D. Horacio Nelson.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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V-28 Oreto II

Posted By on 24 de febrero de 2021

Construido en Alicante. España, 1936.

Desplazamiento: 156 tn. Dimensiones: Eslora 27’30 por 6 de manga y 3’25 metros de calado. Máquina: vapor con 230 C.V. y caldera de 14 kg. Velocidad: máxima de 9 nudos. Armamento: un cañón Vickers de 47/50 m/m.

Era un pesquero con el nombre de este historial, al producirse el alzamiento fue incautado por los gubernamentales, y numerado con el que consta arriba, quedando incorporado a la Flotilla de Alicante, ésta a su vez dependía de Valencia y según se sabe fue encontrado varado en las costas de Orán al finalizar la guerra. Esto nos indica que al igual que otros, al ver no tenían otra salida, los que más tenían que perder, embarcaban en estos buques y ni siquiera se presentaban a las autoridades del país de llegada, suponiéndose que más tarde lograrían llegar, a algún otro puerto “amigo” y como pasajeros en otros buques, muy posiblemente franceses, donde fueron acogidos poniéndose a salvo.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Nootka comienza el problema 1789

Posted By on 23 de febrero de 2021

Don Esteban José Martínez dirigió una importante expedición en 1788, regresando a San Blas el 6 de diciembre con la noticia de haber visto buques con bandera rusa en Nootka.

Por ello el nuevo virrey Conde de Revillagigedo ordenó otra expedición formada por la fragata Princesa y los paquebotes San Carlos y Aránzazu, zarpando de San Blas el 5 de febrero de 1789, con objeto de reconocer los establecimientos rusos en el norte de California, para cumplir la orden de fundar un establecimiento en Nootka, al llegar encontró dos balandras las Lady Washington y Columbia, salidas de Boston para cargar pieles, más otro con bandera portuguesa el Iphigenia Nubiana, con el mismo propósito, éste al serle pedidos los papeles se supo estaba contratado por una empresa británica, por ello ordenó ser presa, aunque pasados unos días lo dejó en libertad.

El 5 de mayo tomó posesión bautizando el puerto de Santa Cruz, en la entrada de Nootka, acompañado por todos los españoles y las dotaciones de las dos balandras norteamericanas, se dispararon las salvas de honor realizándose el ceremonial acostumbrado en estas ocasiones, todo en nombre de D. Carlos III Rey de España, la escritura se introdujo en una botella que se cerró lo mejor posible, pasando posteriormente a celebrarlo con una comida, en la que participaron las dotaciones de las dos balandras norteamericanas.

A los pocos días arribó otro buque británico, la goleta North West America, muy averiada, siendo reparada por los españoles y por necesidad de buques, se incorporó a la Armada rebautizada como Santa Gertrudis, el 2 de julio fondearon la balandra Princess Royal, en conserva del paquebote Argonaut, éstas al mando del capitán James Colnert, quien llegaba con la orden de su Rey de tomar posesión del mismo lugar, razón por la que se les tomó por enemigos siendo capturados, al no disponer de hombres suficientes para vigilar tanto buque, ordenó que estos dos últimos fueran marinados al apostadero de San Blas, dando así principio al problema de Nootka.

El Gobierno español siempre en defensa de sus hombres, al producirse las demandas del Rey del Reino Unido, ordenó fuera relevado Martínez y con orden de regresar a la península, pasando un juicio del que salió libre de cargos, porque se limitó a seguir las órdenes del virrey de Nueva España, razón por la más tarde sería repuesto en todos sus cargos y destinos, incorporándose a su anterior destino en San Blas, esto ocurría en 1795. Por lo que entre ida, juicio, sentencia y regreso, había transcurrido casi seis años, todo por cumplir órdenes.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Construcción fragata en 40 días 1788

Posted By on 21 de febrero de 2021

Real orden del 15 de septiembre de 1788 se le otorgó el mando de la fragata Soledad, a don Juan José Martínez, habiendo sido construida y puesta en servicio activo en el Arsenal de Cartagena en tan solo cuarenta días.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Tramontana patrullero

Posted By on 20 de febrero de 2021

Construido por Hall Russell. Aberdeen. Escocia. Reino Unido, 1927.

Tramontana.

Desplazamiento: 1.252 tn. Dimensiones: Eslora 64 por 10’50 de manga y 5’85 metros de calado. Máquina: alternativa de triple expansión, con 900 CV. Y dos calderas de 14 kg. Velocidad: máxima 11 nudos.

Bacaladero construido para PYSBE, muy marinero, se encontraba en Pasajes al producirse el alzamiento, saliendo con rumbo a Bilbao, al llegar quedo a la espera de órdenes, estas llegaron directamente del ministro de Marina y Aire, Indalecio Prieto, por ser necesario para sus planes que, algún buque se desplazara al Mediterráneo y cumplir misiones especiales, estas consistían en transportar partidas del oro, plata y otros valores robados en toda la España gubernamental, a Marsella como pago a Francia del material que éste país enviaba, para reforzar el existente y necesario para proseguir la guerra (obsérvese que muy pronto se tomaba la decisión de pagar y como sabemos alguna de estas partidas no fueron destinadas a ese fin lógico), para ello se nombró su comandante, al capitán de corbeta de la Reserva Naval D. Mariano Manresa, y de segundo al primer oficial de la mercante, con el grado de teniente de navío D. Isaac Echave, saliendo de su puerto el 29 de septiembre de 1936, con rumbo a Cartagena, logrando burlar el bloqueo nacional del Estrecho, arribando a la base naval gubernamental el 7 de octubre seguido.

Habiendo embarcado 250 cajas (estas eran para el transporte de munición, con unas medidas de 30’5 x 48’2 x 17’7 centímetros, en las que de promedio cargadas pesaban unos 75 kilos cada una) con un peso total de 17.750 kg., de oro, salió de Cartagena el 12 de octubre, (como se pude apreciar días antes de la consabida salida del Oro de Moscú, lo que indica claramente sus intenciones, mucho antes de observar resultados) navego siempre pegado a la costa, no saliendo nunca de las tres millas de aguas territoriales, entrando en Marsella el siguiente 17, desembarcado la carga y saliendo con rumbo a su puerto base.

De nuevo embarcó 748 cajas con un total de 55.700 kg., saliendo el 29 seguido, entrando en su puerto de destino el 2 de noviembre, una vez descargado regreso a su puerto de partida.

Embarco de nuevo otras 375 cajas con 28.125 kg., saliendo el 9 de diciembre con destino al mismo puerto francés, entrando de regreso en su puerto base el 13 siguiente, en este viaje fue escoltado por los destructores Almirante Antequera y Almirante Valdés hasta los Alfaques, donde pasaron a darle escolta los Gravina y Sánchez Barcáiztegui, dejándolo a salvo en el cabo de Creus, llegando sin peligro al puerto de Marsella, tras desembarcar la carga salió con rumbo a su puerto de origen. (Obsérvese que en el anterior llevando casi el doble del precioso metal, pero no llevó escolta, algo que llama la atención.)

No corresponde al buque, pero sabemos que el 5 de enero, salió un avión transportando 60 cajas, con 4.500 kilos y el mismo destino que el Tramontana.

Volvió a embarcar 315 cajas con 23.625 kg., saliendo el 10 de enero de 1937, dándole escolta los cruceros Libertad y Méndez Núñez, con los destructores, Almirante Antequera, Almirante Valdés, Gravina, Sánchez Barcáiztegui y Lepanto, hasta el mismo cabo citado, llegando el 14 seguido a Marsella, donde desembarco su preciada carga. No deja de ser notorio que la presencia en el Mediterráneo de los cruceros Canarias y Almirante Cervera, obligaba a darle escolta con cruceros, a pesar de ser las cargas transportadas casi igual o de menor peso que las anteriores.

Hay datos que a su vez se unen a los anteriores, ya que un tren (que sepamos, pero al parecer hubieron otros muchos) salió de Cartagena con muchas más cajas con oro y otras con billetes de moneda francesa, norteamericana y británica, al llegar a la frontera francesa igualmente, se trasladó la carga a camiones, el número exacto no es posible conocerlo, porque las distintas fuentes dan de 14 a 25 vehículos; junto a los transportados por el Tramontana, pero con anuencia de un mando de la gendarmería, la mayor parte de todos ellos pasaron a Suiza, donde al parecer se ingresaron en un banco, a un número que correspondía a un capitán de los guardias de asalto, quien por el año 1949 fue detenido en Madrid, por ello se supo del robo a su vez al mismo gobierno de Valencia, fue encarcelado en Alcalá de Henares y al saberse toda esta otra historia, paso por un consejo de guerra, siendo fusilado en marzo del mismo año, lo que no se pudo averiguar, es donde fueron a parar dos cajas que contenían billetes extranjeros, sobre todo dólares y libras esterlinas, pero fueron transportadas en el maletero de un Citroën. Alguien si debe saberlo…pero, no la historia.

Por un tiempo quedó atracado en Cartagena, hasta decidir el mando armarlo con un cañón de 101’6 m/m (del acorazado Jaime I) y una ametralladora, quedando preparado para su comisión, en julio de 1937 fue nombrado su comandante el teniente de navío D. Isaac Echave, en una de sus salidas al mar, el 14 de octubre de 1937 se encontraba frente a Salou, donde fue divisado por el submarino italiano Galileo Galilei, el cual como buque legionario Mola II, en ayuda de la escasa fuerza naval de los nacionales y nula en este tipo de buques, le lanzo tres torpedos, pero cometió el error de hacerlo en superficie, además de a mucha distancia, por ello ninguno de ellos llegó a dar en el deseado blanco, el Tramontana viró de rumbo y aumentó la velocidad al máximo, con la intención de abordar al submarino, éste pudo sumergirse a tiempo evitando el abordaje.

En abril de 1938, se le encomendó un nuevo transporte de plata, (se desconoce la cantidad, pero se sabe que en Banco de España, tenía una reserva de 4.000 tn.; no es exacta porque consistía en monedas anteriores de uso normal, desde las de 50 céntimos a 5 pesetas, así como anteriores de 8 reales) saliendo del puerto al anochecer del 15 de abril, las noticias no debían ser muy rápidas, porque al encontrase frente a Alicante, le dieron orden de entrar en el puerto, por saber que el mismo día de su salida la IV División de Navarra a las órdenes del general don Camilo Alonso Vega, había llegado al puerto de Vinaroz, dividiendo en dos la zona gubernamental, impidiéndole poder seguir viaje, por la segura presencia en ese punto de buques nacionales.

Quedó atracado en Alicante, donde trasbordó su carga a una unidad de la marina, quien sí la pudo desembarcar en Marsella; no tenemos datos de que buque pudo ser, si sabemos fue un destructor, pero hasta ahí.

Hay datos que se pierden, (es lo propio de estas comisiones, porque en sí eran secretas, y a buen seguro si el pueblo se entera de ello, otro gallo hubiera cantado) sabemos que fue destinado en julio seguido a la Flotilla de Vigilancia y Defensa Antisubmarina de la ciudad del Turia, Valencia, pero esto fue una forma más de enmascarar su verdadera misión, por saberse que continuo realizando viajes como a tal transporte de metales preciosos a Marsella, eso sí, ahora eran más largos por verse obligado a salir de aguas territoriales españolas y más peligrosos por la presencia de la escuadra y buques mercantes armados nacionales.

Lancha Torpedera Badajoz.

En otro viaje, fue divisado por la lancha torpedera nacional Badajoz, en la noche del 27 al 28 de julio, a la altura de Vinaroz-Castellón, esta le lanzo dos torpedos, con 25 minutos de separación, pero no logró acertar en su objetivo, viéndose a su vez imposibilitada de poder darle caza, y ello se complicó al no llevar medios de enlace con el resto de buques y sus jefes, para pasar la noticia del encuentro.

El 31 de agosto de 1938, fue nombrado su comandante el teniente de navío D. Manuel Hoyos Amenábar, quien estuvo al mando un mes, el 29 de septiembre de 1938 tomó el mando el alférez de navío D. Amadeo Uribe, quien prosiguió en el ya famoso transporte, pero en diciembre, fue uno de los elegidos para efectuar un desembarco de tropas en Motril, acción que pasó al olvido por la pronta llegada de tropas nacionales.

Tras los sucesos de Cartagena y viendo el próximo final de la guerra, parece que salió por última vez de Valencia, entre el 29 y 30 de marzo de  1939 transportando al Jefe de Gobierno de la República Sr. Negrín y varios ministros más otras personas a Marsella, de donde salió con otras personas a Orán, pero se le negó la entrada y pasó a Bizerta por estar refugiada la Flota gubernamental, quedando reunido con ella.

Al terminar el conflicto, la Flota fue recuperada por España, entre ellos este buque, al que después de ser desarmado en Matagorda, fue devuelto a su propietario.

Siempre que se habla de este tema del robo a España, se olvida mencionar dos cosas importantes; una que el Banco era privado, pero responsable de las reservas de España; segunda: El Banco tenía setenta y una sucursales en todo el país, al menos una en cada capital de provincia, pero otras en algunas poblaciones de cierta importancia, como: Alcoy, Algeciras, Antequera, Cabra, Calatayud, Cartagena, Don Benito, Haro, Játiva, Jerez, Larache, Linares, Melilla, Reus, Santiago de Compostela, Talavera, Tánger, Tetuán, Tortosa, Valdepeñas y Vigo, y en todas ellas había mayor o menor cantidad de reservas, todas fueron robadas, menos las que por las circunstancias cayeron en manos de los sublevados.

Las reservas totales de España en julio de 1936, consistían en algo más de 930 tn., pero sólo una parte eran lingotes, o sea, oro puro (fino) de 24 quilates, el resto eran monedas del mismo metal, pero éste siempre esta rebajado, llegando incluso a los 18 quilates, (éstas eran en su mayoría Dólares y Libras Esterlinas, y de casi todos los países del mundo, la mayor parte conseguidas por la venta de los motores Hispano Suiza para los aviones, armas, y munición durante la I G.M., a ambos bandos enfrentados, así como billetes de los mismo países, estos en su mayoría fueron Trasladados a Suiza).

Por el contrario las 4.000 tn., de plata en su mayoría eran monedas antiguas (entonces aun en vigor) de 5, 2 y 1 pesetas, más las de 50 céntimos, con una pureza de 900 milésimas, así como las antigua de 8, 4 y 2 Reales, y de 20 y 10 céntimos, sin olvidar el robo de las cajas privadas en este banco, en todas sus sucursales, pero de su contenido como es muy lógico no se tiene ningún dato exacto. Pero leyendo sobre el tema, si se sabe que en una apareció la corona de los Zares de Rusia, obviamente nada más se supo de ella, el autor dice que, lo más probable es que fueran desengarzadas las piedras y el oro fundido, para mejor venderlo como lingote.

A su vez también desaparecieron cientos de objetos de estos metales de las iglesias y de casas particulares asaltadas, pero sólo un dato nos puede dar una idea de hasta donde llego la barbarie: España entre 1939 y 1975, entregó a la iglesia, 300 mil millones de pesetas, para intentar devolverla a su estado anterior (en esto también entraba la reconstrucción de los edificios); cantidad contrastada con varios trabajos, algunos inéditos y no hay que dudar de ellos, porque quienes los tienen (no somos nosotros) no necesitan abultar para nada la realidad, por otra parte el nuevo Régimen lo oculto al pueblo español, evitando así males mayores.

Al cerrarse las cuentas con todos los países que enviaron materiales de guerra, combustible e incluso víveres, sólo Francia en una cuenta que se abrió en Mont de Marsan (en junio de 1936, desde éste momento a su vez por orden del Gobierno, se pagaba a otros países) reconoció haber recibido más de lo entregado, y por ello devolvió a España 40’229 tn., de oro fino.

Los sublevados sólo pudieron contar, con lo encontrado en la capitales y poblaciones que desde el principio se unieron al alzamiento, fue la única posibilidad de pagar los nacionales materiales en otros países, pues ninguno regalo nada, sólo al principio Italia ayudo sin cobrar, pero más tarde, tanto los cuatro destructores como los dos sumergibles, la cosa no salió muy barata, sobre todo por el mal estado de los de superficie.

Lo curioso fue que, conforme se iba avanzando por tierra y el dominio de la mar por parte gubernamental, no era efectivo, y sobre todo al terminar la campaña del Norte, se comenzó a recibir libras esterlinas por el hierro exportado, por ello el cambio de la peseta fue revalorizándose a favor de los nacionales, de forma que a finales de 1937, llegó a tener el valor la peseta nacional con respecto a la de la República de 1 a 10, por ello se iba acuñando moneda distinta a la oficial de Madrid, desde finales del mismo 1936 para diferenciar los billetes, llegando al final de la guerra con un valor de referencia inferior de 1 a 20 a favor de los nacionales.

Yate Vita.

En el caso concreto del yate Vita, donde se embarcó de todo, desde la colección de monedas del Banco de España (hay que insistir en que era una entidad privada y ellos también invertían a su vez para ganar dinero), lo robado en las cajas privadas (imposible de valorar), parte del resto de oro en las distintas sucursales, así como plata por toneladas y hasta cuadros del Prado, y de otros museos como el San Pio V de Valencia, todo ello fue transportado a México por Indalecio Prieto, donde éste mantuvo el gobierno de la República en el exilio, fue con el único país que no se pudo aclarar ni un céntimo, por la misma razón no se mantuvieron relaciones diplomáticas, hasta que en España, se llegó en 1978 a la democracia. Pero esto tiene su gracia, porque ese país hispano, (quiera o no es así), desde que se instauro su democracia sigue en el poder el mismo partido y sólo un detalle muy del día a día, (por haberlo sabido de primera mano (voz)) si un policía te multa, lo cobra él, lo cual deja mucho que desear, y obliga a pensar si es una democracia. Sin más comentarios. Como siempre en una guerra, nadie gana, pero algunos se hacen ricos, a costa de la sangre vertida por otro.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella. Buscar enlace.

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La Carraca inauguración dique 1787

Posted By on 18 de febrero de 2021

El 20 de enero de 1784 se le otorgó la dirección a don Julián Sánchez Bort del gran dique, cuyas obras comenzaron el 1 de marzo siguiente, prosiguiendo en ellas hasta quedar terminado el 14 de octubre de 1786, con un coste de diez millones ciento veinte mil quinientos noventa y dos reales, se le bautizo con San Carlos, siendo inaugurado el 16 de enero de 1787 con la entrada del navío de tres baterías y 112 cañones Santa Ana.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Filadelfia viaje 1786

Posted By on 17 de febrero de 2021

Por Real Orden del 18 de septiembre de 1786 trasbordó don Pedro de Valencia a la fragata Nuestra Señora de Loreto, realizando un tornaviaje a Filadelfia fondeando en la bahía de Cádiz el 28 de febrero de 1787, quedando desembarcado.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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V-29 Aturuxo

Posted By on 16 de febrero de 2021

Construido por Barreras en Vigo. España, 1931.

Desplazamiento: 156 tn. Dimensiones: Eslora: 27’30 por 6’05 de manga y 3’20 metros de calado. Máquina: de vapor con 230 C.V., y una caldera de 14 kg. Velocidad: máxima de 9 nudos.

Era un pesquero de la casa Curbera de Vigo, con el nombre de este historial, como era habitual trabajaban en pareja, teniendo su base en Málaga, junto al V-31 Arrecife, al producirse el alzamiento fue incautado por los gubernamentales, siendo numerado como consta y armado con un cañón Vickers de 47/50 m/m, al principio quedo incorporado a la flotilla del Estrecho, en una de sus salidas arribó a su base en Valencia, donde fue hundido por la aviación legionaria; el 6 de agosto de 1939 fue recuperado, por la Comisión de la Armada para el Salvamento de Buques y devuelto a su propietario.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Transporte de situado a Argel y de Embajador a Turquía 1786

Posted By on 15 de febrero de 2021

En octubre siguiente por Real orden se le otorgó a don Baltasar de Sesma el mando del navío Miño, destinado en principio a trasladar a Constantinopla al Embajador de Marruecos, por ello se acondicionó el buque para esta comisión especial, pero una Real orden le enviaba primero a transportar un millón doscientos mil pesos fuertes, para el encargado de negocios español Conde de Espilly en Argel, cargado el buque no pudo zarpar por los vientos contrarios hasta el 26 de enero de 1786, arribando a su destino el 10 de febrero, desembarcando el situado en tres días a pesar de la mala mar, zarpando el 13 arribando el 17 seguido a pasar la cuarentena.

Como no era posible esperar, por otra Real orden le fue comunicado que el Embajador seguía esperando, para darle un poco más de tiempo se envío a la fragata Santa Águeda, en ella embarcó la comitiva trasladándola a Cartagena donde embarcó en el navío, estando compuesta por el Embajador, cuatro magnates y ciento cinco sirvientes, fue embarcado para manutención y gastos diversos de la comitiva medio millón de pesos fuertes, todos acomodados zarpó el 20 de mayo, el 18 de junio siguiente fondeó en Siracusa en la isla de Sicilia para aprovisionarse de víveres frescos y rellenar la aguada, dando la vela el 1 de julio fondeando en varios puertos a causa de los vientos contrarios antes de poder entrar en los Dardanelos, repitiendo el fondeo a pesar de estar muy cerca de Constantinopla, al fin llegó a su destino y desembarcó el Embajador y su servidumbre.

Cumplida la comisión zarpó de nuevo el 31 siguiente, arribando a Mahón el 18 de agosto, pero otra vez los vientos no le dejaron entrar hasta el seguido 23 de septiembre, pasando directamente todos al Lazareto a pasar la cuarentena, al cumplir el plazo regresó la dotación al buque, tiempo aprovechando para rehabilitarlo, intento hacerse a la mar pero le fue imposible hasta el 27 de noviembre con rumbo a Cádiz, por la persistencia de los vientos contrario se vio obligado a realizar entradas en Alicante y Cartagena, hasta que el 1 de enero de 1787 logró fondear en la bahía de Cádiz, al poco tiempo se le dio la orden de desembarcar por pasar a desarme el buque.

Comunicado al Rey el buen servicio prestado a la corona y satisfecho, le concedió la encomienda de Villoria en la Orden de Santiago.

Como este caso cientos, para evitar ser repetitivo lo narramos una vez y como ejemplo, de lo muy complicado que era intentar entrar en puerto cuando solo se navegaba a vela.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Estrecho Magallanes levantar planos 1785-1789

Posted By on 13 de febrero de 2021

El capitán de navío don Antonio de Córdova, al mando de la fragata Santa María de la Cabeza, se encuentra cerca del cabo Posesión el 3 de enero de 1785, para embocar el estrecho de Magallanes, ya que por orden debía levantar los planos del paso con los nuevos instrumentos y fijar perfectamente sus márgenes, anchura y punto donde poderse guarecer en caso de temporal, tan típico en aquellas latitudes, realizando sus levantamientos hidrográficos, rectificándose los anteriores por no ser del todo correctos; para mejor llevar a buen término el trabajo embarcaron expertos en hidrografía entre ellos, el alférez de navío don Pedro Tomás de Mesa, contribuyendo a mejorar la seguridad de los buques por ser datos actualizados y más fiables, regresando a la bahía de Cádiz el 3 de julio de 1786.

Zarparon el 1 de septiembre de 1788 al mando del capitán de navío don Antonio de Córdova, enarbolando insignia en el paquebote Santa Eulalia, en conserva del Santa Casilda de su mismo tipo, para realizar la segunda campaña hidrográfica del estrecho de Magallanes, la cual concluida regresaron a la bahía de Cádiz el 15 de junio de 1789. En la Casilda iba el teniente de navío don Miguel Zapiani, un gran experto en astronomía.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Vázquez López

Posted By on 12 de febrero de 2021

Sólo sabemos era un remolcador, perteneciente a la Junta de Obras del Puerto de Huelva, el cual por decisión de su dotación, al producirse el alzamiento, se hizo a la mar el 28 de Julio de 1936 con rumbo a Casablanca, transportando una quincena de dirigentes políticos gubernamentales, por verse perdidos por el rápido avance de los sublevados y no teniendo otro medio de escape a su alcance embarcaron para salir huyendo, quedando internado en el puerto dicho durante toda la guerra, siendo recuperado al llegar la paz.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Pruebas comparando tipos de buques 1785-1786.

Posted By on 11 de febrero de 2021

En el verano de 1785 recibió don José de Mazarredo el encargo de realizar por el Mediterráneo un crucero de estudio práctico, comparativo entre la construcción británica y la francesa, para tal efecto se formó una escuadra compuesta por los navíos San Ildefonso, sobre cuyos gálibos había informado en 1783 y la fragata Santa Brígida del tipo británico, y del navío San Juan Nepomuceno y la fragata Santa Casilda del tipo francés. Esta campaña duró un año y no se publicaron desgraciadamente sus resultados.

Solamente se conserva la memoria: «Informe sobre construcción de navíos y fragatas.» quedando patente que los gálibos eran correctos, por haber sido el de mejor comportamiento en las pruebas el San Ildefonso. Al ser bombardeada la plaza de Argel por segundo año consecutivo por la escuadra de don Antonio Barceló, al año siguiente de 1785 la Regencia norteafricana decidió firmar la paz con el reino de España, para ello se le encomendó a don José de Mazarredo realizar el viaje, zarpando con la escuadra que se encontraba en pruebas de comparación de tipos de buques, por estar autorizado para firmar en la capital norteafricana, al terminar el protocolo zarpó fondeando en Cartagena el 23 de agosto de 1786.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Turquía viaje diplomático 1784-1788

Posted By on 10 de febrero de 2021

A principios de 1784 el rey don Carlos III ordenó aprestar en Cartagena una escuadra a las órdenes del brigadier don Gabriel de Aristizábal compuesta por: el navío Triunfante, de 80 cañones, al mando de don Sebastián Ruiz de Apodaca; San Pascual, de 74, al de don Francisco Javier Winthuyssen; la fragata Clotilde de 26, al de don Bartolomé Ribera y Magdalena de 26 de don Juan María de Villavicencio, más el bergantín Infante.

Todo por haberse firmado el 14 de septiembre de 1782 en Constantinopla el primer tratado de amistad y paz entre los dos países; por España, el Plenipotenciario de su Majestad Católica don Juan de Bouligny y por la Sublime Puerta (Turquía), su alteza el Gran visir el Hagi Seid Muhammed Pachá.

Zarpó la división el 24 de abril llevando valiosos regalos de nuestro Rey al Sultán de aquella nación. Viajaron hasta Constantinopla para presentar sus respetos por haberse establecido las relaciones diplomáticas entre ambos países, en esta ocasión tuvo que ponerse a prueba así mismo, al sufrir su navío San Pascual una varada en los arrecifes de la isla Lenuros el 27 de junio, poco antes de atravesar los Dardanelos, donde se dejó un trozo de quilla, por la que hacía mucha agua, para evitar pudiera ser visto por los turcos y pidieran abordar el buque para ayudarle, se acercó aun más a la playa que había adyacente al lugar, donde dio el buque a la banda siendo reparado tan rápido y por sus propios medios que nadie se enteró excepto los españoles de los sucedido. Volviendo a distinguirse ante sus superiores por sus grandes dotes de marinero. La división cumplida su misión regresó el 8 de mayo de 1785, fondeando en el Arsenal de Cartagena.

Aprovechando las buenas relaciones se le ordenó solo a don Juan María de Villavicencio, con su fragata bojear el Adriático y el mar de Grecia, recopilando noticias históricas y situando puntos de la costa, más datos hidrográficos y estadísticas sobre unos puertos y costas por hacer muchos años no eran cruzadas por buques españoles, actualizando con ello cartas de navegación muy importantes siempre.

A su regreso realizó escala en la isla de Malta, donde el buque estuvo en cuarentena por ser de Ley en prevención de importar enfermedades, dando por finalizado el viaje de observación en 1788 cuando fondeó en la bahía de Cádiz.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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V-30 Montedor-Aviz nº 2

Posted By on 9 de febrero de 2021

Construido por Barreras en Vigo. España, 1932.

Desplazamiento: 118 tn. Dimensiones: Eslora, 23’60 por 5’45 de manga y 3’20  metros de calado. Máquina: vapor con 150 C.V. y caldera de 14 kg. Velocidad: máxima 9’5 nudos.

Era un pesquero pedido por un portugués, quien lo nombró Aviz nº 2, pasando a ser comprado por un español, quien lo renombró Montedor, al producirse el alzamiento fue incautado por los gubernamentales, siendo numerado con el de este historial, sólo podemos afirmar pertenecía a la flotilla de Valencia, pero no se tienen más noticias sobre él, ni su final, pero eso sabiendo que, esta información de pertenencia a esta flotilla, comprendía todos los puertos al sur de ella y por el norte hasta el Ebro, por lo que su descripción es un poco errática.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Joaquín Zaraúz y de Santander

Posted By on 8 de febrero de 2021

Capitán de navío.

Vino al mundo en la población de Laredo actual provincia de Cantabria en 1756, siendo sus padres don José Zaraúz y Vélez, y doña Francisca de Santander y García de Cilla. Sentó plaza de guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz el 9 de marzo de 1775. Expediente N.º 1.363.

Al aprobar el examen teórico se le ordenó embarcar pasando a realizar el corso, al regreso de uno de sus cruceros se le notificó su ascenso del 2 de marzo de 1776 a alférez de fragata, continuó en la misma comisión, poco después se le ordenó trasbordar, realizando un tornaviaje tocando en los puertos de Montevideo, doblando el cabo de Hornos arribaron a Valparaíso, prosiguiendo al Callao de donde cargado con caudales regresaron por la misma derrota a la bahía de Cádiz.

Al arribar se le entregó la Real orden del 23 de mayo de 1778 con su ascenso al grado de alférez de navío, zarpando en un viaje con escalas en los puertos de San Juan de Puerto Rico, Habana, Veracruz, Cartagena de Indias, La Guaira y Puerto Cabello, regresando a la bahía de Cádiz, al poco de su llegada se le ordenó trasbordar, izando velas con rumbo de nuevo al mar del Sur, doblando el cabo de Hornos arribando al Callao, de donde regresó a la bahía de Cádiz.

Pasó a formar parte de las fuerzas navales del gran bloqueo de Gibraltar, tomando parte en el bombardeo de las baterías flotantes el 13 de septiembre de 1782, y el siguiente 20 de octubre en el combate del cabo Espartel contra la escuadra del almirante británico Howe. Por Real orden del 21 de diciembre seguido fue ascendido al grado de teniente de fragata, recibiendo la orden de embarcar en comisión de corso por aguas del océano.

Participó en las dos expediciones al mando del general don Antonio Barceló contra Argel en los años 1783 y 1784, por Real orden del 15 de noviembre de 1784 fue ascendido al grado de teniente de navío, al año siguiente embarcado en el navío Triunfante realizó un viaje a la isla de Malta con caudales, a su regreso la orden de Malta regaló al Rey de España las galeras San Luis y Concepción, pasando a ésta última como comandante regresó a Cartagena, zarpando para cruzar sobre los cabos de Gata y San Antonio para regresar a su puerto base y quedar los buques desarmados, siendo destinado en el propio arsenal, continuando a las órdenes de don Federico Gravina en comisiones de corso contra las regencias norteafricanas.

En 1793 zarpó en la escuadra de don Juan de Lángara en unión de la británica del almirante Hood tomando el arsenal de Tolón, hasta producirse el contraataque de los convencionales obligándoles a abandonar la plaza, pasando posteriormente a la defensa de Rosas atacada por las mismas fuerzas, hasta ser desalojadas, pasando a Génova en comisión con la fragata Casilda.

Por Real orden del 27 de agosto de 1796 fue ascendido al grado de capitán de fragata, siendo nombrado sucesivamente segundo comandante de los navíos Santa Ana, Príncipe, San Hermenegildo y San Fernando, más tarde se le otorgó el mando de la fragata Diana pasando a formar parte de la división de don Manuel Emparán, zarpando de transporte para trasladar al regimiento de guardias Walonas a Surinan, fondeando de regreso en Ferrol en julio de 1799, siendo comisionado a Santander, Santoña y otros puertos cantábricos, al concluir regresó a Ferrol donde se le dio la orden de desembarcar por pasar a desarme el buque.

A pesar de su grado se le otorgó el mando del navío San Fulgencio, hallándose en Ferrol cuando el 25 de agosto de 1800 fue atacada por una expedición británica, con la intención de dar al fuego los buques allí fondeados, la rápida reacción de las misma dotaciones opusieron tal resistencia que les obligaron a reembarcar rápidamente, fue así por abandonar toda la artillería en la misma playa de Domiños, habiendo desaparecido de la vista el 27 siguiente.

A finales de 1801 se le otorgó el mando de la urca Ferroleña, zarpando el 9 de febrero de 1802 con rumbo al puerto Soledad en las islas Malvinas, donde se preparó el buque para doblar el cabo de Hornos, arribando a Talcahuano para entregar los pliegos en el Callao, cumplida la comisión zarpó con rumbo a las islas Marianas, después de aprovisionarse continuó hasta fondear en Manila, a su llegada habiendo dado la vuelta al mundo, le entregaron la Real orden del 5 de octubre de 1802 con su ascenso al grado de capitán de navío.

Zarpó con rumbo a China tocando en varios puertos, encontrándose en Cantón se puso enfermo, a pesar de no estar recuperado se hizo a la vela fondeando el 26 de febrero de 1804 en Manila, embarcando de transporte en la nao Magallanes zarpó con rumbo a Acapulco, cruzó todo el continente americano por el virreinato de Nueva España hasta llegar a Veracruz, donde tomó el mando de la goleta Hermógenes, arribando a la bahía de Cádiz, esta vez volvió a dar la vuelta al mundo pero ganando un día.

Por Real orden del 27 de diciembre de 1806 fue nombrado Mayor General del Departamento de Ferrol, permaneciendo en su puesto hasta producirse la invasión napoleónica de la plaza en 1809, logró esquivar las patrullas enemigas presentándose en Cádiz.

En 1810 se le dio el mando de una expedición con la orden de transportar la del general Renobales al Cantábrico, formada por la fragata Magdalena, de 38 cañones, uniéndose en conserva con el bergantín Palomo, de 18 y otros buques menores, eran tiempos difíciles y las fuerzas navales de España estaban en mínimos otra vez, se hizo a la mar desde ésta bahía con la misión de proteger a un pequeño convoy transportando unidades del ejército con destino a la costa cantábrica, por ello realizaron escala en el Arsenal de Ferrol, para descanso de las tripulaciones y de la tropa.

Aquí comienza una de esas jugadas del destino que como a tal escapa del conocimiento, por ser a veces favorable y otras por desgracia un total y dramático desastre. En su travesía fueron entrando en varios puertos y bahías, hasta arribar a la ría de Vivero donde se dejaron caer las anclas de todos los buques, era el 1 de noviembre de 1810, el mismo día se desató un duro temporal, por sus efectos todos los buques se fueron a pique, perdiéndose la expedición del general Renobales.

Pasadas unas horas comenzó a amainar la fuerza de los vientos y con ellos la mar, permitiendo se diera comienzo a la humanitaria operación de ir rescatando a los pocos supervivientes y recuperar los cuerpos de los desafortunados fallecidos, entre otros hallaron el cuerpo de don Blas unido en un abrazo final al de su hijo el guardiamarina don Blas a bordo de la Magdalena; sucediendo esto el 2, ¡el destino es incontrolable; en este caso, dramático para una familia y para España! falleciendo también el jefe de la expedición don Joaquín Zaraúz.

Al ser conocido este trágico accidente reaccionó la Junta Central, Gobierno provisional de España en aquellos críticos años, en que una vida tenía muy poco valor, pero este hecho sobrepasaba la obediencia debida a su profesión, por ello rápidamente se promulgó una Real orden, prohibiendo a partir de ese momento que en el mismo buque no podrían ir embarcados más de una persona en primer grado de consanguineidad, tratando así de evitar tan luctuosos desastres familiares.

En palabras del Comandante General del Departamento general don Salvador María Chacón y Sánchez de Soto: «¡Qué días de juicio antes de ayer, ayer y hoy se han representado en este pueblo! No se oye otra cosa por las calles y casas que lamentos, lloros y sollozos de la multitud de familias que han quedado huérfanas y desconsoladas.»

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Fernández Duro, Cesáreo.: Naufragios de la Armada Española. Establecimiento tipográfico de Estrada, Díaz y López. Madrid, 1867.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Terrón Ponce. José L.: El Gran Ataque a Gibraltar de 1782 (Análisis militar, político y diplomático). Ministerio de Defensa. Madrid, 2000. Premio Ejército 1999.

Válgoma y Finestrat, Dalmiro de la. Barón de Válgoma.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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Malta regalo de dos galeras 1784-1787

Posted By on 8 de febrero de 2021

A primeros de diciembre la escuadra al mando de don Gabriel de Aristizábal entró en Malta proveniente de Constantinopla, allí le fueron entregadas dos galeras como regalo de la Orden al Rey de España, las bautizaron San Luis y Concepción, entregando el mando de la primera al capitán de fragata don Juan José Martínez, la segunda al teniente de navío don Joaquín Zaraúz, quedando incorporado a esta pequeña división el bergantín Infante, al mando del teniente de navío don Juan María de Villavicencio.

A su llegada a Cartagena el 8 de mayo de 1785 fueron abastecidas, saliendo en comisión de corso sobre las regencias norteafricanas, permanecieron cruzando entre los cabos de Gata y San Antonio, un mes más tarde regresaron a su base, al poco de llegar fueron dadas de baja y sus comandantes quedaron desembarcados. No en balde desde 1748 había sido dado de baja el cuerpo de galeras.

Una noticia del 5 de junio de 1787 nos dice: «…se le otorgó el mando de dos galeras al capitán de navío don Antonio Montero y Rato, realizando con ellas en el Mediterráneo el corso contra los berberiscos, al terminar esta comisión regresó a Cartagena el 6 de noviembre seguido, esta fue la última vez que se utilizaron las galeras en cometidos de guerra». Terminando así más de dos milenios de preponderancia de este tipo de naves en sus diferentes versiones en el Mare Nostrum.

La noticia nos lleva a pensar que no fueron la iníciales desguazadas y de ahí utilizarlas en esta ocasión de nuevo, no volviendo a tener noticias sobre ellas.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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San Pedro Alcántara causas de su pérdida 1786.

Posted By on 6 de febrero de 2021

El brigadier don Manuel Eguía al mando del navío San Pedro Alcántara, zarpa en septiembre de 1784 del Callao, cargado con los caudales por importe de siete millones seiscientos un mil novecientos sesenta pesos, a los pocos días le sorprendieron unas calmas, las cuales se prolongaron tanto que se desató una epidemia de viruela, un tiempo después una vía de agua, obligándole a regresar de arribada al puerto de salida a reparar, al terminar la revisión del casco, se le añadió más carga, como cobre, cajones de cascarilla, semillas de pinos de Chile, zurrones de cacao, lana de Viaña, de bálsamos y otras especies, iban de transporte doce jefes y oficiales del ejército, ocho particulares y once mujeres.

Volvió a dar la vela el 30 de marzo de 1785 con rumbo a la península, después de doblar con gran dificultad el cabo de Hornos se vio forzado a hacer escala en Río de Janeiro para reparar de nuevo averías, de aquí zarparon y el 23 de enero de 1786 reconocieron la isla de Santa María en las Terceras, al poco comenzaron unos días oscuros con chubascos y vientos, elevándose grandes olas impidiendo situarse, el 2 de febrero siguiente se divisó tierra, el piloto subió a la cofa y dijo eran las islas Berlingas, basándose en ello puso rumbo al S.S.O., 5º con poco trapo, al anochecer sobre las diez y media, envueltos en otro chubasco los vigías gritaron «¡Tierra por la proa!», pero no hubo tiempo para reaccionar y el golpe fue tremendo, yéndose el buque al fondo.

No se tienen datos precisos, porque los oficiales todos recibieron el golpe con tan mala fortuna que perdieron el conocimiento, por ello nada se ha escrito sobre ello, sólo la toldilla quedo a flor de agua, donde se refugiaron trescientas personas, donde permanecieron hasta el amanecer, momento en que fueron vistos por los pobladores de Peniche (Portugal), pues estaban muy cerca de la costa, los cuales con sus barcas se acercaron para ayudarles, salvando a los que quedaban, siendo doscientos noventa y uno, de los cuatrocientos cuarenta y dos que viajaban en total en el buque; aunque la mayoría se ahogaron pensando que la distancia a cubrir era poca y se lanzaron a nadar con rumbo a la playa, pero al parecer la mala noche anterior les provocó una falta de fuerzas y por ello fueron despareciendo de la superficie, al llegar a tierra se comunicó a las autoridades españolas el desastre, pasándose aviso a Cádiz, Ferrol y Vigo para acudir al rescate.

Don Francisco Javier Muñoz zarpó de Cádiz con las fragatas Asunción y Colón más varias lanchas, con la orden de ser el responsable de todo lo que ocurriera en Peniche. La operación se dio por terminada el 19 de junio seguido, cuando los buzos llevados de Cádiz, habían recuperado siete millones doscientos ochenta y seis mil cuatrocientos setenta y dos pesos de oro y plata, más seis mil seiscientas veinticinco barras de cobre y otros objetos, pero a pesar de la orden de regreso, Muñoz continuó en el lugar y en agosto rescató sesenta y dos cañones, solo se dio por satisfecho al comprobar que el resto, trescientos quince mil cuatrocientos ochenta y ocho pesos, así como cuatrocientas veintitrés barras de cobre eran imposibles de recuperar, quedando abandonándolas en la zona.

Hubieron regalos de todas partes y para todos incluidas las viudas, pero Muñoz se negó a recibir nada, aceptando solo por parte del Comercio de Cádiz, al que correspondía el registro del buque, el pago exacto del esfuerzo realizado por los buzos y lo que él había pagado de su peculio personal para empezar el rescate.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Fernández Duro, Cesáreo.: Naufragios de la Armada Española. Establecimiento tipográfico de Estrada, Díaz y López. Madrid, 1867.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Guerra Civil sinopsis 1936-1939.

Posted By on 6 de febrero de 2021

A lo largo de todos estos historiales de buques mercantes armados, en algunos de ellos por ser los más importantes, se menciona al Generalísimo, Jefe del Estado Mayor de la Marina y «Terminus»: el primero todos sabemos quién era, el segundo, era el vicealmirante Excmo. Sr. D. Juan Cervera Valderrama, quien ya estaba en la reserva al comenzar el alzamiento, siendo requerido por el primero para ejercer el cargo mencionado, pero siempre (salvo raras excepciones) estuvo en su cuartel general en Burgos; la tercera denominación, es a causa de que el primero siempre quiso estar cerca del frente, para ello se compraron seis (hay quien dice siete) auto-caravanas de la marca Ford, como a tal vehículo disponía de un pequeño lavabo, una cama y en su caso se habilito una mesa, todo para evitar ser bombardeado o simplemente ametrallado, si era localizado por el enemigo, para evitarlo siempre tres de ellos estaban cerca uno del otro, entre 5 y 10 kilómetros, el resto o bien revisando o bien dispuestos en otro frente a donde se desplazaba en un vehículo normal, y su nombre en clave era el denominado. En ningún caso se utiliza como peyorativo, porque la verdad en que no se sabía dónde estaba en ningún momento, por ello nos referimos a él, como «Terminus» y como se verá en un historial, tenía sus razones, más que comprobadas para actuar como lo hacía.

La Junta de Defensa Nacional, formada por el Presidente: General de División D. Miguel Cabanellas Ferrer, por ser el más antiguo; vocales: General de División D. Andrés Saliquet Zumeta; Generales de Brigada: D. Luis Miguel Limia Ponte y Manso de Zúñiga VIII Marqués de Bóveda de Limia, D. Emilio Mola Vidal (jefe del Ejército del Norte) y D. Fidel Dávila Arrondo; Capitán de Navío D. Francisco Moreno Fernández; Coroneles de Estado Mayor, D. Federico Montaner Canet y D. Fernando Moreno Calderón, quienes deciden nombrar Jefe de la Flota nacional al capitán de navío ya nombrado, con fecha del 30 de julio de 1936. El general de división D. Francisco Franco Bahamonde, se incorporó a la Junta el 3 de agosto, el general de división en la reserva D. Germán Gil Yuste, lo hizo el 18 de agosto y por último el general de división D. Gonzalo Queipo de Llano y Orgaz, el 19 de septiembre.

A su vez aclarar que incluso en libros, se menciona a D. Francisco Moreno, como integrante y secretario de esta Junta reunida en Salamanca el 21, pero se tomó la decisión entre el 29 y 30 de septiembre, siendo partícipe de la elevación como Generalísimo y Jefe de Estado de D. Francisco Franco Bahamonde, lo que fue efectivo el 1 de octubre, resultando no ser cierto, pues es bien comprobable que estos días, al mando de los cruceros Canarias y Almirante Cervera, se encontraba en el Estrecho, donde el 29 a las 06:40 daba la orden de abrir fuego, sobre el destructor republicano Almirante Ferrándiz, siendo hundido, pasando de inmediato a embarcar en Ceuta ambos buques, tropas del Protectorado a Algeciras, resultan físicamente imposible estar en dos sitios a la vez, al menos de momento no se ha conseguido; de hecho quien sí estaba era el coronel de Estado Mayor D. Fernando Moreno Calderón, quedando demostrado que ambos empezaban su nombre por F y su primer apellido era curiosamente el mismo, de ahí la confusión. Pero queda aclarado que a pesar de ser parte de esa Junta, no participo en absoluto en las decisiones del nombramiento.

La escasez de buques en la zona sublevaba y la falta de medios para poder construir muchos más buques, llevo al Estado Mayor de la Armada a tomar la decisión de armar buques mercantes, para así asegurar las comunicaciones marítimas propias, como interceptar lo máximo posible a los de la República, porque de ser así la guerra duraría menos tiempo, ahorrando vidas y endeudamiento, pero la gran diferencia de estos, consistía en tener menor velocidad (a veces la mitad de un buque de guerra) y su fragilidad ante un combate naval era evidente, por ello siempre navegaban por rutas poco usadas, y entraban en las normales al saber o ser requeridos para interceptar al enemigo, lo que dice mucho del poder de las comunicaciones, tardando algún tiempo en ser posible, pues algunos buques ni siquiera llevaba los medios normales para realizarlas. Decir que al menos entre profesionales los buques se dividieron en dos denominaciones, una Cruceros Auxiliares y otra Mercantes Armados, la diferencia era notable, los primeros llevaban como artillería principal cañones de 152’4 m/m y una pequeña instalación y medios, para una dirección de tiro centralizada, (normalmente de las reservas de los destructores) por el contrario los segundos, su mayor calibre era de 120 m/m y no contaban con dirección de tiro centralizada, por ello cada pieza efectuaba el tiro por sus propios medios, algo muy diferente a los primeros, y de ahí su diferenciación al escribir sobre ellos.

Basándose en el Derecho Marítimo Internacional, en uno de sus artículos ampara a los buques mercantes armados, así enmascarados para poder actuar en defensa de sus intereses, pero cumpliendo las normas legales, las cuales dicen: «Deben primero estar registrados como a tales buques de la Armada del país de origen; su comandante sea un oficial patentado de su Armada; la obligación de largar su pabellón antes del ataque y el gallardete de su Comandante, y limitar su acción de acuerdo a las Leyes de la guerra». Ante esto «Terminus» decidió hacer algo para al menos entorpecer ese libre tránsito en el Canal de la Mancha y Mar del Norte, sin olvidar todo el Mediterráneo, desde el Bósforo, al estrecho de Gibraltar.

Los relacionamos a continuación por parte de los sublevados y los pocos que armó la República, con un pequeño historial de su trayectoria durante el conflicto. Aunque en algunos ampliaremos la información, por disponer de ella, pero prácticamente en los sublevados, dado que los gubernamentales al no llevar oficiales de la Armada en su mayoría, en ninguno de ellos se llevó el oficial Cuaderno de Bitácora, lo que impide no tener datos concretos al respecto y en el mejor de los casos se supo de su existencia, por encontrarlos armados y bien hundidos, o bien atracados en los diferentes puertos.

El entonces capitán de navío de la marina de la URSS, en esta época era el Jefe del Estado Mayor de la marina de la República, quien llegó a ser el Almirante Nicolai G. Kuznetsov, verdadero impulso y creador más tarde del poder naval de su país, quien comunicaba a su gobierno diciendo: «A finales de 1937 la correlación de fuerzas había cambiado muy desfavorablemente para la República española, hasta el extremo de hacerse imposible utilizar las comunicaciones por el Mediterráneo. Hubo necesidad de recurrir al camino que llegaba desde el Báltico hasta los puertos franceses de El Havre y Cherburgo y, de allí, por ferrocarril, a través de Francia» Una aclaración de la efectividad de los  nacionales, y pone de manifiestola inferioridad de los gubernamentales, por la falta consabida de oficiales profesionales a bordo.

El Gobierno de Madrid y a lo largo de la guerra, no pudo prestar mucha atención a su marina, por ello no intento aumentar sus problemas con fuerzas auxiliares, todo debido a que la mayor parte de los mandos, fueron asesinados en diferentes puertos, aunque los más conocidos son los de Cartagena, Bilbao y Málaga, esto provocó una gran falta de oficiales preparados para esta singular misión, pero transcurrido un tiempo, se dio cuenta necesitaba de estos buques, para proteger su tráfico marítimo, de ahí las pocas noticias que se tienen, y muy posiblemente algunas no sean ciertas y otras, han pasado al cajón del olvido, por ello no se da alguna noticia o dato concretos, por lo que pueden perfectamente no ser ciertas, por lo mencionado, tanto por exceso como por defecto. Todo causado porque no han quedado escritos que se puedan contrastar, porque la mayoría de todos ellos no llevaban consabido Cuaderno de Bitácora, por órdenes directas del Jefe del Comité Revolucionario a Bordo, por considerar que todo lo que se hacía era secreto y en algunos casos conocidos, los documentos fueron destruidos o bien han desaparecido, esta es la causa por la que sólo si había enfrentamiento o captura con otro nacional, siendo la causa de haber llegado hasta nosotros algo de información fiable.

Como se relata, en los casos de enfrentamiento entre la Royal Navy y los buques nacionales en la campaña naval del Cantábrico, al concluir ésta el 21 de octubre de 1937, la política cambio radicalmente, no en balde el 11 de octubre anterior, al tener conocimiento del imparable avance de las tropas nacionales, Londres envió a Salamanca a Sir Robert Rodesn, como representante diplomático, pero sin ser embajador, por su parte el Generalísimo, a su vez nombró a D. Jacobo Fritz-James Stuard y Falcó, Portocarrero y Osorio, XVII Duque de Alba de Tormes y X de Berwick, más otros muchos títulos, pero el último pertenece a uno de los 20 duques del Reino Unido, con ello y de hecho, unos días antes del alzamiento todo su patrimonio de libros, arte y obras de todo tipo, fueron embaladas y trasladas a la embajada británica en Madrid, con la sola distinción de dos letras: D. B. así pudo salvar una gran parte de la historia de España, pero a su vez se trasladó con su familia a la isla. Por ser duque del Reino Unido, tenía un lugar especial (como todos ellos) en la Cámara de Diputados británica, por ello estaba casi al día de todo lo que sucedía en España, trasladando las informaciones a Burgos y después Salamanca, por lo que en realidad aunque no estaba nombrado, era persona de confianza y conocimientos apropiados para ejercer su nuevo cargo, aunque como se dice ya lo venía haciendo aunque no podía demostrarlo, pero a su vez tampoco se le podía tocar en Albión, gustase su presencia o no, y como colofón, le unía ser primo del Sir Winston Leonard Spencer Churchill, con el que tuvo algún que otro enfrentamiento-conversación.

A su vez, lo ya relatado en alguno de los historiales de buques, somos conocedores de los múltiples encontronazos con los HMS, pero hubo uno que estuvo a punto de causar verdaderos problemas a los nacionales, porque los destructores en poder de los gubernamentales, eran iguales a los de los tipos Douglas y Stuart, y otras series sumando en total más de 45 unidades, de ahí que hasta no estar muy cerca, era imposible saber quién era quién, a ello termino por sumarse el problema por la presencia en el Cantábrico de los Ciscar y José Luis Díez, prácticamente la diferencia más notable consistía, en que el segundo palo de los británicos era más largo que el de los españoles, causando a veces ser ahorquillado por el Almirante Cervera algunos de ellos, (hubo ocasión de la existencia de hasta 8 unidades HMS, en estas aguas) e inmediatamente se presentaba el acorazado de rigor a pedir explicaciones. En uno de los casos (no se ha mencionado en el buque que ocurrió) el comandante nacional, le espetó al contralmirante británico: «Si en vez de traer estos trastos aquí, Uds, cambiaran, porque pueden, por los de otro tipo, estos problemas no se producirían» la cosa no fue a más, pero estuvo cerca, a pesar de todo, ellos no cambiaron un ápice su comportamiento, sólo como se dice arriba, al ver que podían perder el flujo de llegada de mineral de hierro a su isla, cambiaron como siempre a su conveniencia, pero en este caso, también se beneficiaba España, pues en realidad fueron las primeras divisas que entraban en el país y a su vez a la minería norteña le vino muy bien, ya que prácticamente todos siguieron trabajando, no es poco cuando aún quedaban por delante casi dos años de guerra, poder llevar un sueldo a casa.

Aunque no es naval, la noticia en sí dice mucho del interés de Gran Bretaña, cuando las cosas se le están escapando de sus manos: fue el propio ministro de Asuntos Exteriores británico Mr. Eden, quien movió ficha, llamando a las potencias europeas, para intentar llegar a un acuerdo, para que ambas partes en conflicto retiraran los efectivos extranjeros, siendo aceptada por todos los países el 3 de noviembre de 1936, a su vez se produjo un acercamiento entre Reino Unido e Italia, facilitando el statu quo asegurando con ello la paz en el Mediterráneo, el mando nacional ya concluido el frente del Norte, la ayuda italiana no le era necesaria, mientras que el gobierno de Valencia también podía prescindir de la Brigadas Internacionales, pues en esos momentos comenzó a quedar organizado el Ejército Popular de la República, por ello Salamanca firmó a finales de noviembre y Valencia a mediados de diciembre, todo era con referencia a las tropas de tierra, no a las de mar.

Como punto final a la campaña naval del Norte, el presidente de la II República durante toda la guerra, D. Manuel Azaña Díaz, en sus Obras Completas escribe: «Llevo un año a la cabecera del enfermo, observándole día y noche. Creo conocer su mal. En el orden militar, aunque se ha progresado mucho en organización y disciplina, subsisten defectos de casi imposible remedio. En cuanto a los aprovisionamientos, dependemos casi en absoluto de las importaciones. Ninguna guerra se puede ganar en la Península si no se domina el mar, sobre todo estando cerrada o siendo hostil la frontera francesa. Desgraciadamente, nosotros perdimos el domino del mar, gracias a la situación de la Escuadra. Bastará que aprieten un poco el bloqueo para que nos priven de materiales, indispensables, como la gasolina. Por este lado vivimos en precario.» Un reconocimiento total al poder naval cuando se está en guerra, algo que incluso costó admitir en el bando vencedor y tras muchos años no se logró sacar la cabeza debajo del agua.

Para refuerzo de los cruceros auxiliares se había pedido al gobierno de Italia, les facilitara un puerto donde repostar los buques, por ello el 20 de julio de 1937 comunica el agregado naval en Roma, el capitán de fragata D. Arturo Génova Torruella, quien estaba al mando de toda la vigilancia en su zona, al Almirante Jefe de la Flota que, el gobierno italiano habían autorizado su vieja proposición, no siendo otra que, poseer una base en isla de Favignana, al E. de Sicilia, donde se trasladó como apoyo el transporte Mina Piqueras, para servir como pontón con todo tipo de personal, combustible e incluso munición, lo que permitía enviar a ella los buques que lo necesitaran, para su abastecimiento y si era posible algún descanso de las dotaciones, por ello a partir de este momento, fueron asignados los mercantes armados, Antonio Lázaro, Vicente Puchol, Mallorca y Rey Jaime I, facilitando así converger con rapidez a vigilar el estrecho que, la isla de Pantelaria produce, por su parte Norte y Sur, al encontrase en la boca entre el SO., de Sicilia, en el cabo de Granitola y el cabo Bon en Túnez. El puerto de embarque en Italia fue siempre, salvo raras excepciones el de Cagliari, donde a su vez se cedió a los nacionales unos almacenes y un depósito de combustible con capacidad para 15.000 tn.

Un logro más del Almirante, quien en realidad aún llevaba su galones de capitán de navío, algo fuera de toda lógica, pues a pesar de ser pocos, en los sublevados habían varios Vicealmirante y Contraalmirantes, pero queda demostrado con esto, todo su gran trabajo durante la guerra, que sin duda ninguna era el mejor y no le iba mucho a la zaga, del que estaba al mando de la guerra, el Generalísimo, además entre otras cosas ya se conocían, pues cuando estuvo al mando de patrullero Larache, con ocasión del desembarco de Alhucemas, lo transportó cediéndole su cámara para que descansara, hasta dejarlo entre sus compañeros, pero ni con esas se le ascendió como merecía, de hecho y por reglamento fue ascendido a contralmirante el 29 de julio de 1937, eso sí, ya estaba estampillado con este grado, desde que fue nombrado Almirante de la Flota y Jefe del Bloqueo de todas las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire del Mediterráneo. Lo que más llama la atención es que, entre sus superiores había en el Cuerpo General, 4 Vicealmirantes, 4 Contralmirantes y 11 Capitanes de Navío por delante de él en el escalafón, pero el Generalísimo decidió fuera él y no otro (los números que se dan son los vivos, otros como sabemos no lo estaban). Por nuestra parte sólo añadir que, el título en sí merece un marco.

En el caso de la guerra naval en el Mediterráneo, se vino a solucionar un problema, éste eran las falsas alarmar de salida de buques con carga militar del puerto de Odessa, lo que inmediatamente era comunicado al Jefe del Estado Mayor de la Armada, y éste al Almirante Jefe de las fuerzas de bloqueo, causando con ello la movilización de buques para su interceptación, pero al mismo tiempo se dejaba sin vigilancia de los sublevados, las costas francesas y españolas del mismo mar, lo que producía un gran desgaste innecesario de los buques y facilidad para conseguir sus objetivos, ante esto el Almirante de la Flota nacional, propuso al Jefe del Estado Mayor, enviar a algún marino que vigilara el paso del Bósforo, para así confirmar las informaciones, lo que fue aceptado por «Terminus» el 5 de agosto de 1937, siendo nombrado para ello el capitán de corbeta D. Manuel Espinosa Rodríguez, quien había salido de una enfermedad, causada por una afección hepática, sumada a una crisis por cansancio a lo largo de la campaña naval, por ello días después fue transportado en un avión de la compañía Ala Litoria italiana, llegando a Génova, donde le recibió el agregado naval de la Embajada de España en Roma el capitán de fragata D. Arturo Génova Torruella, a su vez le acompañó al Ministerio de Marina de Italia, donde se pudieron concretar datos y formas.

El problema consistía en que el pasaporte de los oficiales, sólo era reconocido por Alemania e Italia, a su vez coincidió que Espinosa en 1931 había estado embarcado en buques de la Marina Alemana, por ello conoció al entonces capitán de fragata Wilhelm Canaris, quien era a su vez el jefe del Estado Mayor del Arsenal de Wihelmshaven, aparte de conocer a otros muchos oficiales, por ello no dudaron en ponerse en contacto con el ahora, Almirante jefe de los Servicios Secretos de la Defensa de Alemania (Abwehr), todo ello como es obvio mejoró las relaciones, facilitando la instalación de los servicios secretos españoles en la zona, de hecho visitó Turquía, Rumanía y Grecia (todo con un pasaporte entregado por el Almirante alemán), fue trasladado Espinosa a Sofía y Estambul, lo que pudo realizar por ostentar el cargo de Agregado Naval adjunto de la España nacional en Roma, en ésta última capital comenzó la organización de los servicios, para evitar delatarse, sus mensajes en clave eran trasmitidos al agregado naval en Roma, y éste los hacía llegar a Salamanca y Palma, fue un alivio para el Almirante Jefe de la Flota nacional, pues ahora tendría información de primera mano y fiable. Añadir que, Espinosa permaneció en esta comisión hasta diciembre de 1937, por recibir la orden de trasladarse a Roma, donde permaneció hasta octubre de 1938, pasando como Agregado Naval a Berlín, desde aquí logro incluso impedir la salida de mercantes con armas, quedando estos en puerto del norte de Europa hasta finalizar el conflicto.

Algo que se incorporó a estos buques fueron las tablas de la artillería naval, estas estaban en vigor desde que el teniente de navío D. Jaime Janer Robinson, las puso en práctica demostrando su valía en 1912, siendo publicadas en 1914, por ello pidió a sus jefes la construcción de un edificio donde impartir sus clases, creando la Escuela Naval de Tiro Janer, por su experiencia fue nombrado director de tiro del acorazado España, como es lógico aplico su sistema y muy pronto se dio por bueno por toda la armada, publicó «Balística Exterior, Telemetría y Tiro Naval», en 1920 y «Estereofotogrametría y su aplicación a la calibración de la artillería» en 1923, las cuales por su gran interés fueron la base de la nueva Escuela.

Para no extendernos en el tema la aplicación consistía en: abrir fuego en dos salvas seguidas, desfasadas en deriva en una corrección llamada “K”, consistiendo, en medir aproximadamente en el ángulo, en milésimas, subtendido por la eslora del buque enemigo, a partir de aquí venían las correcciones, si la primera salva caía a la izquierda (daba igual que el buque enemigo fuera al mismo rumbo o al contrario) salva (“K” izquierda) y la segunda a derecha (“K” derecha), el director de tiro por las tablas, calculaba el tiro en deriva, para ello debía deshacer las “K”, una vez hecho se daba la orden de abrir fuego, y casi siempre el buque quedaba centrado en deriva, una vez conseguido esto, el director de tiro ordenaba por salvas sucesivas para alcanzar el blanco, para ello estaban las tablas de distancia, que eran notificadas por los cabos de artillería al director, y en pocos disparos ahorquillar el buque enemigo, con el dicho «periodo de centrado», momento en el que daba la orden de efectuar «fuego rápido» o «periodo de eficacia», logrando siempre hacer algún blanco, de aquí se pasaba a ir corrigiendo las distintas torres, para que todo el fuego fuera certero. Este sistema se aplicaba igualmente en los cruceros auxiliares y mercantes armados, por llevar en cada pieza una dirección de tiro portátil, la cual era manejada por un experto artillero, de ahí la cantidad de tiros a las proas de los mercantes para que estos se vieran obligados a parar, las cuales se relatan en los varios episodios de este trabajo, en cada uno de los buques.

Por decreto nº 381 del 11 de octubre de 1937, se estampillaba al contralmirante Excmo. Sr. D. Francisco Moreno Fernández, como vicealmirante, (aquí habría que explicar que, a pesar de ser sublevados, se respetaron los grados de la II República, la cual rebajo las graduaciones, desapareciendo los grados de Capitán General y Teniente General, como Capitán General y Almirante en la Armada, por ello quedaba como máximo, el de General de División y Vicealmirante. Además está la confusión lógica, de que tanto el General de División como el de Brigada, se distinguían sólo por el color de la estrella de cuatro puntas, en el primer caso era dorada, y el segundo plateada, por ello en fotos de la época, no se puede apreciar la diferencia por no existir el color en ellas, no se restablecieron los rangos superiores, hasta mediados de 1939).

Por Decreto del 10 de octubre de 1937, se creaba el mando de las Fuerzas de Bloqueo, ambos decretos publicados en el B.O.E. nº 256 del 11 de octubre de 1937, y decía así:

«Nombro Jefe de las operaciones del Bloqueo en el Mediterráneo con mando de la Flota y buques sueltos y de todas las fuerzas aéreas y terrestres afectas a aquel servicio al contralmirante de la Armada Excmo. Sr. D. Francisco Moreno Fernández, habilitado de vicealmirante, quien establecerá su Cuartel General en Palma de Mallorca.

Dado en Burgos a diez de octubre de mil novecientos treinta y siete. Segundo Año Triunfal.

Francisco Franco.»

Las fuerzas navales estaban compuestas a finales de 1937 por:

División de cruceros al mando del contralmirante Excmo. Sr. D. Manuel Vierna Belando, con los buques, Baleares, Canarias y Almirante Cervera. El Baleares insignia de la división. El Canarias era el insignia del Almirante de la Flota, más tarde por la necesidad de buques, la enarboló indistintamente en los cruceros auxiliares Mar Cantábrico, o Mar Negro; pero esto no lo sabían los gubernamentales y por ello fue hundido el Baleares, creyendo era su gran enemigo, el Canarias, al lanzar los torpedos al cabeza de línea.

Destructores: Velasco, Velasco Melilla y Velasco Ceuta. Más tarde se incrementó con los: Huesca y Teruel, al mando todos ellos del capitán de fragata D. Francisco Regalado Rodríguez.

Cañoneros: Dato y Cánovas del Castillo. Más tarde se incorporarían los Calvo Sotelo y Canalejas.

Minadores: Júpiter, Vulcano y Marte, pero todos ellos también mucho más tarde.

Flotilla de lanchas torpederas al mando del capitán de corbeta D. Pedro Pérez de Guzmán, con las Requeté, Badajoz y Oviedo.

Submarinos: General Mola-Torriceli, General Sanjurjo-Archimede, General Mola II-Galileo, General Sanjurjo II-Ferraris, Aguilar Tablada-Onice y González López-Iride. Todos eran italianos, los últimos cuatro participaban en algunas operaciones como ayuda, pero siempre por orden del Almirante Jefe de Estado Mayor, llevando obligatoriamente a bordo un oficial español, como Comandante Adjunto, porque al principio hubieron problemas por ser visto y los mismos a quienes ayudaban, al no saber de su presencia en algún momento pudo ocurrir un desastre. Los nombres separados por un guion, son los que tenían en la escuadra italiana y los dos primeros fueron comprados por los nacionales, siendo más pequeños los dos siguientes, que también se intentaron comprar, pero la marina italiana se negó en redondo.

Cruceros auxiliares: Mar Cantábrico.

Mercantes armados: Antonio Lázaro, Ciudad de Alicante, Mallorca, Malaspina, Rey Jaime I y Vicente Puchol.

Bous: Ciudad de Alcudia, Ciudadela, Juan Mary, Juan Miguel, Pedro I y Santa Urbana.

Más otros muchos buques, como dragaminas, petroleros y motoveleros como avisos, aunque a su vez los primeros al recuperar alguna ciudad con mar, su primera misión era precisamente limpiar de minas los accesos.

A su vez el Almirante ordenó se diera protección a la base de Palma, porque como puerto abierto debía ser protegido, para ello se instalaron cinco piezas de 150 m/m González Rueda, dieciséis del mismo calibre Munáiz y cuatro obuses de 240 m/m en Regana y otros cuatro iguales en Cala Figueras, la falta de artillería DCA era total, por ello se instalaron cuatro piezas Vickers de 76’2/45 m/m y los italianos quedaron en traer otras cuatro Ansaldo de 105/45 m/m, con esto quedo conforme por ser muy apropiado.

Un dato comparativo: Según fuentes, en julio se transportaron por vía aérea desde África a la Península, 800 hombres en 102 vuelos, en agosto 6.445 en 359 viajes y en septiembre, 5.455 en 324 vuelos, sumando nos da 12.700 efectivos por vía aérea en 785 vuelos (hay diferencias entre las diversas fuentes, Martínez Bande, dice: 11.998, Kindelán: 13.952 y Gomá: 13.962). Mientras que por vía marítima, sólo el Convoy de la Victoria el 5 de agosto, transporto 1.630 efectivos en un viaje, quedando demostrado para la época, que la vía marítima era todavía la más importante, pues hasta el mencionado 5 de agosto, por vía aérea (800 en julio y 830 en agosto, hasta el 5) se había trasportado igual número de efectivos, por todo ello era imprescindible conseguir el dominio al menos del Estrecho. Aunque tampoco hay que despreciar a pesar de los pocos medios, el sacrifico y constancia de la aviación de transporte; pudiera a su vez ser un hito a tener en cuenta. Luego ya vinieron otros tiempos, pero en su momento fue sin duda ninguna, un gran éxito. Decir que un JU-52 sólo transportaba 16 efectivos por viaje; para muestra un botón.

Bases:

Por las circunstancias dadas, nada más producirse el alzamiento y la necesidad de transportar las tropas profesionales de África a la península, fueron armados varios buques, al mismo tiempo y por obligación se crearon las flotillas Cádiz, Huelva, Ceuta, Melilla y Alhucemas, pero esto provocaba un pequeño desorden, por no existir un mando superior que los organizara y decidiera las comisiones, para evitar que unos a otros en su afán de dominar la mar, se mezclaran duplicando zonas, pero a su vez dejando otras sin vigilancia, todo ello llevó a que el 16 de diciembre de 1936, por orden del Almirante de la escuadra alzada se reorganizaran en una, aunque permaneciendo en sus bases anteriores, ésta fue denominada Flotilla del Estrecho, y a ella también se incorporaron los cañoneros y minadores algo más tarde, o más bien cuando se pudo disponer de ellos.

Ferrol: Por las prisas en dominar la mar, la primera base de estos pequeños buques fue el mismo arsenal de Ferrol, estuvieron en ella desde el comienzo del conflicto, la lancha de Tabacalera I-2 y los remolcadores R-16 y Galicia, la flotilla casi al completo apresó entre otros buques, al mercante Nuestra Señora del Carmen, de 4.900 TRB, el 2 de abril de 1937.

Ribadeo: Al comenzar la guerra, por la falta de buques en los nacionales, se pensó que Ferrol, como base de los pequeños buques estaba algo lejos, por ello decidió el mando construir o aprovechar puertos que estuvieran más cerca, de ahí nació la base de Ribadeo el 6 de agosto de 1936, para prestar el natural apoyo, fue trasladado un viejo carbonero el Hernani, y al también viejo Aljibe Nº 4, instalando un cañón del acorazado España 2º un Vickers de 101’6/50 m/m en la punta norte, destinado a dar protección a los allí existentes, a su vez fue destinado para proveer de todo lo necesario el carguero Alejandro, siendo nombrado su primer jefe el teniente de navío D. Félix de Ozámiz Rodríguez, quien al mismo tiempo era comandante del bou Tritonia, junto al Ciriza nº 4, Santa Urbana y Juan Mary. Más tarde se incorporaron los Chamorro, Cabo Home, torpedero nº 2 y el destructor Velasco. En sus ausencias tomaba el mando el teniente de navío D. Luis Martín Pinillos, quien hizo famosa la frase de: «Esto va que chuta», creándola el comandante de la Flotilla, ésta quedo denominada 1ª; por órdenes de su jefe, siempre patrullaban en parejas, o como en siglos anteriores se denominaba «en conserva».

Pasajes: Activada el 12 de septiembre de 1936. Jefe de la flotilla teniente de navío D. Ángel Bona Orbeta y el Galerna quedo incorporado a esta base al mando del capitán de corbeta D. Pablo Suances y Jáudenes, a su incorporación el 21 de octubre, tomó el mando de la flotilla. La base fue protegida con dos cañones Vickers de 152’4 m/m. Al activarse esta nueva base, por estar más cercana a Bilbao, el jefe de la base fue el Comandante de Marina de San Sebastián, capitán de navío, retirado D. Luis García Caveda, fueron destinados a ella los ya activos en Ribadeo, siendo: los Alcázar de Toledo, Denis, Juan Ignacio, Virgen de Iciar y Virgen del Carmen 1º, a su vez era la base de la denominada 2ª Flotilla, aunque parte en principio eran de la 1ª, pero en ésta se encontraban otros que vinieron desde Ferrol, reforzando como la de Ribadeo con un buque cisterna, otro para almacenar municiones, incluidas minas y otro buque para poder reparar averías de no mucha importancia, o bien solucionarlas para poder arribar a Ferrol.

Bilbao: Al entrar los nacionales en Bilbao el 19 de junio de 1937, el Estado Mayor de la Marina nacional dispuso la creación de una base para los buques, al mismo tiempo se ordenaba el traslado de la 2ª Flotilla de los estacionados en Pasajes, y ésta se reforzaba con los de Ribadeo, siendo los Ciriza nº 4 y Tritonia, (estos ya citados) y el Aljibe nº 4, más varios pontones y gabarras; el 7 de julio quedo organizada la Comandancia de Marina, y a su vez fue nombrado jefe de la nueva base, el capitán de navío (retirado) D. Félix Bastarreche y Díez de Bulnes (quien tenía a tres hermanos en la Marina, con grados de capitán de navío, capitán de fragata y capitán de corbeta, y un hijo como Aspirante) al mismo tiempo que los buques estacionados en el mismo puerto también quedaron incorporados, así como el resto de los capturados en toda la campaña del norte.

Vigo: A su vez, el Estado Mayor decidió que fueran destinados a Vigo, varias unidades, para mejor control de la mar en las rías bajas, entre los buques allí destinados se encontraban los: Aquiles, Artabro, Argos, Atlante, Audaz, Cartagenero y Ferrolano. Hay que recordar que, estas fuerzas sutiles, siempre se utilizaban dependiendo de las necesidades, por ello igual estaban unos que otros en su base designada.

Palma de Mallorca: Al quedar aseguradas las isla de Mallorca e Ibiza, y disponer de un punto fijo a no mucha distancia, de las costas Mediterráneas de la Península y algo más distante de la costa africana, a pesar de las carencia como base militar, fue elegida la primera como base del Cuartel General del Almirante Jefe de la Flota, el 10 de octubre de 1937, siendo dotada de todo lo posible para prestar apoyo a toda la Flota, pero a su vez se creó la flotilla de guardacostas y bous, para que la defendieran de posibles ataques, pues tampoco estaba muy lejos de Cartagena, principal arsenal de la escuadra gubernamental.

En principio se destinaron unos buques, pero al ir logrando acortar el frente Mediterráneo, de la flotilla del Estrecho, (como ya se menciona) fueron a su vez destinados a ésta varios bous, sobre todo, dado que los buques de la Armada, igual estaban vigilantes en Pantelaria, Nápoles, Sicilia, Barcelona, Valencia, Mallorca, Cádiz o puertos norteafricanos. A su vez más tarde, se creó la base de apoyo en Ibiza, utilizada sobre todo por las lanchas torpederas, lo que no restaba que estuvieran otros buques en ella, por seguridad o necesidad. La  protección de la bahía de Palma, ya se ha comentado más arriba, pero por el contrario quedaron sin ella los puertos de Alcudia y Pollensa.  

Republicanos

El Gobierno de la República al producirse el alzamiento militar, incauto muchos buques pequeños, a su vez también lo hicieron y por separado, los afiliados a la CNT, UGT, FAI y otros sindicatos o partidos afines, por ello es muy difícil saber con exactitud de todos ellos, dado que no tenían una organización militar propiamente dicha, causando a la Historia el problema de no saber cuáles y quienes estaban o no encuadrados en estos menesteres. Sólo con alguna exactitud se conocen precisamente, los que fueron activados como a tales bous, los del gobierno vasco y la generalidad catalana, el resto por falta de información, se relacionan los que sí sabemos, pero obviamente fueron los menos, bien por ser hundidos o capturados por los sublevados, por noticias de personas que a ciencia cierta, fueron integrantes de esas fuerzas, e incluso por recortes de prensa del momento, o publicaciones posteriores que a veces aclaran algo, pero siempre poco, por lo comentado arriba, ya que ni siquiera llevaban un cuaderno de bitácora o simplemente un diario de abordo, o uno personal, y éste quizás se guarda bajo llave por los descendientes. Queda demostrado que no existió en ningún momento una organización fiable, excepto los que se mencionan en este listado, al disponer de bases más o menos fijas, y en ellas sí consta algo de información.

Existieron las bases de: Barcelona, Valencia o Levante y del Sur, y Cantábrico o Norte.

A la base de Barcelona se sabe pertenecieron no menos de 40 buques, de diferentes tamaños y tonelajes, entre ellos algunos remolcadores armados y las muy utilizadas lanchas de Tabacalera, por no existir datos fiables de todos ellos, sólo damos el número aproximado de buques, para dejar constancia disponían de unidades para todo, otra cosa es como se utilizaban, dado que algunas se perdieron en la mar y otras por los bombardeos aéreos, y los cruceros nacionales.

A la flotilla de Valencia o Levante y del Sur, quedaron incorporados varios remolcadores, así como diferentes buques pequeños, más otras 25 unidades sin saber más de ellas, a parte las lanchas de Tabacalera I 2, I 4, C 4, C 16 y C 20, estas últimas fueron todas capturadas en Málaga, al entrar los nacionales en la ciudad. Esta base en la que estaban incluidos muchos buques, seguramente por ser la capital de la República, desde el principio de la guerra, fue la que controlaba al resto de todas ellas, desde Málaga a la desembocadura del Ebro, de ahí que se citen buques que estaban en cualquiera de los puertos de esta zona, incluso al ser tomada Tarragona, Barcelona y Gerona hasta el cabo de Creus, todos lo que pudieron escapar pasaron a depender de Valencia, o bien con refugiados pasaron a diferentes puertos franceses del Mediterráneo.

En la flotilla del norte, a su vez recordar que la mayor parte de los yates, atracados en San Sebastián, por ser una puerto muy afamado, fueron incautados por el gobierno de Madrid, (los que se salvaron, fue por ser muy pequeños) como es natural cada uno tenía unas características distintas, se calcula que entorno a veinte fueron armados, aunque sólo fuera con una ametralladora, pasando a prestar servicios sobre todo de vigilancia y algunos fueron dotados de rastras, sirviendo como dragaminas, de ellos tenemos noticia de existir entre el D-1 y D-24. Sobre todo se sabe algo del D-17, pues saltó por los aires al tocar una mina el 14 de agosto de 1937, en el bajo de Las Hermanas, frente a la playa de Noja, en la provincia de Santander.

Otro de ellos encontrándose en el abra de Bilbao, el 24 de septiembre de 1936 en un bombardeo nocturno, fue hundido por la artillería del destructor sublevado Velasco. La lista es muy larga y algún otro que si se relaciona, pero por su nombre. Aclarando que muchos de ellos fueron utilizados como dragaminas o lancha de vigilancia, de ellos los hubieron que ni siquiera fueron armados o como mucho con armas portátiles, también como queda demostrado en alguno relacionado, sólo se activaron para poder salir de Bilbao con rumbo a puerto francés, embarcando a la mayor cantidad posible de refugiados, por ello la mayoría no se incluyen en este trabajo, por no ser buques en sí representativos, como los cruceros auxiliares, mercantes armados, patrulleros o bous que sí están en esta relación.

En este trabajo diferenciamos a los cruceros auxiliares, de los mercantes armados, aunque no se hace normalmente mezclando a ambos, la división realizada la dicta que, en los primeros montaban artillería de 152 m/m y sobre todo, una dirección de tiro centralizada, lo que facilitaba a estos hacer blanco, mientras los segundos, las piezas no pasaban del 120 m/m y su dirección de tiro era local. Hay otro factor importante, el cual es que los primeros buques eran más grandes, lo que permitió a su vez reforzar con planchas interiores su protección, algo que sólo sucedió con dos de los segundos, siendo los que permanecieron en la campaña del Mar del Norte, pero no llevaban el calibre propio de un crucero auxiliar, de ahí que estén incluidos en los segundos.

Estadísticas:

El total de los evadidos que se ha podido contrastar al ser tomadas Bilbao y Santander:

En buques británicos: . .20.554 personas.

En buques franceses: . . .1.100. . . “

En buques españoles: . . .7.031. . .“

Total:. . . . . . . . . . . . . . . .: 28.685. . .“

Los evacuados desde Gijón y Avilés.

En buques británicos: . . .7.106 personas.

En buques españoles: . . . . 305 . . “. . . Entre ellos miembros del gobierno asturiano, unos militares de graduación, tres comisarios y un mayor de milicias.

Total: . . . . . . . . . . . . .: 7.411. . . “

A su vez los buques que quedaron inmovilizados en puertos franceses, la mayoría devueltos al finalizar la guerra y algunos mucho antes, por ser reclamados por sus propietarios y a su vez ser necesarios para seguir transportando de todo a España y para que las empresas ganaran algún dinero, son los siguientes: Bayona: 78; Rochefort: 34; La Pallice: 2; Arcachon: 3; Saint Nazaire: 5; Burdeos: 37; Saint Gilles: 1; Ile d’Dev: 3; Lorient: 4; Dovarnenez: 3 y Quimper: 1. La relación de todos ellos se conserva en el Archivo AM.

Mientras en los puertos de Suecia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Reino Unido, Finlandia y la URSS, también quedaron muchos que no se atrevieron a salir al mar, por la presencia de los dos mercantes armados, entre otros en Christiansand y Bergen, se encontraban 12 de ellos, y en el mismo Támesis, 5, en Bristol, 2, en Grimsby, 3 y Inmingham, 2. Así como en Copenhague, más los que nunca regresaron de los puertos de la URSS, (de los cuales algunos están en su historial) al parecer se los quedó como pago por lo servido, es lógico pensar que no tenía suficiente con el oro y plata allí transportado al comenzar la guerra, siendo la realidad que su marina mercante, era muy inferior en buques y tonelaje a la española y aprovecho la ocasión servida en bandeja; en una aproximación podemos asegurar que, no menos de 40-45 buques quedaron atrapados en estos puertos, por temor a ser hundidos o apresados; algunos casos se relatan en los historiales de ambos mercantes armados.

Gracias al tráfico marítimo se pudo transportar de todo, éste estuvo en zona nacional (es la única que tenemos datos) de entrada en puertos, 25.073 buques españoles, 13.076 extranjeros, en total 38.149, que transportaron 8.543.768 tn de carga y 175.264 personas, tanto militares, como los consabidos viajes a La Meca y otros, de estos mismo puertos, salieron 25.450 buques españoles, 11.792 extranjeros, con un total de 37.242, transportando 16.231.058 tn. y 138.787 viajeros, aquí se suman las distintas expediciones para la toma de islas, como los intentos de desembarco en otros zonas, como se narran en los historiales de los participantes.

En cuanto al domino negativo de la mar, ejercido por la marina nacional durante la guerra, resultan con los siguientes datos:

Buques de guerra hundidos:. . . . . . 8 . . . 5.676 tn.

Mercantes españoles hundidos: . .35 . . .57.159 tn.

Mercantes extranjeros hundidos: 18 . . .71.668 tn.

Total parcial: . . . . . . . . . . . . . . . . . . .61 . 134.323 tn.

Apresados españoles: . . . . . . . . . . 227. . . 257.577 tn.

Apresados extranjeros: . . . . . . . . . .97. . . 225.483 tn.

Total parcial: . . . . . . . . . . . . . . . . . .324 . . . 483.060 tn.

Total de pérdidas:. . . . . . . . . . . . . .382 . . . 617.060 tn.

A su vez la aviación también aporto no poco: 5 buques de guerra hundidos en puerto con 5.215 tn., mercantes españoles hundidos: 39 . . .79.252 tn., mercantes extranjeros 28 . . .72.213 tn., sumando un total de 72 buques y 151.465 tn., siendo su total, 72 buques con 156.680 tn.

Con respecto a los hundidos por los gubernamentales, como se dice no hay datos de ello, pero si sabemos el caso del crucero Baleares y el mercante Castillo Olite, entre otros se sabe del apresamiento de unos pocos pesqueros y dos mercantes de poco tonelaje; lo que sí quedó demostrado es que, la marina de guerra gubernamental estaba falta de mandos idóneos, (esto lo hemos repetido hasta la saciedad) lo que dio por resultado una desorganización interna, causando por el propio desorden, entregar el mando más por cuestiones políticas que militares, dándose el caso peregrino en varios buques, de estar al mando el personal de máquinas, por ser la base de la revolución planteada, pero sin conocimiento propio de las armas y su poder de destrucción, y menos aún de tomar el mando de un buque de guerra.

El General Excmo. Sr. D. Alfredo Kindelán Dunay, jefe de la aviación, la cual no estaba aún separada como ejército, pues no lo fue hasta ser creado en agosto de 1939 el Ministerio del Aire y por Decreto del 7 de octubre de 1939 quedo terminado el ejército, el Jefe del Estado al emitir su primera directiva de organización, quedando por ello separado del Ejército de Tierra, así como la aviación naval, continuo incorporada a la Armada, hasta ser disuelta por ello sus aparatos e instalaciones (como San Javier) quedaron incorporados al nuevo Ejército, y en algunos casos por ser muy viejos ni obtener repuestos, fueron dados de baja, de hecho algunos oficiales expertos en anaveajes, continuaron con sus aviones, pero con grados del Ejército equivalente a la Armada.

Comisión de la Armada para Salvamento de Buques.

Aunque fue fundada posteriormente, en realidad ya se formó el 22 de octubre de 1937, siendo el primer buque rescatado el destructor Ciscar, hundido en el puerto de Musel; el primer director de la Comisión fue el teniente coronel de Ingenieros Navales de la Armada, D. Juan Antonio Suanzes Fernández, estando al mando desde el 2 de noviembre de 1937, quedando formalizada su organización por Decreto del 9 de noviembre seguido, permaneciendo al mando hasta el 1 de febrero de 1938, siendo cesado por pasar a ser el Ministro de Industria y Comercio, con sede en Bilbao, ocupando su puesto el teniente coronel de la misma Arma D. Luis Santomá Casamor, permaneciendo la Comisión en sus trabajos, conforme se iban tomando puertos a los gubernamentales, pues era necesario limpiarlos para poder empezar a moverse con normalidad el tráfico marítimo, hasta que por Decreto del 9 de febrero de 1939, se amplió sus responsabilidades y medios para dejar limpios los puertos y accesos, permaneciendo al mando hasta finalizar la Comisión por innecesaria.

Al finalizar la guerra fue cuando se pudo actuar con mayor rapidez, por contar con más personal y tranquilidad, por ello en total se recuperaron 95 buques por la comisión, más 12 por particulares, sumando en total 107 buques, con sus 146.500 tn., quedaron pendiente en puertos 10 buques con sus 16.000 tn., otros 6 con 20.000 tn, de salvamento problemático, algunos de ellos por estar inservibles fueron dinamitados, el resto se recuperó, y 23 con 43.000 tn., que estaban en situación imposible de ser salvados, estos todos fueron destruidos in situ, y posteriormente, se sacaron sus restos mediante grúas flotantes, para ser aprovechados como chatarra, dejando a su vez los fondos limpios, para tratar de impedir posibles accidentes.

Todo ello se llevó a buen término por los 526 hombres que formaban fijos la Comisión, entre ellos el trabajo más pesado el realizado por los 34 buzos de la Armada, más unos pocos civiles, el personal de apoyo solía ser de la misma población del rescate, por ser conocedores de sus costas y a veces muy importante, de su fondos, permitiendo a los ingenieros sacar cálculos muy aproximados a la realidad, por lo que durante todo el tiempo prácticamente no hubo sorpresas desagradables, las cuales suelen ocurrir por la falta de experiencia en estos trabajos; la Comisión fue disuelta el 31 de diciembre de 1940, aunque permaneció con las responsabilidad de continuar los trabajos, en los Capitanes Generales de las tres zonas marítima de España, eso sí con los medios disponibles en cada uno y menos personal.

Bibliografía: Para leer clicar en ella.

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V-33 Bou

Posted By on 5 de febrero de 2021

Sólo se sabe era un remolcador que, al producirse el alzamiento fue incautado por los gubernamentales, y renombrado con el de este historial, desconociéndose incluso su puerto de destino, y menos aún su quehacer durante el conflicto, ni si quiera si sobrevivió a él.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Francisco Javier Muñoz y Goosens

Posted By on 4 de febrero de 2021

Teniente general.

Vino al mundo en la ciudad de Almagro, actual provincia de Ciudad Real por 1745, ingresando en el ejército, llevaba un tiempo y pidió su pase a la Armada, para ello pasó un examen sentando plaza el 7 de marzo de 1764 con el grado de alférez de navío.

Se le ordenó embarcar en el chambequín Andaluz destinado al corso, encontrándose de crucero en julio siguiente, siendo su comandante el teniente de navío don Vicente Piñately, persiguió a un pingue moro del porte de 22 cañones, yéndose a refugiar bajo los muros de la fortaleza de Tetuán, de poco le sirvió pues al verlo fondeado a pesar del fuego de la fortaleza entraron y le pegaron fuego.

Entrado 1765 al arribar de uno de sus cruceros se le ordenó trasbordar al navío Atlante, de 70 cañones, pasando a formar parte de la escuadra de don Juan José Navarro, zarparon de la bahía de Cádiz arribando a Cartagena donde se encontraba la Infanta de España doña María Luisa, embarcando el mismo 24 de junio, volviendo a hacerse a la mar al amanecer del 25 rumbo a Génova, donde fondearon el 17 de julio siguiente, para convertirse en la esposa de Leopoldo el Gran Duque de Toscana, quien posteriormente ocupó el trono imperial, hubieron fiestas y convites para las dotaciones y mandos, zarpó de nuevo la escuadra rumbo al puerto de Livorno capital de Liorna, donde embarcó la Princesa María Luisa de Parma, quien venía a contraer nupcias con el Príncipe de Asturias, futuro don Carlos IV regresando la escuadra a Cartagena el 11 de agosto.

En el viaje todos observaron la disposición de la escuadra, estando partida en tres divisiones de tres navíos, navegando de tres en línea y de fondo, estando en el centro de la formación el Rayo para resguardo de mares y casi de vientos, de ahí que los trayectos fueran a poca velocidad para no molestar a las nobles damas. Se realizaron grandes fiestas en la ciudad de Cartagena, así como prender fuego a grandes fogatas, pues se presentó un crudo invierno que congeló las aguas del golfo de Vizcaya.

Quedó desembarcado en el Departamento, hasta recibir la orden de embarcar en el navío San Genaro, realizando comisiones por el Mediterráneo llevándole a visitar Nápoles, Barcelona, Mallorca y regreso a Cartagena, donde al poco zarpó con destino al Departamento de Ferrol, quedando desembarcado por pasar a desarme el buque. Pasó destinado a los Batallones, donde le fue entregada la Real orden del 17 de septiembre de 1767 con su ascenso al grado de teniente de fragata, pasando embarcado a la fragata Santa Catalina, para ello se desplazó hasta Guarnizo, zarpando con rumbo a Ferrol de donde se dio a la vela con destino a la bahía de Cádiz y de aquí, volvió a la mar con rumbo a Buenos Aire, donde se le dio el mando de dos bergantines en abril de 1769, con la comisión de levantar los planos del mar del Plata, efectuándolo en siete meses de duro trabajo pero muy exactos, encontrándose en su comisión un fuerte temporal desarboló al navío Astuto, para intentar tener menos calado comenzaron a arrojar pertrechos, al estar cerca y ver lo ocurrido contando con medios recupero todo lo arrojado por el navío, prestándole ayuda y acompañándolo hasta Montevideo donde le fue trasbordado de nuevo todo lo desprendido.

Trasbordó a la fragata Industria, realizando cruceros por el Mar del Plata, recibiendo la orden de trasbordar a la Santa Catalina, dirigiendo la operación de rescate por el hundimiento de una goleta a tres leguas de Montevideo cargada con tres cajones pertenecientes a la Compañía de Jesús, en los que iban depositados 24.000 pesos fuertes, consiguió sacarlos utilizando los botes de ambos buques y devolverlos a sus dueños.

Al cumplimentar esta comisión se le encargó levantar el plano del río Grande, dando una distancia de amplitud hasta Buenos Aires de doscientas leguas, al terminar con la misma fragata zarpó con rumbo a la bahía de Cádiz, donde al arribar se le ordenó continuar a Ferrol, donde quedó desembarcado por pasar a desarme el buque en octubre de 1770.

Se encontraba en Ferrol cuando se le entregó la Real orden del 13 de enero de 1771 con su ascenso al grado de teniente de navío, con la orden de embarcar en el San Nicolás de Bari, permaneciendo hasta febrero por trasbordar al bergantín Hopp, zarpando en comisión con pliegos para los británicos a puerto Soledad en las islas Malvinas, regresando a Ferrol en marzo de 1772.

Poco después embarcó en la fragata Asunción, con rumbo a Buenos Aires, al llegar trasbordó a la Soledad regresando con ella a Ferrol, a su llegada se le otorgó el mando de la bombarda Santa Casilda, zarpando con rumbo a Cádiz y Cartagena, donde quedó incorporado en la expedición contra Argel al mando del general don Pedro Castejón, distinguiéndose por su valor en el reembarque de las tropas, regresando al puerto de salida de Alicante el 10 de julio, de donde pasó a Cartagena recibiendo la orden de trasbordar a la urca Santa Ana, zarpando con destino a Cádiz y de aquí a San Juan de Puerto Rico transportando tropas y pertrechos, continuando a Cartagena de Indias, donde se le cargó de maderas, zarpando con rumbo a Ferrol donde quedó desembarcado en abril de 1777.

Le fue entregada la Real orden del 23 de mayo de 1778 con su ascenso al grado de capitán de fragata, siendo nombrado segundo comandante del navío San Juan Nepomuceno, trasbordando al poco tiempo con igual cargo al buque insignia del general don Luis de Córdova, el Santísima Trinidad, zarpando con la escuadra francesa al mando del conde d’Orvilliers, realizando la primera campaña del canal de la Mancha, ante la superioridad de la escuadra aliada el almirante británico Hardy se refugió en sus puertos. Consiguiéndose solo el apresamiento del navío Ardent, de 74 cañones siendo cazado por dos fragatas francesas, la Junon y Gentille apoyadas por el navío español Princesa, teniendo lugar el combate el 9 de noviembre de 1779, las fragatas se posicionaron de enfilada por las amuras, ambas maniobrando y destrozando al navío, al que en ningún momento le permitieron poder hacer fuego por sus bandas, para ello no pararon de virar, en los momentos que quedaba libre alguna banda era batido por el navío español de ahí que pudiera ser rendido.

Por Real orden del 16 de septiembre de 1781 se le ascendió a capitán de navío graduado, durante el gran asedio de Gibraltar se le otorgó el mando de la batería flotante Rosario, de 19 cañones y 650 hombres de dotación, como todas sus hermanas comenzaron el ataque el 13 de septiembre de 1782, pasadas unas horas por efecto de las ‹balas rojas› británicas comenzaron a arder, saltando al agua herido poco antes de explosionar, siendo recogido por los múltiples botes de la escuadra, sufriéndose las bajas de trescientos treinta y ocho muertos, seiscientos treinta y ocho heridos, ochenta ahogados y trescientos prisioneros con su infructuoso ataque al Peñón.

Por los demostrados méritos en este siniestro se le entregó en agradecimiento la Real orden del 21 de diciembre de 1782 con el ascenso en propiedad al grado ostentado. Al firmarse la paz se le entregó la Real orden del 3 de febrero de 1784, con el nombramiento de capitán del puerto de Cádiz, en este tiempo como no había dejado de estudiar puso en práctica un invento suyo, por el cual las cañas del timón de los navíos quedaban más sujetas, así como una nueva bomba de achique con mayor capacidad de desahogo utilizando menos hombres, ambos inventos fueron examinados por juntas de expertos siendo aprobados y ordenando su instalación en los bajeles.

El brigadier don Manuel Eguía al mando del navío San Pedro Alcántara, zarpó del Callao el 30 de marzo de 1785, cargado con caudales por importe de siete millones seiscientos un mil novecientos sesenta pesos. El buque en realidad había zarpado en septiembre de 1784, pero a los pocos días le sorprendieron unas calmas, las cuales se prolongaron tanto que se desató una epidemia de viruela, un tiempo después una vía de agua, esto le obligó a regresar al Callao a terminar la reparación, se revisó el casco, al ver era conforme se le añadió más carga, como cobre, cajones de cascarilla, semillas de pinos de Chile, zurrones de cacao, lana de Viaña, de bálsamos y otras especies, iban de transporte doce jefes y oficiales del ejército, ocho particulares y once mujeres, zarpando en la fecha dicha con rumbo a la península, después de doblar con gran dificultad el cabo de Hornos se vio forzado a hacer escala en Río de Janeiro para reparar de nuevo averías, de aquí zarparon y el 23 de enero de 1786 reconocieron la isla de Santa María en las Terceras, al poco comenzaron unos días oscuros con chubascos y vientos, elevándose grandes olas impidiéndoles situarse, el 2 de febrero siguiente se divisó tierra, el piloto ascendió a la cofa y dijo eran las islas Berlingas, basándose en ello puso rumbo al S.S.O., 5º con poco trapo, al anochecer sobre las diez y media, envueltos en otro chubasco los vigías gritaron «¡Tierra por la proa!», pero no hubo tiempo para reaccionar y el golpe fue tremendo, yéndose el buque al fondo.

No se tienen datos precisos porque los oficiales todos recibieron el golpe con tan mala fortuna que perdieron el conocimiento, por ello nada se ha escrito sobre ello, solo la toldilla quedo fuera de la flor de agua, donde se refugiaron trescientas personas, permaneciendo allí hasta el amanecer, momento en que fueron vistos por los pobladores de Peniche (Portugal), pues estaban muy cerca de la costa, los cuales con sus barcas se acercaron a rescatarlos, salvando a los que quedaban, siendo doscientos noventa y uno, de los cuatrocientos cuarenta y dos que viajaban en total; aunque la mayoría se ahogaron pensando que la distancia a cubrir era poca y se lanzaron a nadar hacía la playa, pero al parecer la mala noche anterior les provocó una falta de fuerzas y por ello fueron desapareciendo de la superficie, al llegar a tierra se comunicó a las autoridades españolas el desastre, pasándose aviso a Cádiz, Ferrol y Vigo para que acudieran a rescatarlos. Don Francisco Javier Muñoz, zarpó de Cádiz con las fragatas Asunción y Colón más varias lanchas, con la orden de ser el responsable de todo lo que ocurriera en Peniche.

La operación se dio por terminada el 19 de junio siguiente, cuando los buzos llevados de Cádiz, tenían recuperados siete millones doscientos ochenta y seis mil cuatrocientos setenta y dos pesos de oro y plata, más seis mil seiscientas veinticinco barras de cobre y otros objetos, pero a pesar de la orden de regreso, Muñoz continuó en el lugar y en agosto rescató sesenta y dos cañones, solo se dio por satisfecho al comprobar que el resto, trescientos quince mil cuatrocientos ochenta y ocho pesos, así como cuatrocientas veintitrés barras de cobre, eran imposibles de recuperar decidiendo abandonarlas en la zona.

Hubieron regalos de todas partes y para todos incluidas las viudas, pero Muñoz se negó a recibir nada, aceptando solo por parte del Comercio de Cádiz, al que correspondía el registro del buque, el pago exacto del esfuerzo realizado por los buzos y lo que él había adelantado de su peculio personal. Por su demostrada honradez, empeño y fuerza en este asunto S. M., firmó la Real orden del 4 de julio de 1786 otorgándole su ascenso al grado de brigadier, por ello cesó en el mando de la capitanía del puerto encargándole pasar una revista de inspección al Arsenal de La Carraca, al terminar con ella y entregar su informe se le otorgó el mando del navío Guerrero, pasando a desempeñar comisiones especiales emanadas de la Villa y Corte hasta 1790 por serle ordenado incorporarse a la escuadra del general don José Solano, zarpando a realizar la campaña de Finisterre por el problema de límites con el Reino Unido en los territorios de Nootka, por prevención a una posible guerra que no se declaró, regresando poco tiempo después a la bahía de Cádiz quedando desembarcado por pasar a desarme el buque.

Poco después fue nombrado comandante del apostadero de Orán, pero todo lo que hacía era sabido en la Corte, por ello sus grandes dotes en diferentes sentidos las puso en práctica en el mando de este apostadero, muy satisfecho el Rey firmó la Real orden del 5 de octubre de 1791 con su ascenso al grado de jefe de escuadra. Al ser declarada la guerra a los convencionales franceses en 1793, se le nombró segundo comandante de la escuadra del general don Gabriel Aristizábal, compuesta por seis navíos y dos fragatas, destinada a proteger las aguas del seno mejicano y las del virreinato de nueva Granada, enarbolando su insignia en el navío Asía, participando en la toma del fuerte Delfín, siendo a su vez comisionado para transportar situado a la isla Trinidad de Barlovento, hasta firmarse la paz de Basilea el 22 de julio de 1795, permaneciendo en estas aguas hasta 1801.  

Encontrándose en el Departamento de Cádiz se le entregó la Real orden del 5 de octubre de 1802 con su ascenso al grado de teniente general, se le concedió licencia para acudir a la Corte, donde falleció en el Real Sitio de Aranjuez el 11 de junio de 1803, cuando contaba con treinta y nueve años de excelentes servicios en la Armada.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Fernández Duro, Cesáreo.: Naufragios de la Armada Española. Establecimiento tipográfico de Estrada, Díaz y López. Madrid, 1867.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Terrón Ponce. José L.: El Gran Ataque a Gibraltar de 1782 (Análisis militar, político y diplomático). Ministerio de Defensa. Madrid, 2000. Premio Ejército 1999.

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Inventos españoles 1784-85

Posted By on 4 de febrero de 2021

Al ser firmada la paz con Reino Unido, se le entregó al capitán de navío don Francisco Javier Muñoz y Goosens, la Real orden del 3 de febrero de 1784, nombrándole capitán del puerto de Cádiz, en este tiempo como no había dejado de estudiar puso en práctica un invento suyo, por el cual el timón quedaba más asegurado, así como una nueva bomba de achique con mayor capacidad de desahogo utilizando para ello menos hombres, ambos inventos fueron examinados por juntas de expertos siendo aprobados y ordenando su instalación en los bajeles.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Santa Matilde viaje a los EE.UU. en 1785.

Posted By on 1 de febrero de 2021

La fragata al mando del capitán de fragata don Pedro de Zurita, se encontraba en la Habana, donde embarcó el 5 de mayo don Diego de Gardoquí para ser transportado a Filadelfia y otros puertos de los recién independizados Estados Unidos de América, en comisión especial y secreta, por ello se desconoce todo, sin dar fechas ni lugares exactos, ni tan siquiera la de salida.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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Gaditano

Posted By on 31 de enero de 2021

Gaditano remolcador. Autor desconocido.

Construido por The Lytham Shipbuilding and Enginerring Co. Ltd. Lytham. Reino Unido, 1918.

Desplazamiento: 300 tn. Dimensiones: Eslora 26’72, por 6’88 de manga y 3’36 metros de calado. Máquina: Compound vertical de 2 cilindros con calderas cilíndrica multitubular a carbón, 450 C.V. Velocidad: máxima 10 nudos. Armado con un cañón Nordenfelt de 57/37 m/m.

Fue comprado en diciembre de 1922 junto a sus hermanos los Cartagenero y Ferrolano, eran remolcadores de la Armada, pero ya armados por la guerra de África, el 12 de febrero de 1928 se le monta una T.S.H. nueva. Al producirse el alzamiento se encontraba destinado en La Carraca, donde se sublevó la dotación, quedando por los gubernamentales, logró salir con rumbo a Cartagena, donde al llegar se unió a las fuerzas navales allí destinadas, el 12 de agosto de 1937, salió para dar remolque al destructor Churruca, por haber sido torpedeado por el sumergible Jalea, legionario italiano, causándole daños en sus calderas, sufriendo tres muertos, nueve heridos y daños suficientes que le impedían navegar por sus propios medios, por ello acudió al lugar y lo remolco hasta su puerto de partida; nada más sabemos de él, muy posiblemente fuera hundido en el mismo puerto, por la aviación nacional, quedando irrecuperable, por no constar haber sido puesto a flote, por la Comisión de la Armada para Salvamento de Buques.

Bibliografía: Para leer clicar sobre ella.

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Navío Septentrión naufragio 1784.

Posted By on 29 de enero de 2021

Se le otorgó a don Diego de Quevedo el mando del navío Septentrión, del porte de 64 cañones zarpando de Cartagena el 30 de octubre, con la orden de unirse en Málaga al Rayo, estando en ruta se levantó un duro temporal del SE., la mar era tan gruesa que le impidió poder variar rumbo por ser aconchado sobre la costa, aguantando hasta el 3 de noviembre cuando varó entre el primer y segundo cantil a unas ocho millas al E., del puerto de Málaga, dio orden de picar los palos y construir jangadas, con ellas logro sacar del buque, la dotación al completo, toda su artillería, seis morteros, ciento veinte pedreros, muchos de los herrajes y otros metales que llevaba de transporte, siendo todo embarcado en las fragatas Nuestra Señora del Pilar y Nuestra Señora de Loreto, más la urca Aduana llegadas desde Cartagena y otros salidos de Málaga fletados para tal objeto y repartida la dotación, arribaron unos días más tarde a La Carraca.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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La Habana huracán 1784

Posted By on 26 de enero de 2021

Sucedió el 8 de marzo, de pronto se desató un fuerte huracán, el cual lanzo sobre el navío Santo Domingo que, se encontraba dado a la banda por estar en carena y la mitad de su costado desnudo de sus tablones, seis embarcaciones que como caídas del cielo fueron a dar sobre la arboladura provocando grandes destrozos, pero el peligro estaba que al soportar un peso no calculado, haciendo presión sobre el navío lo pudiera dejar mocho por completo, don Francisco de Borja ordenó ponerse a trabajar, por su rápida decisión se consiguió desembarazar al navío de ese peso, en lugar tan peligroso para la estructura del buque, siendo salvado de perderse.

Igual pasó con la fragata Héroe que se fue al fondo, pero con la ayuda de la machina y un perfecto trabajo de los buzos, se consiguió también reflotarla y ponerla en servicio, recibiendo al poco tiempo las gracias Reales por sus grandes conocimientos en la construcción y el valor demostrado por la rapidez en actuar que, salvó al navío, a pesar de no haber pasado el huracán y jugarse la vida todos los que en ello intervinieron.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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